Poemas, cuentos y leyendas

Tema en 'Temas de interés (no de plantas)' comenzado por mai^a, 27/2/08.

  1. clause

    clause Claudia

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    Re: ... de poetas, cuentos y leyendas


    Cantares... Antonio Machado

    Todo pasa y todo queda,
    pero lo nuestro es pasar,
    pasar haciendo caminos,
    caminos sobre el mar.

    Nunca persequí la gloria,
    ni dejar en la memoria
    de los hombres mi canción;
    yo amo los mundos sutiles,
    ingrávidos y gentiles,
    como pompas de jabón.

    Me gusta verlos pintarse
    de sol y grana, volar
    bajo el cielo azul, temblar
    súbitamente y quebrarse...

    Nunca perseguí la gloria.

    Caminante, son tus huellas
    el camino y nada más;
    caminante, no hay camino,
    se hace camino al andar.

    Al andar se hace camino
    y al volver la vista atrás
    se ve la senda que nunca
    se ha de volver a pisar.

    Caminante no hay camino
    sino estelas en la mar...

    Hace algún tiempo en ese lugar
    donde hoy los bosques se visten de espinos
    se oyó la voz de un poeta gritar
    "Caminante no hay camino,
    se hace camino al andar..."

    Golpe a golpe, verso a verso...

    Murió el poeta lejos del hogar.
    Le cubre el polvo de un país vecino.
    Al alejarse le vieron llorar.
    "Caminante no hay camino,
    se hace camino al andar..."

    Golpe a golpe, verso a verso...

    Cuando el jilguero no puede cantar.
    Cuando el poeta es un peregrino,
    cuando de nada nos sirve rezar.
    "Caminante no hay camino,
    se hace camino al andar..."

    Golpe a golpe, verso a verso...






     
  2. --------..

    --------..

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    Re: ... de poetas, cuentos y leyendas

    jaja!quien te ha visto y quien te ve!!con videitos ahora!!!:11risotada: :11risotada: :beso:
     
  3. clause

    clause Claudia

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    Re: ... de poetas, cuentos y leyendas



    POEMA 15

    Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
    y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
    Parece que los ojos se te hubieran volado
    y parece que un beso te cerrara la boca.

    Como todas las cosas están llenas de mi alma
    emerges de las cosas, llena del alma mía.
    Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
    y te pareces a la palabra melancolía.

    Me gustas cuando callas y estás como distante.
    Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
    Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
    déjame que me calle con el silencio tuyo.

    Déjame que te hable también con tu silencio
    claro como una lámpara, simple como un anillo.
    Eres como la noche, callada y constelada.
    Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.

    Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
    Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
    Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
    Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.


    Pablo Neruda, 1924




     
  4. Magni

    Magni

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    Re: ... de poetas, cuentos y leyendas

    ¿Esta poesía no es de Antonio Machado?
     
  5. Magni

    Magni

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    Re: ... de poetas, cuentos y leyendas

    Sí, Tuy, te lo presto con mucho gusto pero muéstrales también los hermosos conejitos con los que lo ilustró Maia, que les van a encantar :beso:

    :beso: :beso: :beso: :beso:
     
  6. clause

    clause Claudia

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    Re: ... de poetas, cuentos y leyendas

    si ,Magni, ya lo agregue ...se me estaba cortando internet mientras lo hacia y me desconcntre!!!...ahora estoy en un ciber...epro el autor ,es el autor,seguro me desconcentró el cantor tambien!:11risotada:
     
  7. Magni

    Magni

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    Re: ... de poetas, cuentos y leyendas

    Pero Clau, otra vez en el ciber... :( Con los gritones mal hablados y los apestosos fumadores... :(
    Si te animás a viajar hasta Aldo Bonzi yo te presto mi compu, te hago un lugarcito... Donde forerean dos, forerean tres... :beso:

    Que se solucione pronto lo de tu Internet, acá sos imprescindible en todo :beso:

    Te queremos Clause, te queremos ♪ ♪ ♪ (¿Viste? Es la hinchada del Rojo que tengo en casa la que te alienta)

    :beso: :beso: :beso: :beso:
     
  8. clause

    clause Claudia

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    Re: ... de poetas, cuentos y leyendas

    Gracias ,Magni, ya voy a cambiar de compañia...y listo...te dejo un beso!:beso:
     
  9. trochamontes

    trochamontes .......

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    Re: ... de poetas, cuentos y leyendas

    Mburukujá era una hermosa doncella española que había llegado a las tierras de los Guaraníes acompañando a su padre, un capitán del ejercito de la Corona.
    Mburukujá no era su nombre cristiano, sino el tierno apodo que le había dado un aborigen guaraní a quien ella amaba en secreto y con el que se encontraba a escondidas, ya que su padre jamás habría aprobado tal relación. En realidad, su padre ya había decidido que ella desposara a un capitán a quién el creía digno de obtener la mano de su única hija.
    Cuando le revelaron los planes de matrimonio, la joven suplicó que no la condenaran a consumirse junto a un hombre a quien no amaba, pero sus ruegos solamente lograron encender la cólera de su padre. La doncella lloró desconsolada, tratando de conmover el inflexible corazón de su padre, pero el viejo capitán no sólo confirmó su decisión sino que además le informó que debería permanecer confinada en la casa hasta que se celebrara boda.
    Mburukujá debió contentarse con ver a su amado desde la ventana de su habitación, ya que no estaba autorizada a salir a los jardines por la noche y difícilmente lograba burlar la vigilancia paterna. Sin embargo, envió a una criada de su confianza para que lo informara sobre su triste futuro.
    El joven indio no se resignó a perder a su amada, y todas las noches se acercaba a la casa intentando verla. Durante horas vigilaba el lugar, y sólo cuando se percataba de que los primeros rayos del sol podían delatar su posición se retiraba con su corazón triste, aunque no sin antes tocar una melancólica melodía en su flauta.
    Mburukujá no podía verlo, pero esos sonidos llegaban hasta sus oídos y la llenaban de alegría, ya que confirmaban que el amor entre ambos seguía tan vivo como siempre. Pero una mañana ya no fue arrullada por los agudos sones de la flauta. En vano esperó noche tras noche la vuelta de su amado. Imaginó que el joven indio podría estar herido en la selva, o que tal vez había sido víctima de alguna fiera, pero no se resignaba a creer que hubiese olvidado su amor por ella.
    La dulce niña se sumió en la tristeza. Su piel, otrora blanca y brillante como las primeras nieves, se volvió gris y opaca, y sus ojos ya no destellaron con hermosos brillos violáceos. Sus rojos labios, que antes solían sonreír, se cerraron en una triste mueca para que nadie pudiera enterarse de su pena de amor. Sin embargo, permaneció sentada frente a su ventana, soñando con ver aparecer algún día a su amante. Luego de varios días vio entre los matorrales cercanos la figura de una vieja india. Era la madre de su enamorado, quien acercándose a la ventana le contó que el joven había sido asesinado por el capitán, quien había descubierto el oculto romance de su hija. Mburukujá pareció recobrar sus fuerzas, y escapándose por la ventana siguió a la anciana hasta el lugar donde reposaba el cuerpo de su amado. Enloquecida por el dolor cavó una fosa con sus propias manos, y luego de depositar en ella el cuerpo de su amado confesó a la vieja india que terminaría con su propia vida ya que había perdido lo único que la ataba a este mundo. Tomó una de las flechas de su amado, y luego de pedirle a la mujer que una vez que todo estuviera consumado cubriera sus tumbas y los dejara descansar eternamente juntos, la clavó en medio de su pecho. Mburukujá se desplomó junto al cuerpo de aquel que en vida había amado.
    La anciana observó sorprendida como las plumas adheridas a la flecha comenzaban a transformarse en una extraña flor que brotaba del corazón de Mburukujá, pero cumplió con su promesa y cubrió la tumba de los jóvenes amantes. No pasó mucho tiempo antes de que los indios que recorrían la zona comenzaran a hablar de una extraña planta que nunca antes habían visto, y cuyas flores se cierran por la noche y se abren con los primeros rayos del sol, como si el nuevo día le diera vida.
     
  10. clause

    clause Claudia

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    Re: ... de poetas, cuentos y leyendas

    Muy lindo Trochamontes!;)
     
  11. clause

    clause Claudia

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    Re: ... de poetas, cuentos y leyendas

    Cuentos de la Selva-Horacio Quiroga
    Continuación Anaconda
    VII

    Era la una de la tarde. Por el campo de fuego, al resguardo de las matas de espartillo, se arrastraba Cruzada hacia la Casa. No llevaba otra idea, ni creía necesaria tener otra, que matar al primer hombre que se pusiera a su encuentro. Llegó al corredor y se arrolló allí, esperando. Pasó así media hora. El calor sofocante que reinaba desde tres días atrás comenzaba a pesar sobre los ojos de la yarará, cuando un temblor sordo avanzó desde la pieza. La puerta estaba abierta, y ante la víbora, a treinta centímetros de su cabeza, apareció el perro, el perro negro y peludo, con los ojos entornados de sueño.

    -¡Maldita bestia!... -se dijo Cruzada-. Hubiera preferido un hombre.

    En ese instante el perro se detuvo husmeando y volvió la cabeza... ¡Tarde ya! Ahogó un aullido de sorpresa y movió desesperadamente el hocico mordido.

    -Ya tiene éste su asunto listo... -murmuró Cruzada, replegándose de nuevo. Pero cuando el perro iba a lanzarse sobre la víbora, sintió los pasos de su amo y se arqueó ladrando a la yarará. El hombre de los lentes ahumados apareció junto a Cruzada.

    -¿Qué pasa? -preguntaron desde el otro corredor.

    -Una Alternatus... Buen ejemplar -respondió el hombre. Y antes que la víbora hubiera podido defenderse, sintióse estrangulada en una especie de prensa afirmada al extremo de un palo.

    La yarará crujió de orgullo al verse así; lanzó su cuerpo a todos lados, trató en vano de recoger el cuerpo y arrollarlo en el palo. Imposible; le faltaba el punto de apoyo en la cola, el famoso punto de apoyo sin el cual una poderosa boa se encuentra reducida a la más vergonzosa impotencia. El hombre la llevó así colgando, y fue arrojada en el Serpentario.

    Constituíalo un simple espacio de tierra cercado con chapas de cinc liso, provisto de algunas jaulas, y que albergaba a treinta o cuarenta víboras. Cruzada cayó en tierra y se mantuvo un momento arrollada y congestionada bajo el sol de fuego.

    La instalación era evidentemente provisional; grandes y chatos cajones alquitranados servían de bañadera a las víboras, y varias casillas y piedras amontonadas ofrecían reparo a los huéspedes de ese paraíso improvisado.

    Un instante después la yarará se veía rodeada y pasada por encima por cinco o seis compañeras que iban a reconocer su especie.

    Cruzada las conocía a todas; pero no así a una gran víbora que se bañaba en una jaula cerrada con tejido de alambre. ¿Quién era? Era absolutamente desconocida para la yarará. Curiosa a su vez se acercó lentamente.

    Se acercó tanto, que la otra se irguió. Cruzada ahogó un silbido de estupor, mientras caía en guardia, arrollada. La gran víbora acababa de hinchar el cuello, pero monstruosamente, como jamás había visto hacerlo a nadie. Quedaba realmente extraordinaria así.

    -¿Quién eres? -murmuró Cruzada-. ¿Eres de las nuestras?

    Es decir, venenosa. La otra, convencida de que no había habido intención de ataque en la aproximación de la yarará, aplastó sus dos grandes orejas.

    -Sí -repuso-. Pero no de aquí; muy lejos... de la India.

    -¿Cómo te llamas?

    -Hamadrías... o cobra capelo real.

    -Yo soy Cruzada.

    -Sí, no necesitas decirlo. He visto muchas hermanas tuyas ya... ¿Cuándo te cazaron?

    -Hace un rato... No pude matar.

    -Mejor hubiera sido para ti que te hubieran muerto...

    -Pero maté al perro.

    -¿Qué perro? ¿El de aquí? .

    -Sí.

    La cobra real se echó a reír, a tiempo que Cruzada tenia una nueva sacudida: el perro lanudo que creía haber matado estaba ladrando...

    -¿Te sorprende, eh? -agregó Hamadrías-. A muchas les ha pasado lo mismo.

    -Pero es que lo mordí en la cabeza... -contestó Cruzada, cada vez más aturdida-. No me queda una gota de veneno concluyó-. Es patrimonio de las yararás vaciar casi en una mordida sus glándulas.

    -Para él es lo mismo que te hayas vaciado no...

    -¿No puede morir?

    -Sí, pero no por cuenta nuestra... Está inmunizado. Pero tú no sabes lo que es esto...

    -¡Sé! -repuso vivamente Cruzada-. Ñacaniná nos contó.

    La cobra real la consideró entonces atentamente.

    -Tú me pareces inteligente...

    -¡Tanto como tú..., por lo menos! -replicó Cruzada.

    El cuello de la asiática se expandió bruscamente de nuevo, y de nuevo la yarará cayó en guardia.

    Ambas víboras se miraron largo rato, y el capuchón de la cobra bajó lentamente.

    -Inteligente y valiente -murmuró Hamadrías-. A ti se te puede hablar... ¿Conoces el nombre de mi especie?

    -Hamadrías, supongo.

    -O ñaja búngaro.. o cobra capelo real. Nosotras somos respecto de la vulgar cobra capelo de la India, lo que tú respecto de una de esas coatiaritas.. Y ¿sabes de qué nos alimentamos?

    -No.

    -De víboras americanas..., entre otras cosas -concluyó balanceando la cabeza ante la Cruzada.

    Esta apreció rápidamente el tamaño de la extranjera ofiófaga.

    -¿Dos metros cincuenta?... -preguntó.

    -Sesenta... dos sesenta, pequeña Cruzada - repuso la otra, que había seguido su mirada.

    -Es un buen tamaño... Más o menos, el largo de Anaconda, una prima mía ¿Sabes de qué se alimenta?: de víboras asiáticas -y miró a su vez a Hamadrías.

    -¡Bien contestado -repuso ésta, balanceándose de nuevo. Y después de refrescarse la cabeza en el agua agregó perezosamente-: ¿Prima tuya, dijiste?

    -Sí.

    -¿Sin veneno, entonces?

    -Así es... Y por esto justamente tiene gran debilidad por las extranjeras venenosas.

    Pero la asiática no la escuchaba ya, absorta en sus pensamientos.

    -iÓyeme! -dijo de pronto-. ¡Estoy harta de hombres, perros, caballos y de todo este infierno de estupidez y crueldad! Tú me puedes entender, porque lo que es ésas... Llevo año y medio encerrada en una jaula como si fuera una rata, maltratada, torturada periódicamente. Y, lo que es peor, despreciada, manejada como un trapo por viles hombres... Y yo, que tengo valor, fuerza y veneno suficientes para concluir con todos ellos, estoy condenada a entregar mi veneno para la preparación de sueros antivenenosos. ¡No te puedes dar cuenta de lo que esto supone para mi orgullo! ¿Me entiendes? -concluyó mirando en los ojos a la yarará.

    -Sí -repuso la otra-. ¿qué debo hacer?

    -Una sola cosa; un solo medio tenemos de vengarnos. Acércate, que no nos oigan... Tú sabes la necesidad absoluta de un punto de apoyo para poder desplegar nuestra fuerza. Toda nuestra salvación depende de esto. Solamente...

    -¿Qué?

    La cobra real miró otra vez fijamente a Cruzada.

    -Solamente que puedes morir...

    -¿Sola?

    -¡Oh, no! Ellos, algunos de los hombres también morirán...

    -¡Es lo único que deseo! Continúa.

    -Pero acércate aún... ¡Más cerca!

    El diálogo continuó un rato en voz tan baja, que el cuerpo de la yarará frotaba, descamándose, contra las mallas de alambre. De pronto, la cobra se abalanzó y mordió por tres veces a Cruzada. Las víboras, que habían seguido de lejos el incidente, gritaron:

    -¡Ya está! ¡Ya la mató! ¡Es una traicionera!

    Cruzada, mordida por tres veces en el cuello, se arrastró pesadamente por el pasto. Muy pronto quedó inmóvil, y fue a ella a quien encontró el empleado del Instituto cuando, tres horas después, entró en el Serpentario. El hombre vio a la yarará, y empujándola con el pie, le hizo dar vuelta como a una soga y miró su vientre blanco.

    -Está muerta, bien muerta... -murmuró-. Pero ¿de qué? - Y se agachó a observar a la víbora. No fue largo su examen: en el cuello y en la misma base de la cabeza notó huellas inequívocas de colmillos venenosos.

    -¡Hum! -se dijo el hombre-. Esta no puede ser más que la hamadrías... Allí está, arrollada y mirándome como si yo fuera otra Alternatus... Veinte veces le he dicho al director que las mallas del tejido son demasiado grandes. Ahí está la prueba... En fin -concluyó, cogiendo a Cruzada por la cola y lanzándola por encima de la barrera de cinc-, ¡un bicho menos que vigilar!

    Fue a ver al director:

    -La hamadrías ha mordido a la yarará que introdujimos hace un rato. Vamos a extraerle muy poco veneno.

    -Es un fastidio grande -repuso aquél- Pero necesitamos para hoy el veneno... No nos queda más que un solo tubo de suero... ¿Murió la Alternatus?

    -Sí: la tiré afuera... ¿Traigo a la hamadrías?

    -Ño hay más remedio.. Pero para la segunda recolección, de aquí a dos o tres horas.

    (continua)
     
  12. tuy

    tuy

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    Re: ... de poetas, cuentos y leyendas

    .

    La leyenda del ángel llamado Mamá

    Cuenta una antigua leyenda ,que un niño antes de nacer le dijo a Dios:Me dices que me vas a enviar a la tierra,¿como viviré tan pequeño e indefenso que soy? Dios le dijo:Entre muchos Ángeles escogí uno para tí, que te está esperando,él te cuidará.
    Pero dime Dios, aqui en el cielo no hago más que cantar y sonrreir ,y eso me basta para ser feliz.
    Tu ángel te cantará, te sonreirá todos los días y tú sentirás su amor y serás feliz.
    Y¿cómo entender,Dios lo que la gente me hable si no comprendo el extraño idioma que hablan los hombres?
    Dios le contestó al niñö:Tu ángel te dirá las palabras más dulces y mas tiernas que puedas escuchar y con mucha paciencia y cariño te enseñará a hablar.
    Y¿que haré,Dios cuando quiera hablar contigo?
    Tu ángel te juntará las manitos y te enseñarás a orar.
    He oído que en la tierra hay hombres malos¿Quién me defenderá?
    Tu ángel te defenderá aún a costa de su propia vida.
    Pero estaré siempre triste, porque no te veré mas Dios.
    Tu ángel te hablará de mí y te enseñará el camino para que regreses a mi presencia aunque yo estaré siempre contigo.
    En ese instante una gran paz reinaba en el cielo,ya se oían voces terrestre y el niño presuroso repetía suavemente.
    Dios mío,Dios mío,si si me voy dime su nombre,¿cómo se llama mi ángel ?
    Dios le contestó:Su nombre no importa....Tú le dirás...Mamá.


    Este cuento va dedicado a todas las Mamá ,en especial a las que el domingo festejan su día.
     
  13. mai^a

    mai^a My Garden

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    Re: ... de poetas, cuentos y leyendas

    Clasusecita![​IMG] ... maravillosa poesía!
    música para la vida .
     
  14. clause

    clause Claudia

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    Re: ... de poetas, cuentos y leyendas

    Gracias ,Maia:beso: :beso: ...me encanta!:razz:
     
  15. mai^a

    mai^a My Garden

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    Re: ... de poetas, cuentos y leyendas

    [​IMG]
    ... triste y a la vez que pasionaria leyenda!
    se tenía esta exótica flor!.


    Gracias Trochamontes[​IMG], una maravilla!
    y me alegra mucho leerte