Os regalo un cuento, cuando pasamos el trance de perder a nuestra mascota

Tema en 'Recuerdo a nuestras mascotas que murieron' comenzado por --.., 13/12/08.

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    Algunos foreros acaban de pasar por el duro trance de ayudar a descansar a su amigo. Creo que la mayoría hemos pasado por él.
    Mucha gente no entiende que te sientas mal
    "pero si sólo era un perro, ¿que harás cuando se muera tu madre?"
    Mezclan churros con longanizas sin entender nada.
    Esto lo escribi hace ya... UFFFF(prefiero no contar los años), para explicar a una nena porqué se había dio su perrito...

    FAYCAN

    Faycán siempre fue muy despistado. Cuando lo llamaban para comer, siempre se equivocaba de casa. Y mira que su madre se lo había repetido miles de veces.
    -Ya sabes que tu nombre es Faycan, le decía, cuando oigas que te llaman, ve corriendo, que a los humanos no les gusta que les hagamos esperar.
    - Que sí, mamá, que ya lo sé,
    Repetía él con un tono de fastidio, mientras seguía las desventuras de un grupo de hormigas que intentaban acarrear una miguita de pan.

    Cuando vinieron a buscarlo para su nueva casa, estaba tan dormido, que no se dio cuenta, y , al despertarse, saltó corriendo del sillón para ir a tomar su leche. Pero, ¡ay!, no estaba en un sillón, sino en una cajita al lado de la ventana, y el golpe que se dio contra el cristal lo dejó atontado un buen rato, preguntándose qué era lo que estaba pasando.

    Sus nuevos dueños estaban encantados con él, porque era un perrito muy simpático, pero no entendían porque se empeñaba siempre en comerse el periódico, en vez de las latas de carne que le compraban expresamente.
    Ellos no sabían que Faycán era simplemente, despistado, y que su único problema era encontrar el cuarto donde estaba el comedero.

    Vivían en una casita en el campo, y el vecindario era muy tranquilo, así que le solían dejar vagabundear por los alrededores. Cuando oía su nombre, salía disparado hacia casa, pero normalmente acababa en la de algún vecino que, a fuerza de conocerlo siempre le repetían:
    - ¡Faycán, que esta no es tu casa, te has vuelto a equivocar!

    Y el pobre, daba la vuelta, tropezándose con sus enormes orejotas, y buscaba el camino a casa con mucha atención.
    Sus dueños hicieron una ventanita en el bajo de la puerta de la cocina, pues ya estaban hartos de esperar a que llegara a casa, y de que siempre se les enfriara la cena.

    Solamente había un sitio que Faycán recordaba con nitidez: la consulta del veterinario.
    Cuando lo metían en el coche, y empezaba a ver edificios, le temblaba hasta la chapa del collar. Y el caso es que nunca estuvo enfermo, ni le tuvieron que llevar para nada que no fueran sus vacunas. Pero aquella casa, tan blanca y tan gris, le daba escalofríos.

    A pesar de todo, Faycán era un perro feliz. Sus dueños le daban mucho cariño y jugaban con el siempre que el trabajo les dejaba tiempo. Vivía con una pareja de agricultores, dos hijos y el abuelo.
    Los niños jugaban con él a la pelota, pero no le dejaban cogerla, porque siempre la perdía por ahí, y luego olvidaba donde la había dejado, y el padre les había dicho que no compraba ni una más.
    El juego preferido del abuelo era el escondite. Se escondía detrás de un árbol, y luego le llamaba. Faycán, al oír su nombre, salía disparado, como siempre, pero había tantos árboles, que nunca recordaba en cuales había mirado, y tardaba siglos en encontrar al abuelo, que se partía de la risa mirándolo.

    Cuando por fin lo encontraba, los dos se peleaban y se revolcaban por el suelo, felices de haberse vuelto a encontrar.
    Así fueron pasando los años, entre jugar, comer y dormir.

    Un día, Faycán se dio cuenta de que hacía tiempo que no veía al abuelo. Haría una semana, o quizá un mes, no sabría decirlo, pero el caso es que no lo veía. ¿Dónde habría ido?
    La verdad es que se estaba haciendo viejo, además de su despiste, estaba perdiendo la memoria.
    - Se debe ver ido de viaje -pensó- , ya volverá. Siempre vuelve.

    Aquel invierno estaba haciendo mucho frío, y ya no salía a vagabundear por el campo. Los huesos le dolían terriblemente, y por desgracia, habían visitado al veterinario más de lo que le parecía adecuado. Algunos días, ya ni podía levantarse, y sus dueños le habían cambiado de dormitorio. Ahora dormía delante de la chimenea, y le daban la comida con la mano.
    Pobre Faycán, él quería salir como siempre, y jugar con los niños a la pelota, aunque nunca la pillaba (no sabía por que).

    Una mañana lo levantaron en brazos, le limpiaron las orejotas que se había manchado de comida, y lo montaron otra vez en el coche. Llevaba así una semana, todas las mañanas al veterinario, a recibir un pinchazo, la verdad es que estaba bastante harto, aquello no le aliviaba nada.
    Menos mal que, por lo visto, esta vez cambiaron de pinchazo, porque sí que se alivió. Tanto, que saltó de la mesa, y salió corriendo por la puerta de la clínica. Como siempre le llevaban en coche, no conocía los alrededores de la clínica. Y aunque los conociera, era tan despistado, que no hubiera reconocido nada de nada. Entonces, oyó su nombre:
    -¡¡Faycán!! ¡¡Ven aquí, muchacho!!-
    Y salió corriendo, como siempre, tropezando con sus orejas. Cuando vió a quien le llamaba, su alegría no tuvo límites. Era el abuelo, que le llamaba sonriente desde un extremo de la calle. Literalmente, lo arrolló con su cuerpazo, y rodaron los dos por el suelo.
    -¡Que alegría de verte, pensaba que te habías ido sin despedirte!
    -No me fui, muchacho, siempre estuve aquí, pero no podías verme.
    El asombro de Faycán, cuando comprendió que el abuelo, no solo le había entendido, sino que le contestaba, hizo que se quedara sentado sobre su corta cola.
    -¿Cómo es posible?, ¿pero es que me entiendes?
    -Claro que te entiendo, hombre, aquí nos entendemos todos.
    -Pues ahora soy yo el que no entiende nada.
    -Ay Faycán, siempre tan despistado, nunca te enteras de nada, ¿verdad? Sígueme y lo comprenderás.
    Y los dos empezaron a caminar por la calle, que no parecía tener nada extraño. Bueno, una cosa si que le resultó rara: un gato le dio los buenos días….

    De pronto, se volvió a ver en la clínica. Sus dueños salían de ella, y su dueña iba llorando. Nunca la había visto llorar, y preguntó:
    - Abuelo, ¿porque llora?, si la inyección que me pusieron esta vez fue muy buena, ya no me duele nada, podría volver a correr como si fuera un cachorro. Anda, dile que no llore.
    - No puedo, chico. Cuando yo me fui, también lloraron, no se les puede decir nada, lo tienen que superar ellos solos.
    - Pues entonces se lo diré yo. Guauuuuuuuuuuuuu. Vaya, no me oyen, ¿porque no me ven abuelo?
    - Porque ni tú ni yo estamos ya en su mundo, Faycan. He venido a buscarte, para llevarte conmigo. Vamos a otro lugar, y allí les esperaremos.

    Un lágrima corrió por primera vez por encima del hocico de aquel perro tan despistado.
    Por primera vez, sabía donde estaba.
    - No llores, hombre. Les volverás a ver. Sígueme, nos tenemos que ir.

    Mientras caminaban, Faycan pensaba, intentando asimilar todo lo que el abuelo humano le había dicho. Sin darse cuenta, ya no estaba en la ciudad, no sabía donde estaba, pero eso…. Era muy normal en él.
    Entonces oyó, claramente, una voz que de lejos lo llamaba.
    - ¡!!Faycan¡¡¡.
    A lo lejos, una tierna figura de su infancia le esparaba.
    Y, como había hecho toda su vida, salió disparado, tropezándose con las orejas
    Mamá!!!!!!

    :beso:
     
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    ---_ Volver a la tierra

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    Re: Les regalo un cuento

    :llora-llora: ... :2-llorando:

    ...sin más
     
  3. nic

    nic

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    Re: Les regalo un cuento

    perlita, q bonito felicidades
     
  4. Re: Les regalo un cuento

    Perlita... me has llegado. Gracias.
     
  5. Re: Les regalo un cuento

    Ay Perlita, me has dejado llorando y se me quemaron los pancakes! Que lindo cuento.
     
  6. mbgeam

    mbgeam

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    Re: Les regalo un cuento

    Eso es lo que a mi me gusta pensar, que mi Yago está con las dos personas que me enseñarón a amar, respetar y sentir todo el cariño que un perro puede dar.
    Y es que no puedo superar lo de Yago, si es que vivia más tiempo con el que con mi familia, me acompañaba mucho, era tan bueno y simpático.....soy muy pesada, pero es que .......
     
  7. mjgf

    mjgf

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    Re: Les regalo un cuento

    GRACIAS:desconsolado:
     
  8. Re: Les regalo un cuento

    precioso, de verdad...
     
  9. Ilecara

    Ilecara ilecara

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    Re: Les regalo un cuento

    que bonito ..........estoy llorando .de emocion....gracias . yo perdi a mi perrita pastor aleman se llamaba blak , era tan buena .... cuando dava de merendar a mis hijos,( tres) , ella se ponia detras de ellos y esperaba su merienda igual que los niños, despues todos juntos jugaban , cuando la recuerdo me emociono y de esto hace muchos años , despues vino ful , era pequeño y tenia mal genio si no le dabamos lo que el queria se hacia pis en cualquier rincon de la casa ,,pero lo añoro , su corazon era mayor de lo mormal y presionaba al pulmon y otros organos tanto que se desmayaba ante cualquier emocion por pequeña que fuera,no pudimos hacer mas ,aveces me gustaria tener otro perro , ya que estoy sola ,(los pajarillos volaron del nido hace tiempo) , pero me da un poco de temor ,gracias por tu historia ,por tu cuento un abrazo .:beso: