Ombú en patio: ¿desarrollan raíces agresivas que levantan el suelo?

Tema en 'Ombú o bellasombra (Phytolacca dioica)' comenzado por natylopez, 23/9/13.

  1. natylopez

    natylopez

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    Buenos Aires, Argentina
    Hola a todos! Escribo con la siguiente consulta: hace un par de años me regalaron un ombú que hacía unos 10 años más o menos que vivía en una maceta grande. Eran solo dos ramitas con hojitas chiquitas y lo panté en mi fondo. En estos años el tronco ha crecido mucho y ha duplicado su altura. Las hojas son muy grandes. Mi consulta viene a que mi papá me dijo que estos árboles desarrollan raíces muy grandes e invasivas y, si bien tengo mucho espacio en mi patio, no quisiera que levante el piso del lavadero por ejemplo.

    Les dejo una foto de como está ahora:
    https://img571.***/img571/5634/y8iz.jpg

    Y como estaba hace menos de un año:
    https://img849.***/img849/2577/9v8e.jpg

    ¿Ustedes creen que vaya a crecer mucho más? Ya tiene más de 10 años.
    ¿Hay algún método de controlar su crecimiento? ¿O debería pasarlo a un macetón antes de que el tronco crezca más?

    Gracias :happy:
     
  2. Re: Ombú

    Pues si, en pocas décadas se va a convertir en un árbol enorme. El modo de controlar su tamaño es poniéndolo de nuevo en maceta o sometiéndolo regularmente a podas severas; aunque no sé si resistiría muy bien ésta última opción.

    De todos modos, en la foto da la impresión de que dispones de bastante espacio. A que distancia está el árbol de la construcción más próxima?

    Saludos!
     
  3. Agustín Giagnacovo

    Agustín Giagnacovo Uruguayo

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    Re: Ombú

    Sí, cecerá mucho más. Ahora la pregunta es ¿de cuánto espacio dispones? El ombú es un árbol que en los primeros 15 o 20años de vida se dedica a cecer en altura (el tuyo perece que se ha retrasado por heber pasado mucho tiempo en maceta), y el resto de su vida continúa generando nuevos troncos y ensanchando su base. Yo calculo, sin haber tenido una experiencia previa, que para llegar a los 3m. de base debe tardar al menos unos 100 años. :mrgreen:
     
  4. natylopez

    natylopez

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    Buenos Aires, Argentina
    Re: Ombú

    Hola, gracias por sus respuestas! Al final, decidimos mudarlo a un lugar donde pueda crecer y crecer sin dañar nada, quizá lo llevemos al campo.

    Gracias nuevamente por su ayuda! :happy:
     
  5. Re: Ombú

    Hola a todos! Como encontré este hilo que hace referencia al Ombú y, dado que aún persisten las controversias sobre si es hierba o árbol, traigo un artículo extenso que tomé de otro foro sobre árboles de Argentina y Uruguay, me parece interesante hacerlo circular. Pienso que es el sitio más idóneo para este artículo.

    El desconcertante ombú

    En América del Sur, pocos seres vivos generaron más controversia que el ombú. Se dice que es típico de la Pampa, y no lo es. Algunos lo respetan por sus cualidades; otros lo consideran una planta inútil. Se discute hasta el día de hoy su condición de árbol, pues muchos argumentan que en realidad es una "yerba gigante". Para el gaucho era sinónimo de mala suerte, aunque desde hace décadas se lo difunde como uno de los vegetales nativos con mayores cualidades ornamentales.
    Hasta se lo podría considerar un farsante. Quienes descubran un ombú en su hábitat natural no podrán creer que se trata del mismo coloso vegetal, de gigantesca base, que acostumbramos ver desde niños en las plazas.
    Pero vayamos repasando uno por uno los aspectos que han hecho del ombú una planta tan polémica.
    El ombú cultivado difícilmente pase inadvertido. Uno de los detalles más llamativos es la base de su tronco enorme, que se desparrama hacia el suelo en gruesos pliegues ondulantes. Estos confieren a la especie un aspecto de escultura vegetal y brindan a los niños "toboganes", huecos donde esconderse, fantástica materia prima para disparar la imaginación.
    Tal aspecto resulta el más conocido, aunque el menos natural. El ombú adquiere copa amplia y gran tronco creciendo en aislamiento, rodeado de canteros y césped. En la naturaleza, su hábitat original está conformado por los montes del nordeste de la Argentina. Allí la competencia por la luz es muy fuerte, y las especies de porte arbóreo y altos requerimientos lumínicos necesitan asomarse al techo del bosque para crecer. Por lo tanto, si queremos encontrar al ombú en su ambiente debemos mirar con suma atención. Así descubriremos que algunos de los troncos estilizados del monte pertenecen a individuos de la especie, que para vivir debieron apostar a desarrollarse en altura.
    La acción moldeadora del ambiente -en este caso a través de la competencia por la luz-, es increíble en especies muy plásticas como el ombú.

    Hierba gigante
    Aclarada la imagen de nuestro personaje, llegó el momento de tratar de resolver una de las controversias más vigentes: ¿es un árbol o una hierba?
    Si todos percibimos fácilmente su porte arbóreo, ¿de dónde viene la discusión? Los detractores de su condición de árbol argumentan que carece de madera, y ello es en parte verdad.
    Las plantas leñosas generan ordenados anillos concéntricos de tejidos vasculares. Los que forman el corazón del tronco -de fuerte constitución-, son los vasos que conducen la savia no elaborada. Su acumulación es lo que comúnmente denominamos madera. Por separado se desarrollan los vasos que conducen la savia elaborada, que a diferencia de los anteriores están vivos y se ubican en la periferia de las ramas leñosas, junto a la corteza.
    El tallo del ombú tiene un crecimiento anómalo. Ambos tipos de tejidos vasculares se presentan mezclados y entre ellos hay grupos de células grandes y muy hidratadas. Cuando las partes viejas del tronco pierden funcionalidad y mueren, queda una estructura esponjosa, poco resistente, que tiende rápidamente a pudrirse y desvanecerse (en vez de una madera fuerte que se va secando). Esta característica es habitualmente perceptible en los troncos de ombúes que se ahuecan, continuando el proceso de conducción de savias en las capas más externas del tallo.
    Carecer de madera, una materia prima esencial para el hombre, fue suficiente para descalificar al ombú: no merece considerárselo árbol. Claro que alguna etiqueta debía dársele. Entonces surgió aquello de "hierba gigante".
    Sin desmerecer esta clasificación, tan popular en la actualidad, debemos aclarar que la presencia de madera no es el único detalle distintivo de los árboles. En general, se denomina así a las plantas con un tronco principal -a diferencia de los arbustos que tienen varios- y una copa ubicada distante del suelo. Desde este punto de vista, más funcional o ecológico, el ombú es todo un árbol.

    La patria del ombú
    Mal que le pese a muchos, el ombú no es originario de la Pampa.
    La distribución del ombú silvestre en la Argentina abarca los montes del Chaco Oriental y parte de la Selva Misionera hasta los algarrobales del Litoral y los bosques de tala del noreste de Buenos Aires.
    Pero ejemplares aislados de plantas y animales silvestres suelen, por diversos motivos, salirse de su dispersión natural. No es de extrañar, entonces, que algunos ombúes se hayan internado en el pastizal pampeano, región vecina de los talares del noreste bonaerense que habitaba. Y allí, sin dudas, la Pampa se encargó de marcar la diferencia: un ombú creciendo en su hábitat original podía pasar inadvertido, aunque jamás en la vastedad de la llanura.
    El resto corrió por cuenta de los poetas y ensayistas gauchescos. A ellos debemos que la unión del ombú con la pampa se incorporara con fuerza de credo a la cultura de los argentinos.
    Todo comenzó, quizás, con el remate de uno de los versos que Luis Domínguez publicó en 1843:
    Cada comarca en la tierra
    tiene un rasgo prominente:
    el Brasil, su rol ardiente;
    minas de plata, el Perú;
    Montevideo, su cerro;
    Buenos Aires, patria hermosa,
    tiene la Pampa grandiosa;
    la Pampa tiene el ombú.
    Mientras el poema de Domínguez se hacía popular, la discusión sobre el origen de la especie fue subiendo de tono en los círculos intelectuales. La cosa llegó a tal punto que, en 1878, el naturalista Carlos Berg se vio obligado aclarar en un artículo ("La patria del ombú) que se trataba de un vegetal oriundo de América y no de Europa, como también empezaba a postularse.
    Tocó al escritor Leopoldo Lugones cerrar dignamente esta discusión. En El Payador, al referirse a Santos Vega y su escenario silvestre (la zona del Tuyú), escribió: "a la siesta, sobre los campos que la llamarada solar devora, el caminante percibía tan sólo a largos trechos el ombú singular, con su sombra de capilla abierta, en la inacabable llanura donde aquel copudo emigrante de la selva misionera iniciaba el Período arbóreo".
    Bien por Lugones.

    Mala y buena fama
    Dentro de la lógica del gaucho, la semblanza de la especie cabe en dos sentencias: "El ombú no sirve ni para el fuego" y "Casa con ombú, acaba en tapera". En otras palabras, es inútil y trae mala suerte.
    El juicio peyorativo se basa en observaciones de la realidad. Como ya dijimos, el ombú tiene tronco pero no madera, el recurso natural más escaso en la pampa silvestre. Por lo tanto, ni siquiera ofrece leña, razón suficiente para declararlo inservible.
    Como contracara, es bien conocida la cualidad medicinal del ombú. Sus hojas constituyen laxantes muy efectivos, calificadas de "drástico violento" en etnobotánica. También se las emplea con el mismo fin para tratar al ganado. E incluso participan de una broma frecuente: colocadas en trocitos dentro del mate, provocan súbitos cólicos al incauto bebedor.
    En Corrientes, además, se prepara una solución acuosa con hojas picadas de ombú, altamisa y yerbabuena, que aplicada sobre el cabello cura los dolores de cabeza y la insolación. Y, cuando se cortan en el monte, los hacheros facilitan la coagulación y cicatrización de sus heridas profundas colocando sobre ellas ceniza de ramas y hojas de ombú.
    La especie, como puede apreciarse, es un acabado ejemplo de la utilidad de nuestra flora nativa.


    Orgullo nacional
    En la Argentina, el ombú tiene una popularidad sólo comparable a la del algarrobo y el seibo. A tal punto que pocas especies tienen tantos ejemplares añosos con etiqueta oficial de "árbol histórico".
    La sensación es la misma toda vez que nos topamos con un ombú. Mientras a su derredor giran injurias y alabanzas, se perpetúa la polémicas, el coloso sólo parece preocupado por crecer y crecer, se diría que indiferente a las reacciones que provoca.
    ¿Árbol o hierba? ¿Inservible o provechoso? ¿Litoraleño o pampeano? ¿Bueno o malo? Poco importa. Ya es hora de reconocer que el ombú se salió con la suya: venció nuestro infinito deseo de clasificar el mundo.



    Parte del texto original de la nota publicada en la revista Vida Silvestre, 64: 16-20. 1998.