Aceite de Argán (Argania spinosa) para la piel

Tema en 'Aceites esenciales, alambique y destilación' comenzado por Malee, 23/2/13.

  1. Malee

    Malee MARISA

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    ACEITE DE ARGÁN (Argania spinosa) PARA LA PIEL

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    En el sur de Marruecos se cultiva el árbol del que se extrae este valioso aceite.

    Cerca de Essaouira, en la carretera que une Marrakech con la ciudad costera de Agadir, dejando atrás kilómetros de áridas montañas, encontramos un paisaje muy familiar. Las rojizas tierras que albergan árboles de argán centenarios bien podrían confundirse con la estampa de un olivar andaluz. Un paraje privilegiado al que aún llegan brisas del Atlántico.
    Esta imagen se repite a lo largo del territorio comprendido entre el triángulo de Essaouira, Agadir y Taroudant, cuya extensión de unas 800.000 hectáreas fue declarada reserva de la biosfera por la Unesco.
    Es aquí donde desde antaño el argán ejerce un papel vital, estabilizando tierras expuestas a la desertización. Sus sinuosas raíces, que alcanzan hasta los 10 metros de profundidad, se adaptan a las condiciones más extremas y evitan la erosión del terreno.

    El árbol de la vida
    El argán (Argania spinosa) es un árbol espinoso de 8-10 metros que puede alcanzar los doscientos años de edad. Sus pequeñas hojas ovaladas protegen el fruto, envuelto por una cáscara gruesa que encierra una especie de «nuez» de piel tersa y dura, tras la cual se esconden a su vez una o hasta tres pequeñas semillas similares a una pipa de calabaza. Este árbol endémico de Marruecos, que asegura la subsistencia de casi tres millones de personas en este país, produce unos 8 kilos de argán al año por ejemplar.
    Yamila, una joven bereber de 25 años perteneciente a una cooperativa marroquí, nos muestra la técnica tradicional de extracción del aceite de argán. Según nos cuenta, la recolección del fruto se lleva a cabo en verano, cuando es transportado hasta la cooperativa en inmensas alforjas que cargan los burros. Allí se almacena hasta que el fruto, que se asemeja a una gran aceituna, adquiere un aspecto blando, carnoso y arrugado, similar al del dátil. Servirá para repoblar nuevos campos.
    Tras los muros de la cooperativa, cubiertas por sus distintivos velos, las mujeres se sientan en torno a un gran patio y, entre risas y miradas cómplices, separan la semilla de la pulpa, una por una, a golpe de piedra. Esta pulpa sirve de alimento a las cabras. Algunas de ellas, las más atrevidas, se aventuran a encaramarse a las ramas de los árboles y hacerse con el fruto directamente, dando lugar a las divertidas postales que de esta región se hallan en cualquier guía de Marruecos.

    Un proceso artesanal
    La semilla destinada a uso culinario se tuesta sobre un fuego de leña bajo la atenta vigilancia de las mujeres bereberes para evitar que se queme y se estropee el peculiar sabor de su aceite. Una vez tostada, se muele manualmente con un poco de agua tibia en un quern (molino rotatorio de piedra), lo que da como resultado una oscura pasta melosa bastante densa, de la que se extrae el aceite. Antes de ser prensada, esta melaza ha de reposar en un lugar fresco y seco durante una semana. La pasta obtenida se usa también como alimento para el ganado.

    El aceite es rico en ácidos oleico (45%) y linoleico (35%), que junto a su abundancia en vitamina E, antioxidantes, fenoles y estenoles le confieren gran valor nutricional.
    Existen dos variedades de aceite: el bereber, procedente de la semilla tostada, y el natural, de semilla cruda, ambos prensados en frío. El primero sorprende por su sabor, con unas notas que recuerdan a los de avellana y sésamo. Como pudimos comprobar es un aceite que casa muy bien con todo tipo de ensaladas, cuscús y, cómo no, con el delicioso pan bereber. Su encanto ha hecho que hoy día esté presente en las cocinas de distinguidos restaurantes occidentales compitiendo con el aceite de oliva, que por lo visto no es tan resistente a la oxidación.
    El crudo se combina con miel y almendras, y se conoce como amlou. Protagoniza desayunos y meriendas, sobre tostadas o como relleno de crepes, y resulta más difícil de conseguir fuera de Marruecos.
    Pero más allá del valor nutricional y culinario de este aceite, sus beneficios son también terapéuticos y estéticos.

    Elixir milenario
    El argán se usa en masajes, cosmética y, como señala Yamila, en tratamientos médicos: para combatir enfermedades cardiovasculares, por sus propiedades para disminuir el colesterol o por su poder regenerador en quemaduras solares y pequeñas manchas de la dermis. Además, se emplea en pieles deshidratadas, descamadas y envejecidas, y para nutrir el cabello. Basta con mirar el rostro de cualquier bereber de la cooperativa para apreciar las bondades de este elixir: una piel luminosa, tersa y sin arrugas.
    diferencia del aceite culinario, en el terapéutico las semillas se muelen en crudo y dan lugar a un líquido dorado claro. Es un aceite de rápida absorción que no mancha, de olor agradable y que nutre la piel durante días. Por ello se incorpora a un gran número de cosméticos convencionales.
    En la cooperativa nos ofrecen jabones, cremas y esencias. Resulta difícil decantarse por un producto ante una coqueta mesa donde se despliegan todos y se loan sus virtudes. En petit comité, Yamila nos desvela uno de los secretos de belleza mejor guardados por las mujeres bereberes: el khöl. Diluyendo el polvo de khöl (elaborado a partir de sulfuro de antimonio) en unas gotitas de este maravilloso aceite, se obtiene la intensidad y la magia de las miradas bereberes.
    Sin duda merece la pena visitar esta región del suroeste de Marruecos para conocer de primera mano cómo es la vida en una cooperativa de mujeres en la que los beneficios obtenidos con su trabajo se invierten en la educación de niños y adultos de la zona. Escaparse a Essaouira es acercarse a un lugar lleno de encanto donde el tiempo parece haberse detenido y la hospitalidad de su gente hace que antes de irte ya estés deseando volver.

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