Abro este tema con la ilusión de compendiar un recetario que aproveche cualidades de diversas plantas (no sólo aromáticas o medicinales) para nuestro ocio, alimentación y salud. Lógicamente, deberían quedar excluidas las “recetas” de la cocina (platos, mermeladas, postres, etc.). Por hacer siquiera un intento de clasificación de los diversos productos que se pueden obtener: Alcohol (etanol) Vinos (de uva, de miel, de melón, etc.) Vinos aromatizados (vermú, hipocrás, etc.) Aguardientes Licores Tinturas Esencias alcohólicas Alcoholatos Agua Aceites esenciales Aguas aromáticas Tisanas, infusiones y lixiviados Jugos vegetales Zumos Jugos Pulpas Decoctos Fermentados Jarabes Extractos Gelatinas Refrescos Azúcar Jarabes simples Jarabes Caramelos Oleosácaros Miel Hidromiel Melitos Jarabes Aceites y grasas Aceites condimentos Ungüentos Pomadas (medicinales y cosméticas) Ácido acético Vinagres Vinagres aromáticos Oximelitos Varios Colorantes Floculantes y coagulantes Jabones Champús y geles. Los usos son infinitos, desde refrescos (bajos en azúcares refinados) hasta aceites pomadas para bajar la inflamación por contusiones. En todos lo casos conviene tener ciertas precauciones: La higiene en general, y en especial para los productos de consumo. El cuidado con las sustancias empleadas directamente. Ésto implica un conocimiento más que mediano de las plantas y los principios activos empleados (escribo de memoria, pero diría que la Amanita Phalloides, la más famosa de las setas venenosas, tiene uso medicinal). El no dejarse llevar por “es de origen vegetal, es bueno”. El cianuro o la nicotina obtenidos de las plantas de nuestra huerta siguen siendo cianuro y nicotina (dos potentes venenos). O el ácido salicílico de la corteza de sauce, sigue sentando tan mal a los ulcerosos como la aspirina, ácido acetilsalicílico (eso sí, menos concentrado). El cuidado con las sustancias secundarias. Una mala destilación de un líquido vinoso puede producir venenos como el metanol. Posibles alergias. Toxicidad de los concentrados. Ocurre con casi todos los aceites esenciales. Unas hojitas de romero en un asado resulta fantástico. Pero la esencia de romero es notablemente irritante, entre otras cosas En fin, sin ánimo de asustar, conviene recomendar siempre prudencia. La verdad es que es muy gratificante el obtener productos útiles a partir de plantas de nuestra huerta o macetario, junto con sustancias comunes; y en muchos casos, es realmente simple. Como recomendación, se sugiere el empleo de la siguiente plantilla: Nombre Tipo (de la clasificación anterior u otra suficientemente clara) Uso (resumido, posteriormente se detalla el empleo, p.e. Jarabe para la tos) Ingredientes y cantidades (nombre claros, a ser posible con nomenclatura científica, y con unidades claramente especificadas; personalmente odio por los problemas que habitualmente me dan cosas como “una cucharadita” o “un pellizquito”, salvo que no sean críticas las cantidades) Para preparar (indicar la cantidad total) Método de preparación. (conviene no limitarse a copiar un recetario; lo ideal es añadir aspectos prácticos, cosas que nos hayan ocurrido y que no explicaba tal libro, o casos de fracaso). Método de conservación. Empleo.