Historias y tradiciones

Discussion in 'Temas de interés (no de plantas)' started by mai^a, Dec 5, 2008.

  1. clause

    clause Claudia

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    Re: ... de Historias y Tradiciones

    que bueno Catohu!! Cómo lo celebran!! Gracias!!!:razz: :razz: :beso:
     
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    clause Claudia

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    Re: ... de Historias y Tradiciones

    Tradiciones

    Historia del Tango


    Mi Buenos Aires querido...

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    Avenida Callao
    principio de siglo

    [​IMG]
    Jardín Zoológico

    [​IMG]
    Hotel Metropole

    Hubo un tiempo, allá por los años 10 y 20, que en Europa se decía "rico como un argentino" para aludir al hombre de inabarcables caudales.
    Argentina era entonces, en efecto, una de las naciones económicamente más florecientes de la tierra, un país que a finales de siglo había unificado su territorio, desalojado a los indios de las grandes extensiones de tierras que ocupaban y, gracias a la ganadería extensiva y al cultivo de cereales, mantenía un próspero comercio con el Vejo Continente.

    Coincidiendo con este periodo de bonanza, Buenos Aires, el que fuera un pueblón porteño en 1869, con 180.000 habitantes, se había convertido en una metrópoli populosa y opulenta. En 1914 un millón y medio de personas habitaba sus límites y los hacía crecer. En el año 22, 6.800 automóviles particulares circulaban por sus calles y una pujante burguesía impulsaba el desarrollo y engalanamiento de la ciudad para convertirla en el París del Sur.

    En el arrabal, había proliferado el "conventillo" que daba cobijo a las familias de emigrantes, pero en el centro surgían los hoteles y edificios públicos en arquitectura de estilo francés, las grandes avenidas, los parques, el zoológico… todo era nuevo y todo hablaba de prosperidad y, también, de orgullo y del lícito deseo de ocupar un lugar preeminente en el mundo. En esa época se construye el Teatro Colón, el mayor edificio de ópera del mundo, y se inician las obras del suburbano, único ferrocarril subterráneo de Centro y Sudamérica hasta la construcción del de México en los años 60.

    En el Buenos Aires floreciente de principios de Siglo, el Tango era ya un baile que había ido a Europa y había vuelto con un salvoconducto en el bolsillo que le permitía entrar en los salones del centro. Al mismo tiempo, la gente bien sentía la necesidad de separar su tango de aquel otro de arrabal y conventillo, del tango popular que se bailaba en los barrios como la Boca del Riachuelo, Avellaneda, Corrales Viejos, Pueblo de Ranas… y lo llevan a locales caros, lo enmarcan en el cabaret que será durante décadas el escenario perfecto para cantar las desventuras de percantas, milonguitas, pebetas, papusas, bacanes, otarios o cafishos.
    [​IMG]hotel Palace

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    Puente sobre el Riachuelo

    [​IMG]Obelisco, Avenida 9 de Julio

    [​IMG]

    Plaza de Mayo

    [​IMG]

    Casa de Gobierno










    Estercita,
    hoy te llaman milonguita,
    flor de lujo y de placer,
    flor de noche y cabaret.

    (Milonguita, 1920)
     
  3. clause

    clause Claudia

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    Re: ... de Historias y Tradiciones

    [​IMG]
    San Juan Nepomuceno,
    Mártir
    (Año 1393)


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    Nació en Bohemia (Checoslovaquia) hacia el año 1250, en un pueblo llamado Nopomuc y de ahí se le puso el sobrenombre Nepomuceno.
    Fue párroco de Praga y obtuvo el doctorado en la Universidad de Padua. Después ocupó el alto puesto de Vicario General del Arzobispado (o sea el segundo después del Arzobispo) lo cual significa que era un hombre de total confianza para el prelado.
    Pero el rey de Praga, Wenceslao, se dejaba llevar por dos terribles pasiones, la cólera y los celos y dicen las antiguas crónicas que siendo Juan Nepomuceno confesor de la reina, se le ocurrió al rey que el santo le debía contar los pecados que la reina le había dicho en confesión, y al no conseguir que le revelara estos secretos se propuso mandarlo asesinar. Luego el rey tuvo otro gran disgusto y consistió en que el monarca se proponía apoderarse de un convento para darle sus riquezas a un familiar, y el Vicario Juan Nepomuceno se le opuso rotundamente, porque esos bienes eran de la Santa Iglesia.
    Entonces el rey mandó que al padre Juan lo ataran doblado, con la cabeza pegada sobre los pies, y que lo lanzaran al río Moldava. Fue en el año 1393. Los vecinos recogieron el cadáver y le dieron santa sepultura.
    En 1725 (o sea más de 300 años después de su muerte) una comisión de sacerdotes, médicos y especialistas examinó la lengua del mártir que estaba incorrupta pero seca y gris. Y de pronto, en presencia de todos empezó a esponjarse y apareció de color de carne fresca, como si se tratara de la lengua de una persona viva. Todos se pusieron de rodillas y este milagro, presenciado por tantas personas y tan importantes, fue el cuarto milagro para declararlo santo.
    Desde su muerte siempre San Juan Nepomuceno fue considerado patrono de los confesores, porque prefirió moro antes que revelar los secretos de la confesión. También ha sido considerado Patrono de la buena fama, porque prefirió el martirio, pero no permitió que la buena fama de una penitente fuera destrozada.
    En Praga, en el puente desde el cual fue echado al río, se conserva una imagen de este gran santo, y muchas personas, al pasar por allí le rezan devotamente.
     
  4. clause

    clause Claudia

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    Re: ... de Historias y Tradiciones

    Tradiciones

    El Tango

    Caminito,
    templo ingenuo
    del tango

    Fotografías © de Adolfo Lázaro
    Texto © de J. Alberto Mariñas

    El Tango es una religión que atrapa a sus fieles en la liturgia sublime del baile y, como toda religión, el Tango tiene lugares a los que peregrinos de todo el mundo acuden para venerar al mismísimo dios, Carlitos que desapareció en los cielos, e invocar a Troilo, Pugliese, Piazzolla, de Caro, Fresedo, Maglio o cualquiera otro nombre de la larga cohorte de compositores e intérpretes prodigiosos que han dado a esta borgiana secta del coraje y del cuchillo algunos de sus más bellos salmos.

    En la lista, no muy larga, de santos lugares porteños, Caminito ocupa un puesto de honor. No es más bello que el Tortoni o la Ideal, no hay en él más arte que en el Viejo Almacén, ni más reminiscencias gardelianas que en el Abasto. Nada importa en realidad que sus atrevidos colores no sean primigenios sino fruto del empeño pictórico y contemporáneo de Benito Quinquela Martín, ni que la canción que lo hizo inmortal no tomara su nombre allí. Caminito es un lugar obligado. Los mercaderes ocupan el alargado templo callejero, pero no lo profanan, lo recrean ingenuo, kischt, colorido, alegre... No hay esencias, pero si plasticidad, espíritu en paquetitos y objetos asequibles e imágenes naif.

    Adolfo Lázaro lo ha visto así. Ha aislado lo bello con un ojo selectivo pero no ajeno al entorno, como un turista observador y bienintencionado que prefiere recordar visualmente sólo lo bueno. Puede que su reportaje destile ironía, pero también hay respeto porque sabe que detrás de las capas de pintura, en las casas vecinas, en los muelles de La Boca hay una senda hacia un pasado real y apenas borrado de inmigrantes italianos, trabajadores de puerto y vidas talladas en la escasez.

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    (Ah por cierto, el caminito borrado por el tiempo del tango que escribió Gabino Coria Peñazola en 1924 y al que puso música Juan de Dios Filiberto, no estaba en Buenos Aires sino en el riojano pueblo argentino de Olta. Pero eso poco importa, el sentimiento es universal y cualquier lugar es bueno para honrar la nostalgia.)

     
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    clause Claudia

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    Re: ... de Historias y Tradiciones

    San Pascual Bailón
    Religioso
    (año 1592)


    [​IMG]


    Le pusieron por nombre Pascual, por haber nacido el día de Pascua (del año 1540). Nació en Torre Hermosa, Aragón, España.

    Es el patrono de los Congresos Eucarísticos y de la Adoración Nocturna. Desde los 7 años hasta los 24, por 17 años fue pastor de ovejas. Después por 28 será hermano religioso, franciscano.

    Su más grande amor durante toda la vida fue la Sagrada Eucaristía. Decía el dueño de la finca en el cual trabajaba como pastor, que el mejor regalo que le podía ofrecer al niño Pascual era permitirle asistir algún día entre semana a la Santa Misa. Desde los campos donde cuidaba las ovejas de su amo, alcanzaba a ver la torre del pueblo y de vez en cuando se arrodillaba a adorar el Santísimo Sacramento, desde esas lejanías. En esos tiempos se acostumbraba que al elevar la Hostia el sacerdote en la Misa, se diera un toque de campanas. Cuando el pastorcito Pascual oía la campana, se arrodillaba allá en su campo, mirando hacia el templo y adoraba a Jesucristo presente en la Santa Hostia.Un día otros pastores le oyeron gritar: "¡Ahí viene!, ¡allí está!". Y cayó de rodillas. Después dijo que había visto a Jesús presente en la Santa Hostia.

    De niño siendo pastor, ya hacía sus mortificaciones. Por ej. la de andar descalzo por caminos llenos de piedras y espinas. Y cuando alguna de las ovejas se pasaba al potrero del vecino le pagaba al otro, con los escasos dineros que le pagaban de sueldo, el pasto que la oveja se había comido.

    A los 24 años pidió ser admitido como hermano religioso entre los franciscanos. Al principio le negaron la aceptación por su poca instrucción, pues apenas había aprendido a leer. Y el único libro que leía era el devocionario, el cual llevaba siempre mientras pastoreaba sus ovejas y allí le encantaba leer especialmente las oraciones a Jesús Sacramentado y a la Sma. Virgen.

    Como religioso franciscano sus oficios fueron siempre los más humildes: portero, cocinero, mandadero, barrendero. Pero su gran especialidad fue siempre un amor inmenso a Jesús en la Santa Hostia, en la Eucaristía. Durante el día, cualquier rato que tuviera libre lo empleaba para estarse en la capilla, de rodillas con los brazos en cruz adorando a Jesús Sacramentado. Por las noches pasaba horas y horas ante el Santísimo Sacramento. Cuando los demás se iban a dormir, él se quedaba rezando ante el altar. Y por la madrugada, varias horas antes de que los demás religiosos llegaran a la capilla a orar, ya estaba allí el hermano Pascual adorando a Nuestro Señor.

    Ayudaba cada día el mayor número de misas que le era posible y trataba de demostrar de cuantas maneras le fuera posible su gran amor a Jesús y a María. Un día un humilde religioso se asomó por la ventana y vio a Pascual danzando ante un cuadro de la Sma. Virgen y diciéndole: "Señora: no puedo ofrecerte grandes cualidades, porque no las tengo, pero te ofrezco mi danza campesina en tu honor". Pocos minutos después el religioso aquel se encontró con el santo y lo vio tan lleno de alegría en el rostro como nunca antes lo había visto así. Cuando los padres oyeron esto, unos se rieron, otros se pusieron muy serios, pero nadie comentó nada.

    Pascual compuso varias oraciones muy hermosas al Santísimo Sacramento y el sabio Arzobispo San Luis de Rivera al leerlas exclamó admirado: "Estas almas sencillas sí que se ganan los mejores puestos en el cielo. Nuestras sabidurías humanas valen poco si se comparan con la sabiduría divina que Dios concede a los humildes".

    Sus superiores lo enviaron a Francia a llevar un mensaje. Tenía que atravesar caminos llenos de protestantes. Un día un hereje le preguntó: "¿Dónde está Dios?". Y él respondió: "Dios está en el cielo", y el otro se fue. Pero enseguida el santo fraile se puso a pensar: "¡Oh, me perdí la ocasión de haber muerto mártir por Nuestro Señor! Si le hubiera dicho que Dios está en la Santa Hostia en la Eucaristía me habrían matado y sería mártir. Pero no fui digno de ese honor". Llegado a Francia, descalzo, con una túnica vieja y remendada, lo rodeó un grupo de protestantes y lo desafiaron a que les probara que Jesús sí está en la Eucaristía. Y Pascual que no había hecho estudios y apenas si sabía leer y escribir, habló de tal manera bien de la presencia de Jesús en la Eucaristía, que los demás no fueron capaces de contestarle. Lo único que hicieron fue apedrearlo. Y él sintió lo que dice la S. Biblia que sintieron los apóstoles cuando los golpearon por declararse amigos de Jesús: "Una gran alegría por tener el honor de sufrir por proclamarse fiel seguidor de Jesús".

    Lo primero que hacía al llegar a algún pueblo era dirigirse al templo y allí se quedaba por un buen tiempo de rodillas adorando a Jesús Sacramentado.

    Hablaba poco, pero cuando se trataba de la Sagrada Eucaristía, entonces sí se sentía inspirado por el Espíritu Santo y hablaba muy hermosamente. Había recibido de Dios ese don especial: el de un inmenso amor por Jesús Sacramentado.

    Siempre estaba alegre, pero nunca se sentía tan contento como cuando ayudaba a Misa o cuando podía estarse un rato orando ante el Sagrario del altar.

    Pascual nació en la Pascua de Pentecostés de 1540 y murió en la fiesta de Pentecostés de 1592, el 17 de mayo (la Iglesia celebra tres pascuas: Pascua de Navidad, Pascua de Resurrección y Pascua de Pentecostés. Pascua significa: paso de la esclavitud a la libertad). Y parece que el regalo de Pentecostés que el Espíritu Santo le concedió fue su inmenso y constante amor por Jesús en la Eucaristía.

    Cuando estaba moribundo, en aquel día de Pentecostés, oyó una campana y preguntó: "¿De qué se trata?". "Es que están en la elevación en la Santa Misa". "¡Ah que hermoso momento!", y quedó muerto plácidamente.

    Después durante su funeral, tenían el ataúd descubierto, y en el momento de la elevación de la Santa Hostia en la misa, los presentes vieron con admiración que abría y cerraba por dos veces sus ojos. Hasta su cadáver quería adorar a Cristo en la Eucaristía. Los que lo querían ver eran tantos, que su cadáver lo tuvieron expuesto a la veneración del público por tres días seguidos.

    Por 200 años muchísimas personas, al acercarse a la tumba de San Pascual oyeron unos misteriosos golpecitos. Nadie supo explicar el porqué pero todos estaban convencidos de que eran señales de que este hombre tan sencillo fue un gran santo. Y los milagros que hizo después de su muerte, fueron tantos, que el Papa lo declaró santo en 1690.

    El Sumo Pontífice nombró a San Pascual Bailón Patrono de los Congresos Eucarísticos y de la Adoración Nocturna.
     
  6. clause

    clause Claudia

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    Años 20,
    Años de Tango


    © Texto J. Alberto Mariñas
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    La sala de exposiciones de la Fundación Mapfre (General Perón 40, Madrid) expuso una gran muestra titulada La Eva Moderna, ilustración gráfica española 1914-1935 en la que era posible ver dibujos de Penagos, Bartolozzi, Climent, Loygorri, Negreiros... y muchos otros que en su día fueron reproducidos en las páginas distintos medios impresos, fundamentalmente en el semanario Blanco y Negro. Son las imágenes del periodo de entregruerra, de un momento en el que la mujer de determinada clase social se acerca a conceptos hasta entonces vedados para la que era considerda exclusivamente como la gran protagonista de la maternidad. El sport, la velocidad del automovil, las lecturas psicalípticas, el cigarrillo, el viaje... pertenecían a un nuevo modo de vida que en la pintura y la literatura tenía su reflejo en las vanguardias, desde el Futurismo al Ultraísmo, el Contructivismo o el Cubismo y en la calle se traducían en modos y en modas que eran asumidas por la mujer.

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    El baile formaba parte de esa nueva vida. La prensa en España y en el mundo había denostado el tango en sus inicios pero en la década de los 20 y los 30 era ya parte de ese alegre frenesí de la vida moderna, una era que iba a terminar pronto con la convulsión social de los movimientos de masas y la II Gran Guerra; y en lo musical con el desembarco del swing que empezó simbólicamente en Normandía y se isntaló en el continente marcando el paso del New Deal en la reconstrucción europea.
    . [​IMG]

     
  7. clause

    clause Claudia

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    Re: ... de Historias y Tradiciones

    San Juan I

    Papa y mártir

    (año 526)

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    Era italiano, de Toscana. En 523 fue elegido Sumo Pontífice. En Italia gobernaba el rey Teodorico que apoyaba la herejía de los arrianos. Y sucedió que el emperador Justino de Constantinopla decretó cerrar todos los templos de los arrianos de esa ciudad y prohibió que los que pertenecían a la herejía arriana ocuparan empleos públicos (los arrianos niegan que Jesucristo es Dios y esto es algo muy grave y contrario a la religión Católica). El rey Teodorico obligó entonces al Papa a que fuera a Constantinopla y tratar de obtener que el emperador Justino quitara las leyes que habían dado contra los arrianos. Pero Juan no tenía ningún interés en que apoyaran a los herejes. Y así lo comprendió la gente de esa gran ciudad.

    Más de 15,000 fieles salieron en Constantinopla a recibir al Papa Juan, con velas encendidas en las manos, y estandartes. Y lo hicieron presidir muy solemnemente las fiestas de Navidad. Y claro está que el emperador Justino, aunque les devolvió algunas iglesias a los arrianos, no permitió que ninguno de estos herejes ocupara puestos públicos.

    Y Teodorico se encendió en furiosa rabia, y al llegar el Santo Padre a Ravena (la ciudad donde el rey vivía) lo hizo encarcelar y fueron tan crueles los malos tratos que en la cárcel recibió, que al poco tiempo murió. Junto con el Papa fueron martirizados también sus dos grandes consejeros, Boecio y Símaco.

    Y dicen los historiadores que el rey Teodorico sintió tan grande remordimiento por haber hecho morir a San Juan Primero, que en adelante lo veía hasta en los pescados que le servían en el almuerzo.





    San Félix de Cantalicio

    Religioso

    (Año 1587)


    ¿En qué imitaré a San Félix? ¡Dios mío ilumíname!.

    El que se humilla será enaltecido. (Jesucristo).

    Nació en Cantalicio (Italia) en 1513. Hijo de dos campesinos muy pobres y muy piadosos. De niño tuvo por oficio pastorear ovejas, y allá en el campo, trazaba una cruz en la corteza de un árbol, y ante esa cruz pasaba horas rezando. Le encantaba rezar el Santo Rosario. Y decía que en cualquier oficio y a cualquier hora hay que acordarse de Dios y ofrecer por El todo lo que se hace o sufre.

    Cuando ya era mayor, un día estaba arando el campo y de pronto los bueyes se asustaron y se le lanzaron encima. Al sentir que iba a morir allí pisoteado, prometió a Nuestro Señor dedicarse a una vida más perfecta. Salió ileso del accidente y al oír leer un libro de vidas de santos sintió un fuerte deseo de imitar a los grandes amigos de Dios en la oración y en la penitencia. Entonces le preguntó a un amigo cuál era la Comunidad religiosa más exigente y fervorosa que existía en ese entonces. El otro le dijo que eran los padres Capuchinos. Y hacia allá se dirigió a pedir que lo admitieran.

    El superior, para que no se hiciera ilusiones le describió de manera muy fuerte las penitencias que había que hacer en aquella comunidad y la gran pobreza en que allí se vivía. Félix le preguntó: "Padre ¿en mi habitación hay un crucifijo?". "Sí, lo habrá", le dijo el superior. "Pues bastará mirar a Cristo Crucificado y su ejemplo me animará a sufrir con paciencia". El superior comprendió que este joven amaba y meditaba la Pasión de Cristo, y lo admitió.

    El oficio de Félix desde que entró a la comunidad hasta que se murió, fue por 40 años, el de pedir limosna por las calles de Roma, para ayudar a los necesitados. Era un oficio duro, cansado y humillante, pero él lo hacía con una alegría que impresionaba gratamente a la gente. A su compañero de limosnería le decía: "Amigo: los ojos en el suelo, el espíritu en el cielo y en la mano, el santo rosario". Y repetía: "o santo, o nada". "La única tristeza es la de no ser santo". Y con lo que recogía ayudaba a familias muy necesitadas y a enfermos y gente abandonada.

    La gente se admiraba de sus buenos consejos y le preguntaba en qué libro había aprendido tanta sabiduría y él respondía: en un libro que tiene seis páginas: cinco son las heridas de Cristo Crucificado, y la sexta es la Sma. Virgen María.

    Siempre alegre, parecía no sufrir. Se chistoseaba con San Felipe Neri. Un día San Felipe le dice: "Fray Félix, que te quemen vivo los herejes, para que te consigas un gran puesto en el cielo". Fray Félix le responde: "Padre Felipe: que lo picadillen los enemigos de la religión para que así se consiga una gran gloria en la eternidad".

    Siempre viajaba descalzo por calles y caminos, todos los días. Dormía sobre una tabla. La mayor parte de la noche la pasaba rezando. Se alimentaba con las sobras que quedaban de la mesa de los demás. Cuando ya estaba anciano, un cardenal le dijo: "Fray Félix, ya no cargue más esa maleta de mercados que recoge para los pobres. Ya es tiempo de descansar", y el santo le respondió: "Monseñor: el burro se hizo para llevar cargas. Mi cuerpo es un borriquillo y si lo dejo descansar le puede hacer daño al alma".

    Ya desde pequeño nunca se sentía ofendido cuando lo humillaban e insultaban. Cuando alguien lo insultaba u ofendía muy fuertemente le decía: "Que Dios te haga un santo. Pediré a Dios que te haga un buen santo".

    Ayunaba muchas veces a pan y agua. Trataba de ocultar los dones sobrenaturales que recibía del cielo, para que nadie los supiera, pero muchas veces mientras ayudaba a Misa se elevaba por los aires.

    Eran tantas las veces que repetía la frase "Gracias a Dios", que las gentes sencillas al verlo decían: allá viene el hermanito "Gracias a Dios".

    San Carlos Borromeo le pidió unos consejos para obtener que sus sacerdotes se hicieran más santos y le respondió: "Que cada sacerdote se preocupe por celebrar muy bien la Misa y por rezar muy devotamente los salmos que tiene que rezar cada día, el Oficio Divino".

    Al franciscano Padre Montalto que iba a ser nombrado Sumo Pontífice le dijo: "Si un día lo nombran Papa, esmérese por ser un verdadero santo, porque si no es así, sería mucho mejor que se quedara como sencillo fraile en un convento". Montalto llegó a ser Papa Sixto V y siempre recordaba el consejo del humilde hermano Félix.

    Desde pequeñito se sintió favorecido por la Santísima Virgen y le tuvo un cariño inmenso. Cuando pasaba por frente a las imágenes de Nuestra Señora le repetía aquello que a San Bernardo le agradaba tanto decirle: "Acuérdate que eres mi Madre". Y le decía frecuentemente: "Yo soy siempre un pobre niño y los niños no pueden andar sin la ayuda de la madre. No me sueltes jamás de tus manos".

    Pocos minutos antes de morir se llenó de alegría y de emoción y exclamó: "Veo a mi Madre, la Virgen María, que viene rodeada de ángeles a llevarme".

    Murió el 18 de mayo de 1587 a los 72 años.

    El Papa Sixto V decía que en su tiempo ya se habían obtenido 18 milagros por intercesión de Félix de Cantalicio.

    En 1712, el Papa Inocencio XI lo declaró santo.


     
  8. clause

    clause Claudia

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    Re: ... de Historias y Tradiciones

    Tradiciones
    Historia del Tango

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    icen que la palabra tango es anterior al baile y que por el año 1803 figuraba en el diccionario de la Real Academia Española como una variante del tángano, un hueso o piedra que se utilizaba para el juego de ese nombre. Pero ya en 1889 la institución normativa de la lengua incluía una segunda acepción del tango como "fiesta y baile de negros y de gente de pueblo en América". Sin embargo, debieron pasar casi 100 años para que el diccionario definiera al tango como "baile argentino de pareja enlazada, forma musical binaria y compás de dos por cuatro, difundido internacionalmente".

    Otros estudiosos de la música ciudadana argumentan que el vocablo es propio de las lenguas africanas que llegaron con los esclavos al Río de la Plata y cuyo significado sería "lugar cerrado".

    Es muy probable que tango sea una voz de origen portugués introducida en el nuevo continente a través del dialecto criollo afro-portugués. Al comparar tango y tambo, Blas Matamoro afirma que ambas son onomatopeyas del tam-tam o candombe utilizado en los bailes negros. Más aún, en dialecto bozal la expresión era "tocá tango" o "tocá tambó" (toca el tambor) para iniciar el baile. El lugar de reunión de los esclavos, tanto en África como en América, era llamado tango.
    Y así nombró Buenos Aires a las casas de los suburbios donde, a comienzos del siglo XIX, los negros se encontraban para bailar y olvidar temporalmente su condición.


    Controvertido hasta en tu origen, como todo lo que es verdadero, escondés un secreto. Del bajo fondo nacen las voces amuradas a tu destino. Si tu cuna fue un burdel, si venís de la milonga y la habanera, creado por un dios orillero, saliste desde aquí a compadrear al mundo.


    De fecha imprecisa y origen aún más incierto, hay teorías que remiten a sus raíces negras y otras que aseguran su origen inmigratorio. Lo cierto es que a mediados del 1800, los conocidos conventillos de la pujante ciudad de Buenos Aires se llenaban de paisanos del interior, "gringos" recién bajados del barco y varios porteños de pocos recursos que, quizás para diferenciarse o para generar arraigo, marcaron con impulso propio las nuevas expresiones populares.

    Mezcla de códigos cerrados y con lenguaje particular, el tango germinaba en las casas de baile, orillaba el Riachuelo, los boliches de carreros y cuarteadores, los conventillos del barrio sur. Por esos años, muchos de los inmigrantes venían solos y las pocas mujeres que venían se encontraban en las academias o en las casas de citas.

    La Buenos Aires de los '80 poco a poco se descubría en las academias y en los teatros. En las comedias, zarzuelas y otras obras, los actores empezaron a cantar y bailar tango.
    Las academias, también llamadas peringundines, funcionaban sólo bajo autorización en los suburbios o barrios alejados del centro y, si bien en principio eran sólo para hombres, después incorporaron mujeres contratadas para bailar
    Los guapos, compadritos y malevos se encontraban en el Café Sabatino, el Almacén de la Milonga y el Viejo Bailetín del Palomar. En los boliches de la calle Necochea de La Boca, empezaba a escucharse esta música alegre, juvenil y pícara que, bajo el ritmo del dos por cuatro, ejecutaban Rosendo Mendizábal, Eduardo Arolas, Angel Villoldo y otros autodidactas que componían sin conocer las partituras.
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    El tango dejaba de ser exclusivo del arrabal para internarse poco a poco en el centro de la ciudad. Los organitos callejeros lo difundían por los barrios donde era común ver parejas de hombres bailando en las calles.

    Esencialmente porteño, muchos escritores consideran que el tango de finales del '80 combinaba varios estilos de música. En él estaría involucrada la coreografía de la milonga, el ritmo del candombe y la línea melódica, emotiva y sentimental de la habanera. Pero también recibió influencia del tango andaluz, del chotis y del cuplé, a los que se agregan las payadas puebleras y las milongas criollas.

    Se cree que el primer compositor de tango fue Juan Pérez, autor del tango Dame la Lata. Sin embargo, es muy probable que hayan existido otros autores y canciones anteriores. Además de la obra de Pérez, las primeras composiciones fueron El Tero y Andate a la Recoleta.

    Si bien sus orígenes todavía polemizan las mesas de café de los tangueros, no se discute el prestigio y reconocimiento que adquirió internacionalmente.

    Como toda auténtica expresión artística, el tango desentraña nuestra inextricable condición humana, revelando el espíritu porteño. Quizás debido a esta verdad, vive en los barrios de Buenos Aires y en las academias de Japón, en las calles de París y en los centros culturales neoyorquinos.
     
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    clause Claudia

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    San Ivo
    Patrono de los abogados
    (año 1303)
    [​IMG]


    Los vecinos de San Ivo compusieron un epitafio bien especial que dice:
    San Ivo era bretón.
    Era abogado y no era ladrón.
    Santo Dios: ¡que admiración!.

    San Ivo, el abogado santo al cual los juristas de muchos países tiene como Patrono, nació en la provincia de Bretaña en Francia. Su padre lo envió a estudiar a la Universidad de París, y allí dirigido por famosos profesores de derecho, obtuvo su doctorado como abogado.
    En sus tiempos de estudiante oyó leer aquella célebre frase de Jesús: "Ciertos malos espíritus no se alejan sino con la oración y la mortificación" (Mc. 9,29), y se propuso desde entonces dedicar buen tiempo cada día a la oración y mortificarse lo más que le fuera posible en las miradas, en las comidas, en el lujo en el vestir, y en descansos que no fueran muy necesarios. Empezó a abstenerse de comer carne y nunca tomaba bebidas alcohólicas. Vestía pobremente y lo que ahorraba con todo esto, lo dedicaba a ayudar a los pobres. Y Dios lo premió concediéndole una gran santidad y una generosidad inmensa en favor de los necesitados.
    Al volver a su tierra natal (Bretaña) fue nombrado juez del tribunal y en el ejercicio de su cargo se dedicó a proteger a los huérfanos, a defender a los más pobres y a administrar la justicia con tal imparcialidad y bondad, que aun aquellos a quienes tenía que decretar castigos, lo seguían amando y estimando.
    Su gran bondad le ganó el título de "Abogado de los pobres". No contento con ayudar a los que vivían en su región, se trasladaba a otras provincias a defender a los que no tenían con qué pagar un abogado, y a menudo pagaba los gastos que los pobres tenían que hacer para poder defender sus derechos.
    Visitaba las cárceles y llevaba regalos a los presos y les hacía gratuitamente memoriales de defensa a los que no podían conseguirse un abogado.
    En aquel tiempo los que querían ganar un pleito les llevaban costosos regalos a los jueces. San Ivo no aceptó jamás ni el más pequeño regalo de ninguno de sus clientes, porque no quería dejarse comprar ni inclinarse con parcialidad hacia ninguno.
    Cuando le llevaban un pleito, él se esmeraba por tratar de obtener que los dos litigantes arreglaran todo amigablemente en privado, sin tener que hacerlo por medio de demandas públicas. Así obtuvo que muchos litigantes terminaran siendo amigos y se evitaran los grandes gastos que les podían ocasionar los pleitos judiciales.
    Después de trabajar bastante tiempo como juez, San Ivo fue ordenado sacerdote, y desde entonces, los últimos quince años de su vida los dedicó totalmente a la predicación y a la administración de los sacramentos. Consiguió dinero de donaciones y construyó un hospital para enfermos pobres. Todo lo que llegaba lo repartía entre los más necesitados. Solamente se quedaba con la ropa para cambiarse. Lo demás lo regalaba. Una noche se dio cuenta de que un pobre estaba durmiendo en el andén de la casa cural, entonces se levantó y le dio su propia cama y él durmió en el puro suelo.
    De muchas partes llegaban personas litigantes a obtener que San Ivo hiciera las paces entre ellos y él lograba con admirable facilidad poner de acuerdo a los que antes estaban alegando. Y aprovechaba de todas estas ocasiones para predicar a la gente acerca de la Vida Eterna que nos espera y de lo mucho que debemos amar a Dios y al prójimo.
    Alguien le aconsejó que no regalara todo lo que recibía. Que hiciera ahorros para cuando llegara a ser viejo y él le respondió: - Y ¿quién me asegura que voy a llegar a ser viejo? En cambio lo que sí es totalmente seguro es que el buen Dios me devolverá cien veces más lo que yo regale a los pobres". Y siguió repartiendo con gran generosidad.
    A principios de mayo del año 1303 empezó a sentirse muy débil. Pero no por eso dejó de dedicar largos ratos a la oración y a la meditación y a ayudar a pacificar a cuantos estuvieran peleados o en discusiones y pleitos.
    El 19 de mayo del año 1303 estaba tan débil que no podía mantenerse de pie y necesitaba que lo sostuvieran. Sin embargo celebró así la Santa Misa. Después de la Misa se recostó y pidió que le administraran la Unción de los enfermos y murió plácidamente, como quien duerme en la tierra para despertar en el cielo. Tenía 50 años.
     
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    Tradiciones
    Historia del Asado -Tradicion Argentina

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    El primer registro de ingreso de carne vacuna al territorio argentino data de 1556 cuando Juan de Salazar y Espinosa y los hermanos Goes trasladaron un toro y siete vacas de Brasil a Asunción, ciudad que integraba el Virreinato del Río de la Plata.
    Desde entonces este ganado cimarrón comenzó a vagar por la “pampa”, palabra quichua que designa a la llanura argentina como "campo abierto y sin estorbos". Allí se multiplicó y era considerado propiedad de nadie. Cualquier persona podía apoderarse de hasta 12 mil cabezas.
    El gaucho comía sólo su lengua asada y los caracúes, huesos que tienen tuétano. Además, mataban vacas, les extraía el mondongo y el sebo que juntan en el vientre y los prendía fuego para lograr iluminación.
    Recién al relacionarse con el criollo el gaucho comenzó a alimentarse con carne asada. Realizaba un hoyo en la tierra donde ponía leña y encendía una fogata. Una vez logradas las brasas, colocaba la carne encima. Se cocinaba su exterior y el interior quedaba casi crudo.
    El asado es un plato de la gastronomía argentina cuando se hace referencia no sólo al costillar que se denomina “asado”, sino a todos los cortes que se preparan. Se trata de carne asada a las brasas de carbón vegetal o leña, sobre una parrilla metálica o en forma de cruz ("al asador") u otros implementos de cocción comunes en las zonas rurales, como el disco y la rastra de arado.
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    COMO PREPARAR UN BUEN ASADO
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    Es necesario limpiar la parrilla antes de poner la carne. Para ello se la coloca diez minutos encima del fuego, se la retira y se le pasa un papel hasta que quede seca y sin restos de grasa de un asado anterior.
    Un buen asado se hace con leña. Las mejores maderas son las duras, como el quebracho o el algarrobo, porque las blandas se queman rápidamente y no producen buenas brasas. Un sabor especial surge del asado con leña de vid o la aromática jarilla.
    El ritual comienza al encender el fuego con ramitas secas y hojas de diario. Mientras las llamas se avivan se coloca madera para formar una hoguera. Cuando aparecen brasas, éstas se esparcen debajo de la parrilla.
    La carne debe estar previamente preparada con sal gruesa o parrillera. Se vuelcan sobre la parrilla primero las achuras, los chorizos, las costillas y los cortes anchos; luego la entraña, el matambre y las morcillas.
    Para su degustación se puede pincelar la carne con chimichurri, condimento que se prepara con laurel, ajo, limón, aceite de oliva, ají molido y orégano.
    En un ambiente natural se puede optar por el asado con cuero. Se requiere una vaca que haya sido matada sin persecución porque el cansancio perjudica el sabor y la frescura de la carne. Se troza al animal sin sacarle el cuero y se deja orear toda la noche. En la madrugada se hace fuego y se asa lentamente sobre grandes parrillas. La carne se coloca con el cuero hacia arriba y está a punto cuando al tirar de los pelos, éstos se desprenden con facilidad.
    Si se prefiere realizar un costillar al asador se requiere espetar la carne en un hierro que se clava en el suelo, oblicuamente sobre el fuego. El asador gira de tanto en tanto y así las diversas partes de la carne quedan expuestas al calor. No se retira el espetón del fuego. A medida que se asa se cortan tajadas de carne para su degustación directamente del trozo incrustado en el hierro.
    Al asado no lo hace el fuego sino las brasas. Una de sus claves es la cocción lenta (una hora y media en el caso de la parrilla), que preserva los jugos sin resecar ni quemar las fibras.

    Los cortes:

    Matambre: Es un clásico corte nacional. Se saca de la media res y cubre su flanco a lo largo, entre la paleta y el cuarto trasero. Puede rellenarse con morrones, cuatro quesos y panceta, cociéndolo en forma de empanada.

    Entraña: Es la parte del diafragma pegado a las costillas. Es jugosa y su cocción es rápida.

    Costillar: Es la estrella del asado argentino. Se prepara en tiras longitudinales de tres a cinco centímetros de espesor.

    Tapa de asado: Cubre la parte alta y delantera del costillar.

    Vacío: Es la zona que va desde la última costilla hasta el cuarto trasero. Es un corte preferido tanto para el horno como para la parrilla.

    Asado del Carnicero o Escondido: Se obtiene del cuarto trasero. Posee nervaduras pero es tierno y sabroso.

    Achuras: La palabra proviene del araucano “achuraj”, que significa lo que no sirve o se tira. Es aquello que los indios y los gauchos despreciaban: los chinchulines, la tripa gorda, los riñones (tratados con vinagre, perejil y ajo) y la molleja.
     
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    Asado a la estaca
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    Asado a la parrilla

    Un asado es una técnica culinaria para cocinar un alimento crudo. El proceso de cocción es el de exponerlo a la acción del fuego o del aire caliente (de un horno, por ejemplo), durante el cual se le va rociando (a veces) con grasa o con cualquier otro líquido que proceda, aunque con este nombre se conoce en general a las carnes cocidas por exposición al fuego como carne asada.

    El método más frecuente de preparar un asado es el de la parrilla, en donde las carnes se cocinan horizontalmente.


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    clause Claudia

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    San Bernardino de Siena,
    Predicador
    (Año 1444)

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    San Bernardino fue el más famoso predicador del 1400 y sus sermones sirvieron de modelos de predicación para muchos oradores en los siglos siguientes.

    Nació cerca de Siena en Italia en el año 1380. Su padre era gobernador. El niño quedó huérfano de padre y madre a los siete años. Dos tías se encargaron de su educación y lograron formarlo lo mejor posible en ciencias religiosas y darle una educación muy completa. Sus estudios de bachillerato los hizo con tal dedicación que obtuvo las mejores notas.

    Era muy simpático en el trato y las gentes gozaban en su compañía. Pero cuando oía a alguien que empleaba un vocabulario grosero y atrevido le corregía con toda valentía, para que abandonara esa mala costumbre.

    Era muy bien parecido y un día un compañero lo incitó a cometer una acción impura. Bernardino le respondió dándole una sonora bofetada. Otro día un estudiante invitó a los compañeros del curso a cometer impurezas y Bernardino los animó a todos contra el impuro y le lanzaron barro y basura por la cara hasta hacerlo salir huyendo. Pero en el resto de su vida Bernardino fue siempre un modelo de amabilidad y bondad.

    De joven se afilió a una asociación piadosa llamada "Devotos de Nuestra Señora" que se dedicaba a hacer obras de caridad con los más necesitados. Y sucedió que en el año 1400 estalló en Siena la epidemia de tifo negro. Cada día morían centenares de personas y ya nadie se atrevía a atender los enfermos ni a sepultar a los muertos, por temor a contagiarse. Entonces Bernardino y sus compañeros de la asociación se dedicaron a atender a los apestados. Trabajaban de día y de noche. Bernardino preparaba muy bien a los que ya se iban a morir, para que murieran en paz con Dios y bien arrepentidos de sus pecados. Y como por milagro, este grupo de jóvenes se libró del contagio de la peste del tifo. Pero cuando pasó la enfermedad, Bernardino estaba tan débil y sin alientos, que estuvo por varios meses postrado en cama, con alta fiebre. Esto le disminuyó mucho las fuerzas de su cuerpo, pero le sirvió enormemente para aumentar la santidad de su alma.

    Cuando ya recobró otra vez su salud, de vez en cuando se alejaba de casa y a quienes le preguntaba a dónde se dirigía les respondía: "Voy a visitar a una personita de la cual estoy enamorado". La gente creía que era que se iba a casar, pero un día sus tías le siguieron los pasos y se dieron cuenta de que se iba a una ermita donde había una estatua de la Virgen Santísima y allí le rezaba con gran fervor.

    En el año 1402 entró de religioso franciscano. Lo recibieron en un convento cercano a su familia, pero como allí iban muchos amigos a visitarlo pidió que lo enviaran a otro más alejado y donde la disciplina era muy rígida, y así en el silencio, la oración y la mortificación se fue santificando.

    Nuestro santo nació el día de la fiesta del nacimiento de la Santísima Virgen, el 8 de septiembre. Y en esa misma fecha recibió el bautismo. Y también un 8 de septiembre recibió el hábito de franciscano y en ese gran día de la Natividad de Nuestra Señora recibió la ordenación sacerdotal (en 1404). Fue pues siempre para él muy grata y muy significativa esta santa fecha.

    Los primeros 12 años de sacerdocio los pasó Bernardino casi sin ser conocido de nadie. Vivía retirado, dedicado al estudio y la oración. Dios lo estaba preparando para su futura misión.

    Ni la voz ni las cualidades oratorias le ayudaban a Bernardino para tener éxito en la predicación. Entonces se dedicó a pedir a Nuestro Señor y a la Sma. Virgen que lo capacitaran para dedicarse a evangelizar con éxito y de pronto Dios le envió a predicar. Y esto sucedió de un modo bien singular. Durante tres días seguidos, estando rezando todos los religiosos por la mañana, de pronto un joven novicio, sin poder contenerse, interrumpió la oración y le dijo: "Hermano Bernardino: no ocultes más las cualidades que Dios te ha dado. Vete a Milán a predicar". Iguales palabras le fueron dichas cada uno de los tres días. Todos consideraron que esto era una manifestación de la voluntad de Dios y le aconsejaron que se fuera a la gran ciudad a predicar la Cuaresma. Y los éxitos fueron impresionantes. Las multitudes empezaron a asistir en inmensas cantidades a sus sermones. Al principio le costaba mucho hacerse oír a lo lejos pero le pidió con toda fe a la Virgen Santísima y Ella le concedió una voz potente y muy sonora (en vez de la voz débil y desagradable que antes tenía).

    Y desde 1418 hasta su muerte, por 26 años Bernardino recorre pueblos, ciudades y campos predicando de una manera que antes la gente no había escuchado. Se levantaba a las 4 de la mañana y durante horas y horas preparaba sus sermones. Y el efecto de cada predicación era un entusiasmarse todos por Jesucristo y una gran conversión de pecadores. Muchísimos terminaban llorando de arrepentimiento al escuchar sus palabras. Cuando su voz potentísima gritaba en medio de la silenciosa multitud: "Temblad tierra entera, al ver que la criatura se ha atrevido a ofender a su Creador", a las gentes les parecía que el piso se movía debajo de sus pies y empezaban a llorar con gran arrepentimiento. Casi siempre tenía que predicar en las plazas y campos porque en los templos no cabía la gente que deseaba escucharle.

    Recorrió todo su país (Italia) a pie, predicando. Cada día predicaba bastantes horas y varios sermones. A todos y siempre les recomendaba que se arrepintieran de sus pecados y que hicieran penitencia por su vida mala pasada. Atacaba sin compasión los vicios y las malas costumbres e invitaba con gran vehemencia a tener un intenso amor a Jesucristo y la Virgen María.

    Por todas partes llevaba y repartía un estandarte con estas tres letras: JHS (Jesús, Hombre, Salvador) e invitaba a sus oyentes a sentir un gran cariño por el nombre de Jesús. Donde quiera que San Bernardino predicaba, quedaban muchos estandartes en palacios y casas con sus tres letras: JHS.

    En Polonia predicó contra los juegos de azar y las gentes quemaron todos los juegos de azar que tenían. Un fabricante de naipes se quejó con el santo diciéndole que lo había dejado en la ruina, y él aconsejó: "Ahora dedíquese a imprimir estampas de Jesús". Así lo hizo y consiguió más dinero que el que había logrado conseguir imprimiendo cartas de naipe.

    Los envidiosos lo acusaron ante el Papa diciendo que Bernardino recomendaba supersticiones. El Papa le prohibió predicar, pero luego lo invitó a Roma y lo examinó delante de los cardenales y quedó tan conmovido el Sumo Pontífice al oírle sus predicaciones, que le dio orden para que pudiera predicar por todas partes.

    Durante 80 días predicó en Roma e hizo allí 114 sermones con enorme éxito.

    El Papa quiso nombrarlo arzobispo, pero el santo no se atrevió a aceptar. Entonces lo nombraron superior de los franciscanos, porque era el que más vocaciones había conseguido para esa comunidad.

    Cuando Bernardino entró en la comunidad de franciscanos observantes, solamente había en Italia 300 de estos religiosos. Cuando él murió ya había más de 4,000.
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    Los grandes sacrificios que tenía que hacer para predicar tantas veces y en tan distintos sitios, y los muchos ayunos y penitencias que hacía, lo fueron debilitando notoriamente. En su rostro se notaba que era un verdadero penitente, pero esta misma apariencia de austero y mortificado, le atraía más la admiración de las gentes. El único lujo que aceptó en sus últimos años, fue el de un borriquillo, para no tener que hacer a pie todos sus largos viajes.

    Era tal su deseo de progresar en el arte de la elocuencia y del buen predicar, que donde quiera que sabía que había un buen predicador, se iba a escucharlo y aún ya lleno de años, se sentaba como simple discípulo para escuchar las clases de los maestros afamados que enseñaban cómo hablar bien en público.

    Y acompañaba sus predicaciones con admirables milagros y prodigios.

    En su ciudad natal, Siena, había muchas divisiones y peleas. Se fue allá y predicó 45 sermones que devolvieron la paz a toda esa región. Uno de los oyentes logró copiar esos sermones y se conservan como una verdadera joya de la elocuencia sagrada, donde se combinan la teología con los consejos prácticos y la agradabilidad con la profundidad. Verdaderamente Bernardino era un gran maestro de oratoria.

    En 1444, mientras viajaba por los pueblos predicando, con muy poca salud pero con un inmenso entusiasmo, se sintió muy débil y al llegar al convento de los franciscanos en Aquila, murió santamente el 20 de mayo.

    En su sepulcro se obraron numerosos milagros y el Papa Nicolás V ante la petición de todo el pueblo, lo declaró santo en 1450 a los 6 años de haber muerto.
     
  14. clause

    clause Claudia

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    Santa María Magdalena de Pazzi,
    Religiosa
    (Año 1607)
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    Nació en Florencia, Italia, en el año 1556, de la familia Pazzi que dio a la nación famosos políticos y militares y a la Iglesia Católica una de sus más grandes santas.
    Su padre era gobernador y la internó desde muy pequeña en un convento de monjas. Allí se encariñó grandemente con las prácticas de piedad y con la vida de retiro y espiritualidad.
    Era muy hermosa y de muy amable trato, y su familia la quería casar con alguno de la alta clase social, pero la jovencita demostraba tan grande inclinación a la vida religiosa que tuvieron que permitirle que se fuera a un convento.
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    Escogió el convento de las Carmelitas porque allá le permitían comulgar con frecuencia. Hizo sus tres votos o juramentos de pobreza, castidad y obediencia antes que las demás novicias, porque le llegó una grave enfermedad que la llevó casi a las puertas de la muerte.
    Una frase que le impresionó mucho fue aquella de San Pablo que le dijo el sacerdote el día en que le colocó el crucifijo que llevan las religiosas: "A mí líbreme Dios de gloriarme en cualquier otra cosa que no sea la cruz de Jesucristo". Desde ese día se llenó de un inmenso deseo de sufrir por amor a Jesús.
    Cuando la transportaban a la enfermería después de hacer sus tres votos, Magdalena tuvo su primer éxtasis que le duró más de una hora. Su rostro apareció ardiente, y deshecha en lágrimas sollozaba y repetía: "Oh amor de Dios que no eres conocido ni amado: ¡cuán ofendido estás!". En los siguientes cuarenta días tuvo inmensas consolaciones espirituales y recibió gracias extraordinarias.
    Los especialistas dicen que cuando un alma se consagra totalmente al servicio de Dios, el Señor le concede al principio muy agradables consolaciones espirituales, a fin de prepararle para los grandes sufrimientos y las terribles pruebas que vendrán después. Luego les llegan días de tinieblas interiores para acabar con todo rastro de egoísmo y llenar el alma de humildad y para convencerse de la gran necesidad que tienen de la ayuda de Dios. Así le sucedió a nuestra santa.
    Dios le mostró las inmensas ventajas que consiguen para su alma y para la santificación de otras personas, quienes sufren con paciencia. Y desde entonces fue creciendo sin cesar su deseo de sufrir por Cristo y por la conversión de los pecadores. A una religiosa que le preguntaba cómo podía soportar sus dolores sin proferir ni una sola palabra de impaciencia, le respondió: "Pensando y meditando en los sufrimientos que Jesucristo padeció en su santísima Pasión y muerte. Quien mira las heridas de Jesús crucificado y medita en sus dolores, adquiere un gran valor para sufrir sin impacientarse y todo por amor a Dios".
    Santa María Magdalena de Pazzi escogió un lema o programa de vida que se ha hecho famoso. Decía así: "No morir, sino sufrir". "Ni morir ni curar, sino vivir para sufrir". Y repetía "Oh, si la gente supiera cuán grandes son los premios que se ganan sufriendo por amor a Jesucristo, todos aceptarían con verdadero gozo sus sufrimientos, por grandes que sean".
    Después de uno de sus éxtasis contaba: "Vi el amor inmenso que nos tiene Nuestro Señor y vi también que las almas que ofrecen sus sufrimientos uniéndolos a los sufrimientos de Cristo se vuelven inmensamente hermosas. ¡Oh, si las gentes supieran lo mucho que ganan cuando ofrecen a Dios sus padecimientos!".
    En medio de su éxtasis hablaba con un ser invisible, y abrazando su crucifijo, con rostro brillante exclamaba: "Oh Jesús mío: concédeme palabras eficaces para convencer al mundo de que tu amor es grande y verdadero y que nuestro egoísmo es engañoso y tramposo".
    Y en sus conversaciones buscaba siempre almas que quisieran dedicar su vida entera a amar a Jesucristo y ofrecer por El todos los sufrimientos de cada día y de cada hora, con todo el amor de su espíritu.
    Le aparecieron en sus manos y en pies los estigmas o heridas de Cristo Crucificado. Le producían dolores muy intensos, pero ella se entusiasmaba al poder sufrir más y más por hacer que Cristo fuera más amado y más obedecido y por obtener que más almas se salvarán.
    Tres religiosas, encargadas por el director espiritual escribían lo que ella iba diciendo, especialmente las revelaciones que recibía durante su éxtasis. Y de todo esto salió el libro titulado "Contemplaciones", que llegó a ser un verdadero tratado de teología mística. San Alfonso de Ligorio apreciaba inmensamente este libro y en sus obras lo cita muchísimas veces.
    Martirizada en su cuerpo por heridas dolorosísimas, cuando los dolores se volvían insoportables, ella pedía valor al Señor diciéndole: "Ya que me has dado el dolor, concédeme también el valor". Y recibía fuerzas sobrenaturales para seguir sufriendo sin impacientarse ni quejarse.
    Además de los dolores físicos le llegó lo que los santos llaman "La noche oscura del alma". Una cantidad impresionante de tentaciones impuras. Sentimientos de tristeza y desgano espiritual. Falta de confianza y de alegría. Sufría de violentos dolores de cabeza y se paralizaba frecuentemente. La piel se le volvía tan sensible que el más leve contacto le producía una verdadera tortura. Pero en medio de tantos suplicios seguía repitiendo: "Ni sanar ni morir, sino vivir para sufrir".
    Veía el futuro y leía los pensamientos. A Alejandro de Médicis le dijo que un día sería Sumo Pontífice pero que duraría poco en el cargo, y así sucedió. Se bilocaba, o sea se aparecía a gentes que estaban muy distantes y les llevaba mensajes. Curó varios enfermos. Los viernes sufría varios de los dolores que Cristo padeció el Viernes Santo. Y repetía siempre: "Señor: ¡hágase tu santa voluntad!".
    El 25 de mayo del año 1607, al morir quedó bella y sonrosada. Tenía apenas 41 años. Su cuerpo se conserva todavía incorrupto en el convento carmelita de Florencia donde pasó su vida.
     
  15. --.--

    --.--

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    Re: ... de Historias y Tradiciones

    El que no sepa rezar,
    que vaya por esos mares;
    verá como pronto aprende,
    sin enseñárselo nadie.......

    EDELWEISS: La Fe, la Voluntad, o la suerte.

    Voy a relatar algo que sucedió hace ya mucho tiempo. Algo extraño e inverosímil; algo sobre lo que he meditado largamente y para lo que hasta el día de hoy no he hallado una explicación plausible.
    Sucedió en un día de verano a mediados de los años sesenta, hallándome en Jaca, durante el servicio militar, de obligado cumplimiento por aquel entonces.
    Los jóvenes de mi época juvenil, impregnado de fuerte romanticismo, la mayoría muy lejos de sus hogares, conscientes de la pérdida de un período precioso de nuestras vidas, vivaqueábamos en los cuarteles, viendo el monótono transcurrir del tiempo y soñando con la ansiada vuelta a casa, para reencontrarnos con la familia y los amigos.

    Transcurriendo así el paso de los días, en cierta ocasión los jefes militares decidieron sacudirnos la tenaz modorra cuartelera, determinando que se debería llevar a cabo unas maniobras por la Cordillera Pirenaica; no querían mantener ocioso e inoperante al que pomposamente llamaban Batallón de Cazadores de Alta Montaña.
    Así que en una fresca mañana, nos ordenaron agarrar el fusil ametrallador Cetme, nos dieron provisiones para unos días y nos llevaron en camiones a pegar tiros allá por las cumbres.

    La orden, que a decir verdad ya se barruntaba desde hacía unas semanas, fue recibida con general excitación por parte de la animosa muchachada; puesto que un acontecimiento así, tan señalado, brindaba a muchos románticos chavalillos la ocasión de ir a la búsqueda de la Flor de las Nieves: la mítica Edelweiss.
    La flor siempreviva e inmarchitable de la alta montaña se había convertido en la obsesión de todos nosotros. Mucho habíamos oído hablar de la misteriosa flor, acerca de la cual se habían fraguado extrañas leyendas, narradas por los más veteranos.
    Unos la querrían para sus madres; otros, los más, para enviársela a la novia; a la muchachita que quedó sola allá en Cataluña esperando ansiosa el regreso del soldado. Todos soñábamos y anhelábamos en el corazón, que esperaría nuestro regreso, con la flor imperecedera, que meses antes habría recibido de nosotros, dentro de un sobre, junto con una carta....
    Llegado el momento, ella que la habría guardado celosamente entre las páginas de un libro, nos la mostraría tan fresca y lozana como el mismo día en que fue recortada de entre las rocas.

    Te prometí pensar en ti....
    Pensar en ti, en ti, mi bien,
    En ti, Lilí Marlén.....

    Ésta era una de las canciones que canturreábamos en nuestras correrías por aquellos parajes inhóspitos.
    Dos días llevábamos por allí, cuando en la mañana del tercer día de maniobras, aprovechando unas horas de descanso, se me ocurrió que bien podría ascender a la montaña que allí se alzaba, justo al lado del campamento. Me daba la corazonada de que allá arriba, oculta entre las rocas, estaría esperándome la preciada flor.
    Viendo la nieve brillar allá en lo alto, la vista se me iba hacia la cumbre. Decidídamente, habría que ir a por ella, pensé.

    Tracé un plan para efectuar una escapada y se lo propuse a mis compañeros; pero no encontré a ninguno dispuesto a secundar mis planes.
    No lo pensé por mucho tiempo y tomando la firme decisión de encaminarme hacia la cumbre, me fui acercando a los primeros terraplenes. Mis compañeros trataron inútilmente de hacerme desistir, advirtiéndome de los peligros a los que me exponía; sobre todo, si me aventuraba a marchar en solitario; pero por más que insistieron, no me hicieron abandonar la empresa.
    De modo que inicié la marcha, y subiendo y subiendo la pendiente con paso brioso, fui ascendiendo por las escarpadas rampas.

    A la media hora de camino, ya me sentía agotado, acusando la fatiga debido a la altura. Bajo un sol implacable, devorado por la sed, me veía obligado a beber a cada momento el agua de los innumerables manantiales, que por suerte para mí, brotaban por doquier. Era un agua purísima y cristalina, cuyo frescor inicial se perdía a los pocos minutos al calentarse en la cantimplora, por la acción del sol de la alta montaña.
    Estando ya cercano a la cima, me detuve un momento, rendido, jadeante y sudoroso. Absorto ante el espectáculo grandioso de las cumbres, miraba a mi alrededor con la vista arrebatada. El agua que discurría bajo mis pies....el verdor lujuriante....los insectos chirriando en la grama....el cielo de un azul purísimo....la luz cegadora....

    Una perdiz nival, cruzó temerosa ante mí, seguida de su prole. Asustada por mi presencia, el ave lanzó un graznido de alarma, y volando raso se ocultó monte arriba, en un lugar pedregoso. Corrí hacia ella con afán de capturarla o bien de arrebatarle alguno de sus hijuelos.....Di un traspiés y caí rodando montaña abajo.
    La caída que fue larga, dolorosa e interminable, cesó cuando al fin pude asirme a un saliente en las rocas.

    Magullado y dolido, sentía el cuerpo lacerado. Suspiraba con alivio, cuando comprobé horrorizado que me hallaba suspendido en un abismo. Sentí erizarse el vello en mi piel. Sin poder moverme, con la punta de los pies, apenas llegaba a alcanzar dos puntos firmes donde apoyarme. Pasé así largo rato aterrado, sin atreverme a mover un solo músculo. Miraba angustiado hacia abajo y con el rabillo del ojo veía allá al fondo del abismo, lejano el campamento y las tiendas de campaña..... Y estando así en aquel estado de incapacidad, aun procuraba serenarme... En un momento dado llegó débilmente a mis oídos, un redoble de tambor y un toque de corneta. Calculaba que habría llegado el momento de pasar lista allá abajo y constatarían mi ausencia; me desesperaba porque no me iban a encontrar hasta horas más tarde, cuando hallasen mi cadáver; porque sabía que en cuanto me abandonasen las fuerzas, me iba a despeñar inevitablemente.

    Pasaron por mi mente muchas vivencias del pasado. Pensé en mis compañeros que, ajenos a mi situación, no podían socorrerme; me acordé de ellos y de los amigos a los que más quería. Aquel mocetón de Igualada, que cargó conmigo cierto día de marcha, cuando consumido por la fiebre, me sentía desfallecer. Aquel otro vasco insigne, con el que compartí alegres veladas, mientras corría el vino de vaso en vaso, y él hacia sonar el chistu con maestría....Momentos inolvidables que no se iban a repetir...
    Pasé así mucho tiempo, bajo el sol implacable. No pudiendo moverme, ya me sentía desfallecer, rígido, azulado y aterido de frío. Lo mismo sentía el frío que el calor, con un pánico cerval.....

    Y no sabiendo qué hacer ni qué determinación tomar, yo, que me confieso agnóstico, recuerdo que me encomendé a Dios.

    Y en aquel momento dramático e inolvidable, no sé qué mecanismo de mi mente se pondría en marcha. Solo recuerdo que algo me impulsó a desplazarme lentamente en sentido lateral. No sé lo que duró aquel desplazamiento, porque mi mente estaba en otra onda. En otras palabras: rezaba.
    Y os puedo decir, doy fe de ello, que no sé de qué manera, me vi fuera de aquel abismo espantoso.

    Bajé confuso de la montaña y llegué a alcanzar el campamento cuando caía la tarde. Llegué allá en un estado físico lamentable. Nadie me había echado en falta. Salieron todos mis compañeros a mi encuentro, todos ellos preguntándome si había conseguido encontrar la Flor de las Nieves y si la llevaba conmigo. Mee preguntaban con insistencia lo mismo una y otra vez, pero yo no les respondía. No podía contestarles, porque estaba como ausente y no cesaba de pensar en lo que me había sucedido.
    Después de tantos años, aún sigo en la duda de si me salvé por mis propios medios, o por tener fe y confiar en lo sobrenatural, o por casualidad o por suerte.

    Ha pasado mucho tiempo desde entonces....Ahora me hallo meditabundo, viendo pasar los días y las largas noches de este helado invierno, en mi casa de Pallejá.... Y pienso con frecuencia en lo que me aconteció aquel día de aquella década lejana de los años sesenta, cuando fui en busca de la sempiterna Flor de las Nieves.
    Fue algo que marcó un hito en mi vida; algo que me dejó en un mar de dudas en lo concerniente a la fe.

    La vieja canción de las montañas, a menudo irrumpe en mi mente, recordando aquel suceso:

    Edelweiss, Edelweiss, linda flor....
    feliz de conocerte
    pequeño botón de nieve
    En mi tierra bendita
    vivirás para siempre.