Por los apasionados de cultivo de frutales tropicales, noviembre es un mes de crucial importancia: la razón y la experiencia impondrían de llevar al calor, sobre todos las más delicadas y sensibles. El corazón y la gana de experimentar, inducen la tentación de todavía dejarle algún día a gozar últimos tibios rayos del sol. Este año, en el llano del Norte Italia, la temperatura está particularmente templada con días soleados, condiciones particularmente clementes en comparación a la media de estas zonas. Y así, hasta hoy mis plantas, también las más tropicales todavía son al exterior en posición muy reparada considerando que los dos balcones sobre los que desarrollo mi actividad de "labrador", son dirigidos a sur y a oeste y son interiores a la línea del edificio en el que yo abito. De este modo también logro probar los límites de cada una de estas plantas, observando su comportamiento en una condición que no es congenial a sus naturaleza. Pero vemos, en los individuales casos, algunos de éste : la Inga edulis, reacciona muy bien, mantiene la hojarasca de un bonito verde brillante y, lentamente, continúa su crecimiento y su desarrollo la Spondias dulcis, se comporta como una planta que tiene que perder las hojas: ya hacia el fin de agosto ha amarilleado lentamente sus hojas, luego las ha perdido y ahora está dejando caer las ramas. A pesar de este, se mantiene bien tónica en el tronco y en las ramas principales, junto al Chrysophyllum cainito es indudablemente la más tropical y pronto tendré que encontrar un amparo por su "letargo invernal." El Chrysophyllum cainito, está perdiendo las hojas y está enseñando un nivel de sufrimiento mayor con un daño bien visible en el ápice de las ramas. De la foto de alguna semana hace, se ve una quemadura de frío provocado en una noche con 6° de temperatura mínima (10.2° sobre el balcón) la Annona muricata, una entre las más sensibles de la especie, ha parado de repente y secado el vigoroso crecimiento de los botones, el resto de las hojas todavía parece en buenas condiciones. La Eugenia uniflora, que, sobre mi balcón ha tomado esta particular forma derribada, mantiene un aspecto más decoroso pero, como se sabe, no es tan delicada, sólo las hojas han amarilleado y el crecimiento se ha casi parado. la Mammea americana, que sufrió la anomalía fría del verano 2014, tuvo en fin continuado su sufrimiento hasta el pasado mes de julio, cuando ha retomado la emisión de nuevas gemas que, como se puede bien ver de esta foto, ha producido hojas pálidas y deformes. Quizás, haya agradecido otros tres meses de clima veraniego Algún problema serio también lo tengo con la Carica quercifolia que después de haber amarilleado las hojas, ahora está perdiéndole, fea señal por una papaya. Mejor el Mango kensington que he conseguido el pasado año de un fruto siciliano y la Pouteria lucuma que hasta ahora se ha demostrado mucho más resistente de lo que fuera lícito esperar, quizás no ha entendido todavía que el otoño ya es presentado. Naturalmente pondré al día este hilo para contar como irán las cosas. Si otros quisieran seguir mi ejemplo, creo sea interesante ver el comportamiento de otras plantas a la llegada de la mala estación. Un saludo
Yo poco puedo aportar de momento. Las más delicadas (mango y atemoya) las recogí cuando se acercaba la temperatura nocturna a los 10º y empezaban a mostar síntomas en las hojas. Las guayabas (más resistentes) las he recogido ahora aunque las podía haber dejado mucho más, pero ya han parado el crecimiento. Las pitayas las recogeré pronto. Están bien, pero paradas. El zapote blanco lo tendré fuera hasta que se acerquen las mínimas a los 5ºC. Dejaré algunas pitayas amarillas fuera con alguna protección, a ver si consigo que sobrevian a los -4ºC que solemos alcanzar en invierno. El maracuyá está en tierra. Lo protegeré, pero no tengo muchas esperanzas de que sobreviva al invierno. Espero plantar en tierra el zapote blanco y alguna guayaba después de los próximos dos inviernos, cuando sean más resistentes.