Poemas, cuentos y leyendas

Tema en 'Temas de interés (no de plantas)' comenzado por mai^a, 27/2/08.

  1. clause

    clause Claudia

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    Si , el tiempo es un enorme misterio que nos da todo y no los quita...hermoso seria poder situarse sobre él y ver la humanidad entera de todos los tiempos como en una permanente continuidad de actos que se cruzan y se encuentran...pero somos humanos, y es el tiempo el que nos condiciona, no nosotros a él!
    Gracias Anita y que tambien estes bien ! :happy:
     
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    clause Claudia

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    El Fantasma de la Opera
    Gastón Leroux

    Buscó, con una mirada perdida, algo a su alrededor, como para encontrar un
    El Fantasma de la refugio, una protección, o más bien la seguridad espontánea de la inocencia de su voz. Se había llevado a la garganta los dedos crispados en un gesto de defensa y de protesta. ¡No, no! ¡Aquel cuac no era suyo! El mismo Carolus Fonta parecía de la misma opinión, ya que la contemplaba con una expresión inenarrable de estu-pefacción infantil y gigantesca. En última instancia, él estaba junto a ella. No la había abandonado un momento. Quizá pudiera decirle cómo había ocurrido aquello... ¡No, tampoco él podía! Sus' ojos se clavaban estúpidamente en la boca de la Carlotta como los ojos de los niños en el inagotable sombrero del prestidigitador. ¿Cómo cabía en una boca tan pequeña un cuac tan grande? Todo ello, gallo, cuac, emoción, rumor aterrado de la sala, confusión del escenario, de bastidores -en los corredores algunos comparsas mostraban rostros desencajados-, todo lo que describo al detalle no duró más de unos segundos. Unos segundos horribles que parecieron interminables en particular a los dos directores, allá arriba, en el palco n° 5. Moncharmin y Richard estaban muy pálidos. Este episodio inaudito, que seguía siendo inexplicable, los llenaba de una angustia tanto más misteriosa cuanto que, desde hacía un instante, se hallaban bajo la influencia directa del fantasma. Habían sentido su aliento. Algunos pelos de la cabeza de Moncharmin se habían erizado bajo aquel soplo... Y Richard se pasaba el pañuelo por la frente sudorosa... Sí, estaba allí..., a su alrededor..., detrás de ellos, al lado de ellos, lo sentían sin verlo... Oían su respiración.. ¡y tan cerca de ellos..., tan cerca! Se sabe cuando alguien está presente... ¡Pues bien, ¡ahora lo sabían!... Estaban seguros de ser tres en el palco... Temblaban... Pensaban en huir... No se atrevían... No se atrevían a hacer el más mínimo movimiento, ni intercambiar una palabra que dieran a entender al fantasma que sabían que se encontraba allí... ¿Qué iba a pasar? ¿Qué iba a ocurrir? ¡Se produjo el cuac! Por encima de los rumores de la sala se oyó su doble exclamación de horror. Se sentían bajo la influencia del fantasma. Inclinados hacia el escenario, miraban a la Carlotta como si no la reconocieran. Aquella mujer del infierno debía de haber dado con su cuac la señal de alguna catástrofe. La esperaban en un estado exaltado de tensión. El fantasma lo había prometido. ¡La sala estaba maldita! Sus pechos se agitaban ya bajo el peso de la catástrofe. Se oyó la voz estrangulada de Richard que gritaba a la Carlotta: -¡Siga! ¡Siga! ¡No! La Carlotta no continuó... Volvió a empezar valientemente, heroicamente, el verso fatal en cuyo final había aparecido el gallo. Un silencio espantoso reemplaza al alboroto general. Tan sólo la voz de la Carlotta llena de nuevo el navío sonoro. ¡Escucho!... El público también escucha. ... Y comprendo esta voz solitaria (¡cuac!) (¡Cuac!...) que canta en mí... ¡cuac!)
     
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    clause Claudia

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    Re: ... de poetas, cuentos y leyendas

    De vez en cuando la vida
    (Joan Manuel Serrat)

    De vez en cuando la vida
    nos besa en la boca
    y a colores se despliega
    como un atlas,
    nos pasea por las calles
    en volandas,

    y nos sentimos en buenas manos;
    se hace de nuestra medida,
    toma nuestro paso
    y saca un conejo de la vieja chistera
    y uno es feliz como un niño
    cuando sale de la escuela.

    De vez en cuando la vida
    toma conmigo café
    y está tan bonita que
    da gusto verla.
    Se suelta el pelo y me invita
    a salir con ella a escena.

    De vez en cuando la vida
    se nos brinda en cueros
    y nos regala un sueño
    tan escurridizo
    que hay que andarlo de puntillas
    por no romper el hechizo.

    De vez en cuando la vida
    afina con el pincel:
    se nos eriza la piel
    y faltan palabras
    para nombrar lo que ofrece
    a los que saben usarla.

    De vez en cuando la vida
    nos gasta una broma
    y nos despertamos
    sin saber qué pasa,
    chupando un palo sentados
    sobre una calabaza.




     
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    clause Claudia

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    El Fantasma de la Opera
    Gastón Leroux
    El gallo también ha vuelto a empezar. La sala estalla en un prodigioso tumulto. Derrumbados en sus sillones, los dos directores no se atreven siquiera a volverse. No tienen fuerza suficiente. ¡El fantasma se ríe de ellos en sus mismas narices! Y, por fin, oyen en el oído derecho su voz, la imposible voz, la voz sin boca, la voz que dice: -¡Esta noche está cantando como para hacer caer la araña central! En un mismo movimiento, ambos levantaron la cabeza hacia el techo y lanzaron un grito terrible. La araña, la inmensa masa de la araña se deslizaba, iba hacia ellos ante la llamada de aquella voz satánica. Descolgada, la araña caía de las alturas de la sala y se hundía en la platea, entre mil clamores. Aquello fue una avalancha, el sálvese quien pueda general. Mi deseo no es hacer revivir aquí una hora histórica. Los curiosos no tienen más que leer los periódicos de la época. Hubo muchos heridos y una muerta. La araña se había estrellado en la cabeza de la desgraciada que había ido aquella noche por primera vez en su vida a la Ópera, aquella a la que Richard había designado para reemplazar en sus funciones de acomodadora a la señora Giry, la acomodadora del fantasma. Murió en el acto, y al día siguiente un periódico publicaba estos titulares: ¡Doscientos mil kilos sobre la cabeza de una portera! Esta fue toda su oración fúnebre. IX EL CUPÉ MISTERIOSO Aquella trágica noche resultó fatídica para todo el mundo. La Carlotta había caído enferma. En cuanto a Christine Daaé, había desaparecido después de la función. Habían transcurrido quince días sin que se la hubiera vuelto a ver en el teatro, sin que se hubiera dejado ver fuera del teatro. No hay que confundir esta primera desaparición, que ocurrió sin escándalo, con el famoso rapto que poco después debía producirse en unas condiciones tan inexplicables y tan trágicas. Naturalmente, Raoul fue el primero en no entender los motivos que causaban la ausencia de la diva. Le había escrito a la dirección de la señora Valérius y no había recibido respuesta. Al principio no se había extrañado demasiado al saber en qué estado de ánimo se encontraba y su resolución de romper todo tipo de relación con él, sin que, por otra parte, tampoco Raoul pudiera adivinar el motivo. Su dolor no había hecho más que aumentar, y terminó por inquietarse al no ver a la cantante en ningún programa. Se representó Fausto sin ella. Una tarde, alrededor de las cinco, se dirigió a la dirección para conocer las causas desaparición de Christine Daaé. Encontró a los directores muy preocupados. Ni sus propios amigos los reconocían: habían perdido toda su alegría y entusiasmo. Se los veía atravesar el teatro con la cabeza gacha, el ceño fruncido y las mejillas pálidas, como si se vieran perseguidos por algún abominable pensamiento, o fueran presa de alguna mala jugada del destino que elige a su víctima y ya no la suelta. La caída de la araña había acarreado considerables responsabilidades, pero resultaba difícil hacer que los directores se explicaran a este respecto.
     
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    clause Claudia

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    DEVOCIONARIO (POEMA 14:icon_cool:

    Estoy sentado frente a un vaso de agua.
    Es igual que sentarse ante un océano.
    La eternidad se ahoga en una gota,
    pero el tiempo es un pálido velero.
    Sentado en popa miro el sol que nace.
    Sentado en proa miro el sol que muere.


    David Escobar Galindo
     
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    clause Claudia

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    DEVOCIONARIO (POEMA 161)

    Vagando por las calles infinitas
    descubrí que en mis pasos, desafiándome,
    regresaba un poeta sedentario,
    fieramente interior. Los inasibles
    lazos de su nostalgia me envolvían,
    como un augurio impávido. Soy tiempo.


    David Escobar Galindo
     
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    clause Claudia

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    EL CORAZÓN PERPLEJO

    Desventurado corazón perplejo,
    inconsecuente corazón,
    no dudes.
    No tiembles nunca más por lo que sabes,
    no temas nunca más por lo que has visto.
    Calamitoso corazón,
    alienta.

    Aprende en este ahora
    el pálpito que vuelve con lo eterno,
    para latir conforme en valentía.
    Los números del mundo están cifrados
    en la clave de un sol tan rutilante
    que te ciega los ojos si calculas.
    Ciégate en esperanza,
    errátil corazón,
    suma los números.
    Un orden en su imán te está esperando.

    Desde el final del tiempo se levanta
    un ácido perfume de hojas muertas.
    Respíralo y respira su secreto.
    Abre de par en par tu incertidumbre.
    No permitas
    que encuentre domicilio la tibieza,
    ni que este inescrutable amor oscuro
    cometa el gran pecado de estar triste.
    Acógete a ti mismo en tus entrañas
    con tu abrazo más fuerte,
    tu mejor padre en ti, tu mejor hijo,
    gobierna tu ocasión de madurez.

    Insiste una vez más
    aspira en estas rosas
    su pútrido fermento enamorado.
    En este desvarío de tu voz
    se desnuda el enigma, transparece
    la recompensa intacta de estar siendo.

    Aquí estamos tú y yo,
    altivo corazón,
    en desbandada.
    A fuerza de caer, desvanecidos,
    y a fuerza de cantar,
    enajenados.


    Carlos Marzal
     
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    clause Claudia

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    11 de Diciembre - Día Nacional del Tango ( Argentina)

    Volver
    Música: Carlos Gardel
    Letra: Alfredo Le Pera

    Yo adivino el parpadeo
    de las luces que a lo lejos
    van marcando mi retorno...
    Son las mismas que alumbraron
    con sus pálidos reflejos
    hondas horas de dolor...

    Y aunque no quise el regreso,
    siempre se vuelve al primer amor...
    La vieja calle donde el eco dijo
    tuya es su vida, tuyo es su querer,
    bajo el burlón mirar de las estrellas
    que con indiferencia hoy me ven volver...

    Volver...
    con la frente marchita,
    las nieves del tiempo platearon mi sien...
    Sentir...
    que es un soplo la vida,
    que veinte años no es nada,
    que febril la mirada,
    errante en las sombras,
    te busca y te nombra.
    Vivir...
    con el alma aferrada
    a un dulce recuerdo
    que lloro otra vez...

    Tengo miedo del encuentro
    con el pasado que vuelve
    a enfrentarse con mi vida...
    Tengo miedo de las noches
    que pobladas de recuerdos
    encadenan mi soñar...

    Pero el viajero que huye
    tarde o temprano detiene su andar...
    Y aunque el olvido, que todo destruye,
    haya matado mi vieja ilusión,
    guardo escondida una esperanza humilde
    que es toda la fortuna de mi corazón.



    Compuesto en 1935 y aparecido en la película "El día que me quieras".

     
  9. clause

    clause Claudia

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    El Fantasma de la Opera
    Gastón Leroux
    La investigación había concluido, declarándolo un accidente provocado por el mal estado de los medios de suspensión; el deber de los antiguos directores, así como el de los nuevos, habría sido el de comprobar este mal estado y remediarlo antes de que causara la catástrofe. Debo aclarar que, por aquella época, los señores directores Moncharmin y Richard se mostraron tan cambiados, tan lejanos... tan misteriosos..., tan incomprensibles que muchos abonados acabaron creyendo que algo más horrible aún que la caída de la lámpara había modificado el estado de ánimo de éstos. En sus relaciones cotidianas se mostraban muy impacientes, excepto precisamente con la señora Giry, que había sido reintegrada a sus funciones. Es fácil adivinar la forma en que recibieron al vizconde de Chagny cuando éste fue a pedirles noticias de Christine. Se limitaron a decirle que estaba de vacaciones. Preguntó cuánto tiempo estaría ausente; se le respondió, con cierta sequedad, que sus vacaciones eran ilimitadas, ya que Christine Daaé las había solicitado por motivos de salud. -¡Entonces está enferma! -exclamó-. ¿Qué tiene? -¡No sabemos nada! -¿Le han enviado ustedes el médico del teatro? -¡No! Ella no lo reclamó, y puesto que merece nuestra máxima confianza, hemos creído en su palabra. El asunto no pareció tan claro a Raoul, que abandonó la ópera presa de los más sombríos pensamientos. Decidió que, pasara lo que pasara, ir en busca de noticias a casa de la señora Valérius. Recordaba, sin duda, los términos enérgicos con que Christine Daaé, en su carta, le prohibía intentar cualquier cosa para verla. Pero lo que había visto en Perros, lo que había oído detrás de la puerta del camerino, la conversación que había sostenido con Christine en la colina, le hacía presentir alguna maquinación que, por poco diabólica que fuera, tampoco era humana. La imaginación exaltada de la joven, su alma tierna y crédula, la educación primitiva que había llenado sus primeros años de un cúmulo de leyendas, el continuo pensamiento en su padre muerto por encima de todo, el estado de éxtasis sublime en el que la música la sumergía en el momento en que este arte se manifestaba en ciertas condiciones excepcionales -¿no debía juzgarse así después de la escena del cementerio?-, todo aquello parecía conformar un terreno espiritual propicio a los maléficos designios de algún personaje misterioso y sin escrúpulos. ¿De quién era víctima Christine Daaé? Esta es la pregunta que Raoul se hacía a sí mismo mientras se apresuraba a ir al encuentro de la señora Valérius. El vizconde tenía un espíritu de los más sanos. Era, sin duda, poeta y le agradaba la música, en lo que tiene de más etéreo, y era un gran entusiasta de las viejas leyendas bretonas donde danzan las korrigans; y, por encima de todo, estaba enamorado de aquella pequeña hada del Norte que era Christine Daaé. Pero todo esto no impedía que sólo creyera en lo sobrenatural en materia de religión y que la historia más fantástica del mundo no fuera capaz de hacerle olvidar que dos y dos son cuatro. ¿Qué le diría la señora Valérius? Temblaba mientras llamaba a la puerta de un pequeño piso de la calle Notre-Dame-des-Victoires. La doncella que una noche le había precedido al salir del camerino de Christine, vino a abrirle. Le preguntó si era posible ver a la señora Valérius. La doncella le contestó que se encontraba enferma en su lecho y que no estaba en condiciones de «recibir». -Hágale llegar mi tarjeta -dijo.
     
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    clause Claudia

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    LA RENUNCIA

    He renunciado a ti. No era posible
    Fueron vapores de la fantasía;
    son ficciones que a veces dan a lo inaccesible
    una proximidad de lejanía.

    Yo me quedé mirando cómo el río se iba
    poniendo encinta de la estrella...
    hundí mis manos locas hacia ella
    y supe que la estrella estaba arriba...

    He renunciado a ti, serenamente,
    como renuncia a Dios el delincuente;
    he renunciado a ti como el mendigo
    que no se deja ver del viejo amigo;

    Como el que ve partir grandes navíos
    como rumbo hacia imposibles y ansiados continentes;
    como el perro que apaga sus amorosos brios
    cuando hay un perro grande que le enseña los dientes;

    Como el marino que renuncia al puerto
    y el buque errante que renuncia al faro
    y como el ciego junto al libro abierto
    y el niño pobre ante el juguete caro.

    He renunciado a ti, como renuncia el loco a la palabra que su boca pronuncia;
    como esos granujillas otoñales,
    con los ojos estáticos y las manos vacías,
    que empañan su renuncia, soplando los cristales en los escaparates de las confiterías...

    He renunciado a ti, y a cada instante
    renunciamos un poco de lo que antes quisimos
    y al final, !cuantas veces el anhelo menguante
    pide un pedazo de lo que antes fuimos!

    Yo voy hacia mi propio nivel. Ya estoy tranquilo.
    Cuando renuncie a todo, seré mi propio dueño;
    desbaratando encajes regresaré hasta el hilo.
    La renuncia es el viaje de regreso del sueño...

    Andrés Eloy Blanco
     
  11. clause

    clause Claudia

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    EDIPO Y EL ENIGMA

    Cuadrúpedo en la aurora, alto en el día
    y con tres pies errando por en vano
    ámbito de la tarde, así veía
    la eterna esfinge a su inconstante hermano,

    el hombre, y con la tarde un hombre vino
    que descifró aterrado en el espejo
    de la monstruosa imagen, el reflejo
    de su declinación y su destino.

    Somos Edipo y de un eterno modo
    la larga y triple bestia somos, todo
    lo que seremos y lo que hemos sido.

    Nos aniquilaría ver la ingente
    forma de nuestro ser; piadosamente
    Dios nos depara sucesión y olvido.


    Jorge Luis Borges
     
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    clause Claudia

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    El amenazado
    Jorge Luis Borges


    [​IMG]
    Es el amor. Tendré que ocultarme o que huir.

    Crecen los muros de su cárcel, como en un sueño atroz. La hermosa
    máscara ha cambiado, pero como siempre es la única. De que me servirán
    mis talismanes: el ejercicio de las letras, la vaga erudición, el
    aprendizaje de las palabras que uso, el áspero Norte para cantar sus
    mares y sus espadas, la serena amistad, las galerías de la Biblioteca,
    las cosas comunes, los hábitos, el joven amor d e mi madre, la sombra
    militar de mis muertos, la noche intemporal, el sabor del sueño?

    Estar contigo o no estar contigo es la medida de mi tiempo.

    Ya el cántaro se quiebra sobre la fuente, ya el hombre se levanta
    a la voz del ave, ya se han oscurecido los que miran por las ventanas,
    pero la sombra n o ha traído la paz.

    Es, ya lo se, el amor: la ansiedad y el alivio de oír tu voz, la
    espera y la memoria, el horror de vivir en lo sucesivo.

    Es el amor con sus mitologías, con sus pequeñas magias inútiles.

    Hay una esquina por la que no me atrevo a pasar.

    Ya los ejércitos me cercan, las hordas.
    (Esta habitación es irreal; ella no la ha visto.)

    El nombre de una mujer me delata.

    Me duele una mujer en todo el cuerpo.

    [​IMG]
     
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    clause Claudia

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    La leyenda de Perséfone

    Perséfone, en la mitología griega, era la hija de Zeus, padre de los Dioses, y Deméter, diosa de la fecundidad, de la tierra y la agricultura, símbolo de esa fecundidad que ella llevaba consigo. Vivía en un bosque lejano, en cuyos lindes se abría la espesura, rodeada de otras ninfas como ella, hijas de dioses o de dios y mortal. Con ellas jugaba y se crió, siempre bajo la vigilancia de su madre, que era toda ternura con su pequeña hija.

    Nuestra Perséfone creció feliz entre juegos, risas, cantos y bailes. Pero no todo podía ser hermoso (¿qué historia no tiene mezcla de risas y lágrimas?) y resultó que un día en que Hades, señor de los infiernos, se encontraba paseando por los límites de sus terrenos, se acercó demasiado a esa espesura en la que acababa el bosque, hogar de Perséfone. La vio, teniendo todo lo que él no tenía, esa gracia, esa vitalidad... y se enamoró, insistiendo en casarse con ella. En este punto, las historias se mezclan, hay quien dice que Zeus, el padre, no queriendo tener problemas con el amo de los infiernos, dio su consentimiento a la boda, sin dejarse ablandar por las súplicas de Deméter o las lágrimas de su hija. Otros cuentan que fue el propio Hades el que acabó urdiendo un plan por el que su amada bajaría a su reino, ya que él no podía abandonarlo. Y fue así que encantó una de esas flores que tanto le gustaban a la protagonista de nuestra historia, así que cuando ella se acercó un día que recogía flores para hacer una diadema, la flor encantada la engulló haciéndola descender al hogar de Hades.

    Fueron días muy duros para Perséfone, que vio desaparecer todo aquello que amaba: las flores, el verdor del césped, las gotas de rocío con las que lavaba su cara al salir el sol... Al principio se mostró reticente incluso a entablar ninguna conversación con Hades, y se escondió en su mundo de recuerdos, pero según pasaban los días el enfado y la negación dieron paso a una resignación triste.

    Hades había ya dispuesto todo para su boda, y llegado el día, Perséfone, ya sin lágrimas por todo lo que había llorado, dio el "sí, quiero", a su raptor. Algunos dicen que debería haber aguantado más... pero a veces la desesperanza es el peor de nuestros enemigos.

    Mientras tanto, Deméter buscaba a su hija desesperadamente. Durante 9 días y 9 noches recorrió cada rincón de la tierra buscándola, hasta que el décimo día, el Sol, que todo lo ve, decidió contarle lo que había visto, la joven recogiendo flores y la tierra engulléndola. Deméter enfureció y dejó la tierra, que sin su presencia se quedó estéril y vacía, nada crecía ya en ella. Marchó a hablar con Zeus para que le exigiese a Hades que devolviera a la muchacha. Pero cuando Zeus iba a tomar cartas en el asunto era demasiado tarde y ya Perséfone se había casado con Hades, comiendo perlas de una granada en el pequeño banquete que hubo tras la boda, sin saber que la granada es la fruta del inframundo, que la retendría allí para siempre.


    Pero todo esto no arredró a Deméter, que acabó bajando por su propio pie al mismo Infierno, tras cruzar la laguna Estigia, y sin temer al perro Cancerbero, fiel seguidor de Hades y guardián de las puertas infernales. Y allí, frente a frente con Hades, repitió su intención de recuperar a su hija y de permanecer en el infierno hasta que ella regresara a la tierra con ella.

    Viendo Zeus que la tierra agonizaba sin Deméter en ella, que las flores se negaban a crecer, los pastos amarilleaban y hasta los animales dejaban de tener crías, se puso esta vez de parte de Deméter, y así acabaron llegando a un acuerdo con Hades. Perséfone pasaría medio año con él en el mundo de los muertos, y el otro medio con su madre, bajo el sol, y esta solución intermedia fue la que finalmente aceptaron todos, llegando Perséfone a reinar junto a Hades (y se cuenta que a interceder por los vivos en más de una ocasión) la mitad del año en que vivían juntos.

    Es por esto por lo que la mitad del año, todo florece y llega la primavera, personificada en Perséfone, y la otra mitad, aquella en que vuelve al hogar de Hades, llega el frío, las lluvias y las nieves, ya que ella ha marchado y su madre la extraña y llora, regando los campos con nieve y hielo. Y así es como nosotros, los humanos, tan lejos de dioses, diosas y héroes, acabamos recibiendo las consecuencias de sus actos, siendo esta vez la secuencia de estaciones lo que nos llega de toda esta historia
     
  14. poetisa

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    La leyenda del girasol

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    La leyenda del girasol

    En la aldea pequeña junto al bosque de coníferas,vivía Soraya. La pequeña había crecido en medio de los cuentos de su abuela, pero siempre le pedía una vez más , que le relatara la leyenda del girasol.
    Doña Martina, lo repetía solamente cuando se abrían todos los girasoles.Entonces,llegaban hasta el jardín , donde relucían como enormes soles , todos los girasoles y allí comenzaba a relatar una vez más la leyenda que tanto gustaba a Soraya.

    “En una caverna que las olas habían hecho en el alto acantilado frente al mar , se refugió una joven , única que se salvó de una guerra tribal.
    Alejada de su pueblo que ya no existía ,Ecktria comenzó a alimentarse con todo lo que la marea dejaba en la entrada de la gruta, las gaviotas eran sus únicas compañeras y cientos de piedritas marcaban su vivienda natural .
    Aguardaba la salida del sol para abrigarse y comenzó a adorarlo como a un dios.
    Sus largos cabellos dorados parecían ser extensión de sus rayos .
    Ecktria se entristecía y se bañaba en lágrimas cuando un manto de espesas nubes ocultaban al astro de fuego y luz. Lo extrañaba y le cantaba aleluyas como cuando aparecía.

    Aleluya tu fuego
    que brilla y amo
    con fuerte pasión.
    Aleluya sol
    de llamas me abrigas
    de luz me iluminas
    tu giro es mi giro
    de loca pasión.

    Apenas él volvía a relucir y dejar destellos de bronce en su piel , se trasformaba en la mujer más feliz del mundo. Sentía las caricias tibias en todo su cuerpo, mientras atrapaba su luz en algunas caracolas . Las noches frías cerca al mar, no le lastimaban porque había aprendido a guardar en varias ostras muchos rayitos del cálido sol.
    Pero una noche , una rápida marea entró hasta la gruta devorando todo y arrastró al mar a Ecktria.
    Adormecida ,llevada por las olas llegó sin saberlo a una orilla lejana de verde pradera.
    Despertó buscando a sol, pero ya no lo sintió , ni vió su caverna, ni a las gaviotas .Las caracolas tampoco estaban .
    Lloró, lloró mucho, desesperadamente.
    Hundió sus manos en la tierra quiso fundirse en ella , quizás allí sentiría el calor del sol. Quería siempre tenerlo, seguir su viaje en el infinito,llenarse con su calor, embellecerse con su luz, adorarlo como a un dios , como a un rey sin trono.
    Su deseo creció tanto y tanto que un rayo intenso de dorada luz filtrado entre las nubes , hizo crecer en ese hoyo donde hundiera sus manos , una planta alta y elegante, elevada con dignidad y alegría ,con pétalos amarillos relucientes como un sol , coronando así a su bellísima flor”


    smt poetisa
     
  15. clause

    clause Claudia

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    Re: ... de poetas, cuentos y leyendas

    muy linda poetisa, gracias! :happy: