Re: ... de poetas, cuentos y leyendas http://www.cancioneros.com/nc/2145/0/viaje-a-la-luna-josep-maria-espinas-xavier-montsalvatge Viaje a la Luna (Josep Maria Espinàs - Xavier Montsalvatge) La narración que vamos a escuchar se llama "VIAJE A LA LUNA". Antes de empezar debéis saber que a cada capítulo de la historia corresponde un determinado grupo de instrumentos de la orquesta. El orden de aparición será el siguiente: Para empezar, toda la orquesta a la vez. En segundo lugar, la familia de los instrumentos de metal: trombones, trompas y trompetas. A continuación, la extensa familia de los instrumentos de percusión: timbales, bombo, platillos, xilófono, triángulo, caja china, látigo, carraca, silbato y tam-tam. Después los instrumentos de cuerda: violines, violas, violoncelos y contrabajos unidos al arpa, los metales y la percusión. Luego la familia de los instrumentos de madera: flautín, flautas, oboes, clarinetes y fagot. Y finalmente, el "tuti", o sea, todos los instrumentos de la orquesta conjuntados. 1. Era un domingo por la tarde, y la Panda de los Inventis no sabía qué hacer. Se llamaban los Inventis porque eran unos chicos y unas chicas que siempre andaban inventando juegos e historias. Tenían mucho ingenio y eran buena gente. Aquel domingo querían hacer algo nuevo, algo extraordinario, algo que fuese más divertido que todo lo que habían hecho hasta entonces. Iván, que era el jefe de la pandilla, dijo: - Que cada uno de nosotros proponga un juego o una aventura, y escogeremos lo que nos guste más. Empieza tú, Carlos. ¿Qué podríamos hacer? Pero no nos dejes sordos con tu voz de trombón. Veamos, ¿qué nos propones? /trombón/ 2. Después habló Luis: - No, Carlos, no, explorar las entrañas de la tierra es demasiado fácil. Hay muchos agujeros para entrar, y sólo se trata de bajar. A mí me gustan aventuras más difíciles. Y bueno, no era poco difícil la aventura que explicó: /trompa/ 3. Casi daba miedo oír la voz de Luis, que sonaba como una trompa, cuando explicaba que deseaba descubrir qué había en el fondo del mar: /trompa/ 4. Tomás dijo que sí, que él también se apuntaba: /2 trompas/ 5. Pero Iván y Miguel no estaban de acuerdo: /2 trombones/ 6. Decían que si se metían en el mar quedarían empapados, y habría bronca familiar: /trombones y trompas/ 7. Pero los demás se burlaban: - Y si nos metemos bajo tierra, ¿qué? El polvo se nos meterá hasta por las orejas. La discusión no se acababa nunca: /trombones y trompas/ 8. Entonces Ana, una de las chicas, que ya estaban hartas de que los chicos nos les hicieran caso, empezó a hablar. Empezó muy bajito... /trompeta/ 9. Después más fuerte, y pronto se le añadieron todas las chicas. ¡Qué bullicio! /trompetas/ 10. - ¡Pero, de qué están hablando estas locas! Y entonces Ana lo dijo muy claro: 11. - ¡La Luna! ¡La Luna! Y la idea tuvo tanto éxito que toda la pandilla empezó a gritar: ¡La Luna, vayamos a la Luna! /todo el metal/ 12. Desde aquel día, cada domingo por la tarde, la pandilla de los Inventis se reunía para discutir todos los detalles del viaje a la Luna: /percusión/ - ¿Desde dónde lanzaremos el cohete? - Desde la azotea de casa, que es la más alta. - Ahí arriba hará fresquito, ¿no?. Mamá siempre dice que me ponga la bufanda cuando voy al cole... - Una mochila llena de chocolate, eso es lo que necesitamos. - Y una bici, una bici para pasear por la Luna. - ¡Alto, alto! -avisó Iván-. Si empezamos a cargar el cohete no alzará ni un palmo del suelo. /metal/ 13. Y cuando todo el mundo se puso de acuerdo, llegó la hora de empezar a construir el cohete. Todos iban transportando a la azotea de la casa de Iván los elementos y aparatos más extraños. /percusión/ 14. Nunca se había visto una procesión tan rara... /percusión/ 15. Al principio, dejaban todos los trastos por el suelo, sin orden ni concierto. 16. Hasta que, unos días más tarde, Iván dijo: - Ya tenemos bastante material. Ahora os explicaré cómo debemos montar el hierro, las latas, el aluminio, el plástico, los muelles, todo. Carlos, Luis, Tomás: ¡manos a la obra! 17. Todos trabajaban de firme. A veces metían tanto ruido, los chicos y las chicas, que para entenderse tenían que gritar: /percusión y metal/ 18. Cuando el trabajo ya andaba mediado, el cohete empezó a inclinarse peligrosamente... 19. Hasta que... 20. ¡Todo por el suelo! Pero la panda de los Inventis, sin desanimarse, volvió a empezar. Pero esta vez ya tenían experiencia, y trabajaron más deprisa y más seguros. 21. Cuando el cohete estuvo listo, Iván dijo a las chicas: - Ahora os toca a vosotras. Id con mucho cuidado, porque es la operación más delicada. Llenad el depósito con el combustible secreto. Y ellas que se las sabían todas, enseguida lo tuvieron lleno. /percusión y metal/ 22. De pronto, se hizo un gran silencio. Ya no quedaba nada más que hacer. Se miraron unos a otros, hasta que Iván dijo: - Ha llegado el momento de entrar en el cohete. Uno tras otro, y muy despacio. /metal/ 23. Abrochaos el cinturón. Y poneos el casco. Atención: cinco, cuatro, tres, dos, uno... ¡Arriba! /cuerda, metal y percusión/ 24. Cuando vieron que salían disparados... ¡qué griterío de entusiasmo! 25. Ya subían por los aires. 26. Arriba, cada vez más arriba... 27. Con las caras pegadas a los cristales de las ventanillas, todos aquellos aprendices de astronautas admiraban la belleza del espacio. 28. La Tierra se veía cada vez más pequeña. 29. ¡Mirad, mirad! ¡Ya estamos cerca de la Luna! 30. Iván consultó el reloj cósmico que llevaba y avisó: - Carlos, prepárate para poner en marcha los cohetes de freno. 31. ¡Ya! 32. ¡Habían llegado! 33. - ¡Dejad de alborotar, pandilla! Luis, abre la puerta y salid uno tras otro. /flautín/ 34. Todos se quedaron inmóviles sobre la Luna. Parecía un desierto, pero un desierto blanco, donde se divisaban pequeñas colinas parecidas a flanes; a sus pies, el suelo parecía nata congelada. No había ni una pizca de aire. Al principio, les pareció que todo era silencio. Pero poco a poco... 35. - ¿Oís esa voz? Alguien nos da la bienvenida. 36. - Parece un flautín -dijo una chica. /flautas/ 37. - ¿Un flautín? No. Seguro que es un habitante invisible de la Luna. /oboes y clarinetes/ 38. - Fijaos. Esta otra voz también es muy bonita. 39. Se oían nuevas voces, y todos los de la panda escuchaban boquiabiertos. /fagot/ 40. - ¿No os parece que ése se ríe de nosotros? 41. - Vamos, chicos, tenemos que descubrir dónde se esconden. ¡Adelante! /madera y percusión/ Eran una especie de hombres como los hombres de la Tierra, pero más alegres y parecían hermanos. Eran una especie de mujeres como las mujeres de la Tierra, pero más alegres y llevaban una rosa en la mano, como si siempre fuera un día de fiesta. Eran una especie de niños y niñas como los niños y niñas de la Tierra, pero más alegres y sinceros, y más felices de tener amigos. 42. - Chicos y chicas que me escucháis. La Pandilla de los Inventis no volvió de la Luna, aunque tenían su cohete listo. Eso significa que todo lo que allí descubrieron les gustó mucho. Allí siguen, y sin duda, esperan que vaya más gente de la Tierra. /orquesta/ Gente decidida y alegre como ellos. 43. Gente que tenga ganas de estudiar y de trabajar... 44. Gente que crea que hay que hacer de verdad un mundo mejor... 45. Y que se interese por la gente que no conoce, la gente que es diferente. 46. Si vosotros sois así, no lo dudéis: llegaréis muy lejos... ¡A las tres!, ¡A las dos!, ¡A la una!: ¡A la Luna! /Todo, como final/
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas LA MUERTE DE RUBÉN DARÍO Si era toda en tu verso la armonía del mundo, ¿dónde fuiste, Darío, la armonía a buscar? Jardinero de Hesperia, ruiseñor de los mares, corazón asombrado de la música astral, ¿te ha llevado Dionysos de su mano al infierno y con las nuevas rosas triunfantes volverás? ¿Te han herido buscando la soñada Florida, la fuente de la eterna juventud, capitán? Que en esta lengua madre la clara historia quede; corazones de todas las Españas, llorad. Rubén Darío ha muerto en sus tierras de Oro, esta nueva nos vino atravesando el mar. Pongamos, españoles, en un severo mármol, su nombre, flauta y lira, y una inscripción no más: Nadie esta lira pulse, si no es el mismo Apolo, nadie esta flauta suene, si no es el mismo Pan. Antonio Machado, 1916
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas Al borrarse la nieve, se alejaron los montes de la sierra. la vega ha verdecido al sol de abril, la vega tiene la verde llama, la vida, que no pesa; y piensa el alma en una mariposa, atlas del mundo, y sueña. Con el ciruelo en flor y el campo verde, con el glauco vapor de la ribera, en torno de las ramas, con las primeras zarzas que blanquean, con este dulce soplo que triunfa de la muerte y de la piedra, esta amargura que me ahoga fluye en esperanza de Ella... Antonio Machado
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas PROVERBIOS Y CANTARES - XV Cantad conmigo a coro: Saber, nada sabemos, de arcano mar venimos, a ignota mar iremos... Y entre los dos misterios está el enigma grave; tres arcas cierra una desconocida llave. La luz nada ilumina y el sabio nada enseña. ¿Qué dice la palabra? ¿Qué el agua de la peña? Antonio Machado
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas LO QUE DEJÉ POR TI Dejé por ti mis bosques, mi perdida arboleda, mis perros desvelados, mis capitales años desterrados hasta casi el invierno de la vida. Dejé un temblor, dejé una sacudida, un resplandor de fuegos no apagados, dejé mi sombra en los desesperados ojos sangrantes de la despedida. Dejé palomas tristes junto a un río, caballos sobre el sol de las arenas, dejé de oler la mar, dejé de verte. Dejé por ti todo lo que era mío. Dame tú, Roma, a cambio de mis penas, tanto como dejé para tenerte. Rafael Alberti
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas El Fantasma de la Opera Gastón Leroux Se retorció de una forma horrible las manos, mientras Raoul, presa también de aquel horror contagioso, la apretaba contra su pecho. -¡No, no! ¡No volverá a oírle decir que la anca! ¡No volverá a ver sus lágrimas! ¡Huyamos!... ¡Ahora mismo, Christine, huyamos! -y quería arrastrarla ya. Pero ella le detuvo. -¡No, no! -dijo inclinando dolorosamente la cabeza-. ¡Ahora no!... Sería demasiado cruel... Déjelo oírme cantar una vez más, mañana por la noche.... y después nos iremos. A medianoche ira usted a buscarme a mi camerino, a las doce en punto. En ese momento me estará esperando en el comedor del lago... ¡pero nosotros seremos libres y usted me llevará consigo!... Incluso si me niego... debe jurármelo, Raoul... Sé perfectamente que esta vez, si vuelvo, tal vez no regrese jamás... -y añadió-: ¡No puede usted comprender!.. . Lanzó un suspiro al que pareció contestar otro suspiro detrás de ella. -¿No ha oído? Le castañeteaban los dientes. -No -aseguró Raoul-, no he oído nada. -Es horroroso -afirmó ella- estar temblando así constantemente... Sin embargo, aquí no corremos ningún peligro. Estamos en nuestra casa, en mi casa, en el cielo, al aire libre, en pleno día. El sol está ardiendo, ¡y a los pájaros nocturnos no les gusta contemplar el sol! Jamás lo he visto a la luz del día... ¡Debe ser horrible!... -balbuceó mirando a Raoul con ojos perdidos-. Ah, la primera vez que le vi creía que él iba a morirse! -¿Por qué? -preguntó Raoul realmente asustado del tono que tomaba aquella extraña y formidable confidencia-... ¿Por qué creyó que iba a morir? -¡¡¡PORQUE YO LO HABÍA VISTO!!! Esta vez Raoul y Christine se volvieron a un tiempo. -Por aquí hay alguien que sufre -dijo Raoul-..., tal vez un herido... ¿No ha oído? -No podría decirlo -declaró Christine-, incluso cuando no está, mis oídos están llenos de sus suspiros... Pero si usted lo ha oído... Se levantaron y miraron alrededor de sí... Se encontraban absolutamente solos en el inmenso tejado de plomo. Volvieron a sentarse. Raoul preguntó: -¿Cómo lo vio por primera vez? -Hacía tres meses que lo oía sin verlo. La primera vez creí, como usted, que aquella voz adorable, que de repente se había puesto a cantar a mi lado, cantaba en el camerino de al lado. Salí y la busqué por todas partes. Pero mi camerino está muy aislado, como ya sabe, no, pude encontrar la voz en otro lugar. En realidad, seguía allí, en mi camerino. Además, no se limitaba a cantar, sino que me hablaba, contestaba a mis preguntas como una auténtica voz de hombre, con la diferencia de que era bella como la voz de un ángel. ¿Cómo explicar un fenómeno tan increíble? Yo nunca había dejado de pensar en el «Ángel de la música» que mi pobre padre había prometido enviarme apenas muriese. Me atreví a hablarle de esta chiquillada, Raoul, porque usted conoció a mi padre, porque él le quiso y porque usted creyó, igual que yo, cuando éramos niños, en el «Ángel de la música». Por eso estoy segura de que no se sonreirá ni se burlará. Yo conservaba el alma tierna y crédula de la pequeña Lotte y no fue precisamente la compañía de la señora Valérius la que me la hizo perder. Llevé aquella alma inmaculada en mis manos ingenuas e, ingenuamente, la tendí, la ofrecí a la voz de hombre, creyendo ofrecerla al ángel. En cierta manera, la culpa fue también de mi madre adoptiva, a la que no ocultaba yo nada del inexplicable fenómeno. Se apresuró en decirme: «Debe ser el Ángel. En todo caso, siempre puedes preguntárselo». Lo hice, y la voz de hombre me contestó que era en efecto la voz de ángel que esperaba y que mi padre me había prometido al morir. A partir de aquel momento, se estableció una gran intimidad entre la Voz y yo, y tuve confianza absoluta en ella. Me dijo que había bajado a la tierra para hacerme experimentar la felicidad suprema del arte eterno, y me pidió permiso para darme clases de música todos los días. Acepté con gran ardor y no faltaba a ninguna de las citas que me daba, a primera hora, en mi camerino, cuando ese rincón de la Opera está totalmente desierto. ¿Cómo explicarle cómo fueron aquellas clases? Ni usted mismo, aunque haya oído la voz, puede hacerse una idea. -Lo cierto es que no puedo hacerme una idea -afirmó el joven-. ¿Con qué se acompañaba? -Con una música que ignoro, que estaba detrás de la pared y era de una precisión incomparable. Además, era como si la Voz supiera con exactitud en qué punto de mis clases mi padre me había dejado al morir, y también el simple método que había usado. Y así, recordando, o mejor dicho, al acordarse mi voz de todas las lecciones anteriores y beneficiándome de repente de las que recibía, evolucioné prodigiosamente, ¡y de tal modo que en otras condiciones habría tardado años! Piense que mi salud es bastante delicada, y que mi voz tenía en principio poco carácter. Naturalmente, las cuerdas bajas estaban poco desarrolladas, los tonos agudos eran demasiado duros y los medios confusos. Era a aquellos defectos a los que mi padre había combatido y vencido por un instante. Fue a estos defectos a los que la Voz venció definitivamente. Poco a poco aumentaba el volumen de los sonidos en proporciones que mi debilidad pasada no me habría permitido esperar: aprendí a dar el máximo posible de alcance a mi respiración. Pero la Voz me confió el secreto de desarrollar los sonidos de pecho en una voz de soprano. Sobre todo recubrió todo esto con el fuego sagrado de la inspiración, despertó en mí una vida ardiente, devoradora, sublime. La Voz tenía la virtud de, al hacerse oír, elevarme hasta ella. Me ponía a la altura de su vuelo maravilloso. ¡El alma de la Voz habitaba en mi boca y la llenaba de armonía! »En pocas semanas, ya no me reconocía al cantar... Estaba incluso asustada... por un momento temí que hubiera en todo eso una especie de sortilegio. Pero la señora Valérius me tranquilizó. Me consideraba una joven demasiado simple como para interesar al demonio. »Mi cambio era un secreto que tan sólo sabíamos la Voz, la señora Valérius y yo, ya que la misma Voz lo había ordenado así. Cosa curiosa, fuera del camerino cantaba con mi voz de cada día y nadie se enteraba de nada. Yo hacía todo lo que quería la Voz. Me decía: "Hay que esperar... ¡Ya lo verás! Sorprenderemos a todo París!" Y yo esperaba. Vivía una especie de sueño de éxtasis que la Voz controlaba. En estas circunstancias, Raoul, le vi una noche en la sala. Mi alegría fue tan grande que ni siquiera pensé en ocultarla al entrar en mi camerino. Para desgracia nuestra, la Voz se encontraba ya allí y pudo ver, por mi actitud, que sucedía algo nuevo. Me preguntó
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas Rosas amarillas Como un paisaje nocturno , su figura delgada, cubierta de luto salió de la casa cercana al mar .Desde hacía una semana caminaba por la costa arenosa , mirada distante y profunda como poesía lírica,mirada que se perdía confundiéndose en la bruma. Cargaba en sus pasos cansados el peso de la ausencia. Mariana Ortiz Pauliucci, había vivido días de entrañable relación, digamos de febril vínculo amoroso con Baulieurou , escultor que conociera en la playa cuando él la descubre casi libre de ropas con apenas un finísimo y transparente lienzo celeste que la envolvía al azar. Desde aquel día vivieron juntos hilando como orfebres una relación extraña, entre ella , que venía de soledades selladas después de la guerra que la arrojó al mundo sin vínculos familiares y él un eximio escultor mucho mayor que ella. Recordaba su habilidad creando desde un trozo de piedra sin sentido. Sus palabras suaves como las formas que creaba, sus ademanes gentiles y delicados como vuelo de mariposa. Pero él se había hecho estrella , silenciosamente , un anochecer del viernes último del verano. Apenas un tierno beso fue lo último sentido por Baulieurou. Él , que había sido su sostén, una red maravilllosa , sutil como luna de agua , ya no estaba. Por eso volvía a la playa ,buscaba sanar su alma y sumergirse en sueños de nuevas auroras.Intentaba contemplar el mar inquieto y oir en sus olas , los susurros de él , los mitos relatados en noches sin luna. Abandonó la morada que compartieran,no quería seguir en ese lugar que ya no tenía sentido sin él. La última luz del atardecer iluminó su ojos jóvenes y tristes poblados de desconsuelo. Se encendió en su recuerdo la visión del manto de rosas amarillas sobre el lecho, ritual que estallada en los momentos fulgurantes de amor. En cuántas ocasiones le había preguntado por qué rosas amarillas, pero él juntaba a su silencio cientos de ternuras y besos y ya no interesaba una respuesta. Hasta las tazas del desayuno lucían rosas amarillas y el perfume de esa rosas quedaban en la piel después de cada baño. Sola, más sola que nunca buscó tranquilizarse ,pero las rosas amarillas la acompañaban en el pensamiento. Junto a la lámpara de pie , había quedado un viejo baúl que el escultor guardaba celosamente . A Mariana le asaltó una idea, buscar el candado para abrirlo,para conocer qué se guardaba allí. En la tapa un relieve en oro destacaba a dos ángeles sosteniendo una rosa amarilla. La luz de la gran chimenea, a las 11.00 salpicaba sobre ellos con más fuerzas los días de sol. Cuando entró, quizás por última vez a la casona, buscando el candado , la enorme araña que pendía en el salón donde estaba el misterioso baúl comenzó a balancearse formando un círculo que despedía aroma de rosas. Intentó mantener la calma y tan quieta quedó que parecía una de las bellas estatuas que nacieran de manos de Baulieurou. La araña de complicados arabescos seguía girando cada vez más lenta pero continuaba reflejando sombras de exuberantes formas. Extasiada, Mariana quiso danzar como lo hacía ante él cada amanecer. Eternamente como el mar, seducirlo hasta la locura. Finalmente la quietud , la araña dejó de emanar perfumes , dejó de moverse. Nuevamente , la asaltó el impulso por hallar el candado. Se acercó a la mesita donde había decenas de caracolas, tomó una de ellas, la acercó a su oído derecho y una voz deshilachaba le indicó donde podría hallarlo. Las campanas del templo cercano sonaban más alegres y un soplo de polen se adhirió al vidrio de la ventana principal. Afuera el sol, supuraba su oro. Abrió el baúl y un aroma sutil de rosas la envolvió.Adentro dormía un libro grande de tapas de cuero con rosas amarillas repujadas . Mariana temblaba, lo sostenía y pasó muchas veces sus manos sobre esos bajorrelieves, ante se abrir el libro. Quiso recorrerlo,no allí, sino afuera, en la playa , en ese lugar donde lo había conocido. Leerlo. Beberlo palabra a palabra. Allí , en la arena ,bajo un sol ardiente,Mariana abrió el libro y entonces afloraron miles de rosas amarillas. Ella quedó cubierta de pétalos. Se adhirieron a su joven piel formando una túnica bellísima . Pero algo más había en ese libro: un poema... Cuando me vaya de este suelo, mi princesa Mariana hallará consuelo, estará mi alma en cada pétalo amarillo y en ellos estará mi amor en brillo, permanente como el cielo. No sentirás mi ausencia porque estará mi presencia en los aromas sembrados en tu piel, son mis sentimientos de miel fundidos por siempre en tu ángel, y andarás vestida de rosas amarillas como alguna vez tu cuerpo esculpí... .
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas EN EL PRINCIPIO Si he perdido la vida, el tiempo, todo lo que tiré, como un anillo, al agua, si he perdido la voz en la maleza, me queda la palabra. Si he sufrido la sed, el hambre, todo lo que era mío y resultó ser nada, si he segado las sombras en silencio, me queda la palabra. Si abrí los labios para ver el rostro puro y terrible de mi patria, si abrí los labios hasta desgarrármelos, me queda la palabra. Blas de Otero
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas TESTIMONIO FINAL (J.E. Seri - A. Yupanqui) Celebro mi destino de sentir como siento, de vivir como vivo, de morir como muero. Y porque lo celebro y soy al fin la nada de la sombra de un verso, os digo: ¡muchas gracias! Mil gracias, si señor de la vida y la muerte, por ser apenas esto, brizna efímera y leve. Y el de pasar mis días finales en el mundo, con las manos vacías y el corazón profundo.
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas SOY LIBRE Unos ojos estoy viendo, Por esos ojos me muero. Soy libre ¡Soy bueno! Y puedo querer. Me han dicho que tiene dueño, Y así, con dueño, los quiero. Soy libre! Soy bueno! Y puedo querer. Quisiera cruzar el río Sin me sienta la arena. Soy libre ¡Soy bueno! Y puedo querer. Al Diablo ponerle grillos, Y al amor unas cadenas. Soy libre ¡Soy bueno! Y puedo querer. Atahualpa Yupanqui
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas LOS HERMANOS Milonga (A. Yupanqui- Pablo del Cerro) Yo tengo tantos hermanos que no los puedo contar. En el valle, la montaña, en la pampa y en el mar. Cada cual con sus trabajos, con sus sueños, cada cual. Con la esperanza adelante, con los recuerdos detrás. Yo tengo tantos hermanos que no los puedo contar. Gente de mano caliente por eso de la amistad, Con uno lloro, pa llorarlo, con un rezo pa rezar. Con un horizonte abierto que siempre está más allá. Y esa fuerza pa buscarlo con tesón y voluntad. Cuando parece más cerca es cuando se aleja más. Yo tengo tantos hermanos que no los puedo contar. Y así seguimos andando curtidos de soledad. Nos perdemos por el mundo, nos volvemos a encontrar. Y así nos reconocemos por el lejano mirar, por la copla que mordemos, semilla de inmensidad. Y así, seguimos andando curtidos de soledad. Y en nosotros nuestros muertos pa que nadie quede atrás. Yo tengo tantos hermanos que no los puedo contar, y una novia muy hermosa que se llama ¡Libertad!
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas LO MIRO AL VIENTO Y ME RIO (A. Yupanqui - R. Risso) Que son muy negras las penas, dicen y dicen cantando. Pa mi que no ha de ser cierto, si fuera, mejor negarlo. Yo también sé de pesares, yo también sé de quebrantes. Sé de las penas más negras pero de penas no canto. También es negra la tierra Y verde salen los pastos. Mientras la raíz padece Canta en sus flores el árbol. Ocasiones me figuro que soy de veras un árbol, lo miro al viento y me río, la raíz crujiendo abajo. Si me desmiento en lo vida, ¡acuéstenme de un hachazo!
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas Ábreme. Polo Terán. I Puedes poseer una manzana y entibiarla bajo axila, derrumbar rumbos, voltear caricias, tener de mí, silencios, gritos, encandilantes mercaderías, el sumum de la vida. Puedes ojear a cualquier costado, Desaprisionar estelas, solventar con tu cuerpo miles de heridas, puedes y bien lo sabes contener mucho, mucho más que las bestias. II Así tu imagen vuela entre cornetines, Tus párpados salvajes, Tu pasadizo en espiral de anillos ilusionales, El puntal de tus dedos aferrando la extensión indígena de nuestro canto. III Mis sentires siempre orillaron tu substancia, fui tu amante marginal, esclavo fervoroso de los deseos de enaltecerte. IV Cavé la fosa para insepultarnos, desenterrar vestigios y mirarnos, amarnos violentamente en torno a un beso de frescura ilimitada. Ábreme a ese cauce inmenso de tus senos que estilan estelas para el mañana. V Ábreme VI “QUE QUIERO ENTRAR EN UN PECHO PARA PODER CALENTARME” (Federico García Lorca). Este poeta chileno murió a principios de la década de los 90, no sé el año específicamente. Y... para escuchar Anita.
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas Dejo lo siguiente: Salió hoy día, domingo 3 de enero 2010 en el diario El Mercurio de Chile, en Artes y Letras.
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas Hola Anveri!! que bueno leerte de nuevo y precioso lo que nos dejaste!! Estuve tratando de encontrar a los autores ( y salvo Lorca , que ese lo tengo más que conocido) con el que mencionas primero Polo Terán y con el autor de la letra de Facundo Cabral ...no tengo exito ,no encuentro nada ! Si sabes algo de ellos contanos!!