Re: ... de poetas, cuentos y leyendas ¿Empeñé tu memoria? ¡Cuántas veces! La vida baja como un ancho río, y cuando lleva al mar alto navío va con cieno verdoso y turbias heces. Y más si hubo tormenta en sus orillas, y él arrastra el botín de la tormenta, si en su cielo la nube cenicienta se incendió de centellas amarillas. Pero aunque fluya hacia la mar ignota, es la vida también agua de fuente que de claro venero, gota a gota, o ruidoso penacho de torrente, bajo el azul, sobre la piedra brota. y allí suena tu nombre ¡eternamente! A. Machado
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas Húmedo está, bajo el laurel, el banco... Húmedo está, bajo el laurel, el banco de verdinosa piedra; lavó la lluvia, sobre el muro blanco, las empolvadas hojas de la yedra. Del viento del otoño el tibio aliento los céspedes ondula, y la alameda conversa con el viento..., ¡el viento de la tarde en la arboleda! Mientras el sol en el ocaso esplende que los racimos de la vid orea, y el buen burgués, en su balcón, enciende la estoica pipa que el tabaco humea, voy recordando versos juveniles... ¿Qué fue de aquel mi corazón -sonoro? ¿Será cierto que os vais, sombras gentiles, huyendo entre los árboles de oro? A. Machado
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas Llamó a mi corazón, un claro día... Llamó a mi corazón, un claro día, con un perfume de jazmín, el viento. -A cambio de este aroma, todo el aroma de tus rosas quiero. -No tengo rosas; flores en mi jardín no hay ya, todas han muerto. -Me llevaré los llantos de las fuentes, las hojas amarillas y los mustios pétalos. Y el viento huyó...Mi corazón sangraba... Alma, ¿qué has hecho de tu pobre huerto? A. Machado
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas LA ROCA Un hombre dormía en su cabaña cuando de repente una luz iluminó la habitación y apareció Dios. El Señor le dijo que tenía un trabajo para él y le enseñó una gran roca frente a la cabaña. Le explicó que debía empujar la piedra con todas sus fuerzas. El hombre hizo lo que el Señor le pidió, día tras día. Por muchos años, desde que salía el sol hasta el ocaso, el hombre empujaba la fría piedra con todas sus fuerzas...y esta no se movía. Todas las noches el hombre regresaba a su cabaña muy cansado y sintiendo que todos sus esfuerzos eran en vano. Como el hombre empezó a sentirse frustrado, Satanás decidió entrar en el juego trayendo pensamientos a su mente: -"Has estado empujando esa roca por mucho tiempo, y no se ha movido". Le dio al hombre la impresión que la tarea que le había sido encomendada era imposible de realizar y que él era un fracaso. Estos pensamientos incrementaron su sentimiento de frustración y desilusión. -Satanás le dijo: "¿Por qué esforzarte todo el día en esta tarea imposible? Solo haz un mínimo esfuerzo y será suficiente". El hombre pensó en poner en práctica esto pero antes decidió elevar una oración al Señor y confesarle sus sentimientos: -"Señor, he trabajado duro por mucho tiempo a tu servicio. He empleado toda mi fuerza para conseguir lo que me pediste, pero aún así, no he podido mover la roca ni un milímetro. ¿Qué pasa? ¿Por qué he fracasado? ". El Señor le respondió con compasión:"Querido amigo, cuando te pedí que me sirvieras y tu aceptaste, te dije que tu tarea era empujar contra la roca con todas tus fuerzas, y lo has hecho. Nunca dije que esperaba que la movieras. Tu tarea era empujar. Ahora vienes a mi sin fuerzas a decirme que has fracasado, pero ¿en realidad fracasaste?. Mírate ahora, tus brazos están fuertes y musculosos, tu espalda fuerte y bronceada, tus manos callosas por la constante presión, tus piernas se han vuelto duras. A pesar de la adversidad has crecido mucho y tus habilidades ahora son mayores que las que tuviste alguna vez. Cierto, no has movido la roca, pero tu misión era ser obediente y empujar para ejercitar tu fe en mi. Eso lo has conseguido. Ahora, querido amigo, yo moveré la roca". Algunas veces, cuando escuchamos la palabra del Señor, tratamos de utilizar nuestro intelecto para descifrar su voluntad, cuando en realidad Dios solo nos pide obediencia y fe en él. Debemos ejercitar nuestra fe, que mueve montañas, pero conscientes que es Dios quien al final logra moverlas. Cuando todo parezca ir mal...solo EMPUJA! Cuando estés agotado por el trabajo...solo EMPUJA! Cuando la gente no se comporte de la manera que te parece que debería...solo EMPUJA! Cuando no tienes más dinero para pagar tus cuentas...solo EMPUJA! Cuando la gente simplemente no te comprende...solo EMPUJA! Cuando te sientas agotado y sin fuerzas...solo EMPUJA! Los verdaderos amigos son difíciles de encontrar, ---fáciles de querer e imposibles de olvidar! En los Momentos difíciles pide ayuda al Señor y eleva una oración a Jesús para que ilumine tu mente y guíe tus pasos. Entrega tus Miedos al Señor y pídele con una oración que Jesús te ayude a encontrar el camino que te conduzca a él.
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas El Fantasma de la Opera Gastón Leroux Así llegó la próxima vez... Coincidió con el día de la desaparición de Christine Daaé. Por la mañana, recibieron una nota del fantasma que les recordaba el vencimiento del plazo: «Hagan como la última vez -aconsejaba amablemente el E de la ó.-. Salió muy bien. Entreguen el sobre, en el que habrán colocado veinte mil francos, a la excelente señora Giry». Y la nota venía acompañada del sobre habitual. No hacía falta más que llenarlo. La operación debía cumplirse aquella misma noche, media hora antes del espectáculo. Penetramos, pues, en el despacho de los directores media hora antes de que el telón se levante ante aquella ya famosa representación de Fausto. Richard muestra el sobre a Moncharmin, luego cuenta los veinte mi francos y los introduce en el sobre, pero sin cerrarlo. -Y ahora que llamen a mamá Giry. Van a buscar a la vieja, que entró haciendo una solemne reverencia. Seguía llevando su vestido de tafetán negro, color que tendía a óxido y a lila, y su sombrero de plumas color hollín: Parecía de buen humor. Dijo nada más entrar: ¡Buenos días, señores! ¿Se trata otra vez del sobre? -Sí, señora Giry -dijo Richard con gran amabilidad-. Se trata del sobre... y también de otra cosa. -A su disposición, señor director, a su disposición. Por favor, ¿cuál es esa otra cosa? -Primero, señora Giry, tendría que hacerle una pequeña pregunta. -Hágala, señor director. Mamá Giry está aquí para contestarle. -¿Sigue estando en buenas relaciones con el fantasma? -Inmejorables, señor director, inmejorables. -Ah, nos complace saberlo... De hecho, señora Giry -pronunció Richard adoptando el tono de una importante confidencia-, entre nosotros, podemos decírselo... No es usted nada tonta. -Pero señor director... -exclamó la acomodadora deteniendo el amable balanceo de las dos plumas negras de su sombrero color hollín-, le aseguro que nadie ha tenido dudas con respecto a eso. -Estamos de acuerdo, y vamos a entendemos. La historia del fantasma es una buena broma, ¿verdad?... Pues bien, y que quede entre nosotros, ya ha* durado demasiado. Mamá Giry miró a los directores como si le hubieran hablado en chino. Se acercó a la mesa de Richard y dijo, bastante inquieta: -¿Qué quiere decir usted?... ¡No le entiendo! -Usted me entiende muy bien. En todo caso, es preciso que nos entienda... Para empezar, va usted a decirnos cómo se llama. -¿Quién? -¡Su cómplice, señora Giry! -¿Que soy cómplice del fantasma! ¿Yo?... ¿Cómplice de qué? -Usted hace todo lo que él quiere. -¡Oh!... No es demasiado molesto, ¿sabe usted? -¡Y siempre le da propinas! -No me quejo. -¿Cuánto le da por llevarle este sobre? -Diez francos -¡Caramba! No es mucho. -¿Por qué? -Le diré todo esto más tarde, señora Giry. En este momento querríamos saber por qué razón... extraordinaria..., se ha entregado en cuerpo y alma a este fantasma en lugar de a otro... ¡No serán diez francos los que conseguirán la amistad y la fidelidad de mamá Giry! -¡Eso es cierto... La razón puedo decírsela, señor director. No hay ningún deshonor en ello..., al contrario. -No lo dudamos, señora Giry. -Pues bien... Al fantasma no le gusta mucho que cuente sus historias. -¡Ajá! -sonrió Richard. -Pero ésta, ¡ésta sólo me concierne a mí! -continuó la vieja-... Se lo cuento, fue en el palco n° 5. Una noche encontré una carta para mí, una especie de nota escrita en tinta roja... Esa nota, señor director, no necesito leérsela. Me la sé de memoria... Y no la olvidaré jamás..., aunque viva cien años... La señora Giry, puesta en pie, recita la carta con sorprendente elocuencia: -Señora. - 1825, la señorita Ménétrier, corifeo, se convirtió en marquesa de Cussy. - 1832, la señorita Marie Taglioni, bailarina, se convirtió en condesa Gilbert des Voisins.- 1846, la Sota, bailarina, se casa con un hermano del rey de España. - 1847, Lola Montes, bailarina, se casa morganáticamente con el rey Luis de Baviera y recibe el título de condesa de Landsfeld. - 1848, la señorita María, bailarina, se convierte en baronesa de Hermeville. - 1870, Thérése Hessler, bailarina, se casa con don Fernando, hermano del rey de Portugal... » Richard y Moncharmin escuchan a la vieja que, a medida que avanza en la curiosa enumeración de esos gloriosos himeneos, se anima, se endereza, se vuelve audaz y, finalmente, inspirada como una sibila sobre su trípode, lanza con una tronante voz de orgullo la última frase de la carta profética: -¡1885, Meg Giry, emperatriz! Agotada por este esfuerzo supremo, la acomodadora se deja caer en la silla diciendo: -Señores, todo esto estaba firmado: «El Fantasma de la Ópera». Ya había oído hablar del fantasma, pero no creía más que a medias. Desde el día en que anunció que la pequeña Meg, la carne de mi carne, el fruto de mis entrañas, sería emperatriz, creí en él por completo. En verdad, en verdad no era preciso observar con detención la exaltada fisonomía de mamá Giry para comprender lo que se había podido obtener de aquella cabecita con aquellas dos palabras: «fantasma y emperatriz». ¿Pero quién manejaba los hilos de aquel extravagante maniquí?... ¿Quién? -No lo ha visto alguna vez, habla con usted, y aun así, ¿cree en todo lo que le dice? -preguntó Moncharmin. -Sí. En primer lugar, porque le debo el que mi pequeña Meg se haya convertido en corifeo. Le había dicho al fantasma: »-Para que sea emperatriz en 1885, no debe perder el tiempo, debe convertirse de inmediato en corifeo. »-Desde luego -me contestó. »Y le bastó con decirle unas palabras al señor Poligny para que así fuese...» ¡Entonces, el señor Poligny lo ha visto!
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas Una palabra no dice nada y al mismo tiempo lo esconde todo igual que el viento esconde el agua como las flores que esconden lodo Una mirada no dice nada y al mismo tiempo lo dice todo como la lluvia sobre tu cara o el viejo mapa de algun tesoro Como la lluvia sobre tu cara o el viejo mapa de algun tesoro Una verdad no dice nada y al mismo tiempo lo esconde todo como una hoguera que no se apaga como una piedra que nace polvo Si un dia me faltas no sere nada y al mismo tiempo lo sere todo porque en tus ojos estan mis alas y esta la orilla donde me ahogo Porque en tus ojos estan mis alas y esta la orilla donde me ahogo Carlos Varela
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas El Fantasma de la Opera Gastón Leroux No más que yo, ¡pero lo ha oído! El fantasma le dijo una ; palabra al oído, ya sabe usted, la noche en que salió tan pálido del t palco n° 5. Moncharmin deja escapar un suspiro. -¡Qué historia! -gime. ¡Ah! -responde mamá Giry-. Siempre he creído que habían secretos entre el fantasma y el señor Poligny. Todo lo que el fantasma pedía al señor Poligny, éste se lo acordaba... Poligny no rehusaba nada al fantasma. -Oyes bien, Richard. Poligny no rehusaba nada al fantasma. -Sí, sí. Oigo perfectamente -declaró Richard-. El señor Poligny es amigo del fantasma y, como la señora Giry es amiga de Poligny, ¡estamos listos! -añadió en tono muy duro-. Pero Poligny no me preocupa... La única persona por cuya suerte me interesa, no lo disimulo, es la de la señora Giry.... Señora Giry, ¿sabe usted lo que hay en este sobre? -¡Por Dios, no! -dijo ésta. -Pues bien, ¡mire usted! La señora Giry desliza en el sobre una miraba turbada, pero que de nuevo recobra su brillo. -¡Billetes de mil francos! -exclama. -Sí, señora Giry. Billetes de mil... ¡Y lo sabía usted muy bien! -¿Yo?, señor director, ¡le juro que... -No jure, señora Giry. Y ahora voy a decirle la otra cosa por la que le he hecho venir... Señora Giry, voy a hacer que la detengan. Las dos plumas negras del sombrero color hollín, que tomaban habitualmente la forma de dos puntos de interrogación, se transformaron en puntos de exclamación. En cuanto al sombrero, osciló amenazante sobre su moño en desorden. La sorpresa, la indignación, la protesta y el espanto volvieron a reflejarse en el rostro de la madre de la pequeña Meg mediante una especie de pirueta extravagante causada por la virtud ofendida, que de un salto la condujo hasta la nariz del director, quien no pudo evitar retroceder hasta su sillón. -¿Hacerme detener? La boca que decía esto parecía a punto de escupir a la cara del señor Richard los tres dientes que le quedaban. Richard se comportó como un héroe. No retrocedió. Con su índice amenazador ya señalaba a los magistrados ausentes a la acomodadora del palco n° 5. -¡Señora Giry, voy a hacerla detener por ladrona! -¡Repita eso! Y la señora Giry abofeteó con todas sus fuerzas al señor Richard, antes de que Moncharmin tuviera tiempo de intervenir. ¡Vengativa respuesta! Pero no fue la mano de la encolerizada vieja la que se abatió sobre la mejilla del director, sino el mismo sobre causante de todo el escándalo, el sobre mágico que se entreabrió de repente para dejar escapar los billetes que volaron en un remolino fantástico de mariposas gigantes. Los dos directores lanzaron un grito y un mismo pensamiento los hizo arrodillarse, recogerlos febrilmente y comprobar apresuradamente los preciosos papeles. -¿Siguen siendo auténticos?, Moncharmin. -¿Siguen siendo auténticos?, Richard. -¡Son auténticos! Por encima de sus cabezas, los tres dientes de la señora Giry castañetean entre horribles insultos. Pero, lo único que se distingue con claridad es un leimotiv: -¿Yo, una ladrona?... ¿Una ladrona yo? Se ahoga. -¡Estoy destrozada! -exclama : Y, de repente, vuelve a saltar ante las narices de Richard. -¡En todo caso -chilla-, usted, señor director, usted debe saber mejor que yo dónde han ido a parar esos veinte mil francos! -¿Yo? -pregunta Richard estupefacto-. ¿Y cómo podría saberlo? Inmediatamente, Moncharmin, severo e inquieto, procura que la buena mujer se explique. -¿Qué significa esto? -pregunta-. ¿Por qué, señora Giry. pretende usted que Richard sepa mejor que usted adónde han ido a parar los veinte mil francos? Entonces Richard, que se sonroja bajo la mirada de Moncharmin, toma la mano de la señora Giry y la sacude con violencia. Su voz imita al trueno. Ruge, retumba..., fulmina... -¿Por qué he de saber mejor que usted adónde han ido a parar los veinte mil francos? ¿Por qué? -Porque han ido a parar a su bolsillo... -dice la vieja, mirándolo ahora como si viera al diablo. Ahora le toca al señor Richard sentirse fulminado; primero, por esta respuesta inesperada, después por la mirada cada vez más desconfiada de Moncharmin. En un segundo pierde toda la fuerza necesaria, en un difícil momento para rechazar una acusación tan despreciable. Así, los más inocentes, sorprendidos en la paz de sus corazones, aparecen de repente, debido a que el golpe que les sorprende los hace palidecer, o ruborizarse, o tartamudear, o levantarse, o hundirse, o protestar, o callar cuando habría que hablar, o hablar cuando habría que callar, o permanecer fríos cuando convendría acalorarse, o acalorarse cuando habría que permanecer fríos, aparecen de repente -como decía- como culpables. Moncharmin detiene el impulso vengador con el que Richard, que era inocente, iba a precipitarse sobre la señora Giry y se apresura, tranquilizador, a interrogarla con más dulzura. -¿Cómo ha podido sospechar usted que mi colaborador, Richard, se ha metido los veinte mil francos en el bolsillo? -¡Yo no he dicho eso nunca! -declara mamá Giry-. Pero yo misma puse los veinte mil francos en el bolsillo del señor Richard -y añadió a media voz-: ¡Da igual! ¡Así fue! ¡Que el fantasma me perdone! Y como Richard empieza a aullar de nuevo, Moncharmin, con autoridad, le ordena callarse. -¡Perdón! Perdón! Perdón! Deja que esta mujer se explique. Déjame interrogarla yo -y añade-: Es realmente extraño que te lo tomes así... Parece que todo este misterio va a aclararse. ¡Estás furioso!... Te equivocas... A mí, en cambio, me divierte mucho. Mamá Giry, mártir, levanta la cabeza, en la que brilla la fe en su propia inocencia. -Me dicen ustedes que había veinte mil francos en el sobre que metí en el bolsillo del señor Richard, pero yo repito que no sabía nada... ¡Ni tampoco el señor Richard! -¡Ajá! -exclama Richard afectando un aire de repentina valentía que desagradó a Moncharmin-. ¡Conque yo tampoco sabía nada! Ponía usted veinte mil francos en mi bolsillo y yo no me entero. ¡Esta sí que es buena, señora Giry! -Sí -asintió la terrible señora-. Es verdad... No sabíamos nada ni el uno ni el otro... Pero usted ha tenido que terminar por darse cuenta. Sin ningún tipo de duda, Richard hubiera devorado a la señora Giry si Moncharmin no hubiese estado presente. Pero Moncharmin la protege y acelera el interrogatorio.
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas Tierra Alarido lacerante de la tierra, que retumba en mi.., voz profunda agonizante se levanta como un rugido, clama por sus verdes campos... Herida de muerte en polvorientos caminos, socavan su riqueza y quitan su vida, ¡quitan la nuestra..! Madre tierra destruida te contemplo agonizante... ni sus aguas marinas tienen peces de colores ... En un ahogo permanente mezcla de sudor. ambición , te destruyen ¡ nos destruyen !
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas Como quisiera volver... Desafiar al mar y ser viento Aunque me quedara sin aliento Detener el paso del tiempo... Volver a ser niña y en la plaza jugar Volver a enamorarme sin temor a equivocarme... Como quisiera volver... Las agujas del reloj hacer retroceder Volver a encontrarte en un atardecer Y viejos tiempos recordar...Juntos nuestro viejo barrio recorrer como en el ayer Sin que la nostalgia nos invadiera A tantas cosas volvería... si pudiera Mis padres, mi casa, mis amigos...mi infancia... Como me gustaría... volver!...
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas CONFIDENCIAS Tu silencio anunció... el fin de nuestra amistad... momentos de confidencias donde te confesabas, calmando yo... tu ansiedad... quitando horas a mis dias para paliar tu soledad!.. Aun recuerdo con detalles esa confidencia...una tarde de abril... me dijiste que la amabas pero preferias partir... soñabas con su amor y sus besos.. Te dije que tuvieras valor y que confesaras tu amor... nada te pregunté, ni siquiera su nombre... como un niño en llanto, dijiste que ella amaba a otro hombre!.. que te resignabas a perderla... aun queriéndola tanto!.. Lejos te fuiste... con tu bagaje de penas y ese amor no corrrespondido te despediste con un fuerte abrazo y un dulce beso prometiendo olvidarla!.. me quedé muy triste, sabiéndote mi amigo Pasaron muchos años... cuando todo parecia olvidarse, en carta..me dices... que miras la muerte... una última confidencia hacerme... mis manos tiemblan... y entre lágrimas leo... "Perdoname... tal vez sea muy tarde, pero hoy deseo contarte algo que en mi mente ardia cuando contigo hablaba, en estas últimas palabras decirte... que nunca dejé de amarte!.."
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas SUEÑA Sueña...nunca dejes de soñar... sueña aunque sea despierta pero siempre en realidad... nunca pierdas las esperanzas de un mundo en paz y libertad... sueña con ese mañana que tarde o temprano... llegará!.. Tu meta has logrado, has recorrido un largo camino, pero aun hay mucho por andar... no es hora de mirar atrás... sueña...lucha por un ideal, con esfuerzo todo se logra y eso tú lo sabes ya... por eso has llegado donde hoy estas...sigue adelante!.. que a otra etapa llegarás... no bajes los brazos... construye tu destino...nunca dejes de soñar... no te quedes ni equivoques el camino, tu eres dueña de tu propio destino el futuro es tuyo... empieza a construirlo ya... no te detengas... lo mejor aun está por llegar!.. (Son poemas de Rosenna de la pag. Silvita Blanco) Son preciosos
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas http://www.infojardin.com/foro/showthread.php?p=3303760#post3303760 Rafael Alberti DESAHUCIO Ángeles malos o buenos, que no sé, te arrojaron en mi alma. Sola, sin muebles y sin alcobas, deshabitada. De rondón, el viento hiere las paredes, las más finas, vítreas láminas. Humedad. Cadenas. Gritos. Ráfagas. Te pregunto: ¿cuándo abandonas la casa, dime, qué ángeles malos, crueles, quieren de nuevo alquilarla? Dímelo. Rafael Alberti LOS ÁNGELES MUERTOS Buscad, buscadlos: en el insomnio de las cañerías olvidadas, en los cauces interrumpidos por el silencio de las basuras. No lejos de los charcos incapaces de guardar una nube, unos ojos perdidos, una sortija rota o una estrella pisoteada. Porque yo los he visto: en esos escombros momentáneos que aparecen en las neblinas. Porque yo los he tocado: en el destierro de un ladrillo difunto, venido a la nada desde una torre o un carro. Nunca más allá de las chimeneas que se derrumban, ni de esas hojas tenaces que se estampan en los zapatos. En todo esto. Más en esas astillas vagabundas que se consumen sin fuego, en esas ausencias hundidas que sufren los muebles desvencijados, no a mucha distancia de los nombres y signos que se enfrían en las paredes. Buscad, buscadlos: debajo de la gota de cera que sepulta la palabra de un libro o la firma de uno de esos rincones de cartas que trae rodando el polvo. Cerca del casco perdido de una botella, de una suela extraviada en la nieve, de una navaja de afeitar abandonada al borde de un precipicio. Rafael Alberti
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas NOCTURNO Cuando tanto se sufre sin sueño y por la sangre se escucha que transita solamente la rabia, que en los tuétanos tiembla despabilado el odio y en las médulas arde continua la venganza, las palabras entonces no sirven: son palabras. Balas. Balas. Manifiestos, artículos, comentarios, discursos, humaredas perdidas, neblinas estampadas. ¡qué dolor de papeles que ha de barrer el viento, qué tristeza de tinta que ha de borrar el agua! Balas. Balas. Ahora sufro lo pobre, lo mezquino, lo triste, lo desgraciado y muerto que tiene una garganta cuando desde el abismo de su idioma quisiera gritar lo que no puede por imposible, y calla. Balas. Balas. Siento esta noche heridas de muerte las palabras. Rafael Alberti