Re: ... de poetas, cuentos y leyendas Transustanciación Es la naturaleza una obra de arte con el paisaje sorprendido a nuestros ojos. Kepa Murua La poesía es luz de primavera que sueña, la pintura es luz de verano que sugiere, la música es luz de otoño que evoca, y la vida toda es luz de invierno que sorprende. Y todo diálogo que conmueve en la página en el lienzo en el pentagrama y sólo ellas son conocimiento comunicación claridad espacio lecho común de rosas: silencio, plasticidad, ritmo. Enrique Villagrasa González
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas CAMINARÉ HASTA ENCONTRARTE Caminaré con los rayos del sol que me guían por las calles de la ciudad. Caminaré con la claridad de la luna y las estrellas que me llevan por los lugares recordadas del ayer. Caminaré para nombrarte con cada latido tu nombre en mi corazón. Caminaré en busca del aroma de tu pasión. Caminaré para encontrar la fragancia de tu piel. Caminaré por todos los lugares que hayas pisado. Caminaré en la playa donde el agua borró tus huellas. Caminaré en los parques donde abrazados juntos paseabamos. Caminaré por las calles buscando tus huellas en cada parte de la ciudad. Caminaré hasta encontrarte . Caminaré para decirte que regresé. Caminaré hacia tí para entregarte mi vida y darte todo mi amor. Autora : Minerva Dirksz
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas muy bonita Athla! no conozco a la autora! Seguramente debe ser contemporanea, pero no habia leido nada de ella.
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas Honrar la vida No... Permanecer y transcurrir No es perdurar, no es existir Ni honrar la vida Hay tantas maneras de no ser Tanta conciencia sin saber Adormecida. Merecer la vida no es callar ni consentir Tantas injusticias repetidas Es una virtud, es dignidad Y es la actitud de identidad Mas definida. Eso de durar y transcurrir No nos da derecho a presumir Por que no es lo mismo que vivir Honrar la vida. No... Permanecer y transcurrir No siempre quiere sugerir Honrar la vida Hay tanta pequeña vanidad En nuestra tonta humanidad Enceguecida Merecer la vida es erguirse vertical Mas alla del mal, de las caidas. Es igual que darle a la verdad Y a nuestra propia libertad La bienvenida. Eso de durar y transcurrir No nos da el derecho a presumir Por que no es lo mismo que vivir Honrar la vida. Eladia Blázquez
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas Hallazgo ¡Sí!... La vida no es más de lo que es; no es más que esa rosa y su perfume; que esas estrellas y su luz; que ese grito y su desconsuelo; que ese canto y su cadencia; que ese guijarro y lo que hiere; que esos labios, promesas de palabras buenas o malas y que esas manos, sendas de caricias inquietas o posadas de amor. ¡Sí!... La vida no es más que todo esto, conocido, temido o desdeñado; de todo esto que, indiferente, se repite y se renueva, en caricia, en herida o en espera. Pero, sin embargo todo es bello y noble en su momento, cuando lo mira, quien lo mira; como se debe mirar lo que se mira; cuando lo aguarda, quien lo aguarda, como se debe mirar lo que se aguarda; cuando lo teme, quien lo teme, como se debe temer lo que se teme; cuando lo halla, quien lo halla, como se debe de hallar lo que se halla, después de olvidado, como se debe olvidar lo que se olvida. Sí... la vida no es más que todo esto, pero es algo, cuando se puede ser, como lo quieren, los que saben amar cuando se ama. Fernando Paz Castillo
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas El pozo seco Dejé mi copa en el brocal maldito. Grité hacia abajo, hacia el profundo hueco, pero el coro sarcástico del eco me devolvió multiplicado el grito. Llegaba tarde: el pozo estaba seco. Un gran golpe de viento llenó el pozo, y, al recorrer su vertical garganta, en su más honda hondura oí un sollozo, donde cantaba el agua y ya no canta... Brillaba entonces la primera estrella, pero el anochecer amanecía cuando me puse a comparar aquella profunda sed del pozo con la mía. Y allí dejé mi copa abandonada, con un tardío gesto de homenaje por quien se supo dar sin pedir nada al que calmó su sed y siguió el viaje... Y allí, junto al brocal ennegrecido, y el cubo roto y la inservible rueda, comprendí que no cabe en el olvido la ingratitud de un agua que se ha ido ni el espanto de un pozo que se queda... José Angel Buesa "Lo hermoso del desierto es que en cualquier parte esconde un pozo" "si uno se deja domesticar corre el riesgo de llorar" S. Exupery
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas A LA MUERTE DE CRISTO NUESTRO SEÑOR La tarde se escurecía entre la una y las dos, que viendo que el Sol se muere, se vistió de luto el sol. Tinieblas cubren los aires, las piedras de dos en dos se rompen unas con otras, y el pecho del hombre no. Los ángeles de paz lloran con tan amargo dolor, que los cielos y la tierra conocen que muere Dios. Cuando está Cristo en la cruz diciendo al Padre, Señor, ¿por qué me bas desamparado? ¡ay Dios, qué tierna razón!, ¿qué sentiría su Madre, cuando tal palabra oyó, viendo que su Hijo dice que Dios le desamparó? No lloréis Virgen piadosa, que aunque se va vuestro Amor, antes que pasen tres días volverá a verse con vos. ¿Pero cómo las entrañas, que nueve meses vivió, verán que corta la muerte fruto de tal bendición? «¡Ay Hijo!, la Virgen dice, ¿qué madre vio como yo tantas espadas sangrientas traspasar su corazón? ¿Dónde está vuestra hermosura? ¿quién los ojos eclipsó, donde se miraba el Cielo como de su mismo Autor? Partamos, dulce Jesús, el cáliz desta pasión, que Vos le bebéis de sangre, y yo de pena y dolor. ¿De qué me sirvió guardaros de aquel Rey que os persiguió, si al fin os quitan la vida vuestros enemigos hoy?» Esto diciendo la Virgen Cristo el espíritu dio; alma, si no eres de piedra llora, pues la culpa soy. Lope Félix de Vega y Carpio
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas LA SAETA ¿ Quién me presta una escalera para subir al madero, para quitarle los clavos a Jesús el Nazareno? Saeta popular ¡Oh, la saeta, el cantar al Cristo de los gitanos, siempre con sangre en las manos, siempre por desenclavar! ¡Cantar del pueblo andaluz, que todas las primaveras anda pidiendo escaleras para subir a la cruz! ¡Cantar de la tierra mía, que echa flores al Jesús de la agonía, y es la fe de mis mayores! ¡Oh, no eres tú mi cantar! ¡No puedo cantar, ni quiero a ese Jesús del madero, sino al que anduvo en el mar! Antonio Machado
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas El latín de una limeña (A José Rosendo Gutiérrez) Sabido es que en el sistema de educación antigua entraba por mucho el hacer perder a los muchachos tres o cuatro años en el estudio de la lengua de Cicerón y Virgilio, y a la postre se quedaban sin saber a derechas el latín ni el castellano. Preguntábale un chico al autor de sus días: -Papá, ¿qué cosa es latín? -Una cosa que se aprende en tres años y se olvida en tres semanas. Heinecio con su Metafísica en latín, Justiniano con su Instituta en latín e Hipócrates con sus Aforismos en latín, tengo para mí que debían dejar poco jugo en la inteligencia de los escolares. Y no lo digo porque piense, ¡Dios me libre de tal barbaridad!, que en los tiempos que fueron no hubo entre nosotros hombres eminentes en letras y ciencias, sino porque me escarabajea el imaginarme una actuación universitaria en la cual se leía durante sesenta minutos una tesis doctoral, muy aplaudida siempre, por lo mismo que el concurso de damas y personajes no conocía a Nebrija ni por el forro, y que los mismos catedráticos de Scoto y Digesto Viejo se quedaban a veces tan a obscuras como el último motilón. Así no era extraño que los estudiantes saliesen de las aulas con poca substancia en el meollo, pero may cargados de ergotismo y muy pedantes de lengua. En medicina, los galenos a fuerza de latinajos, más que de recetas, enviaban al prójimo a pudrir tierra. Los enfermos preferían morirse en castellano; y de esta preferencia en el gusto nació el gran prestigio de los remedios caseros y de los charlatanes que los propinaban. Entre los medicamentos de aquella inocentona edad, ninguno me hace más gracia, por lo barato y expeditivo, que la virtud atribuida a las oraciones de la doctrina cristiana. Así, al atacado de un tabardillo le recetaban una salve, que, en el candoroso sentir de nuestros abuelos, era cosa más fresca y desirritante que una horchata de pepitas de melón. En cambio el credo se reputaba como remedio cálido y era mejor sudorífico que el agua de borrajas y el gloriado. Y dejo en el tintero que los evangelios, aplicados sobre el estómago, eran una excelente cataplasma; y nada digo de los panecillos benditos de San Nicolás, ni de las jaculatorias contra el mal de siete días, ni de los globulillos de cristal que vendían ciertos frailes para preservar a los muchachos de encanijamiento o de que los chupasen brujas. En los estrados de los tribunales la gente de toga y garnacha zurcía los alegatos mitad en latín y mitad en castellano; con lo cual, amén del batiborrillo, la justicia, que de suyo es ciega, sufría como si le batieran las cataratas. Tan a la orden del día anduvo la lengua del Lacio, que no sólo había latín de sacristía, sino latín de cocina; y buena prueba de ello es lo que se cuenta de un papa que, fastidiado de la polenta y de los macarroni, aventurose un día a comer cierto plato de estas tierras de América, y tan sabroso hubo de parecerle a Su Santidad, que perdió la chabeta, y olvidándose del toscano, exclamó en latín: Beati indiani qui manducant pepiami. Reprendiendo cierto obispo a un clérigo que andaba armado de estoque, disculpose éste alegando que lo usaba para defenderse de los perros. -Pues para eso, replicó su ilustrísima, no necesitas de estoque, que con rezar el Evangelio de San Juan libre estarás de mordeduras. -Está bien, señor obispo; pero, ¿y si los perros no entienden latín, cómo salvo del peligro? En literatura el gongorismo estaba de moda y los escritores se disputaban a cuál rayaría más alto en la extravagancia. Ahí están para no dejarme de mentiroso las obras de dos ilustres poetas limeños: el jesuita Rodrigo Valdez y el enciclopédico Peralta, muy apreciables desde otro punto de vista. Y nada digo del Lunarejo, sabio cuzqueño que, entre otros libros, publicó uno titulado Apologético de Góngora. Por los tiempos del virrey conde de Superunda tuvimos una poetisa, hija de este vergel limeño, llamada doña María Manuela Carrillo de Andrade y Sotomayor, dama de muchas campanillas, la cual no sólo martirizó a las musas castellanas, sino a las latinas. Y digo que las martirizó y sacó a vergüenza pública, porque (y perdóneseme la falta de galantería) los versos que de mi paisana he leído son de lo malo lo mejor. La de Andrade y Sotomayor borroneó por resmas papel de Cataluña y hasta escribió loas y comedias que se representaron en nuestro coliseo. Y me dejo en el tintero hablar, entre otras limeñas que tuvieron relaciones íntimas con las traviesas ninfas que en el Parnaso moran, de doña Violante de Cisneros; de doña Rosalía Astudillo y Herrera; de Sor Rosa Corbalán, monja de la Concepción; de doña Josefa Bravo de Lagunas, abadesa de Santa Clara; de la capuchina Sor María Juana; de la monja catalina Sor Juana de Herrera y Mendoza; de doña Manuela Orrantía, y de doña María Juana Calderón y Vadillo, hija del marqués de Casa Calderón y esposa de don Gaspar Ceballos, caballero de Santiago y también aficionado a las letras. Doña María Juana, que murió en 1809, a los ochenta y tres años de edad, tuvo por maestro de literatura al obispo del Cuzco Gorrochátegui, y era muy hábil traductora del latín, francés e italiano. Muchas de esas damas no sólo conocían el latín, sino hasta el griego; y húbolas, como doña Isabel de Orbea, la denunciada ante la Inquisición por filósofa, y la monja trinitaria doña Clara Fuentes, que podían dar triunfo y baza a todos los teólogos, juristas y canonistas de la cristiandad. He traído a cuento esto de doña María Manuela Carrillo de Andrade y Sotomayor y demás compañeras mártires para hacer constar que hasta las mujeres dieron en la flor de latinizar, y que muchas traducían al dedillo las Metamorfosis y el Ars amandi, de Ovidio, con lo que está dicho que hubo hasta latín de alcoba. Ahora, con venia de ustedes, voy a sacar a luz un cuentecito que oí muchas veces cuando era muchacho... ¡y ya ha llovido de entonces para acá! Pues, señor, había en Lima, por los tiempos de Amat, una chica llamada Mariquita Castellanos, muchacha de muchas entradas y salidas, de la cual tuve ocasión de hablar largo en mi primer libro de Tradiciones. Como que ella fue la autora del dicho que se transformó en refrán: «¡Bonita soy yo, la Castellanos!». Parece que Mariquita pasó sus primeros años en el convento de Santa Clara hasta que la llegó la edad del chivateo (que así llamaban nuestros antepasados a la pubertad) y abandonó rejas y se echó a retozar por esta nobilísima ciudad de los reyes. La mocita era linda como un ramilletico de flores, y más que esto aguda de ingenio, como lo prueba la fama que tuvieron en Lima sus chistosas ocurrencias. Había a la sazón un poetastro, gran latinista, cuyo nombre no hace al cuento, a quien la Castellanos trata como un zarandillo prendido al faldellín. Habíala el galán ofrecido llevarla de regalo una saya de raso cuyo importe era de tres ojos de buey, vulgo onzas de oro. Pero estrella es de los poetas abundar en consonantes y no en dinero, y corrían días y días y la prometida prenda allí se estaba, corriendo peligro de criar moho, en el escaparate del tendero. Mariquita se picó con la burla y resolvió poner término a ella despidiendo al informal cortejo, tan largo en el prometer como corto en el cumplir. Llegó a visitarla el galán, y como por entonces no se habían inventado los nervios y el spleen, que son dos achaques muy socorridos para hacer o decir una grosería, la ninfa lo recibió con aire de displicencia, esquivando la conversación y aventurando uno que otro monosílabo. El poeta perdió los estribos y la lengua se le enlatinó, diciendo a la joven: -Háblame, niña, con pausa. ¿Estás triste? ¿Quare causa? Y Mariquita, recordando el latín que había oído al capellán de las clarisas, le contestó rápidamente: -Tristis est anima mea, hasta que la saya vea. El amartelado poeta, viendo que la muchacha ponía el dedo en la llaga, tuvo que formular esta excusa que, en situaciones tales, basta para cortar el nudo gordiano. -¿Et quare conturbas me, si sabes que no hay con qué? A lo que la picaruela demoledora de corazones, mostrándole el camino de la puerta, le dijo: -Entonces, fagite in allia, que otro gato dará algalia. Y arroz crudo para el diablo rabudo, y arroz de munición para el diablo rabón, y arroz de Calcuta para el diablo hijo de... perra, y colorín colorado que aquí el cuento se ha acabado. Ricardo Palma-Tradiciones Peruanas.
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas PASCUA DE RESURRECCIÓN Mirad: el arco de la vida traza el iris sobre el campo que verdea. Buscad vuestros amores, doncellitas, donde brota la fuente de la piedra. En donde el agua ríe y sueña y pasa, allí el romance del amor se cuenta. ¿No han de mirar un día, en vuestros brazos, atónitos, el sol de primavera, ojos que vienen a la luz cerrados, y que al partirse de la vida ciegan? ¿No beberán un día en vuestros senos los que mañana labrarán la tierra? ¡Oh, celebrad este domingo claro, madrecitas en flor, vuestras entrañas nuevas!. Gozad esta sonrisa de vuestra ruda madre. Ya sus hermosos nidos habitan las cigüeñas, y escriben en las torres sus blancos garabatos. Como esmeraldas lucen los musgos de las peñas. Entre los robles muerden los negros toros la menuda hierba, y el pastor que apacienta los merinos su pardo sayo en la montaña deja. Antonio Machado FELICES PASCUAS!!! https://img8.***/img8/4864/mejor.gif
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas FELICES PASCUAS... [FONT=comic sans ms,sans-serif] Pensando sólo en TI. Pensando únicamente en Ti subi a tu barca que me aleja de las tormentas, Tu luz, era el sendero que necesitaba, abandoné todo interés material, para abrazar tus alas espirituales. Pensando en Ti me llené de virtudes, y dejé en un arcón todos mis males. Sólo por acercarme más a Tí, hice alianzas con los ángeles, y fui convirtiéndome en himno celestial[/FONT], para bendecir la mesa de este domingo pascual....
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas FELICES PASCUAS... [FONT=comic sans ms,sans-serif] Pensando sólo en TI. Pensando únicamente en Ti subi a tu barca que me aleja de las tormentas, Tu luz, era el sendero que necesitaba, abandoné todo interés material, para abrazar tus alas espirituales. Pensando en Ti me llené de virtudes, y dejé en un arcón todos mis males. Sólo por acercarme más a Tí, hice alianzas con los ángeles, y fui convirtiéndome en himno celestial[/FONT], para bendecir la mesa de este domingo pascual....
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas Abelardo Linares Poeta, bibliófilo y editor español nacido en Sevilla en 1952. Es una destacada figura de la nueva poesía española. Su poesía está vinculada a la lírica andaluza. En 1974 fundó, en el Barrio de Santa Cruz de Sevilla, la librería de libros viejos y antiguos Renacimiento, especializada desde un principio en literatura española e hispanoamericana, enriquecida por la compra de un millón de libros de la colección del librero Eliseo Torres de Nueva York, razón por la cual se le denomina "el hombre del millón de libros". Su obra está contenida en los siguientes títulos: Mitos: Poesía reunida en 1979, Sombras en 1986 y Espejos en 1991 por el que obtuvo el Premio de la Crítica. © Anatomía de la melancolía Alegra el corazón haber vivido, y no importa del todo que el pasado no sea ya otra cosa que pasado. Si nos quemó la llama del vivir, su huella es una herida hecha de orgullo y de melancolía. Pues vivimos una vez como nadie (ni siquiera nosotros mismos) vivirá de nuevo. Ese desvalimiento, esa tristeza que da sentir pasado lo pasado, es nuestra condición, la misteriosa ley que, a nuestro pesar, ha de cumplirse como si fuera el precio de la vida. ¿y cuál si no es el precio de la vida sino seguir viviendo aunque sepamos que la parte mejor ya nos fue dada? Pero si hay dignidad en la memoria y admitimos que no fue un precio injusto el que debió pagar nuestro deseo, se alegra el corazón de haber vivido al conocerse brasa de esa llama por la que ardió en el tiempo. Y ahora sabe, al fin, aunque lo tema, que le aguarda. Inmensidad de la noche En medio de la noche surge a veces una pregunta, y la noche se agranda, y es inmensa la noche hasta la angustia. Como un barco sin luces, silencioso, surca así nuestro cuarto tanta sombra que parece sin límites el mundo. Nos rodea el vacío, es agua oscura más densa aún que la sangre. Nada se oye, tan sólo un chapoteo de hondo cieno allá en lo más profundo de ese agua: es nuestro corazón. Pero la noche no cesa de crecer y ya es un ojo de insoportable desnudez que mira nuestro terror. Y es esa la pregunta, y la noche lo sabe y mira entonces (sólo a veces) el desvalido ser que somos, con ternura, y vuelve el sueño. Y la infinita gruta que es el universo de nuevo resplandece. Las formas del engaño De entre todas las vidas que una vida puede encerrar, tú y yo nunca escogimos precisamente aquella que podría habernos hecho odiar todas las otras, esa que hubiera sido sólo nuestra. Pero quizás la vida no se escoge y es ella quien elige. O es el azar quien le da una medida a nuestros sueños y los cumple o los niega sin destino, con una sorda y terca voluntad que sólo de sí sabe, a pesar nuestro. O quizá es una forma de destino lo que ahí se nos muestra oscuramente, y en el pasado esté nuestro futuro definitivo ya, antes de escrito, aunque no acierte el alma a descifrarlo, pues el tiempo lo cifra y ella es tiempo. O más sencillamente, acaso sea todo esto cuestión de cobardía y nuestro amor, posible o imposible, una educada forma de engañarnos.