En Sevilla habían dos orfanatos, ambos llamados "Hogar de San Fernando". Uno era regentado por Hermanas de la Caridad y el otro por curas Salesianos. Yo pasé por los dos. En el de las monjas tuve como maestra a una de ellas, que era guapísima. Todos los niños estábamos enamorados de ella. Ella tendría unos dieciocho años. Era de Jaén. Supongo que se daría cuenta de que la mirábamos con caras de corderos degollaos, porque nos arreaba cada pellizco (de monja claro)....Ahora, a menudo recuerdo con mis camaradas de antaño aquella situación tan extraña. Y nos apenamos mucho por Sor María Purificación, la monja guapa, la cual ahora está incapacitada en una silla de ruedas, víctima del Alzheimer.
Y en el de los Salesianos teníamos a un profesor de Historia y de Literatura. El hombre era de los que aplicando esa vieja máxima de "la letra con sangre entra" se convertía en una máquina de repartir mascones. A éste, Maribelius, más de uno lo hubiera atropellado con el carrito de la compra, si se lo encontrase en el supermercado. Impartía sus clases a un nivel de enseñanza que a muchos les venía grande. De ahí, que pocos se libraban de recibir algún que otro guantazo. Sin embargo a mí sus clases me sabían a poco. Yo alucinaba en las clases de Historia oyéndolo hablar por ejemplo de Grecia, (la polis griega, éforos y arcontes, etc) y con las ganas de aprender que yo tenía, salí siempre bien librado, puesto que nunca me puso la mano encima. Hoy en día, él ya retirado en Córdoba, de vez en cuando recibo alguna carta suya. Me dice que soy su inolvidable-olvidado. Saludos, Pabloski.
Yo tengo buenos recuerdos del cole y del insti. Recuerdo las guerras de bolas de nieve en el recreo(entonces nevaba) con dos bandos el de Sor Pilar,que era el mio,y el de Sor Cristina. Un dia nos pusimos de acuerdo para quitarle la toca a Sor Cris.Teniamos curiosidad por saber si tenia el pelo corto o largo.Descubrimos que lo tenia corto y que castigaba muy bien. Quizás hubo cosas malas pero,de veerdad,solo recuerdo las buenas.
En los días de la ira, estando yo en el orfanato con los Salesianos, un día, uno de ellos me pilló a traición leyendo un pequeño libro que me habían colado. Era una novela del proscrito Guy de Maupassant. Yo estaba tan enfrascado en la lectura que apenas me dí cuenta de los primeros golpes que recibí de aquel demente. Por aquel entonces yo tenía 17 años floridos; y aquel sacerdote bizco y retaco era para mí un alfeñique. Podría haberlo hartado a mojicones. Derribarlo de un solo coscorrón. Pero no lo hice. Me levanté del suelo renqueante, escalé la tapia de aquel lugar siniestro, y aquel mismo día escogí la libertad.
Yo recuerdo al profesor de Geografía de 2º de BUP, era un señor muy serio que nos trataba de usted y sabía hacer guardar las distancias que separan a un profesor de un alumno. El día en cuestión teníamos un examen suyo y recuerdo que unos cuantos nos quedamos a repasar en el recreo que había antes de su clase. Nuestras aulas tenían dos columnas de meses y en cada fila había tres mesas juntas. Los chicos que nos quedamos a repasar juntos eran mis dos compañeros de asiento, los tres que se sentaban delante, los tres de más adelante, otro chico que se sentaba a la otra punta de la clase y yo. Sus exámenes constaban de tres preguntas y había dos modelos de examen A y B (al estar tres juntos si teníamos el mismo examen estaba tirado, lo sé por experiencia, que en latín no había exámenes distintos). Mientras estábamos repasando otra chica y yo íbamos diciendo esta pregunta cae, está también, así hasta tener las 6... pues de esas preguntas Rubén, uno de los que estaba repasando, dijo que no tenía ni idea de tres de ellas. Empezó la clase y el profesor se puso a dictar las preguntas: primera del grupo A, primera del grupo B (Rubén tenía estas preguntas y esta fue una de las que predijimos que caería y que él no se sabía), en este momento todos los del repaso en nuestro interior teníamos una sonrisilla maliciosa de: "je, le ha tocado una", más teniendo en cuenta que había cambiado su sitio a su compañero por una corazonada. Segunda pregunta del A y segunda del B (otra de las que no se sabía). Aquí se nos escaparon unas risillas conjuntas que hicieron que el profesor se endadase un poco (imaginaos a todo un grupo riéndo en medio de un examen y con ese profesor). Todo quedó en un comentario del estilo de: "ya veremos si seguís sonriendo después del examen" y las miradas atónitas del resto de compañeros que no entendían nada. Tercera pregunta del A y tercera del B (la última de las que dijimos y que Rubén no se sabía). Aquí fueron carcajadas las que resonaron en toda la clase, , no podíamos parar de reír. Si nos mirábamos entre nosotros nos entraba más la risa, pero si mirábamos al profesor con esa cara entre sorpresa y cabreo monumental... , bueno, y si mirábamos al resto de compis... esos si que no entendían absolutamente nada, pero nos era totalmente imposible articular palabra, no podíamos de la risa. El final fue que el profesor se cabreó como nunca lo habíamos visto (es totalmente natural), suspendió el examen y lo dejó para el día siguiente. Y el resto de compañeros se enfadaron porque no entendían nada, no sabían porqué nos reíamos tanto y nosotros éramos incapaces de decir nada coherente.
Hola! argantonio, en Sevilla he sido voluntaria en el comedor de Pagés del Corro (que lo llevan las Hermanas de la Caridad), y creo que hemos conocido a la misma monja, Sor Pura; de las últimas veces que pasé por el comedor pregunté por ella y me comentaron que estaba peor de demencia o alzheimer.. me dió mucha pena porque me caía bastante bien, era muy simpática.. Besos
Ana maría Jimenez: Mi corazón se remonta como un gavilán (película Pequeño Gran Hombre) porque me traes noticias, aunque muy amargas de una persona muy querida, que marcó mucho mi vida y la de otros compañeros de infortunio en aquel orfanato, puesto que desde ya tan jovencita dedicó su vida al servicio de los más necesitados y que fue toda una madrecita para nosotros. Tan joven y tan guapa. Estoy al corriente de la evolución de su penosa enfermedad, por los compañeros que quedaron allá en Sevilla. Y sufro por ella y porque no puedo hacer nada. Gracias. Se me caen las lágrimas.
Me han causado gracia algunas anécdotas, pero otras me han dado mucha pena...no puedo creer la crueldad de algunos maestros. Esto no es una novedad; en época de nuestro padres parece que era común que ocurrieran cosas así, pero que les haya pasado también a algunos de los que aquí escriben me parece una barbaridad. Argantonio te referiste a "ese lugar siniestro" pero guardas cariño por una de tus maestras. Creo que sos una buena persona.
Elsa Lavilla: Me has entendido bien. Los dos orfanatos eran centros siniestros. Pero aun así, aun recuerdo caras, personas y momentos inolvidables. Hoy estoy feliz. Porque uno de mis compañeros de infortunio que ingresó el mismo día y a la misma hora que yo en el primero de los dos orfanatos de Sevilla, hoy en día es un magnífico ingeniero, y acaba de regresar de la Argentina, triunfador, a los 62 años. Allí se casó con una treintaañera y ha vuelto acá con ella y con cuatro pibitos como soles. ¡Todo un regalo de los dioses!
Argantonio qué bueno que los seres humanos hayamos sido dotados de la capacidad de encontrar amor y belleza aún en los lugares o momentos más difíciles, y que tengamos la fortaleza necesaria para triunfar sobre la adversidad.
argantonio, una experiencia triste la que has vivido, pero guardas en tu corazón a una persona que te quiso y a la que tu quisiste. Estoy de acuerdo con lo que te dice Elsa
Ana María Lavilla. Hace días que tenía en el pensamiento a mi querida madrecita sor Mari-Puri, que éste era el nombre por la que era conocida. Hoy fatalmenteme llega la triste noticia a través de un compañero de la infdancia, de que ha fallecido. Habrá que darle las gracias a Dios, porque al fín ella descansará en paz. Un saludo.