Te vas... "Te vas ¿verdad?... No, calla.. no hace falta que me lo digas, lo sé... Tu cuerpo te delata: llevas unos días tensa, evitando mis ojos, corriendo de un lado para otro, sin una mirada para mí.... Conozco esta ausencia... Nadie mejor que yo capta tus estados de ánimo, tu electricidad. Nadie mejor que yo intuye tus sonrisas desde dentro, ni interpreta tus sonrisas de fuera... No estoy seguro que tú sepas leer en mí, como yo leo en tu interior... Tu maleta no está hecha todavía, pero te conozco bien: la harás en el último momento, como siempre, para engañarme mejor... Tus caricias son mecánicas. Tus dedos se pasean por mi piel de manera distraída... no te has ido todavía pero ya estás lejos. Me sé todas tus palabras, tus disculpas. Sé también que volverás... siempre vuelves... Te vas con él ¿verdad?... Dentro de nada, cogerás mi cara entre tus manos, me obligarás a mirarte a los ojos y me repetirás que lo sientes, que cuando él te llama te olvidas de todo y le sigues, que no tengo porqué preocuparme, que tengo amigos que cuidarán de mi soledad, que podré hacer lo que me dé la gana sin que me gruñas.... Pero, nadie me hablará como tú lo haces, ni me acariciará donde más me enloquece. Nadie. No ofendas mi inteligencia con tus explicaciones torpes que no entiendo ni quiero entender. Vete ya. Me las apañaré sin ti. Ya sabes cómo somos los de mi clase... ...Y no paras de escribir. Me acerco al teclado, quiero mimo, quiero jugar... me rechazas . "¡Ahora no! No tengo tiempo." Beso, lamo, mordisqueo la mano que me aleja. Te ablandas y me devuelves el beso pero.... sin entregarte. " No tengo tiempo, no seas pesado" Tranquila. Tengo mi orgullo y me comportaré como es debido.... Puede que hasta me olvidé de ti y me vaya también por allí... No... no me podré alejar de esta casa que nos gusta tanto a los dos... Me voy... te dejo hacer la maleta." Todo esto leí en los ojos de mi gato esta mañana, cuando intentaba explicarle esta extraña costumbre de los humanos: irse de vacaciones. (Para l@s gato-adict@s exclusivamente.... los demás no pueden entendernos. ) naf 28/06/2011
Hola! Nafnaf, me ha encantado y eso que no soy gatoadicta gracias por compartirlo Yo ando en otras cosas y la musa no aparece.. Besos
Tú, sigue andando en tus otras cosas y lo mismo te la cruzas cuando menos te lo esperas Es que las musas son muy suyas
Hola!! Fíjate, llegó con una canción de Michael Bublé ("Lost") Ahí dejo el relato que acabo de escribir: "Llorar Cuando me miro al espejo, llorando. Cuando veo mi rostro lleno de lágrimas, las mejillas mojadas y los ojos enrojecidos. Cuando me miro al espejo, llorando. Recuerdo aquellas veces que me encerraba en el baño de mis abuelos y lloraba sentada en el vater o en el suelo, y veía mi cara de niña en el romi.. no sé si había otro espejo frente a la puerta.. Y veía todos los frascos de colonia cuyas formas me gustaba, niñas de cristal. Había una que me gustaba, estaba asustada porque tenía una araña en el vestido. Y el oso marrón, redondo, que mi abuela me regaló pero que yo no tengo.. sólo está en mi recuerdo. Y una niña con un parasol, y otra con un vestido azul, que era donde estaba la colonia. Creo que todas se abrían por la cintura; el oso por la cabeza. Y lloraba refugiándome en aquél rincón donde podía encerrarme, con un pestillo. Y venía al rato mi abuelo, a ver si me convencía y salía de allí.. “tienes que ser buena” “eres la mayor”.. y así, tratando de hacer lo que los demás querían, y yo, con siete años, claudicando, y mis enfados quedaban en agua de borrajas. Ahora, cuando lloro, me gusta mirarme en un espejo, quizás recordando a esa niña que fui.." Espero que os guste Besos
Hola amigos El hilo está genial!!! y los escritores son de lo mejor, todos fenomenales. Me he divertido mucho, aunque confieso que no lo he podido leer todo, todavía Pues nada, que me he animado a participar Con vuestro permiso.... Ahí va Ese amor que no se olvida.....el primer amor Sentada bajo la sombra de un frondoso olivo, Águeda sostenía entre sus dedos una diminuta margarita amarilla. Tenía la mirada fija sobre las cumbres de la Sierra de Gata, en su corazón, en su alma....un rostro, un nombre.... '' Lorenzo ''. En su mente las preguntas .... Me quiso ?.... No me quiso.... ?, mientras deshojaba la margarita lentamente. Resbalaban lágrimas por sus mejillas, a la vez que de sus labios brotaba una tenue sonrisa, al recordar el tiempo pasado junto a él. Sus primeros cruces de miradas tímidas, ruborizadas, en la clase, en el recreo, esos encuentros sin querer.... queriendo.... en los pasillos, ese pequeño roce al cruzarse por ellos.... ese primer beso.... esas promesas de amor eterno, esos sueños de un futuro en común.... Águeda y Lorenzo no habían crecido juntos. Vivían al pié de la Sierra de Gata. Él en Cilleros, ella en Hoyos. Hacía algunos años, un autobús escolar recogía a Lorenzo para transportarlo al Instituto de Hoyos. Desde ese primer momento, en cada encuentro, sentían miles de mariposas revoloteando en su estómago. Los corazones latían con fuerza, como queriendo escapar de sus pechos. Estaban inquietos, eran muy felices. Nunca habían sentido nada parecido; no sabían lo que realmente les pasaba, pero era emocionante, grato, aunque también les ponía nerviosos. Ambos tenían catorce años, Lorenzo tan solo era tres meses mayor que ella. Muy tímidos e inocentes los dos, pronto estrecharon lazos que ellos llamaron al principio, amistad y un poco más.... Salían juntos tras terminar las clases, cogidos de la mano paseaban junto al río y entre piedra y piedra arrojada a el, algún inocente beso furtivo entraba en escena, seguido por una tierna sonrisa. En uno de sus cortos paseos, llegaron hasta un solitario olivo. Era un lugar precioso. Era su rincón. Ya no eran amigos y un poco más, habían pasado tres meses y ahora eran novios. Grabaron sus nombres en la corteza del viejo olivo, dentro de un corazón que Lorenzo talló con su navajilla. En ese rincón se prometieron amor eterno, soñaron con una vida juntos para siempre, En ese lugar sus besos, sus inocentes caricias....su secreto....quedaba protegido bajo la atenta y robusta guardia del olivo.... Pero al cabo de tres años.... la vida les separó. Ambos procedían de familia humilde y trabajadora, a parte de sus pequeños huertos y algún que otro animal de corral, para abastecerse de lo más primordial, la madre de Lorenzo trabajaba en el verdeo de la aceituna y el padre lo hacía en el proceso de la elaboración del aceite virgen. El padre de Águeda, en la elaboración del jamón y su madre, artesana del ganchillo, confeccionaba labores que eran vendidas en la ciudad. Un día, un rayo cayó en el hogar de Lorenzo, provocando un tremendo incendio que arrasó con todo. No teniendo nada con que poder remontar y afrontar esa pérdida tan grande, tuvieron que partir a casa de un familiar, trasladando se a otra comunidad, a muchos kilómetros de allí. La despedida fue muy triste, entre llantos, besos, el reafirmar sus promesas, se dieron el último abrazo....largo....fuerte, intenso.... y sobre todo extremada mente doloroso.... Finalmente Lorenzo cabizbajo, con lágrimas en los ojos, le dio la espalda dejándola allí, sola, contemplando entre sollozos como se alejaba.... Lorenzo partió hace ahora casi 25 años. Durante los dos primeros, Águeda cada día recibía una carta llena de amor y esperanza, a partir de ahí y durante dos meses más, sus cartas se fueron espaciando .... hasta que un día dejo de recibirlas. Ella siguió escribiéndole cada día, como siempre.... llenas de amor e ilusión, durante casi dos años más, hasta que las tres últimas cartas le fueron devueltas. Hoy día, felizmente casada y madre de tres hijos, todavía pasea de vez en cuando sola junto al río, llegando por el sendero hasta el frondoso olivo, ese que vela por su secreto, sus sueños, sus promesas, ese que tiene grabado para siempre, un corazón con dos nombres... Lorenzo y Águeda. ....Continua sentada al pie del viejo olivo, la mirada fija sobre la cumbre de la Sierra de Gata.... Entre sus dedos, la diminuta margarita y sigue preguntando.... Me quiso....? .... No me quiso....? Espero que os guste Feliz domingo a todos
Chagalilla: Me ha gustado muchísimo. Me ha hecho revivir aquella etapa en la que yo, siendo un chavalillo, barruntaba ya el amor. Enhorabuena.
Elvi ¡qué alegría verte por aquí! Y ¡qué historia más bonita! ... agridulce pero bonita. Un abrazote grande.
¡Chagall, me gusta mucho verte por aquí! Además, veo que, como experta bloguera, has incorporado tu texto al blog : http://relatinfo.blogspot.com/ y el enlace a tu blog de cuentos al lateral ¡bien! Pero a ver si escribes más, niña, que tu último cuento infantil es de abril Y ahora os amenazo con un relato mío: JACO A Jaco lo conozco desde ni se sabe. Compañero de colegio y de universidad, siempre fue “el otro”, el diferente, el que no fumaba cuando no fumar se consideraba poco elegante y poco varonil, el que prefería un paisaje de día a un cubata de noche. Caminaba a contracorriente, estorbando; o se mudaba a la acera de enfrente, la que no tiene escaparates, para ir solo sin molestar a nadie. –Eres muy raro –le decíamos. –Sí –contestaba; o no contestaba nada. Acabados nuestros estudios universitarios, la vida nos separó. Tardé mucho tiempo en reencontrarlo. Hace tres años, cuando ya ambos peinábamos canas y calvas, me lo tropecé en la acera de una calle cualquiera sin escaparates. Parecía feliz. Me contó su vida: cuatro cambios de trabajo, tres veces separado, varios hijos de madres diferentes, cinco continentes, a punto de jubilarse... y enamorado de nuevo. –Ni te imaginas cómo es –me dijo –, veinte años más joven que yo, alegre, vital, cariñosa, me tiene pillao, enamoriscao, encoñao, y además está colada por mí –, y acompañaba su exposición con sonrisas y grandes gestos con las manos y el cuerpo que demostraban una enorme alegría, una felicidad imposible de disimular. –¿Cómo se te ocurre, a tus años? –le dije, enfadado y absorto–. Ya no estás para esos trotes, Jaco, cualquier día te da un parraque y te quedas panza arriba o panza abajo, a tu edad no hay que hacer el burro, sal con los amigos a echar la partida de mus, o a tomarte un cafelito al bar de la esquina, y luego vuelve a casa a dormir la siesta, es lo que hay que hacer a nuestras edades, deja de soñar. –Sí, eso es lo que me dicen mis ex-mujeres, mis hijos, mi prima, la asistenta y el cura de mi barrio –me contestó Jaco, mirándome sin perder la sonrisa y antes de despedirse. Y se alejó caminando, ágil y sonriente, por la acera de la calle sin escaparates. Ayer me lo volví a encontrar prácticamente en el mismo lugar. Estaba, no sé cómo decir, tristón, apagado. –¿Qué te pasa? –le pregunté. –Me ha dejado antes de ayer –me contestó con la mirada fija en el suelo. –¿Ves? –me abalancé sobre él casi con furia– ¡Has estado haciendo el ridículo durante estos tres últimos años, mira que te lo dije, seguro que se ha ido con alguien de su edad! Cómo podías creer que estaba loca por ti, ¿eh? ¡Tonto, que eres un tonto iluso! Jaco no dejaba de mirar al suelo. Al cabo de un rato, me contestó: –Sí, tienes razón, es lo mismo que me han dicho mis ex-mujeres, mis hijos, mi prima, la asistenta y el cura de mi barrio. –Anda, vente conmigo –le dije dándole un abrazo–, que he quedado con unos amigos a tomar un orujito y a echar la partida en el café de la esquina. Anduvimos unos metros, sin hablar; hasta que poco a poco la sonrisa fue volviendo al rostro de Jaco. Se colocó unos cascos en los oídos y comenzó a canturrear al ritmo de la música que estaba escuchando: “Puede que sea esta la canción, la que nunca te escribí, tal vez te alegre el corazón, no hay más motivo ni razón, que me acordé de ti. Yo me fui, no sé hacia dónde, solo sé que me perdí. Yo me fui, no sé hacia dónde y yo solo me perdí; hay un niño que se esconde siempre detrás de mí” Se soltó de mi brazo, me despidió con un gesto de la mano, y desapareció por la esquina de la calle que no tenía escaparates, bailoteando rítmicamente, rumbo a solo sabe él qué nuevos senderos. Incorregible; este Jaco se nos condena, fijo...
jajajajaaaaa Espliego: Es buenísimo tu relato. Me recuerda a las Doloras de Campoamor, pero escrito en prosa. Ese JACO no era tan tonto; y si lo fuera, es un tonto feliz.
¡¡Bravo Chagall!!, yo también te echaba de menos pero sabía que aquí había una llamada irresistible. Gracias por tu cuento. Espliego, se lee muy a gusto el tuyo con la música de fondo. No les des ideas a las editoriales que sacarán libros sonoros. Estamos tod@s algo aletargad@s. ¿El frío?
Hola! Chagall, gracias por tu cuento Manu, ya hay libros sonoros, son los libros electrónicos; al menos en el mío tengo la posibilidad de escuchar música mientras leo un libro Espliego me encanta este relato así que 20 años más chica que el tal Jaco.. anda que más de uno lo quisiera para sí Besos
Buenos días a todos Lo primero que quiero es pedir disculpas por dos razones La primera por haber publicado mi relato directamente en el blog, cuando al parecer, la costumbre es hacerlo aquí "Lo siento" La segunda por haber incluido mi perfil en el blog. Pensé que había que hacerlo y resulta que ahora aparece mi careto en portada. Ayer no tenía internet, al parecer por caída del cable telefónico y ahora me he dado cuenta Ya he mandado un correo a Espliego para que lo solucione ya que yo no he podido hacerlo Gracias por vuestra comprensión y que conste, para lo que sea menester, que a día de hoy soy el último en incorporarme
Y este es mi primer relato El banco vacío Siempre me pregunté, qué es lo que mueve a una persona a sentarse junto a otra en un banco público, o a hacerlo en el banco de enfrente. Había observado, que las miradas de los posibles futuros vecinos, eran verdaderos poemas Caminaba por la Alameda, sumergido en mis pensamientos. En los bancos del paseo, gentes diversas. Una pareja de ancianos, la mamá con el cochecito de su bebé. Alguien leyendo un libro Cada uno de ellos estaba en su mundo y a mi paso me miraban. Era una mirada privada. En algún caso, parecía una invitación, en otros como una amenaza Encontré un banco vacío. Había llegado la hora. El que quedaba casi en frente, también estaba vacío. La gente iba y venía por el centro del paseo. Algunos se sentaban, pero no lo hacían en mi banco. Tampoco en el de enfrente Cuando alguno me miraba, no me transmitía afabilidad, más bien eran miradas inquisitivas, en cierta medida podría calificar a algunas como miradas agresivas Empecé a plantearme muchas preguntas. De mis pensamientos me rescató una mujer de avanzada edad- Con su dulce voz me preguntó ¿Puedo sentarme a su lado? Por supuesto que podía sentarse, es más estaba deseando que lo hiciera. Era una gran observadora y después de hablar del tiempo, del Sol y de la agradable sombra, me preguntó ¿Qué es lo que le preocupa? He observado que mira a la gente y que su paso le provoca cierto malestar Le expliqué lo que en aquel momento rondaba mi mente Básicamente, le dije, me pregunto porqué los paseantes, miran el banco vacío, luego me miran a mí con caras extrañas. Siguen su camino y se sientan en cualquier otro banco. La señora me dirigió una tierna sonrisa. Parecía un beso. Perdone, me dijo, ¿podría darme un pañuelo de papel? Yo en plan generoso le di tres Se levantó y se dirigió al banco vacío que todos rechazaban. Se agachó, y frotó ligeramente el banco. Echó el pañuelo a una papelera y me miró Un nuevo beso, un guiño y se deslizó paseo abajo por donde había venido Las caras de los paseantes cambiaron, eran miradas amables. Algunos se sentaron en el banco desierto, otros incluso lo hicieron junto a mí Qué hermosa lección la de aquella mujer, con besos en la sonrisa Jorge (Caballoloco)