ENSAYO Vivencia, en singular, es el hecho de vivir y estar vivo. Vaya por delante que este ensayo lo hago sin estar motivado por algún interés de tipo reivindicativo; tampoco debería interpretarse esta narración como la crónica de un derrumbamiento o el relato de un desasosiego; lo que aquí describo a grandes rasgos, es más bien un canto a la vida y es también una reflexión introspectiva, quizá algo simple, sobre la condición humana y lo efímero del ser. Hace ya algún tiempo que dejé de ser joven; pero aún así, por el modo con que ellas me devuelven la mirada al cruzármelas,......... Hay mujeres decididas y de mucho temperamento y también las hay que tienen mucho arte en el mirar para mandar recado a los hombres; llegados a este punto, en tal tesitura, lo mejor es limitarse a mirarlas o admirarlas, según se tercie, sin pasar de ahí; que de embarazarlas con la mirada, ya se encarga el diablo y su ministerio. Sepan disculpar este rasgo de nostalgia embargadora; es una ordinariez que no he querido soslayar. Sabedor, y siendo consciente de que el tiempo desbarata la vida, procuro cuidarme un poco para así ahorrar algún desaire al destino, que a veces nos avisa enviando recado en forma de soponcio, telele o jamacuco; por eso, cada mañana bien tempranito, me voy a la piscina municipal a nadar mil metros; nada mejor para desentumecer los músculos, que una buena sesión de natación reparadora. Dispensada me sea la forma de señalar, pero me deleita y me regala la vista y también la mente, el contemplar allí en traje de baño alguna odalisca tetona y culona; hay matronas, valientes y bien plantadas, que al andar contoneándose les cruje el culete como una sandía en su punto de madurez. -Es usted, un viejo verde -Verde, si; pero no viejo. Siguiendo con este soliloquio, recuerdo que ya desde bien pequeño, de alguna forma me hurtaban el derecho a la vida. -¡Niños, manteneos siempre puros y castos! -Sí, padre. Antes morir que pecar.... - Bueno. Decídase usted ya a pronunciarse sobre el derecho a la vida. -Bien. Yo creo que todos y cada uno de nosotros tendríamos o deberíamos tener una opinión propia; no una opinión basada en las teorías que nos fueron inculcadas durante nuestra infancia, sino extraída de la propia experiencia vital; porque si desde pequeños se nos veda el tener criterio propio, lo más probable será, que la libertad de cada uno para pensar y expresarse, acabe dejando de existir; que esa libertad no tenga dueño, que no sea de nadie y que todo derive hacia un hermético y nada deseable fundamentalismo; por consiguiente, es mejor dejarse de minucias y pejigueras teológicas. - En mi opinión, además del aborto intrauterino, existe otro extrauterino, que se produce cuando muy a nuestro pesar nos morimos y fatalmente se interrumpe el curso de la vida. Mueren los seres humanos, mueren los animales y hasta el paisaje muere. Mirándolo así, bajo este punto de vista, todo en la vida asemejaría a un grande e incesante aborto. Es una mala jugada, sin duda; todos quisiéramos vivir eternamente, pero no está así establecido y todos sin excepción, mal que nos pese, seremos abortados de modo inmisericorde. Todos estamos predestinados; de ahí que yo prefiera vivir, a fingir en cada instante, un deleite espiritual o carnal. Estoy de acuerdo con Oliver Cromwell, aquel que arengaba a los suyos al grito de: Muchachos, confiad en Dios y procurad mantener seca la pólvora. -El paisaje también muere? -Bueno; más bien cambia. -Y donde queda el derecho a la vida?¿no le parece a usted que el aborto intrauterino es, cuando menos, inmoral? -Usted dispense. Yo no lo encuentro ni bien ni mal. Allá cada cual, con su propia opinión. -¿Y el aborto extrauterino? ¿No le parece a usted que es una cabronada? -Lo será o no lo será, vaya usted a saber; eso está así establecido y nadie lo va a cambiar, por más que nos empeñemos; y las reclamaciones, al Maestro Armero; él fue quien dispuso que la vida fuera efímera. -¡Pero eso es peor que una piedrecilla en el zapato! ¿No le parece a usted? -Si, señora; mucho peor que eso. -Y también peor que una arenilla en el preservativo? -Pues, hombre...¡También!
Trasimides, yo no encuentro la reflexión expuesta en ese ensayo sobre tu visión de la vida nada simple . El Maestro Armero debería haber considerado al menos algún libro abierto a las reclamaciones en cada idioma. Naada, Manu, tú no te cortes. Y ya si les pones carita de ranos o moscos a los emoticonos esos, hasta te seguiré queriendo Gracias, os agradezco un montón vuestras palabras hacia el celemín, al menos fue escrito con mucho cariño ese pequeño texto. O de fanegas espliego, que se mide (o medía), en mi tierra. A ver si me acuerdo, que no me ha dado tiempo a preparar las chuletas . Creo que una fanega son sobre cuatro mil y pico metros cuadrados. Que se corresponde a doce celemines. Pero la medida más próxima en las casas se hacía en cuartillas, cuartos de fanega (tres celemines). Lo que creo venía a ser sobre once kilos y medio de harina de trigo ya molida.
Muy bueno tu ensayo Trasi, pese a hablar de muerte es todo un canto a la vida. Yo lo calificaría de artículo periodístico, mejor que muchos de los que se leen por ahí, estilo impecable y buena dosis de humor....
Buenos días colegas Esta historia surge tras leer una noticia en el periódico "Le Sud Ouest" ayer a la tarde. Me pareció muy ¿simpática?. Vosotros juzgaréis En esta zona de Francia (Landas) hay mucha gente mayor y no es fácil relacionarse por lo que hay muchas actividades para gente de cierta edad. Una de ellas es el "The danzante" bailes organizados para gentes de cierta edad Aquí pudo comenzar una bonita historia aunque lo único cierto sea el final
Una historia de amor Era un lugar tranquilo. Una suave música llenaba el local. Me gustaba el café y las deliciosas tisanas que preparaba Ya casi no tomaba alcohol y hoy quería tener la mente clara Ya nos habíamos visto en otras ocasiones. Nuestras miradas se cruzaban casi cada minuto. “¿ quieres bailar ?” Mi mano en su cintura, la suya en mi hombro, transmitían calor mientras los dedos entrelazados, se acariciaban de forma casi imperceptible. Fue la tarde perfecta. Poco a poco, conforme pasaban los minutos, nuestros cuerpos se iban acercando. Al principio, era un acercamiento tímido. Cierto rubor se instalaba en sus mejillas, pero parecía dispuesta a llegar al dulce abrazo. Yo lo deseaba No hubo que esperar mucho tiempo para que sus manos rodearan mi cuello mientras las mías rodeaban su cintura. Mis manos no podían permanecer quietas y lentamente recorrían su espalda. Su cuerpo era un mar de sensaciones, El enganche de su sujetador, me atraía sin que pudiera evitarlo y mis dedos se paseaban por sus bordes Había avanzado la tarde y ya mis manos, tímidamente, acariciaban su vestido por debajo de la cintura. No eran duros ni firmes como debían haberlo sido en su juventud. Mantenían su redondez pero habían caído ligeramente. No obstante transmitía unas sensaciones ya olvidadas, sensaciones que permanecían en no sé que rincón de mi cerebro. Eran sensaciones casi desconocidas que resucitaron con todo su esplendor No seguía los stándares de belleza actuales, pero resultaba muy atractiva y sobre todo era una mujer por mí muy deseada El tiempo comenzó a transcurrir lentamente. No es que el reloj hubiera envejecido, Mi impaciencia, mis deseos de abandonar el local abrazados como dos jovenzuelos aumentaba de forma rápida No necesité proponerle nada, una simple mirada, cargada de deseo, fue suficiente. Fuera hacía frío, mucho frío. El termómetro del coche señalaba una temperatura negativa, pero nunca habría podido enfriar nuestro deseo Habíamos recorrido unos pocos quilómetros. Su mano se había deslizado sobre mi pierna hasta el final y sus caricias me enloquecían. Los botones de su blusa, habían abandonado sos ojales. Podía ver de reojo su sujetador crema y fantasear con lo que mas que encerrar, acariciaba. Poco a poco aminoraba la marcha. Paralelamente a nosotros transcurría la autopista donde coches y camiones parecían competir por llegar los primeros a no sabían donde Cuando nos detuvimos en el arcén una mirada cómplice indicaba que ambos conocíamos el guión ... Mées (40) Los Gendarmes que circulaban por la autopista, observaron, en una carretera secundaria que transcurre paralela a ella unos muslos que asomaban por la puerta trasera de un vehículo aparcado en el arcén. Pertenecían a una mujer de 73 años, que practicaba una felación a su pareja de 74 Estos amantes no pudieron resistir la llamada del amor y desnudos desafiaban a las bajas temperaturas de aquella tarde ( Le Sud Ouest)
caballoloco... es que... esta región de Las Landas, con tantos senderitos tranquilos, entre helechos y pinos... allí vivieron mis padres muchos años, ya lo sabes... y así eran de felices ellos. El amor no tiene edad. ...Lo dicho... ¿cuándo te mudas alli?
Hola NAF, () estoy ya de hecho viviendo aquí en Mimizan llevo un año de medio baja y medio jubilación, una situación un poco extraña pero bueno así son las cosas De vez en cuando tengo que ir a España a médicos, controles, pruebas, ... pero la mayor parte del tiempo la pasamos aquí
Hola! Caballoloco, me encanta tu cuento-relato ni el amor ni el sexo tienen edad, y yo espero que no se me olviden esas cosas cuando sea muy muy vieja, que sin sexo vaya vida más aburrida.. A ver si escribo algo más para compartir Besos
Yo diría que si es simpática la noticia caballoloco, al menos a mí me ha hecho reír. Pobres!, los imagino a la tarde siguiente sentados a la mesa del mus, en el mismo sitio, contando las dos noticias, la buena que habían ligado, y la mala, que los habían pillao, entre risas. Porque “viéndolos” seguro que no han perdido tampoco la capacidad para la risa. Tu historia me ha recordado a alguien muy cercano, que pasados los noventa iba todavía a esos bailes de por aquí. Pero lo mejor de todo es que ligaba, y se echaba novias, hasta una vez nos trajo una “formal” a casa. Que personaje!.
Mercedes...la mesa del mus... pues no... lo que se estila allí es la belote que despierta las mismas pasiones ... que el mus, quiero decir. caballoloco ¿lo pasas tú al blog?... Mi aportación... " Sopas: La sopa de puerro-patata, la más humilde, la más sencilla y rápida de hacer pero no por eso la menos sabrosa. La sopa de berros, crema fina verde-pradera con su flor blanca de nata líquida que la cuchara no se decide a cortar. La sopa de setas, con recuerdos de paseos por el bosque o la de espárragos silvestres, tan untuosas las dos y con el contraste de sus picatostes crujientes. ................ las sopas.............. La sopa de calabaza de alegre color, festiva y sofisticada, coqueta perfumada de azafrán. La sopa de cocido: caldo nutritivo por excelencia, con sus fideos, sus hojas de menta y su chorrito de fino para los mayores, o con el alfabeto desordenado de sus letritas en el poema líquido de los niños aprendices de escritores que buscan su firma. La sopa de leche con tapioca, muy socorrida y suave, para estómagos delicados, y que hay que vigilar sin cesar por su caracter desbordante. ................las sopas............... La sopa de ajo de la abuela castellana, plato completo, contundente, alegría del pimentón. La sopa de cebolla: primero, complemento humilde, y pronto, lujo de trasnochadores, al abrigo de sus capas de queso gratinado o derretido, según los gustos. La sopa de no-se-sabe-exactamente-qué-ingredientes, oasis de sabor y textura reconfortantes y potentes, de otros países, su nombre sonoro evocador del desierto a la luz de la hoguera y de la media luna o de la luna llena. ...............las sopas................ La sopa de pescado de la abuela francesa, de sabor atlántico o mediterráneo (vino blanco o "pastis"), siempre a merced de la faena marítima, siempre distinta y sorprendente, tomates y romero, tomillo y punto de azafrán, hilos de queso y tostada de pan de campo frotada de ajo... paladeado sinónimo de los reencuentros familiares a orillas del mar... El ritual de los ingredientes... pasear por el mercado o la huerta, examinar, sopesar, comprar o recolectar, lavar, pelar, trocear, dorar, pochar, sazonar, probar, rectificar, colar, triturar, calcular cantidades con generosidad y tiempos con amor. El agua y la sal, las hierbas aromáticas y el arroz, el marisco y las cabezas de pescado, las verduras variadísimas y el hueso de jamón... formas, colores, texturas, aromas, recuerdos... El recipiente donde se elabora y madura la alquimia de la mezcla, olla lenta o rápida que destila y conserva la magia de la esencia de los ingredientes y susurra música de hogar. El recipiente donde llega a la mesa: cacerola de diario o sopera de porcelana fina de los días festivos. Y precedidos por su aroma insinuante y prometedor, el plato, el tazón o la cazuela de barro en los cuales, por fin, la sopa se acerca de forma tentadora al comensal... ... y el hechizo de la primera cucharada... los labios soplando un beso... los labios que se abren a la vez que los ojos se cierran de puro placer... ... y el sentido que se pierde en la cresta de las olas gustativas... ... y el suspiro de satisfacción... ... y la sonrisa agradecida hacia la cocinera... "¡Qué sopa más rica!" La sopa: alimento ancestral, primitivo, básico en la primera edad y de deleite a cualquier edad... si gusta. La poción mágica de las cenas otoñales e invernales de mi casa. Para mis compañer@s del "Círculo de los Soperos Empedernidos" " Esta noche, toca sopa de cocidito madrileño