Una historia de amor

Como yo no me atrevo, va algo de mi amiga Bea, que casi, casi es como si lo hubiera escrito yo... ¡¡qué más quisiera!!

Martes 16 de septiembre

Ayer haciendo zapping por las televisiones locales, nacionales y autonómicas, me encontré de pronto con un documental de esos raros sobre enfermedades que parece que sólo las padecen los americanos. Porque quién ha oído hablar del Síndrome de la mano ajena: ¡nadie!

Es verdad que se han hecho chistes sobre aquel operario al que le amputan una mano y le colocan otra que ha pertenecido a una monja y que no hace más que tocarle las pelotillas y la hortaliza. Y digo hortaliza porque hay quien gusta de llamar a tal miembro Pepino (¿diminutivo de José?), Seta, Zanahoria, Espárrago, etcétera.

Mientras la radio del taxista vociferaba Guadalajara en un llano, Méjico en una laguna, le dije que esperara un momento y no bajara la bandera porque seguramente tendríamos que seguir si no hallaba a la persona con la que estaba citada. Que no era otra que Claudia Fefé, recién salida del hospital y con el alta del médico en la mano, agitándolo en el aire como si fuera una banderita de saludo a una autoridad, pero como decía no estaba segura de que Claudia Fefé estuviera en la esquina.

Mi amiga prefirió quedarse a merendar en Embassy con su tía y sus primas y por lo tanto me monté de nuevo en el Opel Astra y le indiqué al chófer que me llevase al nuevo centro comercial de Somosaguas donde esa tarde Cinderella inauguraba local, lo que prometía diversión a tope.

A mi amiga le gustan estos saraos, pero es obvio que no está en condiciones todavía de moverse en determinados ambientes, no vaya a ser que se le salte algún punto. Pero qué digo, si está mucho más animada que yo pues en cuanto le dieron el alta y bajaba en el ascensor, le hizo un juego de mano a un celador que en lugar de asustarse le animó a que siguiera recorriendo la zona erógena. Claudia Fefé, no me canso de decirme que tu amistad no me conviene, que eres demasiado frívola, demasiado alocada y que si te sigo acabaré tan mal como tú.

En un abrir y cerrar de ojos me olvidé del documental del síndrome y el neurólogo que lo explicaba: el taxista acababa de pegar un frenazo de esos con mucho chirrío y marcas en el asfalto porque casi se traga a una indocumentada que había osado lanzarse a cruzar un paso de cebra sin mirar a derecha e izquierda.

Ahora un inciso a propósito del tráfico rodado, y es que últimamente el personal está unas veces en todo y otras veces en nada, unas veces va deshollinándose las narices según verbo utilizado por Quevedo, otras hablando por teléfono (lo más habitual), cambiando la cinta de música, mirando distraídamente hacia otro lado, dando una bofetada a una niña enrabietada que berrea en el asiento de atrás, o levantándole las faldas a la hembra que está en el asiento del copiloto, hembra o macho quiero decir pues a estas alturas del siglo qué más da... Y como todo esto lo puede ir haciendo una persona que va sentada al volante, un taxista no va a ser menos. Total, que volviendo al documental, se decía que la enfermedad aparecía por las buenas sin ser hereditaria, y también que se podía caer en ella si los sujetos abusaban del alcohol. Así que ¡ojo!, me dije.

Y ahí mismo, en el instante del frenazo, di un brinco en mi asiento sudado de eskay y pensé en Claudia Fefé y en lo que le había pasado. La muy tonta estaba enamorada de su dentista y aprovechando el lío de telas blancas, la sábana con que le cubren el cuerpo, la especie de babero y la bata del doctor, más la música de fondo del hilo musical, entre una cosa y otra se le fue la mano del reposabrazos y se deslizó bajo la bata del afamado dentista que soltó un grito histérico. Una de dos: o porque prefería otras caricias, o porque le habían pillado desprevenido con su hortaliza en reposo, reducida a una pequeña col de Bruselas.

La enfermera, ciega de celos y envidia, empujó a la pobre Claudia Fefé, que fue a darse con la boca anestesiada contra una mesa de metal donde estaban colocados los moldes bucales de la clientela, y las piezas saltaron en los aires y algunos maxilares superiores cayeron junto a maxilares inferiores con los que no casaban. Al darse cuenta del desaguisado les dio un ataque de histeria a los dos y le propinaron tal cantidad de patadas a la pobre Claudia Fefé que acabó hospitalizada. Claro que con las tres semanas de hospitalización y las dos operaciones para coserle la cintura pateada, le han hecho unos arreglos en nido de abeja tan ideales que ya no necesita tatuarse el cuerpo ni hacerse una liposucción, pues en el tiempo en que ha estado encamillada no ha abierto la boca y por lo menos ha perdido los siete kilos que le sobraban.

Ahora, contemplando la puesta de sol desde el asiento del Opel Astra, me pregunto si Claudia Fefé sufre o no el Síndrome de la mano ajena. Ahora bien, gracias a ella todas nosotras aprobamos los últimos cursos, porque les robaba a las monjas las preguntas de los exámenes que ellas dejaban celosamente guardadas en un armarito que Claudia Fefé abría con una facilidad asombrosa.

Y ahora que miro el bolso estoy viendo que no llevo suelto y espero que el taxista no se enfade cuando le diga que nada más que llevo un billete de doscientos euros. Menos mal que se le ha pasado el cabreo del frenazo de antes.

besos, vega

 

Muy bueno Veg@....
Sobre todo la última frase, como la vida misma.

 

Ya que llegamos a contar historias que vivimos, les contare una de mis experiencias también.
Fue una tarde llena de sol, unos años atrás, cuando lo conocí a EL, una persona que sigue siendo alguien muy especial. Estábamos caminando en direcciones opuestas cuando nos vimos la primera vez; nuestras miradas se cruzaron, así de la nada, y nos quedamos mirándonos por unos segundos. Los dos seguimos por nuestros caminos, y, después miramos para atrás, intentando encontrar otra vez la mirada del otro.
Minutos después unos amigos hicieron las presentaciones (estábamos en un parque para un evento). Nos quedamos toda la tarde platicando: ¡Éramos tan diferentes! pero esas diferencias nos atraían aun más. Su sonrisa tan blanca, tan pura, sus ojos negros me hicieron perder la razón (lo que muy pocas veces me pasa) y dejarme "llevada" por todas aquellas sensaciones que invadían mí cuerpo. Pero, en la vida real no es un cuento de hadas, y, minutos más tarde, caí de mí nube rosa y me pegue de algo que había ignorado hasta aquel momento: ¡la realidad!
El no era rumano, no era ni siquiera europeo... Y era demasiado grande para esa chica quinceañera que era yo. El tenía 22 anos y vivía en Latinoamérica.

Así termino esa historia antes de empezar. Y aunque el se quedo como loco por mi, yo intente evitar que esto me pasara a mi también, y cuando me dijo "¡Ven conmigo!" lo deje ir... No podría ir con este loco, ¿como podría irme con el? aunque viví en su país un tiempo, y aunque entendía su idioma, su religión, su cultura, no podría ir con el... ¡Estaba loco! yo era apenas una niña y dudaba mucho que aquello que sentía era amor. Y, ahora se que hice la mejor decisión. No era amor lo que sentía, pero era algo mágico, que estos años que pasaron no pudieron borrar… una conexión muy profunda que no entiende de tiempo, espacio, idioma...

Ese chico con ojos negros no me a olvidado hasta hoy… y fue el primero y el único que llego tan hondo en mí corazón, un amigo que me mira y sabe lo que pienso, que me escucha y sabe lo que quiero y que desde muy lejos sabe lo que siento… Pero, en términos prácticos, no es nada más que el chico con ojos negros… alguien muy especial… ¿un ex-novio? Hm… no, no fuimos novios ni un día (oficialmente)…
Este verano lo volveré a ver, después de dos años y espero encontrar un amigo, no aquel hombre que me mira y me alucina, que me lleva lejos de este mundo loco, y me hace perder la razón. Ya no soy aquella niña… ni siquiera la conozco…

 

Me encanta el tema

karo, vega, y clemy_mar, son muy bonitas sus historias y vivencias

 

Muy linda tú historia....Pero...
Clemy, por que sos tan pesimista
Gracias Amalia.

Les dejo algo....haber si Clemy reflexiona..

Si alguna vez


Si alguna vez alguien llegara a la puerta de tu vida
y en sus ojos vieras o en sus actos sintieras
que puedes confiar en él,
aún luego del temor a lo desconocido,
o aún después del tedio de conocerlo,
déjalo entrar.

Si alguna vez alguien conocido se parara frente a las puertas de tu corazón
y al mirar sus ojos vieras
un brillo que nunca antes habías visto,
tan luego de la impresión de conocerlo
o el tedio de haberlo conocido,
déjalo entrar.

Si alguna vez has pensado que el amor no pudiera sorprenderte ya
y aún luego de haberte sorprendido,
de ese amor hubieres salido vencido,
permítete amar,
el amor no está vencido
y querrá sorprenderte igual.

Si alguna vez imaginaste tu soledad viendo allí tu destino,
mientras te esfuerces en seguir imaginándola,
ese al fin será.

Si alguna vez has rehusado enamorarte para no herirte ya nunca más,
con cada amor que dejas pasar,
una herida profunda y perpetua a tu alma harás.
La duda, la duda y el resentimiento te invadirá.

Si alguna vez el amor te inmovilizó
y finalmente te dejaste estar,
busca en el bolsillo del saco de tu alma la llave de tu libertad
y entrégate vital al amor que todo lo puede y todo lo da.

Si alguna vez el fantasma de la decepción hiciera nido en tu mente,
múdate al corazón,
allí está la felicidad.

Si alguna vez pensaras que cerrando los ojos dejará de existir el mar,
piensa!
al abrirlos, todo estará igual.
Mantén tus ojos abiertos y pon la esperanza en tus labios,
una sonrisa en tu cara habrá...
y si entregas tu corazón y el amor en ti se vuelve a instalar,
cuando al fin estés con él,
donde había un mar un cause de camelias habrá.

Si alguna vez has pensado que puedes resignar el placer de lo sentido y de lo vivido,
y el recuerdo y el olvido,
y una estrella del cielo o un cisne en un lago escondido...
La poesía del viento y las lagrimas y la risa y tu dolor en el pecho
y hasta tu estomago retorcido,
y la voz de él diciéndote y sus manos acariciándote,
y la alegría de su risa,
y los colores que a través de sus ojos se dejan ver...
Y unas gotas de lluvia en tu cara y la mano de él que seca tus lagrimas,
y un abrazo desde el alma y su presencia que sin decir nada te acompaña
y su respiración en tu pecho y el sabor de unos labios
y la belleza de morir enredados...
Si alguna vez has pensado que todo esto lo tienes vedado,
piensa en ti.

No busques la perfección en lo imperfecto,
ni el olvido en lo perpetuo...
busca el amor y deja que sea.


Marcelo D. Ferrer
La Plata, Buenos Aires, Argentina.

 

Hola a to2,

karo, tengo que salir en defensa de Armando, que queda muy mal parado en tu historia y para colmo lo dejaste tan loco que después se sumió en el alcoholismo y se puso de novio con su propia tía. Que le hiciste karo!!! Pobre tipo

vega, no sabia que tenias el síndrome de la mano ajena, yo pensaba que esa enfermedad era tan solo un mito

clemy_mar, dicen que el tiempo y la distancia todo lo curan, cuando vuelvas a encontrarte con tu amigo latino quizás puedan ser amigos, quizás él ya esté comprometido o algo por el estilo y pueda ser tan solo un buen amigo. Si tengo que ser sincero, yo veo muy difícil que tu amigo aun no te desee como mujer, es más al verte más madura se va a enamorar mucho más de vos, pero no seas mala trata de no romperle el corazón y sacatelo de encima dulcemente como saben hacer las mujeres, sino podes tomar el ejemplo de la historia de karo

clemy_mar, ahora que sé que tenés 17 años comprendo y está muy bien que no creas en los compromisos y el amor, para que te vas a complicar así a esta edad, está todo bien hay que disfrutar y experimentar antes de resignarse a la monotonía de la monogamia. Yo cuando tenia tu edad tampoco creía en nada, era frío y calculador, y el año pasado no sé que me paso y quede así como estoy ahora, cada día más tonto

amalia, me alegra mucho que te guste este tema, pasa cuando gustes que a mi me gusta.

Salu2

 

esto se pone interesante por momentos

Karo me encanta la poesia relato, pero hay q digerirla a pedacitos, poquito a poco, si no como q te pierdes, jejeje

Vega, que vida, realmente la realidad supera la ficción,

Clemy mar: yo te dedicaría concretamente esta parte

y esta

creo tienes q cambiar de registro, como principito,

Saludosss

 

Es que soy una mujer dificil de olvidar.


Clemyyyyyyyyyyyyyyyyy, con razónnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnnn
No te preocupes que son etapas y pasan, yo era igual...dos años después de tú edad me case.

 

19? ........jajajja de qué me asombro, yo me casé a los 22....

 

Si, no.. .....nos hubiesemos esperado un poquito...

 

Hasta los 35 mínimo!!!!!

 

Te parece ....creo que yo me estiraria hasta los 50.

 

Cuantos menos años de condena tengas... mejor....Bobis...

 

Bueno para ir cambiando de tema pongo un texto que acabo de recibir por mail y que me ha gustado muchísimo, espero que ustedes también lo disfruten....
Un beso a todos: clemy, vega, principito, karo obvio, y iolandita......

La redacción que sigue fue escrita por un candidato en una selección de personal en Volkswagen; la persona fue aceptada en la empresa y su texto está haciendo furor en Internet por su creatividad y sensibilidad:

"Ya hice cosquillas a mi hermana sólo para que dejara de llorar, ya me quemé jugando con una vela, ya hice un globo con el chicle y se me pegó en toda la cara, ya hablé con el espejo, ya jugué a ser brujo. Ya quise ser astronauta, violinista, mago, cazador, y trapecista, ya me escondí atrás de la cortina y dejé olvidados los pies afuera, ya corrí por el timbre del teléfono, ya estuve bajo la ducha hasta hacerme pis. Ya robé un beso, confundí los sentimientos, tomé un camino errado y sigo andando en lo desconocido.

Ya raspé el fondo de la olla donde se cocina la crema, ya me corté al afeitarme muy apurado y lloré al escuchar determinada música en el ómnibus.

Ya traté de olvidar a algunas personas y descubrí que son las más difíciles de olvidar.



Ya subí a escondidas a la azotea para agarrar estrellas, ya subí a un árbol para robar fruta, ya me caí por una escalera. Ya hice juramentos eternos, escribí el muro de la escuela y lloré sentado solo en el piso del baño por algo que me pasaba, ya huí de mi casa para siempre y volví al instante siguiente. Ya corrí para no dejar a alguien llorando, ya quedé solo en medio de mil personas sintiendo la falta de una sola.



Ya vi ponerse el sol y cambiar al rosado y al anaranjado, ya me tiré a la piscina y no quise salir más, ya tomé whisky hasta sentir mis labios dormidos, ya miré la ciudad desde arriba y ni aún así encontré mi lugar.



Ya sentí miedo de la oscuridad, ya temblé por los nervios, ya casi morí de amor y renací nuevamente para ver la sonrisa de alguien especial, ya desperté en medio de la noche y sentí miedo de levantarme. Ya aposté a correr descalzo por la calle, grité de felicidad, robé rosas en un enorme jardín, ya me enamoré y creí que era para siempre, pero era un "para siempre" por la mitad.



Ya me acosté en el pasto hasta la madrugada y vi cambiar la luna por el sol, ya lloré por ver amigos partir y luego descubrí que llegaron otros nuevos y que la vida es un ir y venir permanente.



¡Fueron tantas cosas que hice, tantos momentos fotografiados por la lente de la emoción y guardados en ese baúl llamado corazón!



Ahora un formulario me pregunta, me grita desde el papel:



¿Cuál es su experiencia?



Esa pregunta hizo eco en mi cerebro: experiencia... experiencia... ¿Será que cultivar sonrisas es experiencia? No, tal vez ellos no saben todavía ver los sueños.



Ahora me gustaría preguntarle al que redactó el formulario:



¿Experiencia? ¿Quién la tiene si a cada momento todo se renueva?"