Muy bueno son los talladores de árboles. En el Zoológico de mi ciudad hacen (con los árboles caídos) esculturas, aunque ya se han excedido un poco. Lástima que, en este caso, se utilizó un árbol vivo.
El ingenio humano y la capacidad artística del hombre para generar productos culturales que satisfacen el alma parece no tener límites. En un espacio verde ubicado frente al acceso a la Vía Crucis del Cerro San Bernardo de nuestra ciudad, un ignoto jardinero utilizando ramas caídas del entorno y un par de metros de alambre negro, congeló el movimiento de estos danzarines: