Hace más de 30 años atrás iba en una camioneta, atravesando la ciudad de General Güemes, en el interior de la provincia. Al pasar por el frente de una casa, vi en el jardín, un árbol totalmente desconocido para mí. Picado por la curiosidad, detuve la marcha y decidí llamar a la puerta. Me atendió una señora, entrada en años y extraordinariamente simpática, que ante mi pregunta acerca del nombre de aquella planta, respondió que se trataba de un Zapote y me contó cierta historia que se remontaba a su juventud: Aquella mujer y su flamante esposo disfrutaban de su Luna de Miel en la vecina república de Bolivia. Se desplazaban en tren, en aquellos vagones de la época cuyos asientos dobles podían rebatirse de modo que dos contiguos en la misma fila quedaran enfrentados. Así dispuestas las cosas, tocó a esta pareja tener como acompañantes de viaje a un matrimonio de bolivianos con los cuales no demoraron en entablar conversación. Entre charla y charla, los del altiplano abrieron un cesto de mimbre lleno de una extraña fruta llamada zapote con la cual convidaron a mis paisanos. Los zapotes fueron del agrado de los invitados por lo que la señora guardó para sí algunas semillas, las que posteriormente ya en G. Güemes, fueron plantadas en los fondos de su casa. Una de las plántulas que allí germinaron fue llevada al espacioso jardín del frente. Ese arbolito, prontamente se convirtió en árbol y el árbol, -generoso por naturaleza-, devolvió con creces la atención y esfuerzo a él prodigados. La señora no solo me narró como la extraña planta había llegado a sus manos, sino también me regaló un tarrito de duraznos al natural, -tiesto muy común por aquí-, con un lozano zapote, hijo del que llamara mi atención. El zapotito lo llevé a mi casa en Salta donde se desarrolló muy bien, tanto que el diámetro del tronco alcanzó a medir unos 40 cm. Finalmente, una fuerte nevada algo infrecuente en la zona, secó el azaroso ejemplar. Después de leer todo lo anterior pueden comprender las razones por las que conozco esta especie, alguna vez empleada como hipnótico, que desde su cálido México natal llegó fortuitamente a mi casa en los frescos faldeos occidentales del Valle de Lerma. Buenas Tardes