CUENTOS Y POESÍAS

Tema en 'Otros temas no de plantas' comenzado por Cesar3, 18/7/17.

  1. dinfelu

    dinfelu Gabriel Moreno

    Mensajes:
    7.522
    Ubicación:
    ciudad de mexico, tlalpan
    Ubicación:
    ciudad de mexico, tlalpan,clima templado subhumedo, altura 2240 metros snm
    de jose de espronceda
    cancion de la muerte



    el poema completo aqui abajo

    Débil mortal no te asuste
    mi oscuridad ni mi nombre;
    en mi seno encuentra el hombre
    un término a su pesar.
    Yo, compasiva, te ofrezco
    lejos del mundo un asilo,
    donde a mi sombra tranquilo
    para siempre duerma en paz.

    Isla yo soy del reposo
    en medio el mar de la vida,
    y el marinero allí olvida
    la tormenta que pasó;
    allí convidan al sueño
    aguas puras sin murmullo,
    allí se duerme al arrullo
    de una brisa sin rumor.

    Soy melancólico sauce
    que su ramaje doliente
    inclina sobre la frente
    que arrugara el padecer,
    y aduerme al hombre, y sus sienes
    con fresco jugo rocía
    mientras el ala sombría
    bate el olvido sobre él.

    Soy la virgen misteriosa
    de los últimos amores,
    y ofrezco un lecho de flores,
    sin espina ni dolor,
    y amante doy mi cariño
    sin vanidad ni falsía;
    no doy placer ni alegría,
    más es eterno mi amor.

    En mi la ciencia enmudece,
    en mi concluye la duda
    y árida, clara, desnuda,
    enseño yo la verdad;
    y de la vida y la muerte
    al sabio muestro el arcano
    cuando al fin abre mi mano
    la puerta a la eternidad.

    Ven y tu ardiente cabeza
    entre mis manos reposa;
    tu sueño, madre amorosa;
    eterno regalaré;
    ven y yace para siempre
    en blanca cama mullida,
    donde el silencio convida
    al reposo y al no ser.

    Deja que inquieten al hombre
    que loco al mundo se lanza;
    mentiras de la esperanza,
    recuerdos del bien que huyó;
    mentiras son sus amores,
    mentiras son sus victorias,
    y son mentiras sus glorias,
    y mentira su ilusión.

    Cierre mi mano piadosa
    tus ojos al blanco sueño,
    y empape suave beleño
    tus lágrimas de dolor.
    Yo calmaré tu quebranto
    y tus dolientes gemidos,
    apagando los latidos
    de tu herido corazón.
     
  2. naf

    naf carpe diem

    Mensajes:
    1.099
    Ubicación:
    sierra de Madrid
    Lo que tú digas, Cesar. Al fin y al cabo, tú eres "el padre" de este hilo. :smile:

    Nos "vemos" :beso:
     
  3. naf

    naf carpe diem

    Mensajes:
    1.099
    Ubicación:
    sierra de Madrid
    :smile: Y para hacerme perdonar mi patinazo (involuntario) os traigo otra cosa y de la cual estoy segura puesto que se trata de un poema de Jacques Prévert, uno de mis poetas franceses preferido. :smile::smile:

    Para hacer el retrato de un pájaro -

    Pintar primero una jaula
    con la puerta abierta
    Pintar después algo bonito
    algo simple, algo bello,
    algo útil para el pájaro.
    Apoyar después la tela contra un árbol
    en un jardín, en un soto
    o en un bosque
    Esconderse tras el árbol
    sin decir nada, sin moverse
    A veces el pájaro llega enseguida
    Pero puede tardar años
    antes de decidirse.
    No hay que desanimarse
    Hay que esperar
    Esperar si es necesario durante años
    La celeridad o la tardanza
    en la llegada del pájaro
    no tiene nada que ver
    con la calidad del cuadro.
    Cuando el pájaro llega, si llega,
    observar el más profundo silencio
    esperar que el pájaro entre en la jaula
    y una vez que haya entrado
    cerrar suavemente la puerta con el pincel.

    Después borrar uno a uno todos los barrotes
    cuidando de no tocar ninguna pluma del pájaro.

    Hacer, acto seguido, el retrato del árbol,
    escogiendo la rama más bella para el pájaro
    Pintar también el verde follaje
    Y la frescura del viento,
    El polvillo del sol
    y el ruido de los bichos de la hierba

    en el calor estival
    Ydespués esperar
    que el pájaro se decida a cantar.

    Si el pájaro no canta, mala señal,
    Señal de que el cuadro es malo,
    Pero si canta es buena señal,
    Señal de que podéis firmar.
    Entonces arrancadle delicadamente
    una pluma al pájaro

    y escribid vuestro nombre
    en un ángulo del cuadro.


    Jacques PREVERT
     
  4. VA DE GATOS...

    Pablo Neruda
    Oda al gato

    Los animales fueron
    imperfectos,
    largos de cola, tristes
    de cabeza.
    Poco a poco se fueron
    componiendo,
    haciéndose paisaje,
    adquiriendo lunares, gracia, vuelo.
    El gato,
    sólo el gato
    apareció completo
    y orgulloso:
    nació completamente terminado,
    camina solo y sabe lo que quiere.

    El hombre quiere ser pescado y pájaro,
    la serpiente quisiera tener alas,
    el perro es un león desorientado,
    el ingeniero quiere ser poeta,
    la mosca estudia para golondrina,
    el poeta trata de imitar la mosca,
    pero el gato
    quiere ser sólo gato
    y todo gato es gato
    desde bigote a cola,
    desde presentimiento a rata viva,
    desde la noche hasta sus ojos de oro.

    No hay unidad
    como él,
    no tienen
    la luna ni la flor
    tal contextura:
    es una sola cosa
    como el sol o el topacio,
    y la elástica línea en su contorno
    firme y sutil es como
    la línea de la proa de una nave.
    Sus ojos amarillos
    dejaron una sola
    ranura
    para echar las monedas de la noche.

    Oh pequeño
    emperador sin orbe,
    conquistador sin patria,
    mínimo tigre de salón, nupcial
    sultán del cielo
    de las tejas eróticas,
    el viento del amor
    en la intemperie
    reclamas
    cuando pasas
    y posas
    cuatro pies delicados
    en el suelo,
    oliendo,
    desconfiando
    de todo lo terrestre,
    porque todo
    es inmundo
    para el inmaculado pie del gato.

    Oh fiera independiente
    de la casa, arrogante
    vestigio de la noche,
    perezoso, gimnástico
    y ajeno,
    profundísimo gato,
    policía secreta
    de las habitaciones,
    insignia
    de un
    desaparecido terciopelo,
    seguramente no hay
    enigma
    en tu manera,
    tal vez no eres misterio,
    todo el mundo te sabe y perteneces
    al habitante menos misterioso,
    tal vez todos lo creen,
    todos se creen dueños,
    propietarios, tíos
    de gatos, compañeros,
    colegas,
    discípulos o amigos
    de su gato.

    Yo no.
    Yo no suscribo.
    Yo no conozco al gato.
    Todo lo sé, la vida y su archipiélago,
    el mar y la ciudad incalculable,
    la botánica,
    el gineceo con sus extravíos,
    el por y el menos de la matemática,
    los embudos volcánicos del mundo,
    la cáscara irreal del cocodrilo,
    la bondad ignorada del bombero,
    el atavismo azul del sacerdote,
    pero no puedo descifrar un gato.
    Mi razón resbaló en su indiferencia,
    sus ojos tienen números de oro.

    Jorge Luis Borges

    A un gato


    No son más silenciosos los espejos
    ni más furtiva el alba aventurera;
    eres, bajo la luna, esa pantera
    que nos es dado divisar de lejos.
    Por obra indescifrable de un decreto
    divino, te buscamos vanamente;
    más remoto que el Ganges y el poniente,
    tuya es la soledad, tuyo el secreto.
    Tu lomo condesciende a la morosa
    caricia de mi mano. Has admitido,
    desde esa eternidad que ya es olvido,
    el amor de la mano recelosa.
    En otro tiempo estás. Eres el dueño
    de un ámbito cerrado como un sueño.


    Poemas de gatos de Eliseo Diego

    A un gato mientras se baña

    Lámete bien la garra oculta en seda
    y oreja tras oreja limpia y pule;
    tu vanidad con el orgullo emule
    por ver qué flanco más lustroso queda.

    Verdadgrande será que nunca pueda
    llamarte amigo; no hay quien disimule
    mejor que tú su ser, ni ser simule
    tan familiar que todo asombro ceda.

    Mas no es tan natural ue seas tú mismo
    ni que pueda yo verte y conocerte
    perfecto ahí como si en un segundo.

    Por más que disimules, un abismo
    serás como también el yo saberte
    conmigo aquí en lo que llamamos mundo.
     
  5. dinfelu

    dinfelu Gabriel Moreno

    Mensajes:
    7.522
    Ubicación:
    ciudad de mexico, tlalpan
    Ubicación:
    ciudad de mexico, tlalpan,clima templado subhumedo, altura 2240 metros snm
    del cubano jose marti

    amor de ciudad grande



    poema completo aqui abajo

    De gorja son y rapidez los tiempos:
    Corre cual luz la voz; en alta aguja
    Cual nave despeñada en sirte horrenda
    Húndese el rayo, y en ligera barca
    El hombre, como alado, el aire hiende.
    ¡así el amor, sin pompa ni misterio .
    Muere, apenas nacido, de saciado!
    ¡jaula es la villa de palomas muertas
    Y ávidos cazadores! si los pechos
    Se rompen de los hombres, y las carnes
    Rotas por tierra ruedan, ¡no han de verse
    Dentro más que frutillas estrujadas!

    De gorja son y rapidez los tiempos:
    Se ama de pie en las calles, entre el polvo
    De los salones y plazas. muere
    La flor el día en que nace. aquella virgen
    Trémula que antes a la muerte daba
    La mano pura que ha ignorado mozo;
    El goce de temer; aquel salirse
    Del pecho el corazón; el inefable
    Placer de merecer; el grato susto
    De caminar de prisa en derechura
    Del hogar de la amada, y a sus puertas,
    Como un niño feliz, romper en llanto;
    Y aquel mirar, de nuestro amor al fuego,
    Irse tiñendo de color las rosas.
    ¡ea, que son patrañas! pues, ¿quién tiene
    Tiempo de ser hidalgo? ¡bien que sienta,
    Cual áureo vaso o lienzo suntuoso,
    Dama gentil en casa de magnate!
    O si se tiene sed, se alarga el brazo
    Y a la copa que pasa, ¡se la apura!
    Luego, la copa turbia al polvo rueda,
    Y el hábil catador, manchado el pecho
    De una sangre invisible, ¡sigue alegre,
    Coronado de mirtos, su camino!

    No son los cuerpos ya sino desechos,
    ¡y fosas y jirones! y las almas
    No son como en el árbol fruta rica
    En cuya blanda piel la almíbar dulce
    En su sazón de madurez rebosa,
    ¡sino fruta de plaza que a brutales
    Golpes el rudo labrador madura!

    ¡la edad es ésta de los labios secos!
    ¡de las noches sin sueño! ¡de la vida
    Estrujada en agraz! ¿qué es lo que falta
    Que la ventura falta? como liebre
    Azorada, el espíritu se esconde,
    Trémulo huyendo al cazador que ríe,
    Cual en soto selvoso, en nuestro pecho;
    Y el deseo, del brazo de la fiebre,
    Cual rico cazador recorre el soto.

    ¡me espanta la ciudad! toda está llena
    De copas por vaciar, ¡oh huecas copas!
    Tengo miedo, ¡ay de mi! de que este vino
    Tósigo sea, y en mis venas luego
    ¡cual duende vengador los dientes clave!
    Tengo sed, más de un vino que en la tierra
    ¡no se sabe beber! ¡no he padecido
    Bastante aún, para romper el muro
    Que me aparta, ¡oh dolor! de mi viñedo!
    ¡tomad vosotros, catadores ruines
    De vinillos humanos, esos vasos
    Donde el jugo de lirio a grandes sorbos
    Sin compasión y sin temor se bebe!

    ¡tomad! yo soy honrado
    ¡tomad! ¡y tengo miedo!
    ¡tomad!
     
  6. dinfelu

    dinfelu Gabriel Moreno

    Mensajes:
    7.522
    Ubicación:
    ciudad de mexico, tlalpan
    Ubicación:
    ciudad de mexico, tlalpan,clima templado subhumedo, altura 2240 metros snm


    El poeta comienza reconociendo el agotamiento físico, emocional y psicológico que sufre ante la dolorosa y terminal enfermedad que está matando a su padre

    aqui el poema completo

    saludos a tod@s

    PRIMERA PARTE

    I

    Déjame reposar,
    aflojar los músculos del corazón
    y poner a dormitar el alma
    para poder hablar,
    para poder recordar estos días,
    los más largos del tiempo.

    Convalecemos de la angustia apenas
    y estamos débiles, asustadizos,
    despertando dos o tres veces de nuestro escaso sueño
    para verte en la noche y saber que respiras.
    Necesitamos despertar para estar más despiertos
    en esta pesadilla llena de gentes y de ruidos.

    Tú eres el tronco invulnerable y nosotros las ramas,
    por eso es que este hachazo nos sacude.
    Nunca frente a tu muerte nos paramos
    a pensar en la muerte,
    ni te hemos visto nunca sino como la fuerza y la
    alegría.
    No lo sabemos bien, pero de pronto llega
    un incesante aviso,
    una escapada espada de la boca de Dios
    que cae y cae y cae lentamente.
    Y he aquí que temblamos de miedo,
    que nos ahoga el llanto contenido,
    que nos aprieta la garganta el miedo.

    Nos echamos a andar y no paramos
    de andar jamás, después de medianoche,
    en ese pasillo del sanatorio silencioso
    donde hay una enfermera despierta de ángel.
    Esperar que murieras era morir despacio,
    estar goteando del tubo de la muerte,
    morir poco, a pedazos.

    No ha habido hora más larga que cuando no
    dormías,
    ni túnel más espeso de horror y de miseria
    que el que llenaban tus lamentos,
    tu pobre cuerpo herido.

    II

    Del mar, también del mar,
    de la tela del mar que nos envuelve,
    de los golpes del mar y de su boca,
    de su vagina obscura,
    de su vómito,
    de su pureza tétrica y profunda,
    vienen la muerte, Dios, el aguacero
    golpeando las persianas,
    la noche, el viento.

    De la tierra también,
    de las raíces agudas de las casas,
    del pie desnudo y sangrante de los árboles,
    de algunas rocas viejas que no pueden moverse,
    de lamentables charcos, ataúdes del agua,
    de troncos derribados en que ahora duerme el rayo,
    y de la yerba, que es la sombra de las ramas del cielo,
    viene Dios, el manco de cien manos,
    ciego de tantos ojos,
    dulcísimo, impotente.
    (Omniausente, lleno de amor,
    el viejo sordo, sin hijos,
    derrama su corazón en la copa de su vientre.)

    De los huesos también,
    de la sal más entera de la sangre,
    del ácido más fiel,
    del alma más profunda y verdadera,
    del alimento más entusiasmado,
    del hígado y del llanto,
    viene el oleaje tenso de la muerte,
    el frío sudor de la esperanza,
    y viene Dios riendo.

    Caminan los libros a la hoguera.
    Se levanta el telón: aparece el mar.

    (Yo no soy el autor del mar.)

    III

    Siete caídas sufrió el elote de mi mano
    antes de que mi hambre lo encontrara,
    siete veces mil veces he muerto
    y estoy risueño como en el primer día.
    Nadie dirá: no supo de la vida
    más que los bueyes, ni menos que las golondrinas.
    Yo siempre he sido el hombre, amigo fiel del perro,
    hijo de Dios desmemoriado,
    hermano del viento.
    ¡A la chingada las lágrimas!,dije,
    y me puse a llorar
    como se ponen a parir.
    Estoy descalzo, me gusta pisar el agua y las piedras,
    las mujeres, el tiempo,
    me gusta pisar la yerba que crecerá sobre mi tumba
    (si es que tengo una tumba algún día).
    Me gusta mi rosal de cera
    en el jardín que la noche visita.
    Me gustan mis abuelos de Totomoste
    y me gustan mis zapatos vacíos
    esperándome como el día de mañana.
    ¡A la chingada la muerte!, dije,
    sombra de mi sueño,
    perversión de los ángeles,
    y me entregué a morir
    como una piedra al río,
    como un disparo al vuelo de los pájaros.

    IV

    Vamos a hablar del Príncipe Cáncer,
    Señor de los Pulmones, Varón de la Próstata,
    que se divierte arrojando dardos
    a los ovarios tersos, a las vaginas mustias,
    a las ingles multitudinarias.

    Mi padre tiene el ganglio más hermoso del cáncer
    en la raíz del cuello, sobre la subclavia,
    tubérculo del bueno de Dios,
    ampolleta de la buena muerte,
    y yo mando a la chingada a todos los soles del mundo.
    El Señor Cáncer, El Señor Pendejo,
    es sólo un instrumento en las manos obscuras
    de los dulces personajes que hacen la vida.

    En las cuatro gavetas del archivero de madera
    guardo los nombres queridos,
    la ropa de los fantasmas familiares,
    las palabras que rondan
    y mis pieles sucesivas.

    También están los rostros de algunas mujeres
    los ojos amados y solos
    y el beso casto del coito.
    Y de las gavetas salen mis hijos.
    ¡Bien haya la sombra del árbol
    llegando a la tierra,
    porque es la luz que llega!

    V

    De las nueve de la noche en adelante,
    viendo televisión y conversando
    estoy esperando la muerte de mi padre.
    Desde hace tres meses, esperando.
    En el trabajo y en la borrachera,
    en la cama sin nadie y en el cuarto de niños,
    en su dolor tan lleno y derramado,
    su no dormir, su queja y su protesta,
    en el tanque de oxígeno y las muelas
    del día que amanece, buscando la esperanza.

    Mirando su cadáver en los huesos
    que es ahora mi padre,
    e introduciendo agujas en las escasas venas,
    tratando de meterle la vida, de soplarle
    en la boca el aire...

    (Me avergüenzo de mí hasta los pelos
    por tratar de escribir estas cosas.
    ¡Maldito el que crea que esto es un poema!)

    Quiero decir que no soy enfermero,
    padrote de la muerte,
    orador de panteones, alcahuete,
    pinche de Dios, sacerdote de penas.
    Quiero decir que a mí me sobre el aire...

    VI

    Te enterramos ayer.
    Ayer te enterramos.
    Te echamos tierra ayer.
    Quedaste en la tierra ayer.
    Estás rodeado de tierra
    desde ayer.
    Arriba y abajo y a los lados
    por tus pies y por tu cabeza
    está la tierra desde ayer.
    Te metimos en la tierra,
    te tapamos con tierra ayer.
    Perteneces a la tierra
    desde ayer.
    Ayer te enterramos
    en la tierra, ayer.

    VII

    Madre generosa
    de todos los muertos,
    madre tierra, madre,
    vagina del frío,
    brazos de intemperie,
    regazo del viento,
    nido de la noche,
    madre de la muerte,
    recógelo, abrígalo,
    desnúdalo, tómalo,
    guárdalo, acábalo.

    VIII

    No podrás morir.
    Debajo de la tierra
    no podrás morir.
    Sin agua y sin aire
    no podrás morir.
    Sin azúcar, sin leche,
    sin frijoles, sin carne,
    sin harina, sin higos,
    no podrás morir.
    Sin mujer y sin hijos
    no podrás morir.
    Debajo de la vida
    no podrás morir.
    En tu tanque de tierra
    no podrás morir.
    En tu caja de muerto
    no podrás morir.
    En tus venas sin sangre
    no podrás morir.
    En tu pecho vacío
    no podrás morir.
    En tu boca sin fuego
    no podrás morir.
    En tus ojos sin nadie
    no podrás morir.
    En tu carne sin llanto
    no podrás morir.
    No podrás morir.
    No podrás morir.
    No podrás morir.
    Enterramos tu traje,
    tus zapatos, el cáncer;
    no podrás morir.
    Tu silencio enterramos.
    Tu cuerpo con candados.
    Tus canas finas,
    tu dolor clausurado.
    No podrás morir.

    IX

    Te fuiste no sé a dónde.
    Te espera tu cuarto.
    Mi mamá, Juan y Jorge
    te estamos esperando.
    Nos han dado abrazos
    de condolencia, y recibimos
    cartas, telegramas, noticias
    de que te enterramos,
    pero tu nieta más pequeña
    te busca en el cuarto,
    y todos, sin decirlo,
    te estamos esperando.

    X

    Es un mal sueño largo,
    una tonta película de espanto,
    un túnel que no acaba
    lleno de piedras y de charcos.
    ¡Qué tiempo éste, maldito,
    que revuelve las horas y los años,
    el sueño y la conciencia,
    el ojo abierto y el morir despacio!

    XI

    Recién parido en el lecho de la muerte,
    criatura de la paz, inmóvil, tierno,
    recién niño del sol de rostro negro,
    arrullado en la cuna del silencio,
    mamando obscuridad, boca vacía,
    ojo apagado, corazón desierto.

    Pulmón sin aire, niño mío, viejo,
    cielo enterrado y manantial aéreo
    voy a volverme un llanto subterráneo
    para echarte mis ojos en tu pecho.

    XII

    Morir es retirarse, hacerse a un lado,
    ocultarse un momento, estarse quieto,
    pasar el aire de una orilla a nado
    y estar en todas partes en secreto.

    Morir es olvidar, ser olvidado,
    refugiarse desnudo en el discreto
    calor de Dios, y en su cerrado
    puño, crecer igual que un feto.

    Morir es encenderse bocabajo
    hacia el humo y el hueso y la caliza
    y hacerse tierra y tierra con trabajo.

    Apagarse es morir, lento y aprisa
    tomar la eternidad como a destajo
    y repartir el alma en la ceniza.

    XIII

    Padre mío, señor mío, hermano mío,
    amigo de mi alma, tierno y fuerte,
    saca tu cuerpo viejo, viejo mío,
    saca tu cuerpo de la muerte.

    Saca tu corazón igual que un río,
    tu frente limpia en que aprendí a quererte,
    tu brazo como un árbol en el frío
    saca todo tu cuerpo de la muerte.

    Amo tus canas, tu mentón austero,
    tu boca firme y tu mirada abierta,
    tu pecho vasto y sólido y certero.

    Estoy llamando, tirándote la puerta.
    Parece que yo soy el que me muero:
    ¡padre mío, despierta!

    XIV

    No se ha roto ese vaso en que bebiste,
    ni la taza, ni el tubo, ni tu plato.
    Ni se quemó la cama en que moriste,
    ni sacrificamos un gato.

    Te sobrevive todo. Todo existe
    a pesar de tu muerte y de mi flato.
    Parece que la vida nos embiste
    igual que el cáncer sobre tu omóplato.

    Te enterramos, te lloramos, te morimos,
    te estás bien muerto y bien jodido y yermo
    mientras pensamos en lo que no hicimos

    y queremos tenerte aunque sea enfermo.
    Nada de lo que fuiste, fuiste y fuimos
    a no ser habitantes de tu infierno.

    XV

    Papá por treinta o por cuarenta años,
    amigo de mi vida todo el tiempo,
    protector de mi miedo, brazo mío,
    palabra clara, corazón resuelto,

    te has muerto cuando menos falta hacías,
    cuando más falta me haces, padre, abuelo,
    hijo y hermano mío, esponja de mi sangre,
    pañuelo de mis ojos, almohada de mi sueño.

    Te has muerto y me has matado un poco.
    Porque no estás, ya no estaremos nunca
    completos, en un sitio, de algún modo.

    Algo le falta al mundo, y tú te has puesto
    a empobrecerlo más, y a hacer a solas
    tus gentes tristes y tu Dios contento.

    XVI

    (Noviembre 27)

    ¿Será posible que abras los ojos y nos veas
    ahora?
    ¿Podrás oírnos?
    ¿Podrás sacar tus manos un momento?

    Estamos a tu lado. Es nuestra fiesta,
    tu cumpleaños, viejo.
    Tu mujer y tus hijos, tus nueras y tus nietos
    venimos a abrazarte, todos, viejo.
    ¡Tienes que estar oyendo!
    No vayas a llorar como nosotros
    porque tu muerte no es sino un pretexto
    para llorar por todos,
    por los que están viviendo.
    Una pared caída nos separa,
    sólo el cuerpo de Dios, sólo su cuerpo.

    XVII

    Me acostumbré a guardarte, a llevarte lo mismo
    que lleva uno su brazo, su cuerpo, su cabeza.
    No eras distinto a mí, ni eras lo mismo.
    Eras, cuando estoy triste, mi tristeza.

    Eras, cuando caía, eras mi abismo,
    cuando me levantaba, mi fortaleza.
    Eras brisa y sudor y cataclismo,
    y eras el pan caliente sobre la mesa.

    Amputado de ti, a medias hecho
    hombre o sombra de ti, sólo tu hijo,
    desmantelada el alma, abierto el pecho,

    Ofrezco a tu dolor un crucifijo:
    te doy un palo, una piedra, un helecho,
    mis hijos y mis días, y me aflijo.

    SEGUNDA PARTE

    I

    Mientras los niños crecen, tú, con todos los muertos,
    poco a poco te acabas.
    Yo te he ido mirando a través de las noches
    por encima del mármol, en tu pequeña casa.
    Un día ya sin ojos, sin nariz, sin orejas,
    otro día sin garganta,
    la piel sobre tu frente agrietándose, hundiéndose,
    tronchando obscuramente el trigal de tus canas.
    Todo tú sumergido en humedad y gases
    haciendo tus desechos, tu desorden, tu alma,
    cada vez más igual tu carne que tu traje,
    más madera tus huesos y más huesos las tablas.
    Tierra mojada donde había tu boca,
    aire podrido, luz aniquilada,
    el silencio tendido a todo tu tamaño
    germinando burbujas bajo las hojas de agua.
    (Flores dominicales a dos metros arriba
    te quieren pasar besos y no te pasan nada.)

    II

    Mientras los niños crecen y las horas nos hablan
    tú, subterráneamente, lentamente, te apagas.
    Lumbre enterrada y sola, pabilo de la sombra,
    veta de horror para el que te escarba.

    ¡Es tan fácil decirte "padre mío"
    y es tan difícil encontrarte, larva
    de Dios, semilla de esperanza!

    Quiero llorar a veces, y no quiero
    llorar porque me pasas
    como un derrumbe, porque pasas
    como un viento tremendo, como un escalofrío
    debajo de las sábanas,
    como un gusano lento a lo largo del alma.

    ¡Si sólo se pudiera decir: "papá, cebolla,
    polvo, cansancio, nada, nada, nada"
    !Si con un trago te tragara!
    ¡Si con este dolor te apuñalara!
    ¡Si con este desvelo de memorias
    -herida abierta, vómito de sangre-
    te agarrara la cara!

    Yo sé que tú ni yo,
    ni un par de valvas,
    ni un becerro de cobre, ni unas alas

    sosteniendo la muerte, ni la espuma
    en que naufraga el mar, ni -no- las playas,
    la arena, la sumisa piedra con viento y agua,
    ni el árbol que es abuelo de su sombra,
    ni nuestro sol, hijastro de sus ramas,
    ni la fruta madura, incandescente,
    ni la raíz de perlas y de escamas,
    ni tío, ni tu chozno, ni tu hipo,
    ni mi locura, y ni tus espaldas,
    sabrán del tiempo obscuro que nos corre
    desde las venas tibias a las canas.

    (Tiempo vacío, ampolla de vinagre,
    caracol recordando la resaca.)

    He aquí que todo viene, todo pasa,
    todo, todo se acaba.
    ¿Pero tú? ¿pero yo? ¿pero nosotros?
    ¿para qué levantamos la palabra?
    ¿de qué sirvió el amor?
    ¿cuál era la muralla
    que detenía la muerte? ¿dónde estaba
    el niño negro de tu guarda?

    Ángeles degollados puse al pie de tu caja,
    y te eché encima tierra, piedras, lágrimas,
    para que ya no salgas, para que no salgas.


    III

    Sigue el mundo su paso, rueda el tiempo
    y van y vienen máscaras.
    Amanece el dolor un día tras otro,
    nos rodeamos de amigos y fantasmas,
    parece a veces que un alambre estira
    la sangre, que una flor estalla,
    que el corazón da frutas, y el cansancio
    canta.

    Embrocados, bebiendo en la mujer y el trago,
    apostando a crecer como las plantas,
    fijos, inmóviles, girando
    en la invisible llama.
    Y mientras tú, el fuerte, el generoso,
    el limpio de mentiras y de infamias,
    guerrero de la paz, juez de victorias
    -cedro del Líbano, robledal de Chiapas-
    te ocultas en la tierra, te remontas
    a tu raíz obscura y desolada.

    IV

    Un año o dos o tres,
    te da lo mismo.
    ¿Cuál reloj en la muerte?, ¿qué campana
    incesante, silenciosa, llama y llama?
    ¿qué subterránea voz no pronunciada?
    ¿qué grito hundido, hundiéndose, infinito
    de los dientes atrás, en la garganta
    aérea, flotante, pare escamas?

    ¿Para esto vivir? ¿para sentir prestados
    los brazos y las piernas y la cara,
    arrendados al hoyo, entretenidos
    los jugos en la cáscara?
    ¿para exprimir los ojos noche
    a noche en el temblor obscuro de la cama,
    remolino de quietas transparencias,
    descendimiento de la náusea?

    ¿Para esto morir?
    ¿para inventar el alma,
    el vestido de Dios, la eternidad, el agua
    del aguacero de la muerte, la esperanza?
    ¿morir para pescar?
    ¿para atrapar con su red a la araña?

    Estás sobre la playa de algodones
    y tu marca de sombras sube y baja.


    V

    Mi madre sola, en su vejez hundida,
    sin dolor y sin lástima,
    herida de tu muerte y de tu vida.

    Esto dejaste. Su pasión enhiesta,
    su celo firme, su labor sombría.
    Árbol frutal a un paso de la leña,
    su curvo sueño que te resucita.
    Esto dejaste. Esto dejaste y no querías.

    Pasó el viento. Quedaron de la casa
    el pozo abierto y la raíz en ruinas.
    Y es en vano llorar. Y si golpeas
    las paredes de Dios, y si te arrancas
    el pelo o la camisa,
    nadie te oye jamás, nadie te mira.
    No vuelve nadie, nada. No retorna
    el polvo de oro de la vida.
     
  7. Es de Felipe Antonio Santorelli. Dejo el enlace de donde lo tome
    http://www.mundopoesia.com/foros/temas/ella-es-muy-bonita.151782/

    Ella es muy bonita
    Se acuesta en mi pecho
    mirándome fijo,
    me guiña los ojos
    oliendo mi piel,
    y cuando camina
    mueve su trasero
    como una modelo:
    la muy condenada
    lo hace tan bien.
    Por eso la quiero,
    la abrazo, acaricio,
    la mezo en mis brazos,
    negrita, mimada
    y algo migrada:
    mi gata Pelusa,
    es hermosa es muy fiel
    671730
     
  8. dinfelu

    dinfelu Gabriel Moreno

    Mensajes:
    7.522
    Ubicación:
    ciudad de mexico, tlalpan
    Ubicación:
    ciudad de mexico, tlalpan,clima templado subhumedo, altura 2240 metros snm
    hola kryz

    sabes el autor del poema que pusiste?

    saludos
     
  9. Cesar3

    Cesar3 Guest

    Lo acabo de subir y me apetece compartirlo con vosotros..

     
  10. GABRIELA MISTRAL CUENTOS

    CORDERITO

    Corderito mío,
    suavidad callada:
    mi pecho es tu gruta
    de musgo afelpada.

    Carnecita blanca,
    tajada de luna:
    lo he olvidado todo
    por hacerme cuna.

    Me olvidé del mundo
    y de mí no siento
    más que el pecho vivo
    con que te sustento.

    Y sé de mí sólo
    que en mí te recuestas.
    Tu fiesta, hijo mío,
    apagó las fiestas.


    EL CORRO LUMINOSO
    A mi hermana

    Corro de las niñas,
    corro de mil niñas
    a mi alrededor:
    ¡oh Dios! yo soy dueña
    de este resplandor!

    En la tierra yerma,
    sobre aquel desierto
    mordido de sol,
    ¡mi corro de niñas
    como inmensa flor!

    En el llano verde,
    al pie de los montes
    que hería la voz,
    ¡el corro era un solo
    divino temblor!

    En la estepa inmensa,
    en la estepa yerta
    de desolación,
    ¡mi corro de niñas
    ardiente de amor!

    En vano queréis
    ahogar mi canción:
    ¡un millón de niños
    la canta en un corro
    debajo del sol!

    En vano queréis
    quebrarme la estrofa
    de tribulación:
    ¡el corro la canta
    debajo de Dios!
     
  11. dinfelu

    dinfelu Gabriel Moreno

    Mensajes:
    7.522
    Ubicación:
    ciudad de mexico, tlalpan
    Ubicación:
    ciudad de mexico, tlalpan,clima templado subhumedo, altura 2240 metros snm
    no me arrepiento de nada de la poetisa nicaraguense Gioconda Belli



    NO ME ARREPIENTO DE NADA
    Gioconda Belli

    No me arrepiento de nada
    Desde la mujer que soy,
    a veces me da por contemplar
    aquellas que pude haber sido;
    las mujeres primorosas,
    hacendosas, buenas esposas,
    dechado de virtudes,
    que deseara mi madre.
    No sé por qué
    la vida entera he pasado
    rebelándome contra ellas.
    Odio sus amenazas en mi cuerpo.
    La culpa que sus vidas impecables,
    por extraño maleficio,
    me inspiran.
    Reniego de sus buenos oficios;
    de los llantos a escondidas del esposo,
    del pudor de su desnudez
    bajo la planchada y almidonada ropa interior.

    Estas mujeres, sin embargo,
    me miran desde el interior de los espejos,
    levantan su dedo acusador
    y, a veces, cedo a sus miradas de reproche
    y quiero ganarme la aceptación universal,
    ser la "niña buena", la "mujer decente"
    la Gioconda irreprochable.
    Sacarme diez en conducta
    con el partido, el estado, las amistades,
    mi familia, mis hijos y todos los demás seres
    que abundantes pueblan este mundo nuestro.

    En esta contradicción inevitable
    entre lo que debió haber sido y lo que es,
    he librado numerosas batallas mortales,
    batallas a mordiscos de ellas contra mí
    -ellas habitando en mí queriendo ser yo misma-
    transgrediendo maternos mandamientos,
    desgarro adolorida y a trompicones
    a las mujeres internas
    que, desde la infancia, me retuercen los ojos
    porque no quepo en el molde perfecto de sus sueños,
    porque me atrevo a ser esta loca, falible, tierna y vulnerable,
    que se enamora como alma en pena
    de causas justas, hombres hermosos,
    y palabras juguetonas.
    Porque, de adulta, me atreví a vivir la niñez vedada,
    e hice el amor sobre escritorios
    -en horas de oficina-
    y rompí lazos inviolables
    y me atreví a gozar
    el cuerpo sano y sinuoso
    con que los genes de todos mis ancestros
    me dotaron.

    No culpo a nadie. Más bien les agradezco los dones.
    No me arrepiento de nada, como dijo la Edith Piaf.
    Pero en los pozos oscuros en que me hundo,
    cuando, en las mañanas, no más abrir los ojos,
    siento las lágrimas pujando;
    veo a esas otras mujeres esperando en el vestíbulo,
    blandiendo condenas contra mi felicidad.
    Impertérritas niñas buenas me circundan
    y danzan sus canciones infantiles contra mí
    contra esta mujer
    hecha y derecha,
    plena.

    Esta mujer de pechos en pecho
    y caderas anchas
    que, por mi madre y contra ella,
    me gusta ser.
     
  12. Buen domingo a tod@s aquí... preciosa temperatura y mucho sol



    HERMOSO CUENTO,ME HUBIESE GUSTADO OTRO TIPO DE VOZ...
     
  13. Cesar3

    Cesar3 Guest

    Estoy grabando los 20 poemas de amor de Neruda.
    Ya voy por el 14.
    Espero que os guste.

     
  14. Cesar3

    Cesar3 Guest

    He llegado a uno de los poemas mas populares del libro. Poema 15. Me gusta cuando callas...


     
  15. dinfelu

    dinfelu Gabriel Moreno

    Mensajes:
    7.522
    Ubicación:
    ciudad de mexico, tlalpan
    Ubicación:
    ciudad de mexico, tlalpan,clima templado subhumedo, altura 2240 metros snm


    ¡Qué lástima
    que yo no pueda cantar a la usanza
    de este tiempo lo mismo que los poetas que hoy cantan!
    ¡Qué lástima
    que yo no pueda entonar con una voz engolada
    esas brillantes romanzas
    a las glorias de la patria!
    ¡Qué lástima
    que yo no tenga una patria!
    Sé que la historia es la misma, la misma siempre, que pasa
    desde una tierra a otra tierra, desde una raza
    a otra raza,
    como pasan
    esas tormentas de estío desde esta a aquella comarca.
    ¡Qué lástima
    que yo no tenga comarca,
    patria chica, tierra provinciana!
    Debí nacer en la entraña
    de la estepa castellana
    y fui a nacer en un pueblo del que no recuerdo nada;
    pasé los días azules de mi infancia en Salamanca,
    y mi juventud, una juventud sombría, en la Montaña.
    Después... ya no he vuelto a echar el ancla,
    y ninguna de estas tierras me levanta
    ni me exalta
    para poder cantar siempre en la misma tonada
    al mismo río que pasa
    rodando las mismas aguas,
    al mismo cielo, al mismo campo y en la misma casa.
    ¡Qué lástima
    que yo no tenga una casa!
    Una casa solariega y blasonada,
    una casa
    en que guardara,
    a más de otras cosas raras,
    un sillón viejo de cuero, una mesa apolillada
    (que me contaran
    viejas historias domésticas como a Francis Jammes y a Ayala)
    y el retrato de un mi abuelo que ganara
    una batalla.
    ¡Qué lástima
    que yo no tenga un abuelo que ganara
    una batalla,
    retratado con una mano cruzada
    en el pecho, y la otra en el puño de la espada!
    Y, ¡qué lástima
    que yo no tenga siquiera una espada!
    Porque..., ¿Qué voy a cantar si no tengo ni una patria,
    ni una tierra provinciana,
    ni una casa
    solariega y blasonada,
    ni el retrato de un mi abuelo que ganara
    una batalla,
    ni un sillón viejo de cuero, ni una mesa, ni una espada?
    ¡Qué voy a cantar si soy un paria
    que apenas tiene una capa!

    Sin embargo...
    en esta tierra de España
    y en un pueblo de la Alcarria
    hay una casa
    en la que estoy de posada
    y donde tengo, prestadas,
    una mesa de pino y una silla de paja.
    Un libro tengo también. Y todo mi ajuar se halla
    en una sala
    muy amplia
    y muy blanca
    que está en la parte más baja
    y más fresca de la casa.
    Tiene una luz muy clara
    esta sala
    tan amplia
    y tan blanca...
    Una luz muy clara
    que entra por una ventana
    que da a una calle muy ancha.
    Y a la luz de esta ventana
    vengo todas las mañanas.
    Aquí me siento sobre mi silla de paja
    y venzo las horas largas
    leyendo en mi libro y viendo cómo pasa
    la gente a través de la ventana.
    Cosas de poca importancia
    parecen un libro y el cristal de una ventana
    en un pueblo de la Alcarria,
    y, sin embargo, le basta
    para sentir todo el ritmo de la vida a mi alma.
    Que todo el ritmo del mundo por estos cristales pasa
    cuando pasan
    ese pastor que va detrás de las cabras
    con una enorme cayada,
    esa mujer agobiada
    con una carga
    de leña en la espalda,
    esos mendigos que vienen arrastrando sus miserias, de Pastrana,
    y esa niña que va a la escuela de tan mala gana.
    ¡Oh, esa niña! Hace un alto en mi ventana
    siempre y se queda a los cristales pegada
    como si fuera una estampa.
    ¡Qué gracia
    tiene su cara
    en el cristal aplastada
    con la barbilla sumida y la naricilla chata!
    Yo me río mucho mirándola
    y la digo que es una niña muy guapa...
    Ella entonces me llama
    ¡tonto!, y se marcha.
    ¡Pobre niña! Ya no pasa
    por esta calle tan ancha
    caminando hacia la escuela de muy mala gana,
    ni se para
    en mi ventana,
    ni se queda a los cristales pegada
    como si fuera una estampa.
    Que un día se puso mala,
    muy mala,
    y otro día doblaron por ella a muerto las campanas.

    Y en una tarde muy clara,
    por esta calle tan ancha,
    al través de la ventana,
    vi cómo se la llevaban
    en una caja
    muy blanca...
    En una caja
    muy blanca
    que tenía un cristalito en la tapa.
    Por aquel cristal se la veía la cara
    lo mismo que cuando estaba
    pegadita al cristal de mi ventana...
    Al cristal de esta ventana
    que ahora me recuerda siempre el cristalito de aquella caja
    tan blanca.
    Todo el ritmo de la vida pasa
    por el cristal de mi ventana...
    ¡Y la muerte también pasa!

    ¡Qué lástima
    que no pudiendo cantar otras hazañas,
    porque no tengo una patria,
    ni una tierra provinciana,
    ni una casa
    solariega y blasonada,
    ni el retrato de un mi abuelo que ganara
    una batalla,
    ni un sillón de viejo cuero, ni una mesa, ni una espada,
    y soy un paria
    que apenas tiene una capa...
    venga, forzado, a cantar cosas de poca importancia!