Tal vez nada que ver lo que estoy por escribir, pero si el gatito no tiene dueño sería bueno dejarle un platito con comida, pobre..
Me pregunto si asi serán nuestros jardines, abandonados y olvidados cuando ya no estemos. Sólo sombra de lo que un dia fué. Exceptuando casos afortunados, nuestros jardines morirán con nosotros.
Ese es un tema muy interesante. En realidad nuestra desaparición no coincide en el tiempo con la de nuestro jardín, sino que las plantas en él continúan su crecimiento hasta que, finalmente, alcanza un esplendor próximo al que habíamos soñado.
Como muchas otras actividades o ámbitos humanos, se proyectan más allá de nosotros, más allá de nuestra propia existencia. Esto nos ofrece diferentes posibilidades. Algunas podrían ser estas: a) el jardín como legado (para nuestros hijos, nietos, etc), como algo que adquiere o que no pierde sentido porque permanece cuando ya no existamos; b) el jardín como absurdo por lo fugaz de nuestro diseño, es decir, un proyecto que irremediablemente acabará transformándose y finalmente desapareciendo cuando no existamos nosotros, ni la humanidad, ni la naturaleza al menos como la conocemos; c) el jardín como actividad en su sentido pragmático o catártico, es decir, que adquiere valor no como fin sino como medio, porque nos hace felices, nos entretiene, nos hace experimentar cosas valiosas, interesantes o que merecen la pena.