En mi caso, mi intervención se restringe a mi parcela privada, de acuerdo a un estilo que podría llamar "experimental". En los entornos naturales procuro no intervenir salvo como observador. La naturaleza, las acciones humanas sobre el medio, y las restauraciones son para mí objeto de contemplación e interpretación. Procuro saber cómo funcionan, supongo que con poco acierto, teniendo en cuenta que no soy un experto. Sí me parece peligroso valorar la naturaleza desde nuestros afectos: es decir, dirigir las intervenciones según nuestra admiración por el color de las hojas en otoño, o por la sensación que produce en nosotros la monotonía o ajetreo de un hayedo o un pinar. Toda intervención es profundamente peligrosa (y la no intervención también) pero guiarse por cierto modo de vivir las pasiones (que ni siquiera por criterios estéticos) es lo que más miedo me produce.
Hemos pasado del labor omnia vincit de Virgilio, que refiere una postura de enfrentamiento y de dominio ante una naturaleza igual en fortaleza, a la conciencia de encontrarse ante un ser frágil ante el que nos colocamos con una conciencia de ignorancia.
También está la posibilidad de que la naturaleza sea infinitamente más poderosa y sea inútil intentar dominarla. Una idea romántica, supongo. Con todo a veces hay que actuar como si (als ob) se supiera lo suficiente para intervenir, como si se pudiera uno medir con la naturaleza... Un esfuerzo inútil pero necesario.
Intervenir, intervenimos, el solo hecho de existir es intervenir. La NATURALEZA así en mayúsculas, como ún todo es infinitamente más poderosa, ni lo dudes.
Otro árbol "poco estimado", o mejor dicho, "poco estimado según donde lo plantes". Citrus x aurantium, naranjo amargo, que en sus distintas variedades es muy estimado por las industrias alimentaria, farmacéutica y cosmética. Sin embargo como ornamental en la vía pública es poco estimado por los servicios municipales de limpieza, que cada año se encuentran con las "bombas de fragmentación" que son sus frutos (que nadie recolecta), reventados en el pavimento por la propia caída o por las ruedas de los vehículos.
En general se puede comprobar que la convivencia con los árboles es problemática. Es obsesiva la platación de árboles por parte de la administración pública local en lugares poco apropiados. A esa moda electoralista le sigue la realidad del levantamiento de los pavimentos y la interferencia con las instalaciones subterráneas. La resulta de esta contradicción es una guerra. No digo que deban eliminarse las plantas del entorno urbano, pero uno de los atractivos de las fotografías urbanas antiguas es la ausencia de árboles en la mayor parte de las calles, y su ubicación donde sí son apropiados: Eva Besnyö, Starnberger Straße Berlin, 1931. Una esquina desnuda de vegetación como esta es difícil de ver hoy: En esta fotografía de de 1928 de autor desconocido, de la plaza Batthyány de Budapest, se aprecian árboles en primer témino (en el centro de la plaza), y no junto a los edificios:
La misma calle de los naranjos, el mismo tramo en 1924, sin árboles, solo plátanos y palmeras en una plaza contígua: Misma calle, vista contraria, años treinta, solo los plátanos de la plaza contígua:
Lo de que son más atractivas por ausencia de árboles... hombre, depende de gustos. También te pueden resultar más atractivas por el contraste con la actualidad. Personalmente soy enormemente partidario de plantar árboles por todos sitios en la ciudad. Antaño vivía en la ciudad, y cuando visitaba pueblos con casas de no más de un piso, en muchas ocasiones estos me parecían deprimentes, pero no por la ausencia de edificios "rimbombantes", si no sobre todo por las estrechas calles sin ni un sólo árbol plantado. A día de hoy vivo en una parcela en zona campestre y ahora lo que me parece algo triste es la ciudad En mi opinión el futuro de las ciudades ha de ser verde, buscar una mayor integración con la naturaleza: menos carreteras (o rodeadas siempre de árboles), vehículos eléctricos, más plantas (y con la práctica, mejores elecciones de las mismas para cada zona). Una práctica muy interesante sería poner más frutales por las ciudades, en parques o donde fuera, y que la gente se interesase por su fruta y pudiera recogerla gratis. Otra poner huertas en todas las azoteas de edificios.
Cuenta más, supongo que por algo lo dirás. Por algunos sitios seguro que no es un fracaso. Yo lo practico en mi casa, tengo una huerta en expansión en la primera planta y próximamente voy a la conquista de la azotea. Los resultados son muy buenos, mi estilo es tipo permacultura, muchas plantas se auto-siembran (apio, borraja, capuchina, habas, fresas, etc.), lo cual me ahorra mucho trabajo. Es cuestión de plantar con densidad y dejar que completen ciclo (producción de semillas) algunos ejemplares, dejándolos incluso secos para que vayan esparciéndose las semillas.
Lo digo por mi oficio, y también por un caso conocido, quintaesencia del cinismo: Este era un parque próximo muy querido por mí: El excelentísimo planteó hacer un edificio de garajes con "cubierta ajardinada". En la maqueta aparecían repuestos los mismos árboles que se ven arriba... Pero ya sabía yo que eso no podía ser, porque se trata de una imposibilidad económica. Era un planteamiento (esta vez sí que acertamos con el término), insostenible. Así que la realidad fue muy diferente: El corolario de esto es que no debes entusiasmarte poniendo mucha tierra en la azotea de tu edificio. Las plantas deben estar en el terreno.
Salta la reja y sálvalos, a mí me llaman mucho la atención los arces y más si salen de semillas. Si yo viviese allí, estaría saltándome al colegio, cosa que de chico me saltaba del colegio para la calle
Esos arces, los pones en tarritos mientras, para salvarlos. Si soy yo y tengo una terraza de tres por uno y planta en peligro o semilla que veo la cojo y pa la terraza.
Son muchos años para tenerlos en maceta, total el próximo año pasará lo mismo, no vas a salvar todos los años cientos de plantones de arces