En mayo de 2018, un conocido me trajo un ficus ginseng de la basura. Lo habían desahuciado de su maceta y estaba junto al contenedor con las raíces al aire. No tenía casi ninguna hoja. Le metí buenos chutes de abono para geranios hasta que las raíces salieron abundantemente por los agujeros de drenaje y me animé a acodarlo. Utilicé akadama, un colador y tela mosquitera. Todo a pleno sol, que cuando llegaba del trabajo estaba seco. Pero un ficus es un ficus. Aquí ya recuperado: Los ficus son buena gente: Hice esquejes con algunas de las ramas cortadas Brotó con fuerza: Al año siguiente los esquejes habían echado raíces y le ensamble uno de ellos... Incluso un ápice... le hice acupuntura Le compré ropa Finalmente el ápice estaba muy débil y llegué a la conclusión de que al final iba a ser más rápido aprovechar algún brote. Además, como la única rama no injertada era la trasera, esta cogía mucha fuerza. Ahora puede canalizar sus energías a través del ápice. Continuará...
En apenas tres años, eso es magia. Qué cierto lo de dar pasas atrás para tomar impulso y poder avanzar