Ailanthus altissima a orillas del mar, en Bakio

Lo siento, no era mi intención monopolizar este hilo. Es que tampoco iba a dejar sin contestar lo que me preguntaban o comentaban. Hay que ver la que se lía cada vez que se habla del ailanto...

 

De todos los asuntos tocados observo que el que más gusta en general es el de los lamentos por la naturaleza humana. Tiene algo de religioso. Pero lamentablemente y, salvo que medie un suceso como el de Chernobil, no vamos a cejar en nuestro afán devastador. Por eso entiendo que no merece la pena seguir con él.

Otro asunto más interesante, en tanto que sí es posible modificarlo, es el de la actitud frente a lo exótico.

Pero el que falta, y entiendo que es una falta muy grave, es el de la consideración respetuosa por lo existente, de la que la administración pública es el único valedor, por lo que observo. Nadie más parece interesado por observar y preservar los ecosistemas (cuyo mantenimiento es lo que garantiza la diversidad, y no la introducción de pupurris de especies, como sostiene @Yurakuna y mucha gente más). Este asunto también se vertebra en torno a ideas que es necesario debatir (algo que @Yurakuna tocó también, aunque en mi opinión, de manera enteramente desacertada).

 

Este tema ha derivado en reflexiones muy elevadas, pero yo vuelvo al principio, el ailanto. Para algunos es una especie de monstruo devorador, pero yo no lo veo así, no es mucho más invasor que las melias y sin duda menos que la Nicotiana glauca. En realidad es un invasor de poca fuerza, una especie de Napoleón que quiere conquistar Europa y ocupa solo Mónaco y Andorra. Es el árbol de los solares, de los taludes, de los patios abandonados, de los bordes de caminos y vías de tren. No es muy bonito y puede resultar muy molesto en ocasiones, pero coloniza lo que nadie quiere.

En mi barrio había un solar lleno de ailantos, ahora están construyendo y no queda ninguno, pero muy cerca en un pequeño jardín en la Gran Via, hay uno bastante alto en un rincón, de momento no han salido más o están controlados y cuando aparecen los eliminan, pero no da la impresión de que la especie invada el jardín. Estos árboles proceden de las vias de RENFE situadas muy cerca de allí, es una colonia madre, por decirlo así. En el barrio del Carme también hay un solar que es un bosque de ailantos, incluso uno de ellos está en la calle como un árbol urbano más.

Suelo pasar por la carretera, ya lejos de la ciudad, al lado de una colonia de ailantos. Hace decadas que está y no parece aumentar significativamente, para ser un terrible invasor este Tamerlán no hace honor a su fama. Si entra en un jardín no es bien venido, en un cultivo menos, los pinos le hacen una competencia que no puede resistir. De todas maneras por allí hay bastantes campos abandonados (por allí y por gran parte del territorio valenciano) y con sus semillas voladoras podría encontrar sitio de sobra, pero no, no coloniza como sería de esperar. De vez en cuando se ve un nuevo brote en un talud o linde, pero poca cosa.

La nicotiana puede ser tan invasiva o más, pero como es discreta de tamaño y tiene una flor bonita, parece más aceptable y disimula más. Las gramíneas africanas, cada vez más frecuentes en Europa, pasan desapercibidas, siendo un claro síntoma de "africanización" del clima. Como las hierbas resistentes a herbicidas (por ejemplo las conyzas) son resultado de las prácticas agrícolas. Los pequeños invasores son a veces los más peligrosos, muchas plagas agrícolas graves son simplemente insectos importados que aquí no tienen depredadores. Los árboles , por lo menos en nuestro ambiente, no suelen ser las especies invasoras más peligrosas. El ailanto no es tan abundante, pero las cotorras argentinas y las tórtolas turcas campan en ambientes urbanos, suburbanos e incluso rurales.

Además se habla siempre de especies alóctonas, cuando muchas veces lo que se produce es una explosión poblacional de especies autóctonas, por ejemplo la urraca.

Pero siempre ha de haber malos de la película, hace años el malo, muy malo en el Mediterráneo peninsular era el pino de Alepo o pino carrasco. La culpa no era suya, sino de las masivas repoblaciones del ICONA en época franquista y el abandono de cultivos que ya entonces se produjo en gran escala en zonas de secano y montaña.
Empezó a ponerse de moda el ecologismo, hablo de los años finales de la década de los 70 y primeros 80, y muchas voces abogaban por repoblaciones con carrascas y otros autóctonos, porque se acusaba al pino carrasco, y con razón, de pirófilo y en esos años hubo algunos grandes incendios. Mucha gente lanzaba la acusación más terrible: no es autóctono, y eso era lo mas grave, lo imperdonable. Pero sí, es autóctono y hace miles de años, cuando existía la "vegetación clímax", no sé si en paleolítico o antes, había pinos, si bien muchos menos, reducidos a las solanas y lugares más pedregosos. En aquellos años había quien pensaba que recuperar la vegetación clímax después de milenios de acción humana era cosa de cuatro días, pero no es tan sencillo, repoblar con carrascas es más laborioso y complicado que hacerlo con pinos y además estos se autorepueblan con facilidad. Eso mismo pasó, el halepensis ignoró todas estas invectivas y fue extendiéndose, con consecuencias negativas también, puesto que puede formar grupos muy espesos que si no se aclaran (y normalmente aquí nadie lo hace) pocas veces llegan a bosque maduro, porque al cabo de unos años se suelen incendiar.

Ahora la mala, la Cruella de Vil, es la caña, que a mis años me he enterado que es alóctona, se ve que hace unos años no había ninguna. Se le hace culpable de las riadas, pero al mismo tiempo hay que pedir permiso para cortarlas. Durante siglos se ha aprovechado los cañares para muy diversos uso, desde persianas a tutores e vegetales o se han quemado, ya rebrotan muy bien y se renuevan. Ahora las cañas son malísimas, no sé como no nos habíamos dado cuenta antes.

En un mundo en que hay que poner protectores a los frutales para evitar que los roan los conejos (que dicen que esos en concreto no son de aquí), en que las urracas destruyen nidos a placer, en que las cotorras anidan en las palmeras (en las que han quedado después del picudo rojo), en que los gorriones son cada día más raros, etc. el ailanto invasor parece un personaje casi ridículo.

 

Creo que es clave que ilustremos donde vivimos, con lo que tratamos diariamente, ya que seguro que este entorno condiciona notablemente nuestras opiniones. También debería condicionarla la experiencia práctica de cada uno, observado la evolución de su entorno, tratando con la naturaleza y/o intentando plantar en la tierra nuevos especímenes.

Dicho esto, si bien ya he puesto en temas pasados muchas fotos de mi terreno, con antes y después (ver por ejemplo este reciente: https://foro.infojardin.com/threads...n-construccion-10-anos-cordoba-espana.132861/). Voy a poner a continuación 2 fotos que he tomado en este mismo atardecer de lo que me rodea, lo cual es muy similar a lo que me encontré en la parcela hace 10 años:





Como se observa, aún estando a 9 de Noviembre el suelo todavía apenas está verde (cayeron 50 litros nada más comenzar el mes, pero desde entonces total sequedad de nuevo, con sol todo el día), y ya en Mayo del año siguiente vuelve a estar todo seco de nuevo.

Como árboles lo único que se aprecia son encinas, de tamaño reducido y escaso follaje. Luego tenemos los acebuches, que por su porte son más bien grandes arbustos, hay uno pegado al tronco de cada encina, y otros ejemplares aislados. Son la especie que más predomina y la que mejor parece llevar la notable sequía (junto a las medias de temperaturas más altas desde que hay registros desde hace más de 50 años).
La biodiversidad de plantas es muy escasa, hay algunas concentraciones de pequeños arbustos super-pinchosos (no estoy seguro de la especie, si alguien la sabe que no dude en ponerla):


Y luego alguna jara, matagallo y lentisco, pero ejemplares contados, también algo de cantueso en zonas muy concretas.

En el pasado planté alguna encina (3-4 ejemplares) y pino carrasco y piñonero (6 en total). Los pinos murieron todos, tras el primer verano, y eso que los regué cada 15 días. La encina sobrevivió 1, y tras unos 7 años apenas ha crecido. Por el terreno fotografiado no se ve nada de evolución en 10 años, al revés, cada vez hay menos sombra y no nacen nuevas encinas.

En cuanto a especies exóticas, comencé plantando un par de Prosopis chilensis germinados por mi y con un tamaño en torno a los 40 cm y maceta de 5 litros. En teoría es muy resistente a sequía, pero no pasaron el primer verano. En cambio tengo uno en mi terreno de 7 años (que lo germiné a la par que esos 2 que planté fuera), pero con tierra añadida y riego en verano.
Hace un par de años planté unos 5 ejemplares de Schinus molle que germiné yo mismo, 2-3 todavía siguen vivos. Pero no han crecido nada.
Este verano he plantado 3 Vachellias/Acacia karroo (también germinadas por mi esta misma primavera). Estas pegadas a la valla de mi terreno, por lo que he podido sacar tubería de riego para asegurarme de que sobrevivan.

Viendo esta situación, lo que habla @Correo Volver de preservar ecosistemas me parece muy poco realista. Dado que es imposible de hacer en un terreno como el de mis fotos.
Luego está el tema de que seguro que esa zona hace 100 años tenía mucha mayor abundancia vegetal... y probablemente hace 5000 años era un bosque clásico mediterráneo. Por ello cuando habla de "consideración respetuosa por lo existente"... la realidad es que en muchos sitios esa consideración se rompió hace muchos años, por lo que esperar sentado a que vuelva el ecosistema natural, u obsesionarse con especies invasoras cuando prácticamente ya nada crece ahí... me parecen graves errores.

De nuevo vuelvo a una palabra que usa @Correo Volver: "mantenimiento". ¿Que mantenimiento darías al terreno de mis fotos para lograr evitar la desertización hacia la que se dirige? (y que seguro no sería así sin la intervención humana durante centenares de años, acusada especialmente en las últimas décadas).

No se pueden mantener terrenos que han sido seriamente alterados durante muchos años... (especialmente en climas como el mío, y en zonas con poca tierra y degradada). Yo no veo más caminos de cara a una cierta recuperación que los que implican tomar medidas más costosas/raras/creativas/políticamente incorrectas/ilegales.

 

Oficialmente de acuerdo con la ICS (International Commission on Stratigraphy) parte de la IUGS (International Union of Geological Sciences) estamos en el piso megalayense del Holoceno como mencioné antes:



Y sí que el CO2 es importante, pero el vapor de agua, el metano, las particulas en suspensión... son todos importantes para la regulación del clima, sin contar con las variables astronómicas como los ciclos de actividad solar. Y a niveles del Eoceno, con magnolias creciendo en el Ártico y selvas tropicales en Escocia o Dinamarca no vamos a llegar en ningún periodo de tiempo inferior a un par de millones de años tirando por bajo (de nuevo no podemos predecir totalmente el futuro, pero llevamos 50 millones de años alejándonos de eso in parar). Las ciudades que mencionas son más calurosas por el efecto isla de calor, la temperatura sube más en ellas que en otras zonas. Y los glaciares no volverán a ir al Sur "pronto" en términos civilizatorios siquiera, pero si diría que bastante rápido en tiempo geológico, que es de lo que estamos hablando.

 

Lo que dice MrMaxKele en su última entrada lo he constatado yo también en un pequeño descampado que hay en mi barrio. Lo de plantar encinas en cualquier sitio por ser esa la especie que quisiéramos idealmente ver dominar el paisaje lleva en muchas ocasiones al desastre. Ese descampado del que hablo tiene como substrato restos de obras y áridos extraídos al construir las carreteras próximas. Nada de suelo, casi nada de materia orgánica, un suelo arenoso repleto de ladrillos y de elementos diversos que tienen poco de natural. Pues bien, a alguien se le ocurrió plantar encinas sobre ese terrenos hace unos 15-20 años y allí siguen, raquíticas y con pocos visos de que vayan a prosperar mucho más... Os muestro aquí una fotografía que demuestra, una vez más, que las comparaciones son odiosas:



Como podéis ver, las encinas han crecido muy poco en todo ese tiempo. En cambio, los olmos de Siberia y los ailantos han prosperado y constituyen detrás de ellas un pequeño bosquecillo que pronto parecerá un auténtico bosque. Todo ello de forma espontánea. Nadie plantó esos árboles. Lo hizo la propia naturaleza que algunos, sin embargo, acusan de equivocarse. Tanto es así que tengo la sospecha de que alguien se carga los pequeños ailantos que van surgiendo en mi barrio. Quien lo hace, en cualquier caso, no debe tener muchos conocimientos sobre árboles porque el pasado verano arrancó una prometedora pterocaria que había plantado. El caso es que yo también opino que a estas alturas deberíamos buscar soluciones originales para evitar quedarnos absolutamente sin nada. Yo no sé lo que llueve en tu finca de Córdoba, pero yo planté unos braquiquitos hace unos años y su crecimiento es brutal. Uno de ellos alcanzó 2,5 metros en un par de años. Eso sí, Filomena se lo cargó, aunque ya ha rebrotado y está creciendo de nuevo con mucho vigor. Me imagino que en Córdoba el invierno es más suave. Yo que tú sembraría unas cuantas semillas o plantaría un par de plantones para ver como aguantan en ese terreno que parece tan difícil. Riégalos en verano durante los primeros años. Luego deberían ser capaces de aguantar lo indecible...

 

De nuevo aparece aquí el desierto. No se considera un conjunto de ecosistemas natural derivado de la evolución del clima, sino que hay que hacerlo desaparecer. Ya le decían a Lawrence de Arabia: "los habitantes del desierto odiamos el desierto". Pero el desierto y sus aledaños (la estepa por el norte, y la sabana por el sur), ¿no merecen respeto?.

 

No utilicé a conciencia la palabra "desierto" en mi entrada porque sí, efectivamente, el desierto que se desarrolla en condiciones de precipitaciones que no permiten el desarrollo de otras especies es un ecosistema de lo más interesante y valioso. A lo que yo me refiero, sin embargo, es a la ausencia de vegetación arbórea en lugares en los que lo lógico es que haya árboles. Vamos, a la creación de desiertos artificiales que mantendríamos impidiendo que cualquier especie arbórea los colonice. Eso va, creo yo, totalmente en sentido contrario de lo que hace la naturaleza. Se mire como se mire, el bosque y los árboles dominan este planeta. Si nada impide la evolución de la vegetación (como puede ser la acción de la megafauna) siempre acabamos teniendo árboles y bosques. ¿Porqué habríamos de hacer el contrario? Bueno, de hecho llevamos milenios haciendo el contrario...

 

Perdona, pero no entiendo ¿Ahora no hay que prever la evolución climática? Y si la evolución climática parece hacer crecer el Sáhara hacia el norte, ¿a santo de qué impedírselo? ¿Si fuera al revés pondría usted pegas?

El montaje político en el que engarzan todos los tópicos que se acumulan en este hilo es viejo y complicado, pero es un gigante con pies de barro: ni ardillas recorriendo la península sin tocar el suelo, ni campañas contra el fuego, ni milagrosas plantaciones de cedros, ni riegos a mansalva para mantener verde el cerro del tío Pío... Lo único útil para mantener algo de vegetación es macizar el paisaje con adosados ¡Vivan, pues, los adosados!

 

Lo siento pero me he perdido... Una cosa es que el desierto avance por causas climáticas, cosa que es inevitable, y otra bien diferente es evitar la desertización directamente causada por el hombre por desforestan, sobre-explotar y exponer a la erosión tierras sobre las que deberían crecer árboles. Si no intentamos evitar lo segundo - y en eso especies como el ailanto desempeñan un papel muy importante - pues apaga y vámonos... No sé yo de qué montajes políticos hablas, ni me interesa. No hay hasta la fecha ningún partido político que haya entendido lo que se nos viene encima...

 

Su postura es desoladora. En las antípodas de un pensamiento medianamente científico y crítico.

 

Me he perdido en el triángulo de las Bermudas... De eso se trataba supongo... Si el pensamiento científico y crítico es no hacer nada, pues efectivamente, me encuentro en las antípodas. Fin de la transmisión...

 

Para ustedes todo lo que se ha dicho en este hilo, incluido el ensayo de Balaguer, es no hacer nada.

 

RESTAURACIÓN ECOLÓGICA: OTRA FORMA DE HACER LAS COSAS

Luis Balaguer
Departamento de Biología Vegetal I, Facultad de Biología. Universidad Complutense de Madrid

"... Haga el siguiente experimento. Presente a alguien una imagen de una escombrera, de un hueco de mina o de un frente de explotación (Figura 1). Después de unos segundos en los que el interlocutor tome consciencia de la imagen, pregúntele sobre qué cree que debería hacerse ahí. Pregúntele ¿cómo cree usted que debería restaurarse este espacio?

(Figura 1. Escombrera de estériles clasificados, construida mediante minería de transferencia en una corta de carbón. En la parte superior, se aprecia como las plataformas y taludes ya han sido reperfilados, suavizados, y recubiertos de extendidos de tierra vegetal. Por favor, interprete los desmontes, la escombrera en proceso de construcción y el hueco final de mina como un lienzo en blanco para que usted desarrolle su creatividad ¿Cómo restauramos esto?)

Lo he hecho muchas veces. En unas ocasiones con estudiantes de últimos cursos de licenciaturas de ciencias, en otras con alumnos de secundaria. Se podría haber hecho con controladores aéreos, ingenieros de caminos, vigilantes nocturnos, o relaciones públicas de salas de baile, las contestaciones hubieran sido siempre la misma. Siempre, indefectiblemente, se perfilan dos actitudes. La dionisíaca y la apolínea. Los primeros, más frecuentes entre los
científicos, propondrán que debería hacerse un estudio del suelo, otro del relieve, otro de la fauna, de la flora, del clima, de las tradiciones populares, de los festejos de los pueblos próximos, de… Cuantos más estudios mejor. Propondrán una decena de estudios, de la magnitud de Tesis Doctorales que, de llevarse a cabo, representarían una inversión de lustros de investigación dirigida por expertos.

Frente a ellos, los apolíneos, más frecuentes entre los ingenieros, propondrán siempre la intervención, y siempre se articulará en torno a los mismos principios. En seguida, detectarán que falta vegetación, y propondrán realizar siembras y plantaciones. Esto directamente, les conducirá a identificar como prioritario, la selección de especies ¿Qué plantamos? Mientras se estancan en esta pregunta, emergerá su preocupación por lo que las plantas necesitan. Detectarán que hay un problema con el agua, ¿cómo hacemos llegar el agua? Cubas, sistemas de riego,… Así como problemas con los nutrientes, ¿Con qué abonamos? ¿Cuántas veces? ¿En qué estación del año?...

A estas alturas, apreciado lector, es probable que usted mismo se haya sentido identificado con alguna de estas opciones, o tal vez con ambas, o quizás con un híbrido o mezcla entre ellas. En este supuesto, lamento decirle que la Restauración Ecológica no tiene nada que ver con ninguna de estas dos opciones. No es ni la una, ni la otra, ni siquiera un punto intermedio entre ambas. Lamento decepcionar, si este era el caso. Lo lamento, porque habría sido mucho más fácil convencerle a usted, y al interlocutor o audiencia a la que presentó usted aquella imagen, de que la cosa es tan sencilla como emprender la enciclopédica labor de caracterizar el medio físico, o de seleccionar de entre lo comercialmente disponible aquellas soluciones técnicas que nos permitan establecer más eficientemente una cubierta vegetal.

La labor es, por tanto, más difícil. Debemos primero derribar los mitos que hemos erigido a lo largo de décadas, siglos y milenios, destapar la naturaleza fraudulenta de los espejismos habituales, e incluso desenmascarar las estafas consentidas por todas las partes amparadas en la sospecha de que no había una alternativa mejor. La labor es ardua, pero tengo una razón convincente que nos animará a llevarla a cabo. Tenemos una razón de peso. Si optáramos por la solución dionisíaca, o por la apolínea. Puede usted estar seguro que el resultado sería un fracaso. Ninguna de las dos soluciones funciona. Si me acompañan a lo largo de las próximas secciones prometo ofrecer otra vía que sí funciona: la Restauración Ecológica ¿Me acompañan?..."

Para seguir leyendo, pinchar aquí.

 

O sea que como no se hace nada, saboteamos lo poco que se hace para que sea mucho más difícil y caro hacer algo. Un plan buenísimo, oye... así nos va.

Las encinas no crecen bien hasta que no encuentran un punto de agua en la raíz. Y si soportan ramoneo durante años les lleva más tiempo despegar, (pero despegan). No es un problema de sol, sino de economía vegetal. La planta sabe en qué le conviene más invertir y si no tiene abono o agua fomentará la producción de raíces y congelará la parte aérea mientras tanto. Algo que vive 800 años puede permitirse tener paciencia.

Regar muy cerca del tronco puede atraer animales cavadores que se coman la raíz principal.

Hay otras especies que soportan esas condiciones y son nativas. Supongo que el madroño podría crecer en esas condiciones y nada te impide poner mallazo de sombra y protecciones para ramoneadores, pero estas cosas son lentas, no hay más.