Mi hipótesis o prejuicio es que los hispanohablantes son un poco reacios a la industria y al comercio, un poco alérgicos a la idea de lucro. “Vivero” es definido por el DRAE y por el María Moliner solamente como un lugar geográfico y no como una explotación comercial. Parece que su correspondiente en portugués, “viveiro”, tiene la misma suerte.