Tal vez, la más curiosa de mis orquídeas es una Telipogon hausmannianus, que un comerciante de estas plantas me regaló hace más de un año; luego de hacerle una buena compra me la obsequió, tomándola de entre un montón de orquídeas que yacían, recién recolectadas, en el piso de un rincón de su vivero; este vendedor de orquídeas, como la mayoría de ellos en mi país, trafica con la flora silvestre sin ninguna clase de escrúpulos y sin importarle si son especies en vías de extinción o no. Las plantas de este género no se adaptan a vivir en cautiverio y a lo sumo viven uno o dos años cultivadas, pues son tan melindrosas, que ni siquiera soportan que se les traslade de un árbol a otro en su propio bosque nativo. La encantadora belleza y el gran tamaño de sus flores, en relación con el resto de la planta, han sido su perdición, ya que como las demás orquídeas llamativas que aún se encuentran en su ambiente natural, está siendo víctima de una intensa y desaforada recolección, para satisfacer la demanda de aficionados nacionales y extranjeros, hasta el punto de ser raro encontrarla en nuestros bosques. He aquí una fotografía que he tomado, en estos días de lluvia, cuando mi preciosa orquídea está floreciendo, mucho me temo, por última vez.
Re: !Florecer para morir! Preciosa, enhorabuena. Yo tuve que cuidar durante casi un mes el de un amigo, y tanto me avisó de lo delicada que era, que me pasaba el tiempo temblando por si se me moría.