La leyenda del cardón

Tema en 'Flora silvestre - Flora autóctona (temas desde 2014 a 2023)' comenzado por Betina2010, 25/11/17.

  1. Betina2010

    Betina2010 Marta

    La leyenda del cardón

    Dicen que dicen...…

    ...que hace mucho, muchísimo tiempo atrás, vivían felices en tierras de la quebrada los indios Humahuacas. Según afirman, en aquella época, ese lugar desbordaba de un lujuriante verde porque sus tierras eran muy fértiles, allí crecían enormes plantas de maíz, el cual era el alimento diario. Los Humahuacas eran pacíficos, ya que la Pachamama les brindaba los riquísimos frutos del maíz, como el trabajo no era duro y los frutos abundantes, compartían su felicidad con la Madre Tierra, realizando grandes y bellas fiestas.

    Claro que este estado de felicidad, no le era ajeno a sus vecinos que envidiaban la dicha de los Humahuacas, y por supuesto también, las ricas tierras que ocupaban. Fue así, como buscaron aliados entre sus vecinos, trazaron un plan y allá fueron a la conquista de los dueños de aquellas fértiles tierras que ocupaban la quebrada.

    Antes de la epopeya, y conociendo las habilidades del jefe de los Humahuacas, no sólo prepararon sus armas, si no que adiestraron a una bellísima joven de nombre Zumac Huayra, para que usara sus encantos y enamorase al valiente jefe.

    Cuando las tribus enemigas tuvieron sus arcos, flechas y hondas listas, Zumac puso en práctica su ardid. Eligió un atardecer para fingir estar perdida en medio de los maizales de la quebrada. Entonces la encontraron las amables mujeres Humahuacas y la invitaron a compartir la vivienda, una vez allí, le ofrecieron de comer y de beber. Los Humahuacas, que eran muy alegres, al conocer a la hermosa joven quisieron agasajarla y planearon los festejos para la noche.

    Al caer la tarde, Zumac conoció al jefe y este quedó prendado de la exquisita muchacha. Después de charlar largo tiempo, la invitó a escuchar la dulce música de los pinkullos. Ella accedió, pero al finalizar las deliciosas armonías, con horrenda destreza fingió abrazarlo y lo ahorcó con su propio collar de cuentas.

    Como la noche era sumamente oscura y todos estaban entretenidos con el fragor de la fiesta, nadie se percató de la falta del jefe y se dispusieron a descansar. Aprovechando el sosiego, las tribus enemigas se decidieron a atacarlos, como no pudieron defenderse, fueron diezmados pero algunos que pudieron huir para ocultarse en los maizales o los que trataron de escalar las cumbres, fueron perseguidos y asesinados. La destrucción fue total, nadie quedó en pié, ni los ancianos ni los niños fueron respetados. Habían destruido a todo un pueblo pacífico y verdaderamente feliz.

    De nada les sirvió la victoria, la Pachamama no perdona. No pasó mucho tiempo, hasta que un día, cuando el sol iluminó la quebrada, la vista del lugar se había transformado. Los cultivos y la tierra se habían secado. Todo aparecía seco y polvoriento, la fructífera tierra era ahora un lugar yermo y las cumbres se habían teñido de extravagantes colores, rojo, rosa, morado….

    Y allí donde los pobladores habían caído muertos, sobre el arenal, entre las piedras, se alzaban cientos de cardones, con sus brazos espinosos apuntando al cielo y la tierra que una vez había sido un vergel, era ahora un desierto. Como desafiando al enemigo brotaban de los cactus, entre las espinas, increíbles y hermosas flores, blancas, rojas y amarillas, eran las almas de los Humahuacas desaparecidos, que habitaran por siempre el lugar que por derecho propio se habían ganado.


    Extraído de: http://www.identidad-cultural.com.ar/leernota.php?cn=789