Re: ... de poetas, cuentos y leyendas Alejandro Dumas (Padre) El Conde de Montecristo Primera Parte Capítulo dieciséis Un sabio italiano Dantés recibió en sus brazos a aquel nuevo amigo, por tanto tiempo esperado, y lo llevó junto a su ventana para que le alumbrase por entero la tenue luz del calabozo. Era un hombre pequeño de estatura, encanecido más por las penas que por los años, ojos de mirada penetrante ocultos por espesas cejas, también un tanto canas, y de larguísima barba que todavía se conservaba negra. Lo demacrado de su rostro, que surcaban arrugas profundísimas, la línea atrevida de sus facciones, todo en él, en fin, revelaba al hombre más acostumbrado a ejercer las facultades del alma que las del cuerpo. La frente del recién llegado estaba bañada en sudor y en cuanto al traje, era imposible distinguir la forma primitiva, porque se le caía a pedazos. Lo menos representaba sesenta y cinco años, aunque cierto vigor en las acciones .demostraba que tal vez tenía menos edad que la que le hacía representar su prolongado encierro. Acogió el recién llegado las entusiastas protestas del joven con una especie de agrado, y parecía como si su alma helada reviviese por un instante para confundirse con aquella alma ardiente. Agradecióle, pues, efusivamente su cordialidad, aunque le había causado una impresión muy terrible hallar un segundo calabozo donde creyó encontrar la libertad. -Veamos primeramente -le dijo- si hay medio de que los carceleros no den con el quid de nuestras entrevistas. Nuestra tranquilidad futura consiste en que ellos ignoren lo que ha pasado. Y, al decir esto, se inclinó hacia la excavación, y alzando la piedra en vilo, aunque era grande su peso, la volvió a colocar en su sitio. -Esta piedra ha sido arrancada con poca precaución -dijo al inclinarse-. ¿Tenéis herramientas? -¿Y vos -le respondió Dantés admirado-, las tenéis acaso? -He construido algunas. A excepción de lima, tengo todas las que necesito: escoplo, tenazas y palanca. -¡Oh! Cuánta curiosidad tengo de ver esos productos de vuestra paciencia y de vuestra industria -dijo Dantés. -Mirad, aquí traigo el escoplo. Y diciendo esto, le enseñó una hoja de hierro fuerte y aguda: el mango era de madera. -¿Cómo habéis hecho esto? -le dijo Dantés. -Con uno de los goznes de mi cama. Con esta herramienta he abierto todo el camino que me condujo aquí: cerca de cincuenta pies. -¡Cincuenta pies! -exclamó el preso con una especie de terror. -Hablad más quedo, joven, hablad más quedo. Muchas veces hay detrás de las puertas quien escucha a los presos. -Saben que estoy solo. -No importa. -¿Y decís que habéis cavado cincuenta pies para llegar hasta aquí? -Tal es, poco más o menos, la distancia que separa mi calabozo del vuestro. Empero, como me faltaban instrumentos de geometría para tirar la escala de proporción, he trazado mal una curva, de modo que en vez de cuarenta pies de elipse he hallado cincuenta. Mi intención, como ya os dije, era salir a la muralla exterior, horadarla también y arrojarme al mar. En vez de pasar por debajo de vuestro calabozo, he costeado el corredor a que sale, lo que hace que todo mi trabajo sea inútil, pues el corredor cae a un patio lleno de centinelas. -Es verdad -dijo Dantés-, pero ese corredor sólo pertenece a una de las paredes de este calabozo, y éste, como veis, tiene cuatro. -Desde luego; pero esta pared primera está edificada en la piedra viva: necesitarían para horadarla diez mineros con buenas herramientas diez años: esta otra debe empalmar con los cimientos de las habitaciones del gobernador; saldríamos a las cuevas, que están cerradas con llave: allí nos atraparían. La pared cae..., esperad, esperad..., ¿adónde cae la otra pared? Esta pared era la del tragaluz por donde entraba la luz. A imitación de laa troneras, este respiradero iba estrechándose hasta el fin de un modo tal, que sin contar las tres hileras de hierros, capaces de hacer dormir tranquilo al gobernador más pusilánime, no hubiera podido escaparse ni un niño por allí. Al hacer esta pregunta el recién llegado, arrastró la mesa hasta colocarla debajo del tragaluz. -Subid- dijo a Dantés. Dantés obedeció, subió sobre la mesa, y adivinando el intento de su compañero apoyó la espalda en la pared y le alargó ambas manos desde encima de la mesa. Entonces el hombre que se había llamado a sí mismo con el número de su calabozo, y cuyo verdadero nombre ignoraba Dantés aún, con más ligereza que la que su edad hacía presumir, subió del suelo a la mesa, y luego, flexible como un gato o un reptil, de la mesa a las manos de Dantés, y de las manos a las espaldas. De este modo, doblándose extremadamente, porque no le permitía otra cosa el techo del calabozo, pudo meter la cabeza entre la primera fila de hierros y mirar arriba y abajo, retirando al momento la cabeza con mucha prima a la vez que exclamaba: -¡Oh!, ¡oh! ¡Ya lo sospechaba yo! Y volvió a bajar a la mesa, y de la mesa saltó al suelo. -¿Qué sospechabais? -le preguntó ansioso el joven, saltando también. El anciano se quedó meditabundo. -Sí -dijo-, eso es... la cuarta pared del calabozo da a una galería exterior, a una especie de ronda por donde pasan patrullas y donde hay centinelas. -¿Estáis seguro de ello? -He visto el morrión de un soldado y la boca de su fusil. Me retiré tan pronto por miedo de que él también me viese. -En resumen... -dijo Dantés. -Ya veis que es imposible huir por vuestro calabozo. -¿De modo que...? -preguntó el joven con acento interrogador. -Conque ¡hágase la voluntad de Dios! -contestó. Y las facciones del anciano se cubrieron de un aspecto de resignación. Dantés no pudo menos de mirar con extrañeza que rayaba en admiración, a un hombre que con tanta filosofía renunciaba a una esperanza alimentada tantos años. -¿Queréis decirme ahora quién sois? -le preguntó. -¡Oh!, sí, como os interese todavía, aunque no pueda ya serviros para nada. -Podéis servirme de consuelo y de sostén, puesto que me parece sin igual vuestra fortaleza de espíritu. -Yo soy -dijo el anciano sonriendo tristemente- el abate Faria, preso, como ya sabéis, desde 1811 en el castillo de If; pero antes de esa fecha llevaba ya tres años en la fortaleza de Fenestrelle. En esa fecha me trasladaron del Piamonte a Francia. Supe entonces que el destino, hasta allí su vasallo, había dado un hijo al emperador Napoleón, hijo que en la misma cuna se llamaba ya rey de Roma. Estaba yo entonces muy lejos de sospechar lo que me habéis dicho, a saber: que cuatro años más tarde el coloso se haría pedazos. ¿Quién reina ahora en Francia? ¿Es acaso Napoleón II? -No; Luis XVIII. -¿El hermano de Luis XVI? ¡Extraños y misteriosos decretos del Altísimo! ¿Cuál es el objeto de la Providencia haciendo caer al hombre que había elevado, y elevar al que había hecho caer? Dantés seguía con la vista a aquel hombre que olvidaba un momento su propio destino para ocuparse de tal del mundo. -Sí, sí -prosiguió-, lo mismo que en Inglaterra. Después de Carlos I, Cromwell; después de Cromwell, Carlos II, y quizá después de Jacobo II, algún pariente, algún príncipe de Orange, algún Statuder que se corone rey, y con él nuevas concesiones al pueblo, y ¡constitución y libertad! Vos lo veréis, joven -dijo volviéndose hacia Dantés, y mirándole con ojos brillantes y profundos, como debían de tenerlos los profetas. Vos lo veréis, puesto que todavía tenéis edad para verlo. -¡Ay!, si salgo de aquí. -Justamente -respondió el abate Faria-. Estamos presos aunque hay momentos en que lo olvido y que me creo libre, atravesando mi vista por entre los muros que me encierran. -Pero ¿por qué estáis preso? -Por haber soñado en 1807 lo que Napoleón quiso realizar en 1811; porque como él, quise formar con todos esos principados que hacen de Italia un nido de reyezuelos tiránicos y débiles, un imperio compacto y fortísimo; porque creí hallar mi César Borgia en un bobo coronado que aparentó comprenderme para engañarme mejor. Mi proyecto era el de Alejandro VI y el de Clemente VII; siempre fracasará, puesto que ellos lo emprendieron inútilmente, y Napoleón no pudo acabar de realizarlo. No hay duda: ¡Italia está maldita! El anciano inclinó la cabeza... Dantés no comprendía cómo un hombre puede arriesgar su existencia por semejantes intereses; bien que a decir verdad, si conocía a Napoleón por haberle visto y haberle hablado, en cambio, ignoraba completamente quiénes fuesen Clemente VII y Alejandro VI. Con lo cual fue contagiándose de la creencia de su carcelero, creencia general en el castillo de If, y dijo al anciano: -¿No sois vos el eclesiástico a quien se cree... enfermo? -A quien se cree loco, queréis decir, ¿no es verdad? -No me atrevía -dijo sonriendo Dantés. -Sí, sí -prosiguió el abate con amarga sonrisa- yo soy el que pasa por loco, soy el que divierte hace tanto tiempo a los huéspedes de este castillo, y el que divertiría a los niños, si los hubiera en esta mansión del duelo sin esperanza. Quedóse Dantés un momento inmóvil y mudo. -¿Conque renunciáis a huir? -dijo al cabo. -Lo reconozco imposible. Es volverse contra Dios intentar lo que Dios no quiere Continua
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas Muchas gracias por la canción, Anita. Me encantan las canciones mexicanas, sobre todo los boleros
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas Que bello chic@s todo lo que hay para leer, todo es música... Clau!! ... Piscui!!.. Anveri!!!
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas Maia! que maravilla !! es que ser fiel a uno mismo es un deber!
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas Dejo tambien acá esta poesia que me encanta Amigo mío, tengo tanta necesidad de tu amistad. Tengo sed de un compañero que respete en mí, por encima de los litigios de la razón, el peregrino de aquel fuego. A veces tengo necesidad de gustar por adelantado el calor prometido, y descansar, más allá de mí mismo, en esa cita que será la nuestra. Hallo la paz. Más allá de mis palabras torpes, más allá de los razonamientos que me pueden engañar, tú consideras en mí, simplemente al Hombre, tú honras en mí al embajador de creencias, de costumbres, de amores particulares. Si difiero de ti, lejos de menoscabarte te engrandezco. Me interrogas como se interroga al viajero, Yo, que como todos, experimento la necesidad de ser reconocido, me siento puro en ti y voy hacia ti. Tengo necesidad de ir allí donde soy puro. Jamás han sido mis fórmulas ni mis andanzas las que te informaron acerca de lo que soy, sino que la aceptación de quien soy te ha hecho necesariamente indulgente para con esas andanzas y esas fórmulas. Te estoy agradecido porque me recibes tal como soy. ¿Qué he de hacer con un amigo que me juzga? Si todavía combato, combatiré un poco por ti. Tengo necesidad de ti. Tengo necesidad de ayudarte a vivir. Antoine Saint-Exupery
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas Nunca había leído un poema de SAint-Exupery.Es muy lindo. MAia: que buena la compaginación entre imágenes y música. Preciosa! Que tengan un hermoso día!
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas Gracias Piscui!! igual para vos !! Viste una preciosura !, no tiene demasiados escritos, ni son faciles de encontrar ,salvo la El Principito( mas que bueno ,único!), pero todo lo que tiene es maravilloso!
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas viernes, 25 El primero de clase Viernes, 25 Garrone capta el cariño de todos, y Derossi, la admiración. Ha obtenido el primer premio y, con toda seguridad, será también el primero de la clase este año, pues nadie puede competir con él; todos reconocen su superioridad en todas las asignaturas. Es el primero en Aritmética, en Gramática, en Redacción, en Dibujo... Todo lo comprende al vuelo, tiene una memoria prodigiosa, en todo sobresale sin esfuerzo; parece que el estudio es un juego para él. El maestro le dijo ayer: Has recibido grandes dones de Dios; procura únicamente no malgastarlos. Es también, además, alto, guapo, de pelo rubio y rizado, muy ágil, capaz de saltar por encima de un banco sin apoyar más que una mano sobre él; y ya sabe esgrima. Tiene doce años; es hijo de un comerciante; va siempre vestido de azul, con botones dorados; es vivaracho, alegre, amable con todos, ayuda a los que puede en el examen y nadie se atreve a desairarlo o decirle una palabra malsonante. Solamente le miran de reojo Nobis y Franti, y a Votini le salta la envidia por los ojos; pero él no parece darse cuenta. Todos le sonríen y le dan la mano o le cogen cariñosamente el brazo cuando pasa a recoger, con su acostumbrada afabilidad, los trabajos que hemos hecho. Regala periódicos ilustrados, dibujos, cuanto a él le regalan en su casa; para el calabrés ha hecho un pequeño mapa de Calabria; todo lo da sonriendo, sin pretensiones, a lo gran señor, y sin hacer distinciones. Resulta imposible no envidiarlo y no sentirse inferior a él en todo. Ah, yo también lo envidio, como Votini, y alguna vez experimento cierta amargura y siento una especie de inquina hacia él cuando apenas logro hacer los deberes en casa y pienso que Derossi los habrá terminado con muy poco esfuerzo. Pero luego, al volver a clase, viéndole tan sencillo, sonriente y afable; oyéndole contestar con tanta seguridad a las preguntas del maestro, arrojo de mi pecho todo rencor, y me avergüenzo de haber dado cabida a tales sentimientos. Entonces quisiera estar siempre a su lado y seguir todos los estudios con él. Su presencia, su voz, su camaradería me infunden valor, ganas de trabajar, alegría y placer. El maestro le ha dado a copiar el cuento mensual que leerá mañana: El pequeño vigía lombardo. Lo estaba copiando esta mañana, y estaba conmovido por el hecho heroico que se relata; se le veía el rostro encendido, los ojos húmedos y la boca temblorosa. Yo le miraba admirando sus hermosas cualidades, y con mucho gusto le habría dicho en su cara con toda franqueza: «Derossi, ¡me aventajas en todo! ¡Te respeto y admiro!»
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas El Gaucho Martin Fierro Capitulo 1 Aquí me pongo a cantar Al compás de la vigüela, que el hombre que lo desvela una pena estrordinaria, como la ave solitaria con el cantar se consuela. Pido a los santos del cielo que ayuden mi pensamiento: les pido en este momento que voy a cantar mi historia me refresquen la memoria y aclaren mi entendimiento. Vengan santos milagrosos, vengan todos en mi ayuda que la lengua se me añuda y se me turba la vista; pido a mi Dios que me asista en una ocasión tan ruda. Yo he visto muchos cantores, con famas bien otenidas y que despues de alquiridas no las quieren sustentar: parece que sin largar se cansaron en partidas. Mas ande otro criollo pasa Martin Fierro ha de pasar; nada lo hace recular ni las fantasmas lo espantan, y dende que todos cantan yo tambien quiero cantar. Cantando me he de morir, cantando me han de enterrar y cantando he de llegar al pie del eterno Padre; dende el vientre de mi madre vine a este mundo a cantar. Que no se trabe mi lengua ni me falte la palabra; el cantar mi gloria labra y, poniéndomé a cantar, cantando me han de encontrar aunque la tierra se abra. Me siento en el plan de un bajo a cantar un argumento; como si soplara el viento hago tiritar los pastos. Con oros, copas y bastos juega alli mi pensamiento. Yo no soy cantor letrao mas si me pongo a cantar no tengo cuándo acabar y me envejezco cantando: las coplas me van brotando como agua de manantial. Con la guitarra en la mano ni las moscas se me arriman; naides me pone el pie encima, y, cuando el pecho se entona, hago gemir a la prima y llorar a la bordona. Yo soy toro en mi rodeo y torazo en rodeo ajeno; siempre me tuve por güeno y si me quieren probar, salgan otros a cantar y veremos quién es menos No me hago al lao de la güeya aunque vengan degollando; con los blandos yo soy blando y soy duro con los duros, y ninguno en un apuro me ha visto andar tutubiando. En el peligro !qué Cristos! el corazón se me enancha, pues toda la tierra es cancha, y de eso naides se asombre; el que se tiene por hombre ande quiera hace pata ancha. Soy gaucho, y entiéndaló como mi lengua lo esplica: para mi la tierra es chica y pudiera ser mayor; ni la víbora me pica ni quema mi frente el sol. Nací como nace el peje en el fondo de la mar; naides me puede quitar aquello que Dios me dio: lo que al mundo truje yo del mundo lo he de llevar. Mi gloria es vivir tan libre como el pájaro del cielo; no hago nido en este suelo ande hay tanto que sufrir, y naides me ha de seguir cuando yo remuento el vuelo. Yo no tengo en el amor quien me venga con querellas; como esas aves tan bellas que saltan de rama en rama, yo hago en el trébol mi cama, y me cubren las estrellas. Y sepan cuantos escuchan de mis penas el relato que nunca peleo ni mato sino por necesidá y que a tanta alversidá sólo me arrojó el mal trato. Y atiendan la relación que hace un gaucho perseguido, que padre y marido ha sido empeñoso y diligente, y sin embargo la gente lo tiene por un bandido. Biografía http://www.infojardin.com/foro/showthread.php?t=76050&page=5
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas El Gaucho Martin Fierro Capitulo 2 Ninguno me hable de penas, porque yo penado vivo, y naides se muestre altivo aunque en el estribo esté, que suele quedarse a pie el gaucho mas alvertido. Junta esperencia en la vida hasta pa dar y prestar quien la tiene que pasar entre sufrimiento y llanto; porque nada enseña tanto como el sufrir y el llorar. Viene el hombre ciego al mundo, cuartiándolo la esperanza, y a poco andar ya lo alcanzan las desgracias a empujones; ! la pucha, que trae liciones el tiempo con sus mudanzas! Yo he conocido esta tierra en que el paisano vivía y su ranchito tenía y sus hijos y mujer... era una delicia el ver cómo pasaba sus días. Entonces... cuando el lucero brillaba en el cielo santo, y los gallos con su canto nos decían que el día llegaba, a la cocina runbiaba el gaucho... que era un encanto. Y sentao junto al jogón a esperar que venga el día, al cimarrón se prendía hasta ponerse rechoncho, mientras su china dormía tapadita con su poncho. Y apenas la madrugada empesaba a coloriar, los pájaros a cantar y las gallinas a apiarse, era cosa de largarse cada cual a trabajar. Este se ata las espuelas, se sale el otro cantando, uno busca un péllon blando, éste un lazo, otro un rebenque, y los pingos relinchando los llaman dende el palenque. El que era pion domador enderezaba al corral, ande estaba el animal bufidos que se las pela ... y mas malo que su agüela se hacía astillas el bagual. Y alli el gaucho inteligente, en cuanto el potro enriendó, los cueros le acomodó y se le sentó en seguida que el hombre muestra en la vida la astucia que Dios le dió. Y en las playas corcoviando pedazos se hacía el sotreta mientras él por las paletas le jugaba las lloronas y al ruido de las caronas salía haciendo gambetas. !Ah,tiempos!... !Si era un orgullo ver jinetear un paisano! cuando era gaucho baquiano, aunque el potro se boliase, no habia uno que no parase con el cabresto en la mano. Y mientras domaban unos, otros al campo salían y la hacienda recogían, las manadas repuntaban, y ansí sin sentir pasaban entretenidos el día. Y verlos al cair la tarde en la cocina riunidos, con el juego bien prendido y mil cosas que contar, platicar muy divertidos hasta después de cenar. Y con el buche bien lleno era cosa superior irse en brazos del amor a dormir como la gente, pa empezar el día siguiente las fainas del día anterior. Ricuerdo !qué maravilla! cómo andaba la gauchada siempre alegre y bien montada y dispuesta pa el trabajo... pero hoy en día...!barajo! no se la ve de aporriada. El gaucho más infeliz Tenía tropilla de un pelo, no le faltaba un consuelo y andaba la gente lista... teniendo al campo la vista, solo vía hacienda y cielo. Cuando llegaban las yerras, !cosa que daba calor! tanto gaucho pialador y tironiador sin yel. !Ah, tiempos... pero si en él se ha visto tanto primor! Aquello no era trabajo, mas bien era una junción, y después de un güen tirón en que uno se daba mana, pa darle un trago de cana solía llamarlo el patrón. Pues vivía la mamajuana siempre bajo la carreta, y aquel que no era chancleta, en cuanto el goyete vía, sin miedo se le prendía como güerfano a la teta. !Y qué jugadas se armaban cuando estábamos riunidos! siempre íbamos prevenidos, pues en tales ocasiones a ayudarle a los piones caiban muchos comedidos. Eran los días del apuro y alboroto pa el hembraje, pa preparar los potajes y osequiar bien a la gente, y así, pues, muy grandemente, pasaba siempre el gauchaje. Vení,a la carne con cuero, la sabrosa carbonada, mazamorra pien pisada, los pasteles y el güen vino... pero ha querido el destino que todo aquello acabara. Estaba el gaucho en su pago con toda siguridá, pero aura... !barbaridá!, la cosa anda tan fruncida, que gasta el pobre la vida en juir de la autoridá. Pues si usté pisa en su rancho y si el alcalde lo sabe, lo caza lo mesmo que ave aunque su mujer aborte... !No hay tiempo que no se acabe ni tiento que no se corte!. Y al punto dése por muerto si el alcalde lo bolea, pues ahí nomas se le apea con una felpa de palos; y despues dicen que es malo el gaucho si los pelea. Y el lomo le hinchan a golpes, y le rompen la cabeza, y luego con ligereza, ansí lastimao y todo, lo amarran codo a codo y pa el cepo lo enderiezan. Ahi comienzan sus desgracias, ahi principia el pericón, porque ya no hay salvación, y que usté quiera o no quiera, lo mandan a la frontera o lo echan a un batallón. Ansí empezaron mis males lo mesmo que los de tantos; si gustan... en otros cantos les diré lo que he sufrido: despues que uno está... perdido no lo salvan ni los santos. El Gaucho Martin Fierro Capitulo 2: Ninguno me hable de penas, porque yo penado vivo, y naides se muestre altivo aunque en el estribo esté, que suele quedarse a pie el gaucho mas alvertido. Junta esperencia en la vida hasta pa dar y prestar quien la tiene que pasar entre sufrimiento y llanto; porque nada enseña tanto como el sufrir y el llorar. Viene el hombre ciego al mundo, cuartiándolo la esperanza, y a poco andar ya lo alcanzan las desgracias a empujones; ! la pucha, que trae liciones el tiempo con sus mudanzas! Yo he conocido esta tierra en que el paisano vivía y su ranchito tenía y sus hijos y mujer... era una delicia el ver cómo pasaba sus días. Entonces... cuando el lucero brillaba en el cielo santo, y los gallos con su canto nos decían que el día llegaba, a la cocina runbiaba el gaucho... que era un encanto. Y sentao junto al jogón a esperar que venga el día, al cimarrón se prendía hasta ponerse rechoncho, mientras su china dormía tapadita con su poncho. Y apenas la madrugada empesaba a coloriar, los pájaros a cantar y las gallinas a apiarse, era cosa de largarse cada cual a trabajar. Este se ata las espuelas, se sale el otro cantando, uno busca un péllon blando, éste un lazo, otro un rebenque, y los pingos relinchando los llaman dende el palenque. El que era pion domador enderezaba al corral, ande estaba el animal bufidos que se las pela ... y mas malo que su agüela se hacía astillas el bagual. Y alli el gaucho inteligente, en cuanto el potro enriendó, los cueros le acomodó y se le sentó en seguida que el hombre muestra en la vida la astucia que Dios le dió. Y en las playas corcoviando pedazos se hacía el sotreta mientras él por las paletas le jugaba las lloronas y al ruido de las caronas salía haciendo gambetas. !Ah,tiempos!... !Si era un orgullo ver jinetear un paisano! cuando era gaucho baquiano, aunque el potro se boliase, no habia uno que no parase con el cabresto en la mano. Y mientras domaban unos, otros al campo salían y la hacienda recogían, las manadas repuntaban, y ansí sin sentir pasaban entretenidos el día. Y verlos al cair la tarde en la cocina riunidos, con el juego bien prendido y mil cosas que contar, platicar muy divertidos hasta después de cenar. Y con el buche bien lleno era cosa superior irse en brazos del amor a dormir como la gente, pa empezar el día siguiente las fainas del día anterior. Ricuerdo !qué maravilla! cómo andaba la gauchada siempre alegre y bien montada y dispuesta pa el trabajo... pero hoy en día...!barajo! no se la ve de aporriada. El gaucho más infeliz Tenía tropilla de un pelo, no le faltaba un consuelo y andaba la gente lista... teniendo al campo la vista, solo vía hacienda y cielo. Cuando llegaban las yerras, !cosa que daba calor! tanto gaucho pialador y tironiador sin yel. !Ah, tiempos... pero si en él se ha visto tanto primor! Aquello no era trabajo, mas bien era una junción, y después de un güen tirón en que uno se daba mana, pa darle un trago de cana solía llamarlo el patrón. Pues vivía la mamajuana siempre bajo la carreta, y aquel que no era chancleta, en cuanto el goyete vía, sin miedo se le prendía como güerfano a la teta. !Y qué jugadas se armaban cuando estábamos riunidos! siempre íbamos prevenidos, pues en tales ocasiones a ayudarle a los piones caiban muchos comedidos. Eran los días del apuro y alboroto pa el hembraje, pa preparar los potajes y osequiar bien a la gente, y así, pues, muy grandemente, pasaba siempre el gauchaje. Vení,a la carne con cuero, la sabrosa carbonada, mazamorra pien pisada, los pasteles y el güen vino... pero ha querido el destino que todo aquello acabara. Estaba el gaucho en su pago con toda siguridá, pero aura... !barbaridá!, la cosa anda tan fruncida, que gasta el pobre la vida en juir de la autoridá. Pues si usté pisa en su rancho y si el alcalde lo sabe, lo caza lo mesmo que ave aunque su mujer aborte... !No hay tiempo que no se acabe ni tiento que no se corte!. Y al punto dése por muerto si el alcalde lo bolea, pues ahí nomas se le apea con una felpa de palos; y despues dicen que es malo el gaucho si los pelea. Y el lomo le hinchan a golpes, y le rompen la cabeza, y luego con ligereza, ansí lastimao y todo, lo amarran codo a codo y pa el cepo lo enderiezan. Ahi comienzan sus desgracias, ahi principia el pericón, porque ya no hay salvación, y que usté quiera o no quiera, lo mandan a la frontera o lo echan a un batallón. Ansí empezaron mis males lo mesmo que los de tantos; si gustan... en otros cantos les diré lo que he sufrido: despues que uno está... perdido no lo salvan ni los santos. El Gaucho Martin Fierro Capitulo 2: Ninguno me hable de penas, porque yo penado vivo, y naides se muestre altivo aunque en el estribo esté, que suele quedarse a pie el gaucho mas alvertido. Junta esperencia en la vida hasta pa dar y prestar quien la tiene que pasar entre sufrimiento y llanto; porque nada enseña tanto como el sufrir y el llorar. Viene el hombre ciego al mundo, cuartiándolo la esperanza, y a poco andar ya lo alcanzan las desgracias a empujones; ! la pucha, que trae liciones el tiempo con sus mudanzas! Yo he conocido esta tierra en que el paisano vivía y su ranchito tenía y sus hijos y mujer... era una delicia el ver cómo pasaba sus días. Entonces... cuando el lucero brillaba en el cielo santo, y los gallos con su canto nos decían que el día llegaba, a la cocina runbiaba el gaucho... que era un encanto. Y sentao junto al jogón a esperar que venga el día, al cimarrón se prendía hasta ponerse rechoncho, mientras su china dormía tapadita con su poncho. Y apenas la madrugada empesaba a coloriar, los pájaros a cantar y las gallinas a apiarse, era cosa de largarse cada cual a trabajar. Este se ata las espuelas, se sale el otro cantando, uno busca un péllon blando, éste un lazo, otro un rebenque, y los pingos relinchando los llaman dende el palenque. El que era pion domador enderezaba al corral, ande estaba el animal bufidos que se las pela ... y mas malo que su agüela se hacía astillas el bagual. Y alli el gaucho inteligente, en cuanto el potro enriendó, los cueros le acomodó y se le sentó en seguida que el hombre muestra en la vida la astucia que Dios le dió. Y en las playas corcoviando pedazos se hacía el sotreta mientras él por las paletas le jugaba las lloronas y al ruido de las caronas salía haciendo gambetas. !Ah,tiempos!... !Si era un orgullo ver jinetear un paisano! cuando era gaucho baquiano, aunque el potro se boliase, no habia uno que no parase con el cabresto en la mano. Y mientras domaban unos, otros al campo salían y la hacienda recogían, las manadas repuntaban, y ansí sin sentir pasaban entretenidos el día. Y verlos al cair la tarde en la cocina riunidos, con el juego bien prendido y mil cosas que contar, platicar muy divertidos hasta después de cenar. Y con el buche bien lleno era cosa superior irse en brazos del amor a dormir como la gente, pa empezar el día siguiente las fainas del día anterior. Ricuerdo !qué maravilla! cómo andaba la gauchada siempre alegre y bien montada y dispuesta pa el trabajo... pero hoy en día...!barajo! no se la ve de aporriada. El gaucho más infeliz Tenía tropilla de un pelo, no le faltaba un consuelo y andaba la gente lista... teniendo al campo la vista, solo vía hacienda y cielo. Cuando llegaban las yerras, !cosa que daba calor! tanto gaucho pialador y tironiador sin yel. !Ah, tiempos... pero si en él se ha visto tanto primor! Aquello no era trabajo, mas bien era una junción, y después de un güen tirón en que uno se daba mana, pa darle un trago de cana solía llamarlo el patrón. Pues vivía la mamajuana siempre bajo la carreta, y aquel que no era chancleta, en cuanto el goyete vía, sin miedo se le prendía como güerfano a la teta. !Y qué jugadas se armaban cuando estábamos riunidos! siempre íbamos prevenidos, pues en tales ocasiones a ayudarle a los piones caiban muchos comedidos. Eran los días del apuro y alboroto pa el hembraje, pa preparar los potajes y osequiar bien a la gente, y así, pues, muy grandemente, pasaba siempre el gauchaje. Vení,a la carne con cuero, la sabrosa carbonada, mazamorra pien pisada, los pasteles y el güen vino... pero ha querido el destino que todo aquello acabara. Estaba el gaucho en su pago con toda siguridá, pero aura... !barbaridá!, la cosa anda tan fruncida, que gasta el pobre la vida en juir de la autoridá. Pues si usté pisa en su rancho y si el alcalde lo sabe, lo caza lo mesmo que ave aunque su mujer aborte... !No hay tiempo que no se acabe ni tiento que no se corte!. Y al punto dése por muerto si el alcalde lo bolea, pues ahí nomas se le apea con una felpa de palos; y despues dicen que es malo el gaucho si los pelea. Y el lomo le hinchan a golpes, y le rompen la cabeza, y luego con ligereza, ansí lastimao y todo, lo amarran codo a codo y pa el cepo lo enderiezan. Ahi comienzan sus desgracias, ahi principia el pericón, porque ya no hay salvación, y que usté quiera o no quiera, lo mandan a la frontera o lo echan a un batallón. Ansí empezaron mis males lo mesmo que los de tantos; si gustan... en otros cantos les diré lo que he sufrido: despues que uno está... perdido no lo salvan ni los santos. El Gaucho Martin Fierro Capitulo 2: Ninguno me hable de penas, porque yo penado vivo, y naides se muestre altivo aunque en el estribo esté, que suele quedarse a pie el gaucho mas alvertido. Junta esperencia en la vida hasta pa dar y prestar quien la tiene que pasar entre sufrimiento y llanto; porque nada enseña tanto como el sufrir y el llorar. Viene el hombre ciego al mundo, cuartiándolo la esperanza, y a poco andar ya lo alcanzan las desgracias a empujones; ! la pucha, que trae liciones el tiempo con sus mudanzas! Yo he conocido esta tierra en que el paisano vivía y su ranchito tenía y sus hijos y mujer... era una delicia el ver cómo pasaba sus días. Entonces... cuando el lucero brillaba en el cielo santo, y los gallos con su canto nos decían que el día llegaba, a la cocina runbiaba el gaucho... que era un encanto. Y sentao junto al jogón a esperar que venga el día, al cimarrón se prendía hasta ponerse rechoncho, mientras su china dormía tapadita con su poncho. Y apenas la madrugada empesaba a coloriar, los pájaros a cantar y las gallinas a apiarse, era cosa de largarse cada cual a trabajar. Este se ata las espuelas, se sale el otro cantando, uno busca un péllon blando, éste un lazo, otro un rebenque, y los pingos relinchando los llaman dende el palenque. El que era pion domador enderezaba al corral, ande estaba el animal bufidos que se las pela ... y mas malo que su agüela se hacía astillas el bagual. Y alli el gaucho inteligente, en cuanto el potro enriendó, los cueros le acomodó y se le sentó en seguida que el hombre muestra en la vida la astucia que Dios le dió. Y en las playas corcoviando pedazos se hacía el sotreta mientras él por las paletas le jugaba las lloronas y al ruido de las caronas salía haciendo gambetas. !Ah,tiempos!... !Si era un orgullo ver jinetear un paisano! cuando era gaucho baquiano, aunque el potro se boliase, no habia uno que no parase con el cabresto en la mano. Y mientras domaban unos, otros al campo salían y la hacienda recogían, las manadas repuntaban, y ansí sin sentir pasaban entretenidos el día. Y verlos al cair la tarde en la cocina riunidos, con el juego bien prendido y mil cosas que contar, platicar muy divertidos hasta después de cenar. Y con el buche bien lleno era cosa superior irse en brazos del amor a dormir como la gente, pa empezar el día siguiente las fainas del día anterior. Ricuerdo !qué maravilla! cómo andaba la gauchada siempre alegre y bien montada y dispuesta pa el trabajo... pero hoy en día...!barajo! no se la ve de aporriada. El gaucho más infeliz Tenía tropilla de un pelo, no le faltaba un consuelo y andaba la gente lista... teniendo al campo la vista, solo vía hacienda y cielo. Cuando llegaban las yerras, !cosa que daba calor! tanto gaucho pialador y tironiador sin yel. !Ah, tiempos... pero si en él se ha visto tanto primor! Aquello no era trabajo, mas bien era una junción, y después de un güen tirón en que uno se daba mana, pa darle un trago de cana solía llamarlo el patrón. Pues vivía la mamajuana siempre bajo la carreta, y aquel que no era chancleta, en cuanto el goyete vía, sin miedo se le prendía como güerfano a la teta. !Y qué jugadas se armaban cuando estábamos riunidos! siempre íbamos prevenidos, pues en tales ocasiones a ayudarle a los piones caiban muchos comedidos. Eran los días del apuro y alboroto pa el hembraje, pa preparar los potajes y osequiar bien a la gente, y así, pues, muy grandemente, pasaba siempre el gauchaje. Vení,a la carne con cuero, la sabrosa carbonada, mazamorra pien pisada, los pasteles y el güen vino... pero ha querido el destino que todo aquello acabara. Estaba el gaucho en su pago con toda siguridá, pero aura... !barbaridá!, la cosa anda tan fruncida, que gasta el pobre la vida en juir de la autoridá. Pues si usté pisa en su rancho y si el alcalde lo sabe, lo caza lo mesmo que ave aunque su mujer aborte... !No hay tiempo que no se acabe ni tiento que no se corte!. Y al punto dése por muerto si el alcalde lo bolea, pues ahí nomas se le apea con una felpa de palos; y despues dicen que es malo el gaucho si los pelea. Y el lomo le hinchan a golpes, y le rompen la cabeza, y luego con ligereza, ansí lastimao y todo, lo amarran codo a codo y pa el cepo lo enderiezan. Ahi comienzan sus desgracias, ahi principia el pericón, porque ya no hay salvación, y que usté quiera o no quiera, lo mandan a la frontera o lo echan a un batallón. Ansí empezaron mis males lo mesmo que los de tantos; si gustan... en otros cantos les diré lo que he sufrido: despues que uno está... perdido no lo salvan ni los santos. Biografía http://www.infojardin.com/foro/showthread.php?t=76050&page=5
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas Que bueno Maia!!! Sabes la de veces que pensé en traerlo! Es una escuela de vida! ...pero dije ,es muy largo! ...y al final me mandé con estos de Alejandro Dumas ,que son larguisimos! ...pero hermosos!!!
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas Si me encanta Alejandro Dumas clau que maravilla de escritor... hay tantos autores que nunca llegaremos a tocarlos creo Maravilloso!
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas Si , Maia , y el Martín Fierro , también es una maravilla de la poesia , cada verso entraña una enseñanza!