Esta receta la encontré hace tiempo en un blog (donde también podéis ver las fotos del resultado), pero en realidad es una adaptación de la crème brûlée o crema quemada de toda la vida, sustituyendo la vainilla o el licor de turno por hierbaluisa (verbena olorosa o cidrón) y manzanilla. Podrían combinarse otras hierbas e ir probando qué sabor nos gusta más. Ingredientes 500 ml. de nata líquida para montar (crema de leche doble) 100 gr. de azúcar 5 yemas de huevo 3 gr. (más o menos 3 ramitas) de hojas frescas de hierba luisa 1 gr. de hojas de manzanilla (la autora comenta que en ese momento su planta no tenía flores, así que las sustituyó por las hojas, pero con flores también serviría) Paso a paso Colocamos la nata líquida y las hierbas en un cazo pequeño y llevamos a ebullición. En ese momento retiramos del fuego y dejamos reposar durante unos minutos (10 aprox.). En otro recipiente, batimos las yemas con el azúcar hasta que estén espumosas y agregamos la nata poco a poco a través de un colador (También podemos colar la nata antes para eliminar las hojas y echarla directamente luego). Precalentamos el horno a 180 grados. Repartimos la crema en ramekins (cazuelitas refractarias) o cualquier otro recipiente que sirva para el caso y los colocamos encima de una bandeja para horno a la que le hemos echado previamente uno o dos dedos de agua caliente (para conseguir el efecto baño maría). Cocemos en el horno entre 20 y 35 minutos, dependiendo del tamaño de los recipientes, etc. (La cuestión es que el resultado no quede ni muy líquido ni muy pasado). Sacamos del horno, esperamos a que se enfríe e introducimos en la nevera durante 3 ó 4 horas. Por último, espolvoreamos azúcar por la superficie y quemamos con un quemador eléctrico o manual, o poniéndola un par de minutos bajo el gratinador del horno.