Historias y tradiciones

Tema en 'Temas de interés (no de plantas)' comenzado por mai^a, 5/12/08.

  1. MellamoEarl

    MellamoEarl PocoYo

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    Re: ... de Historias y Tradiciones

    Y de como nuestros refranes nos ilustran:

    "Sabe mas el diablo por viejo que por diablo"
     
  2. MellamoEarl

    MellamoEarl PocoYo

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    Re: ... de Historias y Tradiciones

    Y de como nuestros refranes nos ilustran;
    Locura es dar consejos al enemigo, pero mas aún lo es tomarlos de el;
     
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    Re: ... de Historias y Tradiciones

    DECLARATORIA DE GUERRA DE CHILE A PERÚ
    Declaratoria de Guerra
    Santiago, Abril 5 de 1879 - Señor Intendente: en virtud de la facultad que me confiere el número 18 del artículo 82 de la Constitución del Estado y la ley del cuatro del presente:
    He acordado y decreto:
    El Gobierno de Chile declara la guerra al Gobierno del Perú. El Ministro de Relaciones Exteriores comunicará a las naciones amigas esta declaración, exponiendo los justos motivos de la guerra; y el del Interior la hará llegar a noticia de los ciudadanos de la República, mandándola publicar con la solemnidad debida.
    Dado en Santiago, el día 5 de Abril de 1879: -A. Pinto. -B. Prats. -Alejandro Fierro. -C. Saavedra. -J. Blest Gana. -Julio Zegers.
     
  4. MellamoEarl

    MellamoEarl PocoYo

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    Re: ... de Historias y Tradiciones

    Y de como nuestros refranes nos ilustran:

    Pájaro mal nacido es quien ensucia su nido;
     
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    Bloqueo de Iquique


    Declarada la guerra por Chile al Perú el sábado 5 de abril de 1879, la primera acción naval chilena ya estaba planificada y fue el bloqueo del puerto de Iquique ese mismo día.

    La primera fase del bloqueo terminó el 21 de mayo de 1879 luego de los enfrentamientos entre el Huáscar y la Independencia versus la Covadonga y la Esmeralda.

    La segunda fase del bloqueo se reinició el 1 de junio hasta el 2 de agosto de 1879, fecha en la cual Williams Rebolledo tuvo que renunciar por no tener éxito en sus acciones debido a las incursiones del almirante Miguel Grau a bordo del Huáscar contra naves chilenas.


    5 de abril de 1879

    En la planificación de la guerra contra el Perú, el contralmirante Juan Williams Rebolledo, tuvo varias opciones: una de ellas era atacar el Callao, principal puerto del Perú donde se preparaba la escuadra peruana y que se encontraba desarmada. Pero el Jefe de la Escuadra chilena optó por el bloqueo de Iquique.

    El 5 de abril de 1879, apareció en el horizonte del puerto peruano de Iquique parte de la escuadra chilena. El territorio estaba al mando del coronel Justo Pastor Dávila, en calidad de Prefecto del Departamento de Tarapacá.

    Durante dos meses cerca de 2.000 chilenos abandonaron Iquique pero los más reacios se quedaron y ese día hubo que encerrarlos en almacenes viejos y a otros se les permitió acercarse a su escuadra o embarcarse en algún navío neutral. Alrededor de 80.000 chilenos trabajaban en la zona y finalmente esperaron hasta el 10 de abril para salir del puerto debido al bloqueo.

    El 5 de abril había una guarnición de 1.500 hombres, compuesta por cívicos iquiqueños (guardia nacional local) y la 1ª División del ejército peruano al mando del coronel Velarde, conformada por dos batallones y una batería de artillería. La 2ª División, al mando del coronel Belisario Suárez y conformada por más de mil hombres, estaba en el Molle, a 10 km al sur de Iquique.

    A las 14:00 los buques chilenos iniciaron el reconocimiento de la isla Cuadros, para verificar que no hubiera artillería que pudiera atacarlos por retaguardia; luego del reconocimiento, se acercaron a una cuarta de milla de la playa. La escuadra chilena estaba compuesta por cinco buques: el blindado Blanco Encalada que enarbolaba la insignia del contralmirante Williams; lo acompañaban su gemelo el Cochrane, las corbetas Esmeralda, O'Higgins y Chacabuco y la cañonera Magallanes.

    Cuando las naves chilenas largaron anclas, en la playa se embarcó en una falúa el capitán del puerto y de corbeta Salomé Porras, dirigiéndose al Blanco Encalada, para protestar por su presencia, pero fue despachado por el contralmirante Williams. Minutos después se desprendió del Blanco Encalada una falúa llevando a bordo la comunicación del Jefe de la escuadra chilena llevada por el capitán de fragata Arturo Prat Chacón, ayudante del secretario Rafael Sotomayor Baeza. La lancha atracó en el muelle de uso inglés en el puerto de Iquique, siendo recibida por el mayor Manuel Loayza.

    Inicio del bloqueo del puerto de Iquique

    El bloqueo del puerto comenzó cuando Esmeralda disparó tres proyectiles sobre la máquina resacadora de agua; los iquiqueños y los jefes de la plaza comprendieron que se les quería hacer rendir por sed. Producto de este ataque, el día 9 de abril hubo que racionar al agua a un litro por persona diario, No se podía traer agua de Pozo Almonte y Nueva Soledad por ferrocarril, porque la escuadra chilena cañoneaba los trenes. Se traía agua de los puquiales de las serranías a lomo de bestia y en carretas, amparados por la oscuridad de la noche y por la camanchaca. Pero esa dotación era insuficiente para calmar la sed de 15,000 sitiados. El 13 de abril la ración bajó a tres cuartos de litro.

    Para abastecerse de agua los iquiqueños utilizaron las tuberías de las calicheras especialmente de Pozo Almonte y Nueva Esperanza que eran almacenados en La Noria. Se comenzó a producir hasta 30,000 galones de agua dulce cada 24 horas, desde el 14 de abril de 1879, gracias al iquiqueño Alfonso Ugarte

    Cinco días tardaron la “Chacabuco” y la “Esmeralda” en rastrear el cable submarino para cortarlo y aislar Iquique de Lima. Cuando el “Almirante Cochrane” levó anclas para salir del puerto para pasar la noche fuera de la bahía, de casualidad, encontró el cable submarino el cual cortaron.

    El 7 de abril, la cañonera Magallanes y el blindado Cochrane dejaron el bloqueo para ir a Antofagasta y protegerlo contra alguna incursión peruana. Cuando la Magallanes regresaba a Iquique, en el trayecto se enfrentó contra las naves peruanas Unión y Pilcomayo en el Combate naval de Chipana.

    Movimientos de la escuadra peruana

    El vapor peruano Chalaco, al mando del capitán de fragata Manuel Antonio Villavisencio, había zarpado del puerto del Callao a las 2:30 del 3 de abril, conduciendo pertrechos y tropas hacia Arica e Iquique, llegando a Arica el 5 a las 19:30, enterándose de la declaración de guerra de Chile al Perú y del bloqueo de Iquique, procediendo a desembarcar a toda la tropa que llevaba. Al día siguiente, descargó 2 cañones de a 100 libras, pertrechos y zarpó a Pisagua. Fondeó en Pisagua el 7 a las 9:00, desembarcando en 40 minutos, 1 cañón Vavasseur de 250 libras, 2 cañones Blakely del ejército, al batallón Puno N°6 de 350 plazas, al batallón Ayacucho de 300 plazas y al general de brigada M.G. de La Cotera, jefe de la 3ª División, compuesta por las tropas anteriores.

    El 8 de abril, fondeó el Chalaco nuevamente en Arica, descargando otro cañón Vavasseur de 250 libras. En la madrugada del 10, estuvo en Pacocha embarcando carbón y agua. A las 6:00 del 11 fondeó en Mollendo y embarcó a mil hombres, entre voluntarios, gendarmes y guardias nacionales, todos al mando del coronel José A, Bezada, Prefecto de Arequipa. En la mañana del 12 fondeó otra vez en Arica, embarcando parte de la 3ª División que ahí se había quedado. El 13 zarpó a Pisagua, pero en el trayecto avistó al blindado Blanco Encalada, que lo persiguió por 3 horas sin éxito. Según Villavisencio, la velocidad del Chalaco fue de 12 nudos y la del blindado chileno de 10 nudos. A las 11.00 del 13 de abril, el Chalaco fondeó en Arica y 3 horas después, lo hizo el transporte peruano Talismán, que venía del Callao. El Talismán desembarcó en Arica al contraalmirante Lizardo Montero, nombrado Comandante General de las Baterías del Sur, oficiales del Estado mayor y 4 cañones rayados franceses de calibre de 16 cm (68 libras), zarpando inmediatamente al Callao vía Mollendo, donde desembarcó un grupo de oficiales.

    El Chalaco fondeó nuevamente en Pisagua el 15 de abril a las 17:00 , desembarcando al general de división Juan Buendía, jefe del Ejército del Sur, a su jefe de Estado Mayor, general Pedro Bustamante, al batallón Guardia Nacional de Arequipa y una columna de gendarmes, en total, 560 hombres, que formaban la 4ª División al mando del coronel Bezada, y el batallón Lima N°8, de 391 plazas, que era parte de la 3ª División. De ahí, el Chalaco hizo rumbo a Arica y al Callao.

    Movimientos chilenos en la costa peruana

    El contraalmirante Williams planeó hacer incursiones sobre la costa peruana con el objetivo de forzar a salir a la escuadra peruana del Callao para dar una batalla en altamar o para capturar a algún transporte peruano. El 15 de abril, zarparon hacia el sur el Blanco Encalada, O'Higgins, Chacabuco y Magallanes, quedando solo en el bloqueo de Iquique la Esmeralda. Estos buques se encontraron con el Cochrane que venía del sur, que en el trayecto estuvo en la caleta de Huanillos, en donde ordenó que los 13 buques mercantes que ahí estaban cargando guano, suspendieran el carguío y para que en 48 horas salieran del puerto.

    Incursión en Pabellon de Pica y Huanillos

    El martes 15 de abril, el Blanco Encalada, O'Higgins y la Chacabuco, todos en una división al mando del contraalmirante Williams, se presentaron en Pabellón de Pica, puerto guanero a 94 km al sur de Iquique y ordenaron a los buques neutrales a salir del puerto. La fuerza chilena destruyó las instalaciones de carga y descarga, se hundieron 21 lanchas y un pequeño vapor y se rescató a 110 chilenos que se encontraban en un bote, los cuales fueron llevados a Iquique y de ahí, a Chile.

    En la mañana del 16, la división chilena fondeó en Huanillos, puerto guanero a 134 km al sur de Iquique, en donde capturaron una lancha a vapor, el pequeño vapor López Gamaz, 25 a 30 lanchas grandes y destruyeron el muelle.

    En la destrucción de ambos puertos, participaron trabajadores chinos que estaban en condiciones laborales de semiesclavitud. En la mañana del 17, la división chilena fondeó en Iquique y a las 16.00, el contraalmirante Williams notificó al Prefecto, el coronel Justo Dávila, que destruiría las máquinas destiladoras de agua del puerto, a menos que dejaran de funcionar, suspendiéndose el funcionamiento de estas.

    En la mañana del 18, la corbeta Esmeralda disparó 11 bombas contra un tren de pasajeros con mujeres y niños, sin acertarle, repitiendo disparos en la noche para evitar el uso del ferrocarril


    Incursión en Mollendo

    Una división chilena compuesta por el blindado Cochrane y la cañonera Magallanes, al mando del capitán de navío Enrique Simpson Baeza, comandante del blindado, apareció en Mollendo en la mañana del jueves 17 de abril. Las naves chilenas hicieron atracar a las lanchas de la barca inglesa Clyde Vale y de la barca francesa Juana Luisa, que estaban descargando, la primera carbón y la segunda mercadería, apresando su carga. Dejaron al garete a 11 lanchas.

    La división chilena destacó botes para destruir lanchas al mediodía, pero desde tierra le hicieron fuego de fusil. Entonces Simpson ordenó el bombardeo hacia los puntos de tierra desde donde le hacían fuego, disparando el blindado 11 tiros.

    Los chienos notificaron el bloqueo del puerto y consideraron como contrabando de guerra al carbón de las barcas nicaragüenses Plata y Monroe. Los buques chilenos se retiraron a altamar en la noche, regresando a la mañana siguiente. En la tarde del 18, al Plata se le retiro el carbón y se le hundió con un espolonazo del Cochrane por tener incompleto sus papeles. El Monroe se le dejó libre a condición de que se retirara a Valparaíso. En la madrugada del 19, los buques chilenos se retiraron pero cuando regresaron al amanecer, avistaron al Monroe que regresaba a Mollendo, razón por la cual fue hundido con tiro de cañón.

    El 20 de abril, la división chilena recaló en Arica, donde divisó 5 cañones de gran calibre en el Morro, por lo cual se retiraron.

    Combate y Bombardeo de Pisagua

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    Pisagua Incendiada.


    Al mediodía del viernes 18 de abril, llegó a Pisagua la corbeta Chacabuco que despachó 3 botes para capturar las lanchas surtas en el puerto, pero fueron hostilizados por disparos de fusilería desde tierra, por el batallón Ayacucho.

    Las fuerzas peruanas estaban al mando del capitán de fragata y del puerto José Becerra. Luego llegó el Blanco Encalada al mando del contraalmirante Williams, que ordenó el repliegue de los botes y el bombardeó contra las trincheras de tierra. Cuando se arrió el pabellón peruano, Williams ordenó alto al fuego y el envío de los botes para capturar las lanchas, pero al acercarse a la playa, se reanudó la fusilería desde tierra y se reinicó el bombardeo chileno. A la 1 pm, el puerto se incendió; el fuego destruyó el muelle, el salitre de los almacenes, la estación de ferrocarril y la oficina de capitanía; 2 lanchas hundidas y 5 lanchas incendiadas. La división chilena tuvo 5 heridos y un capitán muerto; mientras los peruanos, un oficial y 5 soldados heridos, además de varios civiles; 2 rabonas, un niño y un asiático muertos. La división chilena se retiró en la tarde.

    El 21 arribó a Pisagua la división chilena al mando del capitán Simpson, proveniente de Arica, encontrando al puerto aún humeante. Los chilenos no intentaron desembarcar, solo se llevaron la barca inglesa Alice Retis cargada de carbón, lo que hizo dudar de la legalidad de esa embarcación y días después, se dio una nueva legislación respecto a los buques cargados de carbón a raíz de este incidente.

    Destrucción de Mejillones

    El martes 29 de abril, a las 7, arribó a Pisagua una división chilena al mando del capitán Simpson y conformada por el Cochrane y la O'Higgins. Por medio del vicecónsul inglés, Simpson comunicó a las autoridades de tierra que tenía la misión de destruir todas las embarcaciones menores y esperaba no encontrar resistencia, recibiendo como respuesta que no la habría sino intentaba un desembarco. Entre las 12:40 y las 14:20 se destruyeron 44 lanchas y embarcaciones menores, retirándose la divisón chilena al día siguiente.

    Poco después del mediodía del 30, la división chilena arribó a Mejillones, puerto del Perú a 45 km al sur de Pisagua y 50 km al norte de Iquique. De la O'Higgins se destacaron 6 botes para destrurir las embarcaciones surtas en el puerto, pero cuando se inició la operación, se abrió fuego de fusil desde tierra a las embarcaciones, pues se pensaba que se intentaba un desembarco. El ataque fue respondido por un bombardeo a la población de parte de las naves chilenas, que incendió el puerto. El puerto estaba defendido por el comandante militar de Mejillones del Perú, Luis Reina, que repelió el ataque con 5 gendarmes y 5 civiles de resguardo aduanero y el capitán de puerto accidental, Pablo García. Simpson declaró que se cumplió la misión de destruir todas las lanchas. Reina afirmó que los chilenos dispararon 120 tiros de cañón y que ocasionaron una destrucción en el puerto indefenso de 600 mil soles.

    21 de mayo de 1879

    El bloqueo de Iquique fue levantado momentáneamente el 21 de mayo de 1879con los combates Iquique y el Punta Gruesa.

    Segunda fase del bloqueo

    El bloqueo fue restablecido por la escuadra chilena el 1 de junio de 1879 tras volver de su infructuosa expedición al Callao.

    A pesar del bloqueo, la población de Iquique no se mantenía desabastecida por que recibía víveres desde Argentina.

    El 16 de julio ocurre el bombardeo de Iquique.

    La misión del comandante Rebolledo era apresar el Huáscar que realizaba estragos sobre las naves chilenas. El mando chileno responsabilizó a Williams Rebolledo de no tener éxito en esta misión por lo cual se dejó el bloqueo de Iquique. Rebolledo renunció y asumió Galvarino Riveros como jefe de la escudra.

    El 2 de agosto se termina el bloqueo de Iquique, desplazándose todas las naves al sur, siendo remolcada la corbeta "Abtao".
     
  6. MellamoEarl

    MellamoEarl PocoYo

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    Re: ... de Historias y Tradiciones

    Y de como nuestros refranes nos ilustran:

    No es mas rico el que mas tiene sinó el que menos necesita;
     
  7. fran0973

    fran0973 francisco

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    Re: ... de Historias y Tradiciones

    Esto es realmente curioso, muchas gracias!!
     
  8. MellamoEarl

    MellamoEarl PocoYo

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    Re: ... de Historias y Tradiciones

    Y DE COMO NUESTROS REFRANES NOS ILUSTRAN:

    Mas vale pajaro en mano que ciento volando;
     
  9. Re: ... de Historias y Tradiciones

    Hola a todo el mundo, a ver si alguien puede decirme algo de este angelito que lleva muchos años en mi familia.
    Gracias y besos.
     
  10. MellamoEarl

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    Y de como nuestros refranes nos ilustran:

    De donde no hay no se puede sacar;
     
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    Re: ... de Historias y Tradiciones

    COLEGIO NACIONAL LEONCIO PRADO DE HUANUCO.






    Glorioso sesquicentenario...!
     
  12. MellamoEarl

    MellamoEarl PocoYo

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    Re: ... de Historias y Tradiciones

    Y DE COMO NUESTROS REFRANES NOS ILUSTRAN:

    Quien a buen Fresno se arrima, buena sombra le cobija;
     
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    7 DE JUNIO

    BATALLA DE ARICA Y DIA DE LA BANDERA




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  14. MellamoEarl

    MellamoEarl PocoYo

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    Re: ... de Historias y Tradiciones

    Y DE COMO NUESTROS REFRANES NOS ILUSTRAN

    "En el amor y en la guerra todo vale"
     
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    Re: ... de Historias y Tradiciones

    OSHTA Y EL DUENDE

    Carlota Carvallo de Núñez Lima 1908-1980

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    Era una mañana fría. Los altos picachos de la cordillera se hallaban cubiertos de nieve. Unas cuantas ovejas y llamas pastaban, mientras que la mujer hilaba. Oshta, su hijo, arrebujado dentro de su poncho, contemplaba el cielo intensamente azul. De pronto, la mujer le dijo:
    -Es preciso que hoy te quedes cuidando las ovejas, mientras yo vuelvo a la choza. Mira bien que no se vaya a perder algún animal o se lo lleven los pumas o los zorros.
    Pero el niño no quería quedarse solo. Tenía miedo, miedo de escuchar el viento que soplaba sobre el ichu y de no ver en torno suyo otra cosa que las elevadas montañas.
    -¿A qué tienes miedo?– insistía la madre- ¿Acaso has visto otra cosa desde que naciste? ¿No has escuchado a menudo el ruido de las tempestades?
    -Pero es que siempre estabas conmigo mamay–exclamaba el niño. -Es que ahora has crecido y puedes quedarte solo y ayudarme. Tú cuidarás el rebaño mientras que yo lavo y remiendo nuestros vestidos. Si te da miedo, canta. Canta cualquier cosa y así, al oír tu voz, te sentirás acompañado…
    -¿Y si me aburro de estar aquí sentado sin correr ni jugar? -Mira el cielo y piensa que es un gran camino azul. Sobre él las nubes blancas te parecerán borreguitas que se le han perdido a los pastores. Búscalos con paciencia. Así irás descubriendo la barriguita de una, la colita de otra. Sin darte cuenta, el tiempo habrá pasado y yo estaré esperándote para volver a nuestra choza.
    Pero Oshta no se decidía a permanecer solo. -¿Qué hago si viene el zorro?– preguntó. -Del zorro, teme los embustes–le aconsejó la madre. Al zorro debes engañarlo antes de que te engañe a ti. -¿Y si viene el puma? * (Oshta, nombre familiar de Eustaquio) -Si llegara el puma, te pones la mano junto a la boca para que se te oiga mejor y gritas por tres veces: ¡Mamá Silveriaaaaaaaaa! Y yo vendré con un garrote para librarte de él.
    -¿Y a qué otra cosa debo temer?-insistió el niño… Y la buena mujer le explicó que también a veces solían aparecer por aquellos lugares duendes que se burlaban de los humanos, pero no era muy común encontrarlos. Finalmente, le dio un atado con papas y queso para su almuerzo. También había envuelto una pierna de pollo, que le arrebató la noche anterior a un zorro que se metió al corral.
    Después de muchas recomendaciones, la madre se fue y Oshta se quedó solo, mirando los altos cerros nevados en la lejanía. Cuando empezó a sentir miedo, se dijo a sí mismo que ya era hora de mostrarse valiente como los hombres grandes y, para ahuyentar sus temores, se puso a cantar:
    -Ovejas mías, venid,
    Ved que tan solo me encuentro
    Y soplad con vuestro aliento
    Ahuyentando el frío así.
    Decid al sol que por mí,
    Hoy se acueste más temprano.
    Y mi madre, de la mano,

    vendrá a llevarme de aquí… Un zorro que lo estaba escuchando se acercó astutamente para felicitarlo por lo bien que cantaba.
    -¡Buenos días, Oshta!–le dijo-. ¡Qué bien cantas!
    Pero Oshta lo reconoció en seguida y le contestó:
    -Mi madre me ha dicho que no me fíe de ti.
    A lo que el zorro repuso:

    -¡Ah, las madres! ¡Siempre tan desconfiadas! Escúchame, Oshta. Justamente estoy necesitando un buen cantor para que le dé una serenata a mi novia, porque mañana es su santo. Ya tengo quien toque el charango. ¿Tú no
    querrías venir a cantar?
    -¿Y dónde vive tu novia?–le preguntó Oshta.
    -Allá abajito, en esa quebrada…
    -¿Y quién cuidará mientras tanto de mis ovejas?
    Y el zorro, relamiéndose ya de antemano, le contestó:
    -¿Quién va a ser, sino yo?
    -¿Y cómo voy a dejar a esas ovejitas tiernas que nacieron anoche?.

    Y el muy malvado piensa que justamente esas son las que más le gustaría cuidar. Pero Oshta, adivinando su intención, le dice: -¡Pero tú crees que yo soy tonto? Lo que quieres es comerte mis ovejas…El zorro lo calificó de mal pensado y trató de convencerlo de que tenía buenas intenciones. -Todavía se tratara de alguna gallinita… –le replicó-. Y, a propósito de gallinas, dime, Oshta, ¿no es una de ellas la que llevas en ese atadito? Ah , yo sé que tu buena madre te cuida y te engríe y te ha puesto una pollita tiernecita en el atado. Quién como tú que tienes a tu madre para que te alimente, te teja tus ponchos y te lave la ropa… En cambio yo… estoy solo en el mundo!
    Y empezó a llorar con gran desconsuelo. Oshta le respondió que no debía sentirse tan solo si tenía su novia, pero el zorro fue de opinión que las novias eran inútiles y no servían para esos menesteres.
    Oshta le explicó que el atadito que le había dado su madre no contenía una gallina entera, sino los restos de la que se había comido la noche anterior un zorro, que a lo mejor no era otro que el que tenía delante. El zorro protestó muy resentido, pues justamente la noche pasada, se quedo en cama con una tremenda jaqueca, y mal podía haber estado merodeando por los corrales. En cuanto a aquello de que le gustaban las gallinas, era sincero en reconocerlo y, aún más, le rogaba que le diese a probar de aquel pedazo que guardaba para su almuerzo.
    -Te convido con una condición–le dijo Oshta-. Que te dejes vendar los ojos.Entonces, abrirás el hocico y yo te pondré en él un buen bocado. Mas el zorro le respondió que no se explicaba el motivo de tanta desconfianza. -Es que así estaré seguro de la cantidad que te comes–le respondió Oshta.Al fin, el zorro accedió a que le vendara los ojos, aunque le parecía francamente vergonzoso. Entonces, Oshta le metió en el hocico una gran piedra, con lo cual el zorro murió atragantado.
    Oshta, al verlo muerto, palmoteó lleno de alegría.
    -¡Ya maté a este pícaro!–se dijo.

    Y luego le saco la piel para guardársela a su madre. Razón tenía la buena mujer al aconsejarle: “Hay que engañar al zorro antes que te engañe a ti”. No bien había guardado la piel del zorro dentro de un saco, oyó una voz ronca y desconocida que lo saludaba:
    -¡Buenos días Oshta!
    -¿Quién me habla?
    -Yo, el puma!–contestó la voz.

    -¡Qué se te ofrece? Tengo hambre y voy a comerme una de tus ovejas. -Más despacio, amigo–replicó Oshta-. Eso tenemos que discutirlo. Pero el puma opinó que no era preciso ninguna discusión, pues él escogería la oveja más gorda para comérsela y Oshta tendría que conformarse.
    Oshta le respondió que no lo tomaba por sorpresa, pues estaba advertido de su llegada. -¿Cómo lo sabías? -Me lo avisó el cernícalo y, como tú mereces tantas consideraciones, te adelanté el trabajo. Mira, maté la mejor de mis ovejas y la desollé para ti.
    El puma no sabía cómo agradecer tanta amabilidad. En realidad, lo que le ofrecía Oshta era el cuerpo del zorro al que había quitado la piel y la cabeza.
    -¡Llévatelo pronto!– le dijo Oshta-. No sea que venga mi madre y te la quite. Mas el puma se preguntaba por qué aquella oveja tenía un olor tan penetrante. Oshta, que sospechó su preocupación, se adelantó a decirle que había desollado la oveja con el cuchillo que había matado a un zorro y que tal vez aún se notaba un cierto olorcillo desagradable.
    -Todo está muy bien–dijo el puma-, pero otra vez deja que yo mismo escoja la oveja para comérmela. Si no fuera porque has tenido la gentileza de preparármela, yo la cambiaría por otra…
    -Eso, amigo, sería un gran desaire– repuso Oshta. -Lo comprendo y por eso, como soy todo un caballero, me la comeré, aunque se me atragante. Y, dicho esto, se fue arrastrando la oveja para comérsela en unos matorrales. Oshta estaba muy regocijado por habérsele ocurrido semejante estratagema cuando oyó una risita burlona cerca de él. -¡Ji ji ji ¡Qué bien has aprendido la lección, Oshta! ¡Tú, el miedoso, el pequeño, has vencido al zorro y la puma! -¿Quién eres?–preguntó Oshta. -No me extraña que no me conozcas. Eres un simple mortal– en cambio yo soy un espíritu de la tierra.–dijo la misma voz.
    -¿Vives siempre?
    -Duraré todo el tiempo que dure la Tierra y soy tan viejo como ella.

    Tú eres tan insignificante a mi lado… ¿Qué son tus días junto a los míos? -¿Y para qué has venido?–preguntó Oshta. -Porque vi que te aburrías de estar solo. ¿No es ridículo que te aburras de cuidar el ganado? ¿Qué harías si tuvieras que estar como yo, ocioso, un siglo tras otro?
    -¿Y en qué te entretienes?–le preguntó Oshta con curiosidad. -Vago de aquí para allá. Cuando sopla el viento sobre las montañas, yo silbo con él y nadie me siente. Cuando caen los huaycos, yo cabalgo sobre los peñascos y aplasto con ellos caminos y sementeras–repuso la voz.
    -¿Y cómo no te he oído nunca? -Porque mi risa se confunde con el estruendo de las piedras. Durante las tempestades, es mi voz la que retumba junto con el trueno; es mi saliva la que se mezcla con la lluvia. Mi voz también la que se escucha junto con la creciente de los ríos; y mientras tanto ustedes, pobres mortales, no me ven ni me escuchan.
    -¿Dónde estás? ¿Por qué no me permites verte?–le preguntó Oshta. Y el duende le respondió que iba a complacerle, para lo cual bebería del agua de su cantimplora y así tendría apariencia humana. Entonces, podrían ser amigos. Se oyó cómo bebía: -Gluc, gluc, gluc… Y apareció un enanito feo. Tenía grandes orejas, nariz encorvada y ojos oblicuos. Su color era oscuro como el de la tierra.
    Oshta se frotó los ojos y dijo: -¡Pero qué feo eres, duende! -Al menos eres franco. Me has caído en gracia porque te mostraste astuto engañando al zorro y al puma y me has divertido. Por eso voy a recompensarte distrayendo tu aburrimiento.
    Y sacó de una bolsita muchas hermosas piedras de colores, de aquellas que entre los hombres valen mucho dinero. Eran piedras preciosas. Le propuso jugar con ellas y dárselas si las ganaba. Oshta respondió que él no sabía jugar, pero el duende le explicó.
    -Saco una piedra y la pongo dentro de mi mano. Tú debes adivinar de qué color es y si aciertas, te la regalo. Si te equivocas, pierdes y me pagas con lo que has ganado anteriormente. Por ejemplo, si yo tengo una esmeralda y tú dices“¡Verde!”, es para ti. Si dices ¡Roja!”, me la guardo. Además, me das otra que hayas ganado anteriormente...
    Y así empezaron a jugar. El duende tenía turquesas, brillantes, amatistas, rubíes, esmeraldas y topacios. Se escuchaban sus voces, ya contentas cuando ganaban, ya enfurecidas cuando perdían. De pronto, la madre empezó a llamarlo desde muy lejos: -¡Oshtaaaaa!
    Entonces, Oshta le dijo al duende que ya era tarde y debía marcharse. Pero éste le respondió: -No te puedes ir. Me debes todavía...
    Oshta le dijo: -He jugado toda la tarde y estamos como al principio. Ya te has llevado todo lo que gané. Pero el duende insistía en qué debían jugar más porque las deudas de juego eran sagradas. Y como la madre seguía llamándolo, el duende le propuso que bebieran del agua de su cantimplora para hacerse ambos invisibles. Oshta aceptó y ambos desaparecieron. Sólo se escuchaban sus voces.
    -¡Verde…, gané! ¡Azul! ¡Perdiste!
    -¡Amarillo! ¡Rojo! ¡Blanco…! ¡Negro! ¡Morado…! ¡Celeste!
    Oshta rogaba:

    -No quiero jugar más. Es tarde... ¿Qué dirá mi madre? Ya te gané toda la bolsa de tus piedras. Ahora déjame beber otra vez de tu agua maravillosa para recobrar mi apariencia humana...
    Y la voz del duende le replicó en tono burlón:
    -¡Je, je, je! No bebas, Oshta, ven, sigamos jugando.
    -Ya me lo has dicho muchas veces y te he complacido. Estoy cansado…
    -¡Sólo una vez más!–le decía el duende.

    -Eso no es justo. Quieres arrebatarme lo que he ganado. Yo quiero volver a mi casa–insistía la voz de Oshta. -¡Je, je, je! ¿No sabes lo que te aguarda? -¿Qué me va a aguardar?–dijo Oshta-. Lo de siempre: mi madre, mis hermanos, mi choza.
    -¡Oshta, no bebas! ¡Ya no vale la pena!–repetía le duende.
    -¿Por qué?

    -¡Je, je, je! ¿Sabes tú, pobre mortal, cuánto tiempo has estado jugando? -¿Cómo no lo he de saber? Hemos jugado toda una tarde. Mira, ya ha caído la noche… Es hora de guardar el rebaño… -Mucho tiempo para un mortal como tú. Has jugado 58 años y medio. Oshta no pudo reprimir su impaciencia y, arrebatándole la cantimplora, volvió a beber de ella para adquirir su apariencia humana. Poco después, el pequeño Oshta, echaba a andar en busca de sus ovejas.
    -¡Por fin me libré de ese maldito duende!–exclamó-. Ahora encontraré a mi madre para volver a nuestra choza. Pero sólo halló a una mujer muy vieja, recostada en una piedra. Al acercarse, ella entreabrió los ojos y con voz débil dijo:
    -¡Oshta! ¡Mi querido Oshta!
    -¿Quién me llama?–preguntó él…
    -Yo tu madre-respondió la anciana.
    Oshta movió la cabeza:


    -Tú, buena mujer, no puedes ser mi madre. Ella tiene los ojos negros y hermosos como los de las llamas… Tú los tienes tan pequeños y cansados…Ella tiene el pelo negro y brillante, con las trenzas gruesas que le caen sobre los hombros. Tú tienes el cabello blanco, como los vellones de mis ovejas…Y la anciana respondió:
    -Créeme lo que te digo. Yo soy tu madre, hijo mío. ¿Aún no me reconoces? Y Oshta le preguntaba: -¿Pero cómo es posible, madre? ¿Qué ha sucedido? – ¡Ha pasado tanto tiempo desde que te fuiste!... ¡58 años y medio…! Desde entonces yo he tenido que trabajar sola, cuidar el rebaño y cultivar la tierra…-dijo la buena mujer.
    -¿Y nuestras ovejitas?– preguntó Oshta.
    -Ahora gracias a mi cuidado ha aumentado el rebaño…
    -¿Y nuestra choza?

    -Levanté otra choza, porque la vieja se derrumbó…Pero dime, ¿en dónde estuviste durante tanto tiempo? ¿Por qué no venías? -Un duende me tenía encantado… Perdóname , mamá, por haberte dejado sola…Desde hoy yo seré el que trabaje para que tú puedas descansar.
    Lo que me importa es que hayas vuelto, mi querido Oshta– dijo la anciana, mientras se enjuagaba unas lágrimas que le rodaba por las mejillas de pura felicidad.


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