bienvenido al foro, vegano.

Tema en 'Comunidad de Infojardín' comenzado por vega, 18/9/04.

  1. vega

    vega

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    madrid
    para darte la bienvenida te cuento un cuento de una amiga mía.

    ULTIMAS HORAS CON PUMBY

    Hice por el pequeño Pumby lo mínimo que estaba en mis manos para hacer menos dolorosos los últimos momentos del animal que me había acompañado durante catorce años de mi vida. El gato ya no podía ni con su alma y el veterinario lo había mirado por rayos X varias veces, hasta yo mismo pude comprobar el tamaño del corazoncito del que se me iba para siempre; era tan grande, que parecía se le iba a escapar de las costillas. Estaba tan pachucho, que le costaba caminar, pasaba demasiadas horas sin ponerse de pie y yo me tumbaba a su lado, mi cuerpo junto al suyo, y le acariciaba el cuello, el lomo, las patas, dejando escapar besos que iban a dar a su cabeza, justo entre sus lindas orejas. Por las noches el animal se quejaba, hacía un ruido como si fuera un ronroneo, pero no ronroneaba sino que se lamentaba. Casi no me miraba ya, siempre de espaldas en lugares donde yo pudiera alcanzarlo con la vista. Algunas veces nuestras miradas se cruzaban y podía adivinar la tristeza en sus ojos al saber, porque él lo intuía, que se estaba despidiendo de mí para siempre. Parecía como si me quisiera pedir perdón, que lo perdonara por no ser el animal saltarín y alegre de antes, de pelo brillante y figura sólida, sino un pobre enfermo sin posibilidad de cura pues los veterinarios habían anunciado que era imposible operarlo.
    El día que tome la decisión de llevar a Pumby a que le pusieran la inyección final lloré tanto, que tuvieron que ayudarme a ponerme de pie cuando lo dejé por última vez sobre la mesa del veterinario. Lo último que vi fue su cabecita, parecía como si intentara volverse para mirarme una vez más, pero me di media vuelta y salí de aquella sala donde tantas veces lo había dejado, con la intención de que no se diera cuenta de que se iba a marchar definitivamente.
    Afuera me esperaba algo tan triste como rellenar unas hojas que me extendió el veterinario, que a duras penas pude leer. Eran documentos que precisaban mi firma para la autorización, pero no pude leer nada porque no podía ver con tantas lágrimas en los ojos.
    -Váyase, que yo me ocupo de él y no se preocupe, que no sufrirá, fueron las últimas palabras que oí.
    Cuando salía por la puerta volví a escuchar sus quejidos, lastimeros, los últimos.
    No sé cómo ni cuánto tardé en regresar a casa; cuando por fin me encontré en ella estaba hundido, ahogado en un océano de lágrimas, con la garganta seca y metiendo en una gran bolsa todos sus juguetes, el cepillo, el cojín, su plato de comida, el cacharro del agua, sus medicinas. Me deshice de todos estos objetos que me unían sentimentalmente a su recuerdo, pero éste fue emergiendo en cada uno de los rincones de la casa donde acostumbraba sorprenderme y recordé con asombrosa, infinita perfección, el tacto de su pelo, el hocico, la boquita, las almohadillas de los pies, su olor, su calor, tan real que aún parece que sigue a mi lado. Pensé que el tiempo me iba a ayudar, pero han pasado tantos días, un mes, dos meses, tres meses, y su recuerdo sigue vivo, me asalta en los momentos en que soy más vulnerable. Cuando esto ocurre, me hundo en un miserable llanto de lágrimas.
    -Vas a necesitar la compañía de otro animal en casa.
    Le he hecho un poco oídos sordos a esta idea que ha rondado por mi cabeza, también sugerida por algún amigo, de hacerme con otro animal, bien sea un pájaro, una tortuga o una ratita de laboratorio. Incluso un perro, podría buscar en perreras municipales y salvar de su condena a muerte a un pobrecillo perro abandonado.
    Y dejé pasar un tiempo más, para ver si dejaba de sufrir por su pérdida, cuando un día me armé de valor y fui a ver al veterinario que se ocupó de él. No estaba y en vista de mi repentina urgencia me indicaron cómo podía llegar hasta la casa donde vive.
    La casa está en un lugar de las afueras de la cuidad, no muy lejos de la carretera, al borde de una valla que limita con una extensa finca llena de árboles. Al acercarme a llamar a la puerta la encontré abierta; di unos golpecitos y, como no oí a nadie, entré. Atravesé un pasillo sinuoso de paredes encaladas que daba acceso a la cocina, una sala, una biblioteca muy rústica, un dormitorio muy sencillo, con sólo un camastro y una silla a su vera con libros y una lámpara encima. Después el pasillo bajaba ligeramente en pendiente hasta lo que en otro tiempo fuera un establo. Una puerta enorme y pesada de madera daba a un patio encalado, iluminado por el sol que caía en vertical sin dejar apenas sombra donde guarecerse. Cuando la puerta se cerró a mis espaldas, sentí ese silencio familiar de los que duermen la siesta y noté en el aire que no estaba solo. Caminé hacia mi derecha, por la zona que quedaba en penumbra, y si no llego a mover los pies con toda la prontitud requerida podía haber pisado a un siamés que parecía un muñeco de trapo durmiendo felizmente. Era Pumby, mi gato, mi siamés que yo creía muerto. Tenía un trocito de esparadrapo en una de las patas delanteras, señal de que alguien estaba haciendo todo lo posible por alargarle la vida.
    Salí de puntillas para no hacer ruido y despertarlo. Corrí con el corazón encogido, guardando el aliento, sin volverme hasta llegar al lugar donde me esperaba mi coche a la sombra. Abrí la portezuela y me hundí en el asiento. Miré hacia atrás y la casa seguía igual que en el primer momento cuando llegué: apacible silenciosa, como si perteneciera a otro mundo. Aguardé unos minutos antes de encender el motor para tratar de vencer la fuerza que me aferraba a aquel lugar y me decía vuélvete y recupera tu gato. No quería romper el hechizo.
    Al llegar a la carretera general, me confortó saber que Pumby a esas horas soñaba plácidamente y yo había aparecido en su sueño.

    Bea Valdivieso.


    besos, vega si.
     
  2. Vegano.

    Vegano.

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    Un cuento precioso.

    Muchas gracias.
     
  3. greenpower

    greenpower

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    Hola, soy argentino, me agradaría si me escribe alguien de Asturias, de Avilés, pues mis abuelos vinieron de allí, y quisiera que alguien me cuente algo de ese lugar que sin conocer añoro.
     
  4. ASOR

    ASOR

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    Bego, dile a tu amiga que me ha gustado mucho su cuento.
     
  5. miosotis

    miosotis miosotis

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    Y este es el lugar para preguntar por Aviles????yo haria un tema nuevo un saludo :icon_biggrin: :icon_biggrin: :icon_biggrin:
     
  6. Saskia

    Saskia Mirando y dejando

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    Que cuento tan hermoso... me he puesto a llorar como una boba :(
     
  7. Geraldine

    Geraldine Geraldine

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    Lomas de Solymar - Uruguay
    saskia, a mi me ha pasado lo mismo.....y me ha causado mucha gracia como ha firmado Vega: Vega si :11risotada: :11risotada:
    Pues....bienvenido Vegano!!!! :52aleluya:
     
  8. karo.

    karo.

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    Muy lindo cuento...Vega si un beso.... :beso: Bienvenido....Vegano :sonrisa:
     
  9. Geraldine

    Geraldine Geraldine

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    Lomas de Solymar - Uruguay
    Bienvenida o bienvenido??????? :roll:
     
  10. karo.

    karo.

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    SORRY GERA¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ :icon_evil: .....es que es muy temprano para leer bien y sobre todo para recordar :11risotada: :11risotada: :11risotada:
     
  11. Vegano.

    Vegano.

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    Gracias a tod@s por tan calurosa bienvenida, muchas gracias
    :icon_redface: :icon_redface: :icon_redface: