Cuentos, parábolas, enseñanzas...

Tema en 'Otros temas no de plantas' comenzado por Alberto_Ibra, 26/2/16.

  1. liriaz

    liriaz

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    Quieres arroz Catalina?

    Érase una vez, en tiempos de Juan II de Castilla, allá por el siglo XV, un judío converso que residía en Sahagún, provincia de León, y que estaba casado con una mujer llamada Catalina. De esta buena señora cuentan las crónicas que le gustaba tanto el arroz, que no solo lo consumía en abundancia, sino que iba por donde quiera que fuese predicando las bondades y excelencias de este cereal, recomendándolo incluso como panacea sanadora de cualquier tipo de dolencia.

    Pero, hete aquí que la buena Catalina, un buen día -o malo, según se mire- enfermó de muerte, quedando postrada en su lecho sin ser capaz de articular palabra y tan débil que apenas podía reaccionar a lo que se le decía. Como rechazara cualquier medicina, sus más allegados, en un último y desesperado intento por salvarla, le ofrecieron un cuenco de arroz recordando la debilidad que Catalina sentía por él y la fe que le tenía como cura universal de cualquier mal. Pero cuando le preguntaban: «¿Quieres arroz, Catalina?», la pobre era incapaz de decir ni sí ni no. Mil veces le repitieron la pregunta -«¡Que si quieres arroz, Catalina!»- y mil veces quedaron sin respuesta. La pobre enferma murió sin responder.

    ¿Qué quiere explicar el cuento? Pues que lo de que si quieres arroz, Catalina es una expresión que usamos cuando nos contestan con una incongruencia o ni siquiera nos contestan. Vamos, que no nos hacen ni … caso (añadid vosotros el adjetivo que queráis en los puntos suspensivos).

    Este sería el cuentecillo o historieta que podría explicar la expresión que hoy nos ocupa. Pero en palabras de José María Iribarren, no es convincente. «Como tantas otras anécdotas de su especie, constituye, más que una explicación del origen del dicho, una aplicación del dicho mismo, aun cuando, como ocurre en este caso, se refiera la historieta a tiempos medievales, tratando de dar mucha antigüedad a la frase».

    Lo cierto es que el dicho no aparece recogido ni por Correas en el siglo XVII, ni por Covarrubias, ni Sbarbi ni Bastús, por lo que es fácil deducir que la expresión no es tan antigua como se quiere hacer creer.

    Tan solo Ramón Caballero, en su Diccionario de modismos, incluye una expresión cercana: «¡Que si quieres!», como «locución familiar que se emplea para rechazar una pretensión o para ponderar la dificultad o imposibilidad de hacer o lograr una cosa».

    Así pues, en opinión de Iribarren, lo más seguro es que «la frase Que si quieres arroz, Catalina sea una mera modificación o añadidura de la de ¡Que si quieres! Y todo me hace suponer que se trata de una expresión moderna, nacida en el siglo XIX». Y concluye afirmando que lo que haría falta saber es de dónde sale la historieta. Porque lo que cuenta, va a ser que no. Una lástima.
     
  2. La parabola del perro.....

    Se dice que en un pequeño y lejano pueblo, había una casa abandonada.

    Cierto día, un perrito buscando refugio del sol, logró meterse por un agujero de una de las puertas de dicha casa. El perrito subió lentamente las viejas escaleras de madera. Al terminar de subir se topó con una puerta semiabierta; lentamente se adentro en el cuarto y para su sorpresa, se dio cuenta que dentro de ese cuarto había 1000 perritos más observándolo tan fijamente como él les observaba a ellos.

    El perrito comenzó a mover la cola y a levantar sus orejas poco a poco, y los 1000 perritos hicieron lo mismo. Posteriormente sonrió y le ladró alegremente a uno de ellos. El perrito se quedó sorprendido al ver que los 1000 perritos también le sonreían y ladraban alegremente con él.

    Cuando salió del cuarto se quedo pensando para si mismo:

    - ¡Que lugar tan agradable!. ¡Voy a venir mas seguido a visitarlo!.
    Tiempo después, otro perrito callejero entró al mismo sitio y se encontró en el mismo cuarto. Pero, a diferencia del primero, este perrito al ver a los otros 1000 del cuarto se sintió amenazado, ya que lo estaban mirando de una manera agresiva. Posteriormente empezó a gruñir, y obviamente vio como los 1000 perritos le ladraron también a él.

    Cuando este perrito salió del cuarto pensó:

    - ¡Que lugar tan horrible es este!. ¡Nunca mas volveré a entrar allí!.

    En la fachada de dicha casa se encontraba un viejo letrero que decía:

    "La casa de los 1000 espejos"...



    Hasta otra.......
     
  3. Vivir el presente

    “Un hombre se le acercó a un sabio anciano y le dijo: -Me han dicho que tú eres sabio…. Por favor, dime qué cosas puede hacer un sabio que no está al alcance de las demás personas. El anciano le contestó: cuando como, simplemente como; duermo cuando estoy durmiendo, y cuando hablo contigo, sólo hablo contigo. Pero eso también lo puedo hacer yo y no por eso soy sabio, le contestó el hombre, sorprendido.

    Yo no lo creo así, le replicó el anciano. Pues cuando duermes recuerdas los problemas que tuviste durante el día o imaginas los que podrás tener al levantarte. Cuando comes estás planeando lo que vas a hacer más tarde. Y mientras hablas conmigo piensas en qué vas a preguntarme o cómo vas a responderme, antes de que yo termine de hablar. El secreto es estar consciente de lo que hacemos en el momento presente y así disfrutar cada minuto del milagro de la vida.”
     
  4. REFLEXION........

    El misterio de vivir:::

    Quizás aún no descubriste, caminante sin camino, que la vida te espera, te proclama y te implora, que cuando no deseas continuar más, cuando tus pies pesan como el acero y tu corazón llora la desdicha, ella te susurra que ese no era el trato. El trato era luchar o quizás dejar de luchar contra […]
     
  5. Sorbus

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    Buenas noches a todos os dejo una corta, sin embargo espero que os guste.

    Auxilicio en la lluvia

    Una noche, a las 11:30 p.m., una mujer afroamericana de edad avanzada estaba parada en el borde de una autopista de Alabama bajo una fuerte tormenta. Su automóvil se había descompuesto y necesitaba desesperadamente que alguien la llevara. Empapada, decidió hacerle señas al próximo coche que pasara. A pesar de ser una época de agudos conflictos raciales, un joven blanco se detuvo a ayudarla, la llevó a un lugar seguro y la puso en un taxi. La señora, que parecía bastante apurada, anotó la dirección del joven, le agradeció y se fue. Siete días después, tocaron a la puerta de la casa del joven. Para su sorpresa, era un paquete a su nombre: un televisor de pantalla gigante con una nota que decía:
    “Muchísimas gracias por ayudarme en la autopista la otra noche. La lluvia anegó no sólo mi ropa sino mi espíritu. Entonces apareció usted. Gracias a usted, pude llegar al lado de la cama de mi marido agonizante, justo antes de que muriera. Dios lo bendiga por ayudarme y por servir a otros desinteresadamente.

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    Saludos
     
  6. Sorbus

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    La ranita sorda.

    Un grupo de ranas viajaba por el bosque, cuando de repente dos de ellas cayeron en un pozo profundo. Las demás se reunieron alrededor del agujero y, cuando vieron lo hondo que era, le dijeron a las caídas que, para efectos prácticos debían darse por muertas. Sin embargo, ellas seguían tratando de salir del hoyo con todas sus fuerzas. Las otras les decían que esos esfuerzos aserían inútiles.
    Finalmente, una de las ranas atendió a lo que las demás decían, se dio vencida y murió. La otra continuó saltando con tanto esfuerzo como le era posible. La multitud le gritaba que era inútil pero la rana seguía saltando, cada vez con más fuerza, hasta que finalmente salió del hoyo. Las otras le preguntaron: ¿No escuchabas lo que te decíamos? La ranita les explicó que era sorda, y creía que las demás la estaban animando desde el borde a esforzarse más y más para salir del hueco.
    Lección
    El poder de la palabra. Una voz de aliento de alguien es en muchos casos muy necesario para ayudarnos a salir de problemas.


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    Saludos
     
  7. liriaz

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    Todos tenemos grietas.

    Un maestro acogió a un joven aprendíz bajo su tutela para transmitirle todo su conocimiento.

    Una de las tareas que tenía que hace el joven aprendiz era traer dos vasijas de agua desde la fuente hasta la casa donde se impartían las lecciones.

    Sin embargo, una de las vasijas tenía grietas y cuando llegaba el joven aprendiz con su carga, una de las vasijas estaba medio vacia.

    Así fue haciéndolo durante más de un año pese a que sabía que no cumplia con las indicaciones de su maestro ya que no llegaba con la carga completa.

    Un día, el joven aprendiz avergonzado de no poder cumplir la petición de su maestro, le dijo:

    “Maestro”, “lamento mucho no poder cumplir con tu encargo de traer las dos vasijas de agua”. “Una de las vasijas tiene grietas y va perdiendo agua de camino de la fuente hasta la casa”

    El maestro le respondió, “muchacho no te lamentes por ello “. ” Gracias a las grietas de tu vasija tenemos todos los días flores frescas que nos alegran la vista y nos endulzan con su olor”.

    El muchacho sorprendido, le preguntó “¿Y como es eso posible?”

    “Hace tiempo me dí cuenta que una de las vasijas tenía grietas así que decidí plantar semillas a lo largo del camino que recorres todos los días. Gracias a eso las semillas han florecido y puedo recoger maravillosas flores a diario”.

    El muchacho en ese momento reconoció la gran lección que le estaba enseñando su maestro:

    Todos somos vasijas agrietadas por alguna parte, pero siempre existe la posibilidad de aprovecharlas para obtener buenos resultados.


     
  8. Ofelia T

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    Buenas tardes a todos!!!:eyey::eyey::eyey:



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  9. LA TORTUGA Y LA LIEBRE

    Hace muchos años, vivía una liebre muy fanfarrona, que siempre estaba recordando a todo el mundo, lo veloz que podía ser. Tan orgullosa era, que día tras día, machacaba a la pobre tortuga y su baja velocidad.



    Cansada de sus burlas, la tortuga le dijo un día:



    -Si tan segura estás lo que dices, ¿Por qué no echamos una carrera para comprobarlo?



    – ¿Una carrera? Te ganaría con los ojos cerrados y a la pata coja. Si te hace ilusión perder, no veo ningún inconveniente.



    -Perfecto, correremos hasta la última roca del camino y al terminar, seguro que no te quedan tantas ganas de reír.



    Terminada esta conversación y cuando todos los animales de los alrededores se hubieron enterado de tan singular reto, se comenzó a disponer todo para la carrera. Cuando todo estuvo listo, se dio la salida a ambos corredores.



    Confiada al 100% en sus posibilidades, la liebre dejó a la tortuga que tomara una gran distancia, mientras ella vagueaba por los alrededores. Cansada de esperar, puso en marcha su carrera, llegando en un tiempo record, a la altura de la tortuga.



    Viendo que iba a ser todo muy fácil, se volvió a detener para tomar un poco de aliento y dejar que la tortuga, prosiguiera su lento pero seguro caminar. Recupera totalmente, volvió a arrancar de nuevo, volviendo a pasar a la tortuga rápidamente.



    Y así fue pasando toda la carrera, hasta que en la última parada de la confiada liebre, la tortuga se hizo con la suficiente ventaja para ganar la carrera.



    Moraleja: Jamás te rías de los demás, ni dejes que el exceso de confianza te lleve a caer en la desidia.
     
  10. liriaz

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    Un ciego con luz

    Había una vez, hace cientos de años, en una ciudad de Oriente, un hombre que una noche caminaba por las oscuras calles llevando una lámpara de aceite encendida. La ciudad era muy oscura en las noches sin luna como aquella. En determinado momento, se encuentra con un amigo. El amigo lo mira y de pronto lo reconoce.
    Se da cuenta de que es Guno, el ciego del pueblo.
    Entonces, le dice: -¿Qué haces Guno, tú ciego, con una lámpara en la mano?
    ¡Si tú no ves!
    Entonces, el ciego le responde: - Yo no llevo la lámpara para ver mi camino. Yo conozco la oscuridad de las calles de memoria.
    Llevo la luz para que otros encuentren su camino cuando me vean a mi... No solo es importante la luz que me sirve a mí, sino también la que yo uso para que otros puedan también servirse de ella.
    Cada uno de nosotros puede alumbrar el camino para uno mismo y para que sea visto por otros, aunque uno aparentemente no lo necesite.
     
  11. Sorbus

    Sorbus

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    El perro Fiel

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    Una pareja de jóvenes tenía varios años de casados y nunca pudo tener hijos.
    Para no sentirse tan solos compraron un cachorro Pastor Alemán, el cual criaron como si fuera su propio hijo.
    El cachorro creció hasta convertirse en un grande y hermoso Pastor Alemán. El perro salvó en más de una ocasión a la pareja de ser atacada por los ladrones. Siempre era un perro fiel a sus dueños contra cualquier peligro.
    Luego de 7 años de tener al perro, la pareja logró tener al hijo tan ansiado, la pareja estaba tan contenta con su nuevo hijo que disminuyeron las atenciones que tenían para con el perro. Éste se sintió relegado y comenzó a tener celos del bebé. Gruñía cuando sus dueños paseaban al bebé y no era el perro cariñoso y fiel que tuvieron durante 7 años.
    Un día la pareja dejó al bebé plácidamente durmiendo en la cuna, mientras preparaban una carne en la terraza, cual no sería su sorpresa, cuando al dirigirse al cuarto del bebé, ven al perro con la boca ensangrentada moviendo la cola.
    El dueño del perro pensó lo peor, sacó un arma y en el acto mató al perro. Corrieron al cuarto del bebé y con gran asombro lo encontraron tranquilamente durmiendo. En la parte debajo de la cuna del bebé encontraron una serpiente degollada.
    El dueño lloró amargamente lamentándose: “He matado a mi perro fiel”.
    Cuántas veces hemos juzgado injustamente a las personas. Lo que es peor, las juzgamos y las condenamos sin investigar a qué se debe su comportamiento, cuáles son sus pensamientos y sentimientos.
    Muchos amigos fieles hemos “matado” por no aclarar una situación, muchas veces las cosas no son tan malas como parecen, sino todo lo contrario. La próxima vez que nos sintamos tentados a juzgar y condenar a alguien recordaremos La Historia del Perro Fiel.
    No harás injusticia en el juicio, ni favoreciendo al pobre ni complaciendo al grande; con justicia juzgarás a tu prójimo. Levítico 19:15.
    No hay más que un solo legislador y juez, aquel que puede salvar y destruir. Tú, en cambio, ¿quién eres para juzgar a tu prójimo? Santiago 4:12.
     
  12. Que no se nos olvide el clasico de PINOCHO.

    Pinocho

    Hace mucho tiempo, un carpintero llamado Gepeto, como se sentía muy solo, cogió de su taller un trozo de madera y construyó un muñeco llamado Pinocho.

    –¡Qué bien me ha quedado! –exclamó–. Lástima que no tenga vida. Cómo me gustaría que mi Pinocho fuese un niño de verdad. Tanto lo deseaba que un hada fue hasta allí y con su varita dio vida al muñeco.

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    Pinocho

    –¡Hola, padre! –saludó Pinocho.

    –¡Eh! ¿Quién habla? –gritó Gepeto mirando a todas partes.

    –Soy yo, Pinocho. ¿Es que ya no me conoces?

    –¡Parece que estoy soñando! ¡Por fin tengo un hijo!

    Gepeto pensó que aunque su hijo era de madera tenía que ir al colegio. Pero no tenía dinero, así que decidió vender su abrigo para comprar los libros.

    Salía Pinocho con los libros en la mano para ir al colegio y pensaba:

    –Ya sé, estudiaré mucho para tener un buen trabajo y ganar dinero, y con ese dinero compraré un buen abrigo a Gepeto.

    De camino, pasó por la plaza del pueblo y oyó:

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    Pinocho y Gepetto Bailando

    –¡Entren, señores y señoras! ¡Vean nuestro teatro de títeres!

    Era un teatro de muñecos como él y se puso tan contento que bailó con ellos. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que no tenían vida y bailaban movidos por unos hilos que llevaban atados a las manos y los pies.

    –¡Bravo, bravo! –gritaba la gente al ver a Pinocho bailar sin hilos.

    –¿Quieres formar parte de nuestro teatro? –le dijo el dueño del teatro al acabar la función.

    –No porque tengo que ir al colegio.

    –Pues entonces, toma estas monedas por lo bien que has bailado –le dijo un señor.

    Pinocho siguió muy contento hacia el cole, cuando de pronto:


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    Nariz Pinocho

    –¡Vaya, vaya! ¿Dónde vas tan deprisa, jovencito? –dijo un gato muy mentiroso que se encontró en el camino.


    –Voy a comprar un abrigo a mi padre con este dinero.

    –¡Oh, vamos! –exclamó el zorro que iba con el gato–. Eso es poco dinero para un buen abrigo. ¿No te gustaría tener más?

    –Sí, pero ¿cómo? –contestó Pinocho.

    –Es fácil –dijo el gato–. Si entierras tus monedas en el Campo de los Milagros crecerá una planta que te dará dinero.

    –¿Y dónde está ese campo?

    –Nosotros te llevaremos –dijo el zorro.

    Así, con mentiras, los bandidos llevaron a Pinocho a un lugar lejos de la ciudad, le robaron las monedas y le ataron a un árbol.

    Gritó y gritó pero nadie le oyó, tan sólo el Hada Azul.

    –¿Dónde perdiste las monedas?

    –Al cruzar el río –dijo Pinocho mientras le crecía la nariz.

    Se dio cuenta de que había mentido y, al ver su nariz, se puso a llorar.

    –Esta vez tu nariz volverá a ser como antes, pero te crecerá si vuelves a mentir –dijo el Hada Azul.

    Así, Pinocho se fue a la ciudad y se encontró con unos niños que reían y saltaban muy contentos.

    –¿Qué es lo que pasa? –preguntó.

    –Nos vamos de viaje a la Isla de la Diversión, donde todos los días son fiesta y no hay colegios ni profesores. ¿Te quieres venir?

    –¡Venga, vamos!

    Entonces, apareció el Hada Azul.

    –¿No me prometiste ir al colegio? –preguntó.

    –Sí –mintió Pinocho–, ya he estado allí.

    Y, de repente, empezaron a crecerle unas orejas de burro. Pinocho se dio cuenta de que le habían crecido por mentir y se arrepintió de verdad. Se fue al colegio y luego a casa, pero Gepeto había ido a buscarle a la playa con tan mala suerte que, al meterse en el agua, se lo había tragado una ballena.

    –¡Iré a salvarle! –exclamó Pinocho.

    Se fue a la playa y esperó a que se lo tragara la ballena. Dentro vio a Gepeto, que le abrazó muy fuerte.

    –Tendremos que salir de aquí, así que encenderemos un fuego para que la ballena abra la boca.

    Así lo hicieron y salieron nadando muy deprisa hacia la orilla. El papá del muñeco no paraba de abrazarle. De repente, apareció el Hada Azul, que convirtió el sueño de Gepeto en realidad, ya que tocó a Pinocho y lo convirtió en un niño de verdad.