El primero es un cojín de la suegra (me la identificaron hace tiempo como Ferocactus peninsulae, si me lo podéis confirmar mejor). Llevaba muchísimos años estancado, con las espinas ya gastadas, en un rincón, ahogado por una multitud de cipreses. Fue sacarlo de ahí y ponerlo en un lebrillo con la misma tierra (que por cierto es malísima) y ha resurgido con esta cabezuela tan hermosa, y parece que va camino de echar más. En fin, que me alegro mucho de que esté poniéndose tan bonito... El segundo es una herencia familiar, me imagino que es viejísimo. Echa unas flores blancas poco llamativas. A ver si me lo podéis identificar... Saludos y gracias.