hola buenas noche chagal perdona por no aberte entendido te quiero mucho Que fácil es sonreir, cuando nos miramos al espejo y nos damos cuenta que nuestra sonrisa traerá otra sonrisa. Al perdonar y olvidar unos a otros, las faltas, nos permite estar en armonía con el Universo, si fueramos perfectos no estaríamos en la Tierra puliendo nuestro Diamante Interior. Preparemos cada día nuestros corazones para la armonía. Los amigos Había una vez un país donde habían muchas flores, quizás tantas que cuando las mariposas golosas ya no sabían en cual flor se posarían cada día, y los picaflores se paseaban aquí, acá y allá. Esto era obra del amor que brotaba de todos los corazones, y era expresado en la disposición a sonreir, no habían peleas, ni malos entendidos y los corazones estaban plenos de sí mismos, las fragancias de las flores llenaba sus sentidos, de emociones, de pensamientos y sentimientos puros. Hasta que un día un par de amigos no se hablaron más, y las flores de sus jardines se marchitaron, cuando se veían en la calle se ignoraban como si nunca se hubieran conocido, y cuando esto ocurría los jardines aledaños también se marchitaron. Este par de amigos empezó a enfermar a su familia, amigos, teñian todo a su alrededor con la falta de amor. Y un picaflor que venía de un lugar muy lejano se sorprendió de los cambios que se habían producido allí, ya no era el país lindo que era. Entonces se propuso que visitaría todas las casas que estaban un poco feas, y que con su cantar alegraría las flores y estas volverían a ser partícipes de jardines muy bellos. Así que con su alegre cantar, lleno de música los jardines y estos empezaron a mejorar poco a poco. Y los corazones nuevamente estuvieron felices, pero hubo algunos jardines que no tuvieron remedio, era del par de amigos que no se hablaban. Un día el pajarito cantó una canción muy triste en casa de uno de ellos, y éste lloró amargamente y se dió cuenta que si no volvía a conversar con su amigo, él ya no podría ser feliz, el rencor le roía el alma. En otro día cantó la misma canción al otro amigo, pero este tenía duro el corazón, el picaflor lo intentó tres días la misma canción al no obtener resultados, cantó la canción de cuna que cantaba a sus hijitos y éste se sintió triste y se dió cuenta que le faltaba algo y que no podía ser feliz. Esa misma tarde al pasear por allí, se encontró con su amigo, le miró a los ojos y le dijo : ¿cómo estas, querido amigo ? y él sólo le abrazó y le dijo que lo amaba y que su amistad era un tesoro que habia perdido. Ambos amigos se quedaron abrazados largamente y se prometieron mutuamente nunca dejar pasar demasiado tiempo para estar en paz. Y cuando el pajarito vió esto se puso muy contento y emprendió nuevamente su vuelo. Todo en ese pais, fue nuevamente la tierra de las flores y del color y porque no decirlo también de la armonía. espero que les guste asta pronto
Hola Chipi Cariño aquí no hay nada que perdonar no nos hemos entendido ninguno de los dos en que estariamos pensando? Tu también sabes que yo te quiero mucho El cuénto és precioso y es verdad rectificar és de sábios
Bueno vamos a poner otro LA FLOR DEL OLIVAR En un país muy lejos de aquí, había una vez un rey ciego que tenía tres hijos. Lo habían visto los médicos de todo el mundo, pero ninguno pudo devolverle la vista. Un día pidió que lo sentaran a la puerta de su palacio a que le diera el sol. El sintió que pasaba un hombre apoyado en un bordón, quien se detuvo y le dijo: --Señor rey, si Ud. quiere curarse, lávese los ojos con el agua en donde se haya puesto la Flor del Olivar. El rey quiso pedirle explicaciones, pero el hombre se alejó, y cuando acudieron los criados a las voces de su amo y buscaron, no había nadie en la calle ni en las vecindades. El rey repitió a sus hijos la receta, y ofreció que su corona sería de aquel que le trajera la Flor del Olivar. El mayor dijo que a él le correspondía partir primero. Buscó el mejor caballo del palacio, hizo que le prepararan bastimento para un mes y partió con los bolsillos llenos de dinero. Anda y anda y anda hasta que llegó a un río. A la orilla había una mujer lavando, que parecía una pordiosera y cerca de ella, un chiquito, flaquito como un pijije y que lloraba que daba compasión oírlo. La mujer dijo al príncipe: --Señor, por amor de Dios deme algo de lo que lleva en sus alforjas; mi hijo está llorando de necesidad. --¡Que coma rayos, que coma centellas ese lloretas! Todo lo que va en las alforjas es para mí--. Y continuó su camino. Pero nadie le dio razón de la Flor del Olivar. Se devolvió y en una villa que había antes de llegar a la ciudad de su padre, se metió a una casa de juego y allí jugó hasta los calzones. Al ver que pasaban los días y no regresaba el príncipe, partió el segundo hijo, bien provisto de todo. Le ocurrió lo que al hermano: vio la mujer lavando, con un niño esmorecido a su lado; le pidió de comer, y éste que era tan mal corazón como el otro, le respondió:--¡Que coma rayos, que coma centellas! Yo no ando alimentando hambrientos --. Tuvo que devolverse porque en ninguna parte le daban noticias de la Flor del Olivar. Se encontró con su hermano que lo entotorotó a que se quedara jugando su dinero. Por fin, el último hijo del rey, que era casi un niño, salió a buscar la Flor del Olivar. Tomó el mismo camino que sus hermanos y al llegar al río encontró a la mujer que lavaba y al niño que lloraba. Preguntó por qué lloraba el muchachito y la mujer le contestó que de hambre. Entonces el príncipe bajo de su caballo y busco de lo mejor que había en sus alforjas y se lo dio a la pordiosera. En su tacita de plata vació la leche que traía en una botella, con sus propias manos desmigó uno de los panes que su madre la reina había amasado, puso al niño en su regazo y le dio con mucho cariño las sopas preparadas; luego lo durmió, lo envolvió en su capa y lo acostó bajo un árbol. La mujer, que no era otra que la Virgen, le preguntó en que andares andaba, y él le contó el motivo de su viaje. -- Si no es más que eso, no tiene Ud. Que dar otro paso --le dijo la Virgen--. Levante esa piedra que está al lado de mi hijito, y ahí hallará la Flor del Olivar. Así lo hizo el príncipe y en una cuevita que había bajo la piedra, estaba la Flor, que parecía una estrella. La cortó, beso al niño, se despidió de la mujer, montó a caballo y partió. Al pasar por donde estaban sus hermanos, les enseño la Flor. Ellos le llamaron y le recibieron con mucha labia. Lo convidaron a comer y mientras fue a desensillar su caballo, ellos se aconsejaron. En la comida le hicieron beber tanto vino que se embriagó. Cuando estuvo dormido, se lo llevaron al campo, lo mataron, le quitaron la Flor y lo enterraron. Sin querer le dejaron los deditos de la mano derecha fuera de la tierra. Los príncipes volvieron donde su padre con la Flor, que fue puesta en agua en la que se lavo el rey sus ojos, que al punto vieron. Entonces dijo sus hijos que al morir su inmenso reino se dividiría en dos y así ambos serían reyes. Entre tanto, los deditos del cadáver retoñaron y nació allí un macizo de cañas. Un día paso un pastor y corto una caña e hizo una flauta. Al soplar en ella se quedó sorprendido al oír cantar así: No me toques pastorcito, ni me dejes de tocar; que mis hermanos me mataron por la Flor del Olivar. El pastor fue a enseñar la flauta maravillosa y los que la oyeron le aconsejaron que se fuera a la ciudad y que allí todo el mundo pagaría por oírla. Así lo hizo y a los pocos días no se quedaba en la ciudad quien no anduviera en busca del pastor dueño de aquel instrumento maravilloso. Llego la noticia a oídos del rey, y éste hizo llevar al palacio al pastorcito. Al oír la flauta, recordó la voz de su hijo menor a quien tanto amaba y del que nunca había vuelto a saber nada. Pidió al pastor la flauta y se puso a tocarla y con gran admiración de todos la flauta canto así: No me toques padre mío ni me dejes de tocar, que mis hermanos me mataron por la Flor del Olivar. El rey se puso a llorar. Acudieron la reina y los príncipes. El rey pidió a la reina que tocara la flauta, que entonces dijo: No me toques madre mía ni me dejes de tocar, que mis hermanos me mataron por la Flor del Olivar. El rey quiso que su hijo segundo tocara. Todos vieron que los dos príncipes estaban pálidos y con las piernas en un temblor. El príncipe trató de negarse, pero el rey lo amenazó. La flauta canto: No me toques hermano mío ni me dejes de tocar, que aunque tu no me mataste me ayudaste a enterrar. El príncipe mayor, por orden de su padre tuvo que tocar la flauta: No me toques, perro ingrato ni me dejes de tocar, que tu fuiste el que me mataste por la Flor del Olivar. El pobre rey mandó a meter a sus hijos en un calabozo y él y la reina se quedaron inconsolables por toda la vida. Carmen Lyra - Costa Rica
¿Dónde está mi cabeza? de Benito Pérez Galdós - II - Largo rato estuve inmóvil, divagando en penosas imaginaciones. Mi mente, después de juguetear con todas las ideas posibles, empezó a fijarse en las causas de mi decapitación. ¿Había sido degollado durante la noche por mano de verdugo? Mis nervios no guardaban reminiscencia del cortante filo de la cuchilla. Busqué en ellos algún rastro de escalofrío tremendo y fugaz, y no lo encontré. Sin duda mi cabeza había sido separada del tronco por medio de una preparación anatómica desconocida, y el caso era de robo más que de asesinato; una sustracción alevosa, consumada por manos hábiles, que me sorprendieron indefenso, solo y profundamente dormido. En mi pena y turbación, centellas de esperanza iluminaban a ratos mi ser.. Instintivamente me incorporé en el lecho; miré a todos lados, creyendo encontrar sobre la mesa de noche, en alguna silla, en el suelo, lo que en rigor de verdad anatómica debía estar sobre mis hombros, y nada... no la vi. Hasta me aventuré a mirar debajo de la cama... y tampoco. Confusión igual no tuve en mi vida, ni creo que hombre alguno en semejante perplejidad se haya visto nunca. El asombro era en mí tan grande como el terror. No sé cuánto tiempo pasé en aquella turbación muda y ansiosa. Por fin, se me impuso la necesidad de llamar, de reunir en torno mío los cuidados domésticos, la amistad, la ciencia. Lo deseaba y lo temía, y el pensar en la estupefacción de mi criado cuando me viese, aumentaba extraordinariamente mi ansiedad. Pero no había más remedio: llamé... Contra lo que yo esperaba, mi ayuda de cámara no se asombró tanto como yo creía. Nos miramos un rato en silencio. -Ya ves, Pepe -le dije, procurando que el tono de mi voz atenuase la gravedad de lo que decía-; ya lo ves, no tengo cabeza. El pobre viejo me miró con lástima silenciosa; me miró mucho, como expresando lo irremediable de mi tribulación. Cuando se apartó de mí, llamado por sus quehaceres, me sentí tan solo, tan abandonado, que le volví a llamar en tono quejumbroso y aun huraño, diciéndole con cierta acritud: -Ya podréis ver si está en alguna parte, en el gabinete, en la sala, en la biblioteca... No se os ocurre nada. A poco volvió José, y con su afligida cara y su gesto de inmenso desaliento, sin emplear palabra alguna, díjome que mi cabeza no aparecía.
Buenaaaaaaas. No he tenido tiempo de leeros, pero mañana lunes, seguro que si lo tengo. a tod@s y aquí os dejo una historia cortita de Vampiiiiiiroooos. HISTORIA DE VAMPIROS de Mario Benedetti Era un vampiro que sorbía agua por las noches y por las madrugadas, al mediodía y en la cena. Era abstemio de sangre y por eso el bochorno de los otros vampiros y de las vampiresas. Contra viento y marea, se propuso fundar una bandada de vampiros anónimos. Hizo camada bajo la menguante, bajo la llena y la creciente, sus modestas pancartas proclamaban: """"vampiros, beban agua, la sangre trae cáncer""". Los quirópteros, reunidos en su ágora de sombras, opinaron que eso era inaudito, aquel loco, aquel alucinado, podía convencer a los vampiros flojos, esos que liban boldo tras la sangre. De modo que una noche, con nubes de tormenta, cinco vampiros fuertes sedientos de hematíes, plaquetas y leucocitos, rodearon al chiflado, al insurrecto, y acabaron con el y su imprudencia. Cuando por fin la luna pudo asomarse, vio allá abajo el pobre cuerpo del vampiro anónimo con cinco heridas que manaban formando un gran charco de agua. Lo que no pudo ver la luna, fue que los cinco ejecutores se refugiaban en un árbol y, a su pesar, reconocían que aquello no sabia mal. Desde esa noche, que fue histórica, ni los vampiros ni las vampiresas chupan mas sangre. Resolvieron, por unanimidad, pasarse al agua. Como suele ocurrir en estos casos, el singular vampiro anónimo, es venerado como un mártir Toda la historia del progreso humano, se puede reducir a la lucha de la ciencia contra la superstición. Hasta luego
Buenos días tod@s CHAGALL, el cuento de la FLOR DEL OLIVAR, me lo contaba mi madre de pequeña y ¡¡¡me he acordado de la música que tenía la canción!!!,.Hasta hoy, no me había vuelto a acordar de el. Gracias. CHIPI, me gustó tu cuento de los amigos. Luego pongo otro. a tod@s
¿Dónde está mi cabeza? de Benito Pérez Galdós. - III - La mañana avanzaba, y decidí levantarme. Mientras me vestía, la esperanza volvió a sonreír dentro de mí. -¡Ah! -pensé- de fijo que mi cabeza está en mi despacho... ¡Vaya, que no habérseme ocurrido antes!... ¡qué cabeza! Anoche estuve trabajando hasta hora muy avanzada... ¿En qué? No puedo recordarlo fácilmente; pero ello debió de ser mi Discurso-memoria sobre la Aritmética filosófico-social, o sea, Reducción a fórmulas numéricas de todas las ciencias metafísicas. Recuerdo haber escrito diez y ocho veces un párrafo de inaudita profundidad, no logrando en ninguna de ellas expresar con fidelidad mi pensamiento. Llegué a sentir horriblemente caldeada la región cerebral. Las ideas, hirvientes, se me salían por ojos y oídos, estallando como burbujas de aire, y llegué a sentir un ardor irresistible, una obstrucción congestiva que me inquietaron sobremanera... Y enlazando estas impresiones, vine a recordar claramente un hecho que llevó la tranquilidad a mi alma. A eso de las tres de la madrugada, horriblemente molestado por el ardor de mi cerebro y no consiguiendo atenuarlo pasándome la mano por la calva, me cogí con ambas manos la cabeza, la fui ladeando poquito a poco, como quien saca un tapón muy apretado, y al fin, con ligerísimo escozor en el cuello... me la quité, y cuidadosamente la puse sobre la mesa. Sentí un gran alivio, y me acosté tan fresco.
Buenos días Dónde esta mi cabeza, sería el título para mi hoy Que recien me he levantado y quiero hacer tantas cosas, leeros !!!!!!!! y ay! me lo tomaré con calma... perderé la cabeza Es que el fin de semana ha estado hermoso por aqui, y me ido por alli para disfrutar del campo y todo éso Y ahora con ganas tremendas de leer a Pérez Galdos, Benedetti, y ahhh La flor del olivar.... ésa tambien, me gusta ! chipi, "los amigos" esta tan pero tan humano, tan verdad, me gusta Cariños
Va uno chiquito de Jorge Bucay —Hay una vieja historia— dijo el gordo, mientras me pasaba la pava para que yo cebara— de un joven que concurrió a un sabio en busca de ayuda. Su problema me hace acordar al tuyo. —Vengo, maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengo fuerzas para hacer nada. Me dicen que no sirvo, que no hago nada bien, que soy torpe y bastante tonto. ¿Cómo puedo mejorar? ¿Qué puedo hacer para que me valoren más? El maestro, sin mirarlo, le dijo: —Cuánto lo siento muchacho, no puedo ayudarte, debo resolver primero mi propio problema. Quizás después... –y haciendo una pausa agregó— Si quisieras ayudarme tú a mí, yo podría resolver este tema con más rapidez y después tal vez te pueda ayudar. —E... encantado, maestro –titubeó el joven pero sintió que otra vez era desvalorizado y sus necesidades postergadas. —Bien –asintió el maestro. Se quitó un anillo que llevaba en el dedo pequeño de la mano izquierda y dándoselo al muchacho, agregó –toma el caballo que está allí afuera y cabalga hasta el mercado. Debo vender este anillo porque tengo que pagar una deuda. Es necesario que obtengas por él la mayor suma posible, pero no aceptes menos de una moneda de oro. Vete antes y regresa con esa moneda lo más rápido que puedas..El joven tomó el anillo y partió. Apenas llegó, empezó a ofrecer al anillo a los mercaderes. Estos lo miraban con algún interés, hasta que el joven decía lo que pretendía por el anillo. Cuando el joven mencionaba la moneda de oro, algunos reían, otros le daban vuelta la cara y sólo un viejito fue tan amable como para tomarse la molestia de explicarle que una moneda de oro era muy valiosa para entregarla a cambio de un anillo. En afán de ayudar, alguien le ofreció una moneda de plata y un cacharro de cobre, pero el joven tenía instrucciones de no aceptar menos de una moneda de oro, y rechazó la oferta. Después de ofrecer su joya a toda persona que se cruzaba en el mercado –más de cien personas— y abatido por su fracaso, montó su caballo y regresó. Cuánto hubiera deseado el joven tener él mismo esa moneda de oro. Podría entonces habérsela entregado al maestro para liberarlo de su preocupación y recibir entonces su consejo y ayuda. Entró en la habitación. —Maestro –dijo— lo siento, no es posible conseguir lo que me pediste. Quizás pudiera conseguir dos o tres monedas de plata, pero no creo que yo pueda engañar a nadie respecto del verdadero valor del anillo. —Qué importante lo que dijiste, joven amigo –contestó sonriente el maestro—. Debemos saber primero el verdadero valor del anillo. Vuelve a montar y vete al joyero. ¿Quién mejor que él, para saberlo? Dile que quisieras vender el anillo y pregúntale cuánto te da por él. Pero no importa lo que ofrezca, no se lo vendas. Vuelve aquí con mi anillo. El joven volvió a cabalgar. El joyero examinó el anillo a la luz del candil, lo miró con su lupa, lo pesó y luego le dijo: —Dile al maestro, muchacho, que si lo quiere vender ya, no puedo darle más que 58 monedas de oro por su anillo. ¡¿58 monedas?! –exclamó el joven. —Sí –replicó el joyero— Yo sé que con tiempo podríamos obtener por él cerca de 70 monedas, pero no sé... Si la venta es urgente....El joven corrió emocionado a casa del maestro a contarle lo sucedido. —Siéntate –dijo el maestro después de escucharlo—. Tú eres como este anillo: una joya, valiosa y única. Y como tal, sólo puede evaluarte verdaderamente un experto. ¿Qué haces por la vida pretendiendo que cualquiera descubra tu verdadero valor? Y diciendo esto, volvió a ponerse el anillo en el dedo pequeño de su mano izquierda.
hola buenas noche chagal mamaana itsasne evapatry lupis grendel gracia mamaana y itsasne por su comentario de mi cuento de internet mira creo que hoy termino de lee todo oye como escriben bastante y puro cuento finisimo si estubiera en los megustero diria me gusta tengo un amigo por aya en otro foro de informatica que no es infojardin que sabe como publica las cosas en internet para que las vea bastante gente le voy a deci que publique este hilo para que muchos niños lo lea le parece asta pronto
hola buenas noche mira para que los niño y los padre del mundo conozca a los cuenta cuento por puro amor y nostagia de la niñes quiza muchos padre vuelva a ser niño pero estaba pensando que si se carga el servidor de este sitio no resulta mejor como que le pregunto a jesus a ver que me dice y ustedes que creen de mi ocurrencia es algo que creen asta pronto
Hola a tod@s. Hoy os dejo un clásico para niñ@s. LAS HABICHUELAS MÁGICAS Periquín vivía con su madre, que era viuda, en una cabaña del bosque. Como con el tiempo fue empeorando la situación familiar, la madre determinó mandar a Periquín a la ciudad, para que allí intentase vender la única vaca que poseían. El niño se puso en camino, llevando atado con una cuerda al animal, y se encontró con un hombre que llevaba un saquito de habichuelas. -Son maravillosas -explicó aquel hombre-. Si te gustan, te las daré a cambio de la vaca. Así lo hizo Periquín, y volvió muy contento a su casa. Pero la viuda, disgustada al ver la necedad del muchacho, cogió las habichuelas y las arrojó a la calle. Después se puso a llorar. Cuando se levantó Periquín al día siguiente, fue grande su sorpresa al ver que las habichuelas habían crecido tanto durante la noche, que las ramas se perdían de vista. Se puso Periquín a trepar por la planta, y sube que sube, llegó a un país desconocido. Entró en un castillo y vio a un malvado gigante que tenía una gallina que ponía un huevo de oro cada vez que él se lo mandaba. Esperó el niño a que el gigante se durmiera, y tomando la gallina, escapó con ella. Llegó a las ramas de las habichuelas, y descolgándose, tocó el suelo y entró en la cabaña. La madre se puso muy contenta. Y así fueron vendiendo los huevos de oro, y con su producto vivieron tranquilos mucho tiempo, hasta que la gallina se murió y Periquín tuvo que trepar por la planta otra vez, dirigiéndose al castillo del gigante. Se escondió tras una cortina y pudo observar como el dueño del castillo iba contando monedas de oro que sacaba de un bolsón de cuero. En cuanto se durmió el gigante, salió Periquín y, recogiendo el talego de oro, echo a correr hacia la planta gigantesca y bajó a su casa. Así la viuda y su hijo tuvieron dinero para ir viviendo mucho tiempo. Sin embargo, llegó un día en que el bolsón de cuero del dinero quedó completamente vacío. Se cogió Periquín por tercera vez a las ramas de la planta, y fue escalándolas hasta llegar a la cima. Entonces vio al ogro guardar en un cajón una cajita que, cada vez que se levantaba la tapa, dejaba caer una moneda de oro. Cuando el gigante salió de la estancia, cogió el niño la cajita prodigiosa y se la guardó. Desde su escondite vio Periquín que el gigante se tumbaba en un sofá, y un arpa, oh maravilla!, tocaba sola, sin que mano alguna pulsara sus cuerdas, una delicada música. El gigante, mientras escuchaba aquella melodía, fue cayendo en el sueño poco a poco Apenas le vio así Periquín, cogió el arpa y echó a correr. Pero el arpa estaba encantada y, al ser tomada por Periquín, empezó a gritar: -Eh, señor amo, despierte usted, que me roban! Despertose sobresaltado el gigante y empezaron a llegar de nuevo desde la calle los gritos acusadores: -Señor amo, que me roban! Viendo lo que ocurría, el gigante salió en persecución de Periquín. Resonaban a espaldas del niño pasos del gigante, cuando, ya cogido a las ramas empezaba a bajar. Se daba mucha prisa, pero, al mirar hacia la altura, vio que también el gigante descendía hacia él. No había tiempo que perder, y así que gritó Periquín a su madre, que estaba en casa preparando la comida: -Madre, traigame el hacha en seguida, que me persigue el gigante! Acudió la madre con el hacha, y Periquín, de un certero golpe, cortó el tronco de la trágica habichuela. Al caer, el gigante se estrelló, pagando así sus fechorías, y Periquín y su madre vivieron felices con el producto de la cajita que, al abrirse, dejaba caer una moneda de oro. FIN Espero os haya gustado Por cierto, ¿donde anda GRENDEL? ¡¡hecho en falta sus lamias!!!
CHAGALL, ¡ya he recordado la música de "la Flor del Olivar!! ¿Te acuerdas de la canción "Donde vas Alfonso XII? ¡¡pues prueba a cantarla con la letra del cuento!!. (Quizás ya lo sabías) Y seguro que también recordais el cuento de ROSALINDA, que también lo cantábamos con la misma música. Os lo pongo también por si acaso. ROMANCE DE ROSALINDA A las puertas del palacio de una señora de bien, llega un lindo caballero corriendo a todo correr. Como el oro es su cabello, como la nieve, su tez; sus ojos, como dos soles y su voz, como la miel. - Que Dios os guarde, señora. - Caballero, a vos también. - Ofrecedme un vaso de agua, que vengo muerto de sed. - Tan fresca como la nieve, caballero, os la daré. La cogieron mis tres hijas al punto de amanecer. - ¿Son hermosas vuestras hijas? - Como un sol de Dios las tres. - Decidme, ¿cómo se llaman?, si en ello gusto tenéis. - La mayor se llama Elena, y la segunda Isabel, y la más pequeña de ellas Rosalinda la nombré. - Decid a las tres que salgan, que las quiero conocer. - La mayor y la mediana al punto aquí las tendréis. Rosalinda, caballero, os ruego la perdonéis; por vergüenza y cobardía no quiere dejarse ver. - Lindas son las dos que veo, lindas son como un clavel, pero más linda será la que no se deja ver. A las puertas del palacio de la señora de bien, llegan siete caballeros, siete semanas después. - Preguntadme, caballeros, que yo os sabré responder. - Tres hijas como tres rosas nos han dicho que tenéis, la más pequeña de todas sin temor nos la entreguéis, que en los palacios reales va a casarse con el rey. Me encanta recordar cosas de la infancia a tod@s
Estará reposando... Bienvenida al grupo de los "cuentistas" Lupis ¿Dónde está mi cabeza? de Benito Pérez Galdós - IV - Este recuerdo me devolvió la tranquilidad. Sin acabar de vestirme, corrí al despacho. Casi, casi tocaban al techo los rimeros de libros y papeles que sobre la mesa había. ¡Montones de ciencia, pilas de erudición! Vi la lámpara ahumada, el tintero tan negro por fuera como por dentro, cuartillas mil llenas de números chiquirritines..., pero la cabeza no la vi. Nueva ansiedad. La última esperanza era encontrarla en los cajones de la mesa. Bien pudo suceder que al guardar el enorme fárrago de apuntes, se quedase la cabeza entre ellos, como una hoja de papel secante o una cuartilla en blanco. Lo revolví todo, pasé hoja por hoja, y nada... ¡Tampoco allí! Salí de mi despacho de puntillas, evitando el ruido, pues no quería que mi familia me sintiese. Metíme de nuevo en la cama, sumergiéndome en negras meditaciones. ¡Qué situación, qué conflicto! Por de pronto, ya no podría salir a la calle porque el asombro y horror de los transeúntes habían de ser nuevo suplicio para mí. En ninguna parte podía presentar mi decapitada personalidad. La burla en unos, la compasión en otros, la extrañeza en todos me atormentaría horriblemente. Ya no podría concluir mi Discurso-memoria sobre la Aritmética filosófico-social; ni aun podría tener el consuelo de leer en la Academia los voluminosos capítulos ya escritos de aquella importante obra. ¡Cómo era posible que me presentase ante mis dignos compañeros con mutilación tan lastimosa! ¡Ni cómo pretender que un cuerpo descabezado tuviera dignidad oratoria, ni representación literaria...! ¡Imposible! Era ya hombre acabado, perdido para siempre.
Un enorme MamAnna80, q bonito es cuando a uno le echan de menos.....os es solo a mis lamias? La verdad es que llevo un finde de excesos ( ) y un comienzo de semana de entrevistas con lo que no he tenido ni un minuto. Pero esta noche os prometo cuento aunque igual lo subo algo tarde porque voy a ir a entrenar Pero no he dejado de leer ni uno solo de vuestros cuentos Buenisimos