Re: Historias de terror, fantasmas... II año El Tunel PORNOLE Me metí dentro del túnel. Aguanté la respiración tres minutos valiente. Pasados los tres minutos respiré hondamente y la podredumbre inflamó mis pulmones. -¿Y ahora cómo vamos a sacar al cadáver? -No lo sé. -Mejor no lo saquemos, explotemos esto y vámonos ahora. Tengo hambre. -Pero dijo que teníamos que sacarlo. -No quiero. -Entonces lárgate. Caminó unos pasos al norte y lo atravesó una bala en la nuca cuando se detuvo. -¿Por qué mataste a Roger? No me respondió. Llamó a Juan y le habló al oído. Se besaron. -Ese cuerpo no se queda aquí. El señor Arguedas ha dicho que si no el trato se va a la basura. Estabamos en un desierto. La tierra parecía realmente plana aquí, y el cielo era tan inmenso como un mar. -¿Pero ahora quién va?. -Tú irás otra vez. -Pero ya has visto que no se puede. -Lo vas a hacer. Me amarraron los talones. Escupí. El sol tan grande y tan caliente... era maravilloso. Ese túnel horrible, en el que estaba el cadáver de ese hombre santo, parecía la boca del diablo. Y este cielo, la boca de dios. -¡¡Abajo!! Aguanté dos minutos. -¡Más abajo! Me siguieron bajando. Era un túnel profundo, como un pozo. Estiré el brazo y luego la mano. Estiré hasta sentir dolor. Cerré los ojos. Toqué un hueso. Lo sujeté. Comencé a palparlo. Tenía que ser él. Pero no estaba con la chaqueta de cuero que tenía puesta cuando lo perseguimos a balazos por el llano. Cuando abrí los ojos y no pude evitar respirar, la cuerda se rompió.
Re: Historias de terror, fantasmas... II año La mujer del pasillo Una noche de Halloween, por hacer algo de miedo, jugamos a la Ouija, cosa de la que siempre me arrepentiré. La noche era fría, en el ambiente se notaba un aroma extraño, no sé definirlo con palabras; unos amigos y yo buscamos una vieja Ouija que mi familia siempre ha tenido guardada... Era de mi bisabuela, la cual había muerto cuando yo aún no había nacido, y siempre había querido conocerla. Mis amigos hacían eso por diversión, yo por un fin, puesto que quería hablar con mi bisabuela. La sesión comenzó, entre risas mis amigos bromeaban, yo estaba muy serio, concentrado, pero ellos no lo notaron, hasta que cayó un rayo que iluminó toda la habitación oscura, seguido de un trueno, que estremeció hasta el último de mis huesos. Asustados por el rayo, mis amigos, se quedaron en silencio, como yo, concentrándose, de repente, el puntero de la Ouija comenzó a moverse. Preguntamos alunísono, quién era, pero no respondió. El puntero se movía sin cesar de un lado para otro, sin formar palabras. Al final paró, y lentamente, formó las siguientes palabras: "stoy yendo a por vosotros". Era una mujer, que estaba en el pasillo y gritaba por entrar a mi habitación. El cerrojo estaba echado, no podía entrar, pero parecía que iba a tirar la puerta abajo. La mujer gritaba desesperada, la puerta iba a caer, así que empujamos la cama para atrancarla. La mujer cada vez más desesperada, gritaba mi nombre. Yo tuve el impulso de abrir la puerta, pero me contuve, esos gritos eran desesperados. Entonces me di cuenta: Era mi bisabuela; algo me lo decía, aunque no podía explicar cómo lo sabía. Me lancé a abrir la puerta, quería verla, tenía que verla, pero mis amigos me agarraron. Los gritos cesaron, una de mis amigas, tuvo un ataque de nervios. Nos acercamos a consolarla, pero una voz grave y fuerte salió de ella diciendo que no nos acercáramos. Nos quedamos de piedra. La mujer del pasillo comenzó a gritar de nuevo: "¡Os lo advertí, y no me hicisteis caso, ahora moriréis!". Mi amiga comenzó a moverse de un lado a otro, diciendo que nos mataría. Intentamos abrir la puerta pero no pudimos. Los gritos volvieron a cesar, conseguimos abrir la puerta, yo salí primero, pero se cerró detrás de mí. Oí los gritos aterrorizados de mis amigos, histéricos, pidiendo socorro, dando patadas a la puerta para abrirla. Escribo mi historia, cuarenta y cinco años después de que ocurriera, pues acabo de salir de la cárcel, culpado por el asesinato de mis amigos, los cuales encontré muertos cuando conseguí abrir la puerta de mi habitación.
Re: Historias de terror, fantasmas... II año Bueno les cuento mi historia de terror, antes que todo les cuento que soy nueva en esto de la jardinería , compre una planta muy bella y decidí sacarle un esqueje , lo corte y lo sembré en una maceta , bueno todos los días iba y le echaba agua y veía si había pegado, todo iba perfecto, hasta que uno de los días el esqueje desapareció parecía imposible ya que nadie había ido a mi casa , ósea que nadie se lo pudo haber llevado , busque entre la tierra y no encontré nada, estaba asustada no podía haber desaparecido, que pudo haber pasado, serian unos duendes, un fantasma ¿ que seria lo que había pasado al esqueje?, bueno la otra noche llego y me asomo al patio , estaba oscuro, con miedo me asomo y escucho un ruido, que susto, era , era , era el lobito , mi perro que estaba buscando en la tierra a ver si encontraba otro esqueje , je,je, je , bueno no da tanto miedo pero de que me asuste , me asuste .
Re: Historias de terror, fantasmas... II año Hola amigos Mucho tiémpo sin pasarme por aquí Os dejo una história TERROR Es de noche. Una noche oscura y tormentosa. La lluvia arrecia fuertemente. Una chica camina de forma apresurada, sin paraguas, protegida con un largo abrigo rojo. El agua ha empapado su melena pelirroja. Está asustada. No hay nadie por la calle, sólo ella y su miedo. Recuerda lo que ha oído sobre las otras chicas, jóvenes como ella, aparecieron muertas, con dos perforaciones en el cuello, mutiladas, y con una expresión en sus caras de profundo terror. Los forenses dictaminaron que fueron torturadas y mutiladas en vida. Posteriormente se les causó la muerte con un objeto punzante en el cuello. Pero la gente sabe la verdad, aunque nadie se atreve a decirlo por el pánico que les produce el sólo hecho de oírse a si mismos. Ha sido el Vampiro, el Señor de la noche, ella es su aliada, a él sirve. Es un ser inmortal, existe sin vida a través de los tiempos, alimentándose de la sangre de los humanos, jugando con ellos, disfrutando con su sufrimiento. Gobierna el mundo en las sombras. La joven tiene la sensación de que alguien la observa. Su corazón palpita con fuerza, su respiración se vuelve agitada, se muerde el labio haciéndolo sangrar, todo su cuerpo se agita tembloroso. La sensación de sentirse observada se vuelve certeza para ella. Corre, su corazón se ha desbocado por el pánico, parece querer salir a través de su pecho. Apenas puede ya respirar, no por el esfuerzo físico, el miedo la ha hecho respirar tan apresuradamente que le duelen los pulmones. Siente un sabor ácido en su boca, no sabe su origen, no sabe que es el sabor del terror. Sus pupilas se dilatan, su cara se vuelve blanca como la nieve. Corre, llora aterrada. En su carrera tropieza y cae. Su mandíbula golpea brutalmente el suelo. Llorando levanta lentamente la cabeza. Un rayo cae entonces iluminando en la oscuridad. Entonces lo ve, de pie a unos metros por delante de ella, mirándola con una mezcla de majestuosidad y profundo desprecio. Su larga capa negra ondea al viento huracanado. Sonríe con placer mirando a su futura víctima. Lentamente se acerca a ella. Ésta chilla aterrada, clavando sus llorosos ojos en los del monstruo. Agarra un crucifijo que porta al cuello en una cadena, lo dirige hacia delante. Entonces se da cuenta de que no puede moverse, todos los músculos de su cuerpo están rígidos como una sólida piedra. Es el poder del maligno, piensa. Ha oído que éste paraliza a sus víctimas con su poder sobrenatural. Pero entonces se da cuenta, no es el Vampiro quien la ha paralizado, es su propio miedo. Ese es el poder del monstruo, infundir el terror en sus víctimas paralizándolas. El Señor de la noche esboza una sonrisa sádica mientras se acerca a su víctima. La proximidad del crucifijo parece quemarle la cara, pero disfruta en una especie de actitud masoquista. La joven grita con todas sus fuerzas hasta perder la voz. Pero no es lo único que pierde. También desaparece su conciencia de la realidad. Ya no ve al Vampiro, ni siquiera sabe que está ahí. El terror inunda cada rincón de su mente. Esa es ahora toda su realidad, el terror. El monstruo lo sabe, lo ha visto muchas veces. Contempla a su víctima paralizada y enloquecida por el terror. El Vampiro ríe complacido. Su risa resuena ensordecedora en las profundidades de la noche. La torturará largo rato, la mutilará, y después la matará bebiéndose su sangre. Y gozará plenamente haciéndolo.
Re: Historias de terror, fantasmas... II año Chagall! Hace siglos que ni nos cruzamos ni escribimos por aquí! Que ya mismo se acerca Halloween, y no tenemos nada... me ha encantado esa historia que has puesto.
Re: Historias de terror, fantasmas... II año Hola guapisimo Es verdad lo que dices y me alegra cruzarme contigo Me falta tiémpo pero espero poder ponerte más histórias para tu colección. Aunque nos crucemos poquito te sigo queriéndo igual,eh?? que no te olvido cariño
Re: Historias de terror, fantasmas... II año LA DESGRACIADA HISTORIA DE UNA NIÑA DE NUEVE AÑOS Y SU PERRO EL ESCALOFRIANTE SUCESO , ENVIÓ A ESTA POBRE NIÑA AL MANICOMIO La citada historia le sucedió a una niña de 9 años, hija única de padres de gran influencia en la política local; esta niña tenía todo lo que hubiese querido y deseado una niña normal con buena educación, pero con una soledad incomparable. Sus padres solían salir a fiestas de caridad y reuniones del ámbito político, y la dejaban sola. Todo cambió cuando le compraron un cachorro de raza grande (esto para que cuidase a la niña cuando creciera), pasaron los años y la niña y el perro se volvieron inseparables. Una noche como cualquier otra los padres fueron a despedirse de la niña; el perro, ya acostumbrado a dormir con la niña, se postraba abajo de la cama. Los padres se fueron y pronto la niña se sumió en un sueño profundo, ya aproximadamente como a las 2:30 de la madrugada, un fuerte ruido la despertó, eran como rasguños leves y luego más fuertes. Entonces, temerosa, bajó la mano para que el perro la lamiese (era como un código entre ella y el perro) y lo hizo y entonces ella se tranquilizó y durmió otra vez. Cuando ella se despertó por la mañana descubrió algo espantoso: En el espejo del tocador había algo escrito con letras rojas. Cuando se acercó, vio que era un rastro de sangre que decía así: NO SÓLO LOS PERROS LAMEN". Entonces dio un grito de terror al ver a su perro crucificado en el suelo de su habitación. Se dice que cuando los padres la encontraron ella no hablaba de otra cosa más que de "¿quién me lamió?" y decía el nombre de su perro, se volvió loca y hasta la fecha está en un manicomio y sus padres, tratando de olvidar lo que hallaron en el cuarto y a su hija, se fueron al extranjero. Y la incógnita más grande es: según los que fueron a investigar al cuarto de la niña, el perro ya estaba muerto, es decir crucificado en el suelo, desde hace horas. ¿Quién le lamió la mano a la niña debajo de la cama?
Re: Historias de terror, fantasmas... II año CARA DE CUERO Una idílica tarde de verano se convirtió en una pesadilla. Durante treinta años los expedientes acumularon polvo en la sección de casos no resueltos del FBI. Más de trece piezas de evidencia fueron recogidas en la escena del crimen, la residencia Hewitt. Los hechos acaecidos llevaron a una de las leyendas más bizarras de los anales de la historia americana: "La Masacre en Texas” Silencio. Debía hacer silencio.Sabía que su vida dependía de ello. No importaba cómo se había metido en esa situación, no importaba que iban a Dallas, no importaba que llevaba un regalo para su tía Maggie, nada de eso tenía sentido ahora. Ahora lo único que tenía importancia era que tenía que permanecer callada, con el cabello pegado a la piel por el sudor, inmóvil. Tal vez hasta tendría que parar de respirar. Tal vez hasta pararía de respirar y se ahogaría ella misma y, si eso pasaba, todavía salía ganando. Porque todo era mejor que eso. Cualquier cosa era mejor que parar como todos los demás. Él estaba ahí afuera. Ella sabía que él estaba ahí y él sabía que ella estaba ahí. De pronto la carretera de Tejas había dejado de pertenecer a Los Estados Unidos de América para ser un anexo de la República Popular del Infierno. Sólo que a nadie se le ocurrió avisarle a ellos. El calor. Maldito calor. Cuando es de noche ¿No se supone que debe hacer frío? Karen trató de absorber todo el aire que pudo con la boca, cerró los ojos y los apretó para no llorar. Empezó a temblar violentamente y tuvo que abrazarse para controlarse. Porque Él lo sabía todo. Él le había dado caza y si ella se movía, aunque fuese un mínimo temblor, Él lo notaría, la sacaría del armario, la tiraría contra el suelo y la descuartizaría con su sierra. Porque así había pasado con todos los demás. Y de cierta manera trastornada, Karen deseaba que sucediera de una vez, porque así todo terminaría. No le importaba si el malnacido la cortaba en pedacitos, se la llevaba a su casa, se la ofrecía a su familia, le echaban pimienta y se la comían. No le importaba eso. Hasta podría salir del armario y rogar por que el golpe con la sierra fuese fatal y rápido. Hubiese salido, de no ser porque sí le importaba. El calor. Hacía calor, demasiado calor como para poder pensar. Una gota de sudor bajó desde su frente hasta sus párpados y se metió poco a poco en sus ojos, haciéndoselos arder. Pero no se la limpió ni se restregó la cara. Por favor, Karen, en este momento no, después puedes moverte todo lo que quieras, después puedes bailar lambada si quieres, pero en este momento no te atrevas a moverte. Una pulsada de dolor le latió en el anular derecho y casi le arranca un quejido. Cuando estaba corriendo de la camioneta (es decir, cuando tuvo que saltar por la ventana, porque Él estaba tratando de entrar por la puerta), cayó sobre el suelo de tierra y piedras apoyada en su mano vertical. Se partió unas uñas y se fracturó el dedo. Sólo se dio cuenta mucho después. Había escuchado de las reacciones físicas provocadas por el miedo, pero nunca se imaginó que fuesen tan poderosas. Se había roto el dedo y golpeado con fuerza la rodilla, pero en ese momento ni siquiera se percató de ello... (porque Él estaba ahí...) se levantó y corrió (detrás de ella con la sierra) hacia la oscuridad del bosque (e iba a matarla) hasta que se la tragara. Ya habían pasado varios minutos desde que se había escondido en la casa (con la muerte pegada a los talones) y no habían señales de Él por ningún lado. No sabía decir cuántos minutos llevaba escondida, pero eran varios. Tal vez más de los que sabía, porque en esta parte de la República Popular del Infierno el tiempo pasa como un fantasma, a veces rápido, a veces lento. La sierra no se dejaba escuchar ni olía el combustible. Tal vez se había rendido y se había ido a su casa. ¿Por qué no? Después de todo, ya tienen otras cinco piezas de carne que pueden cenarse. No pudo creer que había pensado algo tan monstruoso como aquello y, en ese instante, sólo quiso vomitar de asco por sí misma y morirse. No eran cinco piezas de carne, eran sus amigos. Una de esas piezas de carne era su novio. El novio que ella amaba y con el que iba a casarse, el novio con el que había planificado el sueño de una vida. De todas las personas en el mundo ¿Por qué a ella? Todo esto era mentira, tenía que serlo. Era una gran y larga pesadilla, de esas que son tan lúcidas que parecen de verdad. Eso tenía que ser. Eso tenía que ser porque era imposible que existiesen personas tan enfermas y tan malvadas como para hacer lo que le estaban haciendo. Dios no podía permitir semejante cúmulo de maldad en el mundo. (Es que no estás en el mundo, cielito. Estás en Las Montañas de la Locura, circulo siete del infierno, más allá de dónde Dios alcanza. Y así tratamos a los forasteros por aquí. Porque yo conozco a las de tu tipo, pequeña perrita. Sólo desprecio y crueldad para mi muchacho. ¿A alguien le importa lo que me pase a mí y a mi muchacho?) Basta. Basta, Karen, basta. Te estás volviendo loca. Necesitas todo lo que puedas de tu mente para cuando le digas a la policía lo que pasó. Tienes que describirlo, tienes que decirle como es la casa, como es la familia, como la sierra, bajo el sol, refleja los dientes en tus ojos como un aguijonazo. Bueno, la policía iba a aparecer. Tarde o temprano, la iban a sacar de ahí. Había una van hecha trizas, con manchas de sangre, en el medio de la carretera. Una patrulla iba a pasar, la iba a encontrar e iba a pensar que era raro. Empezarían a buscar y darían con ella, vivita y coleando. No importaba que ella se veía tan sucia como un prisionero en un campo de concentración, ni que se había orinado en los pantalones cuando vio al Cara de Cuero por primera vez. El olor, ahora intensificado por el calor, lo rodeaba todo. Era posible que el Cara de Cuero la atrapara siguiendo sólo el olor. Después de todo, no es un ser humano. No es un pobre desgraciado con un problema en la piel, como dijo la Abuela. No es un psicópata que usa caretas de pieles humanas para esconder su cara. No es un asesino enfermo que usaba una sierra mecánica para matar y que en ese momento estaba portando la cara de su novio como una máscara. Era un demonio salido de los más oscuros pozos del tormento, una bestia omnisciente cuya herramienta, la sierra, parecía estar pegada a sus dedos, cual espada de Damocles. Todavía lo veía persiguiendo a Donna. Karen grita “¡Corre!”. Donna se mueve como en cámara lenta, se tropieza y se cae al suelo. El Cara de Cuero la alcanza. Donna coge una lámina de metal del suelo y la interpone como un escudo. La sierra echa chispas cuando choca con la lámina. Karen debió hacer algo en ese momento, como coger un tronco grande, ó el bate de Tobe, y darle por la cabeza al mostrenco ese. Pero en vez de eso se quedó ahí, parada, congelada de miedo, mirando la escena. Su cerebro le ordenaba que se voltease y que corriera lejos, pero no había conexión. Las órdenes no llegaban a sus piernas. La sierra pasa resbalando al suelo de tierra, Donna tira la lámina, se levanta y empieza a correr otra vez. Pero Cara de Cuero hace algo con la sierra. En un segundo la levanta sobre su cabeza con las dos manos. En el siguiente la balancea hacia atrás y en el siguiente la balancea hacia delante, por debajo de la cintura de Donna. Hay un ruido, como el de una rama fuerte que se rompe cuando la pisas. Karen ve unas gotas negras en la oscuridad salpicar el suelo y algo se desprende de Donna. Donna cae al suelo y trata de agarrarse la pierna derecha, pero no hay más pierna después de la rodilla. Hay un nuevo olor, un olor penetrante, el olor de la sangre. Donna grita, Karen grita, el monstruo robusto de casi dos metros hunde la sierra en el bulto que yace en el suelo y que antes se llamaba Donna. Donna deja de gritar. Cara de Cuero se voltea hacia Karen y, por un breve momento, Karen se da cuenta de que la cara del asesino es la misma cara de Tobe, con ciertos defectos, claro, porque la piel no es perfectamente elástica. Hay que curtirla un poco y aplicarle algunas cremas hidratantes y esos campesinos no tienen nada de eso por aquí. La película se nubla y Karen trata de salir corriendo. Pero, oh, ya es demasiado tarde, Él la ha atrapado... Cuando recuperó la conciencia lo primero que pensó fue que estaba muerta y que estaba conociendo el más allá. Luego siente sofocación, dolor de cabeza, calor y el dedo le duele. Dolor es igual a vida. Por un instante se sintió enormemente desgraciada de estar viva, por primera vez, luego el sentimiento desaparece cuando por encima de su cara aparece otra, portando el sombrero de alguacil. Gracias a Dios, gracias, tiene que ayudarme, trató de decir, pero sólo murmuró “Mmmmmmaaaaaaaa—gggg-------aaaaa” - Shhh- dijo el alguacil – Tranquila, cielito, tranquilita- - Por... ayude... amigos...- balbuceó - Ya, ya, están aquí todos- Karen trata de mirar alrededor, pero se siente confundida, perdida, como si estuviese pasando por un viaje de LSD. En un principio parece un palacio, pero luego va tomando forma y es una cocina, polvorienta y hay óxido en la puerta del refrigerador. Hay algo en una enorme olla que parece familiar... (un brazo) pero Karen descartó la posibilidad de estar viendo algo así. La pesadilla había terminado, aún cuando nada de lo que pasaba ahora carecía de sentido. - ¡Abuela!- grita un niño afuera de la casa -¡Abuela, déjeme entrar!- Una mujer aparece, con un peinado anticuado, y lentes. Sus ojos son claros. Karen se sintió ridícula, se parecía a su propia abuela. - ¡Tú quédate afuera con los perros!- grita la Abuela -¡Hasta que aprendas a seguir las reglas!- Todo es confuso y extraño, pero Karen recuerda a la Abuela, cuando les ofreció ayuda en la carretera, poco después de que la camioneta se descompusiera. Definitivamente, cuando algo malo va a pasar no hay manera de escaparle al destino. Unas manos la manosean descaradamente y vuelve en sí, mirando al Alguacil. - No te vas a ir a ninguna parte, niñita- Karen toma una bocanada de aire y trata de moverse, de escapar, pero no puede. El Alguacil sujeta su cabeza entre sus manos. Por ese momento, es suficiente para controlarla. - Dale un chance- suena una voz masculina en la cercanía - ¡Tommy!- grita la Abuela - ¡Mira el jodío desastre que hiciste en la casa persiguiendo al ganado!- - Nah, mama- dice el Alguacil – Tommy es un buen muchacho- - Un muchacho muy dulce- dice una voz femenina - Usted cállese, cretino- le dice la Abuela al Alguacil Karen levanta una mano y trata de apoyarse. Lo consigue a medias. - Por favor... déjenme ir- La Abuela se quita los lentes y la mira cara a cara, con una sonrisa solemne, la sonrisa de quien ya ha recibido esa petición en el pasado. - Pequeña perrita- dice Karen trata de preguntar por qué le hacen esto, por qué le hacen daño, pero no logra emitir ningún sonido. Alguien cocina carne cerca. - Yo conozco a las de tu tipo- dijo la Abuela – sólo desprecio y crueldad para mimuchacho- Hay un rumor al fondo, un rumor gutural. No es de ira, sino de tormento. Es un rumor adolorido de quien ha escuchado eso miles de veces, de quien ha sido torturado por esas palabras. - Todo el tiempo mientras crecía. Burlándose de mi pobre Tommy. ¿Acaso a alguien le importa lo que me pase a mí y a mi muchacho? ¿AH?- - ¡Ayúdenme! ¡Por favor!- gritó Karen - ¡Tommy! ¡Ven acá y controla a tu novia!- llamó la Abuela Karen lo sintió todo como si fuese con otra persona, como si se refirieran a una miss Universo de un país lejano, como si lo viese todo a través de una pantalla. Creyó que Tommy y su novia eran una parejita bonita, como la que hacía ella con Tobe. Entonces baja la mirada y comienza a gritar y a patalear cuando el Cara de Cuero atraviesa el umbral de la puerta, viniendo por ella. - Ya le daremos un buen uso a esa carnita tuya- dice el Alguacil Hay un flash y lo único que Karen sabe es que está corriendo en medio de la oscuridad y que lleva al Cara de Cuero a las espaldas, escuchando a la sierra como si la tuviese encima. Alcanza a ver la casa abandonada en medio del bosque y entra. Voltea y ahí está él, detrás de ella, vistiendo un delantal de carnicero manchado con sangre. Karen cierra la puerta y recorre la casa. Encontró el armario y se escondió en él. Y ahí seguía ahora. Podía pasarse el resto de su vida ahí metida. Piezas de carne, los Simpson, Tommy y su novia, ¿Qué mas seguía? ¿Cómo perdí la virginidad? Es impresionante la cantidad de basura que te tira la mente cuando no la tienes ocupada en algo. En algo productivo, es decir. En este momento Karen se sentía distraída de todo lo demás, sólo podía pensar en Él, su presencia era completa y... Un sonido. Eran pasos y estaban en la casa. El Cara de Cuero la había encontrado. Karen no habla nunca de su experiencia en el desierto tejano, y es que no la recuerda. Afortunadamente, la mente humana tiende a olvidar, a borrar de la memoria los eventos estresantes, los momentos de intenso shock. Es la única forma que la memoria tiene de defenderse a sí misma, porque si no existiera, estaría loca. Todavía no puede dormir sóla ni con la luz apagada, tiene pesadillas muy a menudo, por no decir a diario, y no sabe por qué, no puede comer carne. Los policías que la encontraron dijeron que cuando la hallaron, tirada en el medio de la nada, estaba tan cubierta en sangre y tierra que creyeron que estaba muerta. Luego se despertó de golpe y empezó a gritar “¡nos comimos a Uther! ¡Nos comimos a Uther!”. No sabían de ningún Uther por la zona y, cuando Riggs, uno de los oficiales, le contó a su mujer esa noche lo que había pasado, lo hizo diciéndole: - Esa chica debió de ser linda en otro momento. Pero todo lo que pude ver fue la mirada perdida y vacía de los locos, de los que viven en sanatorios mentales. Esa chica estaba muy mal. Pobrecita... pobrecita...- De más está decir que no puede subir a un vehículo de motor ni escuchar una motocicleta cerca, porque le entran ataques de nervios violentos y las enfermeras deben administrarle calmantes. Ciertamente la chica pasó por algo terrible, algo realmente horroroso, pero es una lástima que no pueda contarle a nadie lo que pasó. Tal vez si pudiera ayudaría a salvar una ó dos vidas. Ayudaría a otros a poder escapar de la sierra mecánica que dejó huellas de sangre en las arenas del desierto tejano.
Re: Historias de terror, fantasmas... II año ESCALERAS ABAJO Eludió a la patrulla fronteriza por sus habilidades atléticas. Ningún policía pudo alcanzarlo, y los perros que le pisaron los talones acabaron echados y con la lengua fuera, babeando en señal de cansancio y de sed. El fugitivo se perdió de vista y enseguida fue descrito a los cuerpos policíacos competentes, que se movilizaron sin tardanza para dar con el indocumentado. Entretanto, Monroy había llegado a una gasolinera; entró en el local para robar comida y se ganó la desconfianza del dependiente, quien al punto lo calificó de mexicano indeseable y, peor aún, sin dinero. No había moros en la costa. El dependiente, al ver que Monroy tomaba emparedados envueltos en plástico y un par de botellas de agua, acarició discretamente la escopeta que ocultaba debajo del mostrador. Monroy se aproximó a la caja con la actitud de quien piensa pagar, pero huyó como un bólido al ver la puerta por el rabo del ojo. Escopeta en mano, el dependiente salió del establecimiento y se sintió horrorizado, pues le pareció que el ladrón se había fundido con el fuerte viento. Se limitó a llamar a la policía para formular la denuncia. Monroy escogió una zona boscosa para ubicarse bajo un árbol y comer con voracidad. En menos de cinco minutos engulló los emparedados y bebió ambas botellas de agua. Se recostó en el pasto y gozó el frescor del viento. Por entre las copas de los árboles se notaba la transformación del cielo. El tono metálico que adquiría no presagiaba nada bueno. Acaso en menos de una hora se desataría una tormenta. De todos modos, él no podía quedarse ahí. Lo buscaban frenéticamente, y sin duda lo encontrarían si se permitía dormir una siesta. Se levantó con cautela y echó a andar. Durante parte de su trayectoria evocó sus recientes avatares. Nuevamente se arrepintió de haber decidido marchar a Estados Unidos. Quizá, si hubiera tenido un poco de paciencia, habría logrado labrarse un prometedor futuro como corredor de fondo. Pero siempre había destacado por la impetuosidad. De inmediato había aceptado el trato que le propusiera el pollero; sus magros ahorros acabaron en los bolsillos de ese infeliz, que lo dejó en manos del infernal calor del desierto. Sólo un atleta podría haber resistido las inhóspitas condiciones de aquellas tierras yermas, que parecían carecer de fin y donde nada ofrecía sombra. Pero Monroy prevaleció porque sabía correr; salvó a paso gimnástico una distancia tremenda, y al fin se vio a un paso de la tierra de la libertad. Cruzó el muro sin pensarlo dos veces y desde entonces huyó. Comenzó a llover. Monroy había avanzado unos diez kilómetros. El bosque se había espesado y pronto caería la noche. Más valía encontrar un refugio, no fuera a ser que alguna fiera saltara sobre él en cuanto se impusieran las sombras. ¿Dónde pernoctaría? No tuvo tiempo de pensar tranquilamente al respecto, pues salió disparado al escuchar un ruido que le pareció un ladrido. Asumió que los policías y sus malditos perros lo habían seguido hasta el bosque. No bien corrió una distancia de más de cien metros, se detuvo y aguzó la vista sobre una puerta desvencijada, aparentemente practicada al pie de un cerro. Se aproximó y giró un pomo oxidado. La puerta cedió. Entró en un espacio renegrido que olía a putrefacción. La tormenta arreció y un rayo golpeó un árbol cercano, partiéndolo por la mitad. Monroy se ocultó tras la puerta justo a tiempo, pues el tronco caído se había abalanzado sobre él. El silencio y las tinieblas que había en el refugio inspiraban horror. Monroy pensó seriamente en salir y afrontar a sus posibles perseguidores, pero la idea de que lo atraparan lo disuadió de actualizar su plan. No dudaba que quienes dieran con él, molestos por haber sido ridiculizados por un mexicano, lo abatirían gustosamente a tiros. Así que resopló y se dispuso a pernoctar en aquella especie de búnker. A tientas localizó un muro; pegó la espalda contra él y luego se sentó en el piso, que sintió húmedo. Supuso que el agua se había filtrado por debajo de la puerta. Empezó a invadirlo un sopor creciente; cabeceó, en vano trató de mantener los ojos abiertos. Se había cansado demasiado en pocas horas. Debía dormir. Empezó a acomodarse de medio lado cuando sintió un desnivel. No pudo evitar la caída. Mientras, dando tumbos, rodaba escaleras abajo, se desconectó de la realidad. Estaba de medio lado, en posición casi fetal. Sentía los músculos entumecidos y la garganta seca. Por lo demás, tenía los huesos íntegros. Se incorporó al ritmo de gemidos y se sorprendió al notar que ahora había luz. No pudo localizar su fuente, pero se conformó con que le permitiera distinguir la escalera por donde había caído. Era enorme, de piedra, con peldaños anchos y balaustrada decorada con extrañas figuras. Monroy tragó saliva. Le parecía imposible haber sobrevivido tras golpearse el cuerpo entero contra tanta roca. Se puso en pie, dispuesto a ascender la escalera y regresar al punto desde el que se había precipitado. Suponía que su desmayo había durado horas; tanto si ya hubiera escampado como si no, se arriesgaría a volver al bosque, con la esperanza de que no lo estuviera esperando una cuadrilla de furiosos policías. En cuanto pisó el primer peldaño, advirtió un resplandor blanco en la cima de la escalera. Fue como si alguien se aproximara con una linterna. Monroy se sintió perdido, pero fue incapaz de ponerse a buscar una salida alterna. Tan sólo pudo retroceder tres pasos y mantenerse a la expectativa. Se llenó de horror al ver bajar, a velocidad impresionante y sin tocar los peldaños, una figura antropomorfa, ataviada con una suerte de casulla negra; no se le notaba la cara, sino tan sólo un par de ojos de los que partía una intensa luz blanca. Su mano indistinguible sostenía un cirio encendido. Llegó al pie de la escalera y enfrentó a un Monroy aterrorizado y pálido, convencido de que, lejos de haber despertado, seguía sin sentido y sufriendo una pesadilla particularmente horripilante. Vio que otras figuras flotantes se sumaban a la primera, descendiendo sin hacer ruido por la enorme escalera. Una veintena rodeó a Monroy. —Pray! —exclamaron al unísono, con voces cavernosas. Monroy sufrió un colapso. Se ovilló en el suelo, cerró fuertemente los ojos y se echó a llorar, esperando que aquella pesadilla terminara pronto. Entretanto, los visitantes repitieron la consigna sin cansarse, y quizá sin saber que no era entendida por el espantado oyente. El clamor cesó de golpe. Monroy suspiró y se atrevió a abrir los ojos. Al parecer, había vuelto a quedarse solo. Creyó a pie juntillas que acababa de liberarse de la pesadilla más atroz que había tenido en su vida. Se puso en pie de un salto, decidido a salir de aquel sitio malsano y a enfrentarse hasta la muerte con sus perseguidores. Vio ante sí la inmensa escalera, que aún estaba iluminada por una luz de incierta procedencia. Empezó a subir ágilmente, recordando que para llegar a la puerta del búnker sólo tendría que dar unos cuantos pasos. Dejó atrás la escalera y, cuando atravesaba una porción de profunda negrura, sintió que una mano áspera lo aferraba por la garganta. Un sabueso incansable, empapado, acezando y guiando a un policía gordinflón a punto de desmayarse de puro cansancio, dejó de olfatear y empezó a ladrar cuando se detuvo frente a una puerta desvencijada. El gordinflón llamó por radio a sus camaradas, y en menos de diez minutos se apostó un pelotón de fusilamiento a las afueras del sitio descubierto. Nadie sabía que en esa parte del bosque hubiera un refugio. Se llamó al fugitivo por altavoz. No hubo respuesta, de ahí que se decidiera entrar y sacar a rastras al escurridizo indocumentado. El hedor que recibió a los agentes amenazó con anularlos, pero pudieron aguantar y, linternas y rifles en mano, cruzaron en diagonal un vestíbulo lleno de trebejos que recordaban la era de las diligencias, y desembocaron en una larga escalera de piedra. Corrieron escaleras abajo y lo que iluminaron los forzó a detenerse y horrorizarse. Habían encontrado el cadáver de Monroy, sin cuero cabelludo y destripado. Ocupaba la cima de una veintena de esqueletos apilados. Investigaciones posteriores revelaron que el destino de una partida de misioneros, desaparecida dos siglos atrás, por fin se había descubierto https://img511.***/img511/6407/halloweenweb22as0.gif
Re: Historias de terror, fantasmas... II año Muy buena las historias y ya que les gustan aprovecho para comentarles que este es un nuevo canal de youtube en donde una vez al día al menos suben vídeos de este estilo contando relatos de terror a veces de la autoria de los mismo creadores y otras veces alguna historia que sugieran si les interesa les dejo en link http://www.youtube.com/watch?v=dDG8ggNogOg http://www.youtube.com/watch?v=yTRCEtxRrfc