Re: Historias de Navidad HISTORIA DEL CARNAVAL PORTEÑO ENRIQUE HORACIO PUCCIA (Bs. As., Academia Porteña del Lunfardo, 2000) Capítulo IV "El carnaval en la época de Rosas" [Fragmento] El más importante de estos actos solía realizarse en la plaza Monserrat, que contaba con el marco que le brindaban las tropas de carretas llegadas del interior, cargadas con frutos del país, el sinnúmero de ranchos de barro y paja que abundaban en esos lugares y la famosa Calle del Pecado, llamada sucesivamente Fidelidad y Aroma, que se extendía paralelamente entre las actuales Moreno y Belgrano, donde se levanta el edificio del ex ministerio de Obras Públicas. El espectáculo era presenciado por una especialísima concurrencia compuesta por soldados de la Federación, negrada del Barrio del Mondongo y algunos funcionarios, figurando en ella más de una vez el mismo Restaurador, que solía presentarse envuelto en un amplio poncho pampa. Lo hacía generalmente acompañado por un grupo de correligionarios, todos montados en caballos que lucían arreos de plata y recados a la usanza criolla, llevando a la vez una testera de plumas rojas y una larga cinta del mismo color en la cola. Más tarde se agregaron compadritos, cuchilleros, tahúres, vagabundos y mujeres de baja estofa, provenientes de las fondas y casas de juego de la Calle del Pecado. Con ellos alternaban curtidos conductores de carretas, reseros de ruda estampa, guitarreros, payadores y muchas familias afincadas en las cercanías desde los tiempos en que funcionaba allí la plaza de toros, inaugurada en 1791. Tanta era la fama de guapeza que había cobrado cierto elemento arraigado en la parroquia que por largo tiempo subsistieron –y aún se recuerdan– muchas coplas alusivas al valor de esa gente. Una de las que más se popularizó fue ésta: Soy del barrio 'e Monserrá', donde relumbra el acero; lo que digo con el pico lo sostengo con el cuero. Tales alardes no pasaron a veces de simples bravuconadas, desvirtuándose la intención de los versos ante la realidad de los hechos. Mucho de cierto y no poco de leyenda late en los relatos que dejó tras de sí el carnaval de Rosas. A cuenta de la triste fama alcanzada por la mazorca, algunos escritores, dando libre vuelo a la imaginación, o llevados tal vez por las pasiones políticas, legaron una visión casi infernal de aquellas conmemoraciones, que parecían evocar la Noche de San Bartolomé, pero repetida en serie. Sin embargo, debe convenirse en que muy pacíficas no debieron de ser, puesto que el Restaurador, confirmando cuantoexpresaron Ramos Mejía, Paz y López, con una plausible propósito que no debe desconocerse, a fin de poner corto a los desmanes y evitar escenas no ya sólo poco decorosas, sino repulsivas, resolvió prohibir los festejos... Continua
Re: Historias de Navidad Que GRANDE su aporte canpa! ... con ello nos damos cuenta de las innumerables creencias y leyendas que existen gracias pro traerla!!!
Re: Historias de Navidad Que lindo albita!! y a mí esos años ahí ahora me llamanpoderosamente la atención!
Re: Historias de Navidad ...si Maia! ,despues sigo con el carnaval bonaerense y en el resto del pais!
Re: Historias de Navidad epocas duras ,Maia..el pais era joven!!!!! Venian de años de guerra y destruccion..la primera guerra civil(la revolucion de las lanzas) es de 1870.Se acercaba el militarismo...el desarrollo pujaba contra la pobreza..y se llenaba de inmigrantes,que nosl convertirian en el crisol de civilizaciones que hoy somos!!!Ahi andaba Don santos!!!!!!que grande!!!
Re: Historias de Navidad Para que leas maia..no tiene mucho que ver con el carnaval ni la navidad..pero te va a interesar.... "Capilla de San Roque: San Roque es el patrono de los carmelinos. A mediados del siglo XIX la ciudad fue azotada por una epidemia de cólera y aquellos elevaron sus plegarias y prometieron la construcción de una capilla en el lugar donde el padre José Sancho efectuó las rogativas el 1 y 2 de febrero de 1868. La capilla se inauguró el 16 de agosto de 1870. Desde esa fecha se celebra la fiesta patronal con festejos y una gran feria artesanal. De año en año aumentan los millares de peregrinos que acuden a rendirle culto al santo.
Re: Historias de Navidad uuuh que lindoo eso claucecita!!! José Antonio Wilde en Buenos Aires 70 años atrás hace una descripción del carnaval!
Re: Historias de Navidad Si ? Que bueno! ...lo que yo traigo es de un diario, pero bueno ,servirá ! después lo pongo!!
Re: Historias de Navidad Historia del Carnaval Bonaerense Lo trajeron los españoles, las mujeres arrojaban huevos de ñandú, Rosas bailaba candombe La costumbre de mojarse uno a otro en carnaval, la trajeron los españoles, a pesar que en España el carnaval cae en invierno. Ya desde el siglo XVIII los bonaerenses se mojaban los unos a los otros. En 1771 el Gobernador de Buenos Aires Juan José Vertíz implantó los bailes de carnaval en locales cerrados. Por esa misma época, un grupo de gente descontenta con los bailes justo antes de la cuaresma, y según decían por los excesos que ocurrían en ellos, llevaron su descontento ante el mismísimo rey de España. El rey envió de inmediato dos órdenes a Vértiz, el 7 y 14 de enero de 1773, por las cuales prohibía los bailes. Vértiz le protestó al rey diciendo que como se bailaba en España, también se lo podía hacer en Buenos Aires. Pero Carlos III promulgó una ley el 16 de diciembre de 1774, en la cual prohibía los bailes de carnaval, alegando que él nunca los había autorizado en las Indias. A baldazo limpio En los años siguientes a la Revolución de Mayo se volvió muy común entre la población, en especial entre las mujeres, la costumbre de jugar con agua. Utilizaban todo tipo de recipiente: desde el modesto jarro, hasta huevos vaciados y rellenos de agua con olor a rosa, pasando por baldes y jeringas. Entre la gente acomodada se usaba comprar los huevos de ñandú. Las azoteas de las casas se convertían en verdaderos campos de batalla, y más de un transeúnte recibió una fresca catarata de agua. La batalla por una azotea entre hombres y mujeres, todos jóvenes, era divertidísima y terminaba con la inmersión de los perdedores en una tina. Cada comienzo de carnaval se dictaban medidas preventivas, que nunca funcionaban porque los policías también jugaban. El Candombe del Gobernador Las costumbres del carnaval, en época de Rosas, fueron cayendo en excesos, llegando hasta el máximo desbordamiento. Estaban los que aprovechaban para entrar en las casas y robar, los que se aprovechaban de las mujeres que jugaban al carnaval, manoseándolas, rompiendo sus ropas y hasta violándolas. Los grandes protagonistas y protegidos de Rosas eran los morenos. Los negros se juntaban a danzar al ritmo de sus candombes. El mismo Rosas concurría donde los morenos festejaban. En 1838 acudió a la fiesta realizada en la esquina de las actuales San Juan y Santiago del Estero, acompañado de su esposa Encarnación y su hija Manuelita. Una costumbre en esta época era la llamada “día del entierro”. Los vecinos de cada barrio colgaban en algún lugar un muñeco de paja, al que llamaban Judas, que luego era quemado, en medio de una fiesta general. Los desmanes y escenas “poco decorosas” aumentaron, llegando a ser “repulsivas”. Rosas decidió cortar por lo sano y prohibió todo festejo de carnaval el 22 de febrero de 1844. Las celebraciones se reanudaron recién en 1854, con Rosas fuera del poder. En los años siguientes comenzaron a predominar las comparsas. continua
Re: Historias de Navidad La Princesa y el Oso Carolina El primer corso se efectuó en 1869, participando en él mascaras y comparsas. Al año siguiente, una disposición policial permitió el desfile de carruajes. El lujo de los disfraces y adornos fue creciendo con cada nuevo carnaval. Cobraron auge los «centros», sociedades organizadas especialmente para desfilar en los corsos. Predominaban los de los negros desfilando al son de sus candombes. Pero estos “centros” también estaban integrados por “gente de bien”, el más conocido era la sociedad “Los Negros”, integrada por jóvenes intelectuales de la alta sociedad. Vestían un uniforme militar húngaro. Las comparsas tenían canciones con letras de contenido gracioso, crítica política y crítica social. Las nuevas armas para los juegos con agua, eran los famosos pomos Cradwell. Estos arrojaban agua perfumada. En San Isidro se vendían los pomos de plomo en la librería de Valentín Dosso o la de Plinio Spinelli. A fines del siglo XIX y primeras décadas de 1900 los corsos alcanzaron su máxima popularidad. Los más importantes eran el de San Fernando, Adrogué, Lomas de Zamora, Avellaneda, Morón y San Isidro. Grandes grupos de máscaras llevaban la alegría a la gente por todos lados. Se disfrazaban pintorescamente, se podía ver a la princesa, los príncipes y condes y al gracioso y simpático “Oso Carolina”, el cual realizaba piruetas. Los carruajes eran siempre lujosos, pero la gente esperaba con ansia la llegada de las sociedades corales y musicales. Y por estos años comenzaron a tener importancia los bailes. Los mas conocidos eran los del Tigre Hotel, Hotel de San Isidro, los de Francisco Bustamante, las suntuosas veladas que organizaba Alfredo Demarchi en su palacio de San Fernando, los de Morón, Lomas de Zamora, los del hotel Las Delicias en Adrogué, los del Club de Flores y los del hotel Carapachay de San Fernando. Con el paso de los años se fue viendo que la gente de sociedad no compartía como antes estas fiestas populares, solo acudían a los bailes o se exhibían en los carruajes durante los corsos más importantes. El carnaval fue perdiendo encanto. Muchas familias dejaron de ir a los corsos más populares. En 1909 se suspendieron por los continuos incidentes que se producían. Continua
Re: Historias de Navidad Llegó la murga, ¡sí señor! A partir de 1915 muchas de las famosas comparsas fueron desapareciendo siendo reemplazadas por las murgas. Estas en principio estaban integradas por jóvenes de 20 o menos años. Sus cantos eran simples e ingenuos, y sus letras “atrevidas“. Los corsos perdían brillo, se poblaban de chatas, carros y carritos de lechero, adornados con flores artificiales, farolitos chinescos y tiras de papel barrilete de distintos colores. Eran tiempos difíciles y se notaba en los festejos del carnaval. Los desfiles fueron siendo relegados por los bailes en gran escala que organizaban diferentes instituciones sociales. En 1921 resultaron fabulosos los del Club de Flores, el realizado por el Círculo de la Prensa en el teatro Coliseo y las veladas en el Tigre Hotel. Las mujeres iban vestidas con disfraces y los hombres con smoking. Esto para las clases altas. Para los demás seguían existiendo los bailes en los clubes sociales. Las murgas representaban a estos centros sociales, y fueron relegando a las grandes comparsas. No tenían ni tenores ni bandas sinfónicas, pero eran y son muy divertidas. Los carnavales fueron mantenidos como fiesta pública por entidades que se organizaron en función de lazos de vecindad y territorio, que es la forma que todavía se encuentra en nuestros días. Desaparecieron los corsos, pero todavía se festeja. Y obviamente los juegos con agua nunca desaparecieron por más prohibiciones que les implantaron. Por Martín A. Cagliani Artículo publicado en la revista Circulo de la Historia, Nº 47. (Fragmento) Los carnavales de Salta y Jujuy En la ciudad de Salta “asociada a los corsos, el carnaval rememora las tradiciones europea con aquellos desfiles de «carros ornamentados y grupos de comparsas». Y están las carpas, la máscara, el disfraz y el juego con agua, harina o pintura hasta la embriaguez.” En cambio en la provincia de Jujuy, particularmente "en la Quebrada de Humahuaca, el carnaval asimiló elementos del boliviano, que no aparecen en zonas relativamente próximas como la del Valle Calchaquí.” Carnaval, viejo señor de los rituales El Carnaval es la fiesta de la alegría, del desenfreno, del exceso; es la fiesta por antonomasia, pues con denominación diversa y características distintas aparece en todas las épocas y culturas más dispares. Como simbolismo general, el carnaval representa cierta alteración del orden que organiza la sociedad durante el año; donde las jerarquías y los roles se confunden. Y en nuestra tierra, y especialmente en el interior, la fiesta toma características propias que la identifican. Los Kiobas de Rosario de Lerma Continua