Amigos del foro: La pregunta es práctica porque estoy editando un texto publicitario sobre una tintura. Debo confimar que lo que llamamos henna (y algunos llaman alheña) es una Lythraceae y no una Oleaceae. Gracias. Adivino comentarios estupendos.
Ni idea de lo que es el henna, pero la alheña clásicamente se sobreentiende a Ligustrum vulgare, extensible a otras especies del género. Evidentemente, los nombres comunes son adornos sin reglas y nada resta validez en llamar aligustre, henna o como te de la gana, a la Lawsonia inermis o a cualquier otra especie de planta, y siendo absolutamente válido,
No hablaba de tatuajes, sino de coloración para el cabello o sea tintura. Sí, me parece confirmado que es Lawsonia inermis.
Esta misma pregunta, Isidro, la hice en foros de "literatos", gente que sabe bastante de palabras pero poco de plantas. Los nombres comunes, sin embargo, no son tan al gusto de cada cual, de mí o de ti. Para que sea un nombre común o vernáculo o local debe ser usado por una cantidad mínima de hablantes.
Bueno, Isidro, vale que no te atraigan especialmente los nombres vernáculos, porque tú buscas, como es lógico, la exactitud en la identificación y éstos no pueden dártela. Pero de ahí a considerar que va un abismo. No son meros adornos, eso sería caprichoso. Y no carecen de sus propias reglas, que escapan a las de la taxonomía botánica, cierto, pero que entran de lleno en las de la etnobotánica y la filología diacrónica. No hay nada caprichoso, aunque a veces pudiera parecérnoslo, en los nombre populares, vernaculares, comunes, o comoquiera que los llamemos, a menos que estemos dispuestos a sostener que sea caprichosa la propia historia del hombre y su relación con la naturaleza. En esos nombres se esconden preciosas informaciones sobre conceptos de la relación del humano con el medio, la medicina primigenia, las costumbres, la estética, las relaciones comerciales entre los pueblos. O las guerras. La "alheña", por ejemplo, o "henna", y en los libros medievales "alkanna", ha sido siempre desde hace varios milenios la litrácea Lawsonia alba Lamarck [= Lawsonia inermis L. = Lawsonia spinosa L.]. Sacando datos de acá y de allá, pero sobre todo del artículo "Les voyages du henné", que Françoise Aubaile-Sallenave publicó en 1982 en la revista francesa Journal d'Agriculture Traditionnelle et de Botanique Appliquée, XXIX, 2, 123-178, parece ser que la utiliza el ser humano desde el 3er. milenio a.C. como perfume, cosmético y medicamento. Desde una zona donde sería autóctona, que va desde el Irak, por el sur de Irán, hasta Beluchistán en Pakistán, se difundió la planta con su uso hacia el oeste (Próximo Oriente y Egipto) y el este (norte de la India). Hay constancia de su empleo como cosmético en la Mesopotamia de los siglos XXVII y XXVI a.C. y más tarde, en el Egipto del s. XIII a.C. (hay quien dice que estaba mencionada ya en el Papiro de Ebers, s. XVI a.C). Y aparece en la Biblia también, en el Cantar de los cantares 1:14 "Es mi amado para mí racimito de alheña [אֶשְׁכֹּל הַכֹּפֶר eshkol ha-kopher] de las viñas de Engadí"La palabra que usaban en el Próximo Oriente para denominarla era una egipcia antigua que sonaba puker, de donde salió el nombre hebreo de la Biblia כֹּ֤פֶר kopher, en arameo se hizo kōphrā y en griego κύπρος, que en latín se transcribió cypros. Dioscórides 1:95 menciona sus propiedades medicinales y el uso que hacían en Egipto como cosmético, pero el uso universal en el mundo grecorromano era como perfume. Se producía en Egipto macerando los aromáticos racimos de flores en aceite de ben, Moringa aptera Gaertn., y el líquido verdoso resultante era el perfume cyprinum, caro y exquisito. El hundimiento del comercio que arrastró el Imperio Romano a la ruina interrumpió el suministro de este perfume y en Europa no se volvió a conocer. Más adelante, cuando la eclosión del Islam, llegó de nuevo la Lawsonia alba Lam. a Europa, esta vez a través del Norte de África y España. Ahora venía con su nombre árabe الحِنَّاء al-ḥinnā' que dio origen al arabismo alheña y traía un uso fundamentalmente cosmético y médico. Con la alheña se teñían los cabellos y se pintaban las palmas de las manos y de los pies, pues se consideraba que fortalecía la piel y evitaba grietas y excoriaciones, también se hacían tatuajes reversibles en ésos y otros miembros con fines mágico-decorativos. Pero la alheña cultivada en la Edad Media, en lo que hoy llamamos España y Portugal y entonces se llamaba en árabe "al-Andalus", la zona musulmana de la Península Ibérica, era escasa, y cara si se importaba. Por consiguiente, dado el enorme auge que había tomado su uso, como suele pasar muy a menudo, empezaron a utilizarse sucedáneos. El más usado era el Ligustrum vulgare L., cuyas bayas tiñen de colorado de una manera muy similar a la pasta de alheña, y era mucho más barato porque era una planta autóctona. Por eso el fitónimo "alheña" se le aplicó también al aligustre, aunque era una oleácea arborescente y no una litrácea herbácea. Y además se usó el mismo nombre para otras plantas que ocasionalmente pudieran teñir de rojo. Ahí fue donde, en las traducciones de Toledo del siglo XII, la versión latinizada del arabismo hispánico alkanna, que en principio denominó la alheña, pasó a denominar no sólo el aligustre, al que se llamó "alkanna europaea" frente a la alheña que era la "alkanna orientalis", sino la borraginácea que hoy lleva el nombre binomial de Alkanna tinctoria (L.) Tausch. y como vernáculo "orcaneta" que es una curiosa adaptación de la misma palabra. En efecto, la orcaneta era muy fácil de obtener como planta tintórea en lo que hoy es el sur de Francia, donde es endemismo y, además, se hablaba occitano. El occitano tomó el arabismo porque el tinte que sacaban de la orcaneta era rojo, y para diferenciar las tres "alkannas", dejando a la alheña verdadera su nombre y al aligustre el de la variante "europea", se llamó a esta otra con el diminutivo, que en occitano es igual que en catalán, "alkaneta". De ahí que en inglés uno de los vernaculares habituales para la orcaneta siga siendo "alkanet", pero el francés la hizo evolucionar a "arcanette" y luego "orcanette" (s. XVI), que fue devuelta a España como "orcaneta" y en portugués y español también denomina la Alkanna tinctoria (L.) Tausch, pero en catalán se ha desplazado para denominar otra borraginácea, la Onosma echioides (L.) L., en español "orcaneta amarilla". Entre tanto habían ocurrido en la Península Ibérica muchas trasformaciones. La más importante por su trascendencia fue la de la destrucción de al-Andalus y la limpieza étnica de todos los musulmanes españoles. La expulsión de los moriscos significó también la expulsión de muchas costumbres identitarias de la España andalusí. La alheña no se volvió a cultivar en la Península ni nadie se volvió a teñir el pelo, y mucho menos las manos, con alheña. Una mujer con las manos alheñadas o un hombre barbitaheño se estaban exponiendo a caer en las garras de la Inquisición y que les inquirieran bajo tortura a ver qué religión había tenido su padre o su abuelo. Y nadie arriesga la vida por una moda, por muy identitaria que sea, y si curaba la sarna, es preferible seguir vivo con sarna que perder la sarna y la vida. Pero, como los nombres perduran a veces más que las cosas que denominan, se siguió usando la palabra alheña aunque ahora denominando, no a la alheña verdadera, que ya no la había, ni memoria de ella, sino al aligustre. Por eso el Diccionario de la Academia, el DRAE, que en cuestión de fitonimia es un desastre, no da más significado de "alheña" que el del aligustre, olvidando el uso de esta palabra en La Celestina, por poner sólo un ejemplo. Y así es como ahora que la verdadera alheña está volviendo a usarse en Europa, esta vez como cosmético orientalizante, se han olvidado sus antiguos nombres de "alheña" en España o "alkanna" en el resto de lenguas tributarias del latín científico, y se ha tomado de nuevo la palabra del árabe, esta vez suprimiendo el artículo, y decimos "henna", que pronunciamos "jenna" (yo lo he visto escrito "gena" en una tienda). Estos hechos lingüísticos no dejaron de tener su repercusión en la creación de la nomenclatura binomial, pues el jaleazo que había de nombres era tal que hizo que se sintiera con fuerza desde el siglo XVI la necesidad de fijar la taxonomía botánica de una vez por todas. Que viene a ser lo mismo que clama Isidro. Bauhin había identificado el nombre arábigo alcanna de las traducciones de Avicena con el latino ligustrum de Virgilio y de Plinio, y, puesto que el vulgo hablaba de "alcanna europea" y "alcanna oriental", él llamó a la alheña Ligustrum aegyptiacum Bauhin, lo que no hizo sino aumentar la confusión. Linneo zanjó la cuestión prescindiendo del nombre "alcanna" y llamó Ligustrum sólo a las oleáceas y para las litráceas inventó el nombre Lawsonia en honor de su amigo el doctor escocés Isaac Lawson, que contribuyó económicamente a la primera edición del Systema Naturae. No fue sino años después que Tausch, en Baviera, en el año 1824, desgajó del género Anchusa de Linneo un género nuevo para el que recuperó la palabra perdida y llamó Alkanna tinctoria (L.) Tausch a la que Linneo había llamado Anchusa tinctoria L. En resumen, y sin dejar de suplicar clemencia por el fárrago que acabo de meter: La alheña y la henna son lo mismo, la litrácea Lawsonia alba Lamarck. Pero el llamar "alheña" al aligustre tiene su razón histórica, no es un mero adorno.
Magnífica exposicion Hua Qin. Eres todo un erudito en etnobotánica y etimologías, y además sabes explicarlo de forma sencilla y amena.
Claro, por qué no. Pero cita el artículo de Françoise Aubaile-Sallenave, que fue la que se mató a investigar. Yo sólo lo leí y luego lo cuento.
Es el mismo tinte para los tatuajes y la coloracion del cabello,el tatuaje es un adorno en africa norte, "Yo se bastante de plantas y poco de palabras"
Hola, Toinette. Creo que hemos establecido firmemente que para el cabello los fabricantes de productos cosméticos usan Lawsonia. Para los tatuajes, ¿usan Lawsonia en el norte de África? Gracias a Hua Chin (que dijo basarse en Françoise Aubaile-Sallenave) hemos establecido firmemente que algunos Ligustrum se usaron alguna vez como sustitutos más baratos.
También hemos establecido que el nombre común henna, aceptado por María Moliner, es un buen nombre oara la Lawsania inermis, aunque algunos no les guste.