Re: ... de poetas, cuentos y leyendas El Principito de Antoine Saint Exupéry 5 Cada día yo aprendía algo nuevo sobre el planeta, sobre la partida y sobre el viaje. Esto venía suavemente al azar de las reflexiones. De esta manera tuve conocimiento al tercer día , del drama de los baobabs. Fue también gracias al cordero y como preocupado por una profunda duda, cuando el principito me preguntó: -¿Es verdad que los corderos se comen los arbustos? -Sí, es cierto. -¡Ah, qué contesto estoy! No comprendí por qué era tan importante para él que los corderos se comieran los arbustos. Pero el principito añadió: -Entonces se comen también los Baobabs. Le hice comprender al principito que los baobabs no son arbustos, sino árboles tan grandes como iglesias y que incluso si llevase consigo todo un rebaño de elefantes, el rebaño no lograría acabar con un solo baobab. Esta idea del rebaño de elefantes hizo reír al principito. -Habría que poner los elefantes unos sobre otros… Y luego añadió juiciosamente: -Los baobabs, antes de crecer, son muy pequeñitos. -Es cierto. Pero ¿por qué quieres que tus corderos coman los baobabs? Me contestó: "¡Bueno! ¡Vamos!" como si hablara de una evidencia. Me fue necesario un gran esfuerzo de inteligencia para comprender por mí mismo este problema. En efecto, en el planeta del principito había, como en todos los planetas, hierbas buenas y hierbas malas. Por consiguiente, de buenas semillas salían buenas hierbas y de las semillas malas, hierbas malas. Pero las semillas son invisibles; duermen en el secreto de la tierra, hasta que un buen día una de ellas tiene la fantasía de despertarse. Entonces se alarga extendiendo hacia el sol, primero tímidamente, una encantadora ramita inofensiva. i se trata de una ramita de rábano o de rosal, se la puede dejar que crezca como quiera. Pero si se trata de una mala hierba, es preciso arrancarla inmediatamente en cuanto uno ha sabido reconocerla. En el planeta del principito había semillas terribles… como las semillas del baobab. El suelo del planeta está infestado de ellas. Si un baobab no se arranca a tiempo, no hay manera de desembarazarse de él más tarde; cubre todo el planeta y lo perfora con sus raíces. Y si el planeta es demasiado pequeño y los baobabs son numerosos, lo hacen estallar. "Es una cuestión de disciplina, me decía más tarde el principito. Cuando por la mañana uno termina de arreglarse, hay que hacer cuidadosamente la limpieza del planeta. Hay que dedicarse regularmente a arrancar los baobabs, cuando se les distingue de los rosales, a los cuales se parecen mucho cuando son pequeñitos. Es un trabajo muy fastidioso pero muy fácil". Y un día me aconsejó que me dedicara a realizar un hermoso dibujo, que hiciera comprender a los niños de la tierra estas ideas. "Si alguna vez viajan, me decía, esto podrá servirles mucho. A veces no hay inconveniente en dejar para más tarde el trabajo que se ha de hacer; pero tratándose de baobabs, el retraso es siempre una catástrofe. Yo he conocido un planeta, habitado por un perezoso que descuidó tres arbustos…" Siguiendo las indicaciones del principito, dibujé dicho planeta. Aunque no me gusta el papel de moralista, el peligro de los baobabs es tan desconocido y los peligros que puede correr quien llegue a perderse en un asteroide son tan grandes, que no vacilo en hacer una excepción y exclamar: "¡Niños, atención a los baobabs!" Y sólo con el fin de advertir a mis amigos de estos peligros a que se exponen desde hace ya tiempo sin saberlo, es por lo que trabajé y puse tanto empeño en realizar este dibujo. La lección que con él podía dar, valía la pena. Es muy posible que alguien me pregunte por qué no hay en este libro otros dibujos tan grandiosos como el dibujo de los baobabs. La respuesta es muy sencilla: he tratado de hacerlos, pero no lo he logrado. Cuando dibujé los baobabs estaba animado por un sentimiento de urgencia.
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas Hola!insisto con Benedetti..(palabra que leo a otros autores!!!) T O D A V I A Mario Benedetti No lo creo todavía estás llegando a mi lado y la noche es un puñado de estrellas y de alegría palpo gusto escucho y veo tu rostro tu paso largo tus manos y sin embargo todavía no lo creo tu regreso tiene tanto que ver contigo y conmigo que por cábala lo digo y por las dudas lo canto nadie nunca te reemplaza y las cosas más triviales se vuelven fundamentales porque estás llegando a casa sin embargo todavía dudo de esta buena suerte porque el cielo de tenerte me parece fantasía pero venís y es seguro y venís con tu mirada y por eso tu llegada hace mágico el futuro y aunque no siempre he entendido mis culpas y mis fracasos en cambio sé que en tus brazos el mundo tiene sentido y si beso la osadía y el misterio de tus labios no habrá dudas ni resabios te querré más todavía.
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas ALL OUR YESTERDAYS Quiero saber de quién es mi pasado. ¿De cuál de los que fui? ¿Del ginebrino que trazó algún hexámetro latino que los lustrales años han borrado? ¿Es de aquel niño que buscó en la entera biblioteca del padre las puntuales curvaturas del mapa y las ferales formas que son el tigre y la pantera? ¿O de aquel otro que empujó una puerta detrás de la que un hombre se moría para siempre, y besó en el blanco día la cara que se va y la cara muerta? Soy los que ya no son. Inútilmente soy en la tarde esa perdida gente. Jorge Luis Borges
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas BUENOS AIRES Antes yo te buscaba en tus confines que lindan con la tarde y la llanura y en la verja que guarda una frescura antigua de cedrones y jazmines. En la memoria de Palermo estabas, en su mitología de un pasado de baraja y puñal y en el dorado bronce de las inútiles aldabas, con su mano y sortija. Te sentía en los patios del Sur y en la creciente sombra que desdibuja lentamente su larga recta, al declinar el día. Ahora estás en mí. Eres mi vaga suerte, esas cosas que la muerte apaga. Jorge Luis Borges
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas BUENOS AIRES Y la ciudad, ahora, es como un plano de mis humillaciones y fracasos; desde esa puerta he visto los ocasos y ante ese mármol he aguardado en vano. Aquí el incierto ayer y el hoy distinto me han deparado los comunes casos de toda suerte humana; aquí mis pasos urden su incalculable laberinto. Aquí la tarde cenicienta espera el fruto que le debe la mañana; aquí mi sombra en la no menos vana sombra final se perderá, ligera. No nos une el amor sino el espanto será por eso que la quiero tanto. Jorge Luis Borges
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas BUENOS AIRES, 1899 El aljibe. En el fondo la tortuga. Sobre el patio la vaga astronomía del niño. La heredada platería que se espeja en el ébano. La fuga del tiempo, que al principio nunca pasa. Un sable que ha servido en el desierto. Un grave rostro militar y muerto. El húmedo zaguán. La vieja casa. En el patio que fue de los esclavos la sombra de la parra se aboveda. Silba un trasnochador por la vereda. En la alcancía duermen los centavos. Nada. Sólo esa pobre medianía que buscan el olvido y la elegía. Jorge Luis Borges, 1977
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas LA PLAZA SAN MARTÍN A Macedonio Fernández En busca de la tarde fui apurando en vano las calles. Ya estaban los zaguanes entorpecidos de sombra. Con fino bruñimiento de caoba la tarde entera se había remansado en la plaza, serena y sazonada, bienhechora y sutil como una lámpara, clara como una frente, grave como un ademán de hombre enlutado. Todo sentir se aquieta bajo la absolución de los árboles —jacarandás, acacias— cuyas piadosas curvas atenúan la rigidez de la imposible estatua y en cuya red se exalta la gloria de las luces equidistantes del leve azul y de la tierra rojiza. ¡Qué bien se ve la tarde desde el fácil sosiego de los bancos! Abajo el puerto anhela latitudes lejanas y la honda plaza igualadora de almas se abre como la muerte, como el sueño. Jorge Luis Borges, 1923 Fervor de Buenos Aires (1923)
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas LA VIDA HUMANA Velas de amor en golfos de ternura vuela mi pobre corazón al viento y encuentra, en lo que alcanza, su tormento, y espera, en lo que no halla, su ventura, viviendo en esta humana sepultura engañar el pesar es mi contento, y este cilicio atroz del pensamiento no halla un linde entre el genio y la locura. ¡Ay! en la vida ruin que al loco embarga, y que al cuerdo infeliz de horror consterna, dulce en el nombre, en realidad amarga, sólo el dolor con el dolor alterna, y si al contarla a días es muy larga, midiéndola por horas es eterna. Ramón de Campoamor
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas LO INACABABLE No tienes tú la culpa si en tus manos mi amor se deshojó como una rosa: Vendrá la primavera y habrá flores... El tronco seco dará nuevas hojas. Las lágrimas vertidas se harán perlas de un collar nuevo; romperá la sombra un sol precioso que dará a las venas la savia fresca, loca y bullidora. Tú seguirás tu ruta; yo la mía y ambos, libertos, como mariposas perderemos el polen de las alas y hallaremos más polen en la flora. Las palabras se secan como ríos y los besos se secan como rosas, pero por cada muerte siete vidas buscan los labios demandando aurora. Mas... ¿lo que fue? ¡Jamás se recupera! ¡Y toda primavera que se esboza es un cadáver más que adquiere vida y es un capullo más que se deshoja! Alfonsina Storni
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas Hola Estoy leyendo "El Principito". ¡Qué desazón dejan los poemas de Jorge Luís Borges! por lo menos para mí. Les dejo un poema de Alfonsina Storni, que sin duda ustedes han leído. “¿Qué diría?” Decidme, amigos míos: ¿la gente qué diría Si en un día fortuito, por ultrafantasía, Me tiñera el cabello de plateado y violeta, Usara peplo griego, cambiara la peineta Por cintillo de flores, miosotis o jazmines, Cantara por las calles al compás de violines, O dijera mis versos recorriendo las plazas Libertado mi gusto de comunes mordazas? ¿Irían a mirarme cubriendo las aceras? ¿Me quemarían como quemaron hechiceras? ¿Campanas tocarían para llamar a misa? En verdad que pensarlo me da un poco de risa. ¡Qué transgresora! y pensar que fue de principios del siglo XX. Les dejo un cuento de inocencia campesina. LA TENQUITA. Fue rescatado por Ramón A. Laval, natural de San Fernando y recitado en 1905 por Polonia González, también de Colchagua y publicado en Cuentos Chilenos de Nunca Acabar por el escritor Laval. Esta era una tenquita que tenía unos tenquitos muy lindos, que acababan de salir del huevo. Una mañanita salió á buscarles que comer, y como era invierno y había caído mucha nieve, a la Tenquita se le heló la patita. Al verse coja la avecita se afligió mucho y llorando le dijo a la Nieve: —Nieve, ¿por qué eres tan mala que me quemaste la patita a mí? Y la Nieve le contestó: —Más malo es el Sol que me derrite a mí. Entonces la Tenquita se fue donde el Sol, y le dijo: —Sol, ¿por qué eres tan malo que derrites a la Nieve y la Nieve me quema la patita a mí? —Más malo es el Nublado que me tapa a mí. Se fue la Tenquita á ver al Nublado, y le dijo: —Nublado, ¿por qué eres tan malo que tapas al Sol, el Sol derrite á la Nieve y la Nieve me quema la patita a mí? —Más malo es el Viento que me corre á mí. Fue la Tenquita donde el Viento, y le dijo: —Viento, ¿Por qué eres tan malo que corres al Nublado, el Nublado tapa al Sol, el Sol derrite á la Nieve y la Nieve me quema la patita a mí? Y el Sol le respondió: —Más mala es la Pared que me ataja a mí. Fue la Tenquita a ver á la Pared, y le dijo: —Pared, ¿por qué eres tan mala que atajas al Viento, el Viento corre al Nublado, el Nublado tapa al Sol, el Sol derrite á la Nieve y la Nieve me quema la patita a mí? —Más malo es el Ratón que me agujerea a mí. Fue la Tenquita donde el Ratón y le dijo: —Ratón, ¿por qué eres tan malo que agujereas á la Pared, la Pared ataja al Viento, el Viento corre al Nublado, el Nublado tapa a! Sol, el Sol derrite á la Nieve y la Nieve me quema la patita á mí? —Más malo es el Gato que me come á mí. Fue la Tenquita donde el Gato y le dijo: —Gato, ¿por qué eres tan malo que te comes al Ratón, el Ratón agujerea la Pared, la Pared ataja al Viento, el Viento corre al Nublado, el Nublado tapa al Sol, el Sol derrite á la Nieve y la Nieve me quema la patita á mí? —Más malo es el Perro que me corre á mí. Entonces la Tenquita fue donde el Perro y le dijo: —Perro, ¿por qué eres tan malo que corres al Gato, el Gato come al Ratón, el Ratón agujerea la Pared, la Pared ataja al Viento, el Viento corre al Nublado, el Nublado tapa al Sol, el Sol derrite á la Nieve y la Nieve me quema la patita á mí? —Más malo es el Palo que me pega á mí. Fue entonces la Tenquita donde el Palo, y le dijo: —Palo, ¿por qué eres tan malo que pegas el Perro, el Perro corre al Gato, el Gato come al Ratón, el Ratón agujerea á la Pared, la Pared ataja al Viento, el Viento corre al Nublado, el Nublado tapa al Sol, el Sol derrite á la Nieve y la Nieve me quema la patita á mí? —Más malo es el Fuego que me quema á mí. Fue la Tenquita donde el Fuego, y le dijo: —Fuego, ¿por qué eres tan malo que quemas al Palo, el Palo pega al Perro, el Perro corre al Gato, el Gato come al Ratón, el Ratón agujerea á la Pared, la Pared ataja al Viento, el Viento corre al Nublado, el Nublado tapa al Sol, el Sol derrite á la Nieve y la Nieve me quema la patita á mí? —Más mala es el Agua que me apaga á mí. Fue la Tenquita donde el Agua y le dijo: —Agua, ¿por qué eres tan mala que apagas al Fuego, el Fuego quema al Palo, el Palo pega al Perro, el Perro corre al Gato, el Gato come al Ratón, el Ratón agujerea á la Pared, la Pared ataja al Viento, el Viento corre al Nublado, el Nublado tapa al Sol, el Sol derrite á la Nieve y la .Nieve me quema la patita á mí? —Más malo es el Buey que me bebe á mí. -Buey, ¿por qué eres tan malo que bebes el Agua, el Agua apaga al Fuego, el Fuego quema al Palo, el Palo pega al Perro, el Perro corre al Gato, el Gato come al Ratón, el Ratón agujerea á la Pared, la Pared ataja al Viento, el Viento corre al Nublado, el Nublado tapa al Sol, el Sol derrite á la Nieve y la Nieve me quema la patita á mí. —Más malo es el Cuchillo que me mata á mí. Fue la Tenquita donde el Cuchillo, y le dijo: —Cuchillo, ¿por qué eres tan malo que matas al Buey, el Buey se bebe al Agua, el Agua apaga al Fuego, el Fuego quema al Palo, el Palo pega al Perro, el Perro corre al Gato, el Gato come al Ratón, el Ratón agujerea .á la Pared, la Pared ataja al Viento, el Viento corre al Nublado, el Nublado tapa al Sol, el Sol derrite á la Nieve y la Nieve me quema la patita á mí? —Más malo es el hombre que me hace á mí. Fue la Tenquita donde el hombre, y le dijo: —Hombre, ¿por qué eres tan malo que haces al Cuchillo, el Cuchillo mata al Buey, el Buey se bebe al Agua, el Agua apaga al Fuego, el Fuego quema al Palo, el Palo pega al Perro, el Perro corre al Gato, el Gato come al Ratón, el Ratón agujerea á la Pared, la Pared átala al Viento, el Viento corre al Nublado, el Nublado tapa al Sol, el Sol derrite á la Nieve y la Nieve me quema la patita á mí? —Pregúntasela al Señor que me hizo á mí. Fue entonces la Tenquita donde su Divina Majestad, y arrodillándose humildemente delante de Ella inclinó la cabeza hasta besar el suelo, y le dijo: —Señor, ¿por qué hiciste al hombre, que es tan malo, el hombre hace al Cuchillo, el Cuchillo mata al Buey, el Buey se bebe al Agua, el Agua apaga al Fuego, el Fuego quema al Palo, el Palo pega al Perro, el Perro corre al Gato, el Gato come al Ratón, el Ratón agujerea á la Pared, la Pared ataja al Viento, el Viento corre al Nublado, el Nublado tapa al Sol, él Sol derrite á la Nieve y la Nieve me quema la patita á mí? Y la Tenquita se puso á llorar tan amargamente que daba lástima verla. El Señor se compadeció de la desgracia de la pobre avecita y le dijo con mucha dulzura: —Vete tranquila, Tenquita, á cuidar á tus tenquitos, que están tiritando de frío y muriéndose de hambre. La Tenquita, como buena cristiana, obedeció al momento y cuando llegó á su nidito se encontró con que tenía buena y sana la patita quemada. (Me cansé de sacarle el acento a la "a", así venía Les dejo una imagen de la Tenca, ave endémica de Chile.
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas Precioso todo lo pusiste Anveri!!!!Y el cuento, una ternura!! Y gracias por presentarnos a la tenca, que yo ,particularmente, no la conocía! Me alegra que estes leyendo a El Principito,ahi pongo la página 6,de El Principito de Antoine Saint Exupéry.... 6 ¡Ah, principito!, cómo he ido comprendiendo lentamente tu vida melancólica! Durante mucho tiempo tu única distracción fue la suavidad de las puestas de sol. Este nuevo detalle lo supe al cuarto día, cuando me dijiste: -Me gustan mucho las puestas de sol; vamos a ver una puesta de sol… -Tendremos que esperar… -¿Esperar qué? -Que el sol se ponga. Pareciste muy sorprendido primero, y después te reíste de ti mismo. Y me dijiste: -Siempre me creo que estoy en mi casa.. En efecto, como todo el mundo sabe, cuando es mediodía en Estados Unidos, en Francia se está poniendo el sol. Sería suficiente poder trasladarse a Francia en un minuto para asistir a la puesta del sol, pero desgraciadamente Francia está demasiado lejos. En cambio, sobre tu pequeño planeta te bastaba arrastrar la silla algunos pasos para presenciar el crepúsculo cada vez que lo deseabas… Un día vi ponerse el sol cuarenta y tres veces! Y un poco más tarde añadiste: -¿Sabes?... Cuando uno está verdaderamente triste son agradables las puestas de sol. -¿Estabas, pues, verdaderamente triste el dia de las cuarenta y tres veces? El principito no respondió. Y la siguiente porque esta fue cortita.... 7 Al quinto día, siempre gracias al cordero, me fue revelado este otro secreto de la vida del principito. Me preguntó bruscamente, y sin preámbulo, como resultado de un problema largamente meditado en silencio: -Si un cordero se come los arbustos, se comerá también las flores ¿no? -Un cordero se come todo lo que encuentra. -¿Y también las flores que tienen espinas? -Sí; también las flores que tienen espinas. -Entonces, ¿para qué le sirven las espinas? Confieso que no lo sabía. Estaba yo muy ocupado tratando de destornillar un perno demasiado apretado del motor; la avería comenzaba a parecerme cosa grave y la circunstancia de que se estuviera agotando mi provisión de agua, me hacía temer lo peor. -¿Para qué sirven las espinas? El principito no permitía nunca que se dejara sin respuesta una pregunta formulada por él. Irritado por la resistencia que me oponía el perno, le respondí lo primero que se me ocurrió: -Las espinas no sirven para nada; son pura maldad de las flores. -¡Oh! Y después de un silencio, me dijo con una especie de rencor: -¡No te creo! Las flores son débiles. Son ingenuas. Se defienden como pueden. Se creen terribles con sus espinas… No le respondí nada; en aquel momento me estaba diciendo a mí mismo: "Si este perno me resiste un poco más, lo haré saltar de un martillazo". El principito me interrumpió de nuevo mis pensamientos: -¿Tú crees que las flores…? -¡No!, !No! Yo no creo nada! Te contesté cualquier cosa para que te calles. Tengo que ocuparme de cosas serias. Me miró estupefacto. -¡De cosas serias! Me miraba con mi martillo en la mano, los dedos llenos de grasa e inclinado sobre algo que le parecía muy feo. -¡Hablas como las personas grandes! Me avergonzó un poco. Pero él, implacable, añadió: -¡Lo confundes todo!…!todo lo mezclas!… Estaba verdaderamente irritado; sacudía la cabeza, agitando al viento sus cabellos dorados. -Conozco un planeta donde vive un señor muy colorado, que nunca ha olido una flor, ni ha mirado una estrella y que jamás ha querido a nadie. En toda su vida no ha hecho más que sumas y restas. Y todo el día se lo pasa repitiendo como tú: "¡Soy un hombre serio, soy un hombre serio!"… Al parecer esto le llema de orgullo. Pero no es un hombre, ¡es un hongo! -¿Un qué? -Un hongo. El principito estaba pálido de cólera. -Hace millones de años que las flores tiene espinas y hace también millones de años que los corderos, a pesar de las espinas, se comen las flores. ¿Es que no es cosa seria averiguar por qué las flores pierden el tiempo fabricando unas espinas que no les sirven para nada? ¿Es que no es importante la guerra de los corderos y las flores? ¿No es esto más serio e importante que las sumas de un señor gordo y colorado? Y si yo sé de una flor única en el mundo y que no existe en ninguna parte más que en mi planeta; si yo sé que un buen día un corderillo puede aniquilarla sin darse cuenta de ello, ¿es que esto no es importante? El principito enrojeció y después continuó: -Si alguien ama a una flor de la que sólo existe más que un ejemplar entre los millones y millones de estrellas, es bastante para que sea feliz cuando mira a las estrellas. Puede decir satisfecho: "Mi flor está allí, en alguna parte…" ¡Pero si el cordero se la come, para él es como si de pronto todas las estrellas se apagaran! ¿Y esto no es importante? No pudo decir más y estalló bruscamente en sollozos. La noche había caído. Yo había soltado las herramientas y ya no importaban nada el martillo, el perno, la sed y la muerte. ¡Había en una estrella, en un planeta, el mío, la Tierra, un principito a quien consolar! Lo tomé en mis brazos y lo mecí diciéndole: "la flor que tú quieres no corre peligro… te dibujaré un bozal para tu cordero y una armadura para la flor…te…". No sabía qué decirle, cómo consolarle y hacer que tuviera nuevamente confianza en mí; me sentía torpe. ¡Es tan misterioso el país de las lágrimas!
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas Los colores del atardecer son muy hermosos. A mi me ha llamado la atención cómo se describe a la aurora en La ILIADA, Canto I. 475. Cuando el sol se puso y sobrevino la noche, durmieron cerca de las amarras de la nave. Mas, así que apareció la hija de la mañana, la Aurora de rosados dedos Amo a las flores, especialmente las nativas, de mi país. El dolor paraliza, hasta los animalitos, de la misma especie hacen un alto ante el dolor de los demás. Que sea un día hermoso junto a tu familia.
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas Capitulo 8 de el Principito de Antoine Saint Exupéry Aprendí bien pronto a conocer mejor esta flor. Siempre había habido en el planeta del principito flores muy simples adornadas con una sola fila de pétalos que apenas ocupaban sitio y a nadie molestaban. Aparecían entre la hierba una mañana y por la tarde se extinguían. Pero aquella había germinado un día de una semilla llegada de quién sabe dónde, y el principito había vigilado cuidadosamente desde el primer día aquella ramita tan diferente de las que él conocía. Podía ser una nueva especie de Baobab. Pero el arbusto cesó pronto de crecer y comenzó a echar su flor. El principito observó el crecimiento de un enorme capullo y tenía le convencimiento de que habría de salir de allí una aparición milagrosa; pero la flor no acababa de preparar su belleza al abrigo de su envoltura verde. Elegía con cuidado sus colores, se vestía lentamente y se ajustaba uno a uno sus pétalos. No quería salir ya ajada como las amapolas; quería aparecer en todo el esplendor de su belleza. ¡Ah, era muy coqueta aquella flor! Su misteriosa preparación duraba días y días. Hasta que una mañana, precisamente al salir el sol se mostró espléndida. La flor, que había trabajado con tanta precisión, dijo bostezando: -¡Ah, perdóname… apenas acabo de despertarme… estoy toda despeinada…! El principito no pudo contener su admiración: -¡Qué hermosa eres! -¿Verdad? -respondió dulcemente la flor-. He nacido al mismo tiempo que el sol. El principito advirtió que no era demasiado modesta, pero ¡era tan conmovedora! -Me parece que ya es hora de desayunar - añadió la flor -; si tuvieras la bondad de pensar un poco en mí... Y el principito, muy confuso, habiendo ido a buscar una regadera la roció abundantemente con agua fresca. Y así, ella lo había atormentado con su vanidad un poco sombría. Un día, por ejemplo, hablando de sus cuatro espinas, dijo al principito: -¡Ya pueden venir los tigres, con sus garras! -No hay tigres en mi planeta -observó el principito- y, además, los tigres no comen hierba. -Yo nos soy una hierba -respondió dulcemente la flor. -Perdóname... No temo a los tigres, pero tengo miedo a las corrientes de aire. ¿No tendrás un biombo? "Miedo a las corrientes de aire no es una suerte para una planta" -pensó el principito-. "Esta flor es demasiado complicada…" -Por la noche me cubrirás con un fanal… hace mucho frío en tu tierra. No se está muy a gusto; allá de donde yo vengo… La flor se interrumpió; había llegado allí en forma de semilla y no era posible que conociera otros mundos. Humillada por haberse dejado sorprender inventando un mentira tan ingenua, tosió dos o tres veces para atraerse la simpatía del principito. -¿Y el biombo? -Iba a buscarlo, pero como no dejabas de hablarme… Insistió en su tos para darle al menos remordimientos De esta manera el principito, a pesar de la buena voluntad de su amor, había llegado a dudar de ella. Había tomado en serio palabras sin importancia y se sentía desgraciado. "Yo no debía hacerle caso -me confesó un día el principito- nunca hay que hacer caso a las flores, basta con mirarlas y olerlas. Mi flor embalsamaba el planeta, pero yo no sabía gozar con eso… Aquella historia de garra y tigres que tanto me molestó, hubiera debido enternecerme". Y me contó todavía: "¡No supe comprender nada entonces! Debí juzgarla por sus actos y no por sus palabras. ¡Me perfumaba y me iluminaba la vida. No debi haber huído jamás! ¡No supe adivinar la ternura que ocultaban sus pobres astucias! ¡Son tan contradictorias las flores! Pero yo era demasiado joven para saber amarla".