Re: ... de poetas, cuentos y leyendas Eres muy amable Clause. Ya leeré, eso espero sinceramente. De todos modos escuché la voz cadenciosa del señor Borges, donde habla de los espejos.
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas si los videos a veces ayudan a leer o fijar las poesias es como que llegan diferente,con la voz y mas si es del poeta!
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas Mi querido enemigo Jean Weabster Hogar John Grier, 1 de marzo. Mi querida Judith: No sigas mandando telegramas! Ya sé que quieres saber todo, pero no tengo un minuto libre para enviarte noticias dia- rias. Estoy tan rendida cuando llega la noche, que feliz me iría a la cama con la ropa puesta. Más adelante, cuando esté todo organizado y pueda tener la seguridad de que mis colaboradores realizan eficazmente sus tareas, te prometo ser la más constante corresponsal que hayas tenido en la vida. Hace cinco días que te escribí, ¿no? ¡Las cosas que han ocurrido en esos días! Ese antipático Mac Rae y yo hicimos un plan de campaña y estamos transformando este macabro Hogar. Ese tipo me gusta menos cada día, pero hemos decla- rado una especie de tregua durante las horas de trabajo. ¡Y hay que reconocer que el hombre sabe trabajar! Siempre creí tener mucha energía, pero cuando hay que lle- var a la práctica alguna innovación, él se adelanta corriendo y yo jadeante, trato de alcanzarlo. Es terco y autoritario, como buen escocés, pero entiende a los niños, es decir, entiende su aspecto fisiológico. En cuanto a sus sentimientos por ellos, creo que son iguales a los que le inspiran las ranas disecadas en su laboratorio. ¿Te acuerdas de aquella noche en que Jervis nos habló de los ideales humanitarios de nuestro médico? ¡Es para la risa! Para él este Hogar no es más que su laboratorio, en el que puede hacer todos los experimentos científicos sin la oposición de los padres. No me extrañaría sorprenderle algún día tratan- do de introducir cultivos de escarlatina en la sopa de los niños para probar algún nuevo suero. Entre el personal, los únicos eficientes son la maestra pri- maria y el panadero. ¡Cómo corren los niños al encuentro de la señorita Matthews, y cómo son de corteses y graves con las otras maestras! Los niños se dan cuenta del carácter de las personas. Me sentiría muy desdichada si fueran conmigo de- masiado corteses. En cuanto esté todo en orden y sepa qué necesitamos, re- novaré el personal. Quería empezar por despedir a la señorita Snaith, pero no puedo: es sobrina de uno de nuestros más ge- nerosos consejeros... Es indecisa, habla por la nariz y respira por la boca... Cada vez que la veo tengo que dominarme para no sacudirla hasta lograr que se anime... ¡Y ella está encargada de diecisiete pequeñuelos de dos a cinco años de edad! Ya que no puedo despedirla, la he ido reduciendo a un puesto su- bordinado sin que lo advierta. El doctor Mac Rae me ha traído a una joven encantadora que acaba de cumplir diecinueve años. Se ha hecho cargo del cuidado de los párvulos, que la adoran. Al frente de todos los niños más pequeños he puesto a una mujer de mediana edad, que ha criado cinco hijos propios y tiene mucha experiencia. También me la encontró nuestro médico (no deja de ser útil). Oficialmente, esta mujer está bajo las órdenes de la señorita Snaith, pero poco a poco va tomando las riendas con gran sa- tisfacción por mi parte. Ahora puedo dormir, sin temor de que mis niños sean ase- sinados por la ineptitud de sus cuidadores. Como ves, nuestras reformas están en marcha. Pero el pro- blema que más me preocupa es ¿cómo podré llevar amor, ter- nura, alegría y sol a las vidas sombrías de estos niños? Dudo que el doctor con toda su ciencia pueda hacerlo. Lo más urgente por ahora, es ordenar nuestros registros que estaban deplorablemente abandonados. La señora Lippett llevaba un enorme libro de gastos, y en él anotaba cualquier dato que por casualidad llegaba a sus oídos respecto a la fami- lia de los niños, o su conducta y su salud. Pero transcurrían semanas y semanas sin la más pequeña anotación. Si alguna familia, dispuesta a adoptar un huérfano, desea saber algo so- bre el origen del niño, la mayoría de las veces ni siquiera po- demos decir cómo llegó aquí. Nos hace mucha falta una asistenta social, que se dedique a recoger toda la información que sea posible obtener acerca del origen de nuestros niños. No sería una tarea muy difícil, pues muchos tienen parientes. ¿Qué te parece Janet Ware pa- ra este trabajo? ¿Te acuerdas que en el Liceo sobresalía en estadísticas? También estamos realizando un riguroso examen físico, y la horrible verdad se empieza a vislumbrar. De los veintiocho chi- quilines examinados hasta ahora, sólo cinco están bien y son los que han llegado hace poco. ¿Recuerdas la espantosa sala verde del primer piso? Eliminé todo lo verdoso y la convertí en laboratorio para nuestro médico. Ahora hay en ella medicinas, balanzas, y un hermoso sillón de dentista con esa encantadora maquinita de perforar dientes comprada al doctor Brice. Claro que la máquina ha sido recibida como un instrumento de tortu- ra, y yo pasé a ser un monstruo infernal. Pero he creado un premio: cada víctima dada de alta por el dentista puede venir a mi salita todos los días, durante una se- mana, y recibirá dos barritas de chocolate. Nuestros niños no son notablemente valientes, pero son batalladores. Tomasito Kehoe por poco le arranca un dedo de un mordisco al doctor Brice, después de haber derribado de un puntapié una mesa con el instrumental. Para ser el dentista del Hogar John Grier hace falta, no sólo habilidad, sino fuerza física, además. Los niños no están muy entusiasmados con mis reformas. No les agrada mucho la corriente de aire puro ni el agua que cae sobre ellos. He introducido la norma de dos baños semana- les, y tan pronto como tengamos suficientes duchas, serán sie- te baños por semana. Pero una de mis reformas ha merecido aprobación unánime, con excepción de la cocinera. Aumenté nuestra comida diaria, y eso es lo que no aprueba esa señora. Según dice, además del mayor trabajo para ella y para el personal que esto significa, esto supone un aumento inmoral en los gastos. La palabra ECONOMÍA, en mayúsculas, ha sido hasta ahora el principio básico de esta institución. No me canso de repetirles todos los días a mis colaboradores que, gracias a la generosidad de nuestro presidente, se han duplicado los fondos del Hogar John Grier y que, además, dispongo de importantes sumas de dine- ro, que periódicamente me envía la señora Pendleton para gas- tos imprescindibles, tales como helados. Pero es inútil; no hay cómo convencerlos de que todo esto no es una locura. El doctor y yo estudiamos los menús que se daban a los ni- ños y quedamos sorprendidos. A modo de ejemplo hoy había: papas hervidas, arroz hervido y budín de pan con salsa blanca. Es asombroso que estos niños no se hayan convertido todavía en ciento once paquetes de almidón. Sallie.
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas ELOGIO DE LA SOMBRA La vejez (tal es el nombre que los otros le dan) puede ser el tiempo de nuestra dicha. El animal ha muerto o casi ha muerto. Quedan el hombre y su alma. Vivo entre formas luminosas y vagas que no son aún la tiniebla. Buenos Aires, que antes se desgarraba en arrabales hacia la llanura incesante, ha vuelto a ser la Recoleta, el Retiro, las borrosas calles del Once y las precarias casas viejas que aún llamamos el Sur. Siempre en mi vida fueron demasiadas las cosas; Demócrito de Abdera se arrancó los ojos para pensar; el tiempo ha sido mi Demócrito. Esta penumbra es lenta y no duele; fluye por un manso declive y se parece a la eternidad. Mis amigos no tienen cara, las mujeres son lo que fueron hace ya tantos años, las esquinas pueden ser otras, no hay letras en las páginas de los libros. Todo esto debería atemorizarme, pero es una dulzura, un regreso. De las generaciones de los textos que hay en la tierra sólo habré leído unos pocos, los que sigo leyendo en la memoria, leyendo y transformando. Del Sur, del Este, del Oeste, del Norte, convergen los caminos que me han traído a mi secreto centro. Esos caminos fueron ecos y pasos, mujeres, hombres, agonías, resurrecciones, días y noches, entresueños y sueños, cada ínfimo instante del ayer y de los ayeres del mundo, la firme espada del danés y la luna del persa, los actos de los muertos, el compartido amor, las palabras, Emerson y la nieve y tantas cosas. Ahora puedo olvidarlas. Llego a mi centro, a mi álgebra y mi clave a mi espejo. Pronto sabré quién soy. jorge Luis Borges
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas ¿Qué se puede decir? Nada, simplemente pensarlas y dar gracias por sus palabras.
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas Hola Anveri! Si Borges es asi , o te gusta o no te gusta, no admite medias tintas...a mi me gusta. Mucho mas ahora que de mas chica, donde los temas que trata el se me hacian distantes, con el paso del tiempo, me fue gustando cada vez mas!
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas Mi querido enemigo Jean Weabster Hogar John Grier, Sábado. Mí querida Judith: Ayer, por un motivo trivial, el doc tor Mac Rae y yo sostuvi- mos una nueva batalla (yo tenía razón), y desde entonces le he puesto un sobrenombre especial. Hoy lo saludé con un "¡Bue- nos días Enemigo!" Le cayó como un tiro. Dice que no quiere ser considerado como un enemigo. ¡Que no siente ninguna hostilidad hacia mí..., siempre que yo me amolde a sus deseos! ¡Su insolencia es algo verdaderamente inconcebible! Tenemos otros dos niños: Isidoro Gutschneider y Max Yog, que nos ha enviado la Sociedad de Damas Bautistas. No que- ría admitirlos, pero las pobres damas insistieron y lograron per- suadirme porque nos pagarán la fantástica suma de cuatro dó- lares con cincuenta centavos semanales por cada uno. Con es- tos dos, tenemos ahora ciento trece pequeñuelos y estamos bastante apretados. Ayúdame, por favor, a encontrar familias honorables y bondadosas que quieran adoptar niños. Una ma- dre con más de cien hijos no puede cuidarlos bien ni prestarles toda la atención que requieren. (Lunes) Dos días ha estado esta carta sobre mi escritorio, y no he tenido tiempo para pegarle la estampilla. Pero como tengo par- te de la tarde libre le agregaré una o dos páginas más antes de lanzarla en un grato viaje hacia Florida. Me parece que ya comienzo a reconocer los rostros de los niños. Al principio creí que nunca llegaría a diferenciar uno de otro, pues todos se veían iguales con esos horribles delantales azules. ¡No se te ocurra decirme que cambie inmediatamente los uniformes! ¡Me lo has dicho seis veces! Dentro de un mes podré hacerlo; por de pronto es mucho más importante el inter- ior de los niños que su aspecto exterior. No cabe duda que los huérfanos en masa no me atraen. Sospecho que ese instinto maternal innato del que tanto nos hablan, no forma parte de mí. Los niños, como niños, son su- cios, pegajosos y hay que limpiarles continuamente las narices. De repente surge alguno travieso y revoltoso que despierta una chispa de interés pero, en general son un conjunto borroso de caritas pálidas y cuadros azules. Hay una excepción: Sadie Kate Kilcoyne, ella se destacó desde el primer día, es mi pequeña recadera particular y la úni- ca que me entretiene. Durante los últimos cinco años no se ha cometido ninguna diablura en este establecimiento que no pro- cediera de su cerebro. Sadie Kate tiene una historia muy extra- ña para mí, aunque muy frecuente en los hogares para huérfa- nos; la encontraron hace once años en los primeros peldaños de una casa en la calle Treinta y Nueve, completamente dormi- da dentro de una caja de cartón. Sobre la tapa, escrito con letra fina y correctísima, decía: "Esta es Sadie Kate Kilcoyne; tiene cinco semanas de edad. Trátenla bien”. El vigilante que la recogió la llevó al Asilo de Bellevue, don- de los niños por orden de llegada, son declarados alternativa- mente: católico, protestante, católico, protestante, con rigurosa imparcialidad. A Sadie Kate, a pesar de su nombre y de sus ojos azules tan irlandeses, le tocó ser protestante. Y aquí está, más irlandesa cada día, pero fiel a su credo, protestando fuer- temente contra todos los detalles de la vida. Sus dos trenzas negras, delgadas, tiesas y puntiagudas, apuntan en direcciones opuestas; su carita de mono está siem- pre despierta y al acecho para no desperdiciar la más pequeña oportunidad de hacer alguna diablura; es activa y ágil y hay que tenerla constantemente ocupada. Sus notas de mala conducta ocupan varias páginas del Registro. La última dice: "Por inducir a Maggie Geer a introducirse en la boca el picaporte de la puer- ta de entrada. Castigada a estar encerrada en su cuarto toda la tarde y a no cenar". Por lo visto, Maggie Geer, que está dotada de una boca de gran capacidad, logró introducirse el picaporte, pero no lo pudo sacar. Tuvo que venir el médico para resolver el problema. Comprenderás que deba preocuparme de llenar todos los vacíos de la existencia de Sadie Kate con una ocupa- ción u otra. Hay más de un millón de asuntos que debería consultar con nuestro presidente. Es el colmo que ustedes dos se diviertan en las playas del sur mientras yo tengo que manejar el hogar. Merecerían que todo me saliera mal. Por lo menos, mientras paseen a la luz de la luna o toman el sol en las playas rodea- das de palmeras, les ruego que piensen en mí, que me encuen- tro bajo las lluvias de marzo en Nueva York, cuidando a ciento trece chiquillos, que al fin y al cabo son de ustedes; además, agradézcanme lo que hago. De ustedes (por un tiempo limitado), S. Mac Bride.
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas Aquellas pequeñas cosas (Joan Manuel Serrat) Uno se cree que las mató el tiempo y la ausencia. Pero su tren vendió boleto de ida y vuelta. Son aquellas pequeñas cosas, que nos dejó un tiempo de rosas en un rincón, en un papel o en un cajón. Como un ladrón te acechan detrás de la puerta. Te tienen tan a su merced como hojas muertas que el viento arrastra allá o aquí, que te sonríen tristes y nos hacen que lloremos cuando nadie nos ve.
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas INSTRUCCIONES PARA ABRIR EL PAQUETE DE JABÓN SUNLIGHT Alejandro Dolina (Trabajo realizado por Manuel Mandeb por encargo de la agencia de publicidad Vivencia.) 1) Busque la flecha indicadora. 2) Presione con el dedo pulgar hasta que el cartón del envase ceda. 3) Disimule. Soy un joven escritor que no tiene ocasión que esta de conectarse con las muchedumbres. Usted finja que sigue abriendo este estúpido paquete y yo le diré algunas verdades. 4) Los vendedores de elixir nos convidan todos los días a olvidar las penas y mantener jubiloso el ánimo. El Pensamiento Oficial del Mundo ha decidido que una persona alegre es preferible a una triste. 5) La medicina aconseja cosmovisiones optimistas por creerlas más saludables. Al parecer, la verdad perjudica la función hepática. 6) Viene gente. Siga la línea de puntos indicada por la flecha. 7) Escuche bien porque tenemos poco tiempo: la tristeza es la única actitud posible que los compradores de este jabón pueden adoptar ante un universo que no se les acomoda. Toda alegría no es más que un olvido momentáneo de la tragedia esencial de la vida. Puede uno reírse del cuento de los supositorios, pero este es apenas un descanso en el camino. Uno juega, retoza y refiere historias picarescas, solamente para no recordar que ha de morirse. Ese es el sentido original de la palabra diversión: apartar, desviar, llamar la atención hacia una cosa que no es la principal. Conversar acerca de estos asuntos es considerado de la peor educación. Los comerciantes se escandalizan, las personas optimistas huyen despavoridas, los maximalistas declaran que la angustia ante la muerte es un entretenimiento burgués y los escritores comprometidos gritan que la preocupación metafísica es literatura de evasión. Al respecto, mientras le recomiendo que no deje el paquete de jabón al alcance de los niños, le juro que todo lo que se escribe es de evasión, menos la metafísica: las noticias políticas, los libros de sociología, los horarios del ferrocarril, los estudios sobre las reservas de petróleo, no hacen más que apartarnos del tema central, que es la muerte. 9) Calcule 100 gr. de jabón por cada kilo de ropa sucia. 10) Cuanto más inteligente, profunda y sensible es una persona, más probabilidades tiene de cruzarse con la tristeza. Por eso, las exhortaciones a la alegría suelen proponer la interrupción del pensamiento: "es mejor no pensar..." Casi todos los aparatos y artificios que el hombre ha inventado para producir alegría suspenden toda reflexión: la pirotecnia, La música bailable, las cantinas de La Boca, el metegol, los concursos de la televisión, las kermeses. 11) Separe la ropa blanca de la ropa de color. Y entienda que la tristeza tiene más fuerza que la alegría: un hombre recibe dos noticias, una buena y una mala. Supongamos que ha acertado en la quiniela y se ha muerto su hermana. Si el hombre no es un canalla, prevalecerá la tristeza. El premio no lo consolará de la desgracia. Byron decía que el recuerdo de una dicha pasada es triste, mientras que el recuerdo de un pesar sigue siendo pesaroso. 12) No mezcle este jabón con otros productos y no haga caso de los sofistas risueños. Tarde o temprano alguien le dirá: "Si un problema tiene solución, no vale la pena preocuparse. Y si no la tiene, ¿qué se gana con la preocupación?" Confunde esta gente las arduas cuestiones de la vida con las palabras cruzadas. La soledad, la angustia, el desencuentro y la injusticia no son problemas sino tragedias, y no es que uno se preocupe sino que se desespera. Lloraba Solón la muerte de su hijo. Un amigo se le acerca y dice: - ¿Por qué lloras, si sabes que es inútil? - Por eso - contestó Solón - porque sé que es inútil. 13) No está mal ser triste, señora. El que se entristece se humilla, se rebaja, abandona el orgullo. Quien está triste se ensimisma, piensa. La tristeza es hija y madre de la meditación. Participe del concurso "Vacaciones Sunlight" enviando este cupón por correo. 14) Ahora que se fue el jabonero, aprovecharé para confesarle que suelo elegir a mis amigos entre la gente triste. Y no vaya a creer el ama de casa Sunlight que nuestras reuniones consisten en charlas lacrimógenas. Nada de eso: concurrimos a bailongos atorrantes, amanecemos en lugares desconocidos, cantamos canciones puercas, nos enamoramos de mujeres desvergonzadas que revolean el escote y hacemos sonar los timbre de las casas para luego darnos a la fuga. Los muchachos tristes nos reímos mucho, le aseguro. Pero eso sí: a veces, mientras corremos entre carcajadas, perseguidos por víctimas de nuestras ingeniosas bromas, necesitamos ver un gesto sombrío y fraternal en el amigo que marcha a nuestro lado. En el gesto noble que lo salva a uno para siempre. Es el gesto que significa "atención, muchachos, que no me he olvidado de nada". NOTA: Las instrucciones para abrir el paquete de jabón Sunlight fueron rechazadas. De “El libro del Fantasma”
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas Mi querido enemigo Jean Weabster Hogar John Grier. Querido Enemigo: Le envío con ésta a Sammy Spier, quien se extravió esta mañana cuando usted efectuó su visita diaria. La señorita Snaith lo descubrió después de su marcha. Sírvase por favor examinar el dedo de Sammy. No he visto nunca un panadizo, pero me he permitido hacer este diagnóstico. Saludo a usted atentamente, S. Mac Bride. Hogar John Grier, 6 de marzo. Querida Judith: No sé si los niños terminarán queriéndome o no, pero lo cierto es que adoran a mi perro. Jamás cruzó los umbrales de esta casa una criatura tan popular como Singapore. Todas las tardes a tres de los muchachos que hayan observado una con- ducta irreprochable, se les permite cepillar y peinar a Singapo- re, mientras otros tres, en igualdad de condiciones, le dan de comer y de beber. Pero la culminación de la semana llega los domingos por la mañana, cuando los tres mejores le dan un buen baño espumoso con agua caliente y jabón desinfectante a Singapore. Éste ha resultado ser el más extraordinario incenti- vo para mantener la disciplina de los niños. ¿No te parece cruel que estos chiquillos viviendo en el cam- po, no hayan tenido nunca un perrito? Especialmente estos ni- ños, que necesitan mucho más que otros, tener algo o alguien a quien querer. Les compraré una colección de animalitos, aunque tenga que gastarme todo el dinero de la nueva subven- ción. A tu vuelta, ¿no podrías traer algún pelícano o un cai- mán? Cualquier cosa viva será recibida con alegría. En realidad, hoy debía celebrarse aquí la reunión de conse- jeros, pero me alegro de que Jervis haya decidido que se reú- nan en Nueva York, ya que no estamos todavía en condiciones de exhibirnos. Esperamos que para el primer miércoles del mes de abril contaremos con algo importante en materia de mejoras para mostrarles. Si todas las ideas del doctor e incluso algunas mías se materializan, los consejeros abrirán unos ojos como platos cuando nos visiten. Tengo grandes novedades en los menús. Preparé una lista muy variada para la próxima semana; la he colgado en la pared de la cocina, ante una cocinera agraviada. No podrías ni soñar las deliciosas sorpresas que vamos a tener. Nuestras niñas mayorcitas colaborarán en la elaboración de las comidas, y así estarán preparadas para tener muy contentos a sus futuros ma- ridos, hijos y nietos. ¡Vaya por Dios! Me entretengo charlando de tonterías cuan- do tengo que comunicarte unas novedades estupendas. ¡Te- nemos una nueva colaboradora, una verdadera joya! ¿Recuer- das a Betsy Kindred? Fue la organizadora del grupo de canto y del club de teatro. Vive muy cerca de nosotros. ¿Qué te pare- ce? Me encontré con ella por pura casualidad. Paseaba por el pueblo en su automóvil, que conducía ella misma, cuando por poco me atropella. Aunque no le había hablado en la vida, nos saludamos como viejas amigas. Algunas veces resulta ventajo- so tener un color de pelo llamativo; Betsy me reconoció inme- diatamente. Me acerqué al auto y le dije: -Betsy Kindred, tienes que venir conmigo a mi orfanato para ayudarme a catalogar a mis huérfanos. Quedó tan asombrada, que vino y aquí está. Vendrá cuatro o cinco días por semana como secretaria interina, y me las in- geniaré para retenerla definitivamente. Es la persona más útil que he conocido. Confío en que se apasione tanto por los ni- ños, que no pueda prescindir de ellos. Tengo la impresión de que se quedaría muy gustosa si se le diera una buena retribución. Betsy aspira a independizarse de su familia, como todas nosotras en estos tiempos. Con este afán que se ha apoderado de mí y que va en aumento, de ca- talogar a la gente, me gustaría mucho clasificar a nuestro doc- tor. Si Jervis ha oído rumores acerca de él o sabe algunos chis- mes, que haga el favor de escribirme; cuanto peores sean, más interesante resultará. Ayer vino para abrir con el bisturí un panadizo que Sammy Spier tiene en el pulgar. Después de realizar la operación subió a mi salón azul eléctrico para dar instrucciones sobre el arte de vendar pulgares. Por lo visto, los deberes de una directora de asilo son innumerables. Era la hora del té y lo invité sin mucha insistencia. ¡No se hizo repetir la invitación! Y no por el placer de estar en mi compañía, sino simplemente porque Jane entró con un plato de tostadas con mantequilla. Según me dijo, no había almorzado y faltaba mucho para la cena. Entre tostada y tostada -se las comió todas-, juzgó conveniente interrogarme sobre mi preparación para este cargo. Quiso saber si en el co- legio había estudiado biología, química, sociología... y ade- más, si había visitado alguna institución modelo. Le respondí al doctor todo con afabilidad y sencillez. Des- pués me permití formularle algunas preguntas, pues quería saber que clase de educación se había requerido para dar por resultado aquel modelo de lógica, precisión, dignidad y sentido común, que estaba ante mí. Gracias a mi insistencia logré conocer algunos hechos. Al oírle expresarse con tanta reserva cualquiera creería que en su familia hubo alguien condenado a la horca. Supe que Mac Rae padre nació en Escocia y llegó a los Estados Unidos para ocu- par un cargo. El pequeño Robin fue devuelto a su tierra para su educación y pasaba las vacaciones cazando venados en las montañas de Escocia. Su abuelita fue una de las M'Lachlan de Strathlachan (suena imponente). Esto es todo cuanto pude averiguar. Te suplico que si sabes algo más de él, especialmente algo escandaloso, me lo digas. Sería la única manera de que le bajara los humos. Me pregunto si Mac Rae es tan extraordinario, ¿por qué se entierra en este desierto? ¿Estás segura de que no ha cometido un crimen y se oculta aquí huyendo de la policía? He borroneado demasiado papel para no decir nada. Tuya, afectuosamente, Sallie.
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas Poema Hastío de Antonio Machado Pasan las horas de hastío por la estancia familiar el amplio cuarto sombrío donde yo empecé a soñar. Del reloj arrinconado, que en la penumbra clarea, el tictac acompasado odiosamente golpea. Dice la monotonía del agua clara al caer: un día es como otro día; hoy es lo mismo que ayer. Cae la tarde. El viento agita el parque mustio y dorado... ¡Qué largamente ha llorado toda la fronda marchita!
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas Poema Carta de Lluvia de Jorge Teillier Si atraviesas las estaciones conservando en tus manos hechas cántaro la lluvia de la infancia que debíamos compartir, nos reuniremos en el lugar en donde los sueños corren jubilosos como ovejas liberadas del corral y en donde brillará sobre nosotros la estrella que nos fuera prometida. Pero ahora te envío esta carta de lluvia que te lleva un jinete de lluvia por caminos acostumbrados a la lluvia. Ruega por mí, reloj, en estas horas monótonas como ronroneos de gato. He vuelto a la casa que conserva las cenizas que hacen renacer a los fantasmas que odio. Alguna vez salí al patio a decirles a los conejos que el amor había muerto. Aquí no debo recordar a nadie, aquí debo olvidar la colina de los aromos porque la mano que cortó aromos ahora cava una fosa. El pasto ha crecido demasiado como para arrancarlo. En el techo de la casa vecina se pudre una pelota de trapo dejada allí por un niño muerto. Entre las tablas del cerco me miran rostros que creía olvidados, y mi amigo espera en vano que en el río centellee su buena estrella. Tú, como en mis sueños, vienes atravesando las estaciones con la lluvia de la infancia en tus manos hechas cántaro En el invierno nos reunirá el fuego que encenderemos juntos. Nuestros cuerpos harán las noches tibias como el aliento de los bueyes, y al despertar veré que el pan sobre la mesa tiene un resplandor más grande que el de los planetas enemigos cuando lo partan tus manos de adolescente. Pero ahora te envío una carta de lluvia que te lleva un jinete de lluvia por caminos acostumbrados a la lluvia.
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas Poema Consejos de Antonio Machado I Este amor que quiere ser acaso pronto será; pero ¿cuándo ha de volver lo que acaba de pasar? Hoy dista mucho de ayer. ¡Ayer es Nunca jamás! II Moneda que está en la mano quizá se deba guardar: la monedita del alma se pierde si no se da.
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas Poema Yo Voy Soñando Caminos de Antonio Machado Yo voy soñando caminos de la tarde. ¡Las colinas doradas, los verdes pinos, las polvorientas encinas!... ¿Adónde el camino irá? Yo voy cantando, viajero a lo largo del sendero... -la tarde cayendo está-. "En el corazón tenía "la espina de una pasión; "logré arrancármela un día: "ya no siento el corazón". Y todo el campo un momento se queda, mudo y sombrío, meditando. Suena el viento en los álamos del río. La tarde más se oscurece; y el camino que serpea y débilmente blanquea se enturbia y desaparece. Mi cantar vuelve a plañir: "Aguda espina dorada, "quién te pudiera sentir "en el corazón clavada".