Re: ... de poetas, cuentos y leyendas VAMOS JUNTOS Con tu puedo y con mi quiero vamos juntos compañero compañero te desvela la misma suerte que a mí prometiste y prometí encender esta candela con tu puedo y con mi quiero vamos juntos compañero la muerte mata y escucha la vida viene después la unidad que sirve es la que nos une en la lucha con tu puedo y con mi quiero vamos juntos compañero la historia tañe sonora su lección como campana para gozar el mañana hay que pelear el ahora con tu puedo y con mi quiero vamos juntos compañero ya no somos inocentes ni en la mala ni en la buena cada cual en su faena porque en esto no hay suplentes con tu puedo y con mi quiero vamos juntos compañero algunos cantan victoria porque el pueblo paga vidas pero esas muertes queridas van escribiendo la historia con tu puedo y con mi quiero vamos juntos compañero. Mario Benedetti
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas El Fantasma de la Opera Gastón Leroux El secretario, señor Rémy -veinticuatro años, bigote fino, elegante, distinguido, muy buena presencia-, que llevaba una levita entallada, obligatoria de trabajo en aquella época, era un hombre inteligente pero tímido ante su jefe, ganaba 2.400 francos de sueldo anual, pagados por el director. Su trabajo consistía en revisar los periódicos, contestar las cartas, distribuir los palcos y pases de favor, concertar las citas, conversar con los que hacen antesala, visitar a las artistas enfermas, buscar las suplentes, coordinar a los jefes de personal, ante todo, era el cerrojo del despacho del director, aunque no recibiera por ello ningún tipo de compensación y pudiera ser despedido de la noche a la mañana, ya que, su puesto no está reconocido por la administración-, el secretario, pues, que ya había mandado a buscar al inspector, dio la orden de hacerlo pasar. El inspector entró un poco inquieto. -Explíquenos qué ha pasado -dijo Richard con brusquedad. El inspector farfulló inmediatamente e hizo alusión al informe. -Pero bueno, esas personas, ¿de qué se reían? -preguntó Moncharmin. -Señor director, parecían haber cenado bien y más predispuestos a reír que a escuchar buena música. Nada más llegar y entrar en el palco llamaron a la acomodadora, que les preguntó qué ocurría. Entonces le dijeron: »-Mire usted en el palco, ¿no hay nadie, no es cierto?... » -No -respondió la acomodadora. »-Pues bien -afirmaron-, cuando entramos oímos una voz que decía que había alguien.» El señor Moncharmin no pudo dejar de mirar a Richard sin sonreírse, pero éste no sonreía en lo más mínimo. Había ya recibido tantas veces este tipo de bromas que no le fue difícil reconocer en el relato que, de la manera más ingenua del mundo, le hacía el inspector, todas las características de una de esas bromas crueles que divierten al principio a aquellos a quienes van dirigidas, pero que luego terminan por enfurecerlos. El señor inspector, para ganarse la simpatía de Moncharmin, que sonreía, había creído que su obligación era sonreír también. Desgraciada sonrisa. La mirada de Richard fulminó al empleado, quien adoptó de inmediato una expresión compungida. -Pero, bueno, cuando llegó esa gente -preguntó rugiendo el terrible Richard-, ¿no había nadie en el palco? -Nadie, señor director, ¡nadie! Ni en el palco de la derecha, ni en el de la izquierda. Se lo juro. Pongo las manos en el fuego. Esto demuestra que se trata de una broma. -¿Y qué dijo la acomodadora? -¡Oh! Para la acomodadora todo es muy sencillo, dice que es el fantasma de la ópera. ¡Vaya! Y el inspector rió burlón. Pero se dio cuenta de que había vuelto a equivocarse, puesto que apenas acababa de pronunciar estas palabras, la expresión de Richard pasó de sombría a furiosa. -¡Que busquen a la acomodadora! -ordenó-. ¡Inmediatamente! ¡Y que me la traigan! ¡Y que despidan a toda esa gente! El inspector quiso protestar, pero Richard le cerró la boca con un temible: «¡Cállese!» Después, cuando los labios del desgraciado inspector parecieron cerrarse para siempre, el director le ordenó que volviera a abrirlos. -¿Qué es eso del «fantasma de la Ópera»? -se decidió a preguntar con un gruñido. Pero el inspector, era ahora incapaz de pronunciar una palabra. Dio a entender mediante una mímica desesperada que no sabía nada, o más bien que no quería saber nada.
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas Gracias mai, que lindas que es la mitologia y como dibuja el alma del hombre por mas que se refiera a "dioses" ya que son dioses muy humanos, y mueven a la reflexion!
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas POEMA DE LAS COSAS Quizás estando sola, de noche, en tu aposento oirás que alguien te llama sin que tu sepas quién y aprenderás entonces, que hay cosas como el viento que existen ciertamente, pero que no se ven... Y también es posible que una tarde de hastío como florece un surco, te renazca un afán y aprenderás entonces que hay cosas como el río que se estan yendo siempre, pero que no se van... O al cruzar una calle, tu corazón risueño recordará una pena que no tuviste ayer y aprenderás entonces que hay cosas como el sueño, cosas que nunca han sido, pero que pueden ser... Por más que tu prefieras ignorar estas cosas sabrás por qué suspiras oyendo una canción y aprenderás entonces que hay cosas como rosas, cosas que son hermosas, sin saber que lo son... Y una tarde cualquiera, sentirás que te has ido y un soplo de ceniza regará tu jardín y aprenderás entonces, que el tiempo y el olvido son las únicas cosas que nunca tienen fin. José Ángel Buesa
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas La poesía es sagrada La poesía es sagrada. Nadie De otro la tome, sino en sí. Ni nadie Como a esclava infeliz que el llanto enjuga Para acudir a su inclemente dueña, La llame a voluntad: que vendrá entonces Pálida y sin amor, como una esclava. Con desmayadas manos el cabello Peinará a su señora: en alta torre, Como pieza de gran repostería, Le apresará las trenzas; o con viles Rizados cubrirá la noble frente Por donde el alma su honradez enseña; O lo atará mejor, mostrando el cuello, Sin otro adorno, en un discreto nudo. ¡Mas mientras la infeliz peina a la dama, Su triste corazón, cual ave roja De alas heridas, estará temblando Lejos ¡ay! en el pecho de su amante, Como en invierno un pájaro en su nido! Maldiga Dios a dueños y tiranos Que hacen andar los cuerpos sin ventura Por do no pueden ir los corazones!— José Martí
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas El Fantasma de la Opera Gastón Leroux -¿Ha visto usted al fantasma de la Opera? Con un enérgico movimiento de cabeza, el inspector negó . haberlo visto jamás -¡Peor para usted! -declaró fríamente Richard. El inspector abrió unos ojos enormes, unos ojos que se salían de las órbitas, para preguntar por qué el director había pronunciado aquel siniestro «¡Peor para usted!» -¡Porque voy a ajustarles las cuentas a todos aquellos que no le hayan visto! -explicó el director-. Dado que está en todas partes, no es admisible que no se le vea en ninguna. ¡Me gusta que la gente cumpla con su obligación! V CONTINUACIÓN DE «EL PALCO N° 5» Dicho esto, el señor Richard dejó de ocuparse del inspector y trató diversos asuntos con su administrador, que acababa de entrar. El inspector pensó que ya podía irse y, con sumo cuidado, de espaldas, se acercaba ya a la puerta cuando el señor Richard, al darse cuenta de la maniobra, paralizó al desgraciado mediante un estruendo: «¡No se mueva!» Gracias a las diligencias de Rémy, habían ido a buscar a la acomodadora, que era portera en la calle de Provence, a dos pasos de la Ópera. No tardó en entrar. -¿Cómo se llama usted? -Mamá Giry Me conoce bien, señor director. Soy la madre de la pequeña Giry, es decir, la pequeña Meg. Lo dijo con un tono rudo y solemne que por un momento impresionó al señor Richard. Miró a mamá Giry (chal suelto, zapatos gastados, viejo vestido de tafetán, sombrero color hollín). Era evidente, por la actitud del director, que éste no conocía en absoluto o no recordaba haber conocido a mamá Giry, «ni siquiera a la pequeña Meg». Pero el orgullo de mamá Giry era tal que esta célebre acomodadora (mucho me temo que su nombre dio lugar a la palabra «giries», bien conocida en la jerga de entre bastidores. Por ejemplo: si una artista reprocha a una compañera sus chismes, sus cotilleos. Le dirá: «Eso es propio de giries») imaginaba ser conocida por todo el mundo. -¡No la conozco! -terminó por decir el director-, pero señora Giry, esto no impide que quiera saber qué sucedió ayer noche para que usted y el inspector se vieran obligados a recurrir a un guardia municipal... -Precisamente quería yo verlo, señor director, y hablarle para que no le ocurran a usted las mismas desgracias que a los señores Debienne y Poligny... Tampoco ellos, al principio, querían escucharme... -No le pregunto nada de todo eso. ¡Le pregunto qué ocurrió anoche! Mamá Giry enrojeció de indignación. Jamás le habían hablado en semejante tono. Se levantó como para marcharse, recogiendo ya los pliegues de su falda y agitando con dignidad las plumas de su sombrero color hollín; pero, cambiando de parecer, volvió a sentarse y dijo con voz altiva: -¡Ocurrió que están molestando al fantasma! En este punto, en vista de que Richard iba a estallar, Moncharmin intervino y dirigió el interrogatorio, del que resultó que mamá Giry encontraba perfectamente natural que se oyera una voz diciendo que había gente en un palco donde no había nadie.
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas A DON MIGUEL DE UNAMUNO Por su libro Vida de Don Quijote y Sancho. Este donquijotesco don Miguel de Unamuno, fuerte vasco, lleva el arnés grotesco y el irrisorio casco del buen manchego. Don Miguel camina, jinete de quimérica montura, metiendo espuela de oro a su locura, sin miedo de la lengua que malsina. A un pueblo de arrieros, lechuzos y tahúres y logreros dicta lecciones de Caballería. Y el alma desalmada de su raza, que bajo el golpe de su férrea maza aún durme, puede que despierte un día. Quiere enseñar el ceño de la duda, antes de que cabalgue, el caballero; cual nuevo Hamlet, a mirar desnuda cerca del corazón la hoja de acero. Tiene el aliento de una estirpe fuerte que soñó más allá de sus hogares, y que el oro buscó tras de los mares. Él señala la gloria tras la muerte. Quiere ser fundador, y dice: Creo; Dios y adelante el ánima española... Y es tan bueno y mejor que fue Loyola: sabe a Jesús y escupe al fariseo. Antonio Machado
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas A FEDERICO GARCÍA LORCA Español, español, saca los pechos y ponte al sol! Llévate a cuestas la casa; el vivido es lo que pasa y se queda el porvivir. Mañana será otro día; cada día su alegría con su pena de sufrir. Cada día su mañana con la santísima gana de cantar. Quién nos quita lo vivido? En el seno del olvido el descanso de soñar! Miguel de Unamuno
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas bUENO BUENO AQUI les dejo unas DÉCIMAS ESPERO QUE LES GUSTE BUENO YO ESTOY ESPERO QUE LES GUSTE Y ENTIENDAN A MI IDIOMA ES BROMA CHICAS. 1. Si tú chola está flaca como la urraca , dale chicha de maca y, a cada rato te pedirá chaca ...chaca....... 2.-En el fondo de la mar, suspiraba una ballena, y en sus suspiro decía el que la seca la llena. 3. Compadrito si tomas chicha de maíz , a tu china , harás feliz. Bueno esoe s mi pequeño aporte .
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas Esta es mi favorita : CUENTO PERUANO EL CABALLERO CARMELO EL CABALLERO CARMELO DE ABRAHAM VALDELOMAR (PERÚ) Argumento del libro El Caballero Carmelo de Abraham Valdelomar Empieza con el retorno a la casa de Roberto, el hermano mayor. El viajero volvería al lar paterno luego de largas aventuras en otros pueblos cargado de regalos desempaco las maletas y entrego las ofrendas a los suyos. Un hermoso gallo de casta destacaba entre los presentes. Luego de tres años de vivir amorosamente con la familia, una tarde llego a la terrible noticia para el noble Carmelo, el padre de Roberto, había aceptado un desafió con el Ajiseco, otro afamado gallo de la zona.El Carmelo en aquellos tres años, había envejecido y perdido el reflejo de sus días juveniles, nada podría detener el mortal combate. Los niños de la casa, encariñados con el airoso gallo, contemplaban mudos y entristecidos los preparativos para el siniestro día. Llego un preparador y le pusieron navajas y entrenaron al Carmelo, la hora de la agonía se acercaba. Las apuestas se sucedían vertiginosamente, el favoritismo recaía en el vertiginoso Ajiseco quien se suponía infinitamente superior al viejo campeón. Los primeros embates fueron parejos, pero lentamente el Ajiseco iba ganando terreno, la sangre corría impetuosamente por la pierna del Carmelo, las apuestas crecían a favor del Ajiseco, todo hacia prever que el Carmelo estaba perdido. Siguieron las alternativas de la feroz pelea y cuando todos creían que el Ajiseco daría muerte al antiguo gladiador pues el Carmelo había rodado al piso casi sin aliento renació el espíritu del guerrero, el noble gallo de pelea acordándose de sus viejos tiempos ataco furiosamente jugando el todo por el todo, el Ajiseco rodó por tierra y ante el asombro de los espectadores enterró el pico. Todos felicitaron al dueño del campeón, el triunfador Carmelo caía desfalleciente luego de su heroica Victoria, los niños de la casa, corrieron a socorrer a su mascota echándole aguardiente bajo las alas. El noble Carmelo estuvo agonizando durante dos días, ya no podía comer ni beber. Una tarde se acerco a la ventana comtemplo el crepúsculo, agito las alas y se entrego a los brazos de la muerte. La casa estuvo llena de tristeza, la melancolía lo inundo todo. Había partido para siempre el amigo de la niñez y el honor y orgullo de los gallos de casta del valle del caucato.
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas Perdón perdón por poner otra más esta si que es muy trizte en mi opinión espero que les guste RESUMEN DE LA OBRA MATALACHE DE ENRIQUE LOPEZ ALBUJAR (PERÚ) En la ciudad de Piura, don Juan Francisco de los Ríos y Zúñiga, es propietario de la fábrica de jabones “La Tina”. La hermosa hija de don Francisco, María luz, llega a la hacienda de su padre procedente de la ciudad de Lima, en forma inesperada. Se queda en la hacienda y como sirvienta le ponen a una vieja esclava Casilda, para que la atienda. María luz se siente fastidiada y deprimida por el ambiente que respira y por las costumbres de las personas del lugar. Una mañana, José Manuel “Matalache” saludo a la señorita María luz, quien se encontraba en el balcón de su recámara. Ella se interesa por José Manuel y empieza a investigar sobre su persona y su oficio de “Padrillo”. Una mañana, la hija de don Francisco recorre la fábrica de jabones y cueros en compañía de Matalache y de la esclava Casilda. Al terminar el paseo descubre inesperadamente la “alcoba” de la reproducción. En medio de la inmensa soledad, le viene al recuerdo la imagen del negro mulato. Esto se va tornando una terrible obsesión que el devora el alma a la dulce María luz. Ocurre lo inesperado: María luz terminan por enamorarse perdidamente de Matalache, este también se enamora de ella. La muchacha enloquecida de amor le confiesa en secreto a su esclava Casilda que esta enamorada de José Manuel y le suplica que le prepare una cita amorosa. María luz, haciéndose pasar por Rita, cita a Matalache en la habitación de la esclava y el no se da cuenta de la suplantación por que la habitación esta oscura. El mulato no desea poseerla sexualmente sino mas bien le confiesa que ama a otra. María luz al escuchar esto se emociona y revela su propia identidad. Matalache al enterarse de que es María luz se siente el hombre mas feliz de la tierra. Ambos se juntan en cuerpo y alma porque se aman verdaderamente. María luz, al enterarse de que esta embarazada, intenta abortar, pero al no lograrlo intenta suicidarse. Toma sustancias de hierbas venenosas. Don Juan Francisco de los Ríos y Zúñiga al enterarse de lo sucedido se venga de José Manuel, quien es lanzado a una tina hirviente por dos fornidos esclavos. Poco después se cerró la fábrica “la tina” y se puso en la puerta un letrero que decía: se traspasa, en San Francisco darán razón.
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas Bienaventurados (Joan Manuel Serrat) La vida te la dan pero no te la regalan. La vida se paga por más que te pene. Así ha sido desde que Dios echó al hombre del Edén, por confundir lo que está bien con lo que le conviene. Si a plazos o al contado la vida pasa factura, rebaña y apura hasta las migajas. Que si en cada alegría hay una amargura, todo infortunio esconde alguna ventaja. Bienaventurados los necios que se arriesgan a prestar consejos porque serán sabios a costa de los errores ajenos. Bienaventurados los pobres porque saben, con certeza, que no ha de quererles nadie por sus riquezas. Bienaventurados los adictos a emociones fuertes porque corren buenos tiempos para la gente marchosa. Bienaventurados los dueños del poder y la gloria porque pueden informarnos de qué va la cosa. Bienaventurados los que alcanzan la cima porque será cuesta abajo el resto del camino. Bienaventurados los que catan el fracaso porque reconocerán a sus amigos. En cualquier circunstancia por lastimosa que sea, busca la manera de comer perdices; que a pesar de lo alto que nos coloquen el listón, hay que brincar con la intención de ser felices. Bienaventurados los castos porque tienen la gracia divina y la ocasión de dejar de serlo a la vuelta de la esquina. Bienaventurados los que aman porque tienen a su alcance más de un cincuenta por ciento de un gran romance. Bienaventurados los que están en el fondo del pozo porque de ahí en adelante sólo cabe ir mejorando. Bienaventurados los que presumen de sus redaños porque tendrán ocasiones para demostrarlo. Bienaventurados los que contrajeron deudas porque alguna vez alguien hizo algo por ellos. Bienaventurados los que lo tienen claro porque de ellos es el reino de los ciegos
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas El Fantasma de la Opera Gastón Leroux No podía explicarse este fenómeno, que no era nuevo para ella, más que por la intervención del fantasma. Al fantasma nadie podía verlo en el palco pero todo el mundo podía oírlo. Ella, sí, lo había oído a menudo, y podía creérsela puesto que no mentía jamás. Podían preguntar a los señores Debienne y Poligny y a todos los que la conocían, y también al señor Isidore Saack, a quien el fantasma había roto una pierna. -¿Ah, sí? -interrumpió Moncharmin-. ¿El fantasma le ha roto la pierna al pobre Isidore Saack? Mamá Giry abrió de par en par unos ojos en los que se leía su extrañeza ante tamaña ignorancia. Finalmente, consintió en informar a aquellos dos pobres inocentes. La cosa había ocurrido en tiempos de los señores Debienne y Poligny, siempre en el palco n° 5, y también durante una representación del Fausto. Mamá Giry tose, aclara su voz... empieza..., se diría que se prepara para cantar toda la partitura de Gounod. -Ocurrió así, señor. Aquella noche se encontraban en primera fila el señor Maniera y su esposa, los lapidarios de la calle Mogador; y, detrás de la señora Maniera, su amigo íntimo, el señor Isidore Saack. Cantaba Mefistófeles (mamá Giry canta): «Vos que os hacéis la dormida», y entonces el señor Maniera oye en su oído derecho (su mujer se encontraba a su izquierda) una voz que le dice: « ja, ja! ¡No es Julie la que se hace la dormida!» (Su esposa se llama precisamente Julie.) El señor Maniera se vuelve hacia la derecha para ver quién es el que le habla así. ¡Nadie! Se frota las orejas y se dice a sí mismo: «¿Estaré soñando?» En aquel momento, Mefistófeles continuaba con su canto... Pero, ¿estaré quizás aburriendo a los señores directores? -¡No, no! Continúe... -Son ustedes muy amables. (Una mueca de mamá Giry.) Pues bien, Mefistófeles continuaba su canción (mamá Giry canta): «Catalina a la que adoro/ ¿por qué negar/ al amante que os implora/ un beso tan dulce?»; e inmediatamente el señor Maniera oye, siempre en su oído derecho, la voz que le dice: «¡Ja, ja! No sería Julie la que negase un beso a Isidore». Se vuelve bruscamente, pero, esta vez, hacia el lado de su esposa e Isidore, ¿y qué es lo que ve? A Isidore que había tomado por detrás la mano de su esposa y que llenaba de besos el pequeño hueco de su guante... Tal como les cuento, mis señores (Mamá Giry cubre de besos el trozo de carne que deja al desnudo su guante de seda.) Entonces, como pueden suponer, las cosas no quedaron así. ¡Zas! ¡Zas! El señor Maniera, que era alto y fuerte como usted, señor Richard, soltó un par de bofetadas al señor Isidore Saack, que era delgado y débil como el señor Moncharmin, y espero no faltar al respeto que le debo. Fue un escándalo. En la sala gritaban: «¡Basta! ¡Basta!... ¡Va a matarlo!» Finalmente, el señor Saack pudo escapar... -Así que el fantasma no le rompió la pierna -comentó Moncharmin, un poco ofendido de que su físico le causara a mamá Giry tan mediocre impresión. -Se la rompió, señor -replicó mamá Giry con voz dura (ya que había entendido muy bien el tono hiriente)-. Se la rompió en la escalinata grande que él bajaba demasiado aprisa, señor. ¡Y tan bien que tardará en subirla, ya lo creo! -¿Fue el fantasma quien le contó las frases que pronunció en el oído derecho del señor Maniera? -pregunta, siempre con una seriedad a la que encuentra de lo más cómica, el juez de instrucción Moncharmin. -No, señor. Me lo contó el mismo señor Maniera. Así... -¿Pero ha hablado usted con el fantasma, mi querida señora? -Como hablo ahora con usted, mi querido señor... -Y cuando le habla el fantasma, ¿qué le dice?