Poemas, cuentos y leyendas

Tema en 'Temas de interés (no de plantas)' comenzado por mai^a, 27/2/08.

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    -----...... Hogar Nuestro.

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    Re: ... de poetas, cuentos y leyendas

    TRISTITIA

    Mi infancia, que fue dulce, serena, triste y sola,
    se deslizó en la paz de una aldea lejana,
    entre el manso rumor con que muere una ola
    y el tañer doloroso de una vieja campana.

    Dábame el mar la nota de su melancolía;
    el cielo, la serena quietud de su belleza;
    los besos de mi madre, una dulce alegría,
    y la muerte del sol, una vaga tristeza.

    En la mañana azul, al despertar, sentía
    el canto de las olas como una melodía
    y luego el soplo denso, perfumado, del mar,
    y lo que él me dijera, aún en mi alma persiste;

    mi padre era callado y mi madre era triste
    y la alegría nadie me la supo enseñar


    ABRAHAM VALDELOMAR
     
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    ....... MMMM

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    Re: ... de poetas, cuentos y leyendas

    ¿Celebras la Navidad?

    Una reciente encuesta refleja que gran parte de la población viva no celebra la Navidad. Los osos, por ejemplo, no toman parte en la Navidad porque están hibernando. Y a los árboles de hoja caduca les pasa algo parecido, se encuentran soñando como el Viejo Roble, de los Hnos. Grimm.

    Presenta:
    El último sueño del viejo roble


    Hans Christian Andersen

    Había una vez un roble que crecía al borde de la ladera. Era viejo, pues trescientos sesenta y cinco años llevaban sus raíces enterradas en esas tierras. Casi cuatro siglos asomado al borde del risco, como un faro que buscaban los marinos cuando se acercaban a tierra. Sin embargo, los robles miden el tiempo de forma diferente a los humanos, y mientras nosotros dormimos y soñamos cada noche, para ellos el periodo de sueño es todo el invierno.

    Había también en aquel paraje cercano al mar, una pequeña mariposa que nació por la mañana. Volaba entre las flores y las hierbas próximas al roble cuando éste se dirigió a ella: - ¡Pobre mariposa! - Le dijo - Apenas un día de vida y morirás, es muy breve tu existencia. - ¿Breve? - respondió ella, orgullosa - tengo infinidad de momentos agradables en lo que tú llamas corta vida.

    - Más bien creo, - continuó la mariposa - que son tus momentos los que resultan prolongados: tres estaciones de vigilia y un invierno de sueño se me antojan larguísimos. Despiertas en primavera, disfrutas del verano, te acuestas a dormir en otoño, y pasas toda una estación durmiendo. Tu tiempo es tan largo que ni siquiera puedo calcularlo, pero creo que nuestros momentos son igualmente intensos.

    Sin embargo el roble no podía evitar sentir lástima por los insectos, los humanos y en general, todas aquellas criaturas que tenían un período de vida menor que el suyo y a los que veía apagarse mientras él, invariable, seguía asomado al precipicio. Llegó el invierno y el árbol, ya despojado de sus vestidos, las hojas que los vientos del otoño se llevaron, se dispuso a dormir.

    - ¡Duerme! - le decían los primeros hielos de la noche. - ¡Sueña! - se despedían los pájaros - Nos veremos de nuevo en primavera. - ¡Duerme! - susurraba la escarcha - Traeré una sábana de blanca nieve para cubrir tus ramas. Duerme, y te despertará el sol de la primavera. - ¡Sueña! - Decían los vientos entre sus ramas desnudas - Y que tengas dulces sueños.

    Y el viejo roble durmió y soñó, recordando episodios de su larga vida. Recordaba su cuna, una bellota. Y sus primeras ramas, ansiosas por crecer altas para acercarse más al sol, para recoger la energía de la vida. Sus incipientes raíces, buscando sustento y apoyo en lo más profundo de la tierra. Hacía ya casi cuatro siglos de aquello.

    Soñó también con todos aquellos que, en un momento u otro de su dilatada vida habían compartido aquel risco con él: parejas de enamorados que buscaban la sombra de su follaje para compartir secretos a media voz o alabarderos que aprovechaban un momento de descanso en la batalla para descansar apoyados en su tronco o incluso encender una hoguera para calentar las viandas y reponer fuerzas.



    Soñó con los pequeños insectos, con las delicadas florecitas que le acompañaban apenas un día, para después desaparecer, dejando sólo el recuerdo... Y sintió una luz cegadora y brillante, una nueva savia que corría por su tronco hasta alcanzar las ramas más frágiles. Escuchaba de fondo el tañir de campañas que anunciaban la Navidad, y supo que, de alguna manera, la realidad se había mezclado con sus sueños.

    - Desearía que todos ellos, todos los que conocí, los que me acompañaron y los que pasaron por aquí para luego emprender su camino hacia lugares lejanos,... desearía compartir con ellos esta grata sensación. - Estamos aquí - Decían los pájaros en su sueño - ¡Ya hemos llegado! - le anunciaban las pequeñas flores. - ¡Hemos venido! - Decían los humanos a los que había conocido.

    Al día siguiente, una gran muchedumbre se agolpaba en torno al viejo roble: la tempestad de la noche anterior había arrancado las raíces del árbol, que ahora yacía tumbado. Algunos de los congregados no pudieron evitar verter unas lágrimas, pues el roble les había guiado hasta la costa en más de una ocasión. Pero aquel sueño glorioso fue en realidad el último sueño del viejo roble
     
  3. .......

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    Re: ... de poetas, cuentos y leyendas

    El secuestro de la hija del Rey que sólo quería el mejor marido para su hija, ha tenido un feliz desenlace. Mientras algunos súbditos creen que la montaña de cristal representaba una prueba demasiado dura, otros se preguntan de dónde salió el viejo Rink Rank.

    Los Hermanos Grimm
    Presentan:
    El viejo RinkRank



    :happy:

    Érase una vez que se era un rey con una hija tan bella que decidió que sólo el mejor pretendiente la desposaría. Para probarlo, hizo construir una enorme montaña de cristal y mandó pregonar al heraldo que la princesa sólo se casaría con aquel capaz de subir corriendo por la montaña sin caerse. Muchos fueron los que los intentaron, pero ninguno era del agrado de la niña y ésta se alegró de las medidas tomadas por su padre.

    Cierto día, llegó a palacio un pretendiente que cautivó a la princesa por su porte distinguido y su elegancia. - Te ayudaré a trepar a la montaña, - le propuso ella - de esta manera pasarás la prueba. Pero quiso la mala fortuna que la chiquilla tropezara, resbalando por una grieta hacia el interior de la montaña de cristal.

    Por más que la buscaron e intentaron rescatarla, todos los esfuerzos resultaron vanos: no había ni rastro de la princesa por ninguna parte. En lo más profundo de la montaña, donde la niña terminó después de rodar durante un largo trecho, encontró a un viejo de larga barba que le habló así: - Te quedarás aquí y realizarás las tareas domésticas para mí. Con el tiempo, quizá te libere.

    A la princesa no le quedaba más remedio que obedecer, y así lo hizo durante muchos años, pues la única forma para salir de la montaña era utilizando una escalera mágica que el anciano guardaba en su bolsillo. Antes de partir, el viejo Rink Rank desplegaba la escalera, trepaba por ella para salir de la montaña y una vez fuera, la plegaba mágicamente y la volvía a guardar.

    Cuando regresaba a la montaña por las noches, el anciano solía preguntar a la muchacha: - Aquí llega el viejo RinkRank al corazón de la montaña. Princesa, ¿me has hecho la cama? - Ya la he hecho. - Respondía ella. - Aquí llega el viejo RinkRank con su bastón dorado. Princesa, ¿has lavado los platos? - Sí, los he lavado. - Contestaba la niña. - Aquí llega el viejo RinkRank con la mesa puesta. Princesa, ¡Ábreme la puerta!

    A pesar de su situación, la hija del Rey no perdía la esperanza de volver a ver a su padre y a su prometido, y un día ideó un plan para escaparse. Hizo la cama y fregó los platos, además de barrer, lavar y cocinar como todos los días, pero cuando el anciano, después de guardarse la escalera en el bolsillo la llamó para que le abriera la puerta, ella no contestó.

    - Aquí llega el viejo RinkRank con la mesa puesta. Princesa, ¡Ábreme la puerta! - Repitió el viejo ante el silencio de la princesa. Mas de nuevo, no obtuvo respuesta. Intrigado, decidió asomar la cabeza por la ventana para ver cuál era el motivo que impedía a la muchacha permitirle el paso al interior. Y en un instante, la hija del rey cerró la ventana, atrapando la larga barba del viejo.



    Por más que suplicó y gritó que le liberara, la niña hizo oídos sordos a los lamentos del viejo, buscó en su bolsillo la mágica escalera y aprovechó la oportunidad que el destino le brindaba para escapar de la montaña de cristal. Una vez fuera, corrió y corrió hacia el castillo donde encontró a su padre y a su enamorado, que no pudieron contener la alegría de volver a verla.

    El rey, avergonzado por haber construído la montaña de cristal que casi acaba con la vida de su pequeña, mandó derrumbarla sin importarle el destino de su extraño habitante. Al día siguiente se celebraron los esponsales y cada invitado se llevó como recuerdo del evento un pequeño cristal recogido de los restos de la montaña de oscura historia, para evitar que se cometieran en el futuro errores parecidos
     
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    clause Claudia

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    Re: ... de poetas, cuentos y leyendas

    AÑO NUEVO

    A J. Piquet.

    A las doce de la noche, por las puertas de la gloria
    y al fulgor de perla y oro de una luz extraterrestre,
    sale en hombros de cuatro ángeles, y en su silla gestatoria,
    San Silvestre.

    Más hermoso que un rey mago, lleva puesta la tiara,
    de que son bellos diamantes Sirio, Arturo y Orión;
    y el anillo de su diestra hecho cual si fuese para
    Salomón.

    Sus pies cubren los joyeles de la Osa adamantina,
    y su capa raras piedras de una ilustre Visapur;
    y colgada sobre el pecho resplandece la divina
    Cruz del Sur.

    Va el pontífice hacia Oriente; ¿va a encontrar el áureo barco
    donde al brillo de la aurora viene en triunfo el rey Enero?
    Ya la aljaba de Diciembre se fue toda por el arco
    del Arquero.

    A la orilla del abismo misterioso de lo Eterno
    el inmenso Sagitario no se cansa de flechar;
    le sustenta el frío Polo, lo corona el blanco Invierno
    y le cubre los riñones el vellón azul del mar.

    Cada flecha que dispara, cada flecha es una hora;
    doce aljabas cada año para él trae el rey Enero;
    en la sombra se destaca la figura vencedora
    del Arquero.

    Al redor de la figura del gigante se oye el vuelo
    misterioso y fugitivo de las almas que se van,
    y el ruido con que pasa por la bóveda del cielo
    con sus alas membranosas el murciélago Satán.

    San Silvestre, bajo el palio de un zodíaco de virtudes,
    del celeste Vaticano se detiene en los umbrales
    mientras himnos y motetes canta un coro de laúdes
    inmortales.

    Reza el santo y pontifica; y al mirar que viene el barco
    donde en triunfo llega Enero,
    ante Dios bendice al mundo; y su brazo abarca el arco
    y el Arquero.


    Rubén Darío
     
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    clause Claudia

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    Aparente quietud ante tus ojos,
    aquí, esta herida —no hay ajenos límites—,
    hoy es el fiel de tu equilibrio estable.
    La herida es tuya, el cuerpo en que está abierta
    es tuyo, aun yerto y lívido. Ven, toca,
    baja, más cerca. ¿Acaso ves tu origen
    entrando por tus ojos a esta parte
    contraria de la vida? ¿Qué has hallado?
    ¿Algo que no sea tuyo en permanencia?
    Tira tu daga. Tira tus sentidos.
    Dentro de ti te engendra lo que has dado,
    fue tuyo y siempre es acción continua.
    Esta herida es testigo: nadie ha muerto.


    Emilio Prados
     
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    clause Claudia

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    Re: ... de poetas, cuentos y leyendas

    Epigrama 11
    Heráclito y Demócrito

    Aquel filósofo ríe,
    este llora: aquel contempla
    lo cómico de la vida,
    este lo trágico de ella.


    Juan de Iriarte
     
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    clause Claudia

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    CAMINO

    Confusa la historia
    y clara la pena.

    ANTONIO MACHADO



    Aquí estás, camino de siempre,
    hacia adelante, rota
    la aspiración rosada, luna
    que empalidece toda cosa.

    Aquí estás y debes andar,
    caminar como el agua absorta
    por el torcido cauce, altos
    los muros rojos, y a deshora.

    Como el agua inmóvil transcurres
    hacia un lejos, playa remota,
    ya confusas historia y pena,
    lejana la pena, la historia...


    Carlos Bousoño
     
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    clause Claudia

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    EL ÚLTIMO DÍA DEL AÑO Y EL PRIMERO

    A mi hermano Pedro



    Aquí tienes al anciano
    terminando su agonía,
    y al niño en el mismo día
    empezando su vivir.
    Escucha cual suena, hermano,
    de ése que viene el gemido
    con el adiós confundido
    del otro que va a partir.

    ¿Qué es más triste, la ignorancia
    de aquel que busca la vida,
    o de otro que perdida
    deja la vida, el saber?
    ¿Qué lloras más, a la infancia
    que a padecer se encamina,
    o a la vejez que termina,
    hermano, su padecer?

    Tuvo el año lozanía,
    bella fue su primavera,
    mas ¿sabes en la pradera
    para qué las flores son?
    Para hacernos más sombría,
    cuando acaba su belleza,
    de los campos la tristeza
    en la invernal estación.

    ¿Dudas? ¡ay! estrecha cuenta
    hoy al año reclamemos,
    y sus penas coloquemos
    al lado de su placer.
    Ya verás cuál se acrecienta
    ancho el cerco de sus males,
    y el de sus bienes cabales
    cuán estrecho viene a ser.

    Tenemos pena cumplida,
    ventura sólo aplazada,
    con lágrima anticipada
    tan antes pagada ya,
    que parece que la vida
    poscrita al placer tenemos,
    y sólo que le soñemos
    castigo el dolor nos da.

    Tal nos pasa, tal sufrimos,
    tal es el mundo presente;
    tras nosotros otra gente
    más dichosa ha de venir:
    que las almas que nacimos
    de este siglo entre las guerras,
    para cruzar nuestras tierras
    en un perpetuo gemir.

    Bardos vendrán más contentos
    en otra edad venturosa
    que la vida hallen hermosa
    y canten sólo placer;
    mas nosotros, descontentos
    de estos tiempos revoltosos,
    con los ojos lagrimosos
    cantamos el padecer.

    Y cuando el año termina
    más nuestro duelo se aumenta;
    triste el año es que ahuyenta
    ¿mas cómo el otro será?
    Esa aurora que vecina
    sigue ya a la noche esta
    en alas del sol traspuesta,
    ¿sabes tú qué luz traerá?

    ¿Podrán los ojos mirarla
    frente a frente sin recelo?
    ¿Brillará pura en el ciclo?
    ¿Saldrá envuelta en lobreguez?
    ¿Vendrá algún astro a eclipsarla,
    tanta nube a oscurecerla,
    que nunca logremos verla
    en completa brillantez?

    Allá los sabios que miran
    por la noche a los luceros,
    en sus cálculos certeros
    lo que averiguan dirán;
    mas a mí que no me inspiran
    profecías las estrellas,
    no puedo decir por ellas
    lo que los años traerán.

    Pero los temo y los lloro,
    y entre su noche y su aurora
    está para mí la hora
    más triste del corazón;
    del rudo bronce sonoro
    que entrambos años separa,
    temblando aguardo la clara
    y solemne vibración...

    Dos... cuatro... seis... alegría
    al que nace saludemos;
    ocho... diez... doce... ¡lloremos
    al que deja de vivir!
    Es del año la agonía
    y el nacimiento del año,
    la esperanza y desengaño
    lo pasado y porvenir.

    Ermita de Bótoa, 1847



    Carolina Coronado
     
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    clause Claudia

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    POEMA DEL ÁRBOL

    La gracia de tu rama verdecida

    ANTONIO MACHADO





    Árbol, buen árbol, que tras la borrasca
    te erguiste en desnudez y desaliento,
    sobre una gran alfombra de hojarasca
    que removía indiferente el viento...

    Hoy he visto en tus ramas la primera
    hoja verde, mojada de rocío,
    como un regalo de la primavera,
    buen árbol del estío.

    Y en esa verde punta
    que está brotando en ti de no sé dónde,
    hay algo que en silencio me pregunta
    o silenciosamente me responde.

    Sí, buen árbol; ya he visto como truecas
    el fango en flor, y sé lo que me dices;
    ya sé que con tus propias hojas secas
    se han nutrido de nuevo tus raíces.

    Y así también un día,
    este amor que murió calladamente,
    renacerá de mi melancolía
    en otro amor, igual y diferente.

    No; tu augurio risueño,
    tu instinto vegetal no se equivoca:
    Soñaré en otra almohada el mismo sueño,
    y daré el mismo beso en otra boca.

    Y, en cordial semejanza,
    buen árbol, quizá pronto te recuerde,
    cuando brote en mi vida una esperanza
    que se parezca un poco a tu hoja verde...


    José Ángel Buesa
     
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    Re: ... de poetas, cuentos y leyendas

    A Ricardo del Monte
    al muy querido y muy venerado maestro, dedica sus primeros versos

    Julián del Casal



    INTRODUCCIÓN

    Árbol de mi pensamiento
    Lanza tus hojas al viento
    Del olvido,
    Que, al volver las primaveras,
    Harán en ti las quimeras
    Nuevo nido;
    Y saldrán de entre tus hojas,
    En vez de amargas congojas,
    Las canciones
    Que en otro mayo tuvistes,
    Para consuelo de tristes
    Corazones.


    Julián del Casal
     
  11. clause

    clause Claudia

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    PROVERBIOS Y CANTARES - III

    A quien nos justifica nuestra desconfianza
    llamamos enemigo, ladrón de una esperanza.
    Jamás perdona el necio si ve la nuez vacía
    que dio a cascar al diente de la sabiduría.


    Antonio Machado
     
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    clause Claudia

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    CONSEJOS

    I

    Este amor que quiere ser
    acaso pronto será;
    pero ¿cuándo ha de volver
    lo que acaba de pasar?
    Hoy dista mucho de ayer.
    ¡Ayer es Nunca jamás!

    II

    Moneda que está en la mano
    quizá se deba guardar:
    la monedita del alma
    se pierde si no se da.


    Antonio Machado
     
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    PROVERBIOS Y CANTARES - XXXI

    Corazón, ayer sonoro,
    ¿ya no suena
    tu monedilla de oro?
    Tu alcancía,
    antes que el tiempo la rompa,
    ¿se irá quedando vacía?
    Confiemos
    en que no será verdad
    nada de lo que sabemos.


    Antonio Machado


     
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    PROVERBIOS Y CANTARES - XXXVIII

    ¿Dices que nada se crea?
    Alfarero, a tus cacharros.
    Haz tu copa y no te importe
    si no puedes hacer barro.


    Antonio Machado
     
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    Dice la esperanza: un día
    la verás, si bien esperas.
    Dice la desesperanza:
    sólo tu amargura es ella.
    Late, corazón... No todo
    se lo ha tragado la tierra.


    Antonio Machado