Poemas, cuentos y leyendas

Tema en 'Temas de interés (no de plantas)' comenzado por mai^a, 27/2/08.

  1. clause

    clause Claudia

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    Re: ... de poetas, cuentos y leyendas


    El último rincón
    [Poema: Texto completo]
    Miguel Hernández

    El último y el primero:
    rincón para el sol más grande,
    sepultura de esta vida
    donde tus ojos no caben.

    Allí quisiera tenderme
    para desenamorarme.

    Por el olivo lo quiero,
    lo persigo por la calle,
    se sume por los rincones
    donde se sumen los árboles.

    Se ahonda y hace más honda
    la intensidad de mi sangre.

    Los olivos moribundos
    florecen en todo el aire
    y los muchachos se quedan
    cercanos y agonizantes.

    Carne de mi movimiento,
    huesos de ritmos mortales:
    me muero por respirar
    sobre vuestros ademanes.

    Corazón que entre dos piedras
    ansiosas de machacarte,
    de tanto querer te ahogas
    como un mar entre dos mares.
    De tanto querer me ahogo,
    y no me es posible ahogarme.

    Beso que viene rodando
    desde el principio del mundo
    a mi boca por tus labios.
    Beso que va a un porvenir,
    boca como un doble astro
    que entre los astros palpita
    por tantos besos parados,
    por tantas bocas cerradas
    sin un beso solitario.

    ¿Qué hice para que pusieran
    a mi vida tanta cárcel?

    Tu pelo donde lo negro
    ha sufrido las edades
    de la negrura más firme,
    y la más emocionante:
    tu secular pelo negro
    recorro hasta remontarme
    a la negrura primera
    de tus ojos y tus padres,
    al rincón de pelo denso
    donde relampagueaste.

    Como un rincón solitario
    allí el hombre brota y arde.

    Ay, el rincón de tu vientre;
    el callejón de tu carne:
    el callejón sin salida
    donde agonicé una tarde.

    La pólvora y el amor
    marchan sobre las ciudades
    deslumbrando, removiendo
    la población de la sangre.

    El naranjo sabe a vida
    y el olivo a tiempo sabe.
    Y entre el clamor de los dos
    mis pasiones se debaten.

    El último y el primero:
    rincón donde algún cadáver
    siente el arrullo del mundo
    de los amorosos cauces.

    Siesta que ha entenebrecido
    el sol de las humedades.

    Allí quisiera tenderme
    para desenamorarme.

    Después del amor, la tierra.
    Después de la tierra, nadie.



     
  2. clause

    clause Claudia

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    Re: ... de poetas, cuentos y leyendas


    Canción última
    [Poema: Texto completo]
    Miguel Hernández

    Pintada, no vacía:
    pintada está mi casa
    del color de las grandes
    pasiones y desgracias.

    Regresará del llanto
    adonde fue llevada
    con su desierta mesa
    con su ruidosa cama.

    Florecerán los besos
    sobre las almohadas.
    Y en torno de los cuerpos
    elevará la sábana
    su intensa enredadera
    nocturna, perfumada.

    El odio se amortigua
    detrás de la ventana.

    Será la garra suave.

    Dejadme la esperanza.
    [​IMG]



     
  3. clause

    clause Claudia

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    Re: ... de poetas, cuentos y leyendas

    Juvenilia- Miguel Cané


    15
    EL retiro del doctor Agüero no mejoró la disciplina interna del
    colegio. Estaba reservada esa difícil tarea a José M. Torres, que, con
    mano de hierro y cargando con la más franca y abierta odiosidad que
    es posible dedicar a un hombre, nos metió en vereda, nos domó a
    fuerza de castigos, transformando el encierro en la morada habitual de
    alguno de nosotros, privándonos de salida, levantando en alto, en fin,
    el principio de autoridad. De un carácter desgraciado, pues a la
    primera contradicción se ponía fuera de sí, dudo que haya tenido
    apetito un solo día durante su permanencia en el colegio; oíamos a
    cada instante su voz de trueno rebotar en el eco de los claustros,
    vibrante e inflamada. En cuanto a mí, creo haber contribuido no poco
    a hacerle la vida amarga, y le pido humildemente perdón, porque sin
    su energía perseverante no habría concluido mis estudios, y sabe Dios
    si el ser inútil que bajo mi nombre se agita en el mundo no hubiera
    sido algo peor.
    Pero antes de su ingreso, el colegio fue regido algún tiempo por
    un sacerdote de quien tengo forzosamente que hablar tan mal, que me
    limito a designarle sólo por las iniciales D. F. M. Era extranjero, e
    ignoro por que circunstancias un hombre como él, sin moralidad, sin
    inteligencia y desprovisto de ilustración había conseguido hacerse
    nombrar vicerrector del Colegio Nacional.
    Antes de su entrada, las pasiones políticas que habían agitado a
    la República desde 1852 se reflejaban en las divisiones y odios entre
    los estudiantes. Provincianos y porteños formaban dos bandos, cuyas
    diferencias se zanjaban a menudo en duelos parciales.
    Los provincianos eran dos terceras partes de la totalidad en el
    internado, y nosotros, los porteños, ocupábamos modestamente el
    último tercio; eran más fuertes, pero nos vengábamos ridiculizándoles
    y remedándoles a cada instante. Habíamos pillado un trozo de diálogo
    entre dos de ellos: uno que decía, con una palangana en la mano:
    "Agora no más la vo a derramar", y el otro que contestaba en voz de
    tiple,: "¡No la derrarnís!". Lo convertimos en un estribillo que les
    ponía fuera de sí, como los rebuznos del uno y del otro alcalde de la
    aldea del Don Quijote.
    Eran mucho más graves, serios y estudiosos que1 2 nosotros.
    Con igualdad de inteligencia y con menor esfuerzo de nuestra parte
    obteníamos mejores clasificaciones en los exámenes. El fenómeno
    consistía simplemente en nuestra mayor viveza de imaginación,
    desparpajo natural y facilidad de elocución. Recuerdo que Pedro
    Goyena, hablando de un joven correntino, Carlos Harvey, dotado de
    una inteligencia sólida y profunda, de una laboriosidad incomparable,
    repetía las palabras de Sainte-Beuve, aplicándoselas: "le falta la
    arenilla dorada". Esa arenilla dorada constituía nuestra superioridad.
    Dábamos una conferencia de historia, filosofía o retórica con sin igual
    botaratería, mientras ellos, en general, poseyendo la materia tal vez
    mejor que nosotros, se limitaban a una exposición sucinta, pálida y,
    difícil. Había, por ejemplo, otro bohemio en el colegio, enorme,
    pesado, indolente, pero de una inteligencia clara y meditativa. Era un
    joven Aberastain, de San Juan, hijo del mártir del Pocito; yo me había
    ligado a él porque nuestros padres fueron amigos y le había aplicado
    el mismo apodo de "buey" que el suyo había recibido en la
    Universidad. Goyena, que era nuestro profesor de filosofía, se había
    empeñado en hacerle hablar, porque en dos o tres contestaciones en
    clase le llamó la atención la. claridad con que comprendía ciertos
    puntos oscuros. Al fin hubo de renunciar, vencido por la apatía
    invariable de aquel carácter. El pobre Aberastain fue una de las primeras
    víctimas del cólera de 1867.
    He nombrado a uno: nombraré a otro, el primero de todos,
    Patricio Sorondo, arrebatado por la fiebre amarílla, cuando era ya
    conocido por su inteligencia extraordinaria, unida, lo que no es
    común, a una laboriosidad perseverante y tenaz. Era el primer
    discípulo de su clase; hablaba con maravillosa facilidad, era espiritual,
    chispeante, y como estudiaba enormemente, sus exámenes fueron
    siempre aclamados. Jacques le tenía gran cariño; sentimiento que
    habíamos descubierto, no por manifestaciones externas sino por un
    fenómeno negativo: jamás le reprendió. Patricio se entretenía en decir
    negligentemente, delante de mi amigo Valentín Balbín, hoy ingeniero
    distinguido, que la noche anterior había estudiado hasta tal punto, y le
    señalaba medio tomo de un enorme tratado de física o matemáticas.
    Valentín, animado de una emulación digna y de un gran orgullo,
    volvía al día siguiente pálido y con los ojos marchitos, habiendo
    estudiado hasta el punto indicado, tragándose un centenar de páginas
    que Patricio no había aún recorrido.
    La muerte de Sorondo fue una pérdida real para el país;
    habríamos tenido en él un hombre de estado, liberal, lleno de
    ilustración y con un carácter firme y recto.
     
  4. Anveri

    Anveri Fanática de nativas -aves

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    Re: ... de poetas, cuentos y leyendas

    :happy:

    Encontré esta bella foto.

    [​IMG]

    Les dejo:
    El cardo
    GABRIELA MISTRAL
    A don Rafael Díaz.

    Una vez un lirio de jardín (de jardín de rico) preguntaba a las demás flores por Cristo. Su dueño, pasando, lo había nombrado al alabar su flor recién abierta.
    Una rosa de Sarón, de viva púrpura, contestó:
    -No le conozco. Tal vea sea un rústico, pues yo he visto a todos los príncipes.
    -Tampoco lo he visto nunca -agregó un jazmín menudo y fragante- y ningún espíritu delicado deja de aspirar mis pequeñas flores.
    -Tampoco yo -añadió todavía la camelia fría e impasible. -Será un patán: yo he estado en el pecho de los hombres y las mujeres hermosas...
    Replicó el lirio:
    -No se me parecería si lo fuera, y mi dueño lo ha recordado al mirarme esta mañana.
    Entonces la violeta dijo:
    -Uno de nosotros hay que sin duda lo ha visto: es nuestro pobre hermano el cardo. Vive a la orilla del camino, conoce a cuantos pasan, y a todos saluda con su cabeza cubierta de ceniza. Aunque humillado por el polvo, es dulce, como que da una flor de mi matiz.
    -Has dicho una verdad -contestó el lirio. -Sin duda, el cardo conoce a Cristo; pero te has equivocado al llamarlo nuestro. Tiene espinas y es feo como un malhechor. Lo es también, pues se queda con la lana de los corderillos, cuando pasan los rebaños.
    Pero, dulcificando hipócritamente la voz, gritó, vuelto al camino:
    -Hermano cardo, pobrecito hermano nuestro, el lirio te pregunta si conoces a Cristo.
    Y vino en el viento la voz cansada y como rota del cardo:
    -Sí; ha pasado por este camino y le he tocado los vestidos, yo, ¡un triste cardo!
    -¿Y es verdad que se me parece?
    -Sólo un poco, y cuando la luna te pone dolor. Tú levantas demasiado la cabeza. Él la lleva algo inclinada; pero su manto es albo como tu copo y eres harto feliz de parecértele. ¡Nadie lo comparará nunca con el cardo polvoroso!
    -Di, cardo, ¿cómo son sus ojos?
    El cardo abrió en otra planta una flor azul.
    -¿Cómo es su pecho?
    El cardo abrió una flor roja.
    -Así va su pecho -dijo.
    -Es un color demasiado crudo -dijo el lirio.
    -¿Y qué lleva en las sierres por guirnalda, cuando es la primavera?
    El cardo elevó sus espinas.
    -Es una horrible guirnalda -dijo la camelia. -Se le perdonan a la rosa sus pequeñas espinas; pero esas son como las del cactus, el erizado cactus de las laderas.
    -¿Y ama Cristo? -prosiguió el lirio, turbado.
    -¿Cómo es su amor?
    -Así ama Cristo -dijo el cardo echando a volar las plumillas de su corola muerta hacia todos los vientos.
    -A pesar de todo -dijo el lirio- querría conocerle. ¿Cómo podría ser, hermano cardo?
    Para mirarlo pasar, para recibir su mirada, haceos cardo del camino -respondió éste-. Él va siempre por las sendas, sin reposo. Al pasar me ha dicho: -«Bendito seas tú, porque floreces entre el polvo y alegras la mirada febril del caminante». Ni por tu perfume se detendrá en el jardín del rico, porque va oteando en el viento otro aroma: el aroma de las heridas de los hombres.
    Pero ni el lirio, al que llamaron su hermano; ni la rosa de Sarón, que Él cortó de niño por las colinas; ni da Madreselva trenzada, quisieron hacerse cardo del camino y, como los príncipes y las mujeres mundanas que rehusaron seguirte por las llanuras quemadas, se quedaron sin conocer a Cristo.


    Para mi la compasión es un misterio, lo dejo, ya que estamos cerca de Navidad :ojoscorazon: :ojoscorazon:

    ;)
     
  5. clause

    clause Claudia

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    Re: ... de poetas, cuentos y leyendas

    Muy bonito Anveri!:happy: Gracias!:beso:
     
  6. clause

    clause Claudia

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    Re: ... de poetas, cuentos y leyendas

    Los recuerdos
    (Joan Manuel Serrat)

    Los recuerdos suelen
    contarte mentiras.
    Se amoldan al viento,
    amañan la historia;
    por aquí se encogen,
    por allá se estiran,
    se tiñen de gloria,
    se bañan en lodo,
    se endulzan, se amargan
    a nuestro acomodo,
    según nos convenga;
    porque antes que nada
    y a pesar de todo
    hay que sobrevivir.

    Recuerdos que volaron lejos
    o que los armarios encierran;
    cuando está por cambiar el tiempo,
    como las heridas de guerra,
    vuelven a dolernos de nuevo.

    Los recuerdos tienen
    un perfume frágil
    que les acompaña
    por toda la vida
    y tatuado a fuego
    llevan en la frente
    un día cualquiera,
    un nombre corriente
    con el que caminan
    con paso doliente,
    arriba y abajo,
    húmedas aceras
    canturreando siempre
    la misma canción.

    Y por más que tiempos felices
    saquen a pasear de la mano,
    los recuerdos suelen ser tristes
    hijos, como son, del pasado,
    de aquello que fue y ya no existe.

    Pero los recuerdos
    desnudos de adornos,
    limpios de nostalgias,
    cuando solo queda
    la memoria pura,
    el olor sin rostro,
    el color sin nombre,
    sin encarnadura,
    son el esqueleto
    sobre el que construimos
    todo lo que somos,
    aquello que fuimos
    y lo que quisimos
    y no pudo ser.

    Después, inflexible, el olvido
    irá carcomiendo la historia;
    y aquellos que nos han querido
    restaurarán nuestra memoria
    a su gusto y a su medida
    con recuerdos
    de sus vidas.






     
  7. mai^a

    mai^a My Garden

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    Re: ... de poetas, cuentos y leyendas

    El 30 de Marzo Edmundo de Amicis arribó a Montevideo
    donde una comitiva lo recibió con todos los honores.
    El Consul Italiano en ese país le ofeció un almuerzo de
    bienvenida a la que acudieron personlidades importantes:
    el Dr. Zawverthal y su esposa, una distinguida dama de
    la época; la Señorita Ruano; el duque Lucignano y la
    señora del Vice-Consul italiano, entre otros destacados.

    Al finalizar el almuerzo, se presentó la Liga Lombarda y le
    entregó un diploma otorgándole el título de "Socio Honorario".
    La jornada terminó con un brindis con oporto de 70 años de
    añejamiento.

    La Comisión Argentina a cargo de Lucio V. López, agradeció
    en Montevideo en el brindis al Dr. Castro por los dos días de
    alojamiento y dijo con respecto a de Amicis:

    "El antigüo Capitán de los batallones de la libertad italiana
    viene bajo los auspicios de Minerva, la Belona desarmada.
    Brindar, pues, por el soldado literario, por las letras, que
    son las leyes que gobiernan las repúblicas libres"


    Ya en la Argentina, el 21 de Abril emite su primer discurso en
    el Teatro Colón: "... me habeis arrojado flores para llevar a
    Italia: yo las recojo con las manos trémulas y las llevaré...).
    El día 28 da una conferencia cuyo tema es "Victor Manuel,
    Rey de Italia", y una segunda sobre "Giuseppe Mazzini".

    El 3 de Mayo se embarca hacia Rosario a visitar las colonias
    italianas. El día 7 llega a Córdoba y el 8 parte a Tucumán.
    El 6 de Mayo visita la "colonia Esperanza" en Santa Fe.
     
  8. mai^a

    mai^a My Garden

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    Re: ... de poetas, cuentos y leyendas

    Es un poema!!, gracias clausecita!
     
  9. mai^a

    mai^a My Garden

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    Re: ... de poetas, cuentos y leyendas

    Gracias anveri!!
    ...Lo simple es bello y verdadero!
     
  10. clause

    clause Claudia

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    Re: ... de poetas, cuentos y leyendas

    Maia:beso: :beso:
    Que interesante!!:razz:

    Es precioso!!!! No hay letra de lo que canta Serrat que no me guste, pero hay algunas como estas , que me hacen un dibujo del alma tan perfecto que son un poema impecable , llega derechito al corazón!:razz: :razz:
     
  11. clause

    clause Claudia

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    Re: ... de poetas, cuentos y leyendas

    Juvenilia-Miguel Cané


    16
    ESTUDIÁBAMOS seriamente en el colegio, sobre todo los tres
    meses que precedían a los exámenes, en, los que el gimnasio y los
    claustros perdían su aspecto bullicioso, para no dejar ver sino pálidas
    caras hundidas en el libro, pizarras llenas de fórmulas algebraicas, y
    en los rincones pequeños Sócrates ocupados en discutir con los ateos
    venidos, no ya de la Jonia, sino de los Andes o del Aconcagua. Los
    exámenes eran duros, y sabíamos que serian tomados por profesores
    de la Universidad.
    Ahora bien; entre el colegio y la Universidad existía el mismo
    antagonismo, la misma lucha que entre los discípulos de Guillermo de
    Champeaux y los de Abelardo, la misma emulación que entre Oxford
    y Cambridge. Despreciábamos esos petimetres que iban paquetes al
    aula una vez por mes, a hacer barullo en las clases de Larsen o Gigena
    y que no leían sino el Balmes o el Gérusez, mientras nosotros nos
    alimentábamos de la médula del león del eclecticismo A más, ¿por
    dónde la Universidad era capaz de presentar un cuadro de aventuras,
    de diabluras, como las que ilustraban los anales del colegio? De
    tiempo en tiempo nos llegaba la noticia de un aparato que regido por
    un hilo, ponla de punta una aguja en las sillas de Larsen, Gigena o
    Ramsay, en el momento de sentarse; la transformación de una galera
    profesional en acordeón silencioso, etc. Pero acogíamos esa materia
    parva con la benévola sonrisa de los magos de Faraón ante los
    primeros milagros de Moisés. Una cosa nos disgustaba: que Jacques
    no nos perteneciera de una manera completa y exclusiva. Habríamos
    dado algo por verle renunciar su cátedra de física en la Universidad.
    En los primeros tiempos quise reaccionar un tanto contra ese
    espíritu, y recordando que antes de entrar en el colegio había pasado
    un año en la Universidad, intenté iniciar, sin éxito, la política de
    conciliación. Y, sin embargo, no eran de los más gratos mis recuerdos
    universitarios. Para ingresar en la clase de primer año de latín, debí
    rendir un impalpable examen de gramática castellana, en el que fui
    ignominiosamente reprobado por la mesa compuesta de Minos, Eaco y
    Radamanto, bajo la forma de Larsen, Gigena y el doctor Tobal. Me
    dieron, un trozo de la Eneida, traducción de Larsen para analizar
    gramaticalmente; era una invocación que empezaba por "¡Diosa!".
    "¡Pronombre posesivo!" --dije, y bastó; porque con voz de trueno
    Larsen me gritó: ¡Retírate, animal!
    Esto era en diciembre; en marzo arremetí de nuevo, pasé regular,
    con recomendación de mayor estudio para el año venidero e ingresé en
    la famosa clase de latín donde Pirovano hacía sus raras y memorables
    apariciones. Nada más soberbio que los diálogos que se entablaban
    entre él y Larsen.
    Era en vano que Larsen interrogara a Pirovano sobre el I, II, IV o
    VI libro de la Eneida, sobre el De Viris o el Epítome; Pirovano sabía
    un solo verso de memoria, ordenado y traducido, que amaba con
    pasión y que lanzaba con una voz eufórica cada vez que Larsen
    pulsaba su erudición: "¡Amor insano Pasiphae! ".
    De ahí no salía, sino a la calle. Es al doctor Larsen a quien el
    pueblo de Buenos Aires debe el tener ese médico que le honra. Harto
    de Pirovano y para verse libre de él, le hizo pasar contra viento y
    marea en el examen de primer año, en el que hubiera quedado
    eternamente; tal era su afición al Nebrija.
     
  12. mai^a

    mai^a My Garden

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    Re: ... de poetas, cuentos y leyendas

    "De tiempo en tiempo nos llegaba la noticia de un aparato que regido por
    un hilo, ponla de punta una aguja en las sillas de Larsen, Gigena o
    Ramsay, en el momento de sentarse..."
    :11risotada: :11risotada: :11risotada:
    Gracias clausecita acá leo que aparece Pirovano!
     
  13. clause

    clause Claudia

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    Re: ... de poetas, cuentos y leyendas

    Hola Maia!!:beso: :beso:
    Si!!!!:razz:

    [​IMG]

    Ignacio Pirovano (Buenos Aires, 23 de agosto de 1844 - 2 de julio de 1895) fue un destacado cirujano argentino. Se ha destacado no sólo por sus cualidades quirúrgicas, perfeccionó la utilización de la asepsia en la cirugía argentina y realizó la primera laparotomía del país, sino también por formar una gran cantidad de destacados cirujanos, lo que le valió el título de padre de la cirugía argentina
     
  14. mai^a

    mai^a My Garden

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    Re: ... de poetas, cuentos y leyendas

    Si clause gracias por recordarlo y bien de valío el nombre
    de "El padre de la cirugía argentina "
    Leer Juvenilla, es leer la infancia de los grandes
    que hicieron el país!
     
  15. mai^a

    mai^a My Garden

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    Re: ... de poetas, cuentos y leyendas

    Corazón (cuore 1886) es un relato día a día en un colegio...
    las maravillosas anotaciones de Enrique
    Se editaron mas de cuarenta ediciones. El libro fue distribuido
    por la editorial Treves de Milám al inicio del ciclo escolar.
    La obra esta cosntituída a modo de un libro diario escolar,
    que narrarlas aventiras de Enqrrique un niño piamontés del
    tercer grado, quien anota los los acontecimientos mas
    significativos entremezclando las cartas de sus padres con
    cuentos mensuales como el “De los Apeninos a los Andes” ,
    “El pequeño vigía lombardo”, “El pequeño escribiente florentino.”

    Narra conmovedores historias enalteciendo los valores morales,
    sociales, el sentido del deber, del honor, de la honradez, del
    ezfuerzo y el trabajo!. El éxito fue contundente y se tradujo a
    cuarenta lenguas.