Re: ... de poetas, cuentos y leyendas TU RISA Quítame el pan , si quieres, quítame el aire, pero no me quites tu risa. No me quites la rosa, la lanza que desgranas, el agua que de pronto estalla en tu alegría, la repentina ola de plata que te nace. Mi lucha es dura y vuelvo con los ojos cansados a veces de haber visto la tierra que no cambia, pero al entrar tu risa sube al cielo buscándome y abre para mí todas las puertas de la vida. Amor mío, en la hora más oscura desgrana tu risa, y si de pronto ves que mi sangre mancha las piedras de la calle, ríe, porque tu risa será para mis manos como una espada fresca. Junto al mar en otoño, tu risa debe alzar su cascada de espuma, y en primavera, amor, quiero tu risa como la flor que yo esperaba, la flor azul, la rosa de mi patria sonora. Ríete de la noche, del día, de la luna, ríete de las calles torcidas de la isla, ríete de este torpe muchacho que te quiere, pero cuando yo abro los ojos y los cierro, cuando mis pasos van, cuando vuelven mis pasos, niégame el pan, el aire, la luz, la primavera, pero tu risa nunca porque me moriría. Pablo Neruda. Los versos del Capitán. Tu risa. Olga Manzano y Manuel Picón
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas Hoy voy a dejar unos versos de una escritora neuquina a quien tuve el placer de tratar y que fue una de mis profesoras en la facultad.Falleció hace algunos años pero todos quienes la conocimos la seguimos recordando con el afecto y la admiración de siempre. Para usted Irma, esté donde esté: NEUQUINA Nací en Neuquén,oasis del desierto, inmenso reino del potente viento, millonario de arenas y de piedras, Arauco triste de su gente nueva: tengo el alma aborigen y labriega. Nací en Neuquén, nostálgico del indio para quien fue "el audaz y el atrevido"; el extranjero lo pobló de arados, de frutales, de viñas, y de álamos, pero él siguió soñando con las tribus. Nací en Neuquén y por las noches hondas, cuando todo se acalla, mi alma loca trepa las bardas, atraviesa el río, y tras la Cruz del Sur halla el camino que conduce al secreto primitivo. Y cuando lejos parta no habrá olvido para mi valle, mi arenal, mis ríos, ni el salvaje furor del viento terco: nací en Neuquén,sonrisa del desierto, y en él quiero dormir el largo sueño. SOLEDAD El que ama la soledad ama una esfera de fuego con que aleja a los demás, mientras él se quema dentro. El que ama la soledad lleva sus penas ardiendo. Irma Cuña. Irma Cuña nació en Neuquén en 1932 ,fue docente universitaria. Doctora en Letras.Investigadora del Conicet sobre el Discurso Utópico Latinoamericano. Trabajo en investigación en la Sorbona de París y la UNAM de México. Desde 1999 integra la Academia Argentina de Letras.
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas Hola a tod@s os dejo este soneto - Soneto 1290 - A la vera del mar busco el consuelo, que no logro encontrar en otra parte: no pueden ya mis dedos modelarte, perderse entre tu piel de terciopelo. Recorro, sí, tu piel con todo celo y torpe en mi obsesión por encontrarte, me debo conformar con recordarte, con verte en el espejo de mi anhelo. Sabiendo que no puedo moldearte, se quedan mis caricias suspendidas, siguiendo tu perfil, mas sin hallarte. Por mucho que lo intentan, atrevidas, no logran, no, mis manos recrearte, quedándose a mis penas adheridas. Saludos Duran
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas «Adiós amor, me voy a mis combates, no pienses más en el tormento que pasó entre nosotros, como un rayo dejándonos tal vez su quemadura. La paz llegó también, y como tengo el corazón completo, con la parte de sangre que me diste para siempre, mírame por el mar que voy radiante, mírame por la noche que navego. Que mar y noche, amor, son tus ojos.» Estos que deben ser unos versos de Neruda fueron las ultimas palabras de Manuel Picón a Olga Manzano su mujer, antes de morir...
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas DE RAFAEL DE LEON TENGO EL CABALLO EN LA PUERTA Tengo el caballo a la puerta, ¿te quieres venir conmigo?. Yo no te obligo. Sólo te brindo ocasión de darte en mi soledad una casa, un corazón y un cariño de verdad. ¿Qué no quieres...? Allá penas. Mientras yo tenga en mis venas sangre de piropo y ronda; mientras, por mas que se esconda, no haya mujer que resista este pase de conquista de los vuelos de mi capa; mientras la flor que se tapa con clavel y celosía se asome a verme pasar pensando en la Vicaría; y mientras de par en par se abran a mi reclamo el corazón donde llamo y la boca donde toco... a mi se me importa poco que quieras o que no quieras ser dueña de mi fortuna. Hay mucha espiga en las eras para pensar sólo en una Y mira lo que te digo: un día deje la luna porque no quiso venir conmigo. Y no me costó ninguna fatiga romper cadenas. Con esto quiero decir que a ti, que no eres la luna, me costará menos pena dejarte, si lo prefieres. Me sobran a mí mujeres. De modo que tú dirás; si me das el sí, tendrás beso blando, brazo fuerte, casa, cariño y corona y, si es preciso, mi muerte por defender tu persona. ¿Qué no quieres...? No hay que hablar de olvidos ni sufrimientos: que tengo yo muchos vientos por donde poder volar. Y me iré calle adelante, sin fatiga y sin desplante, con una copla de mayo saltando en el corazón mientras me acompaña el son el paso de mi caballo: -Voy a la esquina a cambiar por una rosa otra rosa, y a ver quien lo va a notar; que si una rosa es hermosa... la otra... no se queda atrás En fin; no quiero hablar más de lo que ya no precisa más explicación. Mi corazón va deprisa y no le gusta perder tiempo en la conversación, mientras se pueda entender a besos por los balcones, Y, torero sin fracaso, pueda torear al paso cinturas y corazones. Ya lo sabes; junto al río tengo un huerto de limones Y un arroyito de frío que va sembrando canciones. Y en la loma tengo un blanco caserío como una blanca paloma que se asoma para beber en el río Y entre arrayán y romero un beso sin estrenar que está diciendo “me muero” porque no puede aguardar. Y creciendo junto a una rosita sin jardinero tengo la flor de un “te quiero” para tu pelo de luna Todo esto, junto al río, en mi cabaña desierta Piénsalo bien, amor mío... Tengo el caballo a la puerta .
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas TENGO UNA MUÑECA Tengo una muñeca vestida con recuerdo azul con sus gastados vestidos y su cabello de lana desteñidos . La llevé conmigo y paseó bajo mi piel, hoy me sacudió con su mucho dolor, porque en un baúl el abandono la lastimó. Esta mañanita me dijo mi corazón que la dé un jarabe no de la farmacia si con caricias del corazón. Brincan sus ojos de vidrios de alegría, ya sé. Dos y dos son cuatro, y cuatro décadas pasaron desde que te acuné. Esos son los besos de hoy con el mismo amor de ayer. Stella Maris
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas Cuanta TERNURA en tu poesía poetisa Chuikissssssssssssss Lourdes chuikissssssssssssssss Piscui chuikisssssssssssss que linda la Patagonia Duran chuikisssssssssss una belleza de soneto Petri chuikisssssssss sosrprendentes sus versos Dolcecita chuikisssssssss siempre tus poesías las siento como de tierra adentro ... que maravilla chic@s
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas La leyenda de Manaka de "Mitología Guaraní" de Jorge Montesino Marcha por la selva la tropa de indómitos. Mbarakaju lidera a los suyos. Guerrero sin par. No hay quien le iguale en resistencia física, en el tiro de las flechas y el manejo del mbaraka. La madre naturaleza ha sido generosa con Mbarakaju. Las tropas de Mbarakaju pasan por los poblados y en cada lugar pintan el signo de la dominación. No hay quien se le resista. Mbarakaju, como buen tirador es también un eximio cazador. Prueba de ello es su collar donde ya no caben más colmillos de jaguareté. Ha cazado cientos de estos animales en su corta vida. Mbarakaju en su plenitud. Ahora persigue a una fiera que ha herido. Se aparta de los suyos. Avanza por la selva siguiendo el rastro de sangre. La noche lo sorprende y Mbarakaju opta por descansar. Busca un buen lugar y allí pasa la noche. Mbarakaju tiene el sueño liviano. La menor señal de peligro y el guerrero está alerta. Al amanecer continúa su marcha, encuentra al tigre que ruge de dolor y acaba con él. Sigue sumando cuentas en su collar. Pareciera que la cosecha de colmillos jamás acabará. Una lluvia atropellada y densa cae sobre la selva ahora y lava todo rastro de sangre. ¿Cómo regresar junto a los suyos? La capacidad de orientación del joven indio y su intuición no bastan para vencer a la enmarañada vegetación que frente a él se levanta como una muralla. Mbarakaju comienza a andar. Vuelve sobre sus pasos. Le parece estar dando vueltas en círculo. No. No puede ser. Al fin Mbarakaju, exhausto se tiende sobre la hierba en busca del sueño y el descanso reparador. Duerme el guerrero. Duerme y sueña con una joven hermosa. La niña le habla, ahora lo está llamando: “acércate” le dice en su luminoso sueño. Mbarakaju despierta cuando el sol está declinando. Un rocío claro y fresco cae sobre su cuerpo. Al incorporarse descubre que el rocío tan claro y perfumado cae de un ysapy, el árbol de la dicha. Buen augurio, piensa el guerrero y avanza nuevamente a través de la selva como guiado por un espíritu más poderoso que su voluntad. Mbarakaju escucha lejanos sones de tambor. Apura el paso. Ahora ya puede oir voces. Es evidente que se aproxima a una aldea. El indio, escondido en la frondosidad de la selva observa la aldea. Todo es movimiento allí. Se preparan para una celebración. Reposan los manjares y las bebidas en gran cantidad. Con avidez mira Mbarakaju todo lo que ante sus ojos se extiende como una aparición. Van y vienen las mujeres apuradas con los preparativos. Se encienden las fogatas. La tarde va dejando paso a la oscuridad. Los hombres preparan sus instrumentos. Comienzan a beber. Mbarakaju decide integrarse a la fiesta. Avanza hacia la aldea. A su paso las gentes de la tribu detienen sus acciones. Mbarakaju llega junto a los músicos. Extiende la piel del tigre que acaba de matar. Arranca de las manos del músico el mbaraka y sentándose sobre la piel comienza a ejecutar el instrumento y a narrar la historia del principe Chimboi. Su canto, más allá de la forma en que llega hasta el lugar, ocurrente y misterioso, concita la atención de hombres y mujeres. La canción relata que el príncipe Chimboi, jefe de los karios, altanero y solitario vivía en un blanco palacio, suspirando permanentemente por una mujer bella y virgen. La habilidad de Mbarakaju para el relato cantado le lleva a mezclar el encantador argumento del príncipe con la tribu en la que se halla cantando. Mezcla la realidad y la fantasía y lo hace premeditadamente. Cuenta en su canción que el príncipe Chimboi cree que va a encontrar a aquella mujer de sus sueños, símbolo de la perfección humana, entre las doncellas de aquella tribu. Las jóvenes de la tribu se miran unas a otras comparándose. ¿Quién de ellas será la elegida de Chimboi? Pero el príncipe es sólo invento de Mbarakaju, ha nacido de su ingenio y allí vive. Después de terminada su canción Mbarakaju es aceptado en la fiesta. Se celebra la cosecha de la mandioca y las fiestas de la nubilidad. Las familias de las núbiles han adornado a sus vírgenes y cada una de las que pasan en desfile parece más bella que la otra. Túrbase Mbarakaju cuando ve avanzar en aquel desfile iniciático a la mujer que ha visto en sueños. Se le ilumina el rostro ya encendido por el calor de las fogatas. Los sueños le han anticipado el encuentro. Mbarakaju siente deseos de actuar. Toma nuevamente entre sus manos el mbaraka y dedica una canción a la joven. El desfile se detiene pero parece suspendido sobre las notas y las palabras de la canción. Es un momento tocado por la divinidad. Al finalizar su canto Mbarakaju, tramposamente dijo: “Esta será la esposa de Chimboi”. Koeti se llamaba la dulce niña. La abuela de la niña, Chiro, recordó entonces las señales del cielo que el día del nacimiento de Koeti habían señalado un camino sembrado de estrellas. Una vida grandiosa y eterna. La anciana creyó ver en las palabras de Mbarakaju parte de aquel designio divino. “Guíanos hasta el palacio de Chimboi”, dijo la vieja al extranjero. Los hermanos de Koeti se opusieron pero a una palabra de la anciana moderaron su enojo y reprimieron sus decisiones. Mbarakaju, Chiro y Koeti partieron al día siguiente hacia el inexistente palacio blanco donde vivía Chimboi. Avanzaron los tres. Mbarakaju con paso firme, la anciana ágil como una joven y la niña extrañamente torpe. Como si no quisiera avanzar. Con recelo y miedo. Se detuvieron después de mucho andar. Mbarakaju cazó un venado y lo puso al fuego. Koeti dormía en su hamaca. Cuando estuvo lista la carne comieron en silencio los tres. La anciana preguntó: “¿Cuándo llegaremos al palacio de Chimboi?”. “Cuando yo quiera” respondió secamente Mbara-kaju. Inmediatamente la vieja recriminó al guerrero su promesa, tras lo cual Mbarakaju dijo: “¡Yo soy Chimboi, Mbarakaju es sólo mi nombre de guerra”. La anciana no creía lo que estaba escuchando. Había sido engañada. Tal vez se había apresurado al decidir hacer este viaje con un desconocido. “Déjame a la niña y vete. No te necesito”, dijo el guerrero a Chiro. Chiro recupera la calma y unta la frente, las mejillas y el pecho de su nieta con un ungüento verde que extrae de un pequeño recipiente. Mbarakaju observa la despedida de la mujer y se alegra de que no oponga resistencia. La anciana se aleja y cuando Mbarakaju vuelve la vista hacia Koeti comprende el sentido de aquellos ungüentos. La vieja se va pero deja sus hechizos. Mbarakaju quiere gritarle algo pero la voz no le responde. Algo le marea, le impide la mirada. Koetí se vuelve neblinosa ante sus ojos, desaparece. Se transforma. El guerrero siente que su cuerpo pesa como un elefante. No puede moverse de su sitio. Impotente observa la transformación de la niña. Ahora logra acercarse a la joven. Intenta abrazarla pero se sorprende él mismo de estar abrazado al tronco de un árbol. Sorprendido mira al árbol buscando alguna señal que le indique el lugar de Koeti. Nada alrededor. Koeti ha desaparecido. Chiro también. Solo en aquel desolado lugar Mbarakaju se sienta bajo el árbol, la espalda apoyada en el tronco. Un suave cansancio invade al guerrero. Sus piernas ya no le pesan pero un extraño sopor le invade hasta vencerle. Mbarakaju despierta. Es la hora del alba y el sol aparece suavemente. Mbarakaju se pone de pie y golpea las ramas más bajas con su cabeza. Una lluvia de pétalos cae a sus pies. El árbol estaba cubierto de flores. El guerrero busca por todos lados algún indicio que le guíe hacia Koeti. Infructuosa es su búsqueda. Vencido, huye de aquel lugar encantado. Chiro ve que el extranjero se aleja del lugar y vuelve para deshechizar a su joven nieta. La anciana contempla el bello árbol florido y siente un vértigo extraño. La belleza marea sus pupilas cansadas. De pronto, de los árboles vecinos surge un ave pequeña y multicolor. Como una flecha llega hasta las flores y allí, sostenido en vilo por el rápido movimiento de sus alas, introduce su pico en una y otra flor bebiendo el sabroso néctar. Las flores se tiñen de rosas y leves morados al contacto del largo pico que las ultraja. Se diría que se ruborizan y tiñen su blancura de subidos colores. Chiro no se atreve a dar caza a aquel pequeño pájaro que va de flor en flor. Su nieta seguía siendo bellísima, pero ya no era marane. Así lo entendió la mujer y consideró inútil deshechizarla. Así quedó entre nuestros árboles el manaka que con sus bellas flores se sonroja de haber perdido la virginidad con aquel misterioso pájaro del cual se dice que era un príncipe encantado. cariños
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas Algo popular de (ANTONIO MACHADO) La saeta Dijo una voz popular: Quién me presta una escalera para subir al madero para quitarle los clavos a Jesús el Nazareno? Oh, la saeta, el cantar al Cristo de los gitanos siempre con sangre en las manos siempre por desenclavar. Cantar del pueblo andaluz que todas las primaveras anda pidiendo escaleras para subir a la cruz. Cantar de la tierra mía que echa flores al Jesús de la agonía y es la fe de mis mayores !Oh, no eres tú mi cantar no puedo cantar, ni quiero a este Jesús del madero sino al que anduvo en la mar!.
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas petri me gusta mucho todo lo que pones A ver si os gusta esta. Yo la siento en el alma y cuando los recuerdos afloran,siempre está presente. Te digo adiós, y acaso te quiero todavía, quizá no he de olvidarte, pero te digo adiós... No se si me quisiste, No se si te quería, o tal vez nos quisimos demasiados los dos... Este cariño triste, apasionado y loco, me lo sembré en el alma, para quererte a ti... No se si te ame mucho, no se si te ame poco, pero si se que nunca volveré a amar así... Me queda tu sonrisa dormida en mi recuerdo, y el corazón me dice que no te olvidaré; pero al quedarme solo, sabiendo que te pierdo, tal vez empiezo a amarte como jamás te ame... Te digo adiós, y acaso con esta despedida, tu hermoso sueño muere dentro de mí... Pero te digo adiós para toda la vida, aunque toda la vida, siga pensando en ti... Angel Buesa
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas Muchas gracias Lourdes tambien son preciosas las que pones tu.. haber si te gusta esta de (GARCIA LORCA) GRANADA Granada, calle de Elvira, donde viven las manolas, las que se van a la Alhambra, las tres y las cuatro solas. Una vestida de verde, otra de malva, y la otra, un corselete escocés con cintas hasta la cola. Las que van delante, garzas la que va detrás, paloma, abren por las alamedas muselinas misteriosas. ¡Ay, qué oscura está la Alhambra! ¿Adónde irán las manolas mientras sufren en la umbría el surtidor y la rosa? ¿Qué galanes las esperan? ¿Bajo qué mirto reposan? ¿Qué manos roban perfumes a sus dos flores redondas? Nadie va con ellas, nadie; dos garzas y una paloma. Pero en el mundo hay galanes que se tapan con las hojas. La catedral ha dejado bronces que la brisa toma; El Genil duerme a sus bueyes y el Dauro a sus mariposas. La noche viene cargada con sus colinas de sombra; una enseña los zapatos entre volantes de blonda; la mayor abre sus ojos y la menor los entorna. ¿Quién serán aquellas tres de alto pecho y larga cola? ¿Por qué agitan los pañuelos? ¿Adónde irán a estas horas? Granada, calle de Elvira, donde viven las manolas, las que se van a la Alhambra, las tres y las cuatro solas.
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas preciosa petri DOS PALABRAS Esta noche al oído me has dicho dos palabras Comunes. Dos palabras cansadas De ser dichas. Palabras Que de viejas son nuevas. Dos palabras tan dulces que la luna que andaba Filtrando entre las ramas Se detuvo en mi boca. Tan dulces dos palabras Que una hormiga pasea por mi cuello y no intento Moverme para echarla. Tan dulces dos palabras -Que digo sin quererlo- ¡oh, qué bella, la vida!- Tan dulces y tan mansas Que aceites olorosos sobre el cuerpo derraman. Tan dulces y tan bellas Que nerviosos, mis dedos, Se mueven hacia el cielo imitando tijeras. Oh, mis dedos quisieran Cortar estrellas. Alfonsina Storni hasta mañana
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas Uuuuh chic@s ...que maravilla! Merce55, Lourdes, Petri caballero que grandioso! chuikisssssssssssss Para vencer un peligro, salvar de cuelquier abismo, por experiencia lo afirmo, más que el sable y que la lanza suele servir la confianza que el hombre tiene en sí mismo. *Martín Fierro