Re: ... de poetas, cuentos y leyendas Canción de Navidad-Charles Dickens V- Conclusión: ¡Sí! Y la columna de cama era suya: La cama era la suya, el cuarto era el suyo. y, lo mejor y más venturoso de todo, ¡el tiempo venidero era suyo, para poder enmendarse! -Viviré en el pasado, en el presente y en el porvenir -repitió Scrooge, saltando de la cama-. Los Espíritus de los tres no se apartarán de mí. ¡Oh, Jacob Marley! ¡Benditos sean el cielo y la fiesta de Navidad: ¡Lo digo de rodillas, Jacob, de rodillas! Se encontraba tan animado y tan encendido por buenas intenciones, que su voz desfallecida apenas respondía al llamamiento de su espíritu. Había sollozado con violencia en su lucha con el Espíritu y su cara estaba mojada de lágrimas. -¡No se las han llevado -exclamó Scrooge, estrechando en sus brazos una de las cortinas de la alcoba-, no se las han llevado, ni tampoco las anillas! Están aquí. Yo estoy aquí. Las imágenes de las cosas que podían haber ocurrido pueden desvanecerse. Y se desvanecerán, lo sé. Sus manos se ocupaban continuamente en palpar sus vestidos; los volvía del revés, ponía lo de arriba abajo y lo de abajo arriba, los desgarraba, los dejaba caer, haciéndoles cómplices de toda clase de extravagancias. -¡No sé lo que hago!-exclamó Scrooge riendo y llorando a la vez y haciendo de sí mismo con sus medías una copia perfecta de Laocoonte-. Estoy ligero como una pluma, dichoso como un ángel, alegre como un escolar, aturdido como un borracho. ¡Felices Pascuas a todos! ¡Felíz Año Nuevo a todo el mundo! ¡Hurra! ¡Viva! Había ido a la sala dando brincos, y allí estaba entonces sin aliento. -¡Aquí está la cacerola con el cocimiento! --gritó Scrooge entusiasmándose de nuevo y danzando alrededor de la chimenea-. ¡Esa es la puerta por donde entró el Espectro de Jacob Marley! ¡Ese es el rincón donde se sentó el Espectro de la Navidad Presente! Esa es la ventana por donde vi los Espíritus errantes! ¡'I'odo está en su sitio, todo es verdad, todo ha sucedido! ¡Ja, ja, ja! Realmente, para un hombre que no la había practicado por espacio de muchos años, era una risa espléndida, la risa más magnífica. el padre de una larga, larga progenie de risas brillantes. -No sé a cuánto estamos -dijo Scrooge--. No sé cuánto tiempo he estado entre los Espíritus. No sé nada. Soy como un niño. No me importa. Me es igual. Quisiera ser un niño. ¡Hurra! ¡Viva! Le interrumpieron sus transportes de alegría las campanas de las iglesias, con los más sonoros repiques que oyó jamás. ¡Tín, tan! ¡Tin, tan! ¡Tin, tan! ¡Oh, magnífico, magnífico! Corriendo a la ventana, la abrió y asomó la cabeza. Nada de bruma, nada de niebla; un frío claro, luminoso, jovial; un frío que al soplar hace bailar la sangre en las venas; un sol de oro, un cielo divino; un aire fresco y suave, campanas alegres. ¡Oh, magnifico, magnífico! -¿Qué día es hoy? --gritó Scrooge, dirigiéndose a un muchacho endomingado, que quizá se había detenido para mirarle. -¿Eh? -replicó el muchacho lleno de admiración. -¿Qué día es hoy, hermoso? -dijo Scrooge. -¿Hoy! -repuso el muchacho-. ¡Toma, pues, el día de Navidad! -¡El día de Navidad! -se dijo Scrooge-. ¡No ha pasado todavía! Los Espíritus lo han hecho todo en una noche. Pueden hacer todo lo que quieren. Pueden, no hay duda. Pueden, no hay duda. ¡Hola, hermoso! -¡Hola! -contestó el muchacho. -¿Sabes dónde está la pollería, en la esquina de la segunda calle? -inquirió Scrooge. -¡Claro que sí! -¡Eres un muchacho listo! -dijo Scrooge--. ¡Un muchacho notable! sabes sí han vendido el hermoso pavo que tenían colgado ayer? No el pequeño, el grande. -¿Cuál? ¿Uno que era tan gordo como yo? -replicó el muchacho. -¡Qué chico tan delicioso? -dijo Scrooge-. Da gusto hablar contigo. ¿Sí, hermoso? -Todavía está colgado -repuso el muchacho . -¿Sí? -dijo Scrooge-. Ve a comprarlo. -¡Qué bromista! -exclamó el muchacho. -No, no -dijo Scrooge-. Hablo en serio. Ve a comprarlo y di que lo traigan aquí, que yo les diré dónde tienen que llevarlo. Vuelve con el mozo y te daré un chelín. Si vienes con él antes de cinco minutos, te daré media corona. El muchacho salió como una bala. Habría necesitado una mano muy firme en el gatillo el que pudiera lanzar una bala con la mitad de la velocidad. -Voy a enviárselo a Bob Cratchit -murmuró Scrooge. frotándose las manos y soltando la risa. No sabrá quién se lo envía. Tiene dos veces el cuerpo de Tiny Tim. ¡Joe Miller no ha gastado nunca una broma como ésta de enviar el pavo a Bob! A1 escribir las señas no estaba muy firme la mano; pero, de cualquier modo, las escribió Scrooge y bajó la escalera para abrir la puerta de la calle en cuanto llegase el mozo de la pollería. Hallándose allí aguardando su llegada, el llamador atrajo su mirada. -¡Le amaré toda mi vida! -exclamó Scrooge, acariciándole con la mano-. Apenas le miré antes. ¡Qué honrada expresión tiene en la cara! ¡Es un llamador admirable!... Aquí está el pavo. !Viva! ¿Hola! ¡Cómo estáis? !Felices Pascuas! ¡Era un pavo! Seguramente no había podido aquel volátil sostenerse sobre las patas. Se las habría roto en un minuto como sí fueran barras de lacre. -¡Qué! No es posible llevarlo a cuestas hasta Camden-Town -dijo Scrooge-. Tenéis que tomar un coche. La risa con que dijo aquello, y la risa con que pagó el pavo, y la risa con que pagó el coche, y la risa con que dio la propina al muchacho, únicamente fueron sobrepasadas por la risa con que se sentó de nuevo en su butaca, ya sin aliento, y siguió riendo hasta llorar. No le fue fácil afeitarse, porque su mano seguía muy temblorosa, y el afeitarse requiere tranquilidad, aun cuando no bailéis mientras os entregáis a tal ocupación. Pero si se hubiera cortado la punta de la nariz se habría puesto un trozo de tafetán inglés en la herida y habríase quedado tan satisfecho. Vistíóse con sus mejores ropas y se lanzó a las calles. La multitud se precipitaba en aquel momento, como la vio yendo con el Espectro de la Navidad Presente, y al marchar con las manos en la espalda, Scrooge miraba a todo el mundo con una sonrisa de placer. Parecía tan irresistiblemente amable, en una palabra, que tres o cuatro muchachos de buen humor dijeron: "¡Buenos días, señor! ¡Felices Pascuas, señor!" Y Scrooge dijo más tarde muchas veces que, de todos los sonidos agradables que oyó en su vida, aquellos fueron los más dulces para sus oídos. No había andado mucho, cuando vio que se dirigía hacia él el corpulento caballero que había ido a su despacho el día anterior, diciendo: "¿Scrooge y Marley, si no me equivoco?" Un dolor agudo le atravesó el corazón al pensar de qué modo le miraría el anciano caballero cuando se encontraran; pero vio el camino que se presentaba recto ante él, y lo tomó. -Querido señor -dïjó Scrooge, apresurando el paso y tomando al anciano caballero las dos manos-. ¿Cómo estáis? Espero que ayer habrá sido un buen día para vos. Es una acción que os honra: ¡Felices Pascuas, señor! -¡El señor Scrooge? -Sí -dijo éste-, tal es mi nombre, y temo que no os sea agradable. Permitid que os pida perdón. ¿Y tendríais la bondad?... (Aquí Scrooge le cuchicheó al oído. ) -¡Bendito sea Dios! -gritó el caballero, como si le faltara el aliento-. Querido señor Scrooge, ¿habláis en serío? -Sí no lo tomáis a mal ---dijo Scrooge-. Nada menos que eso. En ello están incluidas muchas deudas atrasadas, os lo aseguro. ¿Me haréís ese favor? --Querido señor -dijo el otro, estrechándole las manos-. No sé cómo alabar tal muni... -Os ruego que no digáis nada -interrumpió Scrooge-. Id a verme. ¿Iréis a verme? -¡Iré! -exclamó el anciano caballero. Y se veía claramente que pensaba hacerlo. -Gracias --dijo Scrooge-. Os lo agradezco mucho. Os doy mil gracias. ¡Adiós! Estuvo en la iglesia, recorrió las calles y contempló a la gente que iba presurosa de un lado a otro, dio a los niños palmaditas en la cabeza, interrogó a los mendigos, miró curiosamente las cocinas de las casas y luego miró hacia las ventanas. y notó que todo le producía placer. Nunca imaginó que un paseo -una cosa insignificante- pudiera hacerle tan feliz. Por la tarde dirigió sus pasos a casa de su sobrino. Pasó ante la puerta una docena de veces antes de atreverse a subir y llamar a la puerta. Por fin lanzóse y llamó: -¿Está en casa vuestro amo, querida? -preguntó Scrooge a la muchacha. ¿Guapa chica, en verdad? -5í, señor. -¿Dónde está, preciosa? ---dijo Scrooge. -En el comedor, señor; está con la señora. Haced el favor de subir conmigo. --Gracias. El señor me conoce -repuso Scrooge, con la mano puesta ya en el picaporte del comedor-. Voy a entrar, hija mía. Abrió suavemente y metió la cabeza ladeada por la puerta entreabierta. El matrimonio hallábase examinando la mesa (puesta como para una comida de ga1a), pues los jóvenes amos de casa. siempre se cuidan de tales pormenores y les agrada ver que todo está como es debido. -¿Fred? -dijo Scrooge. ¿Cielos? ¿Cómo se estremeció su sobrina política. Scrooge olvidó por el momento que la había visto sentada en un rincón, con los pies en el taburete: si no, no se habría atrevido a entrar de ningún modo. -¡Dios me valga! -gritó Fred~. ¿Quién es? -Soy yo. Tu tío Scrooge. He venido a comer. ¿Me permites entrar, Fred? -¡Permitirle entrar! Por poco no le arranca un brazo para introducirle en el comedor. A los cinco minutos se hallaba como en su casa. No era posible más cordialidad. La sobrina imitó a su marido. Y lo mismo hizo Topper cuando llegó. Y lo mismo la hermana regordeta cuando Ilegó. Y lo mismo todos los demás cuando llegaron. ¡Admirable reunión, admirables entretenimientos, admirable unanimidad, ad-mi-ra-ble dicha! Pero Scrooge acudió temprano a su despacho a la mañana siguiente. ¡Oh, muy temprano! ¡Si él pudiera llegar el primero y sorprender a Cratchít cuando llegara tarde! ¡Aquello era lo único que le preocupaba! ¡Y lo consiguió, vaya sí lo consiguió! El reloj dio las nueve. Bob no llegaba. Las nueve y cuarto. Bob no llegaba. Bob se retrasaba ya dieciocho minutos y medio. Scrooge se sentó, dejando su puerta de par en par, a fin de verle cuando entrase en su mazmorra. Habíase quitado Bob el sombrero antes de abrir la puerta y también la bufanda. En un instante se instaló en su taburete y se puso a escribir rápidamente, como si quisiera lograr que fuesen las nueve de la mañana.. -¿Hola! -gruñó Scrooge, imitando cuanto pudo su voz de antaño-. ¿Qué significa que vengáis a esta hora? -Lo siento mucho, señor ---dijo Bob-. Ya sé que vengo tarde. --¡Tarde! -repitió Scrooge-. Sí. Creo que venís tarde. Acercaos un poco, haced el favor. -Es solamente una vez al año, señor --dijo Bob tímidamente, saliendo de la mazmorra-. Esto no se repetirá. Ayer estuve un poco de broma, señor. -Pues tengo que deciros, amigo mío --dijo Scrooge-, que no estoy dispuesto a que esto continúe de tal modo. Por consiguiente -añadió, saltando de su taburete y dando a Bob tal empellón en la cintura que le hizo retroceder dando traspiés a su cuchitril-. ¡por consiguiente. voy a aumentaros el sueldo! Bob tembló y dirigióse adonde estaba la regla, sobre su mesa. Tuvo una momentánea intención de golpear a Scrooge con ella, sujetarle los brazos, pedir auxilio a los que pasaban por la calleja,. para ponerle una camisa de fuerza. -¡Felices Pascuas, Bob! -dijo Scrooge, con una vehemencia que no admitía duda y abrazándole al mismo tiempo-. Tantas más felices Pascuas os deseo, Bob, querido muchacho, cuanto que he dejado de felicitaros tantos años. Voy a aumentaros el sueldo y a esforzarme por ayudaros a sostener a vuestra familia: y esta misma tarde discutiremos nuestros asuntos ante un tazón de ponche humeante, Bob. ¡Encended las dos lumbres: id a comprar otro cubo para el carbón antes de poner un punto sobre una i, Bob Cratchit! Scrooge hizo más de lo que había dicho. Hizo todo e infinitamente más: y respecto de Tíny Tim, que no murió, fue para él un segundo padre. Se hizo tan buen amigo. tan buen maestro y tan buen hombre, como el mejor ciudadano de una ciudad, de una población o de una aldea del bueno y viejo mundo. Algunos se rieron al verle cambiado; pero él les dejó reír y no se preocupó, pues era lo bastante juicioso para saber que nunca sucedió nada bueno en este planeta que no empezara por hacer reír a algunos: y comprendiendo que aquéllos estaban ciegos, pensó que tanto vale que arruguen los ojos a fuerza de reír, como que la enfermedad se manifiesta en forma menos atractiva. Su propio corazón reía, y con eso tenía bastante. No volvió a tener trato con los aparecidos, pero en adelante tuvo mucho más con los amigos y con la familia, y siempre se dijo que, si algún hombre poseía la sabiduría de celebrar respetuosamente la fiesta de Navidad, ese hombre era Scrooge. ¡Ojalá se diga con verdad lo mismo de nosotros, de todos nosotros! Y también, como hacía notar Tiny Tim, ¡Dios nos bendiga a todos! FIN
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas Bueno, voy a cumplir con una promesa, que hice hace unos días, cuando dije que iba a poner este poema TABARE de Juan Zorrilla de San Martín INTRODUCCIÓN I Levantaré la losa de una tumba; E internándome en ella, Encenderé en el fondo el pensamiento Que alumbrará la soledad inmensa. Dadme la lira, y vamos: la de hierro, La más pesada y negra; Esa, la de apoyarse en las rodillas, Y sostenerse con la mano trémula, Mientras azota el viento temeroso Que silba en las tormentas, Y, al golpe del granizo restallando, Sus acordes difunde en las tinieblas; La de cantar sentado entre las ruinas Como el ave agorera; La que arrojada al fondo del abismo, Del fondo del abismo nos contesta. Al desgranarse las potentes notas De sus heridas cuerdas, Despertarán los ecos que han dormido Sueño de siglos en la oscura huesa; Y formarán la estrofa que revele Lo que la muerte piensa; Resurrección de voces extinguidas, Extraño acorde que en mi mente suena. II Vosotros, los que amáis los imposibles, Los que vivís la vida de la idea; Los que sabéis de ignotas muchedumbres. Que los espacios infinitos pueblan, Y de esos seres que entran en las almas Y mensajes oscuros les revelan, Desabrochan las flores en el campo, Y encienden en el cielo las estrellas; Los que escucháis quejidos y palabras En el triste rumor de la hoja seca, Y algo más que la idea del invierno Próximo y frío a vuestra mente llega, Al mirar que los vientos otoñales Los árboles desnudan, y los dejan Ateridos, inmóviles, deformes, Como esqueletos de hermosuras muertas; Seguidme hasta saber de esas historias Que el mar y el cielo y el dolor nos cuentan; Que narran el ombú de nuestras lomas, El verde canelón de las riberas, La palma centenaria, el camalote, E.' ñandubay, los talas y las ceibas: La historia de la sangre de un desierto, La triste historia de una raza muerta. Y vosotros aun más, bardos amigos, Trovadores galanos de mi tierra, Vírgenes de mi patria y de mi raza Que templáis el, laúd de los poetas; Seguidme juntos a escuchar las notas De una elegía que en la patria nuestra El bosque entona cuando queda solo, Y todo duerme entre sus ramas quietas; Crecen laureles, hijos de la noche, Que esperan liras para asirse a ellas, Allá en la oscuridad en que aun palpita El grito del desierto y de la selva. III ¿Extraña y negra noche? ¿Dónde vamos? ¿Es cielo esto o tierra? ¿Es lo de arriba? ¿Lo de abajo? Es lo hondo, Sin relación, ni espacio, ni barreras. Sumersión del espíritu en lo obscuro, Reino de las quimeras, En que no sabe el pensamiento humano Si desciende, o asciende, o se despeña, El caos de la mente que pujante La inspiración ordena; Los elementos vagos y dispersos Que amasa el genio y en la forma encierra. Notas, palabras, llantos, alaridos. Plegarias, anatemas. Formas que pasan, puntos luminosos, Gérmenes de imposibles existencias: Vidas absurdas en eterna busca De cuerpos que no se encuentran, Días y noches en estrecho abrazo, Que espacio y tiempo en que vivir esperan; Líneas fosforescentes y fugaces, Y que en los ojos quedan Como estrofas de un himno bosquejado, O gérmenes de auroras o de estrellas; Colores que se enfunden y repelen En inquietud eterna, Ansias de luz, primeras vibraciones Que no hayan ritmo, no dan lumbre, y cesan; Tipos que hubieran sido y no fueron Y que aún el ser esperan, Informes creaciones, que se mueven Con una vida extraña e incompleta. Proyectos, modelados por el tiempo, De razas intermedias; Principios sutilísimos que oscilan Entre la forma errante y la materia; Voces que llaman, que interrogan siempre Sin encontrar respuesta; Palabras de un idioma indefinible Que no han hablado las humanas lenguas; Acordes que, al brotar, rompen el arpa, Y en los aires revientan Estridentes, sin ritmo, como notas De mil puntos dispersos que se encuentran, Y se abrazan en vano sin fundirse, Y hasta esa misma repulsión ingénita Forma armonía, pero rara, absurda, Música indescriptible, pero inmensa; Rumor de silenciosas muchedumbres, Tumultos que se alejan... Todo se agita en ronda atropellada, En esta obscuridad que nos rodea; Todo asalta en tropel al pensamiento, Que en su seno penetra A hacer inteligente lo confuso, A enfrentar lo que huye y se rebela; A consagrar el ritmo y el sonido La dulce unión eterna, La del color y el alma con la línea De la palabra virgen con la idea. Todo brota en tropel, al levantarse La poderosa piedra, Como bandada de aves que chirriando Brota del fondo de profunda cueva; Nube con vida que, cobrando forma Variables y quiméricas, Se contrae, se alarga y se revuelve Por sí misma empujada en las tinieblas. Allí cuajó en mí mente, obedeciendo A una atracción secreta Y entre risas y llantos, y alaridos, Se alzó la sombra de la raza muerta; De aquella raza que pasó desnuda Y errante por mi tierra, Como el eco de un ruego no escuchado Que, camino del cielo, el viento lleva. Tipo soñado, sobre el haz surgido De la infinita niebla; En sueño de una noche sin aurora, Flor que una tumba alimentó en sus grietas; Cuando veo tu imagen impalpable Encarnar nuestra América, Y fundirse en la estrofa transparente, Darle su vida, y palpitar en ella; Cuando creo formar el desposorio De tu ignorada esencia Con esa forma virgen, que los genios Para su amor o su dolor encuentran; Cuando creo infundirte, con mi vida, El ser de la epopeya Y legarte a mi patria y a mi gloria Grande como mi amor y mi impotencia; El más hábil contacto de las formas Desvanece tu huella, Como el contacto de la luz, se apaga El brillo sin color de las luciérnagas. Pero te vi. Flotabas en lo obscuro, Como un jirón de niebla; Afluían a ti, buscando vida, Como a su centro acuden las moléculas. Líneas, colores, notas de un acorde Disperso, que frenéticas Se buscaban en ti; palpitaciones Que en ti buscaban corazón y arterias; Miradas que luchaban en tus ojos Por imprimir su huella, Y lágrimas y anhelos esperanzas Que en tu alma reclamaban existencia: Todo lo de la raza: lo inaudito, Lo que el tiempo dispersa, Y no cabe en la forma limitada, Y hace estallar la estrofa que lo encierra. Ha quedado en mi espíritu tu sombra, Como en los ojos quedan Los puntos negros de contornos ígneos Que deja en ellos una lumbre intensa... Ah! no, no pasarán, como la nube Que el agua inmóvil en su faz refleja; Como esos sueños de la media noche Que en la mañana ya no se recuerdan: Yo te ofrezco, oh ensueño de mis días! La vida de mis cantos, que en la tierra Vivirán más que yo... ¡Palpita y anda, Forma imposible de la estirpe muerta Continua
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas Hola, Clause, Hubo un poeta español, llamado Ramón de Campoamor que escribió unos versos, a los que llamó "Doloras" Eran cortitos pero daban que reflexionar. He aquí uno de ellos: Cercado un francés quedó. Pero escapando ligero, el caballo al caballero, de los prusianos salvó. De éstos el corcel huyó con tanto ardor y constancia, que el francés con arrogancia, después que pasó el rastrillo, desde su propio castillo, libre gritó: ¡viva Francia! Sitiado por hambre y fiero, destrozándolo a sablazos, se fue comiendo a pedazos al caballo el caballero. ¿Al que lo salvó primero lo pudo matar después? ¡Si! Por un vil interés hacen mil gentes que callo, lo que hizo con su caballo el caballero francés.... ¿Te gustó?
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas Si ,que me gusta! Otra cortita de ese libro es Los extremos se tocan Mientras la abuela una muñeca aliña y, haciéndose la niña se consuela, haciéndose la vieja, usa la niña el báculo y la cofia de la abuela.
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas Gracias anveri lo mismo para vos!!! Que termine bien tu año! y que el próximo sea el MEJOR!
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas Ahora que leo Campoamor les cuento que Que fue un apellido importante de un Pueblo fundado por Martín Iraola "Tolosa". Si bien nada que ver con el poeta Gervasio Campoamor Llego en 1872 al recién fundado Pueblo de Tolosa y abre ahí la primera almacén de ramos generales. Vivía con su esposa Felipa Rodríguez y sus hijos Evangelina, Rogelia, Deolindo y Antonio . Cooperó mucho con el pueblo. Fue miembro del primer Consejo Escolar de la Ensenada en 1875; Presidente de la primera Comisión constituida en Tolosa para levantar la escuela. Fue el gestor de la nivelación de la calle principal y de la construcción de los muros de la vías ferroviarias. Formó parte las comisiones vecinales y de la que diseño y construyó la Plaza Martín Iraola . En 1895 ue electo Concejal. Falleció el 15 de septiembre de 1902. ...en otra oportunidad les contaré la historia del pueblo de Tolosa y su fundador.
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas Si , dale que es muy interesante!!! Y sabes que hubo otro Campoamor, nacido en Uruguay, que tambien vivio en Buenos Aires , que fue Manuel Campoamor, músico ,pianista y compositor...el padre era primo hermano del escritor, el tango "Sargento Cabral " (1899)fue de el y nos remonta a los origenes del tango!
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas Creo que es la música solita lo que compuso..... El tango rioplatense y el aporte de los uruguayos Presentamos hoy a Manuel Campoamor Una muy modesta callecita situada en el “Paso de la Arena” hace justicia y nos recuerda el nombre de Manuel Campoamor. Quizás la placa que perpetúa su nombre esté demasiado lejos de los tradicionales barrios del Montevideo antiguo donde alguna vez al igual que Eduardo Arolas debió pasear su fama de milonguero, y de auténtico creador de las primeras composiciones del tango bravío del 1800 ..................... Y dice Campoamor: “Mi primer tango, “Sargento Cabral”, lo escribí en el año 1898; mejor dicho me lo escribieron, puesto que yo nunca supe música. Aprendí el piano de “oído”, primero con un dedo, luego con dos y poco tiempo después ya sacaba algunas piezas con las dos manos. Sentía verdadera pasión por la música, pero no me decidía a aprenderla porque las notas se me antojaban difíciles. Dos amigos se encargaron de llevar al papel lo que yo tocaba en el piano, y a los 19 años toqué en público, en unos bailes de carnaval. Así me hice conocer, adquirí fama y entré a ser una persona muy solicitada y popular, fue por entonces que quise iniciar los discos criollos en Argentina. Me llamaron y grabé “Sargento Cabral” a piano solo, luego grabé con Linda Thelma, y otros que eran astros y estrellas de entonces, tengo que nombrar a Gabino Ezeiza por quien sentí un sentimiento de admiración incondicional.
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas clausecita se sigue con la aparición de personajes Gabino Ezeiza era un afroargentino payador vagabundo que recorría con su guitarra los ranchos y pulperías cantando temas y acontesimientos políticos cotidianos. Era un arte su payar, tanto en argentina como en Uruguay. Estuvo con los Hermanos Podestá famosos payasos de circo. Una de sus payadas se dió en 1894 en Pergamino, Provincia de Buenos Aires con el célebre Pablo J. Vázquez. Gardel y Razzano lo conocieron en los círculos políticos, asiduo concurrente del Café de los Angelitos. A su muerte, el dúo cantó en su homenaje "Heroico Paysandú", que luego lo llevó a su disco Gardel
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas Si ,Maia!!! GABINO EZEIZA Nació en San Telmo el 3 de febrero de 1858 y vivió Floresta, en la calle Azul 92, hasta su muerte ocurrida el 12 de octubre de 1916. En el lugar existe hoy una panadería que lleva su nombre "Don Gabino" en cuya entrada una placa de bronce nos recuerda su grandeza. De ascendencia negra y cuna humilde, adquirió celebridad como payador y autor de más de quinientas composiciones, que el mismo interpretaba. Según se afirma, ya en el año 1872 incursionaba en el arte de la payada, siendo considerado el más antiguo y notable payador del Río de la Plata. Fotografía gentileza del Sr. Eduardo Quinteros. Fue obtenida el 8 de Julio de 1916 (poco tiempo antes de la muerte de Gabino acaecida el 12 de octubre) en Justiniano Posse provincia de Córdoba. A la izquierda de Gabino aparece Salvador Quinteros, primer agricultor criollo de la zona, y a su derecha la Sra. Juana Paredes de Quinteros, nacida en 1816 en Villa de Soto, Pcia de Córdoba .
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas TABARE LIBRO PRIMERO CANTO PRIMERO I El Uruguay y el Plata Vivían su salvaje primavera; La sonrisa de Dios de que nacieron Aun palpita en las aguas y en las selvas; Aun viste el espinillo Su amarillo típoy; aun en la hierba Engendra los vapores temblorosos Y a la calandria en el ombú despierta; Aun dibuja misterios En el mburucuyá de las riberas, Anuncia el día, y por la tarde enciende Su último beso en la primera estrella; Aun alienta en el viento Que cimbra blandamente las palmeras. Que remece los juncos de la orilla Y las hebras del sauce balancea; Y hasta el río dormido Baja en el rayo de las lunas llenas, Para enhebrar diamantes en las olas, Y resbalar o retorcerse en ellas. II Serpiente azul de escamas luminosas Que, sin dejar sus ignoradas cuevas, Se enrosca entre las islas, y se arrastra Sobre el regazo virgen de la América, El Uruguay arranca a las montañas Los troncos de sus ceibas Que, entre espumas e inmensos camalotes Al río como mar y al mar entrega. El himno de sus olas Resbala melodioso en sus arenas, Mezclando sus solemnes pensamientos Con el del blanco acorde de la selva; Y al grito temeroso Que lanzan en los aires sus tormentas, Contesta el grito de una raza humana Que aparece desnuda en las riberas. Es la raza charrúa De la que el nombre apenas Han guardado las hondas y los bosques Para entregar sus notas al poema; Nombre que aun reproduce La tempestad lejana, que se acerca Formando los fanales del relámpago Con las pesadas nubes cenicientas. Es la raza indomable Que alentó en una tierra Patria de los amores y las glorias, Que al Uruguay y al Plata se recuesta; La patria, cuyo nombre Es canción en el arpa del poeta, Grito en el corazón, luz en la aurora, Fuego en la mente, y en el cielo estrella. III La encuentra el pensamiento antes que el hombre Antiguo la sorprenda, En lucha con la tierra y con el cielo, Y en su salvaje libertad envuelta. Para ella, el horizonte cierra el mundo Con un muro de piedra; Tras él duermen las tardes y las lunas; Tras él la aurora duerme y se despierta, Cruza el salvaje errante La soledad de la llanura inmensa Y el amarillo tigre, como él hosco, Como él fiero y desnudo, la atraviesa. El tigre brama; el indio Contesta en el silbido de su flecha. ¿Dónde va? ¿Qué persigue? Tras su paso, Sobre ese hermoso suelo, ¿qué nos deja? ¿Para él está formada Esa encantada tierra Que a los diáfanos cielos de Diciembre Les devuelve una flor por cada estrella? ¿Para él sus grandes ríos Cantando se despeñan Los himnos inmortales de sus ondas? ¿Qué fue esa raza que Pasó sin huella? ¿Fue el último vestigio De un mundo en decadencia? ¿Crepúsculo sin día? ¿Noche acaso Que surgió obscura de la luz eterna? La eterna lumbre sólo engendra auroras. La noche, las tinieblas Son ausencia de luz; la eterna noche Es sólo del Creador la eterna ausencia. En esa raza, en su excelso origen Aun el vestigio queda, Como el toque de luz amarillento Que un sol que muere en los espacios deja. Hay lumbre en esos ojos siemprehuraños, Fuego que encienden sólo las ideas; Mas la lumbre se extingue, y una raza Falta de luz, se extinguirá con ella. Nacida para el bien, el mal la rinde; Destinada a la paz, vive en la guerra... ¡Hojas perdidas en su tronco enfermo El remolino las arrastra enfermas¡ IV A las tribus lejanas Convocan las hogueras Que encendió Caracé sobre las lomas Como gritos de fuego y de pelea. Caracé, en cuyo cuerpo Las heridas se cuentan Como las manchas en la piel del tigre, Y por eso le prestan obediencia. Caracé, en cuyo toldo Las pieles y sangrientas cabelleras De los caciques yaros y bohanes Que tu brazo arrancó, prueban su fuerza; Que tiene diez mujeres Que aguzan las espinas de sus flechas, Y los fuegos encienden de su toldo, Y el jugo de las plantas le fermentan, Nadie sabe los fríos Que ha vivido el cacique; pero cuentan Que allá en el tiempo de los soles largos, Al Uruguay llegó, desde la sierra. Lejana, muy lejana, Que ve salir el sol, cuando las ceibas En que hoy anida el águila, sentían Correr la savia en su primer corteza. Ya entonces había visto Cruzar las lunas en las horas lentas; Pero aun es joven cual si con sus manos Contar sus fríos Caracé pudiera; Aun en sus fuertes dedos Es la maza de piedra El brazo de la muerte que en las tribus Derrama el frío que en Ion huesos queda. V ¿Por qué el vicio cacique A las turbas congrega, Toma la maza y apercibe el arco Que nadie sino él cimbrar intenta? Por qué bajo sus párpados Brilla con luz siniestra La pupila pequeña y prolongada En que se encienden sus miradas fieras? ¿Acaso los bohanes La vencida cabeza Alzan de nuevo, y su guerrera lanza Del charrúa clavaron en la selva? ¿Acaso al otro lado Del río como mar, las humaredas Se ven del indio querandí, y provocan Del Uruguay la tribu turbulenta? No: Caracé no teme Que los indios se atrevan A encender junto al Hum un solo fuego Mientras seis lunas a brillar no vuelvan. Lo que hace que el cacique Ciña a su frente estrecha Las plumas de avestruz, y ajuste el ardo, Y al par del fuego, su mirada encienda, Es que tendido estaba En la playa desierta, Cuando vio que cruzaba por las islas Del Paraná-Guazú, piragua inmensa. Que como garza enorme, Flotaba entre la niebla Dando a los aires las extrañas alas, Y volando con rumbo a la ribera. El Uruguay en vano Sale a su encuentro y ladra bajo de ella; En vano, con sus olas encrespadas, Sus costados airados abofetea; La nave altiva: Lanza un grito del cielo que retiembla, Llega a la costa y, agarrando al río Por la erizada crin, en él se sienta. VI A Caracé el cacique Han rodeado las tribus más guerreras, Y entre el espeso matorral del río, Como banda escondida de luciérnagas, Los ojos de los indios fosforecen, Al ver sobre la arena Cómo descienden de la extraña nave Los hombres blancos de la raza nueva Y cómo, dando al viento Y clavando en el suelo su bandera, Se agrupan en su torno, y con sus voces La sorprendida soledad atruenan. ¡Extraños seres! Brillan A los rayos del sol. Nada recelan. Y las lomas los miran y el barranco; Y el Uruguay se empina y los observa, Y los indios ocultos Mutuamente se muestran, Con los brazos desnudos extendidos, El grupo extraño que al jaral se acerca. VII Entre inmenso alarido, Una lluvia rabiosa de saetas Parte del matorral, y de salvajes Un enjambre fantástico tras ellas. La bola arrojadiza Silba y choca del blanco en la cabeza, Cae al sepulcro el español herido Amortajado en su armadura negra, ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... Y los guerreros blancos Huyen despavoridos por las breñas, Dejando sangre en la salvaje playa Y una mujer en la sangrienta arena. Parece flor de sangre, Sonrisa de un dolor; es la primera Gota de llanto que, entre sangre tanta, Derramó España en nuestra tierra. Pálida como un lirio, Sola con vida entre los muertos queda. Caracé, que a su lado se detiene, Con avidez salvaje la contempla, Mientras los rudos golpes De las hachas de piedra Del postrado español en la armadura Y en los cráneos inmóviles resuenan. VIII "De los guerreros muertos Vuestra será la hermosa cabellera: Su blanca piel ajuste vuestros arcos, Y sus dientes adornen vuestras tiendas; Y sus extrañas armas, Ove brillan como el astro, serán vuestras; Y los tipoys que sus espaldas cubren Como las rojas flores a la ceiba. Caracé sólo quiere En tu toldo a la blanca prisionera, Que de su techo encenderá los fuegos, Los fuegos de] amor y de la guerra". Tal hablaba el cacique En sus brazos llevando a Magdalena Al bosque solitario de los talas En que el indio formó su madriguera. IX Hermanos del dolor, bardos amigos, Trovadores galanos de mi tierra, Que me seguís en la jornada obscura A través del misterio de la selva: Ensayad en el alma El acorde otoñal: la noche llega. El acorde que suena cuando el ave Vuelve en silencio al nido que la espera; Y hasta el lirio más pálido del campo Para dormir en paz su bronce cierra, Y su perfume virgen Con el amor de otros perfumes sueña. Vosotros, los que al paso de la tarde Inclináis tristemente la cabeza, Y amáis el cielo cuando en él agita Su ala tremante la primera estrella; Calzaos las sandalias Con que hasta el alma del dolor se llega. Sí el alma vuestra, oh, bardos!, Bañada en el Jordán de la tristeza, Es pura como la última palabra Que acaso os dijo vuestra madre muerta, Llegaos en silencio Al tálamo sangriento de la selva... Es ya de noche; los rumores lloran... ¡No despertéis a la española enferma CANTO SEGUNDO I Cayó la flor al río! Los temblorosos círculos concéntricos Balancearon los verdes camalotes, Y en el silencio del juncal murieron. Las aguas se han cerrado; Las algas despertaron de su sueño, Y a la flor abrazaron, que moría, Falta de luz, en el profundo légamo... Las grietas del sepulcro Han engendrado un lirio amarillento; Tiene el perfume de la flor caída. Su misma palidez... La flor ha muerto! Así el himno sonaba De los lejanos ecos; Así cantaba el urutí en las ceibas. Y se quejaba en el sauzal el viento. Siempre llorar la vieron los charrúas; Siempre mirar al cielo, Y más allá... Miraba lo invisible Con sus ojos azules y serenos. El cacique a su lado está tendido. Lo domina el misterio; Hay luz en la mirada de la esclava. Luz que alumbra sus lágrimas de fuego, Y ahuyenta al indio, al derramar en ellas Ese dulce reflejo De que se forma el nimbo de los mártires, La diáfana sonrisa de los cielos. Siempre llorar la vieron los charrúas, Y así pasaba el tiempo. Vedla sola en la playa. En esa lágrima Rueda por sus mejillas un recuerdo. Sus labios las sonrisas olvidaron. Sólo brotan de entre ellos Las plegarias, vestidas de elegías, Como coros de vírgenes de un templo. III Un niño, llora. Sus vagidos se oyen Del bosque en el secreto, Unidos a las voces de los pájaros Que cantan en las ramas de los ceibos. Le llaman Tabaré. Nació una noche Bajo el obscuro techo En que el indio guardaba a la cautiva A quien el niño exprime el dulce seno. Le llaman Tabaré. Nació en el bosque De Caracé el guerrero; Ha brotado en las grietas del sepulcro Un lirio amarillento. Sonrisa del dolor, hijo del alma, ¡Alma de mis recuerdos! Lo llamaba gimiendo la cautiva Al estrecharlo en el materno pecho. Y al entonar los cánticos cristianos Para arrullar su sueño: Los cantos de Belén que al fin escucha La soledad callada del desierto. Los escuchan las dulces alboradas, Los balbucen los ecos Y, en las tardes que salen de los bosques, Anda con ellos sollozando el viento. Son los cantos cristianos, impregnados De inocencia y misterio, Que acaso aquella tierra escuchó un día, Como se siente el beso de un ensueño. IV El indio niño en las pupilas tiene El azulado cerco Que entre, sus hojas pálidas ostenta La flor del cardo en pos de un aguacero, Los charrúas, que acuden a mirarlo, Clavan sus ojos negros En los ojos azules de aquel niño Que se reclina en el materno seno. Y lo oyen y lo miran asombrados Como a un pájaro nuevo Que, unido a las calandrias y zorzales, Ensaya entre las ramas sus gorjeos. Mira el niño a la madre. Está llorando, Lo mira y mira el cielo, Y envía en su mirada al infinito Un amor que en el mundo es extranjero. Mas ya ama al bosque, porque da su sombra Al indiecito tierno; Ya es para ella más azul el aire, Más diáfano el ambiente y más sereno. La tarde, al descender sobre su alma, Desciende como el beso De la hermana mayor sobre la frente, Del hermanito huérfano; Y tiene ya más alas su plegaria, Su llanto más consuelo, Y más risa la luz de las estrellas, Y el rumor de los sauces más misterio. ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... V ¿Adónde va la madre silenciosa? Camina a paso lento Con el niño en los brazos. Llega al río. ¡Es la hermosa mujer del Evangelio ¡E invoca a Dios en su misterio augusto! Se conmueve el desierto. Y el indio niño siente en su cabeza De su bautismo el fecundante riego. La madre le ha entregado sollozando El gran legado eterno. El Uruguay, al ofrecer sus aguas Entona en el juncal un himno nuevo. Se eleva, en transparentes espirales El primitivo incienso; Una invisible aparición derrama De su nimbo la luz entre los ceibos. Se adivinan cantares A medio pronunciar que flotan trémulos. Y de que seres absortos los escuchan Se cree sentir el contenido aliento; Hay sonrisas posadas Entre los puros labios entreabiertos De un invisible coro que, en el aire, Bate a compás sus alas en silencio. Hay contacto del cielo con la tierra... ¡Es que hay allí misterio! Vacila el hombre ante su influjo y mudo Cierra los ojos, para ver más lejos. VI Madre: ¡no llores más! Siempre en tus ojos Gotas de llanto veo Que humedecen tu voz y tus miradas, Tus cantos y tus besos; Con ese llanto siempre Al despertar te encuentro Quién lleva, pobre madre, tantas lágrimas Hasta el mismo silencio de tus sueños? ¡No llores más! Porque no llores nunca Yo rezo, siempre rezo La oración qué despierta en mis auroras Y se duerme conmigo cuando duermo. ¿Por qué lloras? Las tribus no te ofenden. ¿Oyes? Están muy lejos. Beben sangre de Palmas y algarrobos, Y después dormirán no tengas miedo. En la cruz que reciben las plegarias, En esa que has clavado entre los ceibos, A hacer su nido bajarán los ángeles Y a recoger mis ruegos. No llores, que la virgen invisible Que me enseñas a amar, vendrá por ellos. Y a ti también te besará en la frente, Y a nuestro lado velará tu sueño. La madre sollozaba; Estrechaba a su hijo sobre el seno, Y sus miradas húmedas Escalaban los mundos ascendiendo. Huían de la tierra, hasta posarse En el regazo eterno Pero el cielo ansiosas descendían El indio niño a acariciar de nuevo. VII Cayó la flor al río, Y en el obscura légamo Derramó su perfume entre las algas. Se ha marchitado, ha muerto. Las algas la estrecharon En sus brazos de hielo... Ha brotado en las grietas del sepulcro Un lirio amarillento. VIII Duerme, Hijo mío. mira: entre las ramas Está dormido el viento; Así tu llanto No será acerbo. Yo empaparé de dulces melodías Los sauces y los ceibos, Y enseñaré a los pájaros dormidos A repetir mis cánticos maternos. El niño duerme, Duerme sonriendo. La madre lo estrechó dejó en su frente Una lágrima inmensa, en ella un beso, Y se acostó a morir. Lloró la selva Y, al entreabrirse, sonreía el cielo. XI ¿Sentís la risa? Caracé el cacique Ha vuelto ebrio, muy ebrio. Su esclava estaba pálida, muy pálida... Hijo y madre ya duermen los dos sueños
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas Hola Chicas y chicos Se necesita tiempo reposado para leer las palabras tan bonitas que ponen aquí. Entre hoy día y mañana, voy a terminar. Como siempre pongo lo que me ha impactado, se me ocurre que participo en una charla literaria 26 Descripción de Larrea …aquel rostro sólo se conservaba costa de incesante lucha contra la cabellera, tupida y alborotada, pero eminentemente invasora. ... ¿Se echa acaso abajo un bosque de ñandubays con la ligera hoz que derriba los trigales? El algarrobillo, espinillo, ibopé-morotí, o ñandubay Prosopis affinis Debo confesar que no me agrada Cané cómo nombra a la mujer nativa de Argentina, sin duda que similar a la chilena. Se siente mucho la visión que tenía la oligarquía con respecto a lo que se denomina “bajo pueblo”. He aprendido un poco más de Argentina. Espero que se sume gente de Bolivia, Perú, Colombia. He escuchado los villancicos de Colombia y son muy hermosos. Sin duda que de España también ¡Qué manejan bien la palabra escrita! Que duro ha de ser para el poeta Silvio Rodríguez Qué duro ha de ser para el poeta llegar al paraíso mirar para abajo, para arriba y ver que nada pasa sólo que sus libros en pieles están encuadernados en la biblioteca fichados de blanco ¿Qué significa? ¿En el Cielo nadie lee? Bueno, como la lectura inquieta el alma, allá no debe haberla, digo la inquietud... CUNA José Pedroni … Dirás: "Duerme en mi cuna". Verás que no es lo mismo. ¿De qué nacionalidad es José Pedroni? ¿Qué alma masculina representa? No lo sé. Tiempo atrás, hace años, leía a Domingo Faustino Sarmiento y él escribía unas loas a las casas de los extranjeros en Argentina. Describía las cortinas bonitas en las ventanas, hecha por la dueña de casa, el cerco hecho por el marido, etc., etc. Lo leí en Recuerdos de Provincia (¿?, me gustaría encontrarlo de nuevo… 27. Juvenilia …y los otros cuatro procuramos arreglarnos sobre el caballo del viejo que a todo trance pedía luz, como Goethe moribundo … Larrea, por darse tono delante de la chinita y sosteniendo que conocía una senda por donde nos llevaría sin embarrarnos, tomó la dirección, colocándose gravemente en la cruz. Es increíble, la historia de América Latina es una sola, sólo cambian los nombres de los personajes. Canción de Navidad- Charles Dickens II- El primero de los tres Espíritus Continuación … -¡Cómo! -exclamó el Espectro-. ¿Tan pronto queréis apagar, con manos humanas, la luz que doy? Me conmueve este trozo Juvenilia Sólo una bota de Eyzaguirre, con una tenacidad irritante, se resistió al empuje colectivo, y es fama que diez horas más tarde solamente soltó su presa, vencida por la operación cesárea, porque hubo que cortar el cuero de la bota. ¡Qué elegancia al describir las aventuras de los varones jóvenes – de la elite - del siglo XIX! Canción de Navidad-Charles Dickens II- El primero de los tres Espíritus Continuación. ... Lo que escribió el señor Dickens, cuando el espectro lleva a Scrooge a ver los pasajes de su niñez, es una constante humana. Se necesita ver lo que emocionó, en los primeros años de vida. No estoy diciendo nada nuevo, sólo me sumo a esta caracterización. Juvenila-Miguel Cané 29 … Los dos combatientes eran hombres del pueblo y estaban armados, uno de una daga formidable mientras el otro manejaba con suma habilidad un pequeño cuchillo que apenas conseguíamos ver: tal era el movimiento vertiginoso que le imprimía. … ¡Qué horror! Y estas prácticas se mantienen. Canción de Navidad-charles Dickens II- El primero de los tres Espíritus Continuación -¡Sí es Alí Babá! ---exclamó Scrooge, extasiado-. ¡Es mi querido Alí Babá! Sí, sí, le conozco. Es hermoso como el espectro lo lleva a encontrarse con el niño que fue, y con sus lecturas. Rima III [Poema: Texto completo] Gustavo Adolfo Bécquer ... deformes siluetas de seres imposibles; paisajes que aparecen como a través de un tul; Este número es para mi, página 57, es para no perderme. Gracias, muuuuuuuuuuuuuuuuuuuchas gracias, por sus saludos y palabras. Debo terminarlo, palabra de chilenita.