Poemas, cuentos y leyendas

Tema en 'Temas de interés (no de plantas)' comenzado por mai^a, 27/2/08.

  1. mai^a

    mai^a My Garden

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    Re: ... de poetas, cuentos y leyendas

    .................... [​IMG]

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    Octubre
    Primer día de clase
    Lunes, 17


    Hoy hemos empezado el nuevo curso. Han pasado como
    un sueño los tres meses de vacaciones transcurridos en el
    campo. Mi madre me llevó esta mañana al grupo escolar
    «Baretti» para matricularme como alumno de quinto.
    Mientras tanto pensaba en el campo e iba de bastante mala gana.

    Las calles adyacentes eran un hervidero de chiquillos, y las dos
    librerías próximas al grupo estaban llenas de padres y de madres
    que compraban carteras, cartillas, libros, estuches o plumieres
    con útiles de trabajo y cuadernos. Delante de la escuela se
    agolpaba tanta gente, que el bedel hubo de pedir la presencia de
    guardias municipales para que mantuviesen orden y quedase
    expedita la entrada.

    Cerca de la puerta sentí unos golpecitos en el hombro. Me los
    dio mi anterior maestro de cuarto, alegre, jovial, de pelo rubio,
    rizoso y encrespado, que me dijo:
    -¿Qué, Enrique? ¿Nos separamos para siempre?
    Demasiado lo sabía yo, pero sus palabras me apenaron mucho.
    Entramos, por fin, a empellones. Señoras, caballeros, mujeres del
    pueblo, obreros, militares, abuelas, criadas, todos con chicos de una
    mano y el material escolar en la otra, llenaban el vestíbulo y las
    escaleras, produciendo un rumor como al entrar al teatro después
    de larga espera en la cola.

    Volví a ver con alegría el amplio zaguán de la planta baja al que dan
    las puertas de siete aulas, por donde había pasado casi todos los días
    durante tres años. Estaba repleto de gente. Las maestras de los pequeños
    iban y venían en todas direcciones. La que había sido mi profesora
    dos años antes me saludó desde la puerta de su clase, añadiéndome:
    -Enrique, este año vas al piso de arriba, y ni siquiera te veré pasar.
    Habló mirándome con aire entristecido.
    El Director estaba rodeado por mujeres que le instaban a que admitiera
    a sus hijos, no matriculados por falta de espacio. Me pareció que tenía la
    barba algo más canosa que el año pasado. Encontré a algunos chicos más
    altos y fuertes que al terminar el curso. (continúa)
     
  2. mai^a

    mai^a My Garden

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    Re: ... de poetas, cuentos y leyendas

    En la planta baja ya se había hecho la distribución de los escolares;
    había pequeñines que no querían entrar en el aula y se encabritaban
    como potrillos, debiéndoseles forzar para que pasasen al interior; pero
    algunos se escapaban de los bancos que les habían asignado y otros
    rompían a llorar en cuanto sus padres o acompañantes se marchaban,
    quienes volvían para consolarlos o hacerlos sentar nuevamente. Con
    esto las maestras se desesperaban. Mi hermanito se quedó en la clase
    de la maestra Delcati, y yo en la del maestro Perboni, situada en el piso
    principal.
    A las diez todos estábamos en nuestros sitios respectivos. En mi clase
    éramos cincuenta y cuatro, pero apenas quince o dieciséis habían sido
    compañeros míos el curso anterior, figurando entre ellos Derossi, el
    que siempre obtenía las mejores notas y acaparaba el primer premio.
    Pensando en los bosques y en las montañas por donde me había solazado
    el verano, me parecía muy pequeño y triste el recinto escolar. También
    me acordaba con pena de mi anterior maestro, tan bueno y alegre y tan
    bajo que casi parecía uno de nosotros; sentía no verlo delante de mí con
    su cabeza rubia de pelo enmarañado.
    Nuestro actual maestro es alto. No se deja la barba; tiene el pelo bastante
    largo y gris, aunque bien peinado, y una arruga recta en la frente; su voz
    es algo ronca. Nos mira fijamente uno a uno, como queriendo leer en nuestro
    interior. En ningún momento le he visto reír.
    Esta mañana decía para mí: «Es el primer día. Tengo nueve meses por
    delante.¡Cuántos trabajos, cuántos exámenes mensuales he de realizar!»
    Sentía verdadera necesidad de ver a mi madre y, al salir, he corrido a
    besarla. Ella, para tranquilizarme, me ha dicho:
    -No te apures, Enrique. Estudiaremos los dos juntos.
    Al entrar en casa ya estaba mucho más contento. Pero no tengo el mismo
    maestro, ese tan buenazo y siempre sonriente. Por eso no me ha gustado,
    de primeras, la escuela tanto como antes. Veremos lo que ocurre este año.

    Nuestro maestro

    FIN
     
  3. mai^a

    mai^a My Garden

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    Re: ... de poetas, cuentos y leyendas

    ...Y sí anveri, en ese período se comenzaba a poblar,
    a armar el país en el caso de Argentina, supongo que Chile
    también estaría buscando una organización por así decirlo,
    Comenzaban los Clubes literarios y reuniones en distintos
    ámbitos intelectuales.

    Acá en ese momento se estába en plena etapa de colonización,
    el gobierno llamaba "a todos los Hombres del mundo que quisieran
    venir a poblar el país"... ya se hablaba de no más las costrucción
    de ranchos se comenzaban a prohibir y a levantar mampostería.
    Fue todo un cambio social y cultural.
     
  4. clause

    clause Claudia

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    Re: ... de poetas, cuentos y leyendas

    Que lindo, Maia!!:razz: :beso:
     
  5. mai^a

    mai^a My Garden

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    Re: ... de poetas, cuentos y leyendas

    Nuestro maestro
    Martes, 18



    También me gusta desde esta mañana mi nuevo maestro.

    Al entrar, estando él sentado en su sillón, se asomaban de
    vez en cuando a la puerta de la clase algunos alumnos
    suyos del curso anterior para saludarle.

    -Buenos días, señor maestro.

    -Buenos días, señor Perboni.

    Algunos entraban, le estrechaban la mano y se marchaban
    de prisa. Se notaba que le querían y que gustosamente
    habrían continuado en su clase. El maestro les respondía:

    -Buenos días.

    Y les apretaba la mano que le ofrecían, pero sin fijarse en
    ninguno;
    a cada saludo permanecía serio y vuelto hacia la ventana,
    con la arruga de la frente más pronunciada, mirando al tejado
    de una casa próxima. En lugar de alegrarse por los saludos,
    parecía que le causaban pena. Luego nos miraba uno a uno
    detenidamente.

    Para el dictado, bajó del estrado e iba pasando por entre los
    bancos. Viendo que un chico tenía la cara enrojecida y llena de
    granitos paró de dictar, se le acercó, le empinó un poco la cara
    y lo observó atentamente; después le preguntó qué le ocurría y
    le puso la mano en la frente para saber si la tenía caliente.
    Mientras tanto, un chico se puso de pie por detrás en su banco
    y empezó a hacer muecas y tonterías con las manos. El maestro
    se volvió de repente y el chiquillo se sentó instantáneamente
    permaneciendo con la cabeza gacha en espera de la merecida
    reprimenda. Pero el señor Perboni sólo le puso una mano en la
    cabeza y le dijo:

    -No lo vuelvas a hacer.

    Y nada más. Volvió a la mesa y acabó de dictar.

    Al concluir, nos miró unos instantes en silencio y a continuación,
    con su robusta, pero agradable voz, empezó a decirnos:

    -Escuchad: hemos de pasar juntos casi un año. Procuraremos
    pasarlo lo mejor posible. Aplicaos y sed buenos chicos. Yo no
    tengo familia. Vosotros constituís la mía. El año pasado todavía
    tenía a mi madre, pero ha muerto y he quedado solo. Ahora
    solamente os tengo a vosotros, que sois el centro de mis afectos
    y de mis pensamientos.

    Debéis ser como hijos míos. Os quiero y creo tener derecho a que
    me queráis, pagándome con la misma moneda. No deseo castigar a
    ninguno. Demostradme que sois chicos de buen corazón; nuestra
    clase será una familia y vosotros, mi consuelo y mi orgullo. No os
    pido promesas de palabra, porque estoy seguro que ya lo habéis
    prometido en el fondo de vuestro corazón. Y os lo agradezco
    sinceramente.

    En aquel momento entró el bedel a dar la hora y todos salimos de
    losbancos muy silenciosos. El chico que se había levantado en el
    banco se acercó al maestro y le dijo con voz temblorosa:

    -¡Perdóneme!

    El maestro le dio un beso en la frente y le contestó:

    -Está bien; vete, hijo mío.


    FIN
     
  6. mai^a

    mai^a My Garden

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    Re: ... de poetas, cuentos y leyendas


    Me alegro que te guste clau!!

    Este libro para mí es de gran valor
    y sus cuentos hermosos!
     
  7. clause

    clause Claudia

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    Re: ... de poetas, cuentos y leyendas

    Si,Maia, es muy lindo, me encanta!!:razz: :beso:


     
  8. clause

    clause Claudia

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    Re: ... de poetas, cuentos y leyendas

    Tabaré

    CANTO CUARTO

    1

    En la limpia armadura

    De un grupo de guerreros

    Dejaba el sol, al trasponer las lomas,

    Su resplandor postrero.

    Las flotantes cimeras

    De los ferrados yelmos

    Al viento de la tarde se agitaban

    Con blando movimiento.

    Como españoles bravos;

    Como soldados, crédulos;

    Siempre el brazo a la lucha apercibido

    Y el alma a las consejas y a los cuentos,

    Los del corro escuchaban

    A un camarada viejo,

    En su adarga los unos apoyados

    Y sentados los otros en el suelo.

    II

    -¿Dicen que es un fantasma

    Eso que ancla de noche por el pueblo?

    -No es otra cosa, a mi sentir: la sombra

    De algún cacique muerto.

    -Que es un indio no hay duda;

    Lleva en la frente plumas, y su cuerpo...

    -Su cuerpo! ¿Acaso piensas

    Que esa sombra impalpable ha de tenerlo?

    -¡Será posible!

    -¡Y tanto!

    No es el primer espectro

    Que, haciendo yo la guardia en los bastiones

    Se ha llegado hasta mí. Bien lo recuerdo.

    La noche en que Garay venció a los indios

    En aquel llano que se ve a lo lejos,

    Vi muchas de esas sombras

    Que cruzaban gimiendo entre los muertos.

    La flor y nata de indios y caciques

    Cayó en el lance aquel. Si los espectros

    No se hubieran entonces presentado.

    No sé cuándo lo hicieran, voto al cielo!

    No es de extrañar, por ende.

    Que ese fantasma que de noche vemos,

    Viniera a presagiar ruinas o males

    Y es fuerza le arranquemos su secreto.

    III

    Más que con los oídos,

    Con los ojos oyeron,

    Los soldados absortos, las consejas

    Del camarada viejo;

    No quisieron los unos

    Habérselas con muertos;

    Pero los más serenos y esforzados

    No sin algún recelo,

    En velar esa noche

    Se pusieron de acuerdo,

    Para tender una emboscada heroica

    Al vagabundo espectro.

    IV

    El último soldado

    De los que por las calles discurrieron,

    Se perdió en la penumbra de las chozas

    Del villorrio desierto.

    Cayó la noche, y embozado en ella

    Quedó San Salvador. El viejo Tiempo

    Sobre las altas horas se adelanta

    Con paso soñoliento. .

    Todos duermen! las aves en el nido,

    Los niños en el cielo,

    En las cunas los ángeles

    Y en las ramas inmóviles el viento.

    Sólo vela el soldado

    Que está de guardia en el bastión del pueblo,

    Y algún perro que ladra, se levanta,

    Y sobre el musgo tiéndese gruñendo.

    Tranquila está la noche; las estrellas

    Se ven brillar muy lejos;

    Como una sombra que entre ruinas anda

    La luna entre las nubes va en silencio.

    V

    Alguien también en vela está sin duda

    Allá en un aposento

    De la casa del jefe, en cuyos vidrios

    Se proyecta una sombra por intervalos;

    Es la del Padre Esteban,

    Encarnación de aquellos misioneros

    Que del reguero de su sangre hacían

    La primer senda en medio del desierto,

    Y marcaban el sitio

    Hasta el cual penetraba el Evangelio,

    Con el cadáver solo y mutilado

    De algún mártir sin nombre y sin recuerdo.

    La lumbre, en las paredes

    Del aposento estrecho,

    Dibujaba con mano temblorosa

    Las formas sin color de los objetos;

    Y la negra silueta

    Del pensativo monje, sobre el suelo,

    Obediente a la luz se estremecía

    Con un imperceptible movimiento.

    Meditaba el anciano

    Los destinos secretos

    De aquella pobre raza moribunda

    Que el abismo atraía hacia su seno.

    Miraba el Crucifijo,

    Símbolo dulce del amor eterno,

    Interrogaba a sus cerrados ojos,

    y a su labio espirante y entreabierto,

    Y entonces recordaba

    Al indio de ojos de color de cielo;

    Miraba en él su estirpe redimida

    Y el clarear de un horizonte nuevo.

    Quizá advirtió en la frente del salvaje

    El imborrable sello

    Del bautismo del bosque y en su alma

    Vio brillar algo vacilante y trémulo.

    ¡Cuántas veces, sentado

    Junto al indio infeliz, de sus recuerdos

    El enjambre dormido despertaba

    Con sólo una palabra o un consejo!

    ¡Cuántas veces el indio

    Sus pupilas clavó en el misionero,

    Pugnando por secar entre sus ojos

    Gotas de llanto con esfuerzo Interno,

    Y bebió sus palabras

    Inmóvil y suspenso

    Cuando su oído absorto recogía

    El tierno son de los cristianos rezos!

    Cuando el indio escuchaba

    El nombre de la Madre del Eterno,

    Madre también del hijo de los bosques,

    Virgen que vive en el azul inmenso,

    Entonces se agitaba,

    Se incorporaba y del anciano al cielo,

    Y de éste nuevamente hasta el anciano

    Pasaban sus miradas. En el viejo

    Por fin clavaba los azules ojos

    Con triste desaliento,

    Y escondiendo la frente entre los brazos,

    Se tendía clamando: ¡No la encuentro¡

    ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...

    El fraile meditaba, meditaba

    Con desolado empeño.

    Cuando creía su Ilusión cumplida,

    Tocaba lo imposible y el misterio.

    VI

    De pronto, penetró por la ventana

    Algo como un lamento

    Que el monje ya otras noches había oído,

    A ilusión atribuyéndolo;

    Pero en aquella noche, claramente

    Al oírlo de nuevo

    Se llegó a la ventana presuroso

    Y la abrió con estrépito.

    Una sombra medrosa entre los árboles

    Se levantó del suelo,

    Y, esquivando la luz, huyó hacia el río

    Como empujada por extraño vértigo.

    Las plumas que en su frente

    Hacía mover el viento,

    Denunciaron la forma de un charrúa,

    Que conoció al instante el misionero.

    Miró a la alcoba en que dormía Blanca,

    Miró en seguida al cielo,

    Y una oración cruzó, sin hacer sombra,

    La inmensa soledad del firmamento.

    ¿Quién es ese charrúa? Es la fantasma

    Que han visto los guerreros,

    Y que acertaron al mirar en ella

    Una sombra, un espectro:

    Es Tabaré que cuando todo duerme,

    Huye de sus sueños;

    Vaga en lo oscuro, huyendo de sí mismo.

    Y llevando la fiebre en el cerebro,

    Hasta caer, guiado noche a noche

    Por un instinto ciego,

    Allí, frente a la casa de Gonzalo,

    Donde hasta el alba permanece yerto.

    De la casa del jefe

    Tendido junto al cerco,

    ¡Cuántas noches lloraron su rocío

    De aquel charrúa sobre el cuerpo enfermo!

    Allí el fiacurutú lo contemplaba

    Con sus ojos de fuego,

    Y, sin temor, las alas agitando,

    Muy cerca de él pasaba el teru-tero.

    Allí estaba la noche

    En que oyó el Padre Esteban su lamento,

    Y al verse sorprendido huyó sin rumbo

    Sobrecogido de un pavor intenso.

    De su amor imposible,

    De su desconocido sentimiento

    Volaba ante la sombra, que sentía

    Correr tras él, asida a sus cabellos;

    Las carnes erizadas,

    Temblorosos y rígidos los miembros,

    Dilatadas y ardientes las pupilas,

    Corría tropezando y sin aliento.

    Las sombras de los árboles

    Que la luna trazaba sobre el suelo;

    Las zarzas que sus pies ensangrentados

    Mordían, al romperse con estrépito;

    Los ladridos agudos

    De los perros despiertos;

    Las aves que, a su paso, levantaban

    De aquí y de allá su sonoroso vuelo;

    Todo atronaba el exaltado oído,

    Todo enconaba el vértigo

    De Tabaré el charrúa que seguía

    Su carrera sin rumbo y sin objeto.

    VII

    Los soldados que el golpe concertaron,

    A su paso febril se interpusieron,

    Asestando sus picas y arcabuces

    A su desnudo pecho.

    Los dilatados ojos

    Clavó el salvaje en ellos,

    Escondido en la sombra proyectada

    Por un grupo de ceibos.

    La fiebre comprimía su cabeza

    Con sus dedos de acero,

    Y un temblor convulsivo sacudía

    Sus ateridos miembros.

    -¡Dinos quién eres!

    - Háblanos!

    -Si eres fantasma bueno,

    Habla, en nombre de Dios!

    -¡Si no respondes,

    Espíritu infernal, te juzgaremos!

    ¡Dale tu con la lanza

    Veremos si habla; hiérelo

    Y Por Si fuere espíritu maligno,

    El signo de la cruz haz en el hierro.

    Cuida que no te esquivo

    Porque mucho me temo

    Que nos haga cegar. Este fantasma

    Al irse o estallar puede ofendernos.

    -¡Ca No tiene bastante

    Potestad para eso.

    ¿No ves que está temblando? ¿No lo sientes?

    ¡Herir con brío! ¡No tenerle miedo!

    ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...

    Cual tigre acorralado,

    Volvía el indio su mirar de fuego,

    Todo el furor salvaje

    Sintiendo en su alma y en sus duros nervios;

    Y el asta de la lanza

    Dirigida a su pecho,

    Como por un zarpazo arrebatada

    Crujió y saltó en astillas de sus dedos.

    Aunque el asombro embarga a los soldados,

    No vacilan por ello,

    Y con creciente ardor, sus alabardas

    Buscan herir al infernal engendro.

    El indio, sacudido por la fiebre,

    Siente que ya su cuerpo

    Va a desplomarse, pues sus piernas trémulas

    Se doblan a su peso,

    Cuando a espaldas del grupo,

    Clamó una voz cansada: ¡Deteneos!

    Y con la frente cana descubierta

    Se vio llegar jadeante al misionero.

    Se abrió paso hasta el indio

    Tendiéndole los brazos: éste al verlo

    Se aferró a su sayal, dobló la frente

    Y en tierra dió con su extenuado cuerpo.

    VIII

    Del seno de una nube,

    Sus desflecadas orlas encendiendo,

    Salió la luna que alumbró piadosa

    La yerta faz del infeliz enfermo.

    -Tabaré -prorrumpieron los soldados.

    -¡El indio de los ceibos!

    -¡El Indio loco!

    -¡El de los ojos verdes!

    -¡El fantasma del cuento

    El fraile la cabeza

    De Tabaré apoyó sobre su pecho.

    Los soldados entonces se engañaban

    Al creer que el Indio aquel no era un espectro!

    Continua

     
  9. mai^a

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    Re: ... de poetas, cuentos y leyendas

    Invitación a Edmundo de Amicis a la ciudad de La Plata

    Lunes 24 de Marzo de 1884

    Los que suscriben, creyendo que es conveniente
    iniciar algunos trabajos para hacerle una digna
    recepción al eminente publicista italiano Edmundo
    de Amicis, próximo a arribar a nuestras playas y
    reconociendo su amor a ésta población que se
    levanta, lo invitan a una reunión preparatoria para
    cambiar ideas al respecto. Esta tendrá lugar el
    domingo 30 del corriente a las 2 p.m.
    en el Hotel Comercio.

    Esperando no faltará a la cita, nos es
    grato saludarlo y suscribimos a V. affmo. S.S.


    firman: Bernardo Calderón, jefe de policía y presidente del Municipio;
    Juan J. Lanusse, Vicepresidente del Municipio; Pedro,
    Bernet Presidente del Consejo Escolar; Juan José Paul y
    Angúlo, Publicista; Belisario F. Arana, Comisario de Ordenes
    de Policí; Ignacio Ferran, Vocal del Concejo Escolar;
    Dr. Celestino Arce; Joaquín V. Maqueda; Juan F. Gibelli
     
  10. mai^a

    mai^a My Garden

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    Re: ... de poetas, cuentos y leyendas

    Al partir hacia la Argentina, desde Europa
    Edmundo de Amicis hace una descripción
    de la situación patética que conllevaba la
    emigración de masas.

    "pobres mujeres, con un niño en cada mano,
    sostenían sus gruesos bultos con los dientes"


    El día de su partida hacia el Río de la Plata,
    en Italia los diarios relataban que el escritor
    había sido acompañado hasta el puerto de
    Génova por doce personas ilustres. Despedida
    que más tarde, él mismo relató: "Mis amigos
    me decían: Andá, tu no sentirás a orillas del
    Plata, en medio de tantos amigos, la lejanía
    de tu patria".
     
  11. mai^a

    mai^a My Garden

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    Re: ... de poetas, cuentos y leyendas

    Breve panorama


    Con la caída de Juan Manuel de Rosas en 1852 se abre
    una nueva etapa en la Argentina. Comienza un proceso
    de reorganización y modernización cuyo proyecto liberal
    tiene como base el aporte de la “Inmigración”.
    La Constitución Nacional de 1853 llamaba* “a todos los
    hombres del mundo”
    .


    Art. 25.-
    “El gobierno federal fomentará la inmigración europea”

    Art. 20.-
    “Los extranjeros gozaran en el territorio de la Nación
    de todos los derechos civiles del ciudadano; pueden ejercer
    sus industrias, comercio y profesión; poseer bienes raíces,
    comprarlos y enajenarlos; navegar los ríos y costas; ejercer
    libremente su culto; testar y casarse conforme a las leyes.

    No están obligados a admitir la ciudadanía, ni a pagar
    contribuciones forzosas extraordinarias. Obtienen
    nacionalización residiendo dos años continuos en la Nación;
    pero la autoridad puede acortar éste término a favor del que
    lo solicite, alegando y probando servicios a la República”
     
  12. mai^a

    mai^a My Garden

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    Re: ... de poetas, cuentos y leyendas

    Las Bases de Alberdi (Juan Bautista Alberdi)
    - antecedente usado para dictar la Constitución-
    dedica un capítulo a la inmigración:

    “¿Queremos plantar y aclimatar en América
    la libertad inglesa, la cultura francesa, la
    laboriosidad del hombre de Europa y Estados
    Unidos? Traigamos pedazos vivos de ellas en
    las costumbres y radiquémoslas aquí”,

    “¿Queremos que los hábitos de orden, de
    disciplina y de industria prevalezcan en nuestra
    América? Llenémosla de gente que posea
    hondadamente esos hábitos(...) Este es el medio
    único de que América, hoy desierta llegue a ser
    un mundo opulento en poco tiempo”.
     
  13. mai^a

    mai^a My Garden

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    Re: ... de poetas, cuentos y leyendas

    Juan Bautista Alberdi- señalaba que la Argentina
    era un país desierto y sostenía que era indispensable
    poblarlo y asentar colonos.

    Domingo Faustino Sarmiento desde el diario
    “El Nacional” alude a las ventajas de la inmigración
    europea.

    José Hernández -autor del célebre Martín Fierro, por
    entónces senador provincial- desde su diario "El Río de
    La Plata" enfrentaba a Sarmiento sosteniendo que:
    “la inmigración sin capital es un elemento de desorden,
    de desquicio y de atraso” ... si el país necesita la
    introducción del elemento europeo, necesita también y
    con urgencia, la fundación de Colonias Agrícolas con
    elementos nacionales”.

    El gobierno Nacional sentó las bases inmigratorias
    en la fundación de colonias agrícolas.
     
  14. Anveri

    Anveri Fanática de nativas -aves

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    Re: ... de poetas, cuentos y leyendas

    :happy:
    Juan Bautista Alberdi
    ”Escritor argentino que vivió en Chile durante la tiranía de Rosas, radicándose en Valparaíso. Fue inaugurado el 28 de agosto de 1985 y se encuentra ubicado en la Avenida Argentina.”

    Busqué fotos de la escultura, pero no hay en Internet :icon_rolleyes: :icon_rolleyes:
    Cuando vaya a Valparaíso, voy a sacar una.

    Encontré lo siguiente del poeta antillano Derek Walcott en

    http://www.rebelion.org/noticia.php?id=18483

    Yo no tenía país, sólo mi imaginación

    Los blancos no me querían, tampoco los negros

    cuando tomaron el poder.

    Los primeros encadenaron mis manos y pidieron disculpas: la «Historia»;

    Los segundos dijeron que yo no era lo bastante negro para su orgullo.

    ...

    Una vez vi a la Historia, pero no me reconoció,

    era un criollo apergaminado, con verrugas

    como una vieja botella de mar, se arrastraba como un cangrejo

    por entre los agujeros de las sombras de la red

    de un balcón enrejado; traje crema, sombrero crema.

    Me acerqué y le dije, «Señor, soy Shabine,

    dicen que soy su nieto. ¿Se acuerda de mi abuela,

    su cocinera negra?» El cabrón gruñó y escupió.

    Aquel salivazo valía por todas las palabras.

    Eso es todo lo que los hijoputas nos dejaron: palabras.



    Ya he puesto EL GRITO de Gabriela Mistral, pero viene muy bien a lo que comentamos.

    ...
    Maestro: enseña en tu clase el sueño de Bolívar, el vidente primero. Clávalo en el alma de tus discípulos con agudo garfio de convencimiento. Divulga la América, su Bello, su Sarmiento, su Lastarria, su Martí. No seas un ebrio de Europa, un embriagado de lo lejano, por lejano extraño, y además caduco, de hermosa caduquez fatal.

    Describe tu América. Haz amar la luminosa meseta mexicana, la verde estepa de Venezuela, la negra selva austral. Dilo todo de tu América; di cómo se canta en la pampa argentina, cómo se arranca la perla en el Caribe, cómo se puebla de blancos la Patagonia.
    ...
    ¿Odio al yankee? ¡No! Nos está venciendo, nos está arrollando por culpa nuestra, por nuestra languidez tórrida, por nuestro fatalismo indio. Nos está disgregando por obra de algunas de sus virtudes y de todos nuestros vicios raciales. ¿Por qué le odiaríamos? Que odiemos lo que en nosotros nos hace vulnerables a su clavo de acero y de oro: a su voluntad y a su opulencia.
    ...

    El mestizaje ES, no se puede negar




    :beso:

    P.D. Tengo mucho que leer. Mai^a, Clause estoy leyendo a Guillermo Hudson
    de tradición inglesa - norteamericana, pero que nació en Argentina, amante de las AVES :razz: :razz: :razz:

    :adios: :adios: Con alma de mapu pero con admiración a otros pueblos.
     
  15. mai^a

    mai^a My Garden

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    Argentina
    Re: ... de poetas, cuentos y leyendas

    anveri mirá como se va entrelazando nuestra vida
    como países hermanos, no sabía que Alberdi estuvo exiliado
    en tu país!

    [​IMG]

    Con respecto a Guillermo Hudson si fue un escritor y
    naturalista nato!En Inglaterra promovió la sanción de la
    primera ley de la conservación. y fue uno de los fundadores
    de la Asociación ornitológica del Plata en 1916.

    [​IMG]

    La casa restaurada donde nació Guillermo Hudson en 1841
    se halla situada a pocos km de mi casa y la localidad
    lleva su nombre
    .

    Escribió entre otras:

    *Un naturalista en el Río de la Plata
    *Días de ocio en la Patagonia; Allá a lo lejos y hace tiempo
    *La tierra purpúrea
    *El ombú
    *Aventuras entre pájaros
    *Un niño perdido


    En cuanto vaya al Museo Natural de la Plata
    saco fotos de las aves!


    ...Que maraviloso averi siempre se esta aprendiendo
    y conociendo cosas fascinantes de nuestros hombres!