Re: ... de poetas, cuentos y leyendas El poeta Jorge Teillier nació en Lautaro, Chile, en 1935 y murió en 1996. La poesía de Teillier descansa en principio en la tradición de la representación lárica (poesía del lar, del origen, de la frontera), aunque su obra trasciende el rótulo del arraigo lárico cuyos antecedentes se encuentran en Chile en Efraín Barquero y Rolando Cárdenas. Sus poemas arrancan del recuerdo ingenuo y la nostalgia con una cierta esperanza de asir el paraíso perdido, el cual paulatinamente se desintegra y se convierte en pura imagen soñada. Frente a la tradición totalizadora de las vanguardias y los planteamientos rupturistas de la antipoesía , Jorge Teillier convirtió de nuevo la poesía en experiencia vital ligada a una memoria poética que busca sus símbolos ancestrales y puros. Esa búsqueda primordial lo convirtió en uno de los poetas chilenos más originales de la actualidad.
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas ANDENES Te gusta llegar a la estación cuando el reloj de pared tictaquea, tictaquea en la oficina del jefe-estación. Cuando la tarde cierra sus párpados de viajera fatigada y los rieles ya se pierden bajo el hollín de la oscuridad. Te gusta quedarte en la estación desierta cuando no puedes abolir la memoria, como las nubes de vapor los contornos de las locomotoras, y te gusta ver pasar el viento que silba como un vagabundo aburrido de caminar sobre los rieles. Tictaqueo del reloj. Ves de nuevo los pueblos cuyos nombres nunca aprendiste, el pueblo donde querías llegar como el niño el día de su cumpleaños y los viajes de vuelta de vacaciones cuando eras -para los parientes que te esperaban- sólo un alumno fracasado con olor a cerveza. Tictaqueo del reloj. El jefe-estación juega un solitario. El reloj sigue diciendo que la noche es el único tren que puede llegar a este pueblo, y a ti te gusta estar inmóvil escuchándolo mientras el hollín de la oscuridad hace desaparecer los durmientes de la vía. Jorge Teillier
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas JORGE TEILLIER, era la melancolía. Amante de las bouganvilias, los gatos, los trenes y de cuantas cosas más. "Vamonos a un pueblo de madera, me dijiste/ mientras paseábamos por un sendero de bouganvilias./ Hoy recojo en tu nombre aquellas tardes./ Y echo de menos la llave/ que perdiste en el canal de la luz". Sale en las crónicas que hacía Enrique Lafourcade, tiempo atrás. Lo extraje de Internet. Sumergirse en sus palabras es ir a la nostalgia. ¡Cómo me habría gustado conocerlo! Gracias por poner sus poemas. Anita.
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas NIEVE NOCTURNA ¿Es que puede existir algo antes de la nieve? Antes de esa pureza implacable, implacable como el mensaje de un mundo que no amamos, pero al cual pertenecemos y que se adivina en ese sonido todavía hermano del silencio. ¿Qué dedos te dejan caer, pulverizado esqueleto de pétalos? Ceniza de un cielo antiguo que hace quedar sólo frente al fuego escuchando los pasos del amigo que se fué, eco de palabras que no recordamos, pero que nos duelen, como si las fuéramos a decir de nuevo. ¿Y puede existir algo después de la nieve? Algo después de la última mirada del ciego a la palidez del sol, algo después que el niño enfermo olvida mirar la nueva mañana, o mejor aún, después de haber dormido como un convaleciente con la cabeza sobre la falda de aquella a quien alguna vez se ama. ¿Quién eres, nieve nocturna, fugaz, disuelta primavera que sobrevive en el cerezo? ¿O qué importa quién eres? Para mirar la nieve en la noche hay que cerrar los ojos, no recordar nada, no preguntar nada, desaparecer, deslizarse como ella en el visible silencio. Jorge Teillier
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas lA NIÑA DE GUATEMALA-JOSE MARTI quiero a la sombra de un ala contar este cuento en flor la niña de guatemala la que se murio de amor eran de lirios los ramos y las orlas de reseda y de jazmin la enterramos en una caja de seda ella dio al desmemoriado una almohadilla de olor el volvio ,volvio casado ella se murio de amor iban cargandola en andas obispos y embajadores detras iba el pueblo en tandas todo cargado de flores ella por volverlo a ver salio a verlo al mirador el volvio con su mujer ella se murio de amor como de bronce candente el beso de despedida era su frente ,la frente que mas he amado en la vida se entro de tarde en el rio la saco muerta el doctor dicen que murio de frio yo se que murio de amor alli en la boveda helada la pusieron en dos bancos bese su mano afilada bese sus zapatos blancos callado al oscurecer me llamo el enterrador nunca mas he vuelto a ver a la que murio de amor.
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas Alejandro Dumas EL HOMBRE DE LA MASCARA DE HIERRO Capítulo 26 EN EL QUE PORTHOS CREE QUE CORRE TRAS UN DUCADO Aramis y Porthos aprovecharon el tiempo que les concedió Fouquet. Porthos no comprendía para qué género de comisión le obligaban a desplegar tal velocidad; pero al ver que Aramis arreaba a su cabalgadura, él no le iba a la zaga. Así pronto se encontraron a doce leguas de Vaux, luego hubo necesidad de cambiar de caballos y organizar un servicio de postas. Allí fue donde Porthos se aventuró a interrogar discretamente a Aramis. ––¡Chitón! ––replicó Herblay; ––contentaos con saber que nuestra fortuna depende de nuestra rapidez. Como si Porthos hubiera sido todavía el mosquetero sin blanca de 1926, siguió adelante, movido por la mágica palabra “fortuna”. ––Van a hacerme duque ––dijo en alta voz y hablando consigo mismo. ––Puede que sí ––replicó Aramis sonriéndose a su modo. Aramis tenía la cabeza hecha un volcán, la actividad de su cuerpo no había conseguido sobreponerse a la de su espíritu. en el camino real, y libre de entregarse a lo menos a las impresiones del momento, Herblay vomitaba una blasfemia a cada tropiezo de su cabalgadura y a cada desigualdad del terreno. Pálido y cubierto de hirviente sudor, clavaba despiadadamente las espuelas en los ijares de su montura. Así crrieron por espacio de ocho largas horas los fugitivos, hasta que llegaron a Orleáns. Eran las cuatro de la tarde, y Aramis, al interrogar sus recuerdos, dio por cierto que toda persecución era imposible. Admitiendo la persecución, que, por otra parte, no era manifiesta, los fugitivos tenían una ventaja de cinco horas sobre sus perseguidores. Para Herblay, no habría sido imprudente descansar, pero seguir adelante era asegurar la partida. Dio, pues, a Porthos el disgusto de montar nuevamente a caballo, y ambos devoraron el espacio hasta las siete de la tarde, hora en que se apearon en una venta. No les faltaba más que una posta para llegar a Blois; pero un contratiempo diabólico vino a sembrar la alarma en el corazón de Aramis. En aquella posta no había caballos. El prelado se preguntó por qué infernal maquinación sus enemigos habían conseguido quitarle el medio de ir más alá, a él que no tenía por Dios al acaso y veía en todo resultado una causa. Pero en el instante en que iba a dar rienda a su enojo para obtener una explicación o un caballo, se le ocurrió una idea: se acordó de que el conde de La Fere vivía en las cercanías. ––No viajo ni hago posta entera ––dijo Herblay al maestro de postas. ––Dadme, pues, dos caballos para ir a visitar a un señor amigo mío que mora no lejos de aquí. ––¿Qué señor? ––preguntó el maestro de postas. ––El señor conde de La Fere. ––¡Ah! ––repuso el maestro descubriéndose con respeto, ––no puedo proporcionaros dos caballos, pues todos los tiene acaparados el señor duque de Beaufort. ––¿El señor duque de Beaufort? ––repuso Aramis con disgusto. ––Con todo ––continuó el maestro de postas, ––si os place serviros de un carretón, haré enganchar a él un caballo ciego al que sólo le quedan los remos, y así podréis llegar a casa del señor conde de La Fere. ––Esto vale un Luis ––repuso Herblay. ––No, señor, sino un escudo. ––Os daré un escudo, pero eso no menoscaba para nada mi derecho a daros un luis por vuestra buena ocurrencia. ––Está caro ––repuso lleno de alegría el maestro de postas. El maestro de postas encargó a uno de sus mozos de cuadra que condujera los forasteros a La Fere. Prthos se sentó en la carreta, junto a Aramis, y dijo al oído de éste: ––Comprendo. ––¡Ah! ––replicó Aramis: ––¿y qué comprendéis, mi buen amigo? ––Vamos de parte del rey a hacer una proposición de grande importancia a Athos. ––¡Psé! ––No me digáis nada ––añadió Porthos procurando hacer contrapeso para evitar los tumbos de la carreta, ––no me digáis nada; adivinaré. ––Eso es, adivinad. A las nueve de la noche y a la claridad de una luna despejada, Porthos y Aramis llegaron a casa de Athos. Porthos y su compañero se apearon a la puerta del pequeño castillo, que es donde vamos a encontrar de nuevo a Athos y a Bragelonne, desaparecidos ambos después del descubrimiento de la infidelidad de Luisa. Si hay una máxima verdadera, es la que reza que los grandes dolores encierran en sí el germen de su consuelo. En efecto, la dolorosa herida abierta en el corazón de Raúl, acercó a él a su padre y Dios sabe si eran dulces los consuelos que manaban de los elocuentes labios y del alma generosa de Athos. Sin embargo, no siempre Raúl comprendía a su padre; y es que para el corazón verdaderamente enamorado, nada reemplaza el recuerdo y el pensamiento del objeto amado. Entonces decía Raúl a su padre: ––Señor, cuanto me decís es cierto: creo firmemente que no hay quien haya sentido más quebrantado el corazón que vos; pero vos sois demasiado grande por lo que atañe a la inteligencia, y excesivamente probado por la desventura, para no ser indulgente con la debilidad del soldado que padece por la primera vez. Pago un tributo que no volveré a pagar; por lo tanto, toleradme que me abisme cuando pueda en el dolor, que sumergido en él me olvide de mí mismo y se anegue mi corazón. ––¡Raúl! ¡Raúl! ––Escuchad, señor; nunca me acostumbraré a la idea de que Luisa, la más casta y candorosa de las mujeres pueda haber engañado de manera tan vil a un hombre tan honrado y tan amante como yo; nunca acertaré a resolverme a ver aquel rostro apacible y angelical convertido en cara hipócrita y lasciva. ¡Luisa perdida! ¡Luisa infame! ¡Ah!, señor, esto es para mí más doloroso que mi desventura, que su abandono. Athos entonces echaba mano del remedio heroico; defendía a Luisa contra Raúl, y justificaba su perfidia con su amor. ––Una mujer que hubiera cedido al rey por el mero hecho de ser rey ––decía Athos, ––merecería el calificativo de infame; pero Luisa ama a Luis. Jóvenes ambos, han olvidado, el su alcurnia, ella sus juramentos. El amor todo lo absuelve, Raúl. El rey y Luisa se aman sinceramente. Dada aquella puñalada, Athos, suspirando, miraba a su hijo como al dolor de la tremenda herida huía a lo más cerrado del bosque o se refugiaba en su cuarto del que una hora después salía, pálido y trémulo, para acercarse nuevamente y sonriéndose a athos, a quien besaba la mano como el perro que acaba de ser castigado acaricia a su amo para rescatar su falta. Raúl sólo daba oídos a su debilidad, y no confesaba más que su dolor. Así pasaron los días que siguieron a la escena durante la cual Athos había agitado de manera tan violenta el indómito orgullo del monarca; escena sobre la cual el conde de La Fere no dijo nunca una palabra a Raúl, por más que a éste le habría tal vez servido de consuelo la humillación por la que pasó su rival. Y es que Athos no quería que el amante ofendido olvidara el respeto debido al rey. Y cuando Bragelonne, enardecido, arrebatado, sombrío, hablaba con menosprecio de la palabra real, de la fe equívoca que algunos insensatos buscaban en las personas emanadas del trono; cuando Raúl predecía los tiempos en que los reyes serían más pequeños que los hombres. Athos le decía con su voz serena y persuasiva: Tenéis razón, hijo mío; sucederá como decís: los reyes perderán su prestigio, como pierden su claridad las estrellas que han llegado al límite que Dios les señalara. Pero antes que llegue tal momento, ya estaremos muertos nosotros, Raúl; y no olvidéis lo que voy a deciros: en este mundo fuerza es que todos, hombres, mujeres y reyes, vivamos en los presentes; sólo para Dios debemos vivir según lo venidero. He aquí como conversaban Athos y Raúl, paseándose por la larga alameda de tilos del parque, cuando resonó la campanilla que servía para avisar al conde la hora de la comida o una visita. Maquinalmente y sin dar importancia el sonido que acababa de vibrar, el conde y su hijo dieron media vuelta, y al llegar al extremo de la alameda se encontraron en presencia de Porthos y de Herblay.
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas ADIVINANZAS En los dientes, la mañana, y la noche en el pellejo. ¿Quién será, quién no será? -El negro. Con ser hembra y no ser bella, harás lo que ella te mande. ¿Quién será, quién no será? -El hambre. Esclava de los esclavos, y con los dueños, tirana. ¿Quién será, quién no será? -La caña. Escándalo de una mano que nunca ignora a la otra. ¿Quién será, quién no será? -La limosna. Un hombre que está llorando con la risa que aprendió. ¿Quién será, quién no será? -Yo. Nicolás Guillén
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas Me alegro que te haya gustado Clause,son los versos de Jose Marti,me encantan.
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas GUILLÉN, NICOLÁS (1902-1989) Poeta cubano . Trabajó como tipógrafo antes de dedicarse al periodismo y darse a conocer como escritor. Desde su juventud participó intensamente en la vida cultural y política cubana, lo que le costó el exilio en varias ocasiones. Ingresó en el Partido Comunista en 1937, y tras el triunfo de la Revolución cubana en 1959 desempeñó cargos y misiones diplomáticas de relieve. Inició su producción literaria en el ámbito del posmodernismo y la afianzó en el de las experiencias vanguardistas de los años veinte, en cuyo contexto se convirtió pronto en el representante más destacado de la poesía negra o afroantillana. Sin renunciar a otras posibilidades, en Motivos de son (1930), Sóngoro cosongo. Poemas mulatos (1931), West Indies Ltd. (1934) y poemas dispersos en libros posteriores, usó todos los recursos característicos de esa poesía con la voluntad de lograr una expresión auténtica para una cultura mulata, la propia de un país mulato como él mismo, y manifestó una preocupación social que se fue acentuando con el paso de los años. Desde West Indies Ltd., evolucionó rápidamente hacia esas preocupaciones políticas y sociales: en Cantos para soldados y sones para turistas (1937), El son entero (1947) y La paloma de vuelo popular (195, mostró su compromiso con la patria cubana y americana, con sus hermanos de raza y con todos los desheredados del mundo, mientras en España. Poema en cuatro angustias y una esperanza (1937) acusó el impacto de la Guerra Civil española y el asesinato de Federico García Lorca. Crítico con la injusticia y el imperialismo, eso no le impidió verse afectado por las inquietudes neorrománticas y metafísicas que también dominaron la literatura de esa época, pues el amor y la muerte son también temas fundamentales en su poesía. Con Tengo (1964) manifestó su júbilo ante la Cuba revolucionaria, y Poemas de amor (1964), El gran zoo (1967), La rueda dentada (1972), El diario que a diario (1972) y Por el mar de las Antillas anda un barco de papel. Poemas para niños y mayores de edad (1977) demostrarían su capacidad para conjugar preocupaciones diversas y encontrar formas de expresión siempre renovadas. En Prosa de prisa (1975-1976) se han recogido sus trabajos periodísticos
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas versos sencillos-Jose Marti El rayo surca sangriento el lobrego nubarron echa el barco ,ciento a ciento los negros por el porton El viento fiero quebrava los almacigos copudos andaba la hilera andaba de los esclavos desnudos El temporal sacudia los barracones henchidos una madre con su cria pasaba,dando alaridos rojo,como en el desierto salio el sol al horizonte y alumbro a un esclavo muerto colgado a un ceibo del monte un niño lo vio:temblo de pasion por los que gimen y al pie del muerto juro lavar con su sangre el crimen.
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas Esta no se su autor,de pequeña me gustaba mucho Una flor de nomeolvides soñadora y pizpireta cansada ya de ser flor ahora quiere ser estrella desde los altos balcones donde las nubes se sientan,suspira una estrellita quien fuera esa flor tan fresca y mi niña que de luz y de fragancia esta echa con ser solo,una niña esta contenta y satisfecha.
Re: ... de poetas, cuentos y leyendas Acá pongo otra de Jose Martí que me gusta mucho! Cuentan que antaño Cuentan que antaño,—y por si no lo cuentan, Invéntologo, —un labriego que quería Mucho a un zorzal, a quien dejaba libre Surcar el aire y desafiar al viento — De cierto bravo halcón librarlo quiso Que en cazar por el ala adestró astuto Un señorín de aquellas cercanías,— Y púsole al zorzal el buen labriego Sobre sus alas, otras dos, de modo Que el vuelo alegre al ave no impidiesen. Salió el sol, y el halcón rompiendo nubes, Tras el zorzal, que a la querencia amable Del labrador inquieto se venía: Ya le alcanza: ya le hinca: ya estremece En la mano del mozo el hilo duro: Mas guay del señorín!: el halcón sólo Prendió al zorzal, que diestro se le escurre, Por las alas postizas del labriego. Así, quien casa por la rima, aprende Que en sus garras se escapa la poesía! José Martí