MADURECES «Ansioso un higo comía -cuenta a Gil el viejo Arbelo- y, ¡tris!, saltó un diente al suelo de sólo tres que tenía.» «Es bien raro el accidente estando maduro el higo.» Y aquél contestóle: «Amigo, más maduro estaba el diente.» F. Acuña
A UNA FLAQUÍSIMA TUERTA Aquí yace Estefanía, flaca y aguda mujer, que bien pudo aguja ser, pues sólo un ojo tenía. Momia, esqueleto de alambre, en torno a sus huesos vanos yacen también los gusanos, porque se murieron de hambre. F. Acuña
Perdonar que entre tan poco y que actualmente me limite a este tema, pero estoy hasta el cuello de curro y no tengo tiempo, os aseguro que cuando acabe este pico entraré en otros temas para que me vayais conociendo.
El amor que calla Si yo te odiara, mi odio te daría en las palabras, rotundo y seguro; pero te amo y mi amor no se confía a este hablar de los hombres, tan oscuro. Tú lo quisieras vuelto en alarido, y viene de tan hondo que ha desecho su quemante raudal, desfallecido antes de la garganta, antes del pecho. Estoy lo mismo que estanque colmado y te parezco un surtidor inerte, ¡Todo mi callar atribulado que es más atroz que el entrar en la muerte! Gabriela Mistral Feliz día de San Patricio para tod@s Salu2
CANCIÓN Cada cuerpo con su deseo y el mar al frente. Cada lecho con su naufragio y los barcos al horizonte. Estoy cantando la vieja canción que no tiene palabras. Cada cuerpo junto a otro cuerpo, cada espejo temblando en la sombra y las nubes errantes. Estoy tocando la antigua guitarra con que los amantes se duermen. Cada ventana en sus helechos, cada cuerpo desnudo en su noche y el mar al fondo, inalcanzable. EUGENIO MONTEJO
EL HERIDO Polo Dame tu pañuelo, hermana, que vengo muy mal herido. - Díme qué pañuelo quieres: si el rosa o el color de olivo. - Quiero un pañuelo bordado, que tenga en sus cuatro picos tu corazón dibujado. Rafael Alberti
EL ÁNGEL DE LOS NÚMEROS Vírgenes con escuadras y compases, velando las celestes pizarras. Y el ángel de los números, pensativo, volando, del 1 al 2, del 2 al 3, del 3 al 4. Tizas frías y esponjas rayaban y borraban la luz de los espacios. Ni sol, luna, ni estrellas, ni el repentino verde del rayo y el relámpago, ni el aire. Sólo nieblas. Vírgenes sin escuadras, sin compases, llorando. Y en las muertas pizarras, el ángel de los números, sin vida, amortajado sobre el 1 y el 2, sobre el 3, sobre el 4... Rafael Alberti
Azul de ti Pensar en ti es azul, como ir vagando por un bosque dorado al mediodía: nacen jardines en el habla mía y con mis nubes por tus sueños ando. Nos une y nos separa un aire blando, una distancia de melancolía; yo alzo los brazos de mi poesía, azul de ti dolido y esperando. Es como un horizonte de violines o un tibio sufrimiento de jazmines pensar en ti, de azul temperamento. El mundo se me vuelve cristalino, y te miro, entre lámpara de trino, azul domingo de mi pensamiento. Eduardo Carranza Salu2
Yo pienso en ti Yo pienso en ti, tú vives en mi mente, sola, fija, sin tregua, a toda hora, aunque tal vez el rostro indiferente no deje reflejar sobre mi frente la llama que en silencio me devora. En mi lóbrega y yerta fantasía brilla tu imagen apacible y pura, como el rayo de la luz que el sol envía a través de una bóveda sombría al roto mármol de una sepultura. Callado, inerte, en estupor profundo, mi corazón se embarga y se enajena, y allá en su centro vibra moribundo cuando entre el vano estrépito del mundo la melodía de su nombre suena. Sin lucha, sin afán y sin lamento, sin agitarme, en ciego frenesí, sin proferir un sólo, un leve acento, las largas horas de la noche cuento y pienso en ti! José Batres Montúfar (1809-1844)
BRINDIS He aquí dos rosas frescas, mojadas de rocío: una blanca, otra roja, como tu amor y el mío. Y he aquí que, lentamente, las dos rosas deshojo: la roja, en vino blanco; la blanca, en vino rojo. Al beber, gota a gota, los pétalos flotantes me rozarán los labios, como labios de amante; y, en su llama o su nieve de idéntico destino, serán como fantasmas de besos en el vino. Ahora, elige tú, amiga, cuál ha de ser tu vaso: si éste, que es como un alba, o aquél, como un ocaso. No me preguntes nada: yo sé bien que es mejor embriagarse de vino que embriagarse de amor... Y así mientras tú bebes, sonriéndome —así, yo, sin que tú lo sepas, me embriagaré de ti... José Ángel Buesa
Vienes a mí... Vienes a mí, te acercas y te anuncias con tan leve rumor, que mi reposo no turbas, y es un canto milagroso cada una de las frases que pronuncias. Vienes a mí, no tiemblas, no vacilas, y hay al mirarnos atracción tan fuerte, que lo olvidamos todo, vida y muerte, suspensos en la luz de tus pupilas. Y en mi vida penetras y te siento tan cerca de mi propio pensamiento y hay en la posesión tan honda calma, que interrogo al misterio en que me abismo si somos dos reflejos de un ser mismo, la doble encarnación de una sola alma. Enrique González Martínez (1871-1952)
EL GRAN AMOR Un gran amor, un gran amor lejano es algo así como la enredadera que no quisiera florecer en vano y sigue floreciendo aunque no quiera. Un gran amor se nos acaba un día y es tristemente igual a un pozo seco, pues ya no tiene el agua que tenía pero le queda todavía el eco. Y, en ese gran amor, aquel que ama compartirá el destino de la hoguera, que lo consume todo con su llama porque no sabe arder de otra manera. José Ángel Buesa
XLV No estés lejos de mí un sólo día, porque cómo, porque, no sé decírtelo, es largo el día, y te estaré esperando como en las estaciones cuando en alguna parte se durmieron los trenes. No te vayas por una hora porque entonces en esa hora se juntan las gotas del desvelo y tal vez todo el humo que anda buscando casa venga a matar aún mi corazón perdido. Ay que no se quebrante tu silueta en la arena, ay que no vuelen tus párpados en la ausencia: no te vayas por un minuto, bienamada, porque en ese minuto te habrás ido tan lejos que yo cruzaré toda la tierra preguntando si volverás o si me dejarás muriendo. Pablo Neruda (1904-1973)
BALADA DEL LOCO AMOR I No, nada llega tarde, porque todas las cosas tienen su tiempo justo, como el trigo y las rosas; sólo que, a diferencia de la espiga y la flor, cualquier tiempo es el tiempo de que llegue el amor. No, amor no llegas tarde. Tu corazón y el mío saben secretamente que no hay amor tardío. Amor, a cualquier hora, cuando toca a una puerta, la toca desde adentro, porque ya estaba abierta. Y hay un amor valiente y hay un amor cobarde, pero, de cualquier modo, ninguno llega tarde. II Amor, el niño loco de la loca sonrisa, viene con pasos lentos igual que viene aprisa; pero nadie está a salvo, nadie, si el niño loco lanza al azar su flecha, por divertirse un poco. Así ocurre que un niño travieso se divierte, y un hombre, un hombre triste, queda herido de muerte. Y más, cuando la flecha se le encona en la herida, porque lleva el veneno de una ilusión prohibida. Y el hombre arde en su llama de pasión, y arde, y arde, y ni siquiera entonces el amor llega tarde. III No, yo no diré nunca qué noche de verano me estremeció la fiebre de tu mano en mi mano. No diré que esa noche que sólo a ti te digo se me encendió en la sangre lo que soñé contigo. No, no diré esas cosas, y, todavía menos, la delicia culpable de contemplar tus senos. Y no diré tampoco lo que vi en tu mirada, que era como la llave de una puerta cerrada. Nada más. No era el tiempo de la espiga y la flor, y ni siquiera entonces llegó tarde el amor. José Ángel Buesa