CÁRCEL PERPETUA Yo vivo encadenado a tu hermosura, lo mismo que a su roca, Prometeo; sin poder quebrantar la ligadura que me une a ti... por más que forcejeo. ¿De qué delito bárbaro fui reo, para tener que soportar tan dura y a la vez dulce pena? Mi deseo es un placer que llega a la tortura. Me atraes como abismo luminoso; lucho, por arrancarme de tu lado, con las fuerzas terribles de un coloso. ¡Inútil! A vivir siempre abrazado a tu cuerpo flexible y armonioso parece que estuviera condenado. Julio Flórez
HECHIZO De un desafío inocente que inventamos Comenzó este amor voraz que hoy nos aturde. Lo pusimos todo al roce de las manos Y debajo nuestras pieles se hizo lumbre. Fuimos fuego contra fuego y nos amamos. Fue magia el reto, ternura la costumbre; Y sin meditar muy bien lo que arriesgamos, Partimos hacia ignoradas latitudes. Yo no se si el sueño de este amor de amantes Haga posible un después –que ya tuvo antes-, Y transmute en realidad un loco anhelo A este hechizo redimido y condenado, Paradoja de un amor, que en el pecado, Encontró otra forma de alcanzar el cielo. JORGE VELEZ
VISIÓN ¿Eres un imposible? ¿Una quimera? ¿Un sueño hecho carne, hermosa y viva? ¿Una explosión de luz? Responde esquiva maga en quien encarnó la primavera. Tu frente es lirio, tu pupila hoguera, tu boca flor en donde nadie liba la miel que entre sus pétalos cautiva al colibrí de la pasión espera. ¿Por qué sin tregua, por tu amor suspiro, si no habré de alcanzar ese trofeo? ¿Por qué llenas el aire que respiro? En todas partes te halla mi deseo: los ojos abro y por doquier te miro; cierro los ojos y entre mí te veo. Julio Flórez
UN AMOR Hoy existe entre los dos un gran secreto: Una leyenda de amores prohibidos. Un idilio en versos, flores y gemidos. Una pasión con banderas de silencio. Un amor que sin borrarse ya es recuerdo. Un amor con su epitafio definido. Un amor, que de un amor envejecido, Podrá ser para los dos un amor nuevo. Un amor con la pasión de lo escondido. Un amor que no nació para el olvido Y que lucha por callar cuánto te quiero. Un amor, que aunque parezca sin sentido, Nos llegó sin que lo hubiésemos pedido Y para que nadie más pueda saberlo. JORGE VELEZ
La noche muda Quizá deba amarte en silencio El silencio imperceptible para tu alma Que no deba escuchar de mi una palabra De mi corazón un gemido. Quizá deba amarte desde el silencio Vivirlo desde las entrañas Que no dejan de doler por el amor mudo ¿Debo yo amarte con el alma callada? Quizá deba el silencio ser mi cómplice y mi delator De mi amor genuino, de mis deseos posesivos. Quizá deba amarte desde el silencio Acaso sea momento de callar para escuchar Tus sentimientos que me extrañan ¿Será el momento de dejarte sentir en soledad? Quizá deba amarte desde la sombra Que el sol no ilumine mi contorno, Tengas la necesidad de buscarme si me amas O de perderme si me niegas. Quizá deba amarte desde la expectante noche Que el sueño de los pájaros despierta a los grillos Quizá deba en mi interior permanecer a oscuras Esperar que me encuentres para amarme O convencer que nos perdemos si me niegas. Marcos Algorta Roig
CVIII ¿La luz más refulgente? Está en tus ojos. ¿La mayor alegría? En tu presencia. ¿La miel más dulce? Entre tus labios rojos. ¿El vergel más florido? En tu existencia ¿La sombra más oscura? Está en mi noche ¿El dolor más intenso? Está en mi herida. Julio Flórez
AMARTE Es viajar contigo a través del cielo Por el túnel sin luz de tus sentidos. Es desprenderse sin noción del cuerpo Y volar con tu piel al infinito. Es sentir que en el alma se ha fundido La materia inicial del universo. Es creer que de nuevo se ha nacido Y hallar la clave mágica del tiempo. Es trasladarse a otras dimensiones Donde son diferentes los colores Y se hacen realidad los espejismos. Es un aria en gemidos y temblores Que vuelve incongruentes las razones Y convierte en canciones los suspiros. JORGE VELEZ
VEN, SIEMPRE VEN No te acerques. Tu frente, tu ardiente frente, tu encendida frente, las huellas de unos besos, ese resplandor que aun de día se siente si te acercas, ese resplandor contagioso que me queda en las manos, ese río luminoso en que hundo mis brazos, en el que casi no me atrevo a beber, por temor después a ya una dura vida de lucero. No quiero que vivas en mí como vive la luz, con ese ya aislamiento de estrella que se une con su luz, a quien el amor se niega a través del espacio duro y azul que separa y no une, donde cada lucero inaccesible es una soledad que, gemebunda, envía su tristeza. La soledad destella en el mundo sin amor. La vida es una vívida corteza, una rugosa piel inmóvil, donde el hombre no puede encontrar su descanso, por más que aplique su sueño contra un astro apagado. Pero tú no te acerques. Tu frente destellante, carbón encendido que me arrebata a la propia conciencia, duelo fulgúreo en que de pronto siento la tentación de morir, de quemarme los labios con tu roce indeleble, de sentir mi carne deshacerse contra tu diamante abrasador. No te acerques, porque tu beso se prolonga como el choque imposible de las estrellas, como el espacio que súbitamente se incendia, éter propagador donde la destrucción de los mundos es un único corazón que totalmente se abrasa. Ven, ven, ven como el carbón extinto oscuro que encierra una muerte; ven como la noche ciega que me acerca su rostro; ven como los dos labios marcados por el rojo, por esa línea larga que funde los metales. Ven, ven, amor mío; ven, hermética frente, redondez casi rodante que luces como una órbita que va a morir en mis brazos; ven como dos ojos o dos profundas soledades, dos imperiosas llamadas de una hondura que no conozco. ¡Ven, ven, muerte, amor; ven pronto, te destruyo; ven, que quiero matar o amar o morir o darte todo; ven, que ruedas como liviana piedra, confundida como una luna que me pide mis rayos! Vicente Aleixandre
SIN TÍ Cómo estar sin tus caricias, Sin tus besos. Sin tus manos, sin tu risa, Sin tu cuerpo. Sin el aura que me hechiza, Sin tu fuego. Sin la paz de tus orillas Soy río seco. Qué será de mis espigas Sin tu viento. Si se van tus golondrinas Soy invierno. Sin tu sol que me ilumina No soy cielo. Seré luna que declina Sin tu albedo. Con tus olas suspendidas Soy mar quieto, Y velero a la deriva Sin tu puerto. Sin tus rosas son espinas Los recuerdos. Con tus horas detenidas No soy tiempo. Sin el aura de tu vida Nada tengo. JORGE VELEZ
RAZÓN DE AMOR Versos 1104 a 1121 ¡Cómo me dejas que te piense! Pensar en ti no lo hago solo, yo. Pensar en ti es tenerte, como el desnudo cuerpo ante los besos, toda ante mí, entregada. Siento cómo te das a mi memoria, cómo te rindes al pensar ardiente, tu gran consentimiento en la distancia. Y más que consentir, más que entregarte, me ayudas, vienes hasta mí, me enseñas recuerdos en escorzo, me haces señas con las delicias, vivas, del pasado, invitándome. Me dices desde allá que hagamos lo que quiero —unirnos— al pensarte. Y entramos por el beso que me abres, y pensamos en ti, los dos, yo solo. Pedro Salinas
PODRIA Fabricar contigo un mundo de sueños con final, una historia de humo, de lluvia, de papel, de algo… De simples minutos, Horas, momentos, de miradas y sonrisas, De todo y nada. Podría fabricar contigo un cielo, un universo, Una silueta, un bosquejo, Un rostro dibujado, un poema. Podría
LA CENA JOCOSA En Jaén, donde resido, vive don Lope de Sosa, y diréte, Inés, la cosa, más brava de él que has oído. Tenía este caballero un criado portugués... Pero cenemos, Inés, si te parece, primero. La mesa tenemos puesta, lo que se ha de cenar junto, las tazas del vino a punto: falta comenzar la fiesta. Comience el vinillo nuevo y échole la bendición; yo tengo por devoción de santiguar lo que bebo, Franco, fue, Inés, este toque, pero arrójame la bota; vale un florín cada gota de aqueste vinillo aloque. ¿De qué taberna se traxo? Mas ya..., de la del Castillo diez y seis vale el cuartillo no tiene vino más baxo, Por nuestro Señor, que es mina la taberna de Alcocer; grande consuelo es tener la taberna por vecina. Si es o no invención moderna, vive Dios que no lo sé, pero delicada fue la invención de la taberna. Porque allí llego sediento, pido vino de lo nuevo, mídenlo, dánmelo, bebo, págolo y voyme contento. Esto, Inés, ello se alaba, no es menester alaballo,- Solo una falta le hallo: que con la priesa se acaba. La ensalada y salpicón hizo fin: ¿qué viene ahora? la morcilla, ¡oh gran señora, digna de veneración! ¡Qué oronda viene y qué bella! Qué través y enjundia tiene! paréceme, Inés, que viene para que demos en ella. Pues, sus, encójase y entre que es algo estrecho el camino, no eches agua, Inés, al vino no se escandalice el vientre, Echa de lo trasañejo, porque con más gusto comas, Dios te guarde, que así tomas, como sabia mi consejo. Mas di, ¿no adoras y aprecias la morcilla ilustre y rica? ¡Cómo la traidora pica; tal debe tener especias! ¡Qué llena está de piñones! morcilla de cortesanos, asada por esas manos hechas a cebar lechones. El corazón me revienta de placer; no sé de ti. ¿Cómo te va? Yo, por mí, sospecho que estás contenta. Alegre estoy, vive Dios; mas oye un punto sutil. ¿no pusiste allí un candil? ¿Cómo me parecen dos? Pero son preguntas viles; ya sé lo qué puede ser: con este negro beber se acrecientan los candiles. Probemos lo del pichel, alto licor celestial; no es el aloquíllo tal, ni tiene que ver con él. ¡Qué suavidad! ¡Qué clareza! ¡Qué rancio gusto y olor! ¡Qué paladar! ¡Qué color! ¡Todo con tanta fineza! Mas el queso sale a plaza la moradilla va entrando, y ambos vienen preguntando por el pichel y la taza. Prueba el queso, que es extremo el de Pinto no le iguala; pues la aceituna no es mala bien puede bogar su remo. Haz, pues, Inés, lo que sueles, daca de la bota llena seis tragos; hecha es la cena, levántense los manteles, Ya que, Inés, hemos cenado tan bien y con tanto gusto, parece que será justo volver al cuento pasado. Pues sabrás, Inés hermana, que el Portugués cayó enfermo... Las once dan, yo me duermo, quédese para mañana. Baltasar de Alcázar
UN HOMBRE COMO TU Hoy desperté con tu sonrisa en mis ojos, Toda la noche te seguí y contemple tu cuerpo Creí tocar tus manos suaves llenas de ternura Y sentí que me invitaban a seguir buscando Ese deseo que aun no comprendía. Hasta que te detuviste, y volteando hacia mi me decías que no había nada que buscar. En ese momento creí haber despertado Y sentí un enorme deseo de correr Hacia tu corazón pero estaba tan lejos Que decidí gritar que Te Amo A lo lejos escuchaste el sonido sin entender Lo que decía pero algo mas fuerte te lo revelo. Fue entonces que pude llegar a ti Y viendo tu delicada sonrisa junto A una mirada llena de sencillez y pureza Mi corazón se desbordó en sentimiento Pidiéndote que no despreciaras este pobre ser Que se ha envuelto en la miseria Por amar a un hombre divino, Un hombre Especial, Un hombre simplemente como tu. Carolina Segura
USTED SE ME ESCAPA Usted se me escapa en los pasillos como un discóbolo impregnado de aceite. Pero todo lo que habla es una mano enguantada por mis medias. (Desnuda, froto su voz contra las caderas de la sábana para no dormirme tan triste). Almudena Guzmán
LOS BESOS No te olvides, temprana, de los besos un día. De los besos alados que a tu boca llegaron. Un instante pusieron su plumaje encendido sobre el puro dibujo que se rinde entreabierto. Te rozaron los dientes. Tú sentiste su bulto, En tu boca latiendo su celeste plumaje. Ah, redondo tu labio palpitaba de dicha. ¿Quién no besa esos pájaros cuando llegan, escapan? Entreabierta tu boca vi tus dientes blanquísimos. Ah, los picos delgados entre labios se hunden. Ah, picaron celestes, mientras dulce sentiste que tu cuerpo ligero, muy ligero, se erguía. ¡Cuán graciosa, cuán fina, cuán esbelta reinabas! Luz o pájaros llegan, besos puros, plumajes. Y oscurecen tu rostro con sus alas calientes, que te rozan. revuelan, mientras ciega tú brillas. No lo olvides. Felices, mira, van, ahora escapan. Mira: vuelan, ascienden, el azul los adopta. Suben altos, dorados. Van calientes, ardiendo. Gimen, cantan, esplenden. En el cielo deliran. Vicente Aleixandre