FEDERICO GARCÍA LORCA Deseo Sólo tu corazón caliente, y nada más. Mi paraíso un campo sin ruiseñor ni liras, con un río discreto y una fuentecilla. Sin la espuela del viento sobre la fronda, ni la estrella que quiere ser hoja. Una enorme luz que fuera luciérnaga de otra, en un campo de miradas rotas. Un reposo claro y allí nuestros besos, lunares sonoros del eco, se abrirían muy lejos. Y tu corazón caliente, nada más.
SUPREMO TRIUNFO Estoy ahora impregnada toda yo de dulzura. Desde que me besaste, toda yo soy amor. Y en la vida y la muerte, en lecho y sepultura, ya no seré otra cosa que amor, amor, amor.... En la carne y el alma, en la sombra y los huesos, ya no tendré más nunca otro olor y sabor, que el sabor y el perfume que he absorbido a tus besos; me has dado una fragancia, tersa y viva, de flor. Hasta el último átomo de mi piel es aroma, Eres mi hermano , ¡Oh lirio! Eres... Desde que él me besara, rosa mi cuerpo es... Juana De Ibarbourou
RAFAEL DE LEÓN Necesito de ti Necesito de ti, de tu presencia, de tu alegre locura enamorada. No soporto que agobie mi morada la penumbra sin labios de tu ausencia. Necesito de ti, de tu clemencia, de la furia de luz de tu mirada; esa roja y tremenda llamarada que me impones, amor, de penitencia. Necesito tus riendas de cordura y aunque a veces tu orgullo me tortura de mi puesto de amante no dimito. Necesito la miel de tu ternura, el metal de tu voz, tu calentura. Necesito de ti, te necesito.
Percepciones Te escucho… cuando grita la tarde y la ciudad esparce sus sirenas, cuando amaina la noche en la tumba abierta de un lucero y cuando enciende la vida, lumbre roja, cada día un sol. Nadie más dice mi nombre letra a letra, apoderándose los labios de las curvas, los sonidos y la piel que esconde la sombra y los barrotes, prisionera ilusión desentrañada de tus manos regándome en secreto, como cardos silvestres del otoño. Te escucho… aunque no puedo verte y se deshacen las horas, en mis tiempos de arena, cuando crecen las aguas de tormenta marina agigantando horizontes y cuando estrecho mis alas empapadas de bruma y pedacitos de vos. Nadie más bebe y sangra mi nombre letra a letra, destilando los hilos transparentes, de la trama que desviste solitaria la sed y la codicia de un amor que orada entre murmullos, el tiempo, la razón y la distancia. Te escucho… cuando laten mis venas, aunque apagues el aire, aunque selles tu boca Te escucho… remover el río de mi nombre y naufragar en la orilla serpenteante, de tu voz Aunque no digas nada nunca… más yo… Te escucho.
EFRAÍN HUERTA Absoluto amor Como una limpia mañana de besos morenos cuando las plumas de la aurora comenzaron a marcar iniciales en el cielo. Como recta caída y amanecer perfecto. Amada inmensa como un violeta de cobalto puro y la palabra clara del deseo. Gota de anís en el crepúsculo te amo con aquella esperanza del suicida poeta que se meció en el mar con la más grande de las perezas románticas. Te miro así como mirarían las violetas una mañana ahogada en un rocío de recuerdos. Es la primera vez que un absoluto amor de oro hace rumbo en mis venas. Así lo creo te amo y un orgullo de plata me corre por el cuerpo.
MI MUCHACHA salvaje, hemos tenido que recobrar el tiempo y marchar hacia atrás, en la distancia de nuestras vidas, beso a beso, recogiendo de un sitio lo que dimos sin alegría, descubriendo en otro el camino secreto que iba acercando tus pies a los míos, y así bajo mi boca vuelves a ver la planta insatisfecha de tu vida alargando sus raíces hacia mi corazón que te esperaba. Y una a una las noches entre nuestras ciudades separadas se agregan a la noche que nos une. La luz de cada día, su llama o su reposo nos entregan, sacándolos del tiempo, y así se desentierra en la sombra o la luz nuestro tesoro, y así besan la vida nuestros besos: todo el amor en nuestro amor se encierra: toda la sed termina en nuestro abrazo. Aquí estamos al fin frente a frente, nos hemos encontrado, no hemos perdido nada. Nos hemos recorrido labio a labio, hemos cambiado mil veces entre nosotros la muerte y la vida, todo lo que traíamos como muertas medallas lo echamos al fondo del mar, todo lo que aprendimos no nos sirvió de nada: comenzamos de nuevo, terminamos de nuevo muerte y vida. Y aquí sobrevivimos, puros, con la pureza que nosotros creamos, más anchos que la tierra que no pudo extraviarnos, eternos como el fuego que arderá cuanto dure la vida. Pablo Neruda
"SOBRE EL ÁNGEL Y EL HOMBRE" Primera parte I Me salva de mí misma: huésped del alma en alma devolviendo la palabra que abisma, lo que entiendo y no entiendo por este viaje en que llorando aprendo. Amoroso elemento forma su fina y leve arquitectura; con ágil movimiento de flor sin atadura abre su vuelo reino de blancura. Sube de mí, conmigo, a cumbres de silencio, a ruido vano; siendo el eterno amigo con invisible mano siembra fuego cantor en barro humano. Su llamada secreta colma venas de noche, luz vigía; es canción y saeta, profunda compañía, íntimo sol... para mi breve día. Le he visto por la nube con rabel de pastor cuidando sueños; por su arboleda anduve sobre aromas pequeños, y era el abril de verdes abrileños. Cuando el clavel tenía edad de tierna boca adolescente; cuando el gorrión ponía aleteo en mi frente, él ya me daba su lección paciente. Mi soledad le pide alta verdad y voz corregidora; sé que su tiempo mide vida razonadora y miseria viviente, hora tras hora. Calor sin mengua vierte en puertasola, bajo nieve hundida; amando me convierte en amante aprehendida, y ya no puedo estar semidormida. Contraluz de mi pecho a veces me lo vuelve casi nada; mas del soplo deshecho su pena derramada es goce de otra cita enjazminada. Isla de mar adentro, donde dulce marea crece y canta; iluminado centro que hasta el cielo levanta angélico poder de mi garganta....
GERARDO DIEGO El sueño Apoya en mí la cabeza, si tienes sueño. apoya en mí la cabeza, aquí, en mi pecho. Descansa, duérmete, sueña, no tengas miedo del mundo, que yo te velo. Levanta hacia mí tus ojos, tus ojos lentos, y ciérralos poco a poco conmigo dentro; ciérralos, aunque no quieras, muertos de sueño. Ya estás dormida. Ya sube, baja tu pecho, y el mío al compás del tuyo mide el silencio, almohada de tu cabeza, celeste peso. Mi pecho de varón duro, tabla de esfuerzo, por ti se vuelve de plumas, cojín de sueños. Navega en dulce oleaje, ritmo sereno, ritmo de olas perezosas el de tus pechos. De cuando en cuando una grande, espuma al viento, suspiro que se te escapa volando al cielo, y otra vez navegas lenta mares de sueño, y soy yo quien te conduce yo que te velo, que para que te abandones te abrí mi pecho. ¿Qué sueñas? ¿Sueñas? ¿Qué buscan - palabras, besos - tus labios que se te mueven, dormido rezo? Si sueñas que estás conmigo, no es sólo sueño; lo que te acuna y te mece soy yo, es mi pecho. Despacio, brisas, despacio, que tiene sueño. Mundo sonoro que rondas, hazte silencio, que está durmiendo mi niña, que está durmiendo al compás que de los suyos copia mi pecho. Que cuando se me despierte buscando el cielo encuentre arriba mis ojos limpios y abiertos.
II Ángel enamorado de la doliente casa de los hombres; criatura sin pecado que dejas, olvidado, el nombre eterno en terrenales nombres; tu escondida presencia es un fulgor que canta o que suspira; la muda confidencia se escucha en la conciencia y a veces... con el aire se respira. Proclamo tu blancura; quiero explicar espacios que no entiendo: aquí... mi luz oscura, allá... lágrima pura, y el mundo su ceguera defendiendo. Si tu mano en mi mano coge parte del río que se bebe; si la hoja y el grano del pulsante verano son en tu fino amor latido breve; prolongado latido es en mi corazón lo que despiertas; y vives recogido en mi frente o perdido por esta noche de cerradas puertas. Escucho los rumores que vienen de la pálida ribera; con mis versos menores y mis grandes amores persigo la existencia verdadera. Tu designio me obliga a encontrar el camino innominado; tu desvelo me liga a dolor y fatiga del que va con el grito desgarrado. Alumbras y sostienes; brotan dulces praderas de tu aliento; estás conmigo... vienes del soplo que mantienes en vasto y poderoso movimiento. Buscándote en mi sombra -entre el miedo de ser y de acabarme- cuando el alma te nombra, al nombrarte se asombra de que quieras oírme y ampararme. Morador de mi sueño: por tu brasa de luz, por tu alborada, este día pequeño, este fugaz empeño, son tu abismo de vida y tu posada...
JOSÉ LUÍS HIDALGO Hoguera de amor Este día que viene a mis labios esgrimiendo su zumo de oro, moja el alma en su triste belleza, y la embriaga de sueños remotos. Todo acaba en su luz amarilla. Los recuerdos se borran, y de otro me parecen las manos que tocan, me parecen las cosas que lloro. No pensar en las hojas que sufren y olvidar el dolor de sus troncos. No saber si las nubes que nacen vuelven ya de un oscuro retorno... Mas sentir en el pecho, encendida por el viento que trae el otoño, una hoguera de fuego que, alegre, quema el mundo con un amor loco.
III El constructor radiante, dueño de la virtud que aquí sostiene la línea vacilante, el asombrado instante en que la forma realidad obtiene; dibuja lo más leve, suelta un águila blanca sobre el día, frondas y ciervos mueve en verde lejanía y es piedra y flor... ¡tenaz sabiduría! Por latidos de aroma y por vuelos finísimos del trino inaugurado asoma, y en inefable idioma nos da su pulsación y su destino. Otros ángeles miran la vida en plenitud diferenciada; y al contemplar admiran y en beatitud aspiran la múltiple energía desatada; pero el más refulgente -en la idea central de lo que existe- de sonido viviente, de mar inteligente, ve surgir la experiencia que persiste. Las torres de su altura; el agua de los lirios, hasta el fondo; mi cuerpo -esta envoltura de la humana criatura- con el cual le descubro y le respondo; brotan de su desvelo y están en su dominio contenidos: hijos de fuego y hielo, por la tierra y el cielo despertando, despiertos y dormidos. Pregunto: ¿dónde, cuándo su incomprensible rostro será mío? Me voy enamorando de lo que ando buscando por secretos de llanto y de rocío. Si el corazón pudiera seguirlo -con deseo largo y fuerte- mi sombra, tan severa, olvido... olvido fuera como el suave olvidarnos en la muerte. Ángel: días rectores me dan breves atisbos de la espera; con fríos punzadores y ceniza de flores ando el invierno, porque soy viajera. Sin cansarme persigo la solitaria luz que adentro arde; angustiada te digo: territorio enemigo voy a cruzar... y a veces soy cobarde. Siento que no me dejas; conozco tu fulgor, de ahora y antes; si pienso que te alejas advierto que reflejas la eternidad en luces caminantes....
EFRAÍN HUERTA Ternura Lo que más breve sea: la paloma, la flor, la luna en las pupilas; lo que tenga la nota más suave: el ala con la rosa, los ojos de la estrella; lo tierno, lo sencillo, lo que al mirarse tiembla, lo que se toca y salva como salvan los ángeles, como salva el verano a las almas impuras; lo que nos da ventura e igualdad y hace que nuestra vida tenga el mismo sabor del cielo y la montaña. Eso que si se besa purifica. Eso, amiga: tus manos.
"Poesía" Tu vives siempre en tus actos. Con la punta de tus dedos pulsas el mundo, le arrancas auroras, triunfos, colores, alegrías: es tu música. La vida es lo que tu tocas. De tus ojos, sólo de ellos, sale la luz que te guía los pasos. Andas por lo que ves. Nada más. Y si una duda te hace señas a diez mil kilómetros, lo dejas todo, te arrojas sobre proas, sobre alas, estás ya allí; con los besos, con los dientes la desgarras: Ya no es duda. Tú nunca puedes dudar. Porque has vuelto los misterios del revés. Y tus enigmas, lo que nunca entenderás, son esas cosas tan claras: la arena donde te tiendes, la marcha de tu reló y el tierno cuerpo rosado que te encuentras en tu espejo cada día al despertar, y es el tuyo. Los prodigios que estan descifrados ya. Y nunca te equivocaste, más que una vez, una noche que te encapricho una sombra -la única que te ha gustado-. Una sombra parecía. Y la quisiste abrazar. Y era yo PEDRO SALINAS
JUAN GIL-ALBERT La rosa La imagen del amor como una rosa abre sus encendidas ilusiones y sobre el tallo esbelto resplandece su oscura primavera deseada; el naciente reflejo de su sombra nubla el claro contorno de la vida y nos absorbe su letal aliento cual la luz la cautiva mariposa. Alas llevo rondando el escondido deseo de mi amor, ansiosas alas me sirven como un velo trasparente ante el divino rostro que enamora, y en la locura de ese vuelo incauto, quemándome las alas cual se ajan las dulces vestiduras de mis sueños, ¿me acerco al ser extraño que está abriendo sus abismadas aguas de belleza, o cada vez más cerca de su vida me alejo del misterio deseado? ¡Inútil desazón, vuelo perdido que nunca detendrá sus angustiosas alas negras de amor ante esa llama del fuego primitivo que despierta como una rosa el pasmo de los hombres! Cual un pájaro ciego yo te canto, porque eres mi sombría rosa amada, y cuando está anegado de tristeza mi corazón renueva sus canciones.
MCMLXXIX Descansando en mi lecho oyendo la lluvia caer estoy... Sola, con mis pensamientos, - quizás despierto en un sueño o dormida en un momento que existe en realidad - Unos versos, un recuerdo, algo que no sé si olvidar; una imagen a lo lejos, un interno palpitar. Quizás despierta en un sueño viendo el tiempo pasar; la lluvia cae afuera... oigo las gotas tocar el suelo en su caída. Descansando en mi lecho, aguardando unos minutos para volver a soñar....