maría Yo sé que maría me quiere, cuando al ponerse el sol me regala destellos, plácidamente ríen por viento cantando y me impregna con sus más íntimos aromas, sus hojas como libros y cuentos. Cuando la veo, ya no me siento tan sólo ella acompaña mis antepasados, raíces tan sagradas, puro sentido, pura razón. Me susurra que no siempre fué alquitrán y algodón. En su tiempo fácil fué ser felices. Hombre planta, tierra cielo, bien y mal... Nos ocultan cosas, gente que nada sabe. Pero el Sol saliendo va, y ella y yo vamos a despertar, me dirá rie, salta, ¡vuela! Y yo le digo crece, ¡regala! ¡¡¡VIVE!!!
Amor Cuando ya me haya ido amor, búscame en el horizonte, búscame en el ténue ocaso y me encontrarás con el lucero. No te canses, no me olvides, solo... búscame. Piensa en aquel arroyo, búscame el el agua fresca siéntela cerca tuyo y sentirás mis labios, mis besos cuál fruta tierna y fresca. No estés triste, no llores, solo recuerdame. Recuerdame en la sonrisa de un niño en la inocente brisa que se transforma en vendabal. Recuerdame en las flores, en la fuente de agua viva, en el vuelo de una ave, en la luz de un candil encendido. Cierra los ojos y escucha tu corazón él, te abrirá el cofre de los recuerdos, él, me traerá de vuelta a tí, él, te recordará que te amé, te amo y te amaré. Cuando me haya ido amor, no mueras conmigo, vive por mi y por tí, hónrame así. Nunca olvides que estoy contigo, tomándote de la mano, aunque solo la sientas como una brisa besándote y acariciándote aunque no lo creas. Cuando me haya ido amor, no desesperes, no llores, búscame en tu corazón y allí me encontrarás solo para ti, eternamente... Osho
DESVELADA Como soy reina y fui mendiga, ahora vivo en puro temblor de que me dejes, y te pregunto, pálida, a cada hora: «¿Estás conmigo aún? ¡Ay, no te alejes!» Quisiera hacer las marchas sonriendo y confiando ahora que has venido; pero hasta en el dormir estoy temiendo y pregunto entre sueños: «¿No te has ido?». Gabriela Mistral
Me das la miel Me das la miel en hojas de nogal y de ternura, que dejan en mi boca una extendida llama. La noche trae aromas de jazmín y brea, arrullos de navío y oleaje y lunas reflejadas en un mar de almendro. Tus manos depositan sobre mí un río de calor que desemboca en lluvias. Te beso. Te beso con laureles espaciosos que cubren tu esplendor de delicadas lenguas. Te beso en el placer, en el dolor, en la desnuda inflorescencia en que palpita el labio. Y más... En las gollizas abisales, donde se abren los lirios del amor, y arranco de tu cuerpo los rizomas más tiernos de la dicha. Mariano Estrada Vázquez Salu2