preciosas Bueno chicos, pues hasta aquí he actualizado el índice de la primera página. Está quedadando un tema fantástico!
Por qué no soy yo tu cuerpo... ¿Por qué no soy yo tu cuerpo sobre mi cuerpo desnudo para abrazarme a mi tronco y sentir, de ti, mi fuego ascendiendo por mis muslos? ¿Por qué no soy yo tus ojos para llorar con los míos a la sombra de mi pecho y romper con gotas de agua los cristales del silencio? ¿Por qué no soy yo tus manos para jugar con las mías y pasando por mi cuerpo, como juguetes de viento inventar nuevas caricias? ¿Por qué no soy yo tu boca para besarme en el fuego que despierta en mis labios, y sentir que soy yo mismo que se vierte en otro vaso? ¿Por qué no vivo en tu vida para sentir lo que siento, en el fondo de tu pecho, y mirar que te me acercas como imagen del espejo? Quisiera ser vaso y vino, las raíces y las ramas, la ribera y la corriente, la campana y el sonido, el combustible y la llama. Sigue durmiendo sin verme que yo, despierto, a tu lado, vuelo al vuelo de tu sueño y estoy tan cerca de ti, que respiro por tu cuerpo. (Río de sombra, 1935) Elias Nandino
Rostro de vos Tengo una soledad tan concurrida tan llena de nostalgias y de rostros de vos de adioses hace tiempo y besos bienvenidos de primeras de cambio y de último vagón. Tengo una soledad tan concurrida que puedo organizarla como una procesión por colores tamaños y promesas por época por tacto y por sabor. Sin un temblor de más, me abrazo a tus ausencias que asisten y me asisten con mi rostro de vos. Estoy lleno de sombras de noches y deseos de risas y de alguna maldición. Mis huéspedes concurren, concurren como sueños con sus rencores nuevos su falta de candor. Yo les pongo una escoba tras la puerta porque quiero estar solo con mi rostro de vos. Pero el rostro de vos mira a otra parte con sus ojos de amor que ya no aman como víveres que buscan a su hambre miran y miran y apagan la jornada. Las paredes se van queda la noche las nostalgias se van no queda nada. Ya mi rostro de vos cierra los ojos. Y es una soledad tan desolada. "Super Mario"
No es que muera de amor No es que muera de amor, muero de ti. Muero de ti, amor, de amor de ti, de urgencia mía de mi piel de ti, de mi alma de ti y de mi boca y del insoportable que yo soy sin ti. Muero de ti y de mí, muero de ambos, de nosotros, de ese, desgarrado, partido, me muero, te muero, lo morimos. Morimos en mi cuarto en que estoy solo, en mi cama en que faltas, en la calle donde mi brazo va vacío, en el cine y los parques, los tranvías, los lugares donde mi hombro acostumbra tu cabeza y mi mano tu mano y todo yo te sé como yo mismo. Morimos en el sitio que le he prestado al aire para que estés fuera de mí, y en el lugar en que el aire se acaba cuando te echo mi piel encima y nos conocemos en nosotros, separados del mundo, dichosa, penetrada, y cierto, interminable. Morimos, lo sabemos, lo ignoran, nos morimos entre los dos, ahora, separados, del uno al otro, diariamente, cayéndonos en múltiples estatuas, en gestos que no vemos, en nuestras manos que nos necesitan. Nos morimos, amor, muero en tu vientre que no muerdo ni beso, en tus muslos dulcísimos y vivos, en tu carne sin fin, muero de máscaras, de triángulos obscuros e incesantes. Muero de mi cuerpo y de tu cuerpo, de nuestra muerte, amor, muero, morimos. En el pozo de amor a todas horas, Inconsolable, a gritos, dentro de mí, quiero decir, te llamo, te llaman los que nacen, los que vienen de atrás, de ti, los que a ti llegan. Nos morimos, amor, y nada hacemos sino morirnos más, hora tras hora, y escribirnos y hablarnos y morirnos. Jaime Sabines Salu2
Me doy cuenta que me faltas Me doy cuenta de que me faltas y de que te busco entre las gentes, en el ruido, pero todo es inútil. Cuando me quedo solo me quedo más solo solo por todas partes y por ti y por mí. No hago sino esperar. Esperar todo el día hasta que no llegas. Hasta que me duermo y no estás y no has llegado y me quedo dormido y terriblemente cansado preguntando. Amor, todos los días. Aquí a mi lado, junto a mí, haces falta. Puedes empezar a leer esto y cuando llegues aquí empezar de nuevo. Cierra estas palabras como un círculo, como un aro, échalo a rodar, enciéndelo. Estas cosas giran en torno a mí igual que moscas, en mi garganta como moscas en un frasco. Yo estoy arruinado. Estoy arruinado de mis huesos, todo es pesadumbre. Jaime Sabines
Los placeres prohibidos Te quiero. Te lo he dicho con el viento, jugueteando como animalillo en la arena o iracundo como órgano impetuoso; Te lo he dicho con el sol, que dora desnudos cuerpos juveniles y sonríe en todas las cosas inocentes; Te lo he dicho con las nubes, frentes melancólicas que sostienen el cielo, tristezas fugitivas; Te lo he dicho con las plantas, leves criaturas transparentes que se cubren de rubor repentino; Te lo he dicho con el agua, vida luminosa que vela un fondo de sombra; te lo he dicho con el miedo, te lo he dicho con la alegría, con el hastío, con las terribles palabras. Pero así no me basta: más allá de la vida, quiero decírtelo con la muerte; más allá del amor, quiero decírtelo con el olvido. Luis Cernuda
RIMA XLI Tú eras el huracán, y yo la alta torre que desafía su poder. ¡Tenías que estrellarte o que abatirme...! ¡No pudo ser! Tú eras el océano; y yo la enhiesta roca que firme aguarda su vaivén. ¡Tenías que romperte o que arrancarme...! ¡No pudo ser! Hermosa tú, yo altivo; acostumbrados uno a arrollar, el otro a no ceder; la senda estrecha, inevitable el choque... ¡No pudo ser! Gustavo Adolfo Becquer
Tu nombre Trato de escribir en la oscuridad tu nombre. Trato de escribir que te amo. Trato de decir a oscuras todo esto. No quiero que nadie se entere, que nadie me mire a las tres de la mañana paseando de un lado a otro de la estancia, loco, lleno de ti, enamorado. Iluminado, ciego, lleno de ti, derramándote. Digo tu nombre con todo el silencio de la noche, lo grita mi corazón amordazado. Repito tu nombre, vuelvo a decirlo, lo digo incansablemente, y estoy seguro que habrá de amanecer. Jaime Sabines Salu2
Primera Canción Elbitense ¿Cómo no amarte, corazón de viento? ¡Que la noche lo diga con lengua amorosa! ¿Cómo no amarte, corazón de viento, si en tu mano derecha está la rosa y en tu izquierda la espiga? ¿Cómo no amarte, cielo dolorido? ¡Que lo explique tu amiga, la noche silenciosa! ¿Cómo no amarte, cielo dolorido, si en tu mano derecha está la rosa y en tu izquierda la espiga? Rosa o espiga, cielo dolorido, sobre tu mano floreció el olvido. Y espiga o rosa, corazón de viento, sobre tu mano está el amor sediento. Leopoldo Marechal
Sólo en sueños Sólo en sueños, sólo en el otro mundo del sueño te consigo, a ciertas horas, cuando cierro puertas detrás de mí. ¡Con qué desprecio he visto a los que sueñan, y ahora estoy preso en su sortilegio, atrapado en su red! ¡Con qué morboso deleite te introduzco en la casa abandonada, y te amo mil veces de la misma manera distinta! Esos sitios que tú y yo conocemos nos esperan todas las noches como una vieja cama y hay cosas en lo oscuro que nos sonríen. Me gusta decirte lo de siempre y mis manos adoran tu pelo y te estrecho, poco a poco, hasta mi sangre. Pequeña y dulce, te abrazas a mi abrazo, y con mi mano en tu boca, te busco y te busco. A veces lo recuerdo. A veces sólo el cuerpo cansado me lo dice. Al duro amanecer estás desvaneciéndote y entre mis brazos sólo queda tu sombra. Jaime Sabines
INALADO. Quisiera conquistar los reductos sagrados en que se ampara la infinita sobriedad de tus secretos, quisiera salirme, embriagarme, asolar las puertas de tu infierno y hacer que perezcan tus banales miedos en los pasillos oscuros de mis agrietados muros. Quisiera el hastío la paz, la calma, los pasajes desoladores donde navegas los demoníacos mares donde aúllan sedientos los vientos Quisiera el hambre y tus dientes devorando mis entrañas extrañas Quisiera las luces de los pájaros erráticos, desoladores, inhalados por el vacío cruel de quien espera inalado. Quisiera mi destino encajonado lacrado, envuelto librado a los pasillos infinitos del dolor y caminar caminar andar por donde solo los parias andan, por donde todas las luces flaquean, se inhiben y se apagan andar por las noches más errantes los cielos más oscuros las brisas más cortantes andar me lleva sin defensa y sin reparo a la desollada orilla de tus grutas. Quisiera oír el alma que se quiebra murmurar su desorden al oído de quien ni siquiera quiere oírla (padecer en el silencio es morir un poco sin saberlo) errante forma, de errantes contornos de continentes efímeros de contenidos inciertos es posible y hasta inevitable que mi alma se flagele con tu ausencia y perezca. Daniel di Trana
Tu cuerpo está a mi lado Tu cuerpo está a mi lado fácil, dulce, callado. Tu cabeza en mi pecho se arrepiente con los ojos cerrados y yo te miro y fumo y acaricio tu pelo enamorado. Esta mortal ternura con que callo te está abrazando a ti mientras yo tengo inmóviles mis brazos. Miro mi cuerpo, el muslo en que descansa tu cansancio, tu blando seno oculto y apretado y el bajo y suave respirar de tu vientre sin mis labios. Te digo a media voz cosas que invento a cada rato y me pongo de veras triste y solo y te beso como si fueras tu retrato. Tú, sin hablar, me miras y te aprietas a mí y haces tu llanto sin lágrimas, sin ojos, sin espanto. Y yo vuelvo a fumar, mientras las cosas se ponen a escuchar lo que no hablamos. Jaime Sabines
LA NOCHE MÁS OSCURA DE MI ALMA. Cómo será la noche oscura del alma cuando lleguen sin prejuicios las respuestas, los sonidos. Y recorran insomne los pasillos las audaces bestias de filosas garras de corazones fríos de indecentes formas y rugosas corazas de terciopelo negro. Cómo fueron las mañanas antes del silencio, cómo los espacios vacíos, donde vagar inseguro era un síntoma seguro de tener en la piel el polen invisible de todos los mares de todos los vientos de todas las almas de cada infinito espacio que elegí como refugio. Cómo serán las mañanas del hastío, de la desolación de las cosas que nunca se dijeron de la sangre aterida por el miedo y del miedo sublevado por el gélido fluido de los cuerpos cada vez más fríos. Cómo dejo de pensarte al menos un segundo si en las cumbres más altas me desangro, y me atraganto mis entrañas con los frutos de tus ramas con el néctar de tus ojos, con los colores transparentes de tu aura, que conspira contra el mármol que cimienta mis espacios. Cómo serán las tormentas, el vacío Cómo será la noche más oscura de mi alma. Daniel di Trana
Sombras Quisiera invitarte aqui a la intimidad de mis palabras donde nunca sabrás mi eterno amor por ti. Donde mi reino es la noche la obscuridad mi alma y entre frias sombras no nace una esperanza. Pero si el olivo de tus pupilas invadiera, este sacro lugar Sé que seria iluminado Cual toque dorado, que es tu mirar. Quizá, mi reino no se perdería tal como mis pensamientos que van detrás de tu andar inquietos al no poderte besar. Quisiera invitarte aquí donde mis versos se aburren esperando por tí, esperando la luz que nace ahí, en tu mirada. Principe de la noche