A dos cuadras del colegio, yo la esperaba sentado en uno de los bancos de hierro de aquella gigantesca estación de tren , colocando primero mis carpetas y libros sobre el asiento para que no se me congelaran las piernas. Ella pasaba puntualmente por un puente peatonal que cruza las vías, si la veía sola, la saludaba con los dos brazos con la esperanza que se acercara. Ya que ella controlaba toda la situación, si no bajaba, no me quedaba mas alternativa que entrar al colegio, o reclutar a otros compañeros para mi gesta desertora. Cuando se acercaba, siempre me decía que sus padres ya no le tolerarían ninguna falta mas y me tomaba de la mano tironeándome hacia el colegio. Era un ritual que a ella le encantaba, y yo le seguía la corriente, tenia que largar frases ingeniosas y gestos de cariño para convencerla, pero en mi interior estaba seguro que cuando ella llegaba a la estación ya no había marcha atrás. Desde las primeras escapadas, nos sentábamos en otro banco de esa misma estación que estaba oculto detrás de unos arbustos, tornándose casi imperceptible a la vista de los demás. Allí teníamos que esperar bastante tiempo, para no cruzarnos con ningún compañero o profesor que se encuentren camino al colegio. Como un simple pasatiempo, nos besábamos un buen rato, no era nada serio, ninguno de los dos pretendía eso y así nos parecía que el reloj corría mas rápido. Al pensar en esto ahora, sinceramente me arrepiento de no haberle dicho a esa mujercita que yo realmente la amaba, que me perdía alucinado contemplando esos intrigantes ojos marrones, sus brillantes cabellos renegridos y la singular expresión de su sonrisa, que me inspiraban una incontenible esperanza y alegría de vivir. Yo acataba su advertencia que jamás seriamos novios, como si fuera algo indistinto para mi, aunque en realidad nunca estuve de acuerdo con esa idea, pero no podía mostrar debilidad, tenia que mantener una constante postura de chico duro, para salvaguardar la fama que me había ganado. Conservar nuestra furtiva aventura oculta del conocimiento de los demás, era un ingrediente extra que nos apasionaba, sin embargo también me llenaba de frustración tenerla casi todos los días tan cerca sin poder decirle nada, fingiendo que no me importaba que a la salida del colegio ella se alejara con su novio, sin siquiera saludarme. Nunca sentí como un sacrificio tener que guardarme el alarde acerca de mi relación con la chica mas deseada de la clase, al principio pensé que era una señal de madurez de mi parte, pero con las estupideces que fui cometiendo posteriormente con las mujeres, me di cuenta que esa vez pude mantener todo en secreto, porque la amaba y era feliz viviendo eso, sin necesidad de demostrarle nada a los demás. Mientras pasaban las semanas, nuestras estadías en aquel banco de la estación se hacían mas prolongadas, ya las excusas para escondernos habían perdido todo su sentido, igualmente nos quedábamos toda la mañana besándonos, acariciándonos, descubriéndonos el uno al otro y a nosotros mismos, todo en un mismo movimiento. Con una frialdad de mujer que aun no comprendo, ella ponía limites a mi apasionado ímpetu cuando yo intentaba desabotonarle la camisa o mis manos intentaban recorrer zonas que ella de antemano me había prohibido. De donde saldrá esa admirable capacidad de las mujeres, de poner paños fríos sin inmutarse, aun cuando la situación llega a cúspides que para mi son incontrolables. Fue una mañana fría de una insipiente primavera, que estábamos sentados en aquel banco, ella sobre mi, como siempre, pero esta vez asombrosamente podía sentir sus besos mas fogosos que de costumbre. No me empujo como otras veces, cuando yo intente bajar con una cadena besos hacia su cuello, dejando que mansamente le abriera su camisa. Y mis dedos bajaron penetrantes a su entrepierna sin sufrir ninguna resistencia, bailando en su humectante tibieza, entretanto ella disfrutaba tomada de mis hombros y besándome la frente, sin problemas corrí su sostén hacia arriba para posar mi lengua sobre sus rozados pezones que se tornaban mas ásperos y rígidos. Nos encontrábamos envueltos en ese conjunto de sensaciones, aromas y sabores, cuando ella presionando fuertemente sus muslos contra mi cintura, tira de los hombros de mi camisa desgarrándola, mi espalda quedo parcialmente desnuda, pude sentir el helado respaldo de aquel asiento sobre mi piel, que contrastaba violentamente con la temperatura de mi cuerpo. Se levanto bruscamente y salió corriendo, yo me quede ahí, duro, en todos los sentidos, ni siquiera había tenido tiempo de desabrochar mi abultado pantalón, sin embargo casi pierdo la camisa. Ante esa reacción incomprensible no intente ninguna respuesta inmediata. En realidad pasaron pocos minutos cuando pude encontrarla, estaba en medio de una multitud, esperando que cambie de color el semáforo para cruzar la avenida, me acerque a ella velozmente, tenia un montón de reproches que hacerle, pero pocos metros antes de alcanzarla vi como se tomaba la cara y lloraba desconsoladamente. Si yo ya estaba algo confundido, verla llorar así me desconcertó totalmente, me enternecía, quería abrazarla, pero no sabia si estaba enojada conmigo, además tenia que conservar parte de mi orgullo adolescente y me quede paralizado. El semáforo dio luz verde y ella avanzo apurada refregándose los ojos, yo no me atreví a dar ningún paso, aunque no podía dejar de mirarla mientras se alejaba hermosa como llevada por el viento, una multitud de gente cruzaba a mi lado, las bocinas de los taxis resonaban en mis oídos, el tren de las once cruzaba a mis espaldas; pocas veces me sentí tan solo. Salu2
¡¡guauuuuuuuuuuuuuuuuuu, principito, genial!!!!!!!!! Es muy bonito. Me ha gustado mucho más que el otro. ¿Pero qué voy a hacer yo ahora? besos, vega
Hola Vega, deja volar tu imaginacion que algo bueno va a pasar. Te cuento que por error puse: espada, donde debia decir: espalda; aunque es solo una palabra el cambio es significativo, sino volvela a leer. Salu2
Principito, mientras a mí se me ocurre algún cuento de amor desenfrenado te dedico éste que no es mío, claro, sino de una amiga mía: Bea Valdivieso...lo pongo aquí para que lo lea quien desee. besos, vega MI NOCHE CON SORAYA Hace años tuve ocasión de vivir unas deliciosas horas con una mujer a quien no he olvidado y cuyo recuerdo sigue vivo aún. Sucedió una tarde de domingo. Tomaba mi café de sobremesa y echaba una nueva ojeada al periódico. Me detuve en la cartelera, por si había alguna película o programa de interés, cuando me encontré con un pequeño anuncio que aún conservo y que decía: HOY ES MI ULTIMO DÍA AQUÍ. PUEDO HACERTE FELIZ. SORAYA (4496713) Y no lo pensé dos veces. Marqué aquel número y del otro lado me salió una voz muy apagada. Me sorprendió ese tono, ya que esperaba oir a alguien alegre. Era la primera vez que llamaba a un teléfono desconocido y sentía en mi interior una extraña sensación mezcla de miedo y anhelo. Por un lado, temía que se tratara del reclamo de una buscona o dos amigas con ganas de divertirse. Por otro, sentía curiosidad por saber por qué era su último día, por qué escribía al periódico y por qué ponía directamente su teléfono, quedando a expensas de las bromas de gamberros o graciosos. Una hora más tarde tomaba un taxi que me conducía a la casa de la tal Soraya. Vivía en un bloque de apartamentos de una calle tranquila, tranquila de domingo, donde había un banco, una gestoría, una tienda de ropa de niños y un pequeño supermercado. Apenas si se oía a lo lejos el motor de un coche. Me adentré en la oscuridad del portal. El ascensor estaba al fondo. Quinto piso y después escalera hasta el sexto. Olía a detergente. Era una casa bastante corriente. Toqué el timbre y esperé unos segundos. Al escuchar las pisadas que se acercaban, el corazón empezó a latirme deprisa. Se abrió la puerta y me encontré con una mujer de poco más de treinta años, o quizás treinta, vestida de forma extraña. Me sonrió y me invitó a pasar a una habitación Al atravesar el hall oscuro, me sentí de pronto en otro mundo. Allí había cuadros y objetos colgados en la pared, una gran biblioteca, un aparato de música y discos amontonados por todas partes. Luego una mesa grande de trabajo con papeles y periódicos revueltos. En el suelo, un gran cesto popular con muchas lanas de colores y agujas de tejer dentro. Junto a la ventana, un gran centro con frascos de cristal y plantas muy hermosas proyectaban su sombra en el interior de la estancia haciendo un juego de luz. La mujer me invitó a que me sentara en una silla muy cómoda, y me hizo una seña de que aguardara un instante. Llevaba un vestido azul con flores negras que le llegaba a los tobillos y le tapaba así mismo los brazos. Antes de salir, se detuvo en el unbral de la puerta y se volvió a mirarme. Y me gustó aquella sonrisa. Al poco rato entró con una bandeja con vasos y tazas. Me preguntó si quería tomar café o alcohol. Yo le dije que lo que ella quisiera, que todo me gustaba. Salió y volvió con distintos platos que debía haber comprado o preparado y que colocó sobre una mesita que sacó de debajo de la mesa de trabajo. Mientras iba y venía con todo aquello, me fui fijando en los libros y discos que tenía detrás mío. ¿Los habrá leído?, pensé. Me preguntó si me gustaba Tchaikovsky. Asentí con la cabeza y sacó un disco de su funda y lo puso. Recuerdo que era un concierto para violín y orquesta, un hermoso concierto que puedo volver a oir y tararearlo. Estaba tan a gusto que no pensé en lo extraño de aquella situación. Casi me parecía haberla vivido antes. Cuando por fin se sentó frente a mí, en una banqueta más alta que mi silla, empezó a hablarme. Comenzó por agraecerme mi visita. Dudaba. Miraba de un lado a otro, nerviosa, avergonzándose de aquel desorden. Se componía el vestido para que no se vieran sus formas, que debían acomplejarla. Y cuando sus ojos se cruzaban con los míos, se tranquilizaba. La oía suspirar y relajarse. Entonces sonreía y trataba de decir algo. Con la dificultad, bajaba la cabeza y volvía a agitarse por dentro. Pensé que esta mujer pensaba suicidarse o hacer algo que hasta entonces no había hecho. Un pimer paso habría sido anunciarse en el periódico. Pero, ¿y el segundo? ¿No se estaba arriesgando a toparse con un hombre que podia abusar de ella? ¿Qué buscaba? Dijo que su vida no era feliz y que empezaba a aborrecerse a si misma. Le pregunté si había sufrido algun desengaño amoroso y asintió con la cabeza, pero que aquello había pasado hacía ya mucho tiempo. Yo me empecé a preocupar por ella. Sentía que el estómago me daba vueltas y ella debió notarlo porque salió precipitadamente de la habitación. Yo no sabía que hacer. Decidí esperar un rato, por si volvía, pero no lo hizo. Miré el reloj y me dije "tú aquí no tienes nada que hacer, vete", pero, a la vez sentía deseos de estar con ella. La calidez de su voz y todo lo que había en aquella habitación me parecían como el preludio de algo. Era de esas pocas veces que creía en la casualidad. El destino nos había unido. Y ella me gustaba físicamente. Cada vez más, y más, y más, hasta que salí por la puerta y la busqué. Llegué a un pasillo. Me encontré con la cocina, el cuarto de baño, un armario y su dormitorio. Apenas si había luz dentro. Estaba echada sobre su cama, boca abajo, con la cabeza esondida en la almohada. Me senté a su lado y ella se hizo a un lado para dejarme sitio. Toqué su cabeza y después sus hombros. Ella seguía en la misma posición. Esperé a que se incorporara y aproveché el momento para ver aquella habitación. En la pared opuesta había una biblioteca con libros, y encima, en la pared,una bonita colección de sombreros colgados. Sobre el suelo, una alfombra de pelo largo de color blanco hueso. Entre la pared de la biblioteca y la cama, una ventana, y debajo, un gran baul cubierto con bordados en hilo blanco. Encima, objetos de artesanía de colores, muñecos, revistas,libros y una lámpara que alumbraba tenuemente el recinto. Acaricié su cuello y se sobresaltó. Noté sus brazos alrededor de mi cuello y sus lágrimas en mi cara. Se aferraba tan fuerte, que no podía soportarla. La agarré por la cintura y correspondí a su abrazo. Permanecimos mucho tiempo así. El disco se había dejado de oir, y ahora sonaba el teléfono. Una y otra vez. Cómo me alegraba de haber sido el primero. Se levantó y cambió de disco. Debió también de descolgar el teléfono, porque no lo volví a sentir. Regresó con dos vasos y un preparado. Extendió varios cojines en la cama y nos acomodamos. Hablamos de nuestras vidas y nuestra soledad. Me abrazó varias veces. Sonreía y me miraba, muy profundamente. No se quitó el vestido y yo no intenté hacerlo. Varias veces se levantó para ir a la cocina y taer algo más de beber y de comer. De pronto, miré el reloj y me levanté. Ella me pidió que me quedara allí. "No, otro día" No, no, otro día no. Pero me fui. En mala hora me fui. Porque su olor estuvo en mí aquella noche, y al día siguiente. El siguiente domingo telefoneé a su casa y nadie contestó. Busqué su anuncio en el periódico, y nada. Tomé un taxi y aguardé una tarde junto a su casa. La ventana estaba cerrada y la persiana medio echada. Y así una tarde, dos, tres. Y así días enteros. Nunca más volví a verla. No quise preguntar al portero, y menos a cualquier vecino. Todos me parecían ficticios. Eran de plástico, como todo el edificio. Salvo ella. Y ella ya no estaba allí. Aquella joven mujer había pensado en el suicidio y, asustada sólo de pensarlo, había llamado a alguien. A través del anuncio que hoy guardo. Iba a hacer feliz a alguien. Iba a darlo todo en el último momento. Ayer puse un anuncio. Me han llamado desde colegialas hasta hombres. Yo sólo quiero volver a oir esa voz apagada. Y ser feliz
Qué puedo decir? despues de leer estas dos historias faltan las palabras, gracias por permitirnos disfrutar de ellas. Hasta pronto
Qué conmovedoras, me han gustado muchísimo. Venga Vega, ponte a ello que seguro que será también precioso.
Vega felicita a tu amiga, muy... triste? o tal vez aleccionador para que nunca dejemos pasar la ocasion de amar y ser amados. Salu2
vale Charo, me pondré con ello, pero soy muy torpe para inventarme historias ajenas.... ¡así que a ver... jeje...ahora que me voy de vacaciones......jeje....quizás se me ocurra algo.... pero no os prometo nada bueno, que yo no he escrito nada todavía. ¿y tú qué? ¿mirando hacia otro lado? henri, aunque el cuento de Bea parece bastante triste en principio a mí nunca me lo pareció, quizás porque no sabemos nada de Soraya... besos, vega
Vega, por cierto momento me hicistes recordar a Gabriel Garcia Marquez.....pero ese final realmente espectacular......puso una autenticidad unica... a toda la historia. beso y aplausos Karo
Quiero compartir algo muy personal con ustedes...por que realmente los aprecio mucho. Carta a Dayra A vos mi pequeña bebé...tú madrina quisiera decirte un montón de cosas de las que hablariamos, cuando tuvieras la edad para entenderlas. Primero que nada...nunca disfrute tanto y de está manera...verte crecer, dar tus primeros pasos, hacer tus primeras travesuras y poder apañarte, escuchar tus primeras palabras...llorando como loca... cuando me digas tia y taparme los oidos... cuando no dejes de parlotear; acompañarte a tú primer dia de jardin y verte indepediente de nosotros....con una sonrisa en la cara y el corazón ahogado en llanto...por empezar a ser innecesaria en tú vida; a tú primer dia en la primaria...donde odiaria a tú maestra porque nos dice: -Mamis, Papis y famila...desde aca los nenes siguen solos por que ya son grandes y no estamos más en el jardín de infantes - mientras vos nos miras con cara de no me abandonen; escuchar todos tus problemas "tragicos" de adolescente y ser tú compinche, acosejarte sobre tus novios, taparte un poco...pero un poquito nomás cuando quieras hacer de las tuyas en el secundario y tús papás te quieran matar.......aunque siempre trataria de que te apliques en tus estudios para que algún dia llegaras a ser alguien, verte recibida en la facultad y que se me llene el pecho de orgullo....cuando te vea ejercer tú profesión, verte encontrar al hombre de tú vida y dar el sí... en la iglesia, ver tus hijos y lo buena madre que sos. En fin presenciar tú vida y disfrutarla, haciendote ver que nada es tragico y permanente...lo que no te mata te hace más fuerte, para que aprendas de tus errores y lo transformes en experiencia de vida buenos, para que seas una persona digna y de valores claros. Pero no va a ser asi.......ya no, lamentablemente está carta nunca va a llegar a tus manos.....ni lo que dice en ella va a suceder. Por que la vida se te presento enorme y azul, y no la pudiste acariciar por el tiempo necesario...como para leerla, ni para regalarme...la primera parte de ella. Fue tan grande que se te escapo de tus pequeños brazos y no la pudiste alcanzar. Por un tiempo, no encontre explicación y estuve bastante enojada con el de arriba. Por que convirtio la peor pesadilla de una madre, en realidad y yo no tenia ni explicaciones, ni palabras...para ayudar a la tuya. Hasta que un dia lo comprendí...El tenia otro plan para vos, y solo nos regalo la posibilidad de conocer al angelito que iba a velar por nosotros. Cuando nadie tiene esa hermosa posibilidad, y que siempre va a estar entre nosotros, por que nunca se fue... ese angel se llamaba Dayra.
Por favor!!! pero que cosas escribís, me dais envidia los que sois capaces de transmitir mediante "solo" palabras lo que siente el corazón. Enhorabuena a todos. Dejad algo para el concurso, pero leyendo lo leido no creo que sea capaz de votar. Enhorabuena otra vez.